Palabras desde otro mundo

13/05/2009

Macroverso VI

Filed under: — Javier Albizu @ 15:02

Día: Entre uno y el siguiente.
Hora: Tarde (muy tarde)
Lugar: Mundo “real”

Javi trataba de dormir. No sabía cuanto tiempo tenía antes de que llegase Sandra pero, entre la curda que parecía llevar encima, y que nunca había estado en su casa, estaba convencido de aún le quedaría un rato largo.
Aún así, por si acaso, no se atrevía a dormir profundamente.
– Como si dormir profundamente fuese una elección – sonrió resignado mientras se decía esto mentalmente – Trataremos de dormir sin más.

Se imaginó a sí mismo flotando en la posición del loto, en el centro de una esfera infinita en la que sólo existían él y el color blanco. La esfera se expandía con cada uno de sus latidos. Más allá de ella se encontraban los pensamientos conscientes que no le dejaban dormir.
Bueno, también les acompañaba el insistente pitido que aparecía cuando todo lo demás se había silenciado.
Las disquisiciones sobre la posibilidad de que algo fuese esférico (o de cualquier otra forma, ya fuese, o no, geométrica) a la par que infinito las dejaría para las charlas con sus colegas de ciencias.
Vale, de acuerdo, el que algo infinito se expandiese también era un contrasentido en su mismo, por mucho que matemáticamente fuese posible. Pero aquello era otro de los pensamientos conscientes que tenía que estar más allá de la esfera blanca (que, pese a ser infinita y estar en expansión, no impedía que el ruido de las ideas llegase hasta él)
Aunque, claro. Si veía que era blanca, también debía haber por ahí un punto de luz para iluminarla. Pero él se imaginaba con los ojos cerrados, así que tampoco tenía que ser capaz de percibir aquello.
Trató de mandar a paseo aquellas disquisiciones chorras, pero las muy condenadas se empeñaban en rebotar por los limites de la esfera infinita, incordiándole una y otra vez. Parecía que aquel plan no funcionaba… otra vez.
Su universo infinito-pero-menos pasó, sin previo aviso, de tres a dos dimensiones. La esfera se transformó en un círculo y él parecía un dibujo plano sacado de la viñeta de algún cómic.
Ya no se hacían los infinitos como antes.
El tamaño de la circunferencia se reducía por momentos, perdiendo su forma, comprimida por la presión de las ideas que la rodeaban. Mientras tanto, Javi extendía los brazos tratando de impedir el acabar aplastado por aquel, a todas luces, ineficaz campo protector.
– A la mierda – abrió los ojos y miró al despertador. No había pasado ni un minuto desde que los había cerrado.

Se levantó y, tras ponerse la bata, se dirigió al salón. Encendió la tele y el portátil. Hizo zapping hasta encontrar en alguno de los canales algo que no fuese la tele tienda; La reposición de una peli de acción de los ochenta. Había cosas peores.
Abrió los documentos que tenía con textos a medio escribir, y revisó el programa de mensajería. No había nadie conectado.
Se sentó con los pies cruzados sobre el sofá y pilló una consola portátil, en la que se puso a jugar al Tetris.
– Tantas cosas por hacer, y tan pocas ganas de hacerlas – se recriminó mientras las figuras se le acumulaban en la pantalla.

Estaba nervioso y no sabía el porqué. Bueno, sí que lo sabía pero aquella era una reacción que no tenía el más mínimo sentido. Al menos no la tenía analizándola fríamente.
Como no podía ser de otra manera, aquella sensación provocó una nueva andanada de preguntas y soliloquios mentales. Ya podía tener las cosas todo lo claras que quisiese, su cabeza no iba a dejar de darle la paliza por eso.
Se imaginó a sí mismo saltando desde algún punto indeterminado de la pared, y zambulléndose en su cerebro. Buceando entre sus neuronas llegaba hasta una habitación donde había muchos “yoes” sentados formando una circunferencia abierta, hablando entre ellos. En cuando entró en la sala, se hizo el silencio. En el centro había una silla vacía reservada para él. Se adentro en el círculo sintiendo como la mirada de todos aquellos seres le seguían con impaciencia en su camino. En cuanto tomo asiento, todos volvieron a hablar al mismo tiempo, pero ya no entre ellos, sino directamente a él.
Javi trataba de establecer un cierto orden en aquella cacofonía, pero no le hacían ni caso. Después de este primer fracaso, trató de filtrar las voces, pero todas eran la suya.
Tomó aire mentalmente y se levantó dispuesto a irse. Por fin logró que se hiciese el silencio.
– Vamos a ver – le dijo una de sus voces – ¿A que viene tanto alboroto? – esa debía de ser su parte lógica.
– Va a venir una chica – el comentario era demasiado genérico como para dilucidad de que parte de si mismo le estaba hablando.
– Eso no deja de ser una suposición – vale, aquella era su parte puntillosa, aunque también podía ser la tocapelotas o la pesimista.
– Asumamos que lo que nos han dicho es cierto – la lógica volvía al ataque – Continua sin tener sentido este jaleo.
– Los datos de los que disponemos nos indican que ha cortado con su novio – aquello era demasiado aventurado para atribuírselo a la lógica, podía tratarse de la segunda voz que había hablado.
– Eso es una suposición – la lógica contraatacaba. Parecía que estaba logrando imponerse. Aquello era bueno – Carecemos de la información suficiente como para afirmar tal cosa.
– ¿Alguien sabe si tiene novio? – ¿Cotilla o Desesperado?
– Eso es irrelevante – muy bien, se dijo. Dales duro, Lógico – No estamos interesados en ella.
– ¿Seguro? – aquella pregunta no le gustaba, su parte conformista entraba en juego.
– Mientras no cambien las cosas, sí – la respuesta era demasiado críptica como para ser Lógico. Alguien más entraba en juego.
– Las cosas son así, especular es fútil – como le gustaba escuchar aquella voz.
– Vale ¿Puede estar ella interesada en nosotros? – aquello tenía que ser broma, pero no, eran Desesperado y Peliculero hablando al unísono.
РContin̼a siendo irrelevante.
– Va a venir a nuestra casa – no, previsor, cuando ya casi estaba solucionado – Hay que tratar de preveer todas sus posibles motivaciones y pensar en las nuestra reacción a cada una de ellas.
– Y las razones que motivarían esas reacciones – llevaba por ahí desde el principio, pero a Analítico le había costado comenzar a hablar aunque, pero no estaba sólo, detrás de aquellas palabras también andaba Inseguro.
De reojo Javi vio a Desesperado preparándose para atacar.
– Es posible que ella quiera “vengarse” de lo que le hayan hecho con nosotros – Peliculero se le adelantó, pero tampoco le ayudaba demasiado.
– Lógico, como vuelvas a decir “irrelevante” te arreo – ahí estaba Desesperado.
– Pues arréame, pero no tenéis ninguna razón real para dedicaros a dar tantas vueltas – ahí, ahí, Lógico, con un par – Os estáis dedicando a marear la perdiz y fantasear.
– Vale, son unos bocas, pero tú estas negándote a aceptar que tienen parte de razón – y dale, estaba tan cerca, pero no, Analítico tenía que abrir la boca otra vez – Podría tratarse de una oportunidad para encontrar, por fin, una pareja – No, espera, era Conformista tratando de utilizar psicología inversa.
– Datos concretos: – Lógico volvía a la carga – Nos ha llamado una compañera de trabajo, para pedirnos ayuda. Hemos aceptado ayudarla, así que le ayudaremos. Más allá de eso, el resto es especulación.
– Pero…
– Ni pero ni leches – vaya, por fin Correcto se había decidido a aparecer – Como cualquiera de vosotros trate de aprovecharse del estado en el que aparezca esa chica, os las veréis conmigo y, Javi, ya sabes lo pelma que me puedo poner.
– Dejar de montaros películas – y Romántico le iba a la zaga – Cuando surja la cosa, sea con quien sea, será de una manera natural y espontánea. Entonces dará igual todo lo que digáis. Yo hablaré, y asumiré el mando.
– Espero que no sea como la otra vez – pensó Javi para sus, aún más, adentros.
– Eso no te lo crees ni tú – Conformista volvía a la carga – Estoy hasta el gorro de tu tiranía. No asumirás el control de facto, pero siempre estas tocando las narices.
– ¿De verdad? – Romántico parecía realmente cabreado – Estoy hasta las narices de Desesperado y de ti. Siempre tratando de buscar cualquier resquicio para debilitar la voluntad de Javi y hacer lo que os venga en gana.
– Eso es lo que quieres, ¿no? – y Desesperado se sumaba al ataque, otra vez – Que acabemos solos. Al menos nosotros tratamos de hacer algo para solucionarlo.
– Si, quejaros y no dejarnos tranquilos a los demás – parecía que aquel comentario había molestado a Correcto – ¿Qué más habéis hecho?
– ¡Ya basta! – a ver si esta vez Lógico zanjaba el asunto – Sabemos o, podemos asumir con un alto grado de certeza y, a partir de los datos de los que disponemos, que esa relación no funcionaría.
Por unos segundos el silencio se apoderó de la sala de nuevo. Unos escasos segundos de paz interrumpidos por el sonido del timbre.
La consciencia de Javi emergió de nuevo para asumir el control de su cuerpo. En aquel momento sus preocupaciones e inseguridades aprovecharon para bajar al estomago y alimentar al alien que trataba de abrirse camino hacia el exterior. Se limitó a abrir la puerta del portal sin preguntar, y se quedó esperando la llegada del ascensor.
– ¿Por qué cojones estoy tan nervioso?
Sabía cual era la respuesta a aquella pregunta. En el remoto caso de que alguna de las voces de su cabeza que trataba de desoír tuviese razón ¿Seria capaz de hacer lo que consideraba correcto, si ella daba un paso hacia donde no debía?
Se decía sí mismo que sí, pero nunca le habían puesto en aquella hipotética situación. Al darse cuenta de lo peregrino de aquella preocupación y lo improbable de aquella reacción, no pudo evitar el sentirse un tanto estúpido, pero el Alien continuaba su desgaste del estómago
– ¿Por qué me tengo que angustiar con estas chorradas?
El ascensor abrió sus puertas, y de él emergió una criatura Sandra. El pedo parecía que, prácticamente, había desaparecido, porque su rostro, sobre todo, mostraba odio.
– Hola – saludó Javi.
– Hola – el rostro de Sandra, repentinamente se iluminó mientras su expresión cambiaba hacía las facciones que él recordaba – Perdona este follón.
– Tranquila – Javi hizo un gesto caballeroso con la mano y se inclinó invitándola a entrar – Tú pasa y descansa.
– Gracias – Sandra se abrazó a su cuello y, tras unos segundos, le dio un beso en la mejilla. Javi fue incapaz de conseguir que su cuerpo respondiese.
– ¿Quieres pasar, sentarte y charlar un rato? – logró decir al rato.
– Casi mejor me voy a echar directamente. Ahora sólo estoy como para gritar.
Javi la acompañó hasta la habitación de invitados tratando de que no diese demasiados tumbos. De repente parecía frágil y desorientada. A punto de echarse a llorar de rabia.
– ¿Puedo abusar un poco más de ti?
– Prueba.
– Me puedes dejar algo para dormir. Mi ropa, ahora mismo, apesta un poco a cualquier cosa.
– Tienes una camiseta sobre la cama.
– Gracias. Hasta mañana – dijo mientras cerraba la puerta.
– Hasta mañana – dijo él con una exhalación, mientras se dirigía meditabundo hacia su habitación.