El online. Todos se van apuntando al online. A crear y vendernos ese bonito concepto al que llaman “La Nubeâ€. Todo siempre accesible, siempre actualizado, siempre a mano. Señora, no hace falta que guarde se preocupe por sus datos, ya lo hacemos nosotros por usted.
Poco a poco las desarrolladoras de software van cambiado su modelo de negocio, tratando de pasar de creadores de productos (fÃsicos) a proveedores de servicios.
La búsqueda de la suscripción y dependencia eterna, ese “ya-te-presto-yo-esto-que-es-muy-caro-a-un-precio-más-razonable†es algo tan viejo como el cine, las recreativas, las academias de idiomas o el vÃdeo. Campos (casi) todos estos asesinados por el avance de la tecnologÃa doméstica.
Es por ello que deja de parecerme un tanto raro (aunque perfectamente comprensible) que sean estos “destructores del antiguo orden†quienes pretendan ahora apropiarse del carro y tratar de perpetuar el modelo que ellos mismos se han dedicado a desmontar.
AsÃ, tratan de vendernos como servicios, algo que no lo es. Una cosa son las infraestructuras inabarcables para el bolsillo del ciudadano, y otra muy distinta un libro, una disco o un archivo.
En el fondo todos quieren ser Microsoft… pero tratando de caernos bien.
Porque el señor Gates se lo montó muy bien. Eso hay que reconocérselo. Cogió el modelo de su maestro-enemigo-cliente (IBM) y lo llevó de las oficinas a los hogares: No eres el propietario de lo que compras, sólo te doy permiso para utilizarlo (siempre bajo y según mis condiciones)
Por supuesto, sus condiciones eran laxas y su control benévolo. En el fondo el mercado doméstico le daba un poco igual.
Mientras con la boca grande decÃa “no copiéis mis productos, no os he dado mi permiso para ello†con la boca pequeña decÃa “está tirado, copiad todo lo que queráisâ€. De esta manera, como si de unos panes y peces de la era digital se tratase, sus pequeñines se irÃan multiplicando por todas partes, con la consiguiente consecuencia lógica:
¿Que sistema vas a poner en tu negocio?
El que conozco.
Y eso es algo que tenemos que agradecerle (en serio, sin dobles sentidos ni retintines sospechosos)
De no ser por Microsoft, nos habrÃamos quedado a expensas del elitismo intelectual del “sector duro†del software libre (si es bonito no es bueno, si no usas la lÃnea de comandos no eres digno) o con las máquinas extracaras del iluminado adalid del diseño, el molonosmo y lo “coolâ€.
Pero me desvÃo del tema.
La red se encuentra ahora en ebullición. Ahora todo tiene que ser “virtualâ€, “etéreoâ€, como un anuncio de compresas. El marketing apunta en una dirección, y como si se tratase de una versión 2.0 del ataque de las punto com, la gente intenta apuntase al carro.
El negocio es el negocio, y (espero) el negocio se se les va a terminar por caer encima, porque se les están olvidando de va esto de vender.
Donde antes se buscaba la fidelidad a través del trato más o menos amable y alguna que otra pequeña ventaja, ahora se busca la dependencia y la exclusividad forzando la máquina.
A las empresas de la nube no les gusta la competencia (a los negocios fÃsicos, tampoco, pero la relación tendÃa a ser más cordial y, sÃ, humana, llegando en ocasiones a ayudarse unos negocios a otros. Que cosas, oiga)
Ahora los chicos de la manzana mordida no quieren que aquellos que compren libros en el Amazonas los puedan leer en sus dispositivos (no al menos sin haber pasado antes por caja)
A los chicos del buscador de la muerte suprema les pasa algo parecido. Los libros que compres en Google Books tampoco se van a poder leer en el kindle (supondremos que será por el momento, hasta que llegue el pertinente acuerdo)
Mientras tanto, a todos ellos se la suda bastante el cliente final. Lo que importa no es «el que paga» sino «a quien se lo paga» (de nuevo, nada que no hayamos visto antes, sólo que mucho más a lo bestia y a pecho descubierto)
Una vez que obtienen su séquito, «los grandes» se dedican a atraer a los fieles de la competencia… a base de ignorarles. El mensaje está bien claro: O mios o de nadie.
¿El problema?
Mucha gente está aceptando y no sólo eso, encima les gusta y lo defienden.
Por suerte (o desgracia para quienes les ha tocado) de vez en cuando se les ven las cartas y salta la liebre.
La semana pasada podÃamos ver perfectamente a algunas de esas liebres. Un usuario de Steam preguntó en un foro ajeno cuanto podrÃa valer su cuenta de dicho servicio.
Como el contrato de ese servicio especifica que «no puedes vender tu cuenta», se la cerraron.
AsÃ, unilateralmente (y, por lo que se sabe, sin que el tipo la vendiese). Los cerca de dos mil dólares en juegos que tenÃa ese usuario ya no son suyos.
También esa misma semana podÃamos leer la noticia de un usuario que acusaba a los chicos de Bioware de «venderse» al demonio de EA. Esto lo harÃa en los foros de Dragonage II (propiedad de EA)
Como castigo le banearÃan de ese foro durante setenta y dos (y en un curioso efecto dominó, también se encontrarÃa baneado de poder utilizar el juego por el que habÃa pagado)
Por su parte, Apple, que hasta el momento se habÃa mantenido bastante neutral de cara a los usuarios y desarrolladores pequeños (nada de DRM en su tienda online, relativa accesibilidad a quien quiera incluir sus productos) ya ha empezado a «filtrar» la licencia bajo la que se pueden publicar las aplicaciones del AppStore (una vez más, nada nuevo, y están en su perfecto derecho, pero…)
Eso por no hablar de lo que podrÃamos llamar la definición de ironÃa que sucederÃa hace un par de años con Amazon, el Kindle y la edición digital del 1984 de Orwell.
Asà que, conspiranoias aparte, y pese a que no acostumbro a hacer predicciones de futuro, confÃo en que todo sea una moda pasajera, y el concepto de la “propiedad†de los productos vuelva a una senda más tradicional.
Llamadme capitalista, llamadme nostálgico, llamadme retro. Pero me gusta saber que aquello por lo que he pagado es realmente mio.
– Cinco años de trabajo a la mierda.
“A la mierda†era una expresión un tanto exagerada, pero la frustración y la impotencia impedÃan a Björn y los suyos analizar la situación con objetividad.
Cinco años pasados en el planeta al que los más optimistas bautizasen como “Nuevo Yggdrasailâ€, los escépticos como “J34B223R†y los desencantados como “Punto de paso Cincuenta y sieteâ€.
Mientras ascendÃan hacia Sleipnir, todos miraron aquel mundo que tanto les habÃa prometido y arrebatado. Dos hombres no encontrarÃan jamás un mundo al que llamar “hogarâ€, y los treinta que emprendÃan aquel viaje de despedida lo hacÃan ya sin esperanza.
Cuando las sondas detectaron aquel planeta, el consejo cientÃfico se enfrentó a una decisión complicada. El consumo que suponÃa encender los motores de la nave para modificar su trayectoria y llegar hasta aquel lugar, conllevarÃa el racionamiento de los servicios más básicos para la población durante varios meses.
De haber continuado la ruta que llevaban en aquel momento, habrÃan llegado Rigven la estrella a la que se dirigÃan en menos de dos años, pudiendo recargar los acumuladores de la nave para proseguir su viaje durante otro par de siglos, pero sabÃan que en aquel sistema no habÃa ningún planeta que pudiese ser habitado. Por fortuna, la estrella que coronaba aquel sistema también era del tipo G2, lo que les permitirÃa igualmente recargar la nave mientras la orbitarla a su alrededor junto con J34B223R. Caso de que el planeta tampoco pudiese ser habitado, podrÃan reemprender su viaje sin mayor problemas que las quejas de la población por un nuevo fracaso en su búsqueda, y las privaciones que habÃan sido obligados a sufrir para llegar hasta allÃ.
– Al menos no volvemos con las manos vacÃas.
Las palabras de Eric, pese a ser ciertas, apenas aportaban un atisbo de luz a los expedicionarios. VolvÃan con cientos de toneladas de hielo y suelo rebosante de vida. Agua sin reciclar, y terreno que podrÃa ser cultivado para proporcionar alimentos no excesivamente procesados. Aquello les permitirÃa prolongar la autonomÃa de Sleipnir unos cuantos años, quizás un siglo, ampliando el espacio que podÃa recorren antes de necesitar una una estrella que la recargase… o eso es lo que querÃan creer.
Al llegar a la cubierta de desembarco no les recibieron con vÃtores o agradecimiento. Las noticias de “su fracaso†les habÃan precedido. Mientras los técnicos descargaban la mercancÃa, Astrid, a través de los visores de la nave, vio llegar a su marido y sus hijos y no pudo evitar llorar de agotamiento y frustración. Aún pasarÃan varias horas en la cámara de desinfección y las pruebas posteriores, antes de poder estar con ellos. Nadie más vendrÃa a recibirles.
Tras finalizar el proceso de reconocimiento llegarÃa la hora de dar explicaciones al capitán. Los informes que habÃan enviado regularmente dejaban bien claros los motivos por los que el planeta no podÃa ser habitado, pero el protocolo exigÃa la reunión. La relación entre Björn y Haskel nunca habÃa sido especialmente cordial, pero ambos se profesaban un gran y mutuo respeto. Sus puntos de vista tendÃan a ser opuestos, pero solÃan lograr que sus discusiones no llegasen a lo personal. Pese a que Björn sabÃa que su capitán era un buen hombre (equivocado, pero un buen hombre) no tenÃa muy claro como terminarÃa aquella reunión.
Tras entrar en el camarote, la primera reacción fue la acostumbrada. Silencio e incomodidad por ambas partes durante eternos segundos.
– Siento lo de tus hombres – Haskel fue quien rompió el silencio – Los médicos hicieron cuanto pudieron, pero para cuando llegaron a bordo ya era demasiado tarde.
– SabÃan a lo que se arriesgaban – Björn trató de mantener la compostura, pero aquel tema aún le dolÃa. HabrÃa preferido ser él quien eligiese el primer asunto a tratar.
– Hemos esperado a que regresarais para celebrar las exequias.
– No era necesario, la energÃa utilizada para preservar sus cuerpos podrÃa haberse dedicado a algo más provechoso – trató de mantener la máscara lógica, pero era fácil ver a través de las grietas.
– En estos momentos podemos permitirnos el despilfarro, todos los acumuladores están a la máxima carga.
– ¿Y bien?
– ¿Perdona?
– ¿No vas a pedirme el último informe?
– Los que has mandado hasta ahora eran bastante claros. Esta reunión no es más que un mero formalismo.
– En ese caso tengo muchas cosas que hacer – aquella reacción le sorprendió incluso a él. QuerÃa bronca. Que le atacasen para poder decir en voz alta que no fue culpa suya, que hizo cuanto estaba en su mano para llevar aquella misión a buen puerto. Necesitaba un desahogo para toda la rabia que llevaba dentro, no compasión.
– Björn…
– ¿Que? – gritó mientras se giraba. Ya no quedaba nada de la máscara de frialdad o la compostura cientÃfica.
– Si hay algo que pueda hacer…
– Encuentra un sitio en el que podamos vivir, porque este se está desmoronando.
– Eso ha sido un golpe bajo indigno de ti.
– Ahora mismo no me siento muy digno u orgulloso de ser quien soy.
– Entiendo que te encuentres mal, y soy capaz de pasar según que cosas, pero no voy a permitir que te degrades asÃ. Descansa. Cuando quieras hablar civilizadamente ya sabes donde estoy.
– No quiero descasar. Quiero que me des más recursos.
– OlvÃdate de ese planeta.
– No estoy hablando del planeta, no quiero volver a pisar ese maldito sitio. La prioridad es Sleipnir. Hace años que tienes los informes y no has hecho nada con ellos.
– Perdoname si no soy tan fatalista como vosotros.
– No es fatalismo, sino tener un mÃnimo de perspectiva. Y no digas que es cosa nuestra, este es un mal que lleva arrastrando la nave desde antes de que naciéramos tú o yo. Tras cada nueva recarga perdemos autonomÃa y llegará un dÃa en el que tendremos que limitarnos a orbitar un planeta esperando a que algún sistema crÃtico falle.
– Estás hablando de más de un milenio.
– Siendo muy optimistas.
– Ese será el problema de quien este al cargo entonces. Ahora mismo tenemos problemas más acuciantes que ese.
– Eso, pásale la pelota a otro. Escurre el bulto como han hecho tus predecesores.
– De acuerdo. Muy bien. Dime ¿a quién le quito los recursos que te voy a dar a ti?
– Ese es tu trabajo.
– ¿Quién escurre el bulto ahora?
– No utilices la demagogia conmigo. ¿Quieres un informe? Dame datos y lo tendrás sobre tu mesa en un par de semanas.
– ¿Como el que me proporcionasteis para venir hasta aquÃ? – Haskel dio un manotazo con ambas manos sobre la mesa mientras se levantaba.
– Serás… – se frenó. Aquello habÃa dejado de ser una conversación hacÃa rato y el intercambio de acusaciones estériles no iba a llevar a ningún lugar provechoso. Aún avergonzado de sà mismo, Björn no retiró la mirada desafiante de su capitán durante unos segundos, antes de darse la vuelta y salir de la sala.
Mientras recorrÃa los pasillos de la nave, las ideas se agolpaban en su cabeza de manera desordenada. Los estudios que manejaba era públicos, pero la gente preferÃa ignorarlos. QuerÃa un cambio de paradigma, una revolución, cualquier cosa que alejase de su mente los fantasmas de los hombres que habÃa perdido.
Haskel abandonó su asiento y comenzó a dar vueltas por el camarote. El destino de la raza humana dependÃa de él y no dejaba de cagarla. Dos decisiones erróneas pesaban más sobre su conciencia que todas las que habÃa tomado con acierto durante los últimos treinta años.
Los informes se los habÃa proporcionado el consejo cientÃfico, pero la decisión final de cambiar el rumbo de Sleipnir era suya.
Contra las indicaciones de los doctores, habÃa traÃdo a dos hombres enfermos por una dolencia desconocida hasta la nave, y aquello habÃa estado a punto de costar la propagación de un virus altamente contagioso entre toda la población.
Toda parecÃa indicar que se habÃa logrado contener infección, pero en el proceso habÃan muerto otros treinta y cuatro hombres. Por orden suya se mintió a las familias para no causar el pánico general. Estuvo tentado de hacer saber la verdad y renunciar a su cargo, pero no encontró a su alrededor a nadie apto para asumir el cargo bajo aquellas condiciones. Aquello habrÃa sido la salida fácil, hacer cierta la acusación de estar “escurriendo el bultoâ€. Algo indigno de él.
Furioso, pegó un puñetazo al muro rompiéndose la mano. Aquel ramalazo de dolor fÃsico casi fue un alivio.
– Capitán ¿Está usted bien? – uno de sus escoltas no tardó en entrar atraÃdo por el ruido.
– SÃ, tranquilo Morten, todo va bien – mintió – Todo va bien.
HabÃamos dejado esta pequeña historia de la emulación de las recreativas en los albores de su alumbramiento; los setenta.
De ahà deberÃamospasar a los ochenta… pero, si pretendo ser fiel a lo que os querÃa contar, nos los podrÃamos saltar. En aquellos años la emulación (obviamente, lo que yo llamo y entiendo por emulación) no existirÃa, ya fuese de recreativas, ordenadores o consolas.
¿Como que no? Dirán algunos llevándose las manos a la cabeza.
¿Y esas conversiones de Konami para MSX?
¿Y las de Ocean para el resto de máquinas?
¿Y la NES? ¿Qué me dices de los juegos de la NES?
Venga, tÃo, no te columpies. En los ochenta se hicieron emuladores. Sin ir más lejos joyitas como el que publicaron en la MicromanÃa que permitÃa que Commodore funcionase como un Spectrum. ¿Eh? ¿Qué me dices a eso?
Quieeetos, quieeetos, que no estoy diciendo que no se hicieran buenos juegos para nuestras adoradas máquinas. Ni siquiera sugiero que fuesen grandes versiones, pero eran eso, versiones.
Vayamos por partes:
Konami hizo un montón de juegazos para el MSX (aunque nunca les perdonaré ese Green Beret tan jujano) pero eran eso: versiones.
Lo mismo se puede aplicar a Ocean, Imagine (y en mucha menor medida a US Gold, que lo suyo tenÃa delito) con las licencias oficiales, o Topo y Dinamic de manera un poco más… (ejem) “controvertida†con sus West Bank y Desperado,
La NES…
La NES tenÃa (algunos) juegos clavados a los de la recreativa como los Super Mario o el Punch Out, pero no tenÃa las roms “originales†de la recreativa, sino unas creadas para correr en el hardware de aquella consola.
Es más, la versión original del Super Mario serÃa la de consola, que (entre otras muchas) serÃa “portada†(convertida o reprogramada) para la plataforma de recreativas que sacarÃa Nintendo… basada en la NES (ahà es nada, Nintendo, como siempre, llevando la contraria al resto de la industria)
Con respecto al c64spec… bueno, fue un alarde, no lo niego, pero lo único que hacÃa era correr el Basic del Spectrum en un Commodore. Los programas originales de ese ordenador no llegaban a cargar, asà que lo dejaremos en buen intento y lo catalogaremos como no sé… ¿simulador?
¿Y a que llamas tu emulación, listo?
Ya tardabais en hacerme la pregunta. Con emulación me refiero a la capacidad de… eso, “emular†una serie de componentes fÃsicos concretos mediante software, para que el propio software (y por software me refiero al sistema operativo) diseñado para esa máquina, crea que “está†corriendo sobre ese hardware.
Ah, como el Vmware, Virtualbox o Qemu.
Que no. Eso es otra cosa y se llama virtualización.
Mira que eres especialito con los términos. Venga, dinos en que se diferencian (según tú)
Muy sencillo, con la virtualización se crea un entorno “generico†de hardware “virtual†sobre el que corre un software concreto (los sistemas operativos)
No emulas una placa base concreta, una tarjeta de vÃdeo concreta o… unos simms de memoria concretos (que ya os venÃa venir con “¿A que te refieres con hardware genéricoâ€?.
¿Contentos?
Vale, pues sigo.
En los ochenta no se hicieron enuladores. SÃ, se hicieron grandes conversiones, que exprimÃan los cuarenta y ocho o sesenta y cuatro ks de aquellas máquinas al máximo, no dejaban de ser “versiones†“conâ€(finadas) (sé que es un juego de palabras un tanto forzado, pero me gusta verlas asÃ, encerradas y condenadas por haber cometido el crimen de tratado de “trascender†de su naturaleza. Vale, sÃ, igual me he puesto excesivamente filosófico con esto) en un hardware mucho más limitado que aquel para el que habÃan sido originalmente concebidas.
TendrÃa que llegar la siguiente década para que la tecnologÃa fuese lo suficientemente potente (y asequible) y el conocimiento se expandiese con rapidez (y, también, de manera asequible) ncomo para que pudiese surgir el… emm ¿movimiento emulador? ¿frente emulativo de liberación?.
Bueno, ya me entendéis.
Y ya lo habéis conseguido otra vez. Esta iba a ser una única entrada, y al final van a acabar siendo tres (si no me enrollo con la siguiente)
Hala, nos leemos.
HabÃamos dejado a la humanidad tras el descubrimiento de las puertas de salto lamorri.
Una vez comprendido (parcialmente) su manejo, se producirÃa la diáspora y el advenimiento de una nueva fe.
Al atravesar las puertas de salto, algunos hombres entraban en contacto con antiguo universo, experimentando una pequeña fracción de nacimiento del nuevo. Alrededor de aquella experiencia iluminadora surgirÃan profetas que inundarÃan el futuro de cultos, explicaciones parciales, supercherÃa y amagos de enaltecimiento espiritual.
Uno de los planetas que colonizados serÃa Jorune. La diferencia que tendÃa éste mundo con respecto al resto serÃa que, tras unos pocos viajes, la puerta se cerrarÃa dejando a sus habitantes (humanos) sin noticias del hogar, y cortando todo vÃnculo con los progresos (y retrocesos) de sus congéneres.
Y asà llegamos hasta el “presente†donde comenzaba mi campaña pero antes, un pequeño avance de varios miles de años. Porque, no sé si os habréis dado cuenta de que en este pequeño resumen no he hablado de Tékumel.
Con éste mundo tenÃa un problema (nada irresoluble aludiendo de nuevo a forzar la suspensión de la incredulidad, pero me apetecÃa jugar un poco más con el universo, los viajes en el tiempo y alguna que otra paradoja)
Tal y como se habla de la humanidad en Tékumel, la cosa se sitúa en un futuro muy lejano (su descubrimiento se produce unos setenta mil años después del siglo veinte) También se habla de unos niveles tecnológicos con mucho superiores a los de el resto de ambientaciones (y del tono que pretendÃa dar a la campaña) asà opté por ser muy literal en cuanto al tiempo pasado.
El descubrimiento de Tékumel se producirÃa miles de años después de el “presenteâ€. En una época en la que ya no se necesitaba de puertas de salto, se habÃa entrado en contacto con muchas más razas alienÃgenas y eso de terraformar mundos para convertirlos en lugares de recreo era algo tirado.
Hete aquà que el sistema se va a paseo tragado por las energÃas extradimensionales que se utilizaban en aquel lugar, y que aparece en un “universo de bolsillo†(vale, hasta aquà todo va según el libro, ahora toca la vuelta de tuerca. Que sea magistral o una estupidez está en vuestra mano el decidirlo)
Da la casualidad que, ese universo de bolsillo, dimensión paralela o lo que sea, no sólo se “mueve†con respecto al nuestro, sino que también el tiempo trascurre en dirección contraria.
AsÃ, aprovechando las grandes lagunas temporales sin documentar que pueblan la historia de Tékumel en la otra dimensión, tiro porque me toca y lo ajusto hasta… dentro de unos párrafos.
Vale, ya podemos empezar.
Los jugadores son contratados por un comerciante ardothiano para acudir al rescate de los pobres habitantes de una aldea que ha volado por los aires. No, no ha habido ninguna explosión, sino que los terrenos sobre los que se asentaba han despegado convirtiéndose en un skyrealm.
El buen señor comerciante espera con su (desembolso) buena acción desinteresada, hacer puntos para que el Khodre se plantee darle la ciudadanÃa. Para ello habÃa contratado a un estudioso quien calcularÃa la trayectoria del skyrealm “prediciendo†cuando llegarÃa hasta un lugar en el que se podÃa evacuar a sus habitantes.
El pequeño problema es que, si bien sus cálculos fueron certeros, y la isla flotante chocarÃa suavemente con el monte que él habÃa vaticinado, no lo fue asà su predicción de cuanto tiempo permanecerÃa en aquel lugar.
¿Resultado?
La isla retoma su camino antes de lo previsto, y los jugadores se encuentran encerrados en aquel lugar.
Casualidades de la vida, su vehÃculo resulta ser uno de los territorios que los cientÃficos lamorri habÃan estado preparando para ser un skyrealm, y donde estaban parte de los controles de su “arma definitivaâ€. Una tormenta de isho habÃa logrado que todo comenzase a moverse con unos cuantos milenios de retraso.
De nuevo (y resumiendo): Resultado:
Los jugadores descubren la máquina y ven como se pone en funcionamiento. Presencian como las tres partes (skyrealms) se juntan y lanzan unos rayos al cielo. Las lunas se realinéan y la puerta de salto se abre. A mucha distancia de allÃ, el destructor de soles recibe sus órdenes y comienza su viaje.
El sistema Enrahir, antaño ocupado por los K’ta’viiri, es su primer destino. Su sol es convertido en supernova y el sistema entero desaparece.
Más casualidades de la vida. Mira tú por donde, coincide que, en ese momento y lugar, el lugar que ocupa Tékumel en la otra dimensión se encuentra alineado con esas coordenadas. Las fuerzas que se han desatado traen todo el sistema de vuelta a su antiguo plano de existencia y, en la lejanÃa, unos meses después, sólo se percibe el parpadeo de una estrella.
Comienza la diversión.
DÃas de vÃdeo
por: Avjaal
Enviado el: 17-01-2010 @ 11:57 am
Hay influencias innegables que me han ido marcando a lo largo de mi vida. Esas cosas de las que os suelo hablar por aquÃ. Personas, eventos o productos que me han impactado e ido moldeando hasta dar forma la persona que soy a dÃa de hoy (asà que echadles la culpa a ellos).
En definitiva: Todos esos detalles que pueblan mis recuerdos y me hacen torturaros con las diversas letanÃas nostalgiadoras que voy publicando por aquÃ.
De esta manera, os he ido hablando de videojuegos, tebeos y rol, pequeñas y dispersas partes de un todo. Facetas del mosaico (que prosaico) aglutinador del que, como resultado, surge mi persona.
¿A que viene tan ampulosa presentación? Os preguntaréis.
A aquello de lo que no os he hablado. La pieza fundacional en la que se apoyarÃan el resto de mis aficiones. Mi fábrica privada de héroes y roles a imitar. Antes de Los Cuatro Fantásticos, antes de Jorune o el Pong, mi afecto lúdico ya se hallaba preso de mi primer y prematuro amor (por si no lo habéis adivinado por el tÃtulo, os lo aclaro ya mismo): El VÃdeo.
Y digo bien, no creáis que hay error en mis palabras: VÃdeo. No cine o televisión
Sà señores, desde mi más tierna infancia, ya en la lejana Alsasua (en los igualmente lejanos setenta), fui el afortunado poseedor (al menos en usufructo) de un reproductor de videocasetes.
En él visionabamos una y otra vez las pelÃculas que mi padre alquilaba en Pamplona. Excelsas y magnas obras como la filmografÃa completa de Bud Spencer y Terence Hill, o las de Esteso y Pajares. Clásicos indiscutibles como Las amazonas contra los supermanes, Las aventuras de Ultraman o (hágase un respetuoso y devoto silencio) las versiones reducidas de algunas de las series de Go Nagai que se publicaron por aquÃ: SuperMazinger, Groizer X y Grendizer. Por el camino también se nos deleitarÃamos con pequeñas joyas como La espada del sol, Tarzerix, Alas doradas, Capitán Futuro o, porque no decirlo, El armario del tiempo, la mejor pelÃcula jamás realizada de Mortadelo y Filemón.
Aquellas cintas se quedaban en casa durante meses, antes de ser devueltas a mi santuario personal de aquellos años: El vÃdeo club Telman. Para mÃ, las visitas a aquel sacrosanto lugar eran auténticas peregrinaciones de Fé. Suplicantes experiencias iluminadoras que alumbrarÃan mi camino a la voz de “Aitá, pilla éstaâ€.
Con el tiempo aquel lugar ha cambiado mucho. Años después albergarÃa en su sen otro de los templos de mi devoción; una sucursal de la tienda de ordenadores Iguzquiza (donde llegaron a vender PCs de la marca Commodore). En la actualidad y, acorde a los tiempos (supongo) el local está ocupado por una Sex Shop. No, ahà aún no he entrado.
Pero continuemos con lo que estábamos.
Al llegar a Pamplona hecho ya un hombre hecho y derecho de nueve años, no tardarÃa en crear mi propio camino (bueno, miento, la verdad es que tardarÃa un tiempo en superar mis limitaciones y condicionantes socio-personales)
Al principio mi atención se repartirÃa entre Gonzalo (la librerÃa que, aún hoy, perdura frente a casa de mis padres) y el vÃdeo club Iturrama. Aún no tenÃa dinero como para comprar o alquilar por mi cuenta sus contenidos, pero soñar era gratis (frustrante, pero gratis)
Asà pasarÃa el tiempo y (afortunadamente) crecerÃa. ComenzarÃa a trabajar (e ingresar dinero) pronto y a edad temprana ya podÃa permitirme el sufragar mis aficiones. Eran (y continúan siendo) más numerosas las aficiones (y sus componentes fetiches fÃsicos) que el dinero que podré ahorrar en veinte vidas, pero era un comienzo.
Si bien he tendido a ser siempre “socialmente parco†(para qué negarlo), ha sido siempre gracias a mis aficiones que he logrado entablar relación con aquellos a los que llamo mis amigos. Más de una vez he comentado que no conservo ningún amigo del colegio y que las relaciones que mantengo ahora surgieron a través de mis aquello que realmente me gusta. Aquellos que comparten, ya sea sólo en parte o en su totalidad, mis intereses lúdicos (que no forzosamente mis gustos)
En todos ellos, incluso en aquellos no necesariamente socializadores como podrÃa ser la música, la lectura o el cine, he encontrado siempre elementos de unión que me he utilizado para conectar con los demás. El vÃdeo, por supuesto, no fue una excepción.
Allá en los (sÃ, me repito) lejanos noventa disfrutarÃa de algunos de mis mejores momentos. Aquellos sábados por la noche en los que torturaba a quienes no gustaban de salir de bares o, simplemente, no les apetecÃa aquel dÃa salir por ahÃ, con las pelÃculas que alquilaba en el Bogart.
Noches de Mallrats o Clercks, de Dragón Ball o El Puño de la estrella del norte (ya fuesen ambos en dibujos o imagen real)
SustituirÃamos el Movierrecord por la entradilla de Manga VÃdeo. Las pelÃculas del cine se dividÃan entre dignas, o no, de “Noche de acción en Telecincoâ€
Cuando en la velada post sesión maratoniana de Evangelion o Escaflowne, la tele nos sorprendÃa con joyas como Karate Cop, Hechizo mortal o alguna pelÃcula de chinos. Cuando parábamos el reproductor, y en El Plus estaba una porno en la que un tipo se preocupaba porque “no sabÃa bailarâ€.
Sà el maestro de Conan me preguntase “Javi, ¿Qué es lo mejor de la vida?†le responderÃa sin dudar:
Una pelÃcula atroz, una comida decente y una buena compañÃa para disfrutarlas.
Si, una vez llagados hasta aquÃ, habéis llegado a la conclusión de que éste (el de las pelÃculas) es otro de los temas que tengo de intención de retomar, habéis acertado.
Sino… pues nada, seguid a lo vuestro. Ya trataré de ser más claro en la próxima entrada.
La batalla estaba perdida. Asà lo habÃan tejido Las Nornas en el tapiz del tiempo.
El Ragnarok habÃa llegado. Aquel dÃa los dioses perecerÃan.
Sabedor de esto, Odin ordenó su montura, el veloz Sleipnir, que remolcase el bajel antes de perecer entre las fauces de Fenris. Con éste, su último acto, El Padre de Todos burlarÃa al cruel hado, liberando a los hombres del aciago destino esperaba a los Aesir.
Naglfar saldrÃa en pos del último navÃo. En su vientre, las rugientes hordas de Hel se agitaban deseosas de reunir a los vivos con su tenebrosa señora.
Más Thor a ésto dirÃa ¡NO!
Blandiendo el poderoso Mjolnir golpearÃa una vez más a La Serpiente de Midgard. Mortalmente herida, Jormungand liberarÃa junto con su último aliento su letal veneno sobre el tronador, mientras su cuerpo se enroscaba alrededor de Yggdrasail, asfixiándolo acabar con toda vida que pudiese surgir de él.
Impulsado tan solo por voluntad indómita, el señor del trueno darÃa un paso e invocarÃa a sus sirvientes. A los vientos ordenarÃa al trueno que otorgasen fuerza a los brazos de los remeros y avivase los fuegos que ardÃan en la cubierta del último navÃo.
Tras dar un paso más, convocarÃa a los vientos para que impulsasen sus velas.
Una vez hecho esto, alzó su voz ordenando los cielos que descargasen toda su furia sobre Naglfar.
Impotente ante las fuerzas allà desatadas, el galeón de los condenados serÃa destruido y tanto las uñas de los muertos que lo componÃan, como los huesos de los guerreros de Hel que en él viajaban se convertirÃan en polvo que se precipitarÃa sobre sobre el campo de batalla.
Mientras veÃa alejarse al navÃo, Thor dio unos pocos pasos más y soltó una carcajada triunfal antes de que su cuerpo se desplomase sin vida sobre el cadáver de su asesina.
Mas Surtur no se darÃa por vencido y, con su espada flamÃgera, convocarÃa a sus hijas. El fuego vital lucharÃa por abrirse paso fuera del cuerpo de los remeros y acudir a la llamada de su amo. El mundo se volvió un lugar gélido mientras el señor de la llama hacÃa acopio de su hueste. Toda criatura, viva o no, serÃa desprovista de calor mientras el gigante de fuego preparaba su ataque final.
Viendo a aquellos cuya custodia le habÃa sido encomendada cercanos a la muerte, Sleipnir asió con su hocico los correajes con los que remolcaba la nave y de un poderoso tirón lo arrojó lejos del alcance del ardiente demonio. Tras hacer esto, se arrojó a sà mismo a las hogueras para que estas continuasen ardiendo, llenando de fuerza y vida los cuerpos de los valientes vikingos.
– ¿Por eso nuestro mundo se llama Sleipnir? – Hotar habÃa comenzado a preocuparse hacÃa un buen rato ante la falta de respuesta y atención de los niños.
– Asà es, Morten. Hay quien asegura que su cuerpo es el que sigue alimentando los motores de esta nave.
– ¡¿Y por qué no lo sacan de ahÃ?! – la expresión de terror en el rostro de Greta le corroboró, demasiado tarde, que con aquella respuesta se le habÃa ido la mano.
– En cambio otros dicen que, cuando ya estaban lejos de Surtur y el Ragnarok, los vikingos curaron a Sleipnir y que éste cabalga por el espacio protegiendo a la nave que lleva su nombre – Salvado por la campana. Hotar dio gracias a los dioses por los reflejos de Gunter – También he oÃdo que en algún sector de la cubierta Tyr se suele realizar un festival en su honor anualmente.
Los niños parecieron más tranquilos después de aquella “explicaciónâ€, aunque profesor y ayudante tuvieron que ingeniárselas para responder a alguna pregunta incómoda más antes de que acabase la clase.
– Has tenido ideas extravagantes con anterioridad – el tono de Gunter oscilaba entre el reproche y la diversión – Pero vincular el origen de nuestro “bajel†al Ragnarok ha sido algo… no se si sublime o enfermizo.
– Sólo era un cuento para niños, tampoco pretendÃa dar una clase de historia. ¿Qué quieres que te diga? Me parece más… más… no se…
– ¿Romántico?
– SÃ. Romántico, esa era la palabra. Otra opción es poético, si lo prefieres. Me parece menos deprimente contarles esto… que la verdad.
– Una verdad que acabarán sabiendo, y que tú mismo les contarás dento de unos años.
– ¿Quién sabe donde estaremos dentro de unos años?
– ¿Qué quieres que te diga? No se me hace difÃcil el tratar de adivinarlo.
– Es igual. Hoy es hoy. Mañana ya veré si les digo: Veréis, niños. Hace cosa de quinientos años, una serie de señores, que decÃan ser muy listos, pensaron que iba a haber una guerra muy grande en la vieja tierra, y decidieron crear unas naves mastodónticas y largarse al espacio a buscar un planeta en el que vivir antes de que el suyo se fuese al garete.
– Lo que me impresiona es que hayas podido decir todo eso sin detenerte para respirar.
– Dame cinco segundos para recuperar el aliento.
– Cinco, cuatro, tres…
– Vete a la mierda.
– … uno, cero. Se acabo tu respiro.
– No vas a conseguir que me retracte. Me parece mucho más fácil explicar todo esto a los niños desde una perspectiva mitológica-clásica, que desde la triste realidad.
– Cierto, es mucho mejor una batalla épica mientras el universo es destruido, con bien de sangre y muertos por doquier, que un relato sobre la estupidez humana.
– La estupidez humana la ven aquà cada dÃa. Ese tipo de cosas ya no les afectan. Además, si lo miras desde un punto de vista metafórico, el ocaso de los dioses y la razón por la que fue creada esta nave, tampoco son tan distintas.
– Cierto de nuevo. No dejo de ver en la documentación que tenemos sobre la tierra como se unieron los gigantes, los muertos y toda esa gente tan peculiar para matar a los dioses porque… eso, porque asà estaba escrito que asà serÃa.
– Ahora no te hagas el petulante conmigo. Ya sabes de qué estoy hablando.
– ¿Del fin del mundo?
– Bueno, tal y como lo conocemos, sÃ.
– Nunca conocimos ese mundo.
– Nunca nos dieron esa oportunidad.
– Ahora es cuando me dices que echas de menos la vieja tierra.
– No digas estupideces. Tú y yo somos de la decimoquinta generación. Ni siquiera nuestros abuelos, tatarabuelos o cualquiera que hayamos podido conocer jamás, llegaron a conocer, aunque sea de oÃdas, a nadie que haya visto o pisado la vieja tierra. Hay momentos en los que incluso tengo mis dudas sobre la existencia de nada parecido.
– Efectivamente. Tú te empeñas en llamar a la Sleipnir nave generacional, que es como has leÃdo que la llaman en los documentos históricos, pero este es nuestro hogar. El único que hemos conocido y que conoceremos.
– Lo sé, lo sé.
– Tú háblale a cualquiera de La Tierra, y te mirarán igual que cuando les das la paliza con martillos mágicos, caballos de ocho patas o dioses tuertos. Te tratarán como… bueno, ya sabes, como te suelen esquivar de normal cuando empiezas a desvariar.
– Si son unos brutos y unos bárbaros no es culpa mÃa. Es más, hago lo que puedo para ilustrarlos, y asà me tratan.
– Que no, hombre, que no. Una nave es lo que usan los de aprovisionamiento para bajar a los planetas. El suelo sobre el caminamos no es el de una nave; es el de nuestro mundo.
– Que sÃ, pelma. Pensaba que el de los discursos interminables era yo.
– Son muchos años esperando el momento de resarcirme. Y aún no he acabado. Ahora dime tú que es lo que harÃas si te dejan suelto en una de esas masas esféricas que vemos flotando por el espacio.
– Supongo que morirme de hambre (si no me devora algún bicho antes, o se me pega cualquier enfermedad exótica)
– Ahora eres tú el que está esquivando el tema. No digo que no pasase todo lo que dices, pero evitas la pregunta verdadera. Sabes que lo primera serÃa el pánico. Dile ahora a cualquiera, al primero que te encuentres en una de las cubiertas, que damos marcha atrás, que Sleipnir se dirige de nuevo a la tierra. Que hemos recuperado las coordenadas de orinen. Que las consecuencias de cualquier catástrofe que se causase allà ya habrá pasado y seguro que ya es habitable de nuevo.
– Veamos… déjame que piense…
– No hace falta. En el remoto caso de que supiese de qué le estas hablando con eso de “La Tierraâ€, “Midgardâ€, o como quieras llamarlo. En el remoto caso de que te creyese y comprendiese las implicaciones que eso conllevarÃa ¿Cómo crees que reaccionarÃa? Pues te lo voy a decir: Se cagarÃa de miedo.
– PermÃteme que lo dude.
– Duda todo lo que quieres, pero los estudios son los estudios. ¿Quieres una estadÃstica curiosa?
– Supongo que no voy a poder evitar que me lo sueltes.
– Cerca del treinta y seis por ciento de los habitantes de Sleipnir son agorafóbicos.
– Y luego me acusas de leer estudios extraños. A ver si te buscas una vida propia.
– Es una respuesta natural. Somos casi once millones de personas, viviendo en un espacio de treinta por cuatro por seis kilómetros. Venga, otra estadÃstica ¿Cuántas simulaciones de realidad virtual, no-de-evasión, emulan la vida diaria en un entorno distinto al de Sleipnir? No hace falta que pienses: Un dos por ciento. ¿Has leÃdo algo de Sigmund Sorensen?
– Estás embalado. Claro que he oÃdo hablar de él ¿Por quién me tomas? Fue uno de los diseñadores de Sleipnir
– Vale, sólo te ponÃa a prueba. ¿Has leÃdo alguna de sus notas?
– Hasta ahà no he llegado. Uno tiene sus lÃmites.
– SÃ, eres conocido sobretodo por tus lÃmites, pero bueno…
– No te cortes, haz como si no estuviera aquÃ.
– Dejaré eso para otro dÃa. Si vas siguiendo sus apuntes de manera cronológica, es increible comprobar como el hombre iba perdiendo (más bien, abandonando) la perspectiva del proyecto en el que se habÃa embarcado. Sleipnir era algo tan grande que sobrepasaba a todos los implicados. No habÃa tiempo para pruebas. No habÃa tecnologÃa para lo que querÃan hacer. El tiempo se acababa e iban a mandar a millones de personas al espacio, a un viaje que sabÃan que no verÃan acabar, sin la seguridad de que aquello fuese a aguantar demasiado tiempo entero.
– Que tipo tan optimista.
– En una de sus notas dice que la tecnologÃa tan experimental, que dudaba siquiera de que lograse comenzar su viaje. ¿Sabes por qué llamaron asà a la nave? ¿Por qué en lugar de “cubierta doce†o cosas similares, las llamaron “Freyâ€, “Bifrost†o “Balderâ€?
– Sorpréndeme.
– Porque decÃan que harÃa falta un milagro para que aquello funcionase. Empezó como una broma pero, poco a poco, necesitaban quitarse presión de encima. Confiar en alguna “fuerza superior†que guiase su mano. Como no confiaban en que el dios luterano les concediese su bendición, optaron por encomendarse a los dioses antiguos.
– Debes estar de broma.
– Lee los documentos tú mismo. SÃ, todo empezó medio en broma. De no tomarse aquello con algo de sentido del humor, se habrÃan vuelto locos por la presión que implicaba aquel (este) proyecto. Pero según pasaban los meses, y empezaban a llegar noticias de misiles disparados, satélites apuntando a lugares estratégicos y silos activos, el tiempo para las bromas se acababa.
– Asà que vivimos en un mundo que es el resultado de una broma que salió bien de milagro.
– Asà es.
– Entonces tampoco iba muy desencaminado con la historia que les he contado a los niños.
– Eso, ahora tú échate flores.
– Después de como te has desfogado conmigo, creo que me lo he ganado.
– Vale, te lo concedo. De todas formas la cosa podrÃa haber sido peor.
– Me da miedo preguntar.
– PodrÃamos vivir en una bola de barro fabricada por un solo tipo en seis dÃas.
– ¿No eran siete?
– No. El séptimo dÃa el tÃo decidió descansar y dejar que las cosas se hiciesen solas.
– Yo dirÃa que tampoco nos ha ido tan mal.
– Lo cierto es que aquà seguimos.
– A saber cuando más duraremos.
Hoy me he enterado de que se ha muerto un amigo.
No ha sido una sorpresa, llevaba años luchando contra el cáncer, pero esto tampoco ha hecho la noticia menos dolorosa.
Quizás no era un amigo en el sentido literal que (yo) otorgo a la palabra. Me habrÃa gustado conocerlo mejor y pasar más tiempo con él, pero no lo hice. PodrÃa decir que era un conocido a quien apreciaba mucho, pero eso no expresarÃa lo que siento por él. SÃ, en presente. Que el ya no esté no implica que mis emociones hacia su persona hayan desaparecido.
PodrÃa buscar un descripción etimológica para tratar de definir con mayor precisión nuestra relación, pero serÃa una tonterÃa. No sé lo que él sentÃa por mÃ, sólo sé que me gustaba considerarle mi amigo.
No esperéis por aquà un montón de frases hechas, aquellas en las que creo, que traten de describir como me encuentro en estos momentos. Lo que yo pueda sentir ahora es irrelevante. Lo que pueda escribir no nos va a ayudar a mi ni a ninguno de los que lo conocimos.
Ha muerto.
Punto final.
Es irreversible.
En momentos como éste, envidio a quienes creen en una vida más allá de la que vivimos aquÃ.
Lo único que se me ocurre hacer es hablaros de quien fue. De algunos de aquellos detalles minúsculos, a veces absurdos y aparentemente triviales, que compartimos y le convirtieron en alguien único a mis ojos. Que, más allá de la mente de aquellos que tuvimos la suerte de compartir nuestro tiempo con él, aunque sea en esta pequeña bitácora, perdure su recuerdo.
En mi memoria permanecerá siempre, por más doloroso que haga esto su ausencia.
Se llamaba Miguel Pinzolas, aunque para nosotros siempre será Pin.
Lo conocà en la casa de la juventud y casi toda mi relación con él se circunscribirÃa a aquel entorno. Yo no llevaba mucho tiempo jugando a rol y él era del grupo de los “clásicosâ€, de los “mayoresâ€. A los dieciséis, cuatro años de diferencia parecÃan un abismo insondable para quien yo era en aquellos tiempos. Por suerte para mÃ, todos ellos eran (y siguen siendo) grandes personas que no se guiaban por edades o apariencias.
La primera partida que me arbitró, fue una de Stormbringer. La historia era lo de menos, era él quien la hacÃa interesante. Desde el momento en el que el mago que nos contrataba le hablaba a su mascota preguntándole “¿A que eres un gato muy listo?†y su animal le respondÃa “SÃâ€, ya me tenÃa ganado.
Más adelante me arbitrarÃa una partida de Paranoia, un juego hecho para que lo arbitrase él. Caos e improvisación. AnarquÃa y diversión. Lo dicho, el rol llevado a su terreno.
Yo le castigarÃa haciéndole jugar única partida que arbitré del TNMT. Su personaje, un gorrión gigante que no podÃa hablar y que se ponÃa a gritar en medio de la sala “PIO†mientras disparaba su M60, será uno de esos recuerdos imborrables de mi memoria.
Era uno de los asiduos los domingos a la mañana. Cuando nos ponÃamos a crear personajes de los juegos más raros que conseguÃamos… y de otros no tan raros, Tirando dados y apuntando caracterÃsticas, charlando, riendo y pasando mañanas inolvidables e irrepetibles.
Luego acabarÃa la carrera, después de hablarnos durante largo tiempo de su proyecto; Redes neuronales. En mi cabeza aquellas palabras eran ciencia ficción en estado puro. OÃrle hablar de como habÃa logrado que su máquina aprendiese a poner un péndulo basculante en vertical… y que se mantuviese asÃ, era algo apasionante.
Daba igual lo que te contase, ya podÃa hablarte de ingenierÃa o de lo aberrante que era la versión de Christopher Lambert de Beowulf. Siempre sonriendo, siempre alegre. Él se lo pasaba bien y era capaz de transmitirte aquella sensación.
Aún en las últimas ocasiones que le vi conseguÃa que olvidases por un momento cual era su estado. Siempre animado, siempre luchando, siempre brillante.
Ese era mi amigo, ese era Pin, y asà lo recordaré siempre.
Desde el alba de la creación. Desde que el tiempo es tiempo, el agua moja y el fuego quema, el hombre ha sido envidioso. Asà que, cuando un buen dÃa a un hombre se le ocurrió ponerse a jugar a tenis, o simular una batalla espacial en un osciloscopio, todos los demás dijeron: Yo también quiero eso (a ser posible en mi casa y baratito)
SÃ, amigos mÃos. Se podrÃa decir que la historia de la emulación es tan vieja como la de la informática (o la electrónica lúdica)
Cuando en los setenta comenzasen a germinar los “Clubs de amigos de la electrónica†como el Home computer club (del que saldrÃa gente tan ilustremente desconocida como John Draper, Steve Wozniak y Adam Osborne o lamentablemente célebres como Steve Jobs) todos tenÃan muy claro lo que buscaban.
De acuerdo, aceptaremos que también querÃan aprender, divertirse y conocer a otros tipos como ellos, pero el objetivo principal era lo que decÃamos ahà arriba: Quiero hacer en mi casita lo que puedo hacer con el súper ordenador de la uni.
El pequeño problema que tenÃan era que… aquello no podÃa ser.
La tecnologÃa disponible para su uso doméstico aún estaba a años (y miles de dólares) luz de la “profesional  ¿O no era asÃ?
Pues… depende.
Los súper ordenadores, aparte de monstruosamente grandes, eran obscenamente caros. Hasta ahà aceptamos barco, pero los mares del ludismo no finalizaban en aquellas remotas e inaccesibles costas.
Curiosamente, en los albores de la industria videojueguil, lo que podÃas encontrar en el interior de las cabinas de aquellas primeras recreativas no diferÃa demasiado de lo que se podÃa encontrar en una tele o equipo de alta fidelidad.
En aquellos primeros (o primerizos) tiempo, sà la gente querÃa divertirse en casa, aparte de la tele (vale, y los libros, tebeos y demás) tenÃa a su disposición… básicamente lo mismo que encontrarÃan el año siguiente en los bares: el Pong. No tenÃa ese nombre, pero la primera consola personal jamás comercializada,: la Magnavox Odyssey de Ralph Baer, serÃa la que inspirase la primera recreativa (exitosa)
¿Quienes serÃan los creadores de tal innovación?
Los señores Nolan Bushnell y Ted Dabney, fundadores de Syzygy (posteriormente rebautizada como Atari) Pero no todo serÃa un camino de rosas para estos dos señores.
Antes de copiar (y, admitámoslo, mejorar) la creación de Ralph Baer quien, a su vez, se habÃa inspirado en el Tenis para dos de William Higinbotham.
Pequeña interrupción
¿Quién era este tÃo?
No tenéis más que mirar en la Wikipedia, pero como ya sé que sois unos vagos os hago un pequeño resumen por aquÃ. Este buen señor fue un fÃsico yanky que, entre otras cosas, participó en la creación de la bomba atómica (hecho este del que más adelante se arrepentirÃa públicamente)
En el año cincuenta y ocho, se debÃa aburrir mucho… y creó el que se considera el primer juego electrónico de la historia (el arriba mencionado Tenis para dos) en un osciloscopio. Ahà es nada.
Fin de la interrupción.
Bien, como Ãbamos diciendo, antes de que Bushnell y Dabney se forrarse con su copia-de-la-copia-del-otro, habÃan sufrido un pequeño tropiezo en su intentona para “alumbrar†un mercado del ocio digital. Suya serÃa la primera recreativa “comercial†que poblarÃa universidades y algún que otro establecimiento dispensador de bebidas alcohólicas, Computer Space, un diseño que realizarÃan para la compañÃa Nutting Associates (inspirado en SpaceWar, un juego que habÃan realizado unos universitarios once años antes.
Como supongo que ya habréis adivinado por lo que comentaba hace nadano fue un gran éxito, y su carrera no “despegarÃa†con aquel trabajo (lo sé, el juego de palabras ha sido facilón, pero estaba a huevo)
No es que fuese un completo fracaso, en las cafeterÃas de las universidades sà que gozarÃa de cierta aceptación, el problema fue cuando la compañÃa trató de vender aquello en los bares. SÃ, su diseño podÃa ser estiloso y “futurista†(es más, el diseño de las cabinas con las que tan gratos momentos hemos pasado no difiere en mucho de aquel) pero aquel aparato venÃa con un frondoso manual de instrucciones que los asiduos al levantamiento de vidrio no estaban dispuestos a leer antes de ponerse a jugar.
Una vez visto esto, Bushnell lo tenÃa claro: Necesitaba un juego que incluso los borrachos pudiesen manejar. Tras ver unas pruebas de concepto de la Odyssey, supo lo que necesitaba (y como lo necesitaba, se lo quedó)
Al fin y al cabo, ellos habÃan salido relativamente indemnes del batacazo del Computer Space (la peor parte se la habÃa llevado su cliente) y nuestros héroes no se amedrentarÃa ante aquel tropiezo y se levantarÃan de nuevo dispuestos a remontar el vuelo (lo sé, lo sé, tengo que dejar estos juegos de palabras)
Tras contratar con alguna que otra mentirijilla a Al Alcorn (un ex-compañero de Bushnell de los tiempos en los que trabajo para Ampex) y, ante la imposibilidad de vender la idea de juego que tenÃa a la empresa Bally, decidieron sacar ellos por su cuenta la recreativa. Asà nacerÃa Pong y a él le seguirÃan desde el primer momento la industria del (ejem) homenaje/piraterÃa/clonado de tecnologÃa.
Porque, como ya os decÃa hace un rato, la tecnologÃa que llevaban aquellos aparatos no dejaba de estar construidos con piezas de electrónica discreta (no, no es que tratasen de pasar desapercibidas) Tanto era asà que, nada más aparecer por los bares el Pong, surgirÃan como setas mil y una copias y derivados del mismo concepto.
Después de esta introducción tan larga que me acabo de cascar, me parece que dejaré el tema de la pequeña historia de la emulación de recreativas para el siguiente post. Eso sÃ, todo esto tenÃa su razón de ser (por si no ha quedado claro, os lo resumo)
Se podrÃa decir que la emulación (o copia, homenaje o lo que prefiráis) nació ya con las recreativas… pero mentirÃamos, ya que, también podrÃamos afirmar que las recreativas nacieron a su vez de como copia de un juego de consola.
Al mismo tiempo, tampoco es descabellado decir que ambos dos nacieron de algo que no tenÃa mucho (o nada) que ver con el ansia de amasar dinero, sino que serÃa el fruto de las ganas de experimentar de un grupo de señores con bata (y, posiblemente, gafas y pipa). Y asà hasta el infinito.
Asà que, ¿qué fue antes?
Pues lo primero, hombre. Lo primero.
A raÃz de la entrada dedicada a Crisis en tierras infinitas, Lynnot dejó un comentario que me dio bastante que pensar.
¿Ha sido ésta maxi serie el único crossover decente de cuantas ha habido?
Digo que me ha dado que pensar, porque me ha costado encontrar otros macro eventos que no den demasiada vergüenza ajena y/o/u no sean meras piezas de mercadotecnia editorial.
Porque entiendo que a eso se referÃa Lynnot con el término crossover; a los macro eventos anuales con los que nos llevan bombardeando las editoriales grandes desde hace décadas.
AsÃ, tras darle muchas vueltas sà que logré recordar unos cuantos cruces masivos de personajes decentes, pero claro, al ser como soy, me dedique a seguir dando más y más vueltas sobre un asunto hasta que la cosa cobró sentido (o lo perdió del todo)
Vale, no vamos a salvar el mundo con una disquisición en profundidad de un tema (en un principio) tan trivial, pero sà que podemos sacar una extrapolación de lo que fueron un dÃa los tebeos, lo que son a dÃa de hoy y el papel que han ido representando a lo largo del tiempo (sÃ, ya sé que esta es una entrada a lo Un tebeo con otro nombre, pero confiaré en que Pedro no me demande)
Porque el concepto del que estamos hablando no siempre ha tenido el mismo significado y por eso os pregunto:
¿Que entendemos bajo el término de crossover?
Chaaan.
Fundido en negro y flashback a los años cuarenta.
Poniéndonos en plan arqueológico, podrÃamos datar en el número tres de la colección All Star Comics (invierno de mil novecientos cuarenta) el momento en el que se producÃa lo que podrÃamos considerar como el primer crossover de la historia: La primera reunión (publicada) de la Sociadad de la Justicia de América.
¿Fue una estratagema editorial?
Por supuesto que sÃ. La misma All Star Comics no era sino un intento de vender una revista más, metiendo en ella aventuras de los personajes de más éxito en otras cabeceras.
Vale, los personajes apenas coincidÃan en unas pocas páginas y se dedicaban a relatarse entre ellos sus últimas aventuras en solitario.
¿Fue éste un crossover tal y como lo entendemos (entiendo) hoy en dÃa?
Pues no. No tenÃas que comprarte mil y una tebeos más para entender la historia. Las aventuras que se narraban allà no tenÃan repercusión en el resto de publicaciones, y los personajes apenas interactuaban entre ellos. Llamarlo crossover es una afirmación un poco pillada por los pelos, pero fue un comienzo (y todo un hito en su época)
¿Que a qué voy yéndome tan atrás?
Muy sencillo, a lo que me referÃa por ahà arriba: Si entendemos los crossovers como algo más (y anterior) a los macroeventos, o las máquinas de sangrar a los lectores con las que tratan de timarnos las editoriales, hay bastantes más cosas salvables.
Si delimitamos este apelativo a las apariciones de personajes con colección propia bajo una cabecera nueva e independiente de sus series, pero integradas en su continuidad, tendrÃamos cosas bastante interesantes (o, como mÃnimo entretenidas)
Estoy hablando de crossovers como pudieron ser el especial de Superman y Wonder Woman en la segunda guerra mundial de Gerry Conway y José LuÃs GarcÃa López. También de cosas como las Guerras asgardianas de Claremont, Smith y Adams (aunque los tics del guionista, leÃdos hoy dÃa, ya cansan un poco) o la primera “Guerra de Thanosâ€, que aparecerÃa en los The Avengers Annual número siete y el Marvel Two-In-One Annual número dos.
Me refiero a cuando esperábamos con ansia los números especiales que sacaba Forum de manera estacional. Cuando se preocupaban en poner a buenos autores a hacer historias “especiales†que honrasen el nombre que tenÃan aquellos tebeos.
Aún diré más: Si, dentro de los macro eventos, entendemos sólo la parte “central†(la mini o maxi serie principal) como crossover, olvidándonos de consecuencias y series derivadas, aún habrÃa alguna más salvable. Porque como hagamos baremo de todo lo derivado, no se salva ni una.
Por poner un ejemplo de lo que estoy diciendo:
Secret Wars. SÃ, a mi me gusta. Me parece muy divertida. Y el órdago que se lanzó Shooter pidiendo a los guionistas que todos sus personajes tenÃan que volver con algún cambio (que él luego integrarÃa dentro de la colección) me parece, cuando menos, algo a respetar.
Hablo también de El guantelete del infinito. ¿Que queréis que os diga? Es de Starlin y sale Thanos, asà que me gusta (aunque podrÃa decir que esa fue una de las últimas ocasiones en las que ese axioma funcionó) Como serie independiente es legible (vale, igual algo estirada) pero aguanta bien. Pero como hagamos promedio de ella y de los números relacionados en las colecciones mensuales, el resultado baja muchÃsimo.
Lo mismo se podrÃa decir de las últimas sagas cósmicas de Marvel (las diversas Aniquilaciones). Como series están muy entretenidas, pero las mini series derivadas van de lo nefasto a lo funesto.
Y cambiando totalmente de ámbito, no puedo dejarme a Go Nagai, el señor que reinventa constantemente a sus personajes para poder mezclarlos en series nuevas. Personalmente me quedo con los OVAs que realizase en los setenta: Mazinger vs Devilman, Mazinger vs Gran Mazinger y Gran Mazinger vs Getter Robbo, sin olvidarme de las que ha hecho este siglo como Mazinkaiser me parece una serie increÃblemente divertida (a la par que delirante), igual que Shin Getter vs Neo Getter Robbo.
Y es que, si tiene robots gigantes, mola, y si son retro, molan aún más.
Asà que… ¿No hay crossovers decentes?
Pues… sà pero no. Todo depende de la definición que cada uno tenga del término.
En el “Episodio uno†habÃamos dejado a dos imperios estelares a punto de comenzar a repartir a base de bien.
Tras unos inicios dubitativos en sus relaciones, ambas razas verÃan a la otra como un peligro demasiado grande como para ser ignorado. Eran demasiado distintas entre sÃ, fÃsica, ética y conceptualmente.
Con el paso del tiempo lo que comenzarÃan como escaramuzas en los lugares en los que habÃan coincidido, se irÃa volviendo en un conflicto de búsqueda y destrucción. Pero, pese a sus diferencias, sus fuerzas estaban demasiado equilibradas. Los puntos de intersección de ambos imperios serÃan los primeros en sufrir las consecuencias de aquello.
En La Tierra, la colonia K’ta’viiri de Atlantis serÃa destruida, y la civilización de Era Hiboria llegarÃa a su fin. En la luna y Marte, las colonias lamorri serÃan exterminadas.
Pronto quedarÃa patente que la confrontación directa y las tácticas convencionales no decidirÃan el vendedor de aquella contienda. HabÃa llegado el momento de pasar a mayores.
Mientras en Jorune cientÃficos lamorri preparaban su arma definitiva, el destructor de soles, en Kulthea los hombres de Kadaena forjaban armas capaces de asolar mundos desde sistemas de distancia. Por fortuna para el universo, aquellas armas jamás llegarÃan a ser utilizadas. El coste de su creación era tal, que ambos imperios se resentirÃan sobremanera y, la ambición de sus señores de la guerra causarÃa serÃa la causante de su destrucción. Las profundas divisiones que se generarÃan en el seno de ambos imperios serÃan el arma con la que se destruirÃan a sà mismos.
Pero el destructor de soles se estaba construyendo en varios mundos alejados del centro del imperio para salvaguardar su secreto, por lo que las consecuencias de la debacle tardarÃa en llegar hasta ellos. Mientras en el planeta Takara se construÃa el arma, en la otra punta del imperio, en Jorune, se creaban los controles que lo guiarÃan hasta sus objetivos.
De nuevo, por fortuna para todos, la rebelión de los shanta coincidirÃa con el final de aquel proyecto pero su victoria se adelantarÃa a su activación.
Asà pasarÃan milenios de relativa paz. Mientras Jorune y Kulthea se recuperaban de sus heridas, en La Tierra las barreras que separaban las dimensiones se iban debilitando. La influencia de los mundos invadidos y conquistados por los K’ta’viiri se filtraba hasta nuestro mundo, haciendo que este recibiese notorias influencias desde “el otro ladoâ€.
AsÃ, en el continente europeo surgirÃa un nuevo imperio atlante, y en sudamérica los hombres hablarÃan de “Los dioses del espacioâ€. Con el paso de los siglos su influencia se irÃa dejando notar en distintos entornos, inspirando a tanto a escritores y pintores, como a intelectuales y filósofos.
Finalmente, en el siglo veinte, los K’ta’viiri lograrÃan romper las barreras que los separaban de su antiguo hogar, iniciando una nueva guerra contra la humanidad. La eternidad que habÃan pasado encerrados en sus dominios-prisión les habÃa cambiado, transformándolos en seres únicos con un único objetivo en mente: Convertirse en el Torg, el ser supremo que reharÃa el universo a su imagen y semejanza.
Durante muchos años habrÃa guerra, y el mundo mutarÃa según los designios de los distintos Altos Señores K’ta’viiri, pero finalmente serÃan rechazados y las puertas se sellarÃan de nuevo.
Libre de amenazas inminentes, el avance tecnológico de la humanidad se acelerarÃa de manera increÃble. Las estrellas a las que siempre habÃa mirado con timidez se convertirÃan en su objetivo, y se crearÃan naves-mundo en las que cientos de generaciones de exploradores recorrerÃan el cosmos en busca de respuestas. Pero si las encontraron, es algo que la humanidad tardarÃa mucho en descubrir. No serÃa hasta el hallazgo de uno de los portales lamorri que la conquista del espacio diese su auténtico pistoletazo de salida.
Pamplona, mil novecientos ochenta y siete. Tengo catorce años y llevo varios meses en cama con reuma. Literalmente, no puedo doblarme. TenÃa pánico a la oscuridad, y dormÃa solo en una habitación. Una habitación de la que no podÃa moverme en una casa en la que gran parte del tiempo no habÃa nadie. Pero lo peor no era aquello, sino que se gestaba en mi interior. Por mi cabeza se dejaba notar constantemente una duda: ¿Volveré a levantarme algún dÃa?
Una vez puestos en situación, si aquello no era una situación de crisis de unas proporciones infinitas, que venga Crom y lo diga a la cara.
Mi padre poco podÃa hacer para ayudarme, asà que se dedicaba a traer tebeos en avalancha. Hasta mi habitación llegarÃan todo lo que se publicaba y aparecÃa por los quioscos. Desde Mortadelos a números de colecciones ya cerradas como las Secret Wars (que en España habÃa terminado su publicación el año anterior). También llegarÃan hasta mà algunas “rarezas†como Los Nuevos Mutantes de Claremont y Sienkiewicz o algún tomo suelto del Dark Knight, o el Ronin de Miller. Pero en aquellos dÃas, lo que menos necesitaba eran historias oscuras que, aparte de eso, me parecÃan galimatÃas narrativos ininteligibles.
Mi vida era un ciclo constante de miedo y sustos (por esos suerte de ruidos tan simpáticos que hacen las casas cuando no hay nadie más), estudio (poco y malo) dolor y relectura de tebeos (no, en aquellos dÃas no tenÃa muchos amigos que viniesen a visitarme)
Y, un buen dÃa, llegó un tebeo con una portada llena de gente. Decenas de personajes totalmente desconocidos para mÃ, ataviados con trajes muy coloridos y mezclados con vaqueros, un tanque y un tipo gigantesco que lo miraba todo desde arriba. Era el número tres de la maxi-serie Crisis en tierras infinitas.
Universos vivirÃan, universos morirÃan, y mi vida nunca volverÃa a ser lo mismo.
Por supuesto, le dije a mi padre que buscase y me trajese más números de aquella colección. Llevaba toda mi vida leyendo tebeos, pero nunca habÃa llegado a mis manos nada como aquello. No sé cuantas veces lo leÃ, pero no me cansaba pasar sus páginas una y otra vez.
ConocÃa a Superman y a Batman, pero todo lo demás era completamente nuevo y… emocionante.
Hasta el último recoveco de cada viñeta destilaba épica y acción, tensión y tragedia. Pero no era sólo eso. También habÃa una historia ¿qué digo una historia? un montón de historias que se desarrollaban al mismo tiempo, y todas ellas se entendÃan perfectamente. En una página te presentaban a un personaje, sólo para ver como morÃa un par de números después… y conseguÃa que te importase aquella muerte.
Supergirl, Flash, Kole, el Sargento Rock y sus chicos de la CompañÃa Easy o el mismo Monitor. Incluso los supervillanos de tierra tres. Todos me importaban, y querÃa saber más de todos y cada uno de ellos.
Por suerte, en aquella edición, los señores de Zinco se portaron añadiendo unos pliegos centrales donde te hablaban de todos ellos. No era para nada imprescindible para entender el tebeo, pero servÃa para saciar tu curiosidad en una era previa a internet.
Marv Wolfman y George Perez lograron una obra única. Algo que tanto Marvel y DC llevan décadas tratando de repetir. No era un tebeo (de superhéroes) más, sino “Él†tebeo de superhéroes (antes de que viniesen los ingleses a “deconstruir†el género). Tiene todos y cada uno de los elementos necesarios para hacer un gran tebeo (de superhéroes) colocados en su lugar exacto.
Y, sobretodo, es una historia de Superman. Por mucho que haya quien diga que Superman no tiene una historia “definitiva†que sirva para ser grabada en la roca de los tiempos como “La Historia†de Superman, asà como Batman tiene su Año uno y Daredevil su Born Again. Ésta es (en mi opinión) esa historia.
Quizás no del Superman de hoy, ese que cambia de un número a otro, que se deja mullet o se convierte en dos seres eléctricos. Que abandona la tierra porque tiene que hacer de policÃa espacial o es controlado por cualquier mindundi.
Esta es “La†historia del Superman, del primero, del hijo predilecto de unos tiempos más sencillos. De un HÉROE (con super poderes) un hombre que, pese perderlo todo; su universo y lo que da sentido a su existencia, continua luchando por los que no pueden hacerlo, hasta el final.
Sé que tiene partes improvisadas. Sé que no es perfecto. También hay quien le achaca (injustamente) el desaguisado que es a dÃa de hoy el universo DC. Pero no me pidáis que sea objetivo con él, porque no me da la gana de serlo.
Si hay un tebeo que haya merecido alguna vez una edición “Absoluteâ€, ese es Crisis en tierras infinitas. Quizás no sea tan sofisticado como los de ahora. Quizás sus personajes no sean macarras “coolâ€. Pero es un tebeo en el que pude apoyarme durante una de las etapas más difÃciles de mi vida. La demostración de que los super-héroes pueden cambiar tu vida si llegan en el momento adecuado (y están bien hechos)
Por eso he querido que fuese él quien reinaugurase esta sección.
SÃ, tengo un plan (aparte del de dominar el universo, que como se ese está alargando un poco, me he tenido que buscar otras cosas que hacer mientras tanto)
Como ya comenté hace unas semanas, me dispongo a retomar la historia que dejé presentada (y colgada) hace cosa de cinco años. Una vez descartada la opción del papel, he optado por abandonar mis fetichismos retro (y ser capaz de “palpar†algún dÃa mis textos) y ser coherente con los tiempos que estamos viviendo y los postulados de la filosofÃa de los navegantes (de la red) que, de un modo u otro, también yo practico.
Porque, admitámoslo, lo que estamos viviendo en estos dÃas son los estertores del viejo orden y el establecimiento de un nuevo paradigma. Por mucho que se empeñen algunos, por mucho que quieran luchar una guerra suicida (y perdida) las nuevas generaciones van a pasar de los formatos fÃsicos. No hablo (ni defiendo) la filosofÃa del “todo gratisâ€. Os estoy hablando de que, dentro de cuatro (metafóricos) dÃas, se impondrá el “Si no está en internet, no existeâ€.
Y ahora voy a hacer unos cuantos amigos antes de seguir con lo mio.
No es una cuestión de derechos, ni de defensa de la “culturaâ€, ni de leyes. De lo que habla todo el mundo (enrevesándolo mucho y tratando de darle una pátina de dignidad y justificación moral) es de dinero y formatos.
Antaño, quien mandaba y decidÃa era la industria. El “esto es lo que hay y cuesta lo que yo digoâ€. Esto es lo que “vale†un libro, esto “cuesta†un cartucho, el proceso de creación de un vinilo tiene estos costes. Y tenÃas que tragar, porque no habÃa otra.
Lamentablemente (para ellos), vivimos otros tiempos. La tecnologÃa se ha abaratado y evolucionado de tal manera que ahora es accesible para mucha más gente que en los tiempo pretéritos. Sabemos lo que “cuesta†el producto fÃsico que llega hasta nuestras manos (otra cosa es ya su producción, pero eso tampoco nos lo van a decir) y lo que es más, sabemos que hay otros métodos de acceder a esos productos.
Porque (nuevamente), admitámoslo, la gente no busca CULTURA (ahora sÃ, con mayúsculas) busca productos de entretenimiento baratos. En cambio, la industria hace oÃdos sordos, y cuando el mercado pide contenidos descargables, ver las series en la pantalla del ordenador, o escuchar música con unos auriculares de seis euros, ellos se empeñan en sacar soportes más caros, como el Blue Ray, libros en formatos de lujo y cine en Tres Dé, y están en su derecho (de seguir cagándola).
Porque Lost, no es CULTURA, Windows no es CULTURA, Tool (perdóname, señor) no es CULTURA. Al menos no tal y como yo entiendo el concepto (pero para eso de las abstracciones y definiciones siempre he sido un poco especialito) Algunos de ellos, quizás lo sean con el paso del tiempo pero, a dÃa de hoy, son productos, y pertenecen a unos señores que tienen derecho (legal y contractual) a hacer lo que les plazca con ello.
Pero… pero… pero, tengo “derecho†a tener Windows… y (Microsoft) Office… y la última serie del Abrahms.
Perdona, pero no. Tienes derecho a todo eso pero, claro, después de pasar por caja. Lo demás es “ilegal†o (con suerte) aún sin regular.
Pero… jo, no es justo.
No vivimos en un mundo justo e igualitario. Vivimos en un mundo legislativo (donde ley y justicia no tienen por qué ser sinónimos). Asúmelo.
¿Y que puedo hacer?
Fácil, cámbialo.
No consumas. Vete a casa, y apaga la tele, el móvil (la calefacción y el frigorÃfico te dejo que estén enchufados) y no te pases por el Corte Ingles, el Media Market, o los centros comerciales. Saca tu dinero del banco y esos lugares del mal. Atácales donde les duele, en el bolsillo. Que vean que tienes el poder y que se planteen sus métodos.
Tampoco vendrÃa mal que, antes de hacer nada de eso, también tuvieses un “planâ€, una proposición real y factible más elaborado que el tan gastado “Que cambien sus caducos modelos productivos†(que un poco de anarquÃa de vez en cuando no viene mal, pero no veas como ayuda tener unos objetivos y un proyecto un poco más complejo de hacer daño porque puedes hacerlo).
Pero… pero… es que eso requiere que yo ponga algo de mi parte.
Pues claro, puede que tú no te lo quieras currar para sacarte las habichuelas, pero ellos están pagando a gente para que te las quite de su parte.
Bueno, ya lo hará otro.
Vale, tú sigue esperando sentado.
Yo, por mi parte, voy a ir poniendo mi pequeño granito de arena. Ya sé que no le importa a nadie, pero a mi me vale. Seguiré usando software libre, y pagando por aquel que quiera que perdure (y considere que lo merezca).
Compraré discos, pelÃculas, tebeos y series cuando los vea a un precio razonable (generalmente de segunda mano, que para mis fetichismos me vale) es un razonamiento un tanto tramposo, pero yo soy quien marca esos lÃmites. Me gustarÃa que el dinero llegase a los autores pero, por lo general, sé que no será asÃ.
Creo que los autores tienen derecho (bueno, que es justo) que se reconozca su autorÃa en aquello que hayan creado. Creo que tienen derecho a cobrar por su trabajo, pero igual que yo tengo derecho a cobrar por el mio. Si quieren vivir de ello, que hagan como yo, y que trabajen todos los meses.
Si yo compro un producto, tengo derecho a compartirlo con quien quiera (es mio) Si me pones un contrato en el que diga que tengo que pagarte por cada vez que lo uso, o que no puedo dejárselo o regalar a un amigo… pues no lo compraré. Por supuesto, nunca diré que yo soy el autor.
Es muy posible que, con este planteamiento no pueda haber superproducciones, o series en las que cada capitulo cueste millones, pero puedo vivir sin ello perfectamente.
Asà que, volviendo a mi plan, retomo los relatos de Abner Biuler “El ermitañoâ€. Empezaré con un relato en tres partes no relacionado con la trama principal, pero que también tengo colgado desde aquellos tiempos.
Para quien no quiera leer en el blog todo lo ya escrito con anterioridad, dejo aquà en formato pdf y epub (al epub tengo que darle algún repaso más, porque el formato no se acaba de ajustar bien, pero bueno) ese material para que se lo descargue (y espero que lea) quien guste.
Y… eso es todo (creo)
Actualización 23-01-2011: Ya he conseguido que el epub sea un poco más cómodo de leer.
Si la semana pasada nos ponÃamos sentimentales hablábamos de Proust y las propiedades nostalgiadoras de sus proveedores calóricos, hoy hablaremos de los mios.
Quizás, debido a mi falta de olfato y mi defectuoso sentido del gusto, mi principal detonante emocional no tiene que ver con las sensaciones olfativo-gastronómicas, sino que se centra en otro par de sentidos; la vista y el oÃdo. Estos dos se harÃan que mi cerebro se pusiese a producir endorfinas como loco a finales del año en del que llevo hablándoos en las últimas entradas de esta biografÃa computeril
Asà llegamos hasta la zona álgida de ese año noventa y siete.
¿Qué pasó en esas fechas para que se despertase en mi tal euforia?
Pues pasó el Diablo. Bueno, no. Ese es sólo un pequeño componente de la historia que pretendo contaros hoy.
Sucedieron también los “DÃas de juego de Madridâ€. Jornadas roleras a las que también acudirÃa, pero que también representa un mero papel tangencial en las eventos que os voy a contar.
Pero me estoy precipitando y liándolo todo, asà que centrémonos y vayamos por pasos.
El Diablo del que os hablaba por ahà arriba poco tiene de mitológico (salvo para algún que otro friki de la computación que lo adoran como si de un regalo de los dioses se tratase) sino de un juego de ordenador. SÃ, “ese†Diablo, la criatura de los señores de Blizzard.
Lo cierto es que el juego habÃa salido el año anterior, pero yo no lo verÃa hasta pasados unos cuantos meses de su advenimiento.
Fue verlo y decir… Vaya timo, esto es un Gauntlet mal hecho, sólo que en perspectiva isométrica. Con todo el bombo que le habÃan dado, verlo en funcionamiento fue más bien decepcionante. Ahà no habÃa rol ni habÃa nada. Era bonito, sÃ, pero después de jugar diez minutos con él me pareció un coñazo.
Pero, como las cosas son asÃ, y las asociaciones de ideas van por donde les place, surgió en mà una pregunta trascendental: “¿Hace cuanto que no miro el tema de los emuladores?â€
A lo que me respondà “Hey, igual algún generoso internauta se ha pegado el curro de pasar de-cinta-a-PC el Gauntlet del Commodoreâ€. Incluso me atrevà a aspirar a un poco más “Oye, igual hasta hay algún emulador completo-y-gratuito†(y no shareware como lo habÃan sido los que habÃa encontrado en mis anteriores pesquisas)
Casi cinco años, amigüitos, durante un lustro, un quinquenio, o como prefiráis llamarlo, habÃa tenido abandonada, latente y languideciendo en un pequeño recoveco de mi interior mi vertiente retro (el lo que tiene el rol, que cuanto te da, consume todo lo que le eches) Pero aún resistÃa, vive Crom que a aquel reducto de nostalgia aún le quedaban energÃas para continuar dando guerra durante mucho tiempo.
Primero lo retomarÃa con pasos tÃmidos. Recorriendo de nuevo los caminos ya conocidos y transitados. Pero luego llegarÃa de nuevo la audacia, la curiosidad y… y “esa†sensación que creÃa ya perdida: El “¿Y sÃ…?â€
Desconfiando de la euforia proveniente de aquella nueva esperanza, fui un poco menos especÃfico. Nada de “Gauntlet Commodore†en el buscador. Dejémoslo en “Gauntlet emulatorâ€, a ver que sale.
Y vaya si salió algo. Salió esto: http://www.neillcorlett.com/mge/ bueno, no esta dirección exacta, sino esta otra: http://lfx.org/~corlett/ que ya no existe, pero el emulador y su autor son el mismo. El Gran (aunque tristemente desconocido) Neil Corlett y su M(ulti) G(auntlet) E(mulator)
Mi (re)despertar a la emulación habÃa llegado en el dÃa “D†y hora “Hâ€. El amigo Neil habÃa hecho el emulador ese mismo año. Y no sólo él. Otro montón de personas habÃan coincidido en sacar otro montón de emuladores para todo tipo de máquinas ese mismo año.
Amigos, el noventa y siete fue el año del BOOM de la emulación de recreativas y, como me parece muy mal tan magna fecha no aparezca en los libros de historia, en la siguiente entrada haré un repaso por su historia.
Este sábado me reunà con el amigo Multimaniaco en una de sus visitas a la tierra que le hospedase durante tanto tiempo. Como no podÃa ser de otra manera (para dos nostalgiadores natos como nosotros) en una conversación de bar a las tantas de la mañana (bueno, tampoco eran las tantas de verdad, pero se acercaban. Diremos que las “casi†tantas de la noche) surgirÃa el tan peliagudo tema la memoria, los sentidos, la reposterÃa/bollerÃa industrial y el su vinculación con el señor Marcel Proust.
Una vez que me las he dado de intelectual, me doy paso a mà mismo para divagar un rato sobre lo de siempre.
Vivir, lo que se dice vivir, lo he hecho sólo en dos ciudades: Alsasua y Pamplona.
De la primera de ellas, tengo bastantes recuerdos y podrÃa hacer un mapa de por donde me movÃa (nos mudamos a Pamplona cuando tenÃa cosa de ocho años, asà que tampoco es que mi radio de acción fuese demasiado amplio)
Tengo (creo, confÃo y espero) buena memoria. Recuerdo a mis amigos, y a los padres de uno de ellos. Recuerdo la tienda de deportes y el bar en el que trabajaba una tÃa mÃa. Por supuesto, recuerdo mi casa y la discoteca de mi padre. Incluso guardo gratos recuerdos de los colegios por los que pasé, aunque no logro ponerles nombre más allá de los cursos que pase en ellos.
Para cada uno de aquellos lugares tengo una ubicación clara y definida en mi diminuto “Mapa conceptual de Alsasuaâ€. Incluso podrÃa localizarlos sin problemas en un plano de la ciudad (siempre que fuese uno de finales de los setenta)
Pero en mi cabeza hay otro mapa. Uno con unas cuantas “X†emocionales que indicarÃan las localizaciones de las que tengo un recuerdo más sentimental que visual. Lugares en los que no pasé tanto tiempo pero que dejarÃan una marca igualmente indeleble. Lugares que también sabrÃa ubicar sin problema en ese mismo mapa, pero no serÃa capaz de describir. Gestadoras de mis futuras aficiones y museos fantasma de mi pasado.
Hace mucho que no voy a Alsasua, pero recuerdo perfectamente el girar la cabeza buscando aquellos emplazamientos mÃsticos que ayudaron a forjar quien soy. Pero ya no están ahÃ. Han sido sustituidos por otros negocios y locales que, por más grandes o modernos que sean, no son capaces de ocultar a mis ojos los espectros de aquello que me marcó.
Ya no están los (“misâ€) puestos de revistas donde mi padre me compraba los tebeos y los soldados paracaidistas de plástico, ni el salón recreativo (ahora hay otro, pero es un lugar lóbrego y botellonesco) ni el almacén donde el padre de mi amigo Rafa tenÃa las máquinas en toda su gloriosa desnudez electrónica.
Y nos vinimos a Pamplona; tierra ignota, tierra de maravillas sin fin. Una Pamplona distinta a la que vivimos hoy. Un lugar de expediciones y descubrimientos.
Al principio, cada esquina ocultaba una librerÃa, un lugar en el que entrar y mirar “que habÃa salidoâ€. El tiempo era algo relativo, los tebeos no tenÃan cadencia. No eran semanales, quincenales o mensuales, sino “los que habÃaâ€.
Cuando creÃas tener una ruta perfecta, veÃas por el rabillo del ojo una callejuela con un estanco o una papelerÃa que no conocÃas, y entrabas, y el tendero te miraba mal mientras estabas de cuclillas revisando la mercancÃa.
Y llegaron los ordenadores, y a las librerÃas y papelerÃas se añadieron las tiendas de electrodomésticos o de electrónica. Y llegó la eclosión de los video-clubs, y cada dÃa te sacabas el carné de uno nuevo. Y llegaba el momento en el que superabas tu timidez, y entrabas en los bares para ver que máquina tenÃan. Y empezabas a jugar a rol, y tu espectro de locales en los que descubrir “algoâ€, de locales con “posibilidadesâ€, se ampliaba aún más.
El mundo era un lugar lleno de recovecos por investigar. Un lugar inundado por el “sentido de la maravillaâ€. Un lugar que ya no existe.
Ahora paso por esos sitios y también veo los espectros de lo que fueron. Nunca más diré en Perseo que le apunten a mi padre los tebeos que me llevo, ni descubriré en Macoe a los Alpha Flight de Byrne. No más caratulas de Mastertronic en Arévalo Micro Sistemas o Noain. No más carátulas Boris Vallejo para las pelÃculas de vÃdeo italianas en el Irache o el Urdax. No más alquileres en el Supermercado del cassette.
La especialización mató a la estrella de la descentralización. La certeza de lo que hay a la esperanza de lo que podrÃa haber.
Camino por la ciudad y continúo girando la cabeza en los mismos lugares, pero ellos ya no están ahÃ. Se han ido y no puedo evitar echarlos de menos.
Como ya os he comentado, lo que voy a contar en esta serie de entradas no deja de ser una excusa para dar coherencia y “sentido†(como un Geoff Johns cualquiera) a la posibilidad de que los mundos de los que he ido hablando formen parte de un “universo cohesionadoâ€. Para ello, obviamente tendremos que forzar un poco nuestra credulidad, jugar otro tanto con las fechas que se nos muestran en sus distintas cronologÃas y… bueno, y quedaros con lo que os gusta modificándolo como mejor os parezca.
Una vez planteado el entorno, os resumiré a grandes rasgos lo que iba(n) a ser la(s) campaña(s) a desarrollar en él.
Para empezar, vayamos muy hacia atrás. Más concretamente hasta el comienzo de todo.
Supongamos que, antes de este universo hubo otro (al igual que antes de ese habrÃa otro y asà hasta donde queramos retrotraernos. Eso sÃ, antes del primero de ellos no hubo ninguno sino… otra cosa, pero eso es algo a explicar en otro momento)
Imaginemos que ese (aquel) universo se encontraba en remisión, comprimiéndose más y más sobre sà mismo con el transcurrir de cada instante.
Finalmente, cuando su extensión se hallaba compactada en un espacio no mayor que la micromillonésima fracción de un protón, la misma realidad se plegarÃa sobre aquel punto dando el pistoletazo de salida a la mirÃada de dimensiones que conforman el actual universo.
Sólo una pequeña porción del antiguo paradigma sobrevivirÃa. Un último/primer hálito vital que recorrerÃa todos los niveles y recovecos de aquella recién nacida realidad en un viaje sin fin. Allà por donde pasaba, su estela traÃa el cambio y la maravilla.
Su largo periplo comenzarÃa por un joven planeta Tierra. Durante su primera llegada fecundarÃa la chispa vital de una nueva especie, desde donde se esparcirÃa hasta todas las dimensiones que tenÃan un nexo de unión con aquel mundo. A lo largo de sus posteriores advenimientos despertarÃa, mutarÃa y destruirÃa diversas formas de energÃa. Radiaciones que se sumarÃan y anularÃan, se solaparÃan o complementarÃan. Aquellos que las estudiarÃan y tratarÃan de dominar les darÃan cientos de nombres a lo largo de los siglos, unos llamarÃan, gravedad y otros electro-magnetÃsmo, otros tratarÃan de dominar la magia o el azar. Mucho más adelante, aquel mundo se convertirÃa de manera temporal el eje de una guerra por el dominio de la llamada “energÃa de la posibilidadâ€.
Este sólo serÃa uno de los miles de mudos que visitarÃa y cambiarÃa. A su paso por el planeta Jorune surgirÃa el Isho, en Kulthea, donde serÃa conocido como “El cometa Sa’Kainâ€, la Aesencia, en la lejana dimensión que alberga Glorantha, despertarÃa de su letargo al Caos Primordial.
Pero no todos los receptores de su visita permanecerÃan ajenos a su presencia, poder o potencial. Al llegar hasta el lejano y maduro sistema Maynard, su trayectoria serÃa detectada por cientÃficos del imperio Lamorri. Estos lograrÃan atrapar parte de su estela, con cuya energÃa lograrÃan alimentar por toda la eternidad (hasta que este universo llegue a su fin) las puertas de saltos, los artefactos que les permitirÃan comenzar la conquista del universo.
Al mismo tiempo que sucedÃa esto, en Kulthea, al otro extremo del universo, florecÃa otro poderoso imperio, el de los K’ta’viiri. Este imperio también se esparcirÃa por mundos cercanos y lejanos. LlegarÃa hasta la Tierra, donde reclutarÃa y evolucionarÃa a parte de sus habitantes para que formasen parte de sus ejércitos.
Allà establecerÃa base por toda su geografÃa desde donde asaltarÃan otras dimensiones. Muchas de ellas caerÃan bajo su poder, pero otras se mostrarÃan incomprensibles e incontrolables incluso para ellos. La gran nave que enviarÃan hasta Talislanta se estrellarÃa en aquel mundo y de sus restos “nacerÃan†los Archaenos. Glorantha se mostrarÃa demasiado anárquico como para llegar hasta él, pero dos de los señores K’ta’viiri serÃan invocados/creados por los Aprendices de dioses en su intento por crear el mito unificado.
Uno de ellos se convertirÃa en Gbaji, y el otro en una de las encarnaciones de La Diosa Roja. Ambos perderÃan la noción de sà mismos y jamás tratarÃan de regresar a su hogar.
El regreso del cometa Sa’Kain por la tierra cerrarÃa temporalmente el acceso a las dimensiones que habÃan conquistado, haciendo que la tierra perdiese su interés para los K’ta’viiri, y dejando a sus hermanos encerrados en sus lejanos dominios.
Con el tiempo los dos imperios estelares se encontrarÃan provocando una guerra como jamás ha conocido este universo.
Pero eso lo dejo para la siguiente entrada.
Vale, lo habÃamos dejado con el contexto más o menos explicado, asà que, con esto (espero que) claro, ahora toca meternos un poco más en profundidad.
Primero lo primero. No. No tengo voces contestonas en mi cabeza.
Opciones aceptadas, descartada y dudadas.
La historia, su división y las cosas que querÃa contar en ella estaban claras. Como iba a hacer que todo encajase ya era otro asunto.
Una de las ideas que desterré, era que cada uno de los “capÃtulos†ambientados en el mundo “real†sucediese en un mundo “real†distinto. Distintos Javis creados a partir de “reconstrucciones†del universo. Lo que le habrÃa gustado ser al original, y aquello en lo que habrÃa temido convertirse.
La idea me gustaba, pero iba a ser muy confusa, asà que opté por descartarla.
También tenÃa más detalles de la vida que estaba contando. De su relación con su hermana, de como se habÃa enfrentado Javi, siendo muy joven, a uno sus ex-novios (ex-novio de su hermana. No. No era maligno) mayor que él, después de que cortasen, y como habÃan acabado siendo amigos. Del restaurante que habÃa montado ella en Valencia (Pizza, Surf y Paella)
TenÃa muchas conversaciones pensadas para esos tres personajes y también me gustaba la relación que se habÃa creado entre ellos. Pero al final aquello se separaba un poco de lo que querÃa contar e iba a resultar más una distracción que una ayuda.
Por supuesto, también está El Final.
Bueno, no el final, final. Me explico.
Que el Javi “real†morÃa lo tenÃa claro (será mi vena trágico-masquista) Que el universo se acababa con él, también. Otra cosa era la razón por la que lo hacÃa y como afectaba aquello al resto de los personajes.
La primera opción que barajé fue la de hacer una tercera capa más de realidad. Algo más cercano a la realidad: Javi no era el “autor†sino su representación en aquella realidad. Al morir su “avatar autoral†en aquel mundo, el universo que contenÃa ya perdÃa su sentido y era consumido por un vórtice entrópico (me encanta esta palabra)
Claro, esto implicaba una serie de variables que también tenÃan que ser valoradas. Sarcástico habÃa hablado con “el autor†en los relatos del Microverso y Tipo Listo se suponÃa que lo sabÃa todo, asà que tenÃa que justificar que ninguno de los dos supiese que no era el de verdad al encontrárselo cara a cara.
SÃ, podÃa echarle la culpa a Deux Ex, pero me parecÃa forzar demasiado la coherencia interna del asunto (sÃ, más aún) y no me terminaba de cuadrar.
Por otro lado, querÃa recalcar que aquel mundo “real†sólo lo era entre “comillas†(algo que habÃa tratado de dejar claro desde la primera entrada) y aquello me lo ponÃa más fácil. Una escena con Javi-Sarcástico girándose a cámara (autor-lector) y diciéndole que ya sabÃa que aquel no era el mundo real de verdad. Pero cuando más pensaba en ello menos me cuadraba y me parecÃa muy tramposo.
Al final la ganadora y definitiva fue la que más convencido me dejó.
Intrahistorias, metalenguajes y demás morralla pseudotrascendental e intelectualoide.
Que yo aquà he venido a hablar de mi libro.
Dentro de toda la anarquÃa que rodea el relato, habÃa varias cosas de las que querÃa hablar (aunque no atacándolas de una manera frontal y tratando de no ser dogmático e integrarlo de una manera natural y fluida en la estructura de la historia)
Por un lado esta “mÆvisión de la creación de historias. La coherencia interna que deben tener y el acercamiento y manera en la que me gusta que sean afrontadas.
Por mucho que nos (me) cueste aceptarlo, los personajes no tienen vida propia. PodrÃamos decir que todos tienen un poquito de Deux Ex. Tanto ellos como todo lo demás están ahà en función de la historia que se quiere contar.
Aún aceptando esta premisa (y lo esto es lo que me parece más importante) eso no hace lÃcito el “todo vale para que pase lo que quiero que paseâ€. Una cosa es que traces un reglamento interno para tu historia y otra muy distinta que mientas y tomes por tonto al lector.
Soy capaz de leer libros (y ver pelÃculas) usando una porción Ãnfima de mi cerebro, siempre que sean (o las considere) coherentes en su estructura, pretensión y resultado. Si noto (o creo notar) la improvisación o argucias argumentales contradictorias, caen en picado en mi valoración. Pero bueno, esto ya entra en el terreno de las filias, fobias, manÃas y subjetividades de cada uno.
Por otro lado estaba mi manera de entender las relaciones eemmmm ¿intersexuales? Vamos, chicho-chica.
SÃ, vale, nunca he tenido relaciones estooo…. “de esas†o “de pareja†pero como, obviamente, la ignorancia formal rara vez impide a la gente realizar sus propias elucubraciones, filosofar o, simplemente, tener una opinión y hablar de lo que pienso sobre el asunto (esta vez) haré como que soy parte de la masa.
Porque esto es algo que nos rodea a todos los niveles. Nos lo meten por los ojos, por los oÃdos y supongo que por algún sentido más también. Cada minuto de cada hora de cada dÃa de nuestras vidas. Como para no pensar en ello.
QuerÃa hablar sobre las diferenciaciones que percibo yo entre el deseo de luchar contra la soledad, la atracción, el instinto (impulso “irracionalâ€) y el “AMOR†(que lo pongo entre comillas porque, obviamente, esto también es algo completamente subjetivo) Supongo que mis apreciaciones pecarán de mojigatas, pero bueno, son mÃas y me las ventilo como me parece más adecuado.
He tratado de ser (ejem) “realista†en cuanto a la manera de abordarlo. Intentado evitar lo que comúnmente nos venden los medios (ya sean pelÃculas, series o ficción en general) como la norma, pero que nunca he presenciado.
Como he comentado alguna vez, en mi infinito vaivén mental, acostumbro a “preparar†conversaciones de diversa Ãndole. El problema de esas conversaciones “preparadasâ€, caso de llegar a comenzar alguna vez en el mundo real, es que nunca se desarrollan de la manera prevista y, más allá de la primera frase, tienden a derivar hacia algo que diametralmente distinto. Asà que, tratando de ser “realistaâ€, la conversación entre Javi y Sandra es anárquica, sin demasiado sentido y, tristemente, interrumpida de manera brusca antes de que se pudiesen exponer todos los argumentos. Que se le va a hacer.
PodrÃa haber tratado de exponer sus argumentos adicionales “mental†o “monológicamente†pero no me acababa de encajar en la estructura de ninguno de los capÃtulos posteriores, asà que el pobre Javi se quedó sin poder explicarle a la chica entre balbuceos algo asà como un “vale, podemos empezar a quedar, pero que por lo pronto tendrá que ser como amigos (aunque me da que al final será que no)â€.
Y, más o menos, creo que eso era todo.
En la zona templada o “media†del noventa y siete, encontramos la evolución de las máquinas. Una evolución que no sólo se producirÃa en el ámbito fÃsico (que también) sino que, al mismo tiempo, se nos vendrÃa encima en el terreno binario con una nueva versión del sistema operativo.
No. No salió ningún versión del sistema de Microsoft llamado ventanas noventa y siete, lo que sà que habÃa salido el año anterior era la versión “OSR2†del noventa y cinco.
¿OS qué? Oem Service Release “número†Dos (nombre código “Detroit†que los señores programadores son muy suyos para eso de las nomenclaturas).
¿Que traÃa para darle semejante nombre?
Pues, a simple vista, no gran cosa (otra cosa era lo que traÃa en su interior. Algo muy malo (aunque bueno al mismo tiempo)
Pero me estoy adelantando.
Se decidió renovar todo el parque de ordenadores de la tienda, pasando. AsÃ, tras el paso que habÃamos hecho del Bull con su Unix y sus terminales tontos, al Fujitsu, con más terminales tontos y su THEOS (acrónimo de THE Operative System, modestos que eran sus creadores) a un flamante un servidor HP (PII) que corrÃa bajo ventanitas NT y un programa de gestión llamado Avance que funcionaba… bajo DOS.
Tocó cambiar todo el cableado de red (No-Más-Conectores-Centronics) por cableado UTP con sus RJ45. Claro, también tocarÃa poner ordenadores al otro lado de aquellos cables, por lo que se pillaron varios PCs (Pentium doscientos, en teorÃa, aunque más adelante descubrirÃa que nos habÃan tangado y habÃa un poco de todo, tanto en placa como en procesadores, dentro de aquellas cajas idénticas)
Aprovechando aquella situación, también aprovecharÃa para cambiar mi ordenador de cada. De mi querido Pentium ciento veinte, al un PII (en una preciosa y enorme caja que aún hoy alberga el ordenador “serio†que tengo por casa)
Como no podÃa ser menos, ahà también me tangaron. Pedà una buena tarjeta de vÃdeo (iluso de mÃ, pensando que la usarÃa para jugar o hacer animaciones en Tres Dé) y me pusieron una Matrox Millenium con cuatro megas de ram (que también danza por mi casa pinchada en uno de los ordenadores viejunos). Aquello no habrÃa estado mal, de no ser porque era una tarjeta PCI y la placa que me vendieron venÃa con AGP.
Visto todo aquello, todas las remesas de ordenadores que han ido pasando por mis manos desde entonces, han sido montados por piezas. Que suelo tirar a lo barato, pero al menos sé lo que estoy comprando (y cuando debo pagar por ello)
Ahora volviendo al tema del sistema operativo (y a la coletilla que acompaña esta entrada) una de las sorpresas que traÃa la versión OSR2 del ventanitas noventa y cinco era que cambiaba los dieciséis gordos que particionaban sus discos duros, por treinta y dos (que, irónicamente, permitÃan hacer divisiones más pequeñitas)
¿Que quiere decir todo esto?
Vamos con una pequeña lección de historia de la cercana de la informática:
Gordo16 (traducción muy libre de F.A.T. «File Alocation Table» 16) era el sistema de formateo de discos que habÃa usado desde el ochenta y cuatro por Microsoft con su MS-DOS versión tres. Entre otras lindezas y limitaciones, permitÃa un tamaño máximo de partición de dos gigas (lo cual no estaba nada mal para una época en la que el tamaño normal de los discos duros era de veinte megas)
Claro, el tamaño de los discos habÃa crecido un poco desde entonces. No tanto como para que esa imitación fuese insuficiente, pero ya rondaban por ahà discos que doblaban ese tamaño (por ejemplo el de nuestro servidor que era de cuatro gigas)
Asà que Microsoft se sacó de la manga Gordo32 para la versión “barata†de su sistema operativo, en lugar de usar NTFS (NT File System) que usaba en su versión “profesional (y que aún sigue usando en la actualidad)
¿Que qué tiene esto de malo?
Nada… salvo que no puedes usar OSR2 en un disco formateado (o que crea estar formateado) en Gordo16 y algo parecido sucede de manera inversa.
¿Que seguÃs sin ver el problema?
Venga, me voy a explayar un poco más.
La primera versión que tenÃa de ventanitas noventa y cinco, era una actualización. Ergo, necesitaba tener instalado antes MS-DOS 6.22 y ventanitas 3.11 antes de poder ponerte con él.
Todos estos sistemas funcionaban bajo Gordo16 y ninguno de ellos era capaz de “ver†un disco duro formateado en Gordo32 (vamos, que para ellos no existÃa).
OSR2 sólo funcionaba bajo Gordo32, por lo que formateaba el disco duro usando este estándar al instalarse. Esto no estarÃa mal… de no ser porque, si detectaba que habÃa una versión anterior del sistema antes de ser instalado, en el arranque te dejaba la opción de “Arrancar con el sistema anteriorâ€
¿Que seguÃs sin ver la parte mala?
Esperad, que aún no he terminado.
Al arrancar con la versión anterior, se hacÃa un lÃo con la tabla de particiones (recordar que el DOS 6.22 necesitaba Gordo16 para funcionar) y en el siguiente reinicio aquello no tiraba por ningún lado.
OSR2 creÃa que aquello estaba en Gordo16, asà que no arrancaba. Al DOS le pasaba al contrario… con idéntico resultado. Los discos de arranque y recuperación que tenÃas estaban hechos con MS-DOS, ergo te decÃan que no tenÃas disco duro.
Pero… pero… pero…
Lo vais pillando, ¿no?
Pues imaginaros el caos que fue aquello hasta que logré llegar a aquella conclusión. Reinstalar el sistema a diario en todos y cada uno de los equipos en los que hacÃa aquello (y lo de arrancar con la versión anterior del sistema era bastante habitual por problemas de compatibilidad de programas)
Ahora el chascarrillo me hace gracia, entonces la cosa era una agonÃa constante (por “suerte†“sólo†eran cuatro ordenadores)
Bueno, que se me está hinchando la vena.
En la siguiente entrada de mi biografÃa computeril: La razón por la que el noventa y siete tendrÃa que estar enmarcado como uno (sino como ÉL) año clave en la historia de la informática.
CorrÃa el año noventa y seis cuando vi las primeras imágenes de aquel juego y debo admitir que la cosa prometÃa bastante.
Un universo futurista con reminiscencias (un poco forzadas, todo sea dicho) medievales. Casas nobiliares, órdenes religioso-mÃsticas, viajes espaciales con experiencias iluminadoras de regalo, antiguos portales de salto alienÃgenas con ribetes góticos-barrocos, razas extraterrestres no insectoides (por fin) algunas de las cuales tienen una clara vinculación con la humanidad… y krakens espaciales.
Aquella especia de mezcla entre Dune e Hyperion tenÃa su gracia y las ilustraciones abocetadas de John Bridges le otorgaban una personalidad propia.
SÃ, la cosa prometÃa y piqué. Empecé a comprar como un loco, pese al repelus y la “cosica†que me daba su denominado “passion play†(al fin y al cabo no iba a usar su sistema de juego) Empecé a comprar pese al tufillo WODero que dejaba entrever su estructura interna.
Me decÃa “hay un plan†“saben a donde quieren llevar esto†“los soles se están apagando†me decÃa muchas cosas, pero no. Me equivocaba. Tras catorce suplementos y un juego de ordenador (al que no dediqué más de diez minutos. Lo sabÃa antes de comprármelo, pero la vena completista se me habÃa hinchado ya), dejé de comprarlo (nunca he estado muy ágil en esto de controlar mi impulso consumista)
Uno no será muy listo, pero llega un momento en el que tu número de “eventos terriblemente misteriosos e inexplicables (inexplicados)†llega a su lÃmite. Eso cuando no sucede lo contrario, que te lo explican y ves que todo era un gran macguffin, o han decidido ser “originales†y dar un “sorprendente giro de tuerca†a lo que te esperabas contradiciendo (que no complementando o puliendo) lo explicado con anterioridad.
SÃ, habÃa un plan: Sacar todos los suplementos que pudiesen sin contar nada. VacÃo (y no sideral) en cuantos más suplementos mejor. Una huida hacia adelante aprovechando los detalles interesantes que habÃan planteado, pero no desarrollándolos nunca (se nota de donde venÃan sus autores)
No me interpretéis mal, como este juego hay miles, y están en su perfecto derecho de hacer lo que les venga en gana, pero no era lo que esperaba o buscaba (mea culpa, a mucha gente le encanta Perdidos, a mi no).
Tiene (bastantes) ideas interesantes, está medianamente bien escrito y de vez en cuando deja salteados por sus páginas detalles aprovechables, pero no tenÃan ni idea de que dirección querÃan llevar desde un origen.
También puede ser que yo esté equivocado. Que no supiese ver su “plan maestroâ€. Que no fuese capaz de conectar con su “personalidadâ€. Sea como fuese, la cosa es que la relación no cuajó.
Me quedé con algunas de sus ilustraciones, con sus (terriblemente misteriosas) puertas de salto (Jumpgates, que no Stargates, no confundirse con las propiedades intelectuales) que nadie sabe manejar a ciencia cierta, ni se sabe todos los lugares que comunican (¿de qué me sonará esto a m�) me quedé con la idea de Shatra, me quedé con mi visión personal de los Vau, los Ur-Obun y los Ur-Ukar y terminé de dar forma a mi campaña.
Asà que no esperéis por aquà artÃculos en plan a los que he hecho últimamente sobre Fading Suns. Aparte de que ya se listan los suplementos y ediciones que ha ido teniendo en la wikipedia y el (vago) trasfondo de ese universo, no hay mucho más que tenga que decir sobre él.
Eso sÃ, espero que hayáis disfrutado de las ilustraciones (que para este ha sido fácil encontrar unas cuantas decentes).
A partir de la siguiente entrada de estos “Mundos improbables†me dedicaré a detallar el universo en el que mi campaña de ciencia ficción de GURPS y como unà todos los mundos de los que he estado hablando hasta ahora.
Habrá momentos en los que tendréis que forzar un poco vuestro umbral de “vale, haré como que me lo creo†pero espero que os merezca la pena aguantar la charleta (y que le queráis dar uso para las vuestras propias)
Aquellos que dicen saber de esto dicen que, una vez llega el texto al público, queda en manos de éste la interpretación de lo que se quiere decir. Que, tras llegar al lector, las palabras dejan de ser suyas y cada uno debe darles su propio significado.
Yo, como soy un bárbaro iletrado, prefiero dejar las cosas bien claritas.
Nota para despistados: Como supongo que habrá quedado claro, estos relatos iban sobre mÃ.
Comenzando por todos los principios.
El germen de todo esto tiene su origen en tres ideas que me rondaban desde hace mucho tiempo. La más antigua de ellas, era una en la que “alguien†del mundo real tenÃa el poder (inconsciente) de hacer reales a los personajes que imaginaba. Al final estaba a punto de destruirlo todo porque, aparte de sus personajes, los mundos (planetas) en los que vivÃan estos también comenzaban a materializarse y solaparse con la tierra.
Al final, y como en toda obra mÃa, el protagonista morÃa (bueno, era asesinado) para que el mundo pudiese vivir. Eso sÃ, sus personajes “principales†permanecÃan en el mundo real.
El mayor problema que tenÃa con esta idea era el como hacer que el protagonista permaneciese ajeno a todo lo que iba provocando sin forzar demasiado la lógica interna de la historia. Por otro lado tenÃa que hacer que alguien, de una manera razonable, llegase a la conclusión de que era él quien lo estaba detrás de los desastres.
El tercer problema era como hacer que reaccionasen los personajes de ficción en el mundo real sin recurrir a los tópicos y lugares comunes que utiliza todo el mundo.
Nunca llegué a una explicación/razonamiento que me gustase.
Un tiempo más adelante, en mi momento de mayor negrura y estupidez irracional, ideé un método para tratar de aclarar mis ideas, analizar mis emociones y tratar de guiar mis pasos por un camino del que no me arrepintiese.
¿En qué consistÃa este método?
Me imaginaba sentado en el centro de una sala rodeado de mà mismo. En aquel momento, trataba de “traducir†mis emociones y convertirlas en palabras. Después de aquello, trataba de ver que parte de mi mismo era quien decÃa aquellas palabras y si era una parte de la que me sentÃa orgulloso, me avergonzaba y/o/u consideraba que debÃa ser escuchada.
Para ayudarme en aquella tarea solÃa escribir lo que yo llamaba mis “monólogos multibanda†tratando de no ser auto-complaciente ni engañarme con los roles a quienes asignaba cada “fraseâ€.
Para terminar, un tiempo después (con toda seguridad derivado de mi agitada vida interior) surgirÃa el germen para otro relato. Una historia detectivesco-humorÃstica en la que el protagonista (obviamente, un detective) era la única persona que no sabÃa que era un personaje de ficción. Aparte de eso, el personaje era esquizofrénico, con la peculiaridad de que sus otras personalidades no podÃan tomar control de su cuerpo, pero sà que sabÃan que eran personajes de ficción (cosa que no dejaban de recordarle).
Tropezando con nudos gordianos.
Mira tú por donde, tras varios fracasos creando listas de correo para hablar de “mi libro†no se me ocurrió mejor idea que empezar un blog (para hablar de otras cosas). Tras unos inicios titubeantes, una continuación más titubeante aún y una progresión más o menos regular, tras darle muchas vueltas a los asuntos uno y tres, opté por tirar por la ruta de en medio y empezar escribir allà algo seriado: Una serie de relatos sobre alguien muy parecido a mÃ, que no sabe que es un personaje de ficción, en el que trataba de auto-parodiarme (¿quién ha dicho que no tengo ego? Ah, es verdad, era yo) intentando ser ocurrente, divertido (¿por qué no?) reflexivo, no ser demasiado auto-indulgente y blablabla.
El único problema (en aquella ocasión) fue que no habÃa una historia “real†que contar por detrás. Sólo era un divertimento que, al final, acabarÃa convirtiéndose en un recurso fácil para salir de los momentos de bloqueo teclÃstico, pero que no llevaba a ningún lado.
AsÃ, aburrido y un poco desencantado por no ser capaz de sacar partido a una idea que me gustaba, acabé dejándola aparcada durante un par de años, sólo para retomarla brevemente y volver a meterlo de nuevo en el congelador de las ideas desaprovechadas.
Entre tanto aprovecharÃa para dedicarle algo de tiempo a otros relatos (casualidades de la vida, una linea argumental que que ahora retomaré)
Desenlazando las hebras del destino.
Y mi mundo cambió. Paré el blog en una nueva época de negrura y crisis en las angustia vitales infinitas y volvà a retomarlo cuando la cosa descampó un poco.
Sin ser llamada ni buscada, la inspiración acabarÃa por llegar. No tuvieron nada que ver el azar, ni los hados, la balanza cósmica o el posicionamiento de los astros y sà que serÃa determinante, como no podÃa ser de otra manera, la inconsciente, involuntaria e inadvertida inspiración que llegarÃa en la forma y persona de una chica que acabarÃa convirtiéndose en el personaje de Sandra, las musas es lo que tienen (aunque ellas, en gran parte de las ocasiones no lleguen a saberlo nunca)
AsÃ, con una idea ya clara en mente, comenzarÃa a desarrollar la historia retomándola donde habÃa abandonado el Microverso y sumándole los elementos que más me gustaban de la historia del creador/destructor de mundos.
¿Por qué tardé tanto tiempo en ver lo bien que encajaban las dos ideas?
¿Qué queréis que os diga? Nunca he sido demasiado listo.
Muy bien, las piezas (ideas) encajaban, ahora tocaba convertir aquello en “un todoâ€. Dividir la historia en partes y desarrollar a los personajes para… pues eso, para que fuesen personajes y no sólo las marionetas que movÃa para contar la historia.
Dar una progresión a los hechos para presentarlos sin que os golpeasen en la cara con letreros de “momento divertidoâ€, “ahora estoy diciéndote que este tÃo tiene poderesâ€, “este es el malo†y cosas de esas.
Vale, al final no fueron más que eso, marionetas, pero de manera intencionada y no como una muestra de mi incapacidad para crear personajes interesantes (espero que os hayan resultado interesantes a pesar de ser mis pequeños tÃteres y les hayáis cogido aunque sea un poco de cariño)
Una vez planteada y desmenuzada la historia, me hice mi “resumen†de los momentos claves de cada micro-relato (más que nada para no dejarme nada vital sin contar) Todo esto teniendo en cuenta la duración que querÃa darle. No querÃa meter relleno porque sÃ.
Asà me quedó esto:
I Prologo
II Microverso: Ella no está.
III Mundo “realâ€: La llamada.
IV Limbo conceptual: Tipo duro
V Microverso: Deux Ex I
VI Mundo “realâ€: Sandra llega.
VII Limbo conceptual: Tipo listo
VIII Microverso: Antagonista
IX Mundo “realâ€: La conversación (A la mañana siguiente)
X Limbo conceptual: Ella
XI Microverso: Deux Ex II (El gran salto)
XII Mundo “realâ€: Despertando en el mundo “Realâ€
XIII Microverso: Giro sorpresa.
XIV Mundo “realâ€: Comiendo en casa de los padres.
XV Microverso: Cruzando el umbral (Adiós al microverso)
XVI Mundo “realâ€: Primer contacto.
XVII Mundo “realâ€: Buscando al “culpableâ€
XVIII Mundo “realâ€: Bajando a casa, el reencuentro con Ella.
XIX Mundo “realâ€: Reuniendo fuerzas.
XX Mundo “realâ€: Me entere por las noticias
XXI Mundo “realâ€: Coalición de crisis
XXII Mundo “realâ€: ¿Un poco de azúcar?
XXIII Mundo “realâ€: Objetivo localizado.
XXIV Mundo “realâ€: El acabose.
XXV Epilogo
Y como ya me he alargado mucho por hoy (y aún quedan unas cuantas cosas por contar) dejo el resto para la semana que viene.
Las cifras bailas y los números se vuelven confusos en mi mente. Es lo que tiene esto de la (falta de) memoria cronológica (y de dejar la documentación en profundidad para última hora, pero es lo que hay)
El noventa y seis fue un año movido y, podrÃamos decir que, serÃa un momento (largo, pero momento al fin y al cabo) definitorio en la implantación y consolidación de la innovación tecnológica (llamémoslo Interneeeee) en mi entorno más inmediato.
Como colofón y, alejándonos un poco del tema informático, podrÃamos poner como punto final del año el lanzamiento de un pequeño grupo de irreductibles del Cyberpunk (¡¡¡Muerte al Shadowrun!!!) de I/O; el fanzine dedicado al juego grandioso juego de Talsorian en el que colaboré (y que serÃa presentado en ciertas jornadas roleras de Barcelona que pasarÃan a la historia como las de la GENte CONgelada como “Fanzine rolero de Cyberpunk en lujoso blanco y negro†por el señor Z)
Pero si aquel año habÃa sido intenso, el siguiente le iba a dar varias vueltas de campana y superarÃa con creces. La carrera tecnológica se expandÃa en todas las direcciones y dimensionas posibles. El pasado se hacÃa futuro, el presente ayer, el mañana hace unos años. Tiempo y espacio convergÃan para traer hasta nosotros los mejor de todos los cualquier realidad. Pero la pinza se me va, y quedan muchas cosas por contar. Asà que vamos por partes.
Empezaremos con la zona “mala†del año (sÃ, entre comillas)
Quizás os preguntéis que evento merece tal apelativo.
Yo… volvà a negar a mi señor ante la cruz… y eso me hizo muy feliz.
Tras “el acelerónâ€, el impulso tecnológico no cesarÃa. Cada dÃa salÃan más aparatos y todos ellos estaban (o parecÃan estar) al alcance de mi mano.
Claro, todo aquel Ãmpetu no iba dirigido en una única dirección y, mientras parte de él iba a decantarse por lo que parecÃa el asentamiento definitivo de internet en mi vida, el otro parecÃa despertar lejanos fantasmas del pasado.
Entre tanta seriedad, ttrascendencia y nuevos hábitos, uno de los viejos regresó de manera fulgurante a mi vida. Como no podÃa ser de otra manera, la piedra en la que “tropecé†(bueno, que busqué para tropezar de nuevo con ella) fue mi vertiente electrónico-lúdica.
La tentación (irónicamente) no llegarÃa en aquella ocasión a través de la pantalla del ordenador, sino por medios tan convencionales como la televisión y la visita asidua de(l) centro (del) Ma(i)l.
Al igual que en mi anterior momento de flaqueza, serÃa encandilado por los cantos de sirena de la última aberración tecnológica que habÃa tomado al asalto el mercado. Tras mucho resistir, acabarÃa comprándome un cacharro desarrollado por un fabricante de teles y cadenas de hi-fi: “La pleyâ€
SÃ, en un nuevo e imperdonable acto de inmunda e impÃa blasfemia, habÃa ayudado a otro de “los enemigos†a vencer en la batalla que se producÃa entre bambalinas. Mi imperdonable herejÃa habÃa ayudarÃa a poner un clavo más en la tumba de la yaciente Sega. Me habÃa saltado la pobre e incomprendida Saturn (como habÃa hecho ya antes con el MegaCD y el 32X). No hay excusa para tan atroz traición y por ello merezco todo el dolor que pueda infligirme Segata Sanshiro.
Pero, ¿qué queréis que os diga? El Soul Blade era mucho Soul Blade y el anuncia de la tele del Final Fantasy VII prometÃa incontables horas de aventura y emociones (una promesa que luego no cumplirÃa)
CaÃ, enamorado de la moda juvenil (triangular y poligonal) de Sony. Me compre (obviamente) la consola, los dos juegos antes citados y… poco más. Recuerdo el Psychic Force (como no podÃa ser de otra manera, con triángulos como puños, pero muy divertido) y ya está. Supongo que me comprarÃa algún juego más pero ninguno ha dejado huella en mi memoria emocional. Para mi memoria fÃsica, aún conservo el arcade stick de Namco (la consola la venderÃa, pero el mando serÃa heredado por mi hermano y terminarÃa por volver a mà hace unos pocos años)
¿HabrÃa sido la cosa distinta de haber seguido “El camino de Sega†(y las consolas Pro-2Dâ€?
Pues no lo sé, pero lo dudo.
En mis visitas a(l) centro (del) Ma(i)l jugué alguna que otra partida a un juego que recuerdo que me recordó mucho a Record of Lodoss War (que he buscado, sin éxito, desde que me compré una) pero lo poco que he podido ver de su catálogo ha sido más bien decepcionante. A ver si pongo un dÃa de estos el Panzer Dragoon o la trilogÃa de la Jungla de cristal y desmiento esa impresión.
Por lo demás, en la siguiente entrada hablaremos de la zona “media†o “caldeada†de aquel año.
HabÃamos dejado una Kulthea que lo pasaba mal. Destrozada por otra guerra catastrófica y con el regreso de Ondoval, un antiguo aliado que, con toda la buena intención que le otorgaba su locura, tratarÃa de “ayudar†a su mundo creando una nueva organización; el Jerak Ahrenreth el “Culto del CÃrculo secretoâ€. Entre el grupo de “los ocho†se encontrarÃa Scherk bajo la apariencia de uno de los señores de la Aesencia.
¿Cual serÃa el objetivo de este grupo de amigotes?
Destruir los Ojos de Utha y permitir el libre flujo de la Aesencia por el mundo. Por suerte (aún) no disponen del poder necesario para llevar a cabo esa misión.
Como para compensar este desequilibrio de fuerzas, Andraax “despierta†de su locura tras más de un milenio vagando por el mundo. Su memoria aún permanece fragmentada, pero sabe que algo va muy mal.
Mientras tanto, el el mundo “normal†los reinos y naciones continuaban con sus surgimientos y caÃdas. Asà resurgirÃa el imperio de Emer gracias a la llegada de un hombre llamado Aldaron. No se sabe si viene de otro continente o de otro mundo, lo que sà que se sabe es que envejece mucho más lentamente que el resto de los hombres. Quinientos años después, y con su imperio ya establecido, partirÃa de la bahÃa de Izar para no volver a ser visto de nuevo.
Su hija Vania heredarÃa el trono que lograrÃa controlar hasta los últimos años de su vida, cuando la corrupción comenzarÃa a ganar terreno. Poco después el imperio fuese destruido desde el interior por la infiltración de Ondoval y sus huestes.
Al mismo tiempo, los Señores de Orhan se involucrarÃan más en los asuntos de Kulthea.
Pero, como toda buena banda de malos, el Jerak Ahrenreth dedicaba tanto tiempo en dominar el mundo como el despellejarse entre ellos. Si a esto le sumamos que, tras conseguir el “Libro de las Puertasâ€, Ondoval se dio un paseo por el tiempo en busca de los artefactos necesarios para alcanzar sus objetivos, durante un tiempo lo único que realmente puso en peligro el “Culto del cÃrculo secreto†fue la integridad de sus propios integrantes que se renovaba por defunción con cierta frecuencia.
Tras unos cuantos milenios enfrascado en su búsqueda, Ondoval regresarÃa al presente con la “Shadowstone†un artefacto que habÃa pertenecido a Kadaena, con la que tratarÃa de destruir el “Ojo del Norteâ€. Aunque fracasarÃa en su intento, las energÃas liberadas con su ataque provocarÃa un durÃsimo invierno por todo el hemisferio norte.
Al saber del poder del que disponÃa su rival Andraax partirÃa en busca de la Soulsword, en único artefacto capaz de detener al portador de la Shadowstone.
Mientras tanto, los Loremasters y los Navigators comenzarÃan a investigar la causa del recrudecimiento antinatural de los últimos inviernos, y los antiguos “aliados†de Ondoval dejarÃan de lado sus diferencias para tratar de detenerle.
Y asà es como nos encontramos el mundo en el presente.
Bueno, más o menos ya hemos recorrido (muy por encima) la historia “oculta†del mundo. SÃ, está llena de lugares comunes (¿cual no?) pero están mezclados con la suficiente gracia, descaro y grandilocuencia como para crear algo interesante y capaz de despertar (mÃ) nuestra curiosidad sobre el ¿Y ahora, qué?
Pero el mundo no está compuesto sólo de combates cósmicos, luchas eternas y tipos inmortales. Vale, esto es lo que más me gusta de él, pero también podemos bajar a un nivel más mundano y encontrarnos tramas de otro tipo. Intrigas polÃticas o ruinas perdidas. Descubrimiento y exploración de nuevas tierras.
Tenemos una variedad bastante amplia de etnias humanas y élficas (aunque tratando de alejarse de las tradiciones dungeoneras o tolkienianas). Tenemos también enanos, faunos, krylites, saurkur y lugroki (entre otros muchos). Tenemos órdenes mÃsticas como los los Ahn sye Nokora (La orden de la Espada llameante) o los Ahn sye Takla (La orden de los Cuatro Vientos) y organizaciones no tan amistosas como los cinco Dragonlords. Monjes guerreros Changramay y viajeros astrales confundidos con dioses. Portales a otros mundos y montones de demonios provenientes de otros planos.
Ahà lo tenéis. Todo lo necesario para crear unas cuantas historias de prácticamente cualquier tipo. Hala, venga, ya estáis tardando en ir a por ellos.
Si la anterior entrada la dejamos con el descubrimiento y adquisición de un nuevos programas para realizar, de manera correcta, una tarea que, como muchas otras, ya tenÃa solventada de manera “alegalâ€.
La comunicación remota era un aspecto de mi nueva vida conectada que tenÃa bastante descuidada. SÃ, me habÃa conectado a algún canal rolero de IRC para ver que era aquello de lo que se hablaba en las listas de correo, pero aquello no era para mÃ. Aquello era el equivalente virtual de una cena multitudinaria en la que todos hablaban con todos pero, en el fondo, nadie hablaba con nadie. Si a todo esto le sumábamos las ansias de notoriedad de las nuevas “celebridades†que aspiraban al trono del famoseo electrónico, la mayor parte del tiempo daba un poco de “cosica†el pasarse por ahÃ.
Además de todo esto, si ya acostumbro a diluirme y desaparecer en las conversaciones a varias bandas que tienen lugar en el mundo real, allÃ, directamente, ni siquiera traté de encajar.
Por fortuna para mà (y para otros tantos como yo, que dudo ser “tan†raro como para ser el único que se sintiese asÃ) surgió el ICQ (que ya sé que, traducido, serÃa más “Te busco†que el “Te veo†que corona esta entrada, pero como a mà me parece más cercano a la función que desarrollaba el programita, y este es mi blog, y no quiero justificarme más, pues uso la que más me apetece). Una desconocida empresa llamada Mirabilis acababa de ¿inventar? (supongo que no, pero sà que serÃa la primera en popularizar la idea) la mensajerÃa instantánea unipersonal (y hubo gran regocijo, al menos por mi parte)
Claro, en aquellos tiempos, el asunto aún estaba un tanto en pañales y cosas que hoy damos por sentadas aún tenÃan que terminar de plantearse y desarrollarse.
Por un lado, para buscar a la gente, tenÃas que ir a su página (la de Mirablis) y buscarlos. Allà te daban un número identificador que, tras agregar al programa que tenÃas instalado en tu equipo, enviaba la petición a la otra persona para que te autorizase.
Vale, no es “tan†distinto a como se hace con los programas de ahora (salvo por el hecho de tener que buscar a los contactos en una página web) El problema venÃa cuando reinstalabas el equipo (que, creedme, con Ventanitas noventa y cinco era algo bastante habitual) Houston no tendrÃa un problema, pero nosotros sà (tampoco nada cataclÃsmico, pero no por ello menos molesto)
Porque nuestra lista de contactos se guardaba localmente. No habÃa ningún servidor en la red que almacenase aquella información. Asà que, o hacÃas una copia de los archivitos antes de instalar, o tenÃas que empezar el proceso de nuevo.
Aparte de la funcionalidad “normalâ€, también estaba la opción que yo bauticé como “a lo locoâ€, que no existe en los programas de mensajerÃa posteriores y que fue la que me deparó unas cuantas anécdotas curiosas.
Por lo que se ve (nunca me dediqué a explorar esos aspectos de la página, ya fuese para buscar u ocultar esa información) como los datos de quienes usaban el ICQ se encontraban allÃ, a disposición de quien quisiera buscarlos, habÃa gente que se dedicaba a realizar búsquedas por criterios diferentes a los clásicos Nombre-apellido-correo-electrónico.
En los casos que me tocaron a mÃ, hasta mi ordenador llegaron tres personas que realizaron búsquedas basadas en PaÃs-provincia. Una enfermera (no sé si estudiante, becaria o trabajadora fija) un alemán que habÃa pasado una temporada viviendo en Pamplona, y un administrador de sistemas (no recuerdo si koreano o taiwanés) que tenÃa a su novia estudiando en la Universidad (privada, supongo) de Navarra una filologÃa.
Con los dos primeros encuentros, apenas charlé. La enfermera me saludó un par de dÃas y el alemán alguna que otra vez más. Pero con el… asiático, cuyo nick recuerdo que era Ars (al parecer un personaje de una serie de novelas muy populares por allÃ) sà que tuve más trato.
Al parecer, el pobre hombre se dejaba una pasta en llamadas internacionales para hablar con su novia. Entre que por nuestras tierras aún no se habÃan extendido los cyber-cafés y que la chica no hablaba demasiado bien nuestra lengua, el teléfono parecÃa ser su única vÃa de comunicación. Le comenté de un par de lugares desde lo que se podÃa conectar pero, cuando su novio se lo decÃa a ella, la chica no se animó a pasarse por ellos.
Al final y aprovechando que las conexiones “gratuitas†que ofrecÃan las operadoras (esas en las que sólo pagabas el tiempo que estabas conectado) y que usaba yo desde casa, le saqué una cuenta a la muchacha y, tras unos rodeos un tanto rocambolescos (ella me llamó por teléfono al trabajo, pero no nos entendÃamos, por lo que me pasó con una compañera de piso suya que es con quién quedé finalmente aquella misma noche) logramos quedar para configurárselo.
Demos gracias a los menús gráficos y la estandarización de la configuración de la conexión a internet porque, obviamente, el ordenador de la chica estaba en chino (o algo similar, y no hablo metafóricamente) Por fortuna, al estar los iconos en los mismos lugares y con los mismos dibujitos, configurar aquello fue de los más sencillo (explicarle a ella y a sus compañeras de piso como utilizarlo, y que se pusiesen de acuerdo sobre los horarios en los que podrÃa usarlo para no dejarles sin teléfono, fue una tarea bastanteo más complicada)
Y, como con esta entrada se me ha ido un poco la mano, en la siguiente terminaremos con el noventa y seis (creo)
Si me dedicase a escribir con la única esperanza de recibir comentarios, hace mucho tiempo que habrÃa dejado de hacerlo, o me habrÃa dedicado escribir para los inconscientes que me han ofrecido espacio en sus webs que, todo sea dicho, tienen bastante más tráfico que la mÃa (cosa, por otro lado, nada complicada)
Si escribiese buscando notoriedad o visitas llegadas desde Google, estarÃa en Blogger, pondrÃa montones de imágenes y vÃdeos, gruñirÃa y lanzarÃa exabruptos sobre temas controvertidos, tendrÃa Google Adds y la entrada que más tráfico ha generado desde los buscadores no serÃa una llamada “Stajanovismo†(lo que tampoco llego a entender)
Si mi máxima aspiración fuese recibir copias de prensa gratis, que alguien publicase mi material o ganarme la vida con esto, no estarÃa pagando un dominio (con nombre “raroâ€) con su correspondiente hosting, tampoco hablarÃa de juegos de rol que nunca han llegado a gozar del beneplácito del gran público, ni escribirÃa relatos con un interés ciertamente limitado sobre distintas facetas de mi vida, o me dedicarÃa a redactar un juego de rol sin razas no humanas y poca magia (y encima, sin publicarlo en los buscadores)
Vamos, que mis blogs se podrÃan clasificar bajo los epÃgrafes de onanismo intelectual (siendo la segunda parte del apelativo opcional) masoquismo emocional y/o/u exhibicionismos de diversa Ãndole.
Vamos, que por aquà voy plasmando lo que me apetece, como, cuando y según me va dando la gana (Aunque a veces no. Que supongo que ya nos vais conociendo a mÃ, mis neuras y mis contradicciones)
¿Que a cuento de qué viene todo esto?
Que soy un tÃo que va a su bola. Estoico, incorruptible e inescrutable. Ajeno a las injerencias externas e inmune a modas, presiones mediáticas y cambios sociales. En otras palabras: Cuando mi honor está en juego, de aquà no me muevo (sÃ, esta frase no es mÃa).
Claro, todo esto es asÃ, mientras nadie me hace caso. Cuando alguien deja un comentario, comienza el ataque de incongruencia suma y la reestructuración faraónica de todas mis prioridades.
Hasta el año pasado, me encontraba acomodado en una plácida cadencia mensual de entradas. Pero no, tenÃa que llegar Pablo y decirme que le habÃa gustado una de las entradas del Macroverso y sugerirme que lo moviese entre las editoriales. TenÃa que ofrecerse a darle un repaso, pero no antes de que lo hubiese terminado.
No se trataba tanto de la (nula) esperanza de moverlo entre editoriales, como de que le hubiese gustado tanto a alguien como para que lo creyese viable. Ahà darÃa comienzo en mi cabeza un nuevo baile de planes, ideas y posibilidades.
El Macroverso estaba acotado desde su mismo comienzo; Iban a ser veinticinco entradas, ni una más ni una menos (con todo lo bueno y todo lo malo que esto implica). Debo reconocer que me apetecÃa llegar al final pronto (bueno, más concretamente, querÃa llegar a escribir las últimas dos entradas) pero, después del comentario de Pablo, se avivó aún más el deseo de terminarlo cuanto antes. Aunque claro, al mismo tiempo (y por otro lado), tampoco querÃa dejar colgadas el resto de secciones que estaba escribiendo al mismo tiempo.
Por un lado estaba mi “BiografÃa computeril†que también me gusta escribir y de la que varios amigos me habÃan dicho ser seguidores. Por otro, estaba realizando una serie de entradas centradas en hablar de las ambientaciones de los juegos de rol que me dedique a destrozar en una campaña de GURPS (que comencé hace apenas cosa de doce años).
Para poner la guinda al pastel, habÃa vuelto a (re)tomar la (re)escritura de Daegon, mi proyecto más personal (y con el que llevo pegándome desde hace casi dos décadas).
Asà que el trabajo se me iba acumulando, con lo que tocaba un cambio de ritmo y ponerse serio.
En un principio me planteé el reto de escribir un poco cada dÃa, aunque fuese un par de párrafos, pero eso cambiarÃa pronto. Haciendo cálculos rápidos, para poder acabar este año el Macroverso, tenÃa que cuadruplicar mi ritmo de publicación (ahà es nada) Pero como yo soy asà (será la cercanÃa de Bilbao) me lancé un órdago a mi mismo y dupliqué ese ritmo: Una entrada en el blog normal a la semana, y otra entrada semanal en el blog de reescritura de Daegon.
Y bueno, he conseguido mantener el ritmo hasta hoy, aunque en algunos momentos lo he acelerado (es lo que tiene esto de funcionar a ojÃmetro, ¿Que queréis? el cálculo y yo nunca hemos estado demasiado bien avenidos) con lo que he conseguido unas ciento cincuenta páginas escritas en lo que llevamos de año (lo que tampoco es como para tirar cohetes, pero se trata de una cifra para nada despreciable en mi caso)
Aprovechando la coyuntura, también he aprovechado para cacharrear con Google Analytics y ver si podÃa averiguar si la gente se daba un garbeo por mis dominios aunque no dejase comentarios, lo que me ha llevado a descubrimientos ciertamente curiosos (como lo que mencionaba por ahà arriba sobre la entrada sobre el Stajanovismo)
– He descubierto que tengo un lector en Toledo (que creo que es quien ha dejado un par de comentarios en las dos últimas entradas del Macroverso, más que nada porque se ha dedicado a hacer búsquedas por esa palabra)
– He visto que, después de dejar comentarios en algún otro blog, suele haber un pequeño pico de visitas de cero segundos de duración en el mio, por supuesto, sin comentarios, de lo que deduzco que no llego a captar su atención)
– Y, una vez más, he confirmado que Daegon no interesa a prácticamente nadie (lo cual no me ha sorprendido lo más mÃnimo)
Si a esto sumamos que todos los comentarios que suelo recibir son que todo lo que escribo que-no-es-de-Daegon-gusta-más-que-las-que-si-que-lo-es. Ante este comentario, podrÃa tomármelo por el lado bueno (me gusta esto que has escrito) o por el malo (…) vale, no hay nada “intrÃnsecamente malo†en esos comentarios. Pero claro, para mis atrofiadas neuronas, la traducción es: Daegon, eso que te cuesta tanto escribir cada palabra, me gusta menos (es malo) que eso que cuesta muchÃsimo menos escribir (eres un muñón cuando tratas de escribir algo “serioâ€)
Asà soy yo, todo alegrÃa y confianza.
Pero bueno, supongo que la edad me va atemperando un poco y ahora me tomo las cosas de otra manera. Ya no me desanimo (otra vez) y dejo mi pequeñÃn en el congelador (también otra vez) hasta que (de nuevo, otra vez) haga como que se me olvida esta hecho y me golpee (una vez más) contra el mismo muro.
Ahora la cosa se queda más o menos asÃ:
– ¿Asà que te parece una mierda?¿Eh?
– Oye, que yo no he dicho eso.
– ¡Que te calles!
– Es un placer conversar contigo.
– Pues cuando me esfuerce aún más, y mejore más como escrit…
– ¿No crees que tendrÃas que tomártelo con un poco más de calma. Al fin y al cabo lo que más suele gustar es en lo que menos te “esfuerzasâ€
– ¿Que te he dicho hace un par de lÃneas?
– Vale, vale.
– Pues eso, que cuando saque todo lo que tengo que sacar, os vais a cagar.
Pero bueno, antes de que se me se termine de largar de paseo la disgresión por los cerros de Úbeda, vuelvo al asunto con el que empezaba la entrada.
No. No voy a dejar de escribir lo que escribo porque sea más “popular†que lo que a mà me gustarÃa que tuviese más repercusión. En primer lugar, si comencé a escribirlo era porque me apetecÃa, asà que abandonarlo porque tenga (ejem) “éxito†serÃa una estupidez.
Una cosa es que no escriba para “molar†y otra que no lo haga para ser leÃdo.
Una cosa es que no espere comentarios, y otra que no me guste (o quiera) recibirlos y los agradezca enormemente.
¿Que para qué escribo?
Lo comenté hace unos cuantos años cuando comenzaba con el blog, pero tampoco está de más el volver a comentarlo.
Escribo sobre lo que me gustarÃa leer.
Escribo para encontrar a gente con gustos, “sensibilidades†e intereses afines a los mios.
Lanzo al aire (a la red) temas de conversación deseando (aunque, en el fondo, no esperando) que alguien responda a ellos.
Asà que ahora, tras la finalización de una de las partes, toca replantearse el conjunto y comenzar a planificar el camino de aquà en adelante.
Por mucho que me haya encantado el último comentario de Yohans Dark (sea quien sea) el Macroverso ha muerto, larga vida al Macroverso. Habrá una entrada más, Macroverso Anotado, donde hablaré de los “qués†y “por qués†de lo que he contado en esta serie de relatos pero, como supongo que podréis entender, no tiene mucho sentido el pensar en secuelas o precuelas. Asà que siguiendo la tradición de “A rey muerto rey puesto†toca pensar con que lo sustituyo.
PodrÃa sustituirlo por otra serie de relatos que tengo abandonada desde hace años: Los de la serie del ermitaño (que también tiene un tono “similarâ€) pero también llevo un tiempo con ganas de retomar alguna de las secciones del antiguo Frikcionario como son las de Nostalgia en cuatro colores, ¿Y este quién es?, Clásicos aún no superados o ¿Por qué nadie habla de…, al mismo tiempo que desde hace un tiempo tengo la idea de hablar sobre la historia de la Informática personal.
¿Que qué problema tengo para no retomarlas?
Que si me pongo a hacer una ratación entre ellas, al final terminarÃa por eternizarlas todas y, si no me fuerzo, me organizo o me pongo un “calendario†acabarÃa por dejar alguna (las que más esfuerzo y documentación requieran) abandonadas.
En un principio, mi idea es cambiar un muerto por dos vivos. Donde ahora hay una rotación de tres categorÃas distintas, pasar a cuatro.
Calculando por encima (ya sabéis, a ojÃmetro) aún queda BiografÃa computeril para otro año, pero Mundos improbables acabará bastante antes.
Asà que la planificación para el año que se acerca será:
– Daegon Beta seguirá con la misma cadencia.
– BiografÃa computeril.
– Mundos improbables (posiblemente hasta mayo o junio)
– El último viaje del atlantis (continuación de los relatos de ciencia ficción)
– Lo que elijáis de las opciones mencionadas por ahà arriba.
Si nadie dice nada, supongo que tiraré un dado, por lo demás, el miércoles tendréis una nueva entrada de mi vida entre ceros y unos.
HabÃamos dejado Kulthea después de al borde de la aniquilación, lo que no está nada mal como nuevo punto de partida.
A partir de aquÃ, la historia de este mundo se divide en dos lÃneas temporales paralelas: La que conoce la gente (ya sabéis, movimientos de pueblos, creación de naciones y algún que otro elemento curioso) y la que mola de verdad, la historia “oculta†que se va forjando desde el “CÃrculo Secreto†(y que se nos cuenta en cursiva)
El Ahrenreth (el anteriormente citado CÃrculo Secreto) serÃa fundado por Daenku, hijo de Utha, para asegurar la protección de los Ojos de Utha y que los portales permaneciesen cerrados.
Durante el largo interregno, los chicos de Daenku, a lo largo de los milenios que ocuparÃan la larga noche, se irÃan enfrentando a los demonios y los adoradores de Kdaena que quedaban sueltos por el mundo… no con demasiado éxito. Uno a uno, todos irÃan pereciendo, sea a manos de sus enemigos o como consecuencia de cerrar alguna de las puertas a otros mundos.
Veinte mil años después de la caÃda del imperio K’ta’viiri, Daenku se creerÃa el último de los suyos. Incapaz de retomar su tarea en soledad, crearÃa en una isla al sur de Jaiman una cámara en la que se encerrarÃa hibernando hasta que sus máquinas le avisasen de nuevas perturbaciones en la Aesencia.
Pero Daenku estaba equivocado, y no era el último del Ahrenreth. Durante sus luchas con tras las hordas del VacÃo, Ondoval quedarÃa preso en un portal temporal.
Por su parte, una de sus compañeras serÃa capturado por los Agothu y llevado hasta el VacÃo. AllÃ, serÃa inseminada por métodos innombrables, y darÃa a luz a un hijo que consumirÃa su mente y su cuerpo. Más adelante asumirÃa forma humana y encontrarÃa una manera para regresar a Kulthea bajo el nombre de Scherk.
Las máquinas de Daenku le despertarÃan sesenta mil años después de su encierro, activadas por la cercanÃa del cometa Sa’Kain.
Al salir al mundo exterior, encontrarÃa un panorama muy distinto al que habÃa abandonado. Los señores de Orhan habÃan vuelto a poblar el mundo con las razas que habÃan logrado salvar y el mundo parecÃa haber cicatrizado gran parte de sus heridas. Asumiendo la forma de un profeta elfo, viajarÃa por el mundo reuniendo a otros sabios y videntes bajo el nombre de Andraax.
La segunda edad
Andraax junto a Kirin T’thaan y Ilmaris Terisonen fundarÃan la Universidad de los Loremasters en la isla de Karilôn (parece que a Daenku le gustaba montarse grupos de amigotes con nombres rimbombantes). Desde allà comenzarÃan a reclutar o individuos con potencial para sacar al mundo de la una manera definitiva de “La larga nocheâ€.
Por supuesto, la cosa no serÃa únicamente felicidad y buenos alimentos. En el año cuatrocientos cincuenta de la segunda edad, Andraax se encontrarÃa con un K’ta’viiri superviviente que se dedicaba a reclutar seres poco recomendables en la isla de Muliria. Tras una épica lucha, acabarÃa con el seguidor de Kadaena, pero su hijo medio K’ta’viiri escaparÃa.
En Emer, seis poderosos Titanes se asientan en la isla montañosa situada en su centro. Bajo la premisa de afianzar el orden en la zona, comienzan a reclutar a sus sirvientes. Pronto surgirán caballeros, sabios y hechiceros que limpiarán la isla de lugrokis y goblin. Son los seguidores de “Los Señores de Votaniaâ€.
En el mil novecientos, volverÃa el cometa Sa’Kain por las cercanÃas del mundo. En esta ocasión su interacción con la tercera de las lunas, Charón, provocarÃa que se abriesen nuevos portales a través de los que llegarÃan a este universo nuevos seres de una maldad inenarrable. Pronto surgirÃan por Kulthea sus adoradores, los siervos de la No-vida.
En el tres mil cuatrocientos, un poderoso ser comenzarÃa la construcción de su fortaleza en la isla de Ulor, cerca de Jaiman. Se trata de Lorgalis, el medio K’ta’viiri que lograse escapar de Andraax. Pronto (apenas quinientos años después) logrará controlar casi todo el comercio marÃtimo del oeste de Jaiman.
Temiendo que se trate de un siervo de la No-vida, los Loremasters deciden enfrentarse a él. A petición de sus compeñeros, Andraax y Tethior (el más formidable de los forjadores) se retiran a las Fraguas alquÃmicas de Arión para crear las Seis Coronas para Jaiman.
Seis reinos surgirÃan con las coronas como su centro (de que me sonará a mà esto) dominando Jaiman y enfrentándose a la No-vida (y a Lorgalis)
Durante los siguientes dos mil años, los dioses oscuros se dedicarÃan a reclutar de manera sistemática su ejército. Mientras tanto, Voriig Kye, el Dragonlord, asola la costa norte de Silaar, los Zorianos devastan sus tierras tratando de entender una serie de artefactos de la primera edad que han caÃdo en sus manos y la civilización de los Señores de las nubes de Tanara se colapsa.
Cuando el del sexto milenio la segunda edad está llegando a su mitad, el cometa Sa’Kain vuelve a pasar cerca del planeta presagiando una nueva batalla entre las fuerzas de la luz y la oscuridad (cielos, que original) Las puertas se abren de nuevo, los Shards y los Ordainers con sus horrores innombrables se unen a los señores de Charón y sus avatares de la No-vida en las Guerras del Dominio.
Los Señores de Orhan abandonarÃan su hogar por primera vez y se mostrarÃan antes las raza de Kulthea para ayudarlas en su lucha. Los Titanes de Emer también revelarÃan toda su magnificencia y se unirÃan a la lucha junto a los Loremasters.
Al final, la luz triunfarÃa, pero la guerra no finalizarÃa sin bajas. Los Titanes se encerrarÃan en su fortaleza de Votania y muchos de los Loremasters perecerÃan en la refriega. Se dice que Andraax enloquecerÃa y se dedicarÃa a vagar por el este.
Para rematar la faena, la lucha provocarÃa una (sÃ, una más) brecha en el espacio-tiempo, liberando a Ondoval. Pero este ya no era un aliado de la humanidad. Una eternidad en otra dimensión le ha hecho perder la cordura.
Asà termina la segunda edad, amigüitos. Con más alegrÃa fiesta y cachondeo.
En la siguiente entrada, un pequeño resumen de la tercera edad y el presente del mundo.
DÃa: El último.
Hora: H más uno.
Lugar: Mundo “realâ€
– ¿Se puede saber que has hecho? – Javi salió del estado pseudo catatónico en el que se encontraba.
– ¿No es obvio? Lo he matado.
– Serás… – se abalanzó sobre Deux Ex, pero él ya no estaba allÃ.
– ¿Ya está? ¿Se acabó?
– Eso me temo – Tipo Listo también recobró la lucidez.
– Y ahora… ¿qué?
– Ahora… esto – más allá de la ventana se veÃa desaparecer los edificios y el mismo aire – la nada – no quedaba luz ni oscuridad, entropÃa u orden. Nada que pudiese ser percibido.
– No, venga, no me jodas. Este tÃo podÃa ser el autor de nuestro mundo. La cagamos y desaparecemos, pero no tiene por que pagarlo todo el mundo. No es dios.
– Mucho me temo que el mundo en el que estamos hace mucho que dejó de existir. Sólo era un mundo real… entre comillas.
– Que no, hombre. Que no hemos podido causar el apocalipsis.
– Si esa es tu preocupación, olvÃdala. No es el juicio final. Nadie va a decidir nuestro destino, porque pronto no quedará ningún lugar al que ir.
– No sabes cuanto me tranquiliza eso.
– Pero sigo sin verle el sentido – ahora era Ella quien hablaba – ¿Por qué iba a destruirlo todo con su muerte? Él no era asÃ.
– Él no lo está destruyendo nada. La realidad, simplemente, no puede mantenerse sin su ayuda.
– Entonces… nos hemos cargado a Dios. AsÃ, con mayúsculas.
– Es una manera de verlo, pero no creo que la comparación le hubiese halagado.
– No tenemos nada mejor que hacer antes de que se acabe el mundo. Asà que te puedes ahorrar las vaguedades y explicarlo de una vez.
– De acuerdo – Tipo Listo tomó aliento – Javi, el Javi que está muerto en el suelo, era quien mantenÃa el universo en funcionamiento.
Pero no siempre fue asÃ. Al nacer sólo fue una mota más en el tiempo y el espacio.
– No te pongas poético. Al grano.
– No sé si nació asÃ, o si su capacidad para hacer realidad sus ideas le vino más adelante. El hecho es que era capaz de hacer cualquier cosa, sólo que no lo sabÃa.
Cada noche creaba universos nuevos que duraban tanto como su sueño y se desvanecÃan al amanecer.
– ¿Que hemos dicho de ponerse lÃricos?
– Perdona, supongo que es algo heredado.
Con el tiempo comenzó a crear universos complejos y duraderos. Por lo general, todos ellos partÃan de una idea sencilla que desarrollaba con más o menos suerte, y el problema surgió allÃ. Porque surgieron las dudas, las inseguridades y, para que ocultarlo ya, la pereza.
HabÃa ocasiones en las que no daba con la “tecla†necesaria para que sus mundos fuesen consistentes y coherentes. Ideas que no eran los suficientemente buenas como para sustentar esos universos pero que, en lugar de ser desechadas o pulidas, se parcheaban de mala manera. En lugar de comprender como funcionaban aquellos mundos, de aceptar que habÃa cosas que no debÃan o necesitaban ser explicadas, recurrÃa a justificaciones que sabÃa que no eran validas, pero que trataba de ocultar bajo capas de palabrerÃa y jerga inútil o, con un simple “por que molaâ€. Pero, por mucho que tratase de ocultárselo a los demás, el sabÃa que estaban allÃ.
– TÃo, se acerca el fin del mundo. Un poco de prisa.
– Que sÃ, que sÃ, que ya va.
Cada vez usaba más las excusas, el “Deux Ex Machina†y cada vez se enfadaba más con sà mismo por no ser capaz de “crear†sin utilizarlo. Por hacer que los personajes actuaran contra natura con el único objetivo de alcanzar “el momento†que habÃa dado origen a aquellos mundos.
Asà llegamos al momento en el que la cosa se descontroló El momento en el que comenzó a soñar con “este†mundo. En como podrÃa ser como serÃa versión “perfecta†del mundo real. El simple hecho de saber que él no serÃa capaz de crearlo (ya que él era imperfecto) no le impidió fantasear, y con cada nueva fantasÃa el mundo cambiaba de acuerdo a sus designios, aunque el no era consciente de ello.
Cada dÃa despertaba en un mundo distinto. En una versión un poco diferente del mismo mundo…
– No me jodas que esto era lo mejor que podÃa hacer – Javi miró el apartamento con un deje de… desaprobación.
– Oh, no. Él podÃa hacer cualquier cosa, pero se negaba a sà mismo una posición mejor. No querÃa hacer que los demás se comportasen de una manera diferente a como realmente eran. No le parecÃa “justo†el aprovecharse de su “posición privilegiadaâ€. Ni siquiera a nivel subconsciente se permitÃa esa clase de lujos.
– Me abuuurrooooo.
– Pero llegó lo que tenÃa que llegar. Javi se enamoró, y ella le dijo que no. Asà que el mundo se fue a la mierda. Después de aquello sus sueños cambiaron. Ya no soñaba con mundos perfectos, sino que se dedicó a pensar en la nada. En la muerte. En el final de las cosas. Sus ensoñaciones se llenaron de cataclismos y estrellas que se apagaban. Noche tras noche destruÃa el universo y cada mañana seguÃa ahÃ, pero sólo porque no sabÃa que lo habÃa destruido. Su ignorancia era lo único que mantenÃa el curso de la existencia.
Ahora ya no está, y la realidad que él habrÃa recreado le sigue en su último viaje. Se dice que el amor es una fuerza creadora (que lo es) pero también puede ser la causa de todo lo contrario.
– Asà que la culpa de todo esto es que este tÃo era un llorón.
– Hombre, es una visión un tanto simplista.
– No, no. Si yo te creo.
– Cállate – Ella le pegó una colleja.
– Asà llegamos al punto en el que perdió el control… sobre aquello que ni siquiera sabÃa que era capaz. Primero vosotros tomasteis consciencia sobre vuestra propia naturaleza, y él os alentó a ello plasmando vuestras conversaciones.
Pero aquello tampoco pasaba de ser una anécdota. Sólo erais una gracia. Una herramienta para aclarar sus pensamiento. Cuando Deux Ex tomó consciencia de sà mismo y cuanto le odiaba, fue cuando todo comenzó a precipitarse.
Yo traté de avisar a Javi en sus sueños. Pero el paraje onÃrico es un lugar muy inestable, por no decir una porquerÃa para los intentos comunicativos.
Deux Ex, en un principio tenÃa miedo, y trató de utilizar a Javi contra si mismo. Por eso fue al microverso para tratar de “reclutarteâ€. Tú no dejas de ser una proyección de Javi en aquel lugar, por lo que estabas más cercano que nadie a su misma naturaleza.
– Cuanto honor.
– Sà alguien podÃa superar la barrera que separaba los mundos sin un apoyo expreso del “autorâ€, ese eras tú.
– Pues fui el último en llegar aquÃ, asà que ya me dirás.
– A ver, para cuando Deux Ex fue capaz de asumir su papel, vosotros ya llevabais una temporada larga dando vueltas por allÃ. Además, adaptarse a según que cosas cuenta un tiempo.
Cuando lo vi ponerse en movimiento, también comencé a mover mis piezas, y envié a Tipo Duro hasta este mundo. Pero aquello le enseñó el camino a Deux Ex.
– Vaya Tipo listo de los cojones.
-No es tan sencillo. La esencia de Deux Ex consiste en que él es capaz de lograr cualquier cosa. Da igual lo inverosÃmil que sea. Es la justificación suprema. Asà que, en mi defensa, diré que lo hice lo mejor que pude.
Por desgracia, cuando Deux Ex llegó al mundo real, metió a Tipo Duro en una situación de la que salió, digamos… “quemadoâ€
– Eso, tú rÃete.
– Y, además, para echar más sal en la herida, le salvó. Para terminar la faena, también me arrancó a mi del plano de las abstracciones para que pudiese ver más de cerca su “obra magnaâ€.
– Vaya cuadrilla de pringados con los que me han juntado.
– ¿Quieres dejar de hacerte el gallito? – la mirada de Ella se le clavó con dureza.
– Lo siento, es un mecanismo de defensa. Sigue.
– Entonces, a mà ¿quien me trajo?
– Mucho me temo que fue Javi. Acababa de tener una experiencia digamos… traumática.
Tras años de mucho sufrir, llorar en silencio y todas esas cosas que se suelen hacer tras un desencanto amoroso, habÃa encontrado una especie de “momento de pazâ€.
Ya está superado, se dijo, ahora puedo hacer vida normal. Pero no podÃa estar seguro de aquello sin ponerse a prueba. Asà que, inconscientemente, creó una situación que validase su afirmación. Una “prueba de estrés†para demostrarse que no se mentÃa a sà mismo.
El problema fue que su yo consciente no estaba preparado para una prueba de aquel calibre. Al final la superó, sÃ, pero no sin recibir (ni causar) daños. Una cosa era que lo hubiese “superado†y otra que quisiera estar solo. Ahà es donde entras tú.
Finalmente, yo logré traerte hasta aquÃ, Javi. Mi esperanza era justo la contraria que la de Deux Ex, que tú, al ser más cercano al autor, pudieses hacerle ver la verdad (y peligrosidad del asunto)
Lamentablemente, él nos encontró a nosotros antes, y nos convirtió en meros secundarios de “el planâ€
Y aquà estamos, esperando el fin de todo. Vaya, que oportuno, comienzo a desvanecerme.
– Bueno, supongo que esto es el fin – Javi miró a Ella. Deux Ex le habÃa hecho recordar todas las ocasiones frustradas de ser feliz en sus vidas anteriores y paralelas.
– Al menos me queda el consuelo de que, esta vez, no eres tú quien me quita la vida – la dureza habÃa desaparecido de su mirada – Me alegro de que el final me llegue junto a ti.
– Yo no me alegro, pero… – no podÃa apartar la mirada de aquellos ojos que se desvanecÃan ante él. La acercó para besarla, pero no llegó a tiempo. TÃpico.
Recordó una conversación que habÃa tenido con Javi. Cuando le acusó de que, mientras él un tuviera pareja, sus personajes jamás serÃan felices. Al final iba a resultar que tenÃa razón.
Miró el cuerpo en el suelo.
– Pobre desgraciado. Con un poder ilimitado y no has podido evitar que la historia de tu vida acabe como el culo.
Aludiendo a la cultura helénica una vez más, tras triunfar sobre el modo de vida de ¡¡¡ESPARTA!!! (aunque sin muerte, sangre… CGI ni cuerpos sudorosos y aceitados) ahora dirijo mi mirada hacia otra de las conquista de otra de las polis de la Grecia clásica.
Quizás os preguntéis sobre que toca el desvarÃo de hoy.
El ya clásico ¿Qué se ha metido este hoy?
A lo que os responderé: Nada, sigo siendo un… eeee… tÃo de taitantos muy sanote.
Simplemente, os diré: Lo he vuelto a hacer.
¿El qué?
Me he vuelto a meter en otro embolado de los mÃos.
¿Que me deje de metáforas y os diga de que se trata esta vez?
Vale: Me he apuntado a hacer un bachillerato (tecnológico) a distancia (aunque aquÃ, en Pamplona)
¿Tanta paja para esto?
SÃ, para esto y un poco más.
Para comenzar, lo haré siguiendo la manera habitual. Dando un rodeo.
Porque aquà hay un culpable claro y destacado.
Pues la culpa, como de costumbre (aunque sólo en un principio) la tiene Daegon. Porque claro, la cosa luego continuarÃa por unos derroteros, no por lógicos, menos inesperados (y, si no dejáis de leer aquÃ, os vais a tener que tragar toda la historia, avisados quedáis)
A principios de año, cuando retomé el largo tiempo postergado juego de rol de Daegon, me planteé hacerlo por varios frentes.
Uno (o primero) obviamente, la reescritura de todo el material de trasfondo que ya tenÃa escrito.
Dos (o… bueno, confÃo en que lo deduciréis vosotros solitos) el tema de la web.
Y tres (o…eso) el tema gráfico.
Las cuestiones primera y segunda, entran (más o menos) dentro de mis (enormemente limitadas) capacidades. La tercera (muy a mi pesar) se sale un poco (vale, bastante) de mi campo de acción habitual.
No es que no quiera dibujar, es que soy un muñón y nunca le he dedicado a esa faceta mÃa el tiempo necesario como para sacar unos resultados satisfactorios.
Asà que empecé a (re)escribir. Primero despacito, para luego plantearme el seguir un ritmo concreto. A la vez, también me puse a practicar con el lápiz apoyándome en un libro muy interesante llamado «Aprende a dibujar con el lado derecho del cerebro» (lo cual, aunque a simple vista, pinte un tanto doloroso, no lo es en absoluto)
Coincidió que, junto a un periódico (ya ni me acuerdo cual) comenzó a salir un curso de dibujo y pintura. Asà que, confiado yo, compré unos cuantos de sus fascÃculos «Cuando acabe con el libro, empiezo con el curso» – me decÃa. Pero no acabé con el libro, ni continué practicando el dibujo (una vez más)
Asà irÃan pasando los meses y saliendo las páginas de texto de manera regular. Y, de la misma manera, iba «acercándose» la necesidad de darle un aspecto «visual» a mi mundo.
Decidido a lanzarme a lo loco, contacté con varios ilustradores (no demasiado) decidido a delegar (previo pago) en otra persona el aspecto gráfico de mi pequeñin. Asà que también comencé a mandar correos a varios artistas que encontré por la red y que me gustaron. Tres de ellos ni siquiera me respondieron. El cuarto me dio un precio bastante razonable, pero andaba con mucho jaleo, asà que, mucho me temo que tardará bastante tiempo antes de que pueda ponerse con algo que le va a reportar escasos beneficios en comparación a su trabajo habitual.
Ante esta perspectiva, volvà a la opción de ponerme manos a la obra con el dibujo. Pero esta vez en serio. Nada de seguir mi tónica habitual de «aprendo lo que me hace falta para este momento en concreto». Se acabaron las medias tintas. Como me conozco, me iba a «forzar» a estudiar; Me iba a apuntar a un bachiller artÃstico, ya fuese nocturno o a distancia.
Pero claro, para tocarme un poco la moral, en Pamplona no existe ninguna de esas dos posibilidades.
Mirando por internet, vi que tanto en Badajoz, como en Madrid y PaÃs Vasco (por Barna me suena que también, pero como la página estaba sólo en catalán no le dediqué demasiado esfuerzo) sà que existÃa esa opción.
Investigando un poco, y en una nueva muestra de el odio que me profesa el mundo de la educación (a mà y sólo a mÃ) por muy «a distancia» que sean en teorÃa esos cursos, tienes que ir a hacer los exámenes de manera presencial a los lugares en los que se imparten.
¿Que implica eso?
Veintisiete exámenes anuales (con suerte, y si no hay suspensos) en dÃas sueltos, con sus correspondientes viajes a los centros de estudio. Vamos, dejarme una pasta en viajes y/o/u alojamiento, a lo que añadirÃamos el invertir todas mis vacaciones en hacer los exámenes.
Vale, en el caso del PaÃs Vasco, igual podÃa permitÃrmelo dependiendo de las horas de los exámenes, pero habÃa un pequeño problema: Una de las asignaturas es euskera, donde mi conocimiento se reduce a cosas como Kontuz Goku o Madarikatua.
Conclusión: Igualmente inviable.
¿Vale, y como llegamos desde aquà hasta el Bachillerato tecnológico?¿No son conceptos un tanto… antagónicos?
PodrÃa decirse que sÃ. Pero siempre he sido una persona llena de contradicciones.
Pero la respuesta a esta pregunta es muy sencilla.
Mientras miraba las posibles opciones formativas que tenÃa a mi disposición, vi que entre ellas se encontraban algunas de mis bestias pardas. O lo que es lo mismo: Matemáticas y fÃsica (entre muchas otras)
Asà que me dije; “Ya que estás lanzado a forzarte con algo que necesitas, quÃtate esta espina de una puñetera vezâ€
Yyyyy… continuará en la versión “Sesudaâ€.
DÃa: El último.
Hora: H menos cero.
Lugar: Mundo “realâ€
“Tenemos que hablarâ€. Vaya. Primero llegó el subidón. Súbito, estúpido e irreflexivo. Después la cautela. El socorrido “irrelevanteâ€, el echar agua frÃa a las neuronas y tratar de frenar el Ãmpetu.
Entonces todo comenzó a precipitarse hacia el abismo esquizofrénico.
– “Tenemos que hablarâ€
– ¿De qué?
– Piensa. No la conoces de nada. Alerta de posible pirada.
– Pero… es que…
– ¿Qué?
– No sé. Tiene algo.
– Vas a hacer que me repita. ¿Qué?
– Ahora me repito yo. No lo sé.
– ¡Y dale! Datos, necesito datos.
– ¡Joder! Que no lo sé.
– Pues ya estás tardando en enterarte. Céntrate. Cierra y los ojos y respira. Datos. SÃ, ya sabemos que es guapa. ¿Y qué? Ya estamos otra vez. No sabes de que quiere hablar contigo, y ya estás empezando a pensar en vuestro matrimonio, los niños y el perro.
– ¿Perdón?
– Es una manera de hablar. Que no, cojones. Sabes el procedimiento: Conocer, valorar y…
– Y hostión. SÃ, ya me lo conozco.
– Un intento, un fallo. Vale, cien por cien de cagadas, pero no me llores. Ya lo analizamos en su momento. ¿Qué pasó? Que no la conocÃas. ¿Donde la cagaste? Dejando que la imagen mental que te habÃas creado de ella ocupase el lugar de la persona real. El problema es que te enamoraste de alguien que no existÃa. Te dijo que no, punto . Ya lo hemos hablado y lo asumimos hace tiempo. Ahora no repitas el mismo error – Javi levantó la mano mentalmente para pedir turno de palabra – Quieeeto, que te veo venir – pero parecÃa que no iba a tener esa suerte – Vale, no sabemos si ella cometÃa el mismo error que tú, pero eso ahora es ya:..
– …
– Venga, que tú puedes:…
– ¿Irrelevante?
– Muy bien.
– Pero…
– ¿Se puede saber que te pasa? Ni peros ni… eso.
Los apenas cuatro metros que separaban la cocina del salón se le habÃan hecho eternos con el incesante.
– Nada de echarle miraditas de refilón, que te caneo. Ni se te ocurra girarte.
Definitivamente; iba a ser un tanto complicado hablar con ella si no querÃa mirarle a la cara. A todo esto ¿De qué querÃa hablar ella?¿Se lo habÃa dicho?
– A todo esto ¿De qué querÃas que hablásemos? – tentó a la suerte.
– No sé… sólo necesito hablar con alguien – su ego se resintió un poco por eso pero, por otro lado… No. No le vio el lado positivo.
– ¿Llevas mucho tiempo viviendo en el edificio?
– … – dudó – No lo sé.
– Pues lo siento mucho, pero no se me ocurre una pregunta más sencilla para romper el hielo – eso, hazte el gracioso.
Se hizo el silencio. SabÃa que le estaba mirando, pero no querÃa girarse. Aún asÃ, lo hizo. En cuanto sus miradas se cruzaron, ella rompió a llorar. Su primer acto reflejo fue abrazarla y decirle alguna frase hecha, genérica y tramposa. Mentirle para que se sintiese mejor y se calmase. Ser el reflejo de lo que siempre habÃa visto en las pelÃculas. Pero dudaba. ¿Haciendo eso serÃa él, o sólo alguien más imitando un comportamiento ajeno?
Le costó toda su frialdad el contenerse, pero no podÃa evitar que su corazón se acelerase. No podÃa apartar la mirada de ella. En su interior, el dolor ante aquella impotencia se le hacÃa inaguantable. QuerÃa rozar su mejilla y secar sus lágrimas, acabar con quien fuera que le hubiese causado tanto dolor. Era algo ajena a su aspecto. No era sólo guapa, era …
– Eso no lo sabes.
– Déjame en paz.
Se abalanzó sobre él y lo abrazó como desesperada.
– No sé quién soy. No sé qué hago o cuánto llevo aquÃ. Sólo camino, me muevo y respiro, pero no me siento ni una persona.
Sonó el timbre. Lo ignoró. Sonó de nuevo. Lo volvió a ignorar. Escuchó como alguien parecÃa estar echando la puerta abajo. Le daba igual. Cuatro tipos llegaron hasta el salón.
Vale, a aquello iba a tener que prestarle atención.
– Que bonito. MÃralos a los dos, ahà abrazaditos – aquellos tipos le sonaban de algo, pero no era capaz de ubicarlos.
– ¿Habéis destrozado mi puerta? – no era una pregunta especialmente brillante, pero era un comienzo – Empieza a entrar corriente.
– SÃ, ha sido el amigo este, que tenÃa prisa – señaló a alguien que parecÃa el hermano hormonado de Akenatón – Pero bueno, voy a ahorrarme las presentaciones, para lo que van a servirte. Hemos venido a matarte.
– Mi blog es malo, pero esto me parece excesivo. Aunque, mirándolo por otro lado, acabo de descubrir que tengo cuatro lectores. Supongo que podré morir feliz.
– No vas muy desencaminado.
– Me dejaréis escribir una última entrada antes de morir – siempre se habÃa preguntado como reaccionarÃa ante una situación de vida o muerte. La verdad es que se lo estaba tomando bastante bien. Vale, seguramente sólo vendrÃan a robarle pero, aún asÃ, aquello era demasiado serio como para estar tomándoselo con tanta tibieza – Ahora que sé que tengo “fansâ€, supongo que os debo una entrada de despedida.
– Eres la viva expresión de “el ignorante vive feliz†Menos mal que estoy yo aquà para sacarte de tu ignorancia.
– IlumÃname, oh sabio – a ver, la katana la tengo en mi habitación, asà que no es una opción. Como le pongan una mano encima a la chica, estos no salen enteros de aquÃ.
– Por todos los… – parecÃa que se estaba cabreando ¿aquello era bueno o malo? – Eres igual de irritante como persona que como demiurgo.
– ¡Toma ya!¡Demiurgo! Como se nota que alguien ha sacado partido a sus estudios.
– ¡Ya está bien! Venga, pégale un tiro de una vez – sacó una pistola y se la entregó a uno de sus acompañantes. Un individuo que le resultaba tremendamente familiar. Estaba convencido que se parecÃa mucho a alguien que conocÃa seguro.
– ¿Vais en serio? – parecÃa que iban en serio – ¡Joder!, vamos a hablarlo. ¿Que os he hecho?
– Que que nos has hecho. Tú, nos has hecho.
– ¿Un poquito más de concreción? – ¿de verdad crees que es buena idea seguir con las gracietas? – ¿Por favor? – hombre, donde va a parar. Eso lo arregla todo.
– Somos creaciones tuyas.
– ¿Perdón?
– Si lo miras desde un cierto ángulo (y con un poquito de ironÃa), tú solito te has buscado esto.
– Creo que me he perdido algún capÃtulo de esta serie.
– Voy a intentar explicártelo con caramelos. Somos personajes de tus relatos. Esa gente a la que te dedicas a putear. A hacer “dramáticamente interesantesâ€. A quienes usas como elementos reciclables una y otra vez para plasmar tus neuras y tu sentido de la “épica†y la “tragediaâ€
– Venga. Estáis de coña.
– Es… verdad – la chica se levantó mirándole horrorizada.
– ¿Que? No, venga ya – sÃ, aquello se asemejaba más a la brillante verborrea que creÃa que desplegarÃa ante una situación como aquella.
– Eres tú. ¡Tú me has hecho esto!
– Venga – hala, otro venga en dos frases. Bueno, mejor se centraba en otras cosas en lugar de hacerlo en su limitado repertorio de expresiones genéricas – No puedes tragarte este cuento – obviamente, podÃa. QuerÃa poner la alerta de posible pirada, pero no podÃa. Aquellos ojos desprendÃan un dolor atroz. Un dolor de… de esos que le gustaba para sus personajes.
– ¿Sabes por todo lo que me has hecho pasar?
– Venga – e iban tres – Esto no tiene sentido.
– ¿Sabes cuantas veces me ha asesinado quien más quiero?¿Sabes cuantas veces he tenido que mirarle a los ojos y perdonarle porque, muy en el fondo, sabÃa que no era culpa suya?¿Sabes cuanto he podido llegar a odiarte durante todos los incontables eones de dolor que he has pasar? – no sabÃa si era el miedo ante una muerte casi cierta, o la convicción y agonÃa con la que le arrojaba aquellas palabras, pero le creÃa. Aquello no tenÃa ningún sentido, pero le creÃa. Además, parecÃa que su voz interna se habÃa largado, asà que no tenÃa quién le anclase al mundo de los cuerdos.
– Te cedo el honor – Deux Ex le entregó la pistola a Ella.
– Pero yo no os he hecho nada. Yo sólo escribo historias. Vosotros sois personas reales. Yo no puedo crear a personas reales. Además – se le ocurrió una idea desesperada ideal para la situación – Mis personajes, mis protagonistas, jamas matarÃan a alguien asÃ, a sangre frÃa. Si lo sois, eso tenéis que saberlo. No matan por venganza – hizo memoria. No, creÃa que nunca habÃa escrito a ningún personaje asÃ, demasiado “fácil†– Si me matáis, estaréis demostrando que todo lo que decÃs es mentira.
Ella miró a Javi, bueno, al Javi del microverso. Sin mediar una palabra se lo dijeron todo. Era verdad (aquel era un recurso que también habÃa utilizado más de una vez). No podÃan matarle. En el fondo tampoco era culpa suya. Él sólo contaba la vida de unos personajes que no existÃan. No podÃa imaginar que pudiesen llegar a tener sentimientos reales.
– Está visto que aquà tengo que hacerlo yo todo – Deux Ex cogió la pistola – Pero bueno, a todo se acostumbra uno.
– ¿Y por qué no se te aplica el razonamiento de antes a ti?
– Porque yo no soy un personaje “normalâ€. Yo soy el recurso que utilizas y desprecias. La justificación que das para que las cosas sucedan. Soy el barniz que une tus historias y que luego ignoras mientras te dedicas a pisotearlo como si no estuviese por ahÃ. Soy lo único que podrÃa salvar ahora tu triste vida de mierda. Pero no me da la gana.
Disparó a Javi a la cabeza, matándolo en el acto.
Si el noventa y cinco habÃa sido un año descubrimientos, el año siguiente serÃa el que darÃa comienzo a las “Crisis de las versiones infinitasâ€
Cuando estabas tan a gusto con un programa con el que, más o menos, te defendÃas, te sacaban una versión nueva. O un programa que hacÃa lo mismo “pero mejorâ€. Cuando ya habÃas “estabilizado†tu parque de programas, salÃa un procesador nuevo. O una tarjeta de sonido mejor. O un cacharro que dibujaba montones de triángulos pequeñitos.
Siempre habÃa algún “O†rondando por ahÃ. Tentándote con sus cantos de sirena y pujando por hacerse con tus ahorros (bueno, esto último podrÃamos considerarlo un eufemismo, porque nadie podrÃa permitirse el pagar lo que costaban el noventa por ciento de los programas que utilizaba)
En mi caso, el estándar era: Cuatro ocho seis con Ventanitas noventa y cinco (aquà no habÃa mucho entre lo que elegir… porque no tenÃa ni idea de lo que era Linux y los Mac se escapaban del presupuesto) Word siete (y sus catorce discos) Photoshop tres (el cuatro ya estaba en el mercado, pero no habÃa llegado hasta mis dominios) Corel Draw cinco, QuarkXpress tres punto tres, Pagemill uno, Netscape navigator cuatro, Eudora (no recuerdo que versión) y Campaign cartographer uno punto dos.
Como podéis ver, todo muy apañado.
Pero claro, las compañÃas tenÃan que comer y, con el reciente advenimiento de internet a nivel “públicoâ€, la información volaba a una velocidad de vértigo. Vale, aún no nos podÃamos descargar las cosas alegremente (la velocidad no daba para mucho y el espacio web del que se disponÃa tampoco era como para tirar cohetes) pero sabÃamos enseguida a lo que podÃamos aspirar.
El año anterior apenas sabÃa que era el correo electrónico, los “gifsâ€, los “jpegsâ€, el html o el IRC (los palabros me sonaban de los amigos universitarios, pero no los habÃa “catadoâ€) y en menos de un parpadeo ya estaban integradas en mi vida como si siempre hubiesen estado ahÃ.
El ordenador de la tienda evolucionarÃa a un pentium doscientos adquirido en el Centro del Mal aunque, junto a él, vendrÃa también un visitante no deseado: Un virus. Al fabricante del ratón se le habÃa colado, y todos sus dispositivos habÃan salido con el disco del controlador infectado (parece que el apodo de Centro Mail no iba muy desencaminado)
Aprovechando mi “mejorÃa técnica†y tratando de alimentar los primeros pasos que estaba dando en el diseño web, empezarÃa a comprarme un curso que habÃa visto en uno de los quioscos que me pillaban al lado del trabajo; el “ Curso IBM de Animación diseño gráfico y multimediaâ€
En un principio, la cosa prometÃa (y el anuncio de la tele, como no podÃa ser de otra manera, te mostraba una serie de cosas que te hacÃan decir “Yo quiero ser capaz de hacer esoâ€) pero las promesas, al final, no se cumplÃan.
Con cada uno de los cincuenta ejemplares que componÃan el curso, venÃa un disco (lo que tendrÃa que haberme hecho sospechar, ya que los Cds eran ya algo común) con una pequeña parte de uno de los programas que nos enseñaban a utilizar.
¡Mola! te decÃas. Además te regalan programas y ¡también te regalaban el sistema operativo!.
Pero la cosa no era tan bonita. Aquel curso estaba compuesto por otros dos que habÃan publicado vete tú a saber cuanto tiempo antes. Uno de diseño gráfico y otro de programación de C++.
Los programas estaban desfasadÃsimos (y el sistema operativo era un Windows tres uno) y trabajar con los disquetes era un dolor.
Al final, el curso sólo me sirvió para descubrir un nuevo programa (una alternativa legal y asequible al Photoshop) que serÃa el Picture publisher (y cuyo CD con una versión “liteâ€, aunque bastante posterior a la que venÃa en el curso, encontrarÃa por unas dos mil pesetas en el mismo quiosco)
Gracias a él, y a la versión shareware del Paint Shop Pro, desterrarÃa por una temporada a la criatura de Adobe de mi equipo.
De todas formas, a aquel año aún le quedaban muchas cosas por depararme pero, como ya es tradición, dejaré eso para la siguiente entrada.
La historia de Shadow World, como casi todas, empieza hace la tira de tiempo. Para ser más exactos, (y, excluyendo el tiempo geológico) unos doscientos mil años.
Pero, al contrario que otros mundos de fantasÃa, la de Kulthea es una historia “orgánicaâ€, vamos, que el mundo ha ido evolucionando junto, gracias a y al mismo que una serie de personajes que aún están por ahà haciendo de él un lugar (citando la maldición china) “interesanteâ€
La historia “oficial†que registrasen los Loremaster habla de “Los señores de la Aesenciaâ€. Unos seres cuya forma originaria se cree que fue humana, pero lograrÃan trascenderÃa para convertirse casi en dioses (y, de paso, casi destruir el mundo)
Pero la historia “real†(por suerte para el mundo) empezarÃa un poco antes de su ascensión. Más concretamente, setenta mil años antes, con la llegada de los Señores de Orhan.
¿Que quienes eran estos tÃos?
Pues los dioses de Kulthea.
Oh, cielos, que originales. Jamás lo habrÃa esperado. La historia empieza con la llegada de los dioses. Que rompedor era Terry Amthor.
Pues no. Listos, más que listos. La cosa es un poco distinta (tampoco es que sea un prodigio de originalidad, pero tiene un toque space-opera que me gusta mucho, aunque luego no le acaben de sacar todo el jugo)
Los señores de Orhan serÃan una raza de viajeros dimensionales incorpóreos que llegarÃan hasta Kulthea a través de una grieta en el espacio tiempo. Casualidades de la vida, su universo se habÃa ido al carajo y un cataclismo de proporciones cósmicas habÃa creado la ruptura en la estructura (que no fábrica) del espacio tiempo que les permitirÃa llegar hasta esta dimensión.
Una vez aquÃ, tratarÃan de cerrar la grieta desde “este ladoâ€, pero les resultarÃa imposible sellarla de manera completa.
También descubrirÃan que no podÃan irse demasiado lejos del lugar en el que se habÃa creado la brecha, ya que sólo la situación única de aquel lugar, vinculado de alguna manera especial a su hogar, les permitÃa preservar su energÃa vital.
Ya que no podÃan irse de viaje, cogieron una de las lunas de Kulthea (la luna de Orhan) y se establecieron allÃ, ocultándose de la mirada de los habitantes del planeta mediante ilusiones para no interferir en la evolución natural de las razas que pululaban por ahÃ.
Pero no son estos tÃos de los que os querÃa hablar.
Los que (para mi) hacen interesante Shadow World son los K’ta’viiri.
¿Que quienes son estos tipos?
Los señores de la Aesencia.
¿Que para que os hablo entonces lo de los señores de Orhan, e interrumpo lo os contando de ellos?
Tranquilos, enseguida lo veréis.
Al mismo tiempo (que para algo el cataclismo era de niveles cósmicos) un pequeño agujero negro se genera en otro universo y atraviesa de lado a lado Kulthea provocando los clásicos terremotos, erupciones volcánicas y crecimiento de un pilar de varias millas de alto en la isla de Thuul.
Después de treinta milenios sin pasar nada reseñable, (sÃ, desde otro espacio-tiempo) llegarÃan los Antiguos (también llamados Destructores) y se montarÃan su chiringuito en el sur oeste de Emer.
Otro par de decenas de milenios más adelante, los Altha descubrirÃan el fuego (¡Aleluya!) y los Antiguos se podrÃan a hibernar.
¿Que quienes son los Altha?
Pues los K’ta’viiri.
¿Pero esos no eran los señores de la Aesencia?
SÃ. También. Que no me dejáis terminar las cosas. Ahora empiezo con su historia.
Diez mil años después de descubrir el fuego, los altheanos desarrollan la tecnologÃa que les permite conquistar las estrellas (supongo que, entre medias también pasarÃan más cosas, pero serÃan nimiedades intrascendentes)
Cuatro mil años después de esto, el cometa Sa’Kain pasa por primera vez cerca de Kulthea, abriendo un poco la brecha que habÃa traÃdo a los señores de Orhan, irradiando este sistema con grandes cantidades de una energÃa que, un milenio más tarde (cuando fuese descubierta por los cientÃficos altheanos) serÃa denominada como “Aesenciaâ€
¿Veis como ya van llegando la cosa hasta su lugar?
Pues bien. Pese a que, en un principio, no sabÃan como manejar esa energÃa, con el tiempo (la genética y otro tipo de ayudas) se descubrió que los K’ta’viiri (que no se sabe si eran una familia o clan altheano, o una sub-especie distinta) demostraron tener una aptitud para manejarla.
Gracias a la Aesencia, los altheanos comenzarÃan a evolucionar y los K’ta’viiri se convertirÃan en la “clase alta†de su sociedad. CrearÃan portales a otros lugares (en esta y otras dimensiones) y conquistarÃan aún más estrellas.
Y, como no podÃa ser menos, como todo buen imperio galáctico que se precie, empezarÃan a juguetear con la genética (y las especies de otros mundos que iban conquistando)
Retomando los clásico, se volverÃan (más ambiciosos), sádicos y corruptos, mientras trataban de a “importar†Aesencia desde otros lugares (con desastrosos resultados) para terminar con la no menos clásica revuelta, tras las ascensión al trono de la emperatriz Kadaena.
Uno de sus primos, el Señor Utha, liderarÃa la rebelión (que durarÃa unos doscientos cincuenta años, ahà es nada) que casi acabarÃa con el planeta (otros mundos no tendrÃan tanta suerte, para eso eran una peña que tenÃan un poder casi divino)
Temiéndose lo que se acercaba, los Señores de Orhan, que no tenÃan ganas de gresca, se dedicarÃan a llevar hasta su luna a miembros de cada especie del mundo por si luego no quedaba nada que salvar.
Al final, Utha decapitarÃa a Kadaena con un arma llamada “Soulswordâ€, y sus seguidores acabarÃan con los K’ta’viiri. Pero la cosa no terminarÃa ahÃ, ya que las fuerzas que habÃan desencadenado destrozarÃan varios de los portales que habÃan creado, permitiendo el acceso hasta su dimensión de todo tipo de demonios del vacÃo.
Para acabar con ellos, crearÃa dos artefactos llamados “Los ojos de Utha†que aislarÃan el mundo de las criaturas que surgieron de los portales.
Se dice (y es cierto) que, tanto algunos de los K’ta’viiri, como diversos seguidores de Utha se criogenizarÃan para sobrevivir a aquella época de destrucción.
AlegrÃa. Fiesta. Cachondeo cósmico. Sólo tendrÃa que pasar un interregno de cien milenios para que la cosa comenzase a resurgir.
Pero eso ya os lo contaré en la siguiente entrada.
DÃa: El último.
Hora: H menos uno.
Lugar: Mundo “realâ€
– ¿Pero tú te escuchas al hablar? – ya conocÃa la respuesta a aquella pregunta pero, no por obvia dejaba de ser pertinente – O, al menos ¿Lo piensas antes de soltarlo. Por favor. Dime que la respuesta es “No†(a cualquiera de las dos preguntas, o ambas)
– ¿De qué tenéis miedo?
– A ver. Miedo no es la palabra. La palabra es “No somos asesinos†(al menos yo) y ya sé que son tres palabras, asà que no me corrijas para hacerte el gracioso.
– Vosotros sois lo que él quiere que seáis.
– Vale. Pues ahora “él†no quiere que seamos asesinos – Javi miró a su alrededor para ver si habÃa consenso. Tipo Listo no decÃa nada, pero se le veÃa pensativo. Tipo Duro, simplemente permanecÃa estoico entre sus vendajes – Y me parece la mar de bien.
– ¿Y ya está? – pero Deux Ex no parecÃa desistir – ¿Él dicta vuestros actos y os quedáis tan anchos?
– Es que es bueno el condenado. Tan bueno… que hasta creemos que somos nosotros quienes tomamos nuestras propias decisiones.
– Pero sabéis que no es cierto. Bueno, al menos desde hace un rato.
– Saber… lo que se dice saber. Hay algo en nuestro interior que nos dice que aquà falla algo. Pero puede ser el hambre, o una laguna argumental.
– Entonces, preferÃs el auto engaño.
– Puedes llamarlo asÃ. Nosotros lo llamamos “Lo que diga el jefe†Si no tenemos voluntad propia, mucho menos vamos a tener ansias de rebeldÃa.
– Me estáis diciendo que no vais a hacer nada.
– No, te digo que vamos a ir a salvar a la chica y santas pascuas.
– Pero aquà él no os controla.
– Eres tú el que no lo pilla. Aquà no somos conscientes de que nos controla, pero ya nos ha pasado otras veces.
– ¿Y si ahora os encontraseis a su mismo nivel? ¿Si realmente ya no hubiese “autorâ€?
– Pues harÃamos nuestra vida, sin más. ¿Para que vamos a buscar a alguien que no existe?
– Estás haciendo todo lo que puedes para no entenderme, pero no te va a servir. Vas a tener que abrir los ojos y admitir que esta vez todo es distinto.
– Cada vez es distinto. Sino serÃa muy aburrido.
– No os dais cuenta de que esta es vuestra oportunidad de resarciros.
– ¿De quien?
– No lo marees más.
– Vamos a ver si lo pillas. Si soy un personaje de ficción, lo que haga o diga no cuenta ergo, carezco de voluntad o independencia. Si soy un personaje real (y digo real, sin comillas) no tiene sentido que busque entelequias todopoderosas, llámalo Dios, Crom o “autor†Me dedicaré a hacer lo que considere mejor o correcto.
Que un tÃo venga a decirme que tengo que vengarme por unas supuestas afrentas divinas puede sonar raro, pero vivimos en un mundo muy extraño y hay sitio para eso y más.
– Que convenientes son esas pérdidas de memoria selectivas.
– ¿Perdona?
– Que hace unos momentos llovieran áliens acorazados, es algo que cabe en ese mundo “extraño†en el que vives.
– Vale, igual eso se sale un poco de la escala.
– ¿Y eso que te indica?
– ¿Una notable falta de imaginación?
– Aparte de eso.
– Pues puede indicar que no estamos en el mundo real, y que tu tesis se cae por los cuatro costados.
– ¿Y si el autor pudiese hacer “reales†sus ideas…
– Pues se lo podrÃa currar un poco más
– No me has dejado terminar.
– Sigue, hombre, sigue. No te cortes.
– ¿Y si el autor pudiese hacer “reales†sus ideas de manera inconsciente? ¿Y si no supiese que es capaz de hacerlo pero sus deseos se fuesen haciendo realidad de una manera, digamos, “sutilâ€?
– ¿Como una lluvia de extraterrestres?
– Vale, olvida lo de “sutilâ€.
– Pues vivirÃamos en un mundo de lo más anárquico. Dependiendo del tipo de persona de la que estemos hablando, el mundo podrÃa acabarse mañana, o ser un coñazo eterno.
– Dime que mi tesis no va ganando fuerza.
– Bueno, podrÃamos catalogarla como esquizofrenia paranoide con leves toques de lucidez y coherencia.
– ¿Donde estabas ayer?
– ¿A que hora?
– A cualquier hora. Es…
– Irrelevante.
– ¿Por qué has dicho eso?
– No sé. Un deja vu.
– Da igual. Responde.
–
– No lo recuerda, ¿verdad?
– No. lo malo es que me estoy acordando.
– ¿Y que ves?
– Estoy en la cabeza de otro tipo diciéndole que es un personaje de ficción.
– Ahora mira a tus dos colegas una vez más, y dime otra vez que estoy como una regadera.
– Que tengas razón no implica, necesariamente, que no estés como una regadera.
– Avanza un poco más. Más o menos hasta que llegas a una especie de limbo y charlas con una voz que se dedica a tocarte las narices y cambiar tu papel en esta historia.
– Hecho.
– ¿Que vas a hacer al respecto?
– Pues me cagaré un rato en sus muertos y seguiré con mi vida (si es que la tengo)
– ¿Después de todo lo que os ha hecho?
– Chico, que tampoco ha sido tan grave. Me ha vacilado y se ha llevado a la chica, pero tampoco es cuestión de matarlo por eso. Además, tú mismo has dicho que no es consciente de ello.
– No os estoy hablando de esta vida y esta historia. Os hablo de todas las historias en las que os ha puteado antes. Todos esos personajes de los que habéis formado parte y a los que ha destrozado sin miramientos.
– ¿Todos esos personajes cuyo recuerdo se va desvaneciendo poquito a poco de nuestras memorias?
– Si es por eso, la solución no podÃa ser más fácil.
Tratar de imaginaros morir unos cuantos cientos de miles de veces.
Vale, sumar a eso que, antes de morir, lo perdéis todo.
No, no hablo de dinero o posesiones. Hablo de todas aquellas personas a las que queréis mueren de la manera más dolorosa (y melodramática).
Imaginad que, un tiempo antes de morir hicisteis algo terrible (a la par que increÃblemente estúpido) Algo que no sois capaces de comprender por qué o cómo fuisteis capaces de hacerlo. Algo que se escapó completamente de vuestro control y cuyas consecuencias os torturaron durante años (cuando no siglos)
Todo aquello por lo que vivÃais ya no existe y lo peor es que ha sido culpa vuestra. La casualidad no ha tenido nada que ver. Tampoco la mala suerte. Ha sido culpa vuestra pero, por mucho que luchaseis. Por mucho que vuestra cabeza dijese “NO†no habéis podido hacer nada por evitarlo.
¿Podéis imaginároslo?
Supongo que no. Vale, lo tratar de haceros a la idea, pero nunca llegaréis a “saber†ni “sentir†lo que pasa ahora mismo por el interior de nuestros tres personajes.
Imaginad que, en un primer plano, por delante de todo lo que sois, imponiéndose sobre vuestros principios, aplastando todo aquello en lo que creéis, aparece el rostro del culpable de todo ese dolor.
Y no, amigos, no se trata de auto indulgencia. No os estáis creando alguien a quien odiar para no odiaros a vosotros mismos. No es un espejismo a quien culpar de vuestros errores.
Es él. Es “realâ€, y podéis hacer algo al respecto.
Estáis cabreados. Muy cabreados, pero os sentÃs imposiblemente lúcidos.
¿Que harÃais?
¿No lo sabéis?
Yo puedo hacerme una ligera idea.
– ¿Donde está? – Ellos tienen algo más que una ligera idea.
La red que se iba tejiendo a mi alrededor cada vez era más tupida y complicada de sortear. TendrÃa que haberme comprado el coleccionable aquel de Comandos. Porque el enemigo me estaba rodeando, y me parecÃa que no iba a ser capaz de sobrevivir.
Por un flanco se encontraba el ventanitas noventa y cinco. Estaba ahÃ, como el lado oscuro. Atrayéndome. Tratando de seducirme con sus resoluciones de pantalla superiores a seiscientos cuarenta por cuatrocientos ochenta (en el tres once también se podÃa, pero rara era la ocasión en la que funcionaba un driver a una resolución no nativa del sistema) y sus controladores para aparatos no soportados por la anterior versión (aparatos que, casualmente, vendÃamos)
Por el otro, Internet. Bueno, por aquel lado estaba más o menos atrincherado y tampoco me causaba demasiados problemas (llámadlo tentaciones, si preferÃs) ya que no tenÃamos conexión propia y, caso de tener una, iba a salir por un pastón en llamadas a Madrid o Barna.
Pero el tiempo pasaba y antes de fin de año los dos habrÃan acabado asentándose en mi entorno. Al final, como no podÃa ser de otra manera, acabarÃa cayendo en las garras de ambos depredadores.
Primero vendrÃa el cambio de sistema, no antes de que mi ordenador resucitase (previa defunción, obviamente)
En realidad, la pieza en perecer no serÃa el ordenador en sÃ, sino el disco duro. Un giga de información a paseo (o eso me temÃa). Por fortuna, ahà estaba el amigo G al rescate de nuevo con un disco del mismo modelo (que tenÃa por el centro del mal). Cambiar controladora de disco y problema solucionado.
Ese serÃa también el momento en el que me enterarÃa que nos habÃan tangado colándonos un cuatro ocho seis a setenta y cinco en lugar de un pentium. Dos problemas solucionados: El ordenador, y el no pillarle nada más a aquel tipo.
Una vez salvado este pequeño escollo tocaba instalar el sistema. Tras una ardua labor (cerca de tres horas después de dedicarnos a mirar como mi fantabuloso CD por uno copiaba con parsimonia todos y cada uno de los archivos, dándonos tiempo a leer el nombre de cada uno de ellos mientras iban subiendo por la pantalla) ya estaba “actualizadoâ€
En aquel momento tocada configurar la tarjeta de sonido y la controladora del escáner que, al no ser “pincha y juega†en sistema se empeñaba en darles las direcciones que le daba la gana y ellas, como no estaban allÃ, pues como que no respondÃan.
Aún después de ponerlas manualmente, tampoco os creáis que le hacÃan mucho caso. Llegó a darse el caso de escanear (y hacer OCR) de un libro para el trabajo de la universidad de una amiga, y tener que reiniciar el ordenador con cada par de páginas escaneadas porque si no no habÃa manera.
Grandes avances, sà señor (pero no iba a reinstalar el sistema viejo, escanear el libro, y pegarme luego otras tres-cuatro horas para dejar el sistema como estaba.
Ya que estábamos, y para dar uso a aquel entorno de “alta tecnologÃa†que me habÃa montado (y que el ordenador de casa era algo más potente) me comprarÃa también un juego nuevo al que, como de costumbre, no dedicarÃa más de unos minutos: Dragon Lore (que tampoco era tan nuevo, no tan “altotecnológicoâ€, ya que tenÃa un añito y también funcionaba bajo DOS, pero bueno…)
Lo ponÃan por las nubes: Uno de los primeros juegos de rol, en ofrecer un entorno realista, decÃan. Impresionantes 3D. Y bueno, para la época no estaba tan mal. Bastante mejor que el Alone in the dark, pero habÃa visto demos en al Amiga bastantes años antes que no tenÃan nada que envidiarle.
No eran listos ni nada estos “jodios†de la publicidá.
Vale, fase uno solucionada. Ahora tocada la número dos.
Por suerte (o desgracia) llegarÃan tres nuevos aliados a mi vida: La primera de ellas, dos modems, uno para casa y otro para el trabajo. Después de la gratificante experiencia con la “autodetección†de windows, ambos dos externos.
La segunda INFOVIA, que era un poco churro, pero que al menos pagabas siempre llamada local. AsÃ, de regalo, y aprovechando que el Pisuerga para por Valladolid, me saqué mi primera cuenta de correo y espacio web en (la difunta y que en paz descanse) Geocities.
Acto seguido, tras unas rápidas lecciones de html, revisar programas como el HotDog Pro, HotMetal y demás aplicaciones “super pro de la muerteâ€, me quedarÃa con el una demo del Pagemill de Adobe, que era un editor visual, y asà no tenÃa que comerme la cabeza con el código, para hacer la primera versión de la página de Daegon: http://www.geocities.com/Area51/Corridor/6689/
(Podéis pinchar el enlace si queréis, pero sólo llegaréis al vacÃo cósmico)
Lo que es la vida. Con el cariño que le tenÃa yo a aquella cuenta, y ahora (desde que mutó en una de Yahoo) sólo la utilizo para redireccionar ahà el spam.
Hay que ver. Como pasa el tiempo, y que poco respeto mostramos a los clásicos.
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