El lugar justo antes del más allá
En los lÃmites del universo. En el umbral que separa la entropÃa de la existencia, moran ellos. Su hogar se encuentra más allá de la vida, donde los conceptos pierden su forma y los axiomas su validez. Pocos son los que saben de su tarea y menos aún los que alguna vez han establecido contacto o comunicado con ellos, pues son criaturas atemporales, constructos exadimensionales incomprensibles para las mentes mortales que han nacido y moran bajo su creación.
Su oscura labor es, en si misma, una contradicción y un sinsentido para nuestras percepciones constreñidas por el paradigma de los cinco sentidos.
Ellos son los creadores de conceptos, los diseñadores de universos, los maquetadores de realidades, los funcionarios cosmogónicos.
Ellos trabajan en:
LA FÃBRICA DEL ESPACIO-TIEMPO
Y, por primera vez en la historia, tenemos grabaciones exclusivas sobre sus actividades (bueno, en realidad no son grabaciones, ya que no disponemos de dispositivos capaces de captar a los integrantes de la plantilla, pero hemos hecho una reconstrucción con actores que nos ha quedado la mar de mona)
Hora: Fuera de la corriente temporal
Lugar: Oficina de gestión de proyectos del sector 5. Sección de desarrollo de nuevas tecnologÃas.
– ¡GUTIERREZ! – todo en la expresión del jefe de proyecto GarcÃa parece indicar que no está contento. La verdad es que no esta nada contento – ¿Quiere hacer usted el favor de venir de una puñetera vez a mi oficina?
Más allá de la puerta se puede escuchar el sonido de unas pisadas aceleradas acercándose por el pasillo. Después, silencio y unos leves golpes en la puerta.
– ¿Señor? – Gutierrez esta sudando tras la puerta. El tampoco parece contento, pero su rostro, más que ira, muestra miedo.
– Adelante, adelante – pese a que Gutierrez no puede verle desde el otro lado, GarcÃa acompaña sus palabras con un ademán de su mano – ¡Que pase ya! ¡cojones! – parece que el jefe tiene prisa.
Mientras con una mano se seca el sudor de la frente, con la otra, Gutierrez sujeta montones de planos. Tras guardar el pañuelo, abre la puerta con timidez. No es muy grande, pero entre su andar cabizbajo y la enorme mesa de su jefe, casi parece un enano.
– ¿Puede explicarme esto? – sin dejar tiempo a su empleado a sentarse, el jefe golpea con un dedo inquisidor los planos que hay sobre su mesa.
– Son los planos para la ampliación de la sección vigésima del cuadrante treinta y dos del parsec ocho de la sección cinco.
– ¿De verdad cree que le estaba preguntado eso?
– No, señor, disculpe. Son los nervios.
– Pues deme una razón para que las obras sigan aún en el estado en el que se encuentran.
– Pues verá, señor… Es que no hay espacio – Gutierrez se encoje preparándose para la bronca.
– Vamos a ver ¿COMO COJONES QUE NO HAY ESPACIO? ¡NOSOTROS HACEMOS EL ESPACIO!… ¡Y EL TIEMPO!… y miniaturas, camisetas y otro montón de cosas que no vienen ahora al cuento… ¡SI NO QUIERE QUE LE SAQUE A HOSTIAS DE ESTA OFICINA SERA MEJOR QUE ME DE UNA EXPLICACION UN POCO MÃS SÓLIDA!
– Vera, es que no hay espacio… espacio fÃsico. Vamos, que otra gente ha ocupado el espacio que Ãbamos a ocupar nosotros. Que nos han colado un par de galaxias que no son de nuestro sector.
– ¿Y nadie se ha dado cuenta?
– Verá. Es que aparecieron asÃ, sin más. Al parecer las estaban llevando a su ubicación definitiva… alguien activo un agujero negro a donde no deberÃa… y la cosa es que acabaron consolidándose en nuestro sector.
– Serán – GarcÃa activa el intercomunicador – ¡QUE ALGUIEN ME TRAIGA AQUà AHORA MISMO A SATUR!
– Hemos tratado de arreglarlo, jefe, en serio – mientras tanto, Gutierrez continúa con sus explicaciones – pero es que esas galaxias no se parecen en nada a las que nos habÃan encargado. TendrÃamos que cargárnoslas del todo para continuar con las obras y se nos sale del presupuesto, porque iba a generar una cantidad de escombro que tampoco tenemos donde meter. Ahora estamos concentrando nuestro esfuerzos en tratar de “empujar†el resto del espacio para hacer hueco a nuestro proyecto, pero nos está costando un poco más de lo esperado.
– ¿Y no me lo podÃais haber dicho antes para poder comentárselo al cliente y tratar de ganar un poco de tiempo?
– Le mandamos un memorando por la mensajerÃa taquiónica, y recibimos la confirmación de que habÃa sido recibido. Aquà tengo el comprobante – Gutierrez ondea el mensaje como una banderola, pero sabe que aquello no le va a servir de mucho – ¿Lo ve? ¿Lo ve? Tengo el comprobante – su voz baja de volumen poco a poco, mientras se encoje de nuevo para recibir otra bronca.
– ¿Está usted tonto? ¿Una cagada de ese calibre y no hay una sola persona en el equipo capaz de decÃrmelo en persona? – mientras vocifera, GarcÃa revisa la mensajerÃa taquionica. Cuando encuentra el mensaje el color de su rostro cambia de rojo ira, a rojo-infierno-sobre-la-tierra – “Señor†– lee en voz alta, y fingida entonación nasal, mientras balanceando la cabeza de un lado a otro con gesto de burla y desdén – “Debido a problemas técnicos, el proyecto de ampliación de la sección vigésima del cuadrante treinta y dos del parsec ocho de la sección cinco, sufrirá un leve retrasoâ€
– Bueno… verá…
– ¿Tiene una explicación para esto?
– Pues… bueno… la verdad es que no… PeroelmensajeloescribióLópez – dice con voz apresurada, mientras con un dedo extendido apunta hacia algún lugar indeterminado fuera de la oficina.
– DÃgame que, al menos, han buscado alguna solución temporal – el tono calmado en la voz de GarcÃa contradice el tamaño que está adquiriendo la vena de su frente – Algo que pueda sugerir, o con lo que podamos engañar al cliente mientras arreglamos esto.
– SÃ, verá señor, aquà le traÃa los planes de contingencia que habÃamos desarrollado – Gutierrez despliega de manera desordenada los planos que hasta ahora mantenÃa apretados contra su cuerpo.
– ¿Se encuentra alguno de ellos en curso?
– Aún no. TodavÃa nos quedan algunos pequeños – Gutierrez acompaña esta palabra con un gesto de su mano – detalles por pulir, y querÃamos consultarlos con usted antes de ponerlos en practica.
– ¿Y a que estaban esperando para hacer las consultas?
– ¿Puedo serle sincero?
– Por favor.
– Nos estábamos rifando quien vendrÃa a proponérselos.
– ¿Son ideas de bombero?
– Bueno… aun están por perfilar y matizarse. Ya sabe como son estas cosas.
– Sabe que se esta jugando el puesto.
– En un principio, necesitábamos saber para que querÃa el cliente el espacio que habÃa comprado
– Al parecer, uno de sus usuarios, lanzó una sonda espacial hace unos cuantos siglos y va a alcanzar los lÃmites del sector. El quiere mantener ante sus usuarios la apariencia de un universo único e infinito, asà que necesita mantener el engaño, al menos unos cuantos siglos más.
– ¿No serÃa más sencillo meterle un buen pepinazo a la sonda? Los accidentes ocurren en el espacio.
– No.
– ¿Crear un bucle entre el comienzo y el fin del sector?
– Tampoco, contabilidad dijo que vendrÃa bien el lÃquido que nos darÃa la operación. Asà que la única opción viable ahora es la de formatear ese sector del espacio según las indicaciones que nos dio el cliente.
– Vale, pues ahora empiezan las ideas de bombero
– Enséñeme lo que tiene, a ver si podemos utilizar algo.
– La primera opción que habÃamos barajado era el insertar unos cuantos años en su lÃnea temporal. El problema es con que los llenamos, y como hacemos para que el cliente no se de cuenta.
– Mala opción. Los de producción y diseño están liados ahora mismo con el chandrÃo que montó el tipo aquel del sector doce, con la chapuza de tratar de alterar el pasado de sus usuarios. Ya sabes, todo ese jaleo de las guerras cósmicas.
– ¿Aún no lo han terminado de arreglar?
– No
– Pues si que debió liarla gorda.
– Más ideas.
– Esta me encanta, pero aún esta un poco verde. Incluye la utilización de segundos teraluminicos.
– Pero… ¿Eso no esta aún en versión alfa?
– SÃ. Ese corredor temporal aún esta en investigación, pero está dando muy buenos resultados. Además, hasta que nadie invente nada capaz de moverse a esa velocidad sin perder su cohesión, hay mucho tiempo.
– ¿Y que habÃa pensado?
– Verá. Metemos al cliente en el corredor teraluminico durante unos segundos. Lo que para él serÃa apenas un parpadeo, a nosotros nos darÃa unos cuantos cientos de años para poder hacer la obra.
– Hay un pequeño problema.
– Lo sé. Lo sé. No sabemos si el cliente podrÃa sobrevivir a la experiencia.
– Aparte de ese. Los usuarios del cliente habrÃan evolucionado todos esos años sin su supervisión, asà que él se darÃa cuenta del cambio. Es más. Muy posiblemente para cuando volviese ya se habrÃan olvidado de él, y no creo que le gustase. Por no mencionar como se pondrÃan los de contabilidad si les decimos que el pago de la obra se va a retrasar tanto tiempo. Bastante tienen con las amenazas de las fundiciones de Quarks de no producir si no hay pasta pronto, como para irles ahora con esas.
– Pues ya sólo nos queda una opción más entre las que estábamos barajando. Aunque es un poco cutre.
– ¿Más que estas?
– SÃ. Es bastante más convencional y nos va a salir por un pico. PodrÃamos construir sus galaxias en otro lado, y enlazarlas con un puente subespacial. Con el tiempo podrÃamos ir moviendo las estrellas poco a poco a sus ubicaciones definitivas.
– Eso es una locura. El beneficio se nos irÃa a paseo, y como al cliente se le ocurriese inspeccionar esa sección, se darÃa cuenta enseguida de la chapuza.
Se hace el silencio en la oficina, y al poco se comienzan a escuchar los rÃtmicos golpeteos del bolÃgrafo del señor GarcÃa sobre la mesa.
– ¿Se puede? – tras unos minutos, una voz les habla desde el otro lado de la puerta. Es Saturnino Pérez Pérez, responsable de la división de obras publicas y transporte.
– Pasa, Satur. Puede retirarse, Gutierrez. Ya volveremos a hablar – la voz del señor GarcÃa parece algo más calmada.
Mientras se cruzan en el umbral de la puerta, Satur y Gutierrez se saludan con un leve gesto de sus cabezas.
– Pues tú dirás – tras tomar asiento, Satur comienza a hablar – ¿A que viene tanta prisa por verme?
– Satur, tÃo ¿A que clase de gente me contratas, que andan soltando galaxias donde no deben?
– ¡Ah! Eso.
– Sà “Esoâ€
– No fue culpa suya. La culpa fue del generador de agujeros.
– Entonces ¿Fue un error técnico? ¿Le podemos pasar el marrón al fabricante?
– Se podrÃa intentar, pero va a estar complicado.
– Verás, el aparato es nuevo, y funciona bien. El problema es el manual. Estaba mal traducido. Alguien puso “fábrica†donde debÃa poner “estructura†y todo lo demás se fue al garete.
– Putos traductores. Lo bien que vivirÃamos de no ser por ellos.
– No te quejes. De no ser por los traductores, ni siquiera estarÃamos aquÃ.