Habíamos dejado a la humanidad tras el descubrimiento de las puertas de salto lamorri.
Una vez comprendido (parcialmente) su manejo, se produciría la diáspora y el advenimiento de una nueva fe.
Al atravesar las puertas de salto, algunos hombres entraban en contacto con antiguo universo, experimentando una pequeña fracción de nacimiento del nuevo. Alrededor de aquella experiencia iluminadora surgirían profetas que inundarían el futuro de cultos, explicaciones parciales, superchería y amagos de enaltecimiento espiritual.

Uno de los planetas que colonizados sería Jorune. La diferencia que tendía éste mundo con respecto al resto sería que, tras unos pocos viajes, la puerta se cerraría dejando a sus habitantes (humanos) sin noticias del hogar, y cortando todo vínculo con los progresos (y retrocesos) de sus congéneres.

Y así llegamos hasta el “presente” donde comenzaba mi campaña pero antes, un pequeño avance de varios miles de años. Porque, no sé si os habréis dado cuenta de que en este pequeño resumen no he hablado de Tékumel.

Con éste mundo tenía un problema (nada irresoluble aludiendo de nuevo a forzar la suspensión de la incredulidad, pero me apetecía jugar un poco más con el universo, los viajes en el tiempo y alguna que otra paradoja)
Tal y como se habla de la humanidad en Tékumel, la cosa se sitúa en un futuro muy lejano (su descubrimiento se produce unos setenta mil años después del siglo veinte) También se habla de unos niveles tecnológicos con mucho superiores a los de el resto de ambientaciones (y del tono que pretendía dar a la campaña) así opté por ser muy literal en cuanto al tiempo pasado.
El descubrimiento de Tékumel se produciría miles de años después de el “presente”. En una época en la que ya no se necesitaba de puertas de salto, se había entrado en contacto con muchas más razas alienígenas y eso de terraformar mundos para convertirlos en lugares de recreo era algo tirado.
Hete aquí que el sistema se va a paseo tragado por las energías extradimensionales que se utilizaban en aquel lugar, y que aparece en un “universo de bolsillo” (vale, hasta aquí todo va según el libro, ahora toca la vuelta de tuerca. Que sea magistral o una estupidez está en vuestra mano el decidirlo)
Da la casualidad que, ese universo de bolsillo, dimensión paralela o lo que sea, no sólo se “mueve” con respecto al nuestro, sino que también el tiempo trascurre en dirección contraria.
Así, aprovechando las grandes lagunas temporales sin documentar que pueblan la historia de Tékumel en la otra dimensión, tiro porque me toca y lo ajusto hasta… dentro de unos párrafos.

Vale, ya podemos empezar.

Los jugadores son contratados por un comerciante ardothiano para acudir al rescate de los pobres habitantes de una aldea que ha volado por los aires. No, no ha habido ninguna explosión, sino que los terrenos sobre los que se asentaba han despegado convirtiéndose en un skyrealm.
El buen señor comerciante espera con su (desembolso) buena acción desinteresada, hacer puntos para que el Khodre se plantee darle la ciudadanía. Para ello había contratado a un estudioso quien calcularía la trayectoria del skyrealm “prediciendo” cuando llegaría hasta un lugar en el que se podía evacuar a sus habitantes.
El pequeño problema es que, si bien sus cálculos fueron certeros, y la isla flotante chocaría suavemente con el monte que él había vaticinado, no lo fue así su predicción de cuanto tiempo permanecería en aquel lugar.
¿Resultado?
La isla retoma su camino antes de lo previsto, y los jugadores se encuentran encerrados en aquel lugar.
Casualidades de la vida, su vehículo resulta ser uno de los territorios que los científicos lamorri habían estado preparando para ser un skyrealm, y donde estaban parte de los controles de su “arma definitiva”. Una tormenta de isho había logrado que todo comenzase a moverse con unos cuantos milenios de retraso.

De nuevo (y resumiendo): Resultado:

Los jugadores descubren la máquina y ven como se pone en funcionamiento. Presencian como las tres partes (skyrealms) se juntan y lanzan unos rayos al cielo. Las lunas se realinéan y la puerta de salto se abre. A mucha distancia de allí, el destructor de soles recibe sus órdenes y comienza su viaje.
El sistema Enrahir, antaño ocupado por los K’ta’viiri, es su primer destino. Su sol es convertido en supernova y el sistema entero desaparece.
Más casualidades de la vida. Mira tú por donde, coincide que, en ese momento y lugar, el lugar que ocupa Tékumel en la otra dimensión se encuentra alineado con esas coordenadas. Las fuerzas que se han desatado traen todo el sistema de vuelta a su antiguo plano de existencia y, en la lejanía, unos meses después, sólo se percibe el parpadeo de una estrella.

Comienza la diversión.

marzo 2, 2011 · Posted in Mundos improbables  
    

En el “Episodio uno” habíamos dejado a dos imperios estelares a punto de comenzar a repartir a base de bien.

Tras unos inicios dubitativos en sus relaciones, ambas razas verían a la otra como un peligro demasiado grande como para ser ignorado. Eran demasiado distintas entre sí, física, ética y conceptualmente.
Con el paso del tiempo lo que comenzarían como escaramuzas en los lugares en los que habían coincidido, se iría volviendo en un conflicto de búsqueda y destrucción. Pero, pese a sus diferencias, sus fuerzas estaban demasiado equilibradas. Los puntos de intersección de ambos imperios serían los primeros en sufrir las consecuencias de aquello.
En La Tierra, la colonia K’ta’viiri de Atlantis sería destruida, y la civilización de Era Hiboria llegaría a su fin. En la luna y Marte, las colonias lamorri serían exterminadas.
Pronto quedaría patente que la confrontación directa y las tácticas convencionales no decidirían el vendedor de aquella contienda. Había llegado el momento de pasar a mayores.
Mientras en Jorune científicos lamorri preparaban su arma definitiva, el destructor de soles, en Kulthea los hombres de Kadaena forjaban armas capaces de asolar mundos desde sistemas de distancia. Por fortuna para el universo, aquellas armas jamás llegarían a ser utilizadas. El coste de su creación era tal, que ambos imperios se resentirían sobremanera y, la ambición de sus señores de la guerra causaría sería la causante de su destrucción. Las profundas divisiones que se generarían en el seno de ambos imperios serían el arma con la que se destruirían a sí mismos.
Pero el destructor de soles se estaba construyendo en varios mundos alejados del centro del imperio para salvaguardar su secreto, por lo que las consecuencias de la debacle tardaría en llegar hasta ellos. Mientras en el planeta Takara se construía el arma, en la otra punta del imperio, en Jorune, se creaban los controles que lo guiarían hasta sus objetivos.
De nuevo, por fortuna para todos, la rebelión de los shanta coincidiría con el final de aquel proyecto pero su victoria se adelantaría a su activación.

Así pasarían milenios de relativa paz. Mientras Jorune y Kulthea se recuperaban de sus heridas, en La Tierra las barreras que separaban las dimensiones se iban debilitando. La influencia de los mundos invadidos y conquistados por los K’ta’viiri se filtraba hasta nuestro mundo, haciendo que este recibiese notorias influencias desde “el otro lado”.
Así, en el continente europeo surgiría un nuevo imperio atlante, y en sudamérica los hombres hablarían de “Los dioses del espacio”. Con el paso de los siglos su influencia se iría dejando notar en distintos entornos, inspirando a tanto a escritores y pintores, como a intelectuales y filósofos.
Finalmente, en el siglo veinte, los K’ta’viiri lograrían romper las barreras que los separaban de su antiguo hogar, iniciando una nueva guerra contra la humanidad. La eternidad que habían pasado encerrados en sus dominios-prisión les había cambiado, transformándolos en seres únicos con un único objetivo en mente: Convertirse en el Torg, el ser supremo que reharía el universo a su imagen y semejanza.

Durante muchos años habría guerra, y el mundo mutaría según los designios de los distintos Altos Señores K’ta’viiri, pero finalmente serían rechazados y las puertas se sellarían de nuevo.

Libre de amenazas inminentes, el avance tecnológico de la humanidad se aceleraría de manera increíble. Las estrellas a las que siempre había mirado con timidez se convertirían en su objetivo, y se crearían naves-mundo en las que cientos de generaciones de exploradores recorrerían el cosmos en busca de respuestas. Pero si las encontraron, es algo que la humanidad tardaría mucho en descubrir. No sería hasta el hallazgo de uno de los portales lamorri que la conquista del espacio diese su auténtico pistoletazo de salida.

febrero 2, 2011 · Posted in Mundos improbables  
    

Como ya os he comentado, lo que voy a contar en esta serie de entradas no deja de ser una excusa para dar coherencia y “sentido” (como un Geoff Johns cualquiera) a la posibilidad de que los mundos de los que he ido hablando formen parte de un “universo cohesionado”. Para ello, obviamente tendremos que forzar un poco nuestra credulidad, jugar otro tanto con las fechas que se nos muestran en sus distintas cronologías y… bueno, y quedaros con lo que os gusta modificándolo como mejor os parezca.
Una vez planteado el entorno, os resumiré a grandes rasgos lo que iba(n) a ser la(s) campaña(s) a desarrollar en él.

Para empezar, vayamos muy hacia atrás. Más concretamente hasta el comienzo de todo.

Supongamos que, antes de este universo hubo otro (al igual que antes de ese habría otro y así hasta donde queramos retrotraernos. Eso sí, antes del primero de ellos no hubo ninguno sino… otra cosa, pero eso es algo a explicar en otro momento)
Imaginemos que ese (aquel) universo se encontraba en remisión, comprimiéndose más y más sobre sí mismo con el transcurrir de cada instante.
Finalmente, cuando su extensión se hallaba compactada en un espacio no mayor que la micromillonésima fracción de un protón, la misma realidad se plegaría sobre aquel punto dando el pistoletazo de salida a la miríada de dimensiones que conforman el actual universo.
Sólo una pequeña porción del antiguo paradigma sobreviviría. Un último/primer hálito vital que recorrería todos los niveles y recovecos de aquella recién nacida realidad en un viaje sin fin. Allí por donde pasaba, su estela traía el cambio y la maravilla.
Su largo periplo comenzaría por un joven planeta Tierra. Durante su primera llegada fecundaría la chispa vital de una nueva especie, desde donde se esparciría hasta todas las dimensiones que tenían un nexo de unión con aquel mundo. A lo largo de sus posteriores advenimientos despertaría, mutaría y destruiría diversas formas de energía. Radiaciones que se sumarían y anularían, se solaparían o complementarían. Aquellos que las estudiarían y tratarían de dominar les darían cientos de nombres a lo largo de los siglos, unos llamarían, gravedad y otros electro-magnetísmo, otros tratarían de dominar la magia o el azar. Mucho más adelante, aquel mundo se convertiría de manera temporal el eje de una guerra por el dominio de la llamada “energía de la posibilidad”.
Este sólo sería uno de los miles de mudos que visitaría y cambiaría. A su paso por el planeta Jorune surgiría el Isho, en Kulthea, donde sería conocido como “El cometa Sa’Kain”, la Aesencia, en la lejana dimensión que alberga Glorantha, despertaría de su letargo al Caos Primordial.

Pero no todos los receptores de su visita permanecerían ajenos a su presencia, poder o potencial. Al llegar hasta el lejano y maduro sistema Maynard, su trayectoria sería detectada por científicos del imperio Lamorri. Estos lograrían atrapar parte de su estela, con cuya energía lograrían alimentar por toda la eternidad (hasta que este universo llegue a su fin) las puertas de saltos, los artefactos que les permitirían comenzar la conquista del universo.

Al mismo tiempo que sucedía esto, en Kulthea, al otro extremo del universo, florecía otro poderoso imperio, el de los K’ta’viiri. Este imperio también se esparciría por mundos cercanos y lejanos. Llegaría hasta la Tierra, donde reclutaría y evolucionaría a parte de sus habitantes para que formasen parte de sus ejércitos.
Allí establecería base por toda su geografía desde donde asaltarían otras dimensiones. Muchas de ellas caerían bajo su poder, pero otras se mostrarían incomprensibles e incontrolables incluso para ellos. La gran nave que enviarían hasta Talislanta se estrellaría en aquel mundo y de sus restos “nacerían” los Archaenos. Glorantha se mostraría demasiado anárquico como para llegar hasta él, pero dos de los señores K’ta’viiri serían invocados/creados por los Aprendices de dioses en su intento por crear el mito unificado.
Uno de ellos se convertiría en Gbaji, y el otro en una de las encarnaciones de La Diosa Roja. Ambos perderían la noción de sí mismos y jamás tratarían de regresar a su hogar.
El regreso del cometa Sa’Kain por la tierra cerraría temporalmente el acceso a las dimensiones que habían conquistado, haciendo que la tierra perdiese su interés para los K’ta’viiri, y dejando a sus hermanos encerrados en sus lejanos dominios.

Con el tiempo los dos imperios estelares se encontrarían provocando una guerra como jamás ha conocido este universo.

Pero eso lo dejo para la siguiente entrada.

enero 5, 2011 · Posted in Mundos improbables  
    

Corría el año noventa y seis cuando vi las primeras imágenes de aquel juego y debo admitir que la cosa prometía bastante.
Un universo futurista con reminiscencias (un poco forzadas, todo sea dicho) medievales. Casas nobiliares, órdenes religioso-místicas, viajes espaciales con experiencias iluminadoras de regalo, antiguos portales de salto alienígenas con ribetes góticos-barrocos, razas extraterrestres no insectoides (por fin) algunas de las cuales tienen una clara vinculación con la humanidad… y krakens espaciales.
Aquella especia de mezcla entre Dune e Hyperion tenía su gracia y las ilustraciones abocetadas de John Bridges le otorgaban una personalidad propia.
Sí, la cosa prometía y piqué. Empecé a comprar como un loco, pese al repelus y la “cosica” que me daba su denominado “passion play” (al fin y al cabo no iba a usar su sistema de juego) Empecé a comprar pese al tufillo WODero que dejaba entrever su estructura interna.
El emperadorMe decía “hay un plan” “saben a donde quieren llevar esto” “los soles se están apagando” me decía muchas cosas, pero no. Me equivocaba. Tras catorce suplementos y un juego de ordenador (al que no dediqué más de diez minutos. Lo sabía antes de comprármelo, pero la vena completista se me había hinchado ya), dejé de comprarlo (nunca he estado muy ágil en esto de controlar mi impulso consumista)
Uno no será muy listo, pero llega un momento en el que tu número de “eventos terriblemente misteriosos e inexplicables (inexplicados)” llega a su límite. Eso cuando no sucede lo contrario, que te lo explican y ves que todo era un gran macguffin, o han decidido ser “originales” y dar un “sorprendente giro de tuerca” a lo que te esperabas contradiciendo (que no complementando o puliendo) lo explicado con anterioridad.
Sí, había un plan: Sacar todos los suplementos que pudiesen sin contar nada. Vacío (y no sideral) en cuantos más suplementos mejor. Una huida hacia adelante aprovechando los detalles interesantes que habían planteado, pero no desarrollándolos nunca (se nota de donde venían sus autores)

Miembro de la casa Li HalanNo me interpretéis mal, como este juego hay miles, y están en su perfecto derecho de hacer lo que les venga en gana, pero no era lo que esperaba o buscaba (mea culpa, a mucha gente le encanta Perdidos, a mi no).
Tiene (bastantes) ideas interesantes, está medianamente bien escrito y de vez en cuando deja salteados por sus páginas detalles aprovechables, pero no tenían ni idea de que dirección querían llevar desde un origen.
También puede ser que yo esté equivocado. Que no supiese ver su “plan maestro”. Que no fuese capaz de conectar con su “personalidad”. Sea como fuese, la cosa es que la relación no cuajó.
Me quedé con algunas de sus ilustraciones, con sus (terriblemente misteriosas) puertas de salto (Jumpgates, que no Stargates, no confundirse con las propiedades intelectuales) que nadie sabe manejar a ciencia cierta, ni se sabe todos los lugares que comunican (¿de qué me sonará esto a mí?) me quedé con la idea de Shatra, me quedé con mi visión personal de los Vau, los Ur-Obun y los Ur-Ukar y terminé de dar forma a mi campaña.

Miembro de la casa Al MalikAsí que no esperéis por aquí artículos en plan a los que he hecho últimamente sobre Fading Suns. Aparte de que ya se listan los suplementos y ediciones que ha ido teniendo en la wikipedia y el (vago) trasfondo de ese universo, no hay mucho más que tenga que decir sobre él.
Eso sí, espero que hayáis disfrutado de las ilustraciones (que para este ha sido fácil encontrar unas cuantas decentes).
A partir de la siguiente entrada de estos “Mundos improbables” me dedicaré a detallar el universo en el que mi campaña de ciencia ficción de GURPS y como uní todos los mundos de los que he estado hablando hasta ahora.
Habrá momentos en los que tendréis que forzar un poco vuestro umbral de “vale, haré como que me lo creo” pero espero que os merezca la pena aguantar la charleta (y que le queráis dar uso para las vuestras propias)

diciembre 27, 2010 · Posted in Mundos improbables  
    

Habíamos dejado una Kulthea que lo pasaba mal. Destrozada por otra guerra catastrófica y con el regreso de Ondoval, un antiguo aliado que, con toda la buena intención que le otorgaba su locura, trataría de “ayudar” a su mundo creando una nueva organización; el Jerak Ahrenreth el “Culto del Círculo secreto”. Entre el grupo de “los ocho” se encontraría Scherk bajo la apariencia de uno de los señores de la Aesencia.
¿Cual sería el objetivo de este grupo de amigotes?
Destruir los Ojos de Utha y permitir el libre flujo de la Aesencia por el mundo. Por suerte (aún) no disponen del poder necesario para llevar a cabo esa misión.
Como para compensar este desequilibrio de fuerzas, Andraax “despierta” de su locura tras más de un milenio vagando por el mundo. Su memoria aún permanece fragmentada, pero sabe que algo va muy mal.

Mientras tanto, el el mundo “normal” los reinos y naciones continuaban con sus surgimientos y caídas. Así resurgiría el imperio de Emer gracias a la llegada de un hombre llamado Aldaron. No se sabe si viene de otro continente o de otro mundo, lo que sí que se sabe es que envejece mucho más lentamente que el resto de los hombres. Quinientos años después, y con su imperio ya establecido, partiría de la bahía de Izar para no volver a ser visto de nuevo.
Su hija Vania heredaría el trono que lograría controlar hasta los últimos años de su vida, cuando la corrupción comenzaría a ganar terreno. Poco después el imperio fuese destruido desde el interior por la infiltración de Ondoval y sus huestes.
Al mismo tiempo, los Señores de Orhan se involucrarían más en los asuntos de Kulthea.

Pero, como toda buena banda de malos, el Jerak Ahrenreth dedicaba tanto tiempo en dominar el mundo como el despellejarse entre ellos. Si a esto le sumamos que, tras conseguir el “Libro de las Puertas”, Ondoval se dio un paseo por el tiempo en busca de los artefactos necesarios para alcanzar sus objetivos, durante un tiempo lo único que realmente puso en peligro el “Culto del círculo secreto” fue la integridad de sus propios integrantes que se renovaba por defunción con cierta frecuencia.

Tras unos cuantos milenios enfrascado en su búsqueda, Ondoval regresaría al presente con la “Shadowstone” un artefacto que había pertenecido a Kadaena, con la que trataría de destruir el “Ojo del Norte”. Aunque fracasaría en su intento, las energías liberadas con su ataque provocaría un durísimo invierno por todo el hemisferio norte.
Al saber del poder del que disponía su rival Andraax partiría en busca de la Soulsword, en único artefacto capaz de detener al portador de la Shadowstone.
Mientras tanto, los Loremasters y los Navigators comenzarían a investigar la causa del recrudecimiento antinatural de los últimos inviernos, y los antiguos “aliados” de Ondoval dejarían de lado sus diferencias para tratar de detenerle.

Y así es como nos encontramos el mundo en el presente.
Bueno, más o menos ya hemos recorrido (muy por encima) la historia “oculta” del mundo. Sí, está llena de lugares comunes (¿cual no?) pero están mezclados con la suficiente gracia, descaro y grandilocuencia como para crear algo interesante y capaz de despertar (mí) nuestra curiosidad sobre el ¿Y ahora, qué?

Pero el mundo no está compuesto sólo de combates cósmicos, luchas eternas y tipos inmortales. Vale, esto es lo que más me gusta de él, pero también podemos bajar a un nivel más mundano y encontrarnos tramas de otro tipo. Intrigas políticas o ruinas perdidas. Descubrimiento y exploración de nuevas tierras.
Tenemos una variedad bastante amplia de etnias humanas y élficas (aunque tratando de alejarse de las tradiciones dungeoneras o tolkienianas). Tenemos también enanos, faunos, krylites, saurkur y lugroki (entre otros muchos). Tenemos órdenes místicas como los los Ahn sye Nokora (La orden de la Espada llameante) o los Ahn sye Takla (La orden de los Cuatro Vientos) y organizaciones no tan amistosas como los cinco Dragonlords. Monjes guerreros Changramay y viajeros astrales confundidos con dioses. Portales a otros mundos y montones de demonios provenientes de otros planos.
Ahí lo tenéis. Todo lo necesario para crear unas cuantas historias de prácticamente cualquier tipo. Hala, venga, ya estáis tardando en ir a por ellos.

diciembre 8, 2010 · Posted in Mundos improbables  
    

Habíamos dejado Kulthea después de al borde de la aniquilación, lo que no está nada mal como nuevo punto de partida.
A partir de aquí, la historia de este mundo se divide en dos líneas temporales paralelas: La que conoce la gente (ya sabéis, movimientos de pueblos, creación de naciones y algún que otro elemento curioso) y la que mola de verdad, la historia “oculta” que se va forjando desde el “Círculo Secreto” (y que se nos cuenta en cursiva)

Portada de "Powers of Light and DarknessEl Ahrenreth (el anteriormente citado Círculo Secreto) sería fundado por Daenku, hijo de Utha, para asegurar la protección de los Ojos de Utha y que los portales permaneciesen cerrados.
Durante el largo interregno, los chicos de Daenku, a lo largo de los milenios que ocuparían la larga noche, se irían enfrentando a los demonios y los adoradores de Kdaena que quedaban sueltos por el mundo… no con demasiado éxito. Uno a uno, todos irían pereciendo, sea a manos de sus enemigos o como consecuencia de cerrar alguna de las puertas a otros mundos.
Veinte mil años después de la caída del imperio K’ta’viiri, Daenku se creería el último de los suyos. Incapaz de retomar su tarea en soledad, crearía en una isla al sur de Jaiman una cámara en la que se encerraría hibernando hasta que sus máquinas le avisasen de nuevas perturbaciones en la Aesencia.
Pero Daenku estaba equivocado, y no era el último del Ahrenreth. Durante sus luchas con tras las hordas del Vacío, Ondoval quedaría preso en un portal temporal.
Por su parte, una de sus compañeras sería capturado por los Agothu y llevado hasta el Vacío. Allí, sería inseminada por métodos innombrables, y daría a luz a un hijo que consumiría su mente y su cuerpo. Más adelante asumiría forma humana y encontraría una manera para regresar a Kulthea bajo el nombre de Scherk.

Las máquinas de Daenku le despertarían sesenta mil años después de su encierro, activadas por la cercanía del cometa Sa’Kain.
Al salir al mundo exterior, encontraría un panorama muy distinto al que había abandonado. Los señores de Orhan habían vuelto a poblar el mundo con las razas que habían logrado salvar y el mundo parecía haber cicatrizado gran parte de sus heridas. Asumiendo la forma de un profeta elfo, viajaría por el mundo reuniendo a otros sabios y videntes bajo el nombre de Andraax.

La segunda edad

Andraax junto a Kirin T’thaan y Ilmaris Terisonen fundarían la Universidad de los Loremasters en la isla de Karilôn (parece que a Daenku le gustaba montarse grupos de amigotes con nombres rimbombantes). Desde allí comenzarían a reclutar o individuos con potencial para sacar al mundo de la una manera definitiva de “La larga noche”.
Por supuesto, la cosa no sería únicamente felicidad y buenos alimentos. En el año cuatrocientos cincuenta de la segunda edad, Andraax se encontraría con un K’ta’viiri superviviente que se dedicaba a reclutar seres poco recomendables en la isla de Muliria. Tras una épica lucha, acabaría con el seguidor de Kadaena, pero su hijo medio K’ta’viiri escaparía.

En Emer, seis poderosos Titanes se asientan en la isla montañosa situada en su centro. Bajo la premisa de afianzar el orden en la zona, comienzan a reclutar a sus sirvientes. Pronto surgirán caballeros, sabios y hechiceros que limpiarán la isla de lugrokis y goblin. Son los seguidores de “Los Señores de Votania”.

Portada de la nueva guia del jugadorEn el mil novecientos, volvería el cometa Sa’Kain por las cercanías del mundo. En esta ocasión su interacción con la tercera de las lunas, Charón, provocaría que se abriesen nuevos portales a través de los que llegarían a este universo nuevos seres de una maldad inenarrable. Pronto surgirían por Kulthea sus adoradores, los siervos de la No-vida.
En el tres mil cuatrocientos, un poderoso ser comenzaría la construcción de su fortaleza en la isla de Ulor, cerca de Jaiman. Se trata de Lorgalis, el medio K’ta’viiri que lograse escapar de Andraax. Pronto (apenas quinientos años después) logrará controlar casi todo el comercio marítimo del oeste de Jaiman.
Temiendo que se trate de un siervo de la No-vida, los Loremasters deciden enfrentarse a él. A petición de sus compeñeros, Andraax y Tethior (el más formidable de los forjadores) se retiran a las Fraguas alquímicas de Arión para crear las Seis Coronas para Jaiman.
Seis reinos surgirían con las coronas como su centro (de que me sonará a mí esto) dominando Jaiman y enfrentándose a la No-vida (y a Lorgalis)

Durante los siguientes dos mil años, los dioses oscuros se dedicarían a reclutar de manera sistemática su ejército. Mientras tanto, Voriig Kye, el Dragonlord, asola la costa norte de Silaar, los Zorianos devastan sus tierras tratando de entender una serie de artefactos de la primera edad que han caído en sus manos y la civilización de los Señores de las nubes de Tanara se colapsa.

Cuando el del sexto milenio la segunda edad está llegando a su mitad, el cometa Sa’Kain vuelve a pasar cerca del planeta presagiando una nueva batalla entre las fuerzas de la luz y la oscuridad (cielos, que original) Las puertas se abren de nuevo, los Shards y los Ordainers con sus horrores innombrables se unen a los señores de Charón y sus avatares de la No-vida en las Guerras del Dominio.

Los Señores de Orhan abandonarían su hogar por primera vez y se mostrarían antes las raza de Kulthea para ayudarlas en su lucha. Los Titanes de Emer también revelarían toda su magnificencia y se unirían a la lucha junto a los Loremasters.
Al final, la luz triunfaría, pero la guerra no finalizaría sin bajas. Los Titanes se encerrarían en su fortaleza de Votania y muchos de los Loremasters perecerían en la refriega. Se dice que Andraax enloquecería y se dedicaría a vagar por el este.
Para rematar la faena, la lucha provocaría una (sí, una más) brecha en el espacio-tiempo, liberando a Ondoval. Pero este ya no era un aliado de la humanidad. Una eternidad en otra dimensión le ha hecho perder la cordura.

Así termina la segunda edad, amigüitos. Con más alegría fiesta y cachondeo.
En la siguiente entrada, un pequeño resumen de la tercera edad y el presente del mundo.

noviembre 22, 2010 · Posted in Mundos improbables  
    

Mapa de uno de los hemisferios de Kulthea
La historia de Shadow World, como casi todas, empieza hace la tira de tiempo. Para ser más exactos, (y, excluyendo el tiempo geológico) unos doscientos mil años.
Pero, al contrario que otros mundos de fantasía, la de Kulthea es una historia “orgánica”, vamos, que el mundo ha ido evolucionando junto, gracias a y al mismo que una serie de personajes que aún están por ahí haciendo de él un lugar (citando la maldición china) “interesante”

La historia “oficial” que registrasen los Loremaster habla de “Los señores de la Aesencia”. Unos seres cuya forma originaria se cree que fue humana, pero lograrían trascendería para convertirse casi en dioses (y, de paso, casi destruir el mundo)
Pero la historia “real” (por suerte para el mundo) empezaría un poco antes de su ascensión. Más concretamente, setenta mil años antes, con la llegada de los Señores de Orhan.
¿Que quienes eran estos tíos?
Pues los dioses de Kulthea.
Oh, cielos, que originales. Jamás lo habría esperado. La historia empieza con la llegada de los dioses. Que rompedor era Terry Amthor.
Pues no. Listos, más que listos. La cosa es un poco distinta (tampoco es que sea un prodigio de originalidad, pero tiene un toque space-opera que me gusta mucho, aunque luego no le acaben de sacar todo el jugo)

Los señores de Orhan serían una raza de viajeros dimensionales incorpóreos que llegarían hasta Kulthea a través de una grieta en el espacio tiempo. Casualidades de la vida, su universo se había ido al carajo y un cataclismo de proporciones cósmicas había creado la ruptura en la estructura (que no fábrica) del espacio tiempo que les permitiría llegar hasta esta dimensión.
Una vez aquí, tratarían de cerrar la grieta desde “este lado”, pero les resultaría imposible sellarla de manera completa.
También descubrirían que no podían irse demasiado lejos del lugar en el que se había creado la brecha, ya que sólo la situación única de aquel lugar, vinculado de alguna manera especial a su hogar, les permitía preservar su energía vital.
Ya que no podían irse de viaje, cogieron una de las lunas de Kulthea (la luna de Orhan) y se establecieron allí, ocultándose de la mirada de los habitantes del planeta mediante ilusiones para no interferir en la evolución natural de las razas que pululaban por ahí.

Un skyship de EidolonPero no son estos tíos de los que os quería hablar.
Los que (para mi) hacen interesante Shadow World son los K’ta’viiri.
¿Que quienes son estos tipos?
Los señores de la Aesencia.
¿Que para que os hablo entonces lo de los señores de Orhan, e interrumpo lo os contando de ellos?
Tranquilos, enseguida lo veréis.

Al mismo tiempo (que para algo el cataclismo era de niveles cósmicos) un pequeño agujero negro se genera en otro universo y atraviesa de lado a lado Kulthea provocando los clásicos terremotos, erupciones volcánicas y crecimiento de un pilar de varias millas de alto en la isla de Thuul.
Después de treinta milenios sin pasar nada reseñable, (sí, desde otro espacio-tiempo) llegarían los Antiguos (también llamados Destructores) y se montarían su chiringuito en el sur oeste de Emer.
Otro par de decenas de milenios más adelante, los Altha descubrirían el fuego (¡Aleluya!) y los Antiguos se podrían a hibernar.

¿Que quienes son los Altha?
Pues los K’ta’viiri.
¿Pero esos no eran los señores de la Aesencia?
Sí. También. Que no me dejáis terminar las cosas. Ahora empiezo con su historia.
Diez mil años después de descubrir el fuego, los altheanos desarrollan la tecnología que les permite conquistar las estrellas (supongo que, entre medias también pasarían más cosas, pero serían nimiedades intrascendentes)
Cuatro mil años después de esto, el cometa Sa’Kain pasa por primera vez cerca de Kulthea, abriendo un poco la brecha que había traído a los señores de Orhan, irradiando este sistema con grandes cantidades de una energía que, un milenio más tarde (cuando fuese descubierta por los científicos altheanos) sería denominada como “Aesencia”

¿Veis como ya van llegando la cosa hasta su lugar?

Mapa de EmerPues bien. Pese a que, en un principio, no sabían como manejar esa energía, con el tiempo (la genética y otro tipo de ayudas) se descubrió que los K’ta’viiri (que no se sabe si eran una familia o clan altheano, o una sub-especie distinta) demostraron tener una aptitud para manejarla.
Gracias a la Aesencia, los altheanos comenzarían a evolucionar y los K’ta’viiri se convertirían en la “clase alta” de su sociedad. Crearían portales a otros lugares (en esta y otras dimensiones) y conquistarían aún más estrellas.
Y, como no podía ser menos, como todo buen imperio galáctico que se precie, empezarían a juguetear con la genética (y las especies de otros mundos que iban conquistando)
Retomando los clásico, se volverían (más ambiciosos), sádicos y corruptos, mientras trataban de a “importar” Aesencia desde otros lugares (con desastrosos resultados) para terminar con la no menos clásica revuelta, tras las ascensión al trono de la emperatriz Kadaena.
Uno de sus primos, el Señor Utha, lideraría la rebelión (que duraría unos doscientos cincuenta años, ahí es nada) que casi acabaría con el planeta (otros mundos no tendrían tanta suerte, para eso eran una peña que tenían un poder casi divino)
Temiéndose lo que se acercaba, los Señores de Orhan, que no tenían ganas de gresca, se dedicarían a llevar hasta su luna a miembros de cada especie del mundo por si luego no quedaba nada que salvar.

Al final, Utha decapitaría a Kadaena con un arma llamada “Soulsword”, y sus seguidores acabarían con los K’ta’viiri. Pero la cosa no terminaría ahí, ya que las fuerzas que habían desencadenado destrozarían varios de los portales que habían creado, permitiendo el acceso hasta su dimensión de todo tipo de demonios del vacío.
Para acabar con ellos, crearía dos artefactos llamados “Los ojos de Utha” que aislarían el mundo de las criaturas que surgieron de los portales.
Se dice (y es cierto) que, tanto algunos de los K’ta’viiri, como diversos seguidores de Utha se criogenizarían para sobrevivir a aquella época de destrucción.

Alegría. Fiesta. Cachondeo cósmico. Sólo tendría que pasar un interregno de cien milenios para que la cosa comenzase a resurgir.

Pero eso ya os lo contaré en la siguiente entrada.

octubre 28, 2010 · Posted in Mundos improbables  
    

Siguiendo con la tradición que he establecido al hablar de estos “Mundos improbables”, vamos a hablar de otro de esos mundos que tanto me gustan, y que tantas vueltas ha dado a lo largo de su larga y complicada vida editorial.
A parte de eso, por supuesto, también hablaremos de Terry Kevin Amthor.
¿Que quién es este tío?
Pues el papaito del mundo (que no juego) que da título a esta entrada.
Claro, en sus inicios, el mundo no se llamaba así (bueno, en realidad, el mundo de juego no tiene ese nombre, sino Kulthea) si no que respondía al nombre de “Mundo del Loremaster”
Era el año mil novecientos ochenta y la compañía ICE (Iron Crown Entrerprises, para los despistados) acababa de nacer. En aquel momento teníaun único producto en el mercado: Arms Law (un sistema de combate “alternativo para la primera edición del AD&D)
Como primera aventura para aquel reglamento, sacarían un pequeño libreto en el que se describían la geografía, clima, unas cuantas ciudades (y algún que otro dungeon) de una isla situada en un mundo genérico de fantasía.
Este libreto estaría escrito por el amigo Terry y Pete Fenlon, presidente de la recién creada compañía (y abogado a tiempo completo para poder permitirse el lujo de publicar juegos de rol junto a unos amigotes universitarios)
La historia de ICE, si es caso (y se me cruza el cable) ya os la contaré otro día con mayor detenimiento (que también tiene tela) pero aquí hemos venido a hablar de Shadow World.

El señor Amthor iría realizando diversos suplementos para las distintas líneas de juego que producía la compañía (entre ellos el censurado “La Corte de Ardor” en el ochenta y dos, ambientado en la Tierra Media. Sólo lo menciono aquí porque este suplemento sería censurado por los gestores de los derechos de Tolkien. Mira que sugerir la idea de que hubiese elfos malos en aquel mundo… Que desfachatez) hasta que en el ochenta y nueve sacase una cajita en la que se leía “Shadow World Master Atlas” con esta portada del señor Tony Roberts (que no había sido hecha en exclusiva la caja, sino que sería una imagen contratada por agencia, pero bueno, al menos es bonita. Esto mismo sucedería con la práctica totalidad de las portadas de los distintos suplementos, lo que daba una imagen del juego un tanto deslavazada)
Portada de "Shadow World: Master Atlas"
La caja contenía dos libretos, más un pequeño añadido en el que se incluía lo necesario para realizar la conversión de los personajes de Rolemaster a otros sistemas como el AD&D o el RuneQuest y unos preciosos mapas de uno de los hemisferios del mundo.
A esta caja seguirían una serie de suplementos en grapa (de treinta y dos o sesenta y cuatro páginas) con aventuras sueltas ambientadas en aquel mundo. Ese mismo año sólo saldrían once. Ahí es nada:

Quellbourne, Land of the Silver Mist
Journey to the Magic Isle
Demons of the Burning Night
Tales of the Loremasters, Book I (os suena de algo esto del “Loremaster”)
Star Crown Empire and the Seas of Fates
The Orgilion Horror
Kingdom of the Desert Jewel
Tales of the Loremasters, Book II
Cyclops Vale and Other Tales
Jaiman, Land of Twilight
Islands of the Oracle

De todos estos, si queréis que os sea sincero, sólo consideraría imprescindibles los ambientados en la isla de Jaiman y en Emer (y si me apuras, tampoco todos. Quedaos sin más con Jaiman, Land of Twilight) Si queréis que os mienta; comprároslos todos. Cambiarán vuestra vida de maneras que no podéis ni sospechar.
Portada de Quellbourne
Me explico. La historia de Kulthea está muy vinculada a estas dos islas, y en la línea temporal que se nos marca en el Atlas, se podría decir que todos los eventos importantes están relacionados con estos dos emplazamientos.
Tampoco me entendáis mal. El resto de suplementos no es que sean malos, sino que pecan de ser un tanto genéricos (tanto estos que os menciono ahí arriba, como gran parte de los que vendrán a continuación) Así tenemos islas y que no dejan de ser un remedo de “Las mil y una noches” con otros que son remedos de Egipto o fantasías pulp con restos de imperios estelares. No están mal, pero rompen bastante la imagen de conjunto que se nos daba en la caja básica (igual porque Amthor no estaba directamente relacionado con ellos)

Al año siguiente saldría otra caja. Esta no tenía nada que ver con Shadow World (en un principio) aunque estaba ambientado en uno de sus continentes isla: Folenn. Esta jugarreta no deja de ser un poco timo, porque lo que nos vendían era un reglamento de miniaturas llamado Bladestorm (si a los de Games Workshop les funcionaba, ¿porqué no les iba a servir a ellos?)
Sí, en el reglamento nos hablaban un poco (muy poco) de la ambientación y sacaban un montón de personajes del lugar pero, como de costumbre con los suplementos no escritos por Amthor, poco o nada tenía que ver con la trama global.
La cosa no cuajó y al año siguiente sacarían un único suplemento llamado (originales ellos) “Bladestorm Bestiary” antes de reconvertirlo en un reglamento de figuras genérico llamado War Law un par de años más tarde.

Pero bueno, siguiendo en el año noventa, la ristra de novedades no era como la del año anterior sino que ya se moderaron un poco, así nos llegarían:

Sky Giants of the Brass Stairs
Nomads of the Nine Nations
Norek, Intrigue in a City-State of Jaiman
Emer & Master Atlas Addendum
Portada de Emer
Más o menos lo mismo que os he dicho antes, sólo que de aquí podríamos salvar dos suplementos: Emer (otra caja, donde se expandía la línea temporal del mundo) y Norek.
En el noventa y uno saldría el anteriormente mencionado Bladestorm Bestiary y Terry Amthor publicaría una aventura en el número veinticinco de la revista White Wolf (A dagger of jade) Con lo que tendríamos que esperar hasta el año siguiente para saber algo más de Kulthea.
La “novedad” llegaría con la segunda edición del Master Atlas (que aun que no fuese novedad del todo, si que era un libro, que no caja, muy recomendable ya que juntaba y expandía un poco más las líneas temporales del primer atlas y de Emer) y Eidolon, Sea-port and Sky-City, también una compra aconsejable.
El año siguiente saldría Gethaena, Underearth Emer (que no estaba mal… pero andaba ahí, ahí entre los interesante y lo saca cuartos) y podríamos decir que se acabó, al manos en lo que se refiere al tema rolero.
Ese mismo año (noventa y tres) saldría la primera de una serie de novelas; Stormriders, que sería seguida el año siguiente por el comienzo de una saga de novelas: Shadow World (Book 1): The Burning Goddess.
Para saber algo en ámbito rolero tendríamos que irnos al número tres del segundo volumen de la revista Grey Worlds, en la que daría comienzo una campaña en cuatro partes “The grand campaign Part One: A gathering Darkness”. Lamentablemente, la revista no prosperaría, y la campaña quedaría colgada.

El año siguiente nos darían un poco de carnaza con una campaña hormonada (de esas que mueres en cuanto alguno de los señores que pasan por ahí te mire) Curse of Kabis (que saldría para la nueva versión de Rolemaster RMSS) y se acabó lo bueno (al menos por parte de ICE)
La sequía sólo era paliada por las novelas Shadow World (Book 2): Clock Strikes Sword y Shadow World (Book 3): City of Assassins, en el noventa y cinco y Shadow World (Book 4): Stormriders en el noventa y seis.
No, no he leído ninguna, así que no puedo opinar.

Con su niño bajo el brazo (y tras la escarceos constantes que tenía la casa madre con la quiebra) Amthor se lanzaría a la autoedición y autopublicación. Bajo el sello de Eidolon studio sacaría tres suplementos:

Emer I: Haestra en el noventa y siete, Haalkitaine en el noventa y ocho y Emer Book II: The Northeast en el noventa y nueve.
Estos libros los vendería sólo por internet, tanto en PDF como en papel (aunque los “libros” consistían en una impresión del PDF encuadernado con anillas, junto a una impresión a color y a gran tamaño del mapa que los acompañaba) De todas formas, estos libros también son muy recomendables.
Para quitarse una espinita, también terminaría “The grand campaign” y la pondría a disposición de quien quisiese descargársela.

Y así llegaríamos hasta dos mil uno, que ICE (bueno, la marca ICE, porque la compañía había sido comprada por una gente que respondía al pintoresco nombre de “Aurigas Aldebaron LLC“ y que pertenecía a un fan de la compañía que luego haría unos cuantos movimientos empresariales raros. Al final, quienes publican los libros son una serie de ex-empleados de ICE, bajo el también pintoresco nombre de “Mjorlnir LLC”) sacaría una tercera edición del Master Atlas (o, más bien una reimpresión de la segunda edición) y comenzaría a vender en PDF algunos de los suplementos clásicos como Jaiman, Land of Twilight, Eidolon: City In the Sky o los libros que había publicado Amthor por su cuenta.
En dos mil tres sacaría, tanto en papel, como en PDF la cuarta edición del Master Atlas (que sería publicado aquí en castellano por La Factoría)
Buscando por ahí (bueno, en la página de Terry Amhor) he visto que en dos mil cinco publicó un mapa del hemisferio que no se mostraba en el mapa original, pero tampoco se explaya mucho más.

Y así estamos, más o menos hasta ahora, aunque parece que la cosa está resurgiendo (aunque con calma)
Hace un par de años, una empresa británica llamada “Guild Companion Publications Limited” llegó a un acuerdo con ICE (Eidolon Studio, El martillo de Thor y los tipos con el nombre mezcla de la estrella de la constelación de Tauro y unos tipos que conducían carros) para sacar nuevos libros.
Digo que la cosa va despacio porque en dos mil ocho sacaron un nuevo suplemento para Shadow World “Shadow World: The Land of Xa-ar” y este año han sacado uno nuevo (relativamente, a ver si me hago con él y os digo si trae algo nuevo) Shadow World Player Guide – The World ambos en PDF.

Y bueno. Eso es todo por hoy.

Actualización:
Gracias a los comentarios que ha dejado el señor FAC, tenemos a nuestra disposición las traducciones que hizo de «The grand campaign» y otros materiales de Shadow World desde aquí.

octubre 15, 2010 · Posted in Mundos improbables  
    

Como colofón a las entradas que he dedicado a Jorune, voy a hacer un pequeño cambio de enfoque y dedicar esta última entrada a uno de sus autores, en lugar de hacerlo al juego en sí (y no tiene nada que ver que el germen de este artículo se haya estado en mi disco duro durante los últimos cuatro años)
Así que vamos a ello. Con todos vosotros, el único e inigualable Miles Teves.

Supongo que el nombre de este tipo no os sonara de nada (más allá de que lo mencionase hace unas cuantas entradas)
Si os soy sincero, tampoco es que me extrañe. Su nombre no es uno de esos que llenan créditos de las obras en las que ha participado. Y creedme, ha participado en muchos proyectos importantes. Vale, quizás no se note su presencia todo lo que debería en todas y cada una de sus aportaciones.
Es posible que, al final, los distintos proyectos en los que ha colaborado hayan terminado derivando hacia algo distinto a la visión y el enfoque que originariamente pretendía darles el amigo Miles. Que su impronta se diluyese entre el arte de otros artistas mediocres y los que ponían la paste optase por enfoques más “convencionales”

Por si no lo habéis adivinado ya (que con lo claro que me me explico, supongo que tampoco será de extrañar) nuestro colega Miles trabaja, desde hace bastante, en el glamuroso mundo del cine. Es más, estoy convencido de que habréis visto mas de una, y mas de dos de las películas en las que ha trabajado.
¿Que no os lo creéis?
¿Que os jugáis? ¿Una cena?
Pues mirad aquí y arrepentíos de vuestra rancia ignorancia.

¿Habéis terminado ya de fliparlo? ¿Convencidos y arrepentidos? Pues ahora os toca pagar, por desconfiados e incultos.

Si vais a su página podréis ver los diseños que ha hecho para esas películas y comprobar que los resultados finales han diferido bastante de esas ilustraciones. Primero dentro del estudio de efectos especiales de Stan Winston, y luego por su propia cuenta.

Salvo, quizás, en “Las crónicas de Ridick” la verdad es que es bastante complicado el encontrar sus señas de identidad. Lástima que la película (sobretodo su guión) fuese un tanto pobre (siendo generosos) y se pegase un batacazo en taquilla (en una de esos extraños casos en los que el público no se deja engañar por los efectos especiales y le da a una película el trato que merece)
No me entendáis mal. La película no era atroz, y tenía algunas cosas salvables, pero al todo el equipo se les fue la olla tratando de hacer otra oda a la molonidad (gracias a SantiEgo por el palabro) y el resultado era difícilmente salvable.
De todas formas, parece que la franquicia no ha muerto (igual por el moderado éxito de los videojuegos basados en ella) y se rumorea que va a ver la luz una tercera película de Ridick (cuarta si contamos con Dark Fury) aunque decantándose más hacia los ambientes de Pitch Black.
Peor bueno, como de costumbre me estoy desviando un poco del tema central de esta entrada (vamos, que no se si Miles estará involucrado en ella) A lo que pretendía llegar con todo esto era a que me gustaría que alguno de sus trabajos alcanzase un éxito moderado para poder ver más cosas suyas sin que pasen (demasiado) por el tamiz de los productores.

Pero bueno, como se suele decir, soñar es gratis, y por pedir imposibles que no quede. Dentro de las esperanzas (no todas las esperanzas van a ser trascendentales y grandilocuentes) que anidan en mi interior y, dado que no lo vamos a recuperar para el mundo del rol, me encentaría que, algún día, alguien lo descubra su obra y saque un recopilatorio de sus ilustraciones (o, ya que estamos pidiendo imposibles, una serie de recopilatorios)
Mientras tanto, siempre nos quedará su trabajo en Jorune, un juego que nunca me cansaré de recomendar y una ambientación que tendría que estar siempre en las estanterías de las tiendas de rol.

octubre 5, 2010 · Posted in ¿Y este quién es?, Mundos improbables  
    

Vale, resumiendo:
Eelshon She-evidResulta que estamos perdidos en un mundo-que-no-hemos-creado. Asediados (bueno, con el paso del tiempo, igual un poco menos) y hemos tenido que renunciar a nuestra tecnología (o la de nuestros padres)
Cuando parece que la cosa remonta, y que vamos a tener algo que echarnos al buche, nos llega una plaga que nos deja para el arrastre.
¿Que hacemos? (no, no es una pregunta trampa)
Pues que vamos a hacer. Sobrevivir como mejor podemos.

Una vez dicho esto… como que tampoco queda mucho más por contar. Bueno, en realidad sí. Tres mil años dan para bastante, pero casi todo ya lo conocemos, o nos es familiar.
Historias de migraciones (tanto humanas, como de los hijos de Iscin) y construcción de nuevos emplazamientos en los que vivir. De la interminable sucesión de guerras (como no) y el leve y gradual redescubrimiento de la tecnología que abandonasen en su momento para salvar la vida. De alianzas y traiciones. Reinos y rebeliones. De forja, destrucción, reconstrucción y … ¿redestrucción? de ciudades.

Arrodillaos ante un corondonPero, por mucho tiempo que pase. Por mucho que se empeñe la humanidad, Jorune no es su hogar. Sus junglas tóxicas, sus arboles con sabia ácida y los cristales que nacen desde el mismo corazón del mundo se lo recuerdan a diario.
Si a esto sumamos la animadversión que les siguen mostrando los shantha. Que, aparte de la flora, la fauna de planeta tampoco es precisamente lo que se dice “amistosa”. Que para terminar de redondear el asunto, el resto de razas “invitadas” tampoco les tienen especial afecto, la cosa está ya muy clara: La cosa no va muy bien. No es bueno ser un humano en Jorune. Elegimos un mal día para cargarnos nuestro mundo.

De todas formas, no todas las noticias son malas. Vamos, que podríamos hacer algunas excepciones a la máxima que acabamos de enunciar. Las mutaciones que naciesen gracias a la alineación de las lunas no serían algo anecdótico, y se reproducirían hasta convertirse en elementos comunes.
Algunos, como los boccord y los muadra pueden pasar por humanos, pero no lo son. Son hijos de Jorune. Criaturas capaces de percibir y manipular el isho. Otros, como los salu o los acubon, también serían mutaciones de la humanidad pero su apariencia les ha llevado a crear sus propias sociedades alejadas de sus congéneres lejanos.
Sea como fuere, el ser “especiales” tampoco ha ayudado mucho a esta gente. Por lo que podemos deducir, de manera concluyente que, Jorune será un lugar muy interesante, pero lo es en la manera de la maldición china.

A todo esto. Que se me olvidaba comentároslo. Hace unos pocos años un nuevo “Warp flash” provocó un desastre en Ardoth. Una de las caminantes de planos se dio un paseo por la ciudad dejando un reguero de cadáveres.
Si esto puede ser considerado como algo “gordo”, el hecho de que apareciese por un portal (una de esas cosas que se suponía que no podían crearse en Ardoth) la cosa promete.

Hey, no me miréis así, tampoco he dicho que las noticias fueran buenas.

Una dama ardothiana y su guardaespaldas korastinMás, no preocuparse. Unos cuantos enemigos (ya sean, o no, de nuestra especia) nunca nos han detenido a la hora de expandirnos. Los retos siempre han sido lo nuestro.
Así que, ahí seguimos. A día de hoy Jorune es un mundo multi-étnico, multi-cultural y multi-media (con lunas de colorines, piedras de colorines y grandes efectos especiales)
Un mundo con razas de todo tipo. Con islas flotantes que vagan sin rumbo, y cruceros de lujo que surcan los cielos. Un lugar en el que las espadas más afiladas no son las forjadas de metal, sino las creadas a partir de las uñas de un corondon. Un planeta en el que los peligros más grandes se esconden en los lugares más insospechados.

En su portada pone: Dejad vuestro mundo atrás.
¿A que estáis esperando para hacerles caso?

septiembre 8, 2010 · Posted in Mundos improbables  
    

Habíamos dejado a la humanidad haciendo amigos en lo que iba a ser su nuevo hogar.
Después de la “justa represalia”, los colonos se darían cuenta de un pequeño, pequeñísimo, ínfimo, apenas perceptible problema: Eran cuatro gatos y, caso de una guerra, no tenían nada que hacer.
Así que no tendrían otra idea más brillante que la de prepararse para una posible guerra, que comenzar a desarrollar armas bacteriológicas. Ahí, con un par.
Bomoveris, uno de los científicos de la primera expedición se pondría a ello, creando un virus bio-tecnológico diseñado para acabar con los shantha.
Cuando los ataques comenzaron de manera masiva sobre las colonias, el virus sería liberado sobre la atmósfera del planeta acabando con la vida del noventa y nueve por ciento de los shanthas de Jorune en unos pocos días.
Pero con aquello tampoco solucionaron gran cosa, ya que un uno por ciento de varios miles de millones seguía siendo un número levemente superior a los pocos miles de humanos que había en el planeta. La huida era la única salida que les quedaba… caso de tener algún lugar al que huir.Humanos contra ramianes

Iscin sería el único superviviente de su colonia y, tras varios meses sin recibir señales de los suyos, se creyó el último hombre vivo sobre el planeta. Poseído por aquel pensamiento, dedicaría el resto de su vida a tratar de crear nuevas formas de vida inteligente para que no se perdiese el legado de la tierra.
Utilizando como base para aquellas nuevas razas a los animales que habían traído desde la tierra crearía a los Blount, Crugar, Woffen, Bronth y Tologra.
Pasarían veintidós años antes de que tuviese contacto con otro humano; Bomoveris, pero el encuentro no sería muy feliz. Bomoveris mataría a dos crugar tomándolos por criaturas hostiles y tendría que ser salvado por Iscin antes de que el resto de sus criaturas acabasen con él.
Tras el impacto inicial, discutirían sobre la ética y moralidad de la creación de aquellas criaturas (acusación a la Iscin respondería con un sencillo, viniendo de un genocida, como que tiene bastantes narices)
De todas formas, el asunto no estaba como para despreciar posibles aliados por pequeñeces como la conciencia y los principios morales, así que ambos se aliarían temporalmente. El único problema que tendrían sería Choundra, el líder de la camada crugar a la que pertenecían las víctimas de Bomoveris, que tratando de vengar a sus camaradas, terminaría asesinando a Iscin esa misma noche.
Bomoveris lograría huir, sólo para acabar en uno de los cetros de contención shanthicos. Parece que no estaban en racha.

Un muadra

Los humanos pronto se darían cuenta de que los shanthas atacaban con más fiereza a aquellos que portaban tecnología, así que crearían cámaras en la que ocultar las armas y demás artefactos hasta que las cosas se calmasen un poco.
Cosa después de un siglo después de la llegada del hombre a Jorune, los restos de alimentos genéticamente creados y las herramientas que los hacían viables se han consumido. La expectativa vital del humano medio caería hasta los treinta y seis años. Comenzaba una era oscura, pero aquí no acabaría la diversión.
Los hijos de Iscin se esparcirían por todo el mundo. Los hombres conocerían a los cleash y, como no, acabarían a hostias con ellos.
En el año doscientos cincuenta después de las guerras coloniales, se fundaría Ardoth, como una aldea de pescadores. Los restos de las máquinas lamorri impedían el buen funcionamiento de las dyshas shanticas que creaban portales en aquella zona. La cosa parecía que prometía.
Ciento cincuenta años después, una alineación de las lunas de Jorune provocaría mutaciones en los recién nacidos, dando origen a nuevas criaturas de las que sólo sobrevivirían los acubon, boccord, muadra, salu y trarch.
Las dyshas de los shanthas no podían llegar hasta Ardoth, pero las olas provocadas por la alineamiento de las lunas destruirían la ciudad (por primera vez)

En el año quinientos cincuenta y cinco (según reza la tradición) nacería Paul Gauss (en el valle que más adelante heredaría su apellido), un hermoso lugar en el que los niños con mutaciones eran (ejem) “liberados” de su maldición a la antigua usanza.
Cinco años después nacería quien sería su futura esposa, Mayatrish (solo que ella el bien gusto de nacer en lo haría en Ardoth, donde eran un poco más civilizados, allí sólo marginaban a los diferentes)
A los diecinueve años Paul descubriría alguno de los laboratorios de Iscin en su valle de nacimiento, junto a sus notas sobre el durlig. No tenía ni idea de como leer aquellos papeles, pero comenzaría a alimentarse de las raíces que había en aquel lugar.
Sólo cuando sus vecinos vieron que el muchacho estaba creciendo sanote le harían caso y comenzarían a alimentarse de aquella planta tan desagradable.
Por lo demás, ya sabéis la historia: Chica viaja volando en su talmaron, y este cae moribundo el en valle del chico. Se enamoran, se casan y ella se queda embarazada, pero como el niño le sale boccord se va a criarlo a su ciudad (no vaya a ser que los amigotes de su marido se lo carguen) Poco a poco van acercando sus respectivos pueblos, y los mutantes encuentran un lugar en el que no tienen que esconderse (tanto) y, con el tiempo, comienza el comercio del hierbajo asqueroso pero muy nutritivo entre las ciudades.
Más adelanta el niño al que llaman Michael, pero que será conocido como Khaun, construye un muro marítimo para que los oleajes no se vuelvan a cargar su ciudad, enseña a la gente a utilizar a los thombos para cosechar mejor el durlig, y son todos muy felices.
Felices, claro, hasta que llega una plaga que dura casi un milenio, diezmando a la población humana y devolviéndolos casi a la barbarie.
Ya sabéis, cosas que pasan.

Los temibles piratas ramianY bueno, me podría extender mucho más, que aún nos quedan cosa de dos milenios por contar. Ya sabéis, guerras, expansiones, descubrimientos tecnológicos y todo eso. Pero como os podéis bajar la cronología de Jorune.org y leerla vosotros solitos, me lo ahorro.
En la siguiente entrada, alimentaré un poco vuestra vagancia y os contaré más o menos como es el mundo y alguna cosa más.

Hasta entonces.

agosto 23, 2010 · Posted in Mundos improbables  
    

Mapa de Jorune
El planeta llamado Jorune fue colonizado por el hombre hace cosa de tres mil quinientos años, pero su historia comenzaría mucho antes. Es más, la línea temporal detallada en la tercera edición comienza en el año tres mil cien BC (antes de la colonización)
Tampoco es que el mundo comenzase en ese momento, pero la cosa comienza tal que así:
3100 BC – Comienza la primera guerra shanthica.
2100 BC – Finaliza la primera guerra shanthica. Se establecen las siete sectas.
No hay más detalles, así que no preguntéis. Un milenio de hostias, ahí es nada.
Después de esto nos dice como cada siglo (más o menos) se crearían diversos artefactos. Así, en este orden, serían:
La creación de las primeras cle-eshtas por parte de Ca-Tra en el 2000 BC.
El comienzo de la construcción de las grandes ciudades por parte de Ca-Gobey en el 1900 BC.
La creación de las Elip ston por parte de Ca-Shal en el 1800 BC.
Y la creación de los Cetros de contención (Keeper rods) por parte de Ca-Du en el 1700 BC.
Sahntha
Así, a saco. Nos empiezan a asaltar con nombres de tipos y cachivaches. Como a mi me gusta. Luego, eso sí, tienes un glosario en el que puedes mirar que narices significan todos esos conceptos. Pero de buenas a primeras la cosa desorienta un poco (aunque promete mucho)

Y la cosa se anima. En el año mil quinientos cincuenta antes de las colonias, al planeta llegan unas naves de exploración.
¿Humanas?
No
Lamorri.
La… ¿qué?
Joe, pues Lamorri, que hay que repetíroslo todo.
¿Que quienes son estos?
Pues unos tipos que llegarían (con su flota) veinticinco años después con la poco amistosa intención de conquistar el planeta. Pero no llegarían solos. Junto a ellos llegarían, como sus aliados, los Cleash.
A su vez, sus tropas estaban compuestas por otras razas que ya habían conquistado con anterioridad: Los Thriddle llegarían como sus sirvientes, mientras que los corastin, croid, y ramian lo harían como sus esclavos.
Por su parte, los Cleash (más modestos ellos) traerían a scarmis.
Y claro, se lió gorda.
Que si comenzamos un programa para procesar y controlar el isho (la energía ambiental del mundo) Que si nos dedicamos a crear skyrealms artificiales. Que si destruimos las ciudades shanthicas. Que si nos ponemos a alterar y potencias los skyrealms naturales. Que si nos plantamos en Doben-al y nos dedicamos a hacer cosas nada agradables.
Vamos, lo de costumbre en cualquier invasión.

RamianTras completar sus edificaciones en Doben-al, Tan-Iricid, Ardoth y otras ocho localizaciones, activarían la primera de ellas que comenzaría a drenar el isho que la rodeaba. Así, como quien no quiere la cosa, crearían el desierto de Doben-al.
Por suerte (para lo que le rodeaba) la ciudad de Ardoth sería sitiada por los shanthas y la construcción lamorri parcialmente destruida, antes de que pudiera ser activada.
Pero esto no desanimaría a nuestros amables visitantes, que comenzarían a exportar a otros mundo skyrealms.
Y parece que la cosa ya alcanzó un punto limite, así que los shanthas se cabrearon y derribaron dos naves lamorri que orbitaban sobre el planeta, gracias a las elip ston (una de las cuales caería sobre el su de Khodre)
Si a esto sumamos la liberaración de Eelshon She-evid (la caminante de portales) sobre Doben-al, y los cañones thosk, creados por Ca-Desti, magnificados por las cle-eshta, los lamorri huirían del planeta (dejando atrás a muchas de sus tropas multi racial)
Esta guerra duraría apenas setenta y cinco años. Una minucia para una raza que se había dedicado a darse de toñas entre ellos durante un milenio.
Pero no contaban con unos tipos especialistas en los genocidios.
Mil cuatrocientos años después, el hombre desarrollaría el viaje más rápido de la luz (se masca la tragedia)
Tres años después, las primeras sondas robotizadas humanas llegarían a Jorune.
Doce años después, varias naves tripuladas por el hombre partirían de la tierra camino al recién descubierto mundo.
La primera expedición científica llegaría tras un viaje de tan solo dos años, y negocia con los shantha para que se les cedan unos terrenos para asentarse.
Once años después, ochenta naves partirían de la tierra con veinte mil hombre en su interior.
Explorador humanoY, claro, tras ocho años de relativa tranquilidad, los siguientes diez serían una cuenta atrás hacia el desastre.
Tras la llegada de los colonos (bueno, en realidad un poco antes) se haría evidente un pequeño problema: La flora del planeta era tóxica para los hombres. Así que Iscin, uno de los científicos de la primera expedición, sería el responsable del proyecto de creación de un vegetal que pudiese crecer en Jorune y ser alimenticio para el hombre, el Durlig.
Peeeero. Pronto llegarían noticias sobre tensiones en la tierra (aunque los dirigentes dicen “No preocuparse, todo va bien”)
Las naves que llegan al año siguiente traen noticias que desmienten los buenos presagios. Vienen a decir que cuando vuelvan a la tierra no van a encontrar a nadie.
Mientras tanto, y aprovechando la coyuntura (y el poder del que dispone) el señor se podría a esparcir laboratorios por diversos sitios para proyectos personales; como por ejemplo el desarrollo de una raíz que pueda crecer en los climas que habitan los ramian; el shirm-eh, en su laboratorio de Voligire. Pero antes de poder finalizar este proyecto sería reclamado en el Valle de Gauss.
Las primeras pruebas del durlug, una cepa a la que llamarían gerrig, es exitosa, pero solo a medias. Se puede plantar en Jorune, pero es muy complicada de extraer y preparar.
Las siguientes noticias que llegan del hogar, no son precisamente halagüeñas; la Tierra está en guerra, y no se van a mandar más naves con provisiones (en teoría “por el momento)

Así que, claro. La gente se calienta y comienzan a surgir divisiones entre los colonos. Se incumplen los tratados, y se comienza a plantar durlig allá donde se puede (casualidad, varios de esos sitios son territorios sagrados para los shantha)
Los shantha pedirían que se atendiese a los acuerdos, pero no se les escucha. Durante una escaramuza, muere un hombre. Doce shantha son ejecutados en represalia.
Y lo que tenía que llegar, llego: La liaron bien liada.

Pero eso os lo contaré en la próxima entrada.

agosto 10, 2010 · Posted in Mundos improbables  
    

Jorune, Jorune, Jorune. Me encanta Jorune. Tanto es así que ya escribiría una entrada sobre él antes de que en este blog se hablase de esas cosas. Por desgracia, y como suele suceder con los juegos que más me gustan, y volviéndonos un tanto vulgares, no se ha comido nunca un torrado comercialmente. Y mira que lo tiene todo, ciencia ficción, fantasía, pulp. Conceptos propios y heredados. Originalidad y clasicismo. Pero nada, que no hay manera.

Portada de la primera ediciónLa caja en la que presentaba la segunda edición sería parte del primer cargamento de material rolero adquirido de manera legal que entrase en mi casa (de manera menos, ejem, legal, ya me había hecho antes con una “copia” del D&D del amigo Multimaniaco) Tan maravilloso tesoro llegaría hasta mis manos y ojos junto al Players Hadbook del AD&D segunda edición, el Top Secret y la Dragón número ciento treinta y cuatro (julio del ochenta y ocho) gracias a un viaje de verano de mi hermano pequeño a Inglaterra.
Fue verlo y caer rendido a sus pies. A la mierda las láminas a color del Dungeons, a paseo con sus doscientas páginas de hechizos. Aquella caja y sus libretos con ilustraciones en blanco y negro me habían conquistado.
Pero bueno, al final terminaría arbitrando AD&D mucho antes que Jorune. Aquel mundo era tan bonito que casi me daba miedo tocarlo y “romperlo” con mis partidas. Tendrían que pasar cosa de diez años desde que entrase en casa para que arbitrase mi primera partida en él (y lo destrozase)

Pero bueno, encaminemos la nostalgia hacia donde debemos, y comencemos con la lección de historia de hoy.

Lamentablemente, la historia de la publicación de Jorune no ha sido tan rocambolesca como la de algunos de los juegos que he comentado hasta el momento y parece ser que, pese a sus buenos comienzos, no veremos una nueva edición de este juego.

La primera edición de Jorune se publicaría en el ochenta y cuatro. Por lo poco que he podido encontrar al respecto, la idea sobrevino a los autores mientras realizaban un trabajo para la clase de ingles. Aquel par de veinteañeros; Andrew Leker y Miles Teves, se montarían su propia editorial, Skyrealms Publishing, y sacarían el juego en un único libreto. No se que tirada sacarían, pero la cosa es que es prácticamente imposible de conseguir.
Aquella primera edición… pues era un juego de su época, con bichos de toda índole que matar y poco más. Me gustaría poder decir algo más sobre ella pero, como ya os comento no hay manera de encontrar información. Por lo que he podido leer al respecto, no se debía parecer demasiado a lo que vendría después (ni siquiera en el mapa) pero era un comienzo.
Para este edición no sacarían más que una aventura: Maustin Caji, que sería el germen para el futuro juego de ordenador ambientado en este mundo.

La segunda edición (mi adorada caja) saldría un año después, en agosto del ochenta y cinco. Aquí la cosa ya cambiaba. A nuestros amigos Leker y Teves se les uniría más gente; Mark Wallace, David Ackerman, Amy Leker y Darren Champlin echarían una mano en los textos y Alan Okamoto junto a Brian Miller lo harían en el terreno gráfico.
Como sabréis, no soy amigo de categorizaciones y afirmaciones absolutas pero, con esto siempre suelo hacer una excepción y digo que (en mi opinión) esta es la mejor portada que se ha hecho jamás para un juego de rol. Bueno, igual parece que exagero, pero no he encontrado otra que se le acerque en mi estima.
Ahora os dejo unos minutos para que os recreéis y deleitéis con la portada de la caja.
"LA" Portada
¿Ya?
Vale, continúo.
La caja contendría cuatro libretos:
Player manual que… os podéis hacer una idea de lo que es.
Sholari Guide. Aquí ya empezamos con la jerga joruniana. Un Sholari, según la lengua shantica (la de la raza originaria del planeta) significa “guía” o “maestro” En nuestro caso hace referencia al “master”, “árbitro” o “director de juego”. Así que también os podéis hacer una idea de que esperar de este libreto.
A estos les seguiría Tauther Guide. La tothis es rito social por el que los habitantes del reino de Burdoth aspiran a convertirse en Drenn (ciudadanos)
En este libreto encontramos una descripción del mundo desde el punto de vista de un habitante de Burdoth. Vamos, treinta páginas con montones de (gloriosas) ilustraciones y textos ideales para entregar a tus jugadores y que sepan lo que saben sus personajes.
Para terminar tendríamos una aventura de iniciación: El skyrealm de Kolovisondra. En ella, y saliéndose del esquema que se daba en la época para las aventuras, se nos daban una la ruta que seguía el skyrealm que daba nombre al libreto, así como las diversas manera de las que se podía acceder hasta él. También aprovechaban para describir como se creaban estos fenómenos únicos de Jorune. En un texto clásico y sencillo teníamos el material ideal para introducirnos un poco más del mundo.
Aparte de estos libros, también nos encontrábamos con las hojas de personajes. Unos pliegos de tamaño A3 muy bonitos de ver, pero un tanto incómodos de utilizar.

Y la cosa despegó. Cayeron en gracia a los chicos de White Wolf antes de que se convirtiesen en un panfleto para sus productos, que les dedicaron durante muchos números una columna en cada una de sus revistas: Segment Jorune.
Al mismo tiempo también saldría un fanzine hecho por fans inglese que intentaba apoyar al juego, Sarceen’s Knowdeledge. Lástima que sólo viese la luz un único número.
Skyrealms a su vez trataría de no dormirse en los laureles y también producirían nuevo material.
Comenzarían con Companion Burdoth y Companion Ardoth donde describirían el mayor reino humano del planeta y su capital, para seguir con Earth Tec Jorune donde hablaban de la tecnología que se conservaba de los tiempos antiguos.
También saldrían un par de suplementos que sólo se podrían ver durante las Gen Con: Playing the Iscin Races y Shanthas of Jorune, donde se hablaba un poco más en profundidad de algunas de las razas no humanas.

Portada de la tercera ediciónEn el noventa y dos se sacarían la tercera y (sigh) última edición del juego. En esta ocasión no lo editarían ellos, sino que dejarían que fuese la compañía Chessex quienes lo hicieran. Un libro de doscientas dieciséis páginas con una portada muy bonita (pero…)
En su interior repetíamos los contenidos de la segunda edición, corregidos y ampliados con trasfondo de los suplementos anteriores. Se perdía la gracia de la guía del Tauther pero bueno, no se puede tener todo.
Para esta edición saldrían cuatro suplementos:
Sholari Pack e Innocents of Gauss lo harían en el noventa y tres. El primero sería un imprescindible: Pantalla de master, cronología ampliada, una aventura (Voyage of the Aylon Star), glosario, el resto de material que faltaba de recuperar de los suplementos de la segunda edición y fé de erratas. El segundo una aventura sencilla que, tampoco os voy a engañar, tampoco pasa nada por no tener.
Al año siguiente los otros dos: The Sobayid Atlas y The Gire of Sillipus.
En ellos encontraríamos un suplemento regional que describía una de las provincias sureñas de Burdoth y presentaba varias semillas de aventuras y una campaña que también nos da algo de material de trasfondo.

También aparecerían un par de fanzines más… de una duración similar a la que tendría Sarceen’s Knowdeledge. Por un lado estaría Sholari, y de tierras bretonas llegaría Bokelby’s folly. Ambos dos duraron tres números.
Y más o menos eso es todo (al menos en el terreno editorial)

Porque en el noventa y cuatro también saldría un juego para ordenador (PC-DOS para ser más exactos) publicado, como no podía ser de otra manera siendo un juego de rol de la época, por SSI. Por supuesto, lo tengo pero, también por supuesto, apenas he jugado a él. Como bonito, lo es. También sirve para “visualizar” un poco el mundo pero, por lo que he leído sobre él debía estar cargado de bugs y el combate se debía de hacer bastante repetitivo.

Así que, más o menos, hasta aquí hemos llegado. Hubo un intento por parte de Joe Coleman (uno de los autores que colaboraría con los suplementos de la tercera edición, y administrador de la imprescindible página de Jorune) por hacer una edición 3.5, pero se encontró con trabas por todos lados (autores que ya no se hablan, derechos de edición que nadie sabe a quien pertenecen) así que la cosa no cuajo.
Si que hizo un par de conversiones para poder jugar con los sistemas de Fuzion y Plus (un sistema que creó él) que se sumarían a las ya existente para GUPS. Más adelante otros aficionados crearían otras adaptaciones para J20, HERO, Storyteller y Over the edge.
Así que tenéis la opción de echarle un tiento con distintos sistemas (cuando lo hice yo, utilizaría la adaptación de GURPS sin apenas trabajo)
Diciéndoos que, en la anteriormente página de Jorune, tenéis a vuestra disposición casi todo el material que existe para descarga y que en la página de Chessex aún se pueden encargar los libros que sacaron ellos, termino por hoy.
Ya estáis tardando en darle un tiento.

julio 28, 2010 · Posted in Mundos improbables  
    

Ya hemos llegado.
¿Que a donde?
¿Donde va a ser? A donde quería llegar, que tampoco es muy lejos, pero es un lugar tan bueno como cualquier otro para un pequeño salto.
A ver, dejar que me explique.

Como sabéis (o deberíais saber) de manera simultánea a este blog estoy escribiendo otro en el que voy reescribiendo el trasfondo de mi proyecto eterno: Daegon.
Pues bien, he llegado a un punto al que quería llegar. No sé si alguno de los que os pasáis por aquí (o de los que me tenéis en caralibro) soléis daros una vuelta por allí, pero el resumen (muy resumido) de la historia de ese mundo ha llegado al final de la quinta edad.
Que tampoco es que sea el fin del mundo (que llegará dos mil y pocos años después de ese momento, unos pocos años más adelante del “presente”) pero es un buen unto para empezar a hablar de los países actuales (y su historia, obviamente) ya que muchos de ellos surgieron de ese momento.
Claro, aquí estamos mis disquisiciones chorras (o no) y yo asumiendo de nuevo el mando. Así que me asalta la duda: ¿Hago eso que tenía planificado desde el principio, o continuo con la historia hasta el presente, y luego me centro en (detallo y puntualizo) la de los países?

¿A que se debe mi duda?

Pues… a que no se si centrándome en las historias de los países se perderá parte de la imagen de conjunto que (confío que) he presentado para el mundo.
Vale, sí, “sólo” es otro mundo de fantasía, con sus gentes, sus dioses y sus tortas, pero espero haber logrado trasmitir las señas de identidad que lo hacen “único” (al menos a mis ojos, pero también puede ser que su paternidad me haga un tanto miope)

Así que aquí estamos de nuevo. Tengo hasta el jueves (que es cuando suelo empezar a escribir el blog beta de Daegon) para decidirme por el camino a tomar.
De todas formas, si hay alguien por ahí a quién le apetezca escribir algo al respecto, soy todo ojos.
Venga, no os cortéis.

    

Podríamos trata de meter a Talislanta dentro de algún género, ya sea, ciencia ficción, fantasía, pulp o todos ellos al mismo tiempo. Pero como esas cosas siempre me han parecido una perdida de tiempo, casi como si me (y os) lo ahorro.

Portada de Thystrams CollectaneaTalislanta no es un mundo basado en la fantasía clásica (léase “tolkieniana” o dungeonera) en la espada y brujería o las mitologías del medievo europeo. Las influencias del señor Sechi a la hora de ponerse a escribir, como ya comentaba en la anterior entrada, no eran ningún misterio o secreto e iban por otros derroteros, cosa que se nota en lo que nos encontramos al abrir sus libros. Aunque sí que se notan más la influencia de algunos autores como como Lovecraft, Burroughs (sobre todo el Marte de John Carter) o Vance, así que si habéis leído algo de esta gente ya os podéis hacer una idea de por donde van los tiros.

Así tenemos un continente (Talislanta) ubicado en un planeta llamado Archaeus que orbita alrededor de un sistema binario, que forma parte de galaxia situada en “una remota dimensión del plano material”. Un mundo en el que no hay humanos (ni elfos o enanos) pero que sí que está poblado por montones de razas humanoides.
Un lugar en el que nuestras leyes de la física (y, porqué no decirlo, la lógica) no son tan válidas como el poder de la magia en toda su amplio y vasto espectro.

Archaeus es un mundo joven (el año que marca su calendario de su quinta edición es el seiscientos tres, pese a que en la tercera la línea temporal llegase al seiscientos veinte) con una historia no demasiado desarrollada más allá de las confrontaciones bélicas que sirven para “definir” a las diferentes razas que lo pueblan.
La historia del mundo comienza con una (clásica) “Edad olvidada” gobernada por una raza de seres reptilescos llamados en un principio “los Drakken” (a los que en posteriores ediciones se les cambiaría el nombre por el de “los Primeros”)
Esta raza sería sería expulsada de Talislanta y “empujada” fuera de él a través de unos puentes que comunicaban los continentes que, posteriormente, serían destruidos. Aquellos que los vencieron sería una raza llamada los Archaenos (Archaens), una tribu de cazadores que, tras encontrar unos artefactos “mágicos” en una nave estrellada sobre el continente, evolucionaría por encima de sus congéneres (como no, conquistándolos a su vez)
Los Archaenos, con el tiempo irían alterando su apariencia por diversos medios distanciándose cada vez más de los infra-hombres (sub-men) que heredarían la masa continental cuando sus “señores” se mudasen a sus ciudades volantes. Cuentan las leyendas que también llegarían a conquistar las estrellas y otras dimensiones.

Portada de la cuarta ediciónPero llegó nadie sabe, como, nadie sabe por qué (aunque muchos echan la culpa al uso equivocado que los Archaenos hacían de la magia) el “gran desastre”. Las ciudades volantes cayeron a la tierra o se perdieron en el espacio. Tormentas de fuego arrasaron llanuras y convirtieron montañas en polvo. Nubes de energía mágica aberrante se desataron sobre la atmósfera, causando cambios climáticos y mutaciones por todo el mundo.
Sería el final de esta raza que, desposeídos de su tecnología y gran parte de su poder caerían presa de las tribus de los infra-hombres.

Después de este desastre, llegaría otro clásico; la era de la confusión con guerras y más guerras, a la que seguiría una “Nueva era” (pero sin florecitas ni jipis)

Como podéis ver, la historia en sí no es que sea el epítome de la originalidad, pero como ya os decía, tampoco pretende serlo. Lo que hace este mundo algo único es la variedad cultural de sus distintas razas y la personalidad que logra crear y trasmitir el autor (bueno, los autores, que la parte gráfica también ayuda mucho) de un mundo hostil e inmisericorde donde no te gustaría vivir (¿alguien más ve ciertas similitudes entre esta descripción y la de cierto mundo desértico que sacaron los dungeoneros cuatro años después?)

En Talislanta podemos encontrar magias de todo tipo. De la astromancia a la cartomancia, de la criptmancia a la cristalomancia. De la clásica magia elemental a la no menos tradicional invocación. Del chamanismo a la brujería, de la hechicería a la botanomancia (y muchos más).
Puedes interpretar a un tosco gigante Karakhano o una refinada musa tele-émpata. Un guerrero Ahazu de cuatro brazos o un esclavista imriano. Hombres de fango de los pantanos, o alados stryx. En la cuarta edición tenías cosa de ciento veinte arquetipos para elegir, cada uno con su propia particularidad.

Yyyyy, poco más os voy a decir. Así que voy a repetirme un poco: Anda, poneros a descargar los libros, que para unos que podéis hacerlo de manera legal ya estáis tardando.
Ya me contaréis.

julio 7, 2010 · Posted in Mundos improbables  
    

vTalislanta.
¿Que se puede decir de Talislanta (en la lengua de Cervantes) que no se haya dicho ya?
Pues… mucho me temo que casi todo.
Y es una lástima, porque es un gran juego con montones de material muy bueno e ideas muy interesantes.
No es tan rompedor como pudieran ser en su momento Tékumel o Glorantha. Más allá de su “obsesión” con que no haya elfos (su eslogan de toda la vida) tenemos un amplio abanico de razas con las que podemos jugar (algunas similares estéticamente a los anteriormente citados elfos o el resto de razas de la fantasía convencional, pero siempre tratando de hacerlas culturalmente únicas) entre las que no se ha tratado de crear un “equilibrio jugable”. Las hay muy bestias, y son bestias. Punto. No hay desventajas por que sí, para que no se abuse. El mundo es como es, salvaje y despiadado. Brutal, podríamos decir. Las criaturas que lo pueblan no son lo que se dice amables o amistosas. Son bonitas, sí, pero bonito como puede ser el diseño del álien o el depredador cinematográficos.
Talislanta es Burroughs se toma unas copas con Zelazni, Vance, Lovecraft y Moorkcock mientras se leen unos tebeos de la DC clásica (el mismo Stephan Michael Sechi, menciona estos referentes junto a otros tantos que no he leído entre los que se encuentran gente como Erodoto o Borges. A ver cuando corrijo estos defectos de formación)

Al contrario que Gygax o Stafford, Sechi no tenía aquel mundo dando vueltas por su cabeza antes de que el rol fuese rol (estaba muy ocupado tocando con su banda), sino que su afición a esto comenzaría tras una partida al D&D clásico en la que le metió su hermano pequeño. Después de eso, ya sabéis. Montó con unos amigos su propia editorial (Bard Games, con una inversión inicial de seiscientos dolares por cabeza) publicaría su primer juego (La trilogía de Atlantis)
Tras unos problemas con sus compañeros, vendería su parte de la impresa a uno de ellos, guardaría el dinero en el banco, y durante los tres meses siguientes se dedicaría a escribir los tres primeros libros de Talislanta. Más adelante, su ex-compañero decidiría que ya no le apetecía dirigir más la empresa, y le vendió de nuevo su parte.
Así la primera edición del juego acabaría viendo la luz en enero del ochenta y siete. Empezando con The Talislantan Handbook, un libreto de ochenta y ocho páginas entre las que podíamos encontrar desde lo típico: El reglamento, hechizos, habilidades, equipo, glosario de términos, etc hasta cosas no tan habituales: Datos de clima, calendario de fechas señaladas en el mundo, escritura (bueno, en realidad unas runas con su equivalencia con nuestro alfabeto) y, lo que me atrajo desde un principio del libreto: Las ilustraciones de las distintas razas.
En la parte central del libro te encuentras con cuatro páginas cada una con doce ilustraciones de distintos arquetipos con su correspondiente nombre a la espera de que tu dedo dijese: Mi personaje va a ser uno de estos.
En mi caso (y ya con la segunda edición, en el que las páginas con dibujines de arquetipos habían subido hasta siete) mi primera elección sería un Guerreto místico mandalano (Mandalan mystic Warrior) Os preguntaréis ¿a que se debió aquella elección? ¿Al exotismo del nombre? ¿Al misticismo que destila? Pues no, lo elegí porque el bicho del dibujo parecía un ninja, y yo me encontraba en esa edad en la que todo lo que sonase, pareciese o recordase a un ninja, molaba (¿a quién pretendo engañar? Aún sigo en esa fase)
Luego resulto que estos tipos eran pacifistas y tal, pero bueno, aunque sólo llegué a jugar una partida con él y recibió palos por todos lados, aprendí a quererlo tal y como era.
Bueno, cerramos la batallita y continuamos con lo que estábamos.
En febrero del mismo año saldría The chronicles of Talislanta, ciento veinte páginas en las que Tamerlin (el tipo con un nombre no demasiado original, pero se lo perdonaremos) nos hablaba sobre el mundo y sus habitantes.
Después de este vendrían A naturalist’s guide of Talislanta en septiembre y Talislanta sorcerer’s guide en junio del año siguiente (para los que no sepan de lenguas, bestiario – ¿botanicario? Y hechizos, encantamientos, objetos mágicos, bichos extra dimensionales, profesiones nuevas y demás)
También trataría de sacar un cómic ambientado en su mundo, pero la editorial que quería sacarlo se iría a pique tres meses antes de que los tebeos llegasen a ver la luz.

Portada de la segunda edición.Un mes después, saldría a la venta el primer volumen de The cyclopedia Talislanta, que era… lo que su mismo nombre indica, el primer suplemento de la segunda hornada, tras el que el amigo Stephan se tomaría un descansito tras el palizón.
El año siguiente y con fuerzas renovadas, se lanzaría a sacar la segunda edición del juego: Talislanta handbook and campaign guide, donde pulía alguna regla y hacía un resumen del material publicado los suplementos de la primera edición y se puso las manos de escribir para sacar los siguientes tomos de la Cyclopedia Talislanta:
The Cyclopedia Talislanta II: The Seven Kingdoms
The Cyclopedia Talislanta III: The Wilderlands of Zaran
The Cyclopedia Talislanta IV: The Western Lands
The Cyclopedia Talislanta V: The Eastern Lands

The Cyclopedia Talislanta VI: The Desert Kingdoms

E incluso se atrevió a sacar una linea de miniaturas junto con Lance & Laser (los mismos que sacaron el dos mil dos figuritas de Glorantha)

Al año siguiente sacaría el último libro publicado por Bard Games: Talislanta Worldbook, una reedición – ampliación – revisión del viejo Chronicles y la primera Cyclopedia.

Habría que esperar dos años para una nueva edición del juego, esta vez publicada bajo licencia por Wizard of the coast (antes de caer ante el lado oscuro del Magic)
The Talislanta Guidebook sería el primer libro. Más de trescientas páginas en las que se volvía a resumir lo anteriormente publicado, pero avanzando veinte años en la línea temporal del mundo.
Wizards tambien publicaría otros tres suplementos: Talislanta Geographica, Thystram’s collectanea y The archaen codex (mapa, bestiario y tocho de magia) y cuatro aventuras: Saristra, Sub-men rising, Quantrigue y The scent of the beast. Como premio también sacarían una colección de relatos cortos: Tales of Talislanta.

Se dice, se comenta, se rumorea, que llegaron a un acuerdo con Steve Jackson Games para que se publicase un GURPS Talislanta. Buscando por ahí he encontrado que hasta le sacaron el ISBN (y hay tiendas que lo ofrecen, siempre fuera de stock) pero, lamentablemente, lo cierto es que no llegó a publicarse (aunque circulan leyendas sobre copias de playtesting pululando por la nube)
Pero para mi eterna condena, Magic consumió toda la maquinaria editorial de Wizard, provocando su abandono de la causa rolera.
También sacaría el señor Sechi por su cuenta tres compilaciones musicales: Music from Talislanta I y II, y Wizard Hunter CD. Música instrumental que había compuesto para dar ambiente en las partidas. Todito compuesto e interpretado por él (que para algo es también músico)

Portada de Talislanta WorldbookHabría que esperar otros cinco años, para celebrar el décimo aniversario de la primera edición, para empezar a escuchar rumores de una nueva publicación de Talislanta. Diez años, y aún no hay elfos, rezaba la promo. Pharos Press se hizo con la licencia, pero al final no sacaría nada más allá de un PDF con la promo (y la frasecita) antes de que diferencias creativas llevasen a paseo el proyecto. Desde Talislanta.com están tratando de hacerse con alguna de las pruebas de impresión de esa edición para escanearlas y compartirlas, así que si alguno de vosotros sabe algo de ellas, ya estáis tardando en mandárselas.

Pero no acaba aquí nuestra historia. En dos mil uno, Shooting Iron se haría con los derechos para sacar la edición definitiva. Un tochal de quinientas dos páginas con todo lo necesario para arbitrar en este mundo… lo único que no metieron fue una aventura introductoria (pero es que tenían que parar de meter páginas en algún momento)
Pese al cariño que le tengo a la segunda edición (que fue la primera… y única a la que he jugado) debo coincidir con su autor en que esta mola más (aunque puede llegar a ser un poco incómoda, es impresionante como pocos libros)

Servidos y fipados con esa edición, hubo que esperar hasta dos mil cinco para una nueva edición, esta vez adaptada al sistema D20 (¡horror!, vale, que sí, que el sistema original también se basaba en ese dado, pero no era plan) por parte de Morrigan Press. Esta gente también sacaría otros siete suplementos:
Talislanta Menagerie (Bestiario, y van…) Codex Magicus (esto… cielos, más magia) Midnight Realm, People & Places: Djaffa y The Northern Reaches (suplementos regionales) The Weight of Water (una campaña larga) para terminar con una par de curiosidades: Un suplemento de veinticinco páginas, Riding The Sky: A Guide to Windships y Talislanta Cardstock Minis trece páginas con imágenes recortables de los diversos arquetipos del juego. Ambos serían publicados exclusivamente en PDF. Todos estos suplementos serían compatibles tanto con el sistema clásico como con el D20.

También reeditarían ese mismo año (para la quinta edición que estaban preparando) una versión actualizada de The Chronicles of Talislanta
y Hotan’s History Of The World
la guía (ejem) “definitiva” de la historia del mundo.
Y para abrir boca antes de lanzarse a la quinta edición, lanzarían The Darkness. Mientras estaban escribiendo el suplemento Midnight Realm, se emocionaron tanto ante las posibilidades de la región, que terminaron creando una “escisión” del suplemento para darle entidad propia como juego independiente basado en su Omni system.

Finalmente, en dos mil siete, saldría la quinta edición (esta vez olvidándose del D20… del sistema, no del dado) para el que sólo han salido tres libretos: A Player’s Guide to Talislanta, A Gamemaster’s Guide to Talislanta y The Menagerie.

Yyyyyyyyy, creo que eso es todo amigos, al menos por el momento (que tampoco es poco) pero os acomodéis todavía, que el amigo Stephan anda a la búsqueda de ese tebeo que no llegó a publicarse, de sacar algún libro de ilustraciones con los dibujos de Patricia Breeding Black (que yo me compraría sin dudar) y tentando por ahí a la gente para ver si alguien se anima a sacar un MMORPG ambientado en su pequeñín.
Mientras tanto os podéis pasar por Talislanta.com, donde se puede descargar todo el material que han conseguido escanear, ya que su autor ha liberado ese material.

¿A que estáis esperando?

junio 16, 2010 · Posted in Mundos improbables  
    

Portadas de los libros de La Trilogía de AtlantisNo. No os voy a hablar de ninguna trilogía chunga de novelas de fantasía, sino de un juego de rol: El primer juego de rol que crease Stephen Michael Sechi.
Ahora algunos preguntarán. ¿Y quien es ese tipo para que lo menciones?
Pues es un saxofonista… y el creador de Talislanta.
Vaaale, ahora otros preguntarán: ¿Talis…qué?
Pero a eso os responderé en las siguientes entradas de “Mundos improbables” (léase con voz cavernosa y musica de misterio de fondo) porque la Trilogía de Atlantis tiene la entidad y calidad suficiente como para dedicarle una entrada a él sólo.

Como supongo que eso de Atlantis os sonará a (casi) todos, no me dedicaré a explayarme en la explicación del trasfondo de este juego, más allá de deciros que está ambientado en la tierra “antes del hundimiento de la Atlántida”
¿Que con esto tampoco os aclaro mucho?
Bueeeno, ya os cuento un poco más.
Este mundo se supone que es el nuestro en un pasado muy remoto. A esta época se refieren como “La segunda edad” aunque también la llaman “La era antediluviana” (que a mi me mola más) en teoría entre el año quince mil y el doce mil antes de cristo. La ambientación no pretende ser histórica en ningún momento, así que tampoco conviene darle muchas vueltas al asunto.
Estamos hablando de un mundo fantástico puro y duro. Con sus elfos, sus enanos, sus trolls y su magia… pero sin ser un mundo fantástico tradicional. Hablamos de una Tierra (tierra de “nuestra” tierra, no de mundo genérico) mítica.
Las razas no son tolkienianas o dungeoneras, sino una (otra) mezcla de los mitos en los que se basan los arquetipos tradicionales. En este mundo también encontraremos hombres-bestia (experimentos del primer Imperio Atlante) zéfiros alados o nethermen (¿sub-hombre? vaya, de esto también hay en Talislanta) híbridos de humano y duende.

El juego consistía en tres libros (de ahí lo de la trilogía) que serían publicados por la editorial Bard Games (creada por el señor Sechi junto a otros dos amigos para sacar adelante el proyecto):

Portada de Atlantis: The lost worldThe Arcanum sería publicado en el ochenta y cuatro y era el reglamento básico, o lo que es lo mismo: Ciento cincuenta y ocho paginas de reglas y hechizos. Se habla un poco de las razas y casi nada del mundo (apenas media página) El año siguiente sacarían una segunda edición que era básicamente lo mismo.
Ese mismo año, también sacarían The Lexicon; el libro en el que se describía el mundo (y al que se hacía referencia en Arcanum) y ahí la cosa ya mejora bastante. Este libro es ambientación de principio a fin, un atlas en toda regla que puede ser usado si apetece con cualquier otro sistema de juego. Información de la buena.
El siguiente año (en el noventa y seis) saldría la última parte del paquete: The Bestiary, que vosotros diréis: Vaya, un bestiario, que original. Bichos. Y sí, lo es. Pero también es algo más. Porque no estamos hablando de un compendio de características para una tabla de encuentros. Aquí tampoco se mencionan las reglas. No hay características. Lo que hay es una recopilación enciclopédica de criaturas míticas de toda índole. Empieza siendo genérico en cuanto a descripción de especies, para pasar a lo concreto, que es cuando la cosa gana. Desde el León de Nemea hasta la Esfinge. Desde El Ave Fenix hasta la Hidra. Desde Mefistófeles hasta Moloch.
Lo único que echo en falta a este libro es un poco más de detenimiento en cada una de las criaturas, pero bueno, son ciento treinta páginas, a más o menos dos criaturas por página y a cada cual mas apetecible. Un tratamiento en profundidad habría necesitado de un libraco demasiado grande como para una editorial pequeña, o una colección de libros que habría roto la “trilogía”
Como dato curioso (y valor añadido) todas las ilustraciones interiores están hechas por un Bill Sienkiewicz a medio camino entre su Caballero Luna y su saga del Oso Místico.
Y fin, porque en el noventa y siete saldría la primera edición de Talislanta y Bard Games ya no sacaría más material. Al fin y al cabo era una trilogía, ¿no?

Bueno, pues no, aún hay un poco más que contar de esta ambientación, porque el señor Sechi siempre ha guardado un huequecito en su corazón friki para su primera creación. Ya en Talislanta se crearía su pequeña ruta de ida y vuelta hacia La Atlántida con alguna criatura proveniente de allí. Más adelante, en el noventa y ocho, la propia Bard sacaría Atlantis: the lost world. Que no era sino una reimpresión del Lexicón y el Bestiario con unas pocas páginas de material adicional, pero que servía para mantener vivo el recuerdo de ese mundo.

Al final Bard terminaría por desaparecer, pero el señor Sechi se llevaría sus creaciones para licenciarlas a otras editoriales.

Así en el noventa y seis Deaths Edge Games sacaría una nueva edición de The Arcanum (la tercera) que supondremos que no le fue demasiado bien, ya que tardaría cinco años en sacar las correspondientes segundas ediciones del Lexicón y el Bestiario (después de las cuales también acabaría desapareciendo)

Portada de Atlantis: The second ageHabría que esperar otros cuatro años, hasta el dos mil cinco para que la canadiense Morrigan Press publicase algo relacionado con esta ambientación: Atlantis the second Age. Que no es que fuera lo mismo, ya que utilizaron su propio sistema de juego, el Omni System. Primero sacarían un único libro con el sistema y el mundo (con nueva redacción e imágenes) para continuar al año siguiente con otro libro que contendría el bestiario.

Y ahora si que llegamos al fin, porque un año después (casualmente tras publicar el Talislanta D20) la compañía cerraría sus puertas.
Así que ya sabéis, niños y niñas. Si queréis conseguir los libros de esta ambientación, recorreos las tiendas de segunda mano, porque la cosa está complicada, pero merecen la pena.

mayo 30, 2010 · Posted in Mundos improbables  
    

Diversas portadas de GloranthaAntes que nada, aclaremos conceptos: Glorantha es un mundo, no un planeta.
No es una esfera flotante que orbita alrededor de un sol, sino que ocupa la faceta superior de un cubo que flota en el caos primordial.
Sobre su superficie hay dos continentes; Genertela y Pamatela, separados por el Océano del Eterno Retorno. En el centro del océano se encuentra la Fuente de Magasta, un vórtice que comunica el mundo superior con el interior; el inframundo.
Glorantha no es un mundo grande. La extensión total del mundo es aproximadamente como la del continente americano (no será muy grande, pero en su interior caben grandes cosas)
Tampoco es un mundo antiguo, ya que el momento en el que se ambienta el juego es año mil seiscientos veinte (aunque sucedieron muchas cosas antes de que el tiempo comenzara a contarse)

Cada mañana Yelm, emperador del universo sale con su carro ígneo, arrastrando el sol desde La Puerta del Alba en el este por el firmamento de Glorantha. El anochecer llega cuando Yelm alcanza La Puerta del Crepúsculo en el oeste. Durante la noche recorre el inframundo para volver a traer el día de nuevo tras imponerse a quienes habitan en la oscuridad.

Hubo una época de oscuridad cuando Orlanth, el señor de las tormentas hijo de Umath, mató a Yelm y lo arrojó al inframundo. Pero con el más adelante se daría cuenta de su error, pues el caos y la oscuridad comandados por El diablo (no, no se lo curró mucho con el nombre de este) consumieron el mundo y acabaron con la Montaña Cósmica y la corte celestial que allí habitaba.
Pero Orlanth vería su error y bajaría hasta el inframundo en busca de Yelm, que había logrado imponer su voluntad sobre su propia muerte. Magasta llevó a sus hijos acuáticos a cerrar la brecha que había creado la explosión de la montaña, y Kyger Litor sacos a los suyos a la superficie para que bajo el cielo sin estrellas luchasen contra la oscuridad y el caos.
Finalmente Orlanth, rompiendo todas las leyes antiguas, lograría salir del infierno junto a Yelm y las fuerzas de la vida.
Desde algún lugar recóndito cuya ubicación nadie conoce llegaría Arachne Solara, que forjaría El Gran Compromiso con todos los dioses, tanto vivos como muertos, para acabar con el diablo.
De su vientre saltaría El Dios Tiempo, el último de los dioses, extendiendo su red mística de realidad sobre los restos del viejo mundo.
Yelm devolvió la vida a los dioses muertos con el primer amanecer, y el tiempo del Alba vio la luz.

Igual estáis un poco mareados después de este resumen… pero es que esto no es un resumen. Glorantha esta escrito así; denso, a toda velocidad… con una redacción un tanto tosca (vale, ya se que yo no soy el más adecuado para criticar la prosa de nadie, pero ahí esta la cosa)
Los eventos se atropellan, las ideas son arrojadas y te impactan dejando secuelas, los conceptos se lanzan al aire… y se dejan ahí para que maduren en la mente de cada uno. Y la cosa sigue al mismo ritmo…

Durante la primera edad; el alba, el mundo aún no se había recuperado de la guerra de los dioses. La separación entre los dioses y los hombres era escasa. Los diversos poderes trataban de dar forma a las energías que gobernaban en universo experimentando de todas las maneas imaginables.
Uno de aquellos experimentos, el más espectacular, sería Nysalor.
Nysalor fue un ser construido mágicamente por un grupo de humanos y miembros de las razas antiguas. En su origen participaron todas las razas importantes, pero más adelante los trolls y los dragonuts abandonarían el proyecto antes de su culminación.
Cuando Nysalor comenzó su reinado, una era dorada comenzó para su seguidores, pero no para aquellos que no se postraban ante él. Quienes no le seguían fueron esclavizados o desterrados.
Los trolls y los dragonuts se opusieron a él, pero fueron derrotados. Sobre los trolls caería una maldición que condenaba a sus hembras a parir criaturas deformes, los trollkin, en lugar de los saludables trolls negros uzko.
Arkat, daño del caos, sería el más tenaz enemigo de Nysalor, a quién llamaba Gbaji, el impostor. Durante setenta y cinco años luchó contra él, asumiendo las formas de cada una de las razas de Glorantha tras arduas búsquedas heroicas.

Y como estos ejemplos, hay muchos más entre los que elegir.

Tenemos a los enanos. ¿Enanos? no, mostali. Las creaciones de los primeros mostali, encargados de cuidar y reparar a Mostal, la máquina del mundo que fue dañada durante la guerra contra el caos.
Tenemos a los elfos ¿Elfos? no, aldryani. Los hijos de Aldrya, la diosa de los bosque, son medio vegetales. No es que sean lerdos, sino que el apelativo de “tronco” se les podría aplicar en más de un sentido.
Tenemos el monomito jrustelano. Un intento de un culto humano de la segunda edad, los aprendices de dioses, para juntar todas las religiones y leyendas en un mito unificado. La cosa no habría estado mal, de no ser porque estuvo a punto de condenar toda la existencia. La estrechez de miras y la falta de comprensión real de los mitos que modificaban por parte de sus creadores pudo acabar con toco cuanto existía.

Y lo dejo aquí antes de embalarme.
Hala, ya estáis tardando en curiosear un poco más por ahí. Que de esto si que hay cosas publicadas en castellano.

mayo 6, 2010 · Posted in Mundos improbables  
    

A ver ¿Donde lo habíamos dejado?
Ah, sí.

Vamos a definir el “conceto”

Un juego de rol es…, pues eso, un juego. Que paren las rotativas y suenen las fanfarrias ¡Albricias! ¡He encontrado ”LA” respuesta!.

Vale, vayamos concretando.
Es un juego. Sí. Ergo, su objetivo último es el entretenimiento. Tiene un factor de azar (aunque eso, con el tiempo y según que interpretaciones, se puede llegar a omitir). PERO (y lo pongo en mayúsculas porque es lo que más me atrajo) es un juego sin bandos, sin competitividad, sin perdedores. No se trata de “luchar”, “imponerte” o “acabar” con los demás jugadores. Los demás son tus compañeros de juego. Rivales, no. Compañeros en toda a extensión de la palabra.

Y no. No estoy hablando del espíritu de “camaradería” olímpico (en la pista te machaco, pero luego nos tomamos una copa en el bar sin rencores), sino de la representación máxima de lo que llamaremos “El Espíritu de Torrebruno”: Lo importante es participar… y divertirse.
Tu objetivo no se alcanza frustrando el de tus compañeros. Tanto los jugadores como quien crea la trama comparten el mismo objetivo: Crear una historia entre todos.
Tu personaje puede morir, pero ese pequeño inconveniente que se soluciona creando un personaje nuevo.
No hay un camino prefijado (bueno, eso no es obligatorio y depende de grupos de juego, pero era la opción que yo tomaba) La ruta se crea a partir de las decisiones del grupo. No se trata de “adivinar” la historia. Si nos ponemos Zen “La historia no existe hasta que la partida ha terminado”

Ya está. No hay mucho más que rascar. Todo lo demás es accesorio y optativo.

Por supuesto, existen tantos tipos de aventuras como grupos de juego. Lo que digo por ahí arriba es matizable hasta la extenuación y el absurdo, ya que los personajes se mueven por mundos de ficción poblados por mucha gente. Gente cuyas decisiones y reacciones son tomadas por una única persona (bueno, también hay juegos que cambian esta parte) Gente que puede (bueno, que seguramente estará deseosa) hacer la puñeta a los personajes (que no los jugadores) y gente dispuesta a echarles una mano. La cosa puede ser complicada o sencilla. Realista o toda una experiencia lisérgica (de nuevo para los personajes, que no los jugadores) Intimista o cósmica. Pero eso no dejan de ser detalles y enfoques personales. La base siempre es la misma.

Las primeras historias eran un tanto básicas. Hemos escuchado que hay tesoros en una mazmorra. Dejemos todo lo que estamos haciendo, démonos de hostias con todos los bichos que nos aparezca, y quedémonos con la pasta y todo lo que encontremos por allí. Gracias a esta experiencia iluminadora, nuestras habilidades mejorarán, y mañana nos juntamos de nuevo y veremos donde hay más tesoros que saquear.
Vale, sí. No es que hubiese un gran desarrollo psicológico de los personajes, ni grandes disquisiciones filosóficas a las que enfrentarse. Pero el concepto y los mecanismos que se usaban en D&D fue el punto de partida que tomaron todos los que vinieron después (aunque al final unos lo siguiesen al pie de la letra y otros tomasen caminos divergentes)

Una vez respondida la pregunta con la que acababa la entrada anterior, voy a reformular (o cambiar un poquito) esa pregunta:

¿Que han significado para mí los juegos de rol?
Para no perder la tradición, esta pregunta también la responderé en otra entrada.

    

Mosaico de portadas de Glorantha
La historia de la vida editorial de Glorantha no ha sido tan rocambolesca y complicada como la de Tékumel, pero no por eso ha sido un remanso de paz carente de interés y curiosidades. De todas formas está todo bastante documentado en la página de la wikipedia y en esta impresionante (e imprescindible) colección de artículos. Así que, como no tiene mucho sentido que me dedique a repetir lo que pone por ahí, voy a optar por tratar de llenar algún detalles que no han comentado por por ahí, antes de saltar a hablar del mundo en sí mismo.

Según palabras del señor Stafford, Glorantha nació como un lugar, no como un juego. Este lugar aparecería por primera en papel durante en el sesenta y seis, su primer año en la Universidad de Beloite (en Wisconsin, por si a alguien le interesa) En octubre del aquel año (supondremos que mientras “estudiaba”) escribiría los primeros relatos ambientados en él, aunque no lo haría con intención de publicarlos. En ellos su “avatar” en aquel entorno imaginario, el príncipe Snodal, recorría todo tipo de parajes fantásticos combatiendo a criaturas aún más imposibles.

Stafford se declara un apasionado devorador de las sagas mitológicas. El problema en aquellos tiempos era que no se hacían ediciones de bolsillo de este tipo de lecturas, así que cuando viajaba de un sitio a otro haciendo autostop, comenta que aprovechaba para ir desarrollando el trasfondo del mundo mientras esperaba que alguien le recogiese (ya que no podía llevarse los libros por ahí)

Él mismo reconoce que la historia del mundo no es algo establecido, y que ha ido evolucionando al igual que lo ha hecho su vida. Las primeras historias estaban ambientadas en la segunda edad de Glorantha y, más adelante, RuneQuest se ambientaría en la una tercera edad que surgiría de la inspiración y su momento personal, más que de la preparación.

Los trolls comenzaron como “los malos” (surgida de una clara inspiración mítica y Tolkieniana) pero con el tiempo les pilló cariño. Junto a Sandy Petersen (uno de los mindundis que colaboró en RuneQuest) que no sólo era friki en lo referente al ámbito lúdico, sino que también era zoologo, creó todo el trasfondo para su cultura que se acabaría plasmando en el suplemento Troll Pack (aquí traducido como “El libro de los trolls”)

Los elfos de Gorantha no son elfos. Los enanos son tipos bajitos, sí, fabrican cosas, también, pero olvídate de Gimli (y el concepto de Mostal me parece algo grandioso).

Los dragonewts molan como muy pocas razas pueden aspirar a molar. Un imperio que al que llaman “Los Aprendices de dioses” mola. Un mundo en el que puedes hablar de algo llamado “El monomito jrusteliano, sólo puede ser reverenciado. Los patos… bueno, los patos están por ahí, y Glorantha no sería lo mismo sin ellos.

Esto ya lo comentan por ahí, pero es como las historias de los origen los súper héroes: Los fans nunca nos cansaremos de contarlo.
En el año setenta y cuatro, Stafford crearía el primer juego ambientado en Glorantha White Bear – Red Moon. No era un juego de rol, sino de tablero. Al no lograr que se lo publicase ninguna editorial, terminaría por publicarlo él mismo al año siguiente en una compañía creada ex-profeso para la ocasión: Chaosium. Ahí es nada. Tiempo después con una serie de don nadies junto a los que crearía RuneQuest.

El tipo conocido como Sandy Petersen (Sí, tipo. Es un tío) no se llamaba así (o al menos no fue ese el nombre con el que le bautizaron sus padres) sino que su nombre era Carl Sanford Joslyn Petersen. No sé si Sandy sera el diminutivo de Sanford, o la cosa comenzaría como un mote con mala leche.

Lo dicho. En la siguiente entrada os hablaré del mundo en sí mismo.

abril 14, 2010 · Posted in Mundos improbables  
    

No, la pregunta no es ¿me quiere? Ni ¿cuando me va a tocar la lotería?
Nada tan banal ni material. La pregunta del millón es:

¿Que es un juego de rol?

Bueno, igual no es tan, tan relevante. Lo que sí que tiene su complicación es dar una respuesta concisa y aclaratoria.
Ahora mismo estoy escribiendo sobre eso para la futura web 3.0 de Daegon, pero la entrada me está quedando un tanto academicista (cosa que, por otro lado, es lo que pretendo) pero también me apetecía escribir algo un poco distinto. Más “ligero” en cuanto a forma, pero más profundo en cuanto a contenido. No limitarme a hablar simplemente de lo que “son”, sino contar también lo que han representado para mí los juegos de rol.

Y es que me considero un rolero, o jugador de rol. Da igual que haga cosa de diez años que no juego y más de siete u ocho que no arbitro. Da igual que en el momento vital en el que me encuentro no me apetezca hacerlo; soy un y seré siempre un rolero.

Pero antes que nada, y siguiendo la tradición de este blog de un tiempo a esta parte, vamos a hacer un poco de memoria histórica (a mí manera, eso sí) de donde viene esto del rol.

En el principio de los tiempos…

Algunos roleros dicen que si Gygax y Arneson con su Chainmail fueron los creadores del primer juego de rol (pero Arneson no estaba aún por ahí, y Chainmail era un wargame, así que por ahí vamos mal)
Los pregoneros de las gafas-aún-más-de-pasta dicen que el profeta Mark (molo más que tú) Rein-Hagen alumbró el Vampiro en el noventa y uno, no hubo un Único y Verdadero (y Narrativo) Juego de Rol de Verdad de la Buena (marca registrada) obviando (o ignorando) que el señor Rein-Hagen (junto a un mindundi llamado Jonathan Tweet. No, este tipo no tiene nada que ver con el Tweeter) ya había hecho al parecido con el Ars Magica (solo que no era tan “Cool” ni “Profundo” ni poseía la “Angustia interna”. Todas ellas, muy posiblemente, marcas registradas) y que todo lo demás eran cosas irrelevantes que no habían aportado nada en el camino de la Única y Verdadera fé de la Narratividad Rolera (Sí, también marca registrada)

Los sagrados textos de la sacrosanta Wikipedia auspiciados por el culto de los adventistas de las gafas de pasta, mencionan una cosa que hizo un tal William A. Gamson (profesor de sociología del Boston College) en el sesenta y seis (bonito número) Algo llamado SimSoc (Simulated Society) que se comenzó a utilizar en las universidades como herramienta para el aprendizaje de diversas materias, podría interpretarse como el primer juego de rol.

Puestos así, podríamos empezar a soltar barbaridades en plan cenutrio pretencioso. Comenzar a trampear conceptos y afirmar que el señor MAR Barker sería el primero en hacer un juego de rol, porque comenzó a escribir en Tékumel a finales de los años cuarenta. Pero, como ya os digo, mentiría como un bellaco.

Porque, ódialo o ámalo, pero D&D, Dragones y Mazmorras, Calabozos y Dragones, o como quieras llamarlo, fue el primer juego de rol, aunque por los pelos. Tosco, básico, primario. Todo lo que queráis decir. Pero el primero.

Y digo por los pelos, no porque el resto de juegos viniesen después (válgame el perogrullo) sino porque fue la puntilla que faltaba para que a los demás se les iluminase la bombilla en su cabeza.
Barket o Stafford estaban ahí, a la espera de que alguien les diese la pieza que necesitaban para completar sus rompecabezas personales. De no haber existido el D&D, estoy convencido de que alguno de estos dos (o alguno que también le estuviese dando vueltas al asunto) no habría tardado en dar a la tecla adecuada. Pero Gygax y Arneson se adelantaron, y eso hay que reconocérselo.

Ahora, antes de que las hordas de poseedores-de-la-verdad-única-y-absoluta me salten al cuello y empiecen a corregirme (o después, que ya sabemos lo rápido que salta esta gente) debería responder a la pregunta que inicia esta entrada. Así que voy a retomarla y clarificarla:

¿Que entiendo yo por juego de rol?

Pero eso ya os lo diré en otra entrada (no muy lejana)

    

Fragmento de la portada de HeroQest

Fragmento de la portada de HeroQest

Hablar de Glorantha es hablar del señor Greg Stafford. Y hablar de Greg Stafford es hablar del Jodorowsky o el Morrison de los juegos de rol: o lo odias o lo amas (o ambas cosas al mismo tiempo)… Pero de él (y del mundo en sí) os hablaré en la siguiente entrada.
Por ahora voy a dedicarme a divagar y desvariar un rato.

Hay gente que va de “rompedora” y se dedica a venderte lo mismo que los demás, sólo que con una capa de maquillaje distinta. Pero si hay una palabra que nunca usaría para definir Glorantha, sería “normal” o “más de lo mismo”.

Glorantha es (lo fue cuando salió, y continua siéndolo en la actualidad) original. La ideas únicas se le escapa por todos lados. Pero también es raro. Raro de cojones. O lo que es lo mismo, hay momentos en los que sobrepasa los limites de la originalidad para llegar a lo excesivo (o, porqué no decirlo, lo ridículo)

Porque este mundo, más allá de los sistemas de juego a los que ha estado vinculado, no va sobre razas o historia. No trata de dioses o magia. Glorantha trata de conceptos. Del la misma idea del “mito” y su poder. De las maneras en las que es percibido y moldeado por distintas culturas.
Glorantha es un mundo en el que no es que “exista la magia” sino que la magia lo impregna todo. Pero no como excusa para hacer avanzar argumentos o tapar los errores de lógica. La magia es la fuerza que lo mueve todo, “utilizarla” implica mucho más que lanzar bolas de fuego.
Glorantha es un mundo en el que el viento sopla porque así lo ha decretado un dios. Un dios al que puedes matar un jugador, un héroe, y decidir y definir qué es el viento.

Y claro, cuando intentas explicara algo así, la cosa esta un poco complicada. Cuando un tío, que se define y refiere a sí mismo como chamán, trata de explicarte una serie de conceptos metafóricos y metafísicos de una manera que él considera medianamente ordenada y “lógica” o pones tu cerebro en modo “Vale, te escucho y hago como que me lo creo. Ya le buscaré el sentido luego” o coges los papeles y los tiras al contenedor más cercano.

Porque ese uno de los grandes problemas de Glorantha: La historia del mundo es un batiburrillo de ideas sin pies ni cabeza (desde un punto de vista racional)
Pero ahí radica también su grandeza: No pretende ser lógico. No intenta ser racional. Las palabras que me vienen a la cabeza cuando pienso en Glorantha son “GRANDE” (en cuanto a su enfoque. Sí, las mayúsculas son intencionadas) y “CÓSMICO”. “ÉPICO” Y “GRANDILOCUENTE” pero no a la manera tradicional, sino en su perspectiva. Y una palabra que también utilizaría, aunque pueda parecer contradictorio después de todo lo que he dicho antes, es “COHERENTE”. Coherente en su intención y su sinsentido, pero coherente al fin y al cabo.

Ahora es cuando me quito las gafas de pasta, me alejo del incienso y lo digo con palabras sencillas: Glorantha mola.
Es injugable tal y como fue concebido, pero como lectura resulta algo nuevo e inesperado. Una inmersión en un mar anárquico de ideas (vaya, las gafas de pasta han vuelto)
Es un lugar en el que la lógica, la moral y la física convencionales tienen cabida y son viables… pero también son opcionales.

Porque otro de los problemas que tuvo Glorantha fue su sistema de juego original. RuneQuest es un sistema de juego que me encanta, pero es la antítesis de lo que es el mundo. Rune es un sistema realista, y Glorantha es todo salvo eso.

Tampoco es que los sistemas que lo han sucedido hayan sido de gran ayuda (al menos para mí) a la hora de hacerlo “jugable”. Tanto Hero Wars como Hero Quest, por mucho que se empeñen en ser “originales” o “nuevos” sólo logran crear algo confuso y pretencioso, bajo la bandera de la “narratividad autentica”. Vamos, que no me parece que le hagan ningún favor a la ambientación. De todas formas, el sistema nunca ha sido un aliciente a la hora de comprarme una ambientación. Yo seguiré comprando suplemento relacionados con Glorantha siempre que me parezca que la editorial respete la esencia del mundo.
Por lo general, en un sólo párrafo de cualquier suplemento de ambientación de Glorantha hay más ideas que libros enteros de otros juegos.

Vaaale, es posible que se me haya ido la olla con las alabanzas a Glorantha, pero ahora me quito del todo las gafas de pasta y voy al grano.

Bueno, mejor lo dejo para la siguiente entrada.

marzo 24, 2010 · Posted in Mundos improbables  
    

El segundo imperio.
El imperio del trono de pétalo.

En el momento en el que las historias volvieron a ser escritas , los cimientos del imperio del trono de pétalo (que gobierna en la actualidad Tsolyánu) ya habían sido plantados, y ya se habían formalizado y cristalizado. Las gentes de este lado de Tékumel tiene debilidad por las ceremonias elaboradas, presentaciones vistosas y la seguridad que otorga el saber exactamente cual es la posición que ocupa cada uno en el orden social. Los registros más antiguos del segundo imperio (los que corresponden al quinto emperador, Trákonel I ‘la Luz Llameante’, cuyo reinado se extendería entre los años 139 y 195 de la edad actual) nos muestran que gran parte de los mecanismos sociales de la moderna Tsolyáni ya existía entonces. Esos mecanismos hay cambiado muy poco en la actualidad.

El primer emperador es conocido tan solo por su nombre de clan ‘el Tlakotáni’. No hay registros de sus antecedentes, quién fue, o como llegó a hacerse con el poder sobre los pequeños estados que gobernaban entonces la región. Todo lo que se sabe con certeza es que un amplio grupo de seguidores, un ejercito improvisado y una base de operaciones en algún lugar cercano a la actual Béy Sü.

También tenía en su poder artefactos de la antigua tecnología que inspirarían terror en sus enemigos: El sello del impero. Este artefacto tenía la capacidad de crear impresiones, ya fuera en pergaminos, piedra o metal que no podían ser falsificadas y que parecían contener (si uno miraba con detenimiento entre sus espirales y dibujos) indicios de terribles poderes extra planares. El propósito inicial de este artefacto es desconocido, pero sirvió para dotar y ensalzar al imperio con todo el poder y el misterio de los antiguos y los dioses. Este Sello (en Tsolyani: Kólumel) es más que un emblema; Aquel que lo blande se convierte en la personificación orgánica y viviente del mismo estado. Kólumel también se puede interpretar como ‘Emperador’ y, su forma femenina, Kólumelra, significa ‘Emperatriz’

El sistema de fechado del Segundo Imperio comienza con el primer año de regencia putativa del primer Tlakotáni y, todos los años posteriores son denominados tuKolumel “después del Sello”, abreviado como “D.S.” (en el original A.S., after the Seal)

Sucesos recientes en Tékumel
La guerra con Yan Kor

En la actualidad la nación de Tsolyánu se encuentra enfrascada en una guerra con su vecino norteño, Yán Kór, cuyo gobernante es conocido como el Barón Áld. Nacido en Sa’á Allaqí, Ald viajó hacia el sur y se alistó en el ejercito Tsolyáni como mercenario. Iría ascendiendo dentro de los mandos hasta convertirse en General de la legión del Penacho Escarlata, antes de ser traicionado por los políticos mientras llevaba a cabo acciones contra la ciudad estado de Yán Kór. Tras esto su legión sería disuelta y no ha vuelto a ser reconstruida; a Áld se le ofrecería un puesto dentro de las fuerzas de Yán Koryánas.

Áld comandaría los ejércitos de diversos pequeños estados del norte para convertirlos en unidades de combate capaces de repeler las misiones Tsolyáni enviadas para derrotar a los rebeldes norteños. Durante la última expedición, las fuerzas Tsolyán sitiaron una ciudad cuyas defensas eran dirigidas por Yillrána, la amante de Áld. Yilrana se negó a rendir la ciudad creyendo que las fuerzas del Barón se encontraban cerca, pero se equivocó. Las fuerzas Tsolyáni lograron entrar en la ciudad y (siguiendo su práctica habitual) empalaron a Yilrána como líder de los defensores. A su llegada Áld encontró a su amante asesinada y juró implacable venganza sobre los Tsolyáni, yendo tan lejos como para formar una alianza secreta con el Príncipe Prince Dhich’uné de Tsolyánu para derrocar el Emperador.

La Muerte de Hirkáne

En el año 2368, la guerra en Yán Kór involucró a varias Legiones del Imperio, y dos de los Principes herederos, Eselné y Mirusíya, seguidores de los dioses de la guerra Karakán y Vimúlha respectivamente. La muerte del viejo Emperador Hirkáne, “la Piedra sobre la que descansa el universo”, comenzó una cadena de eventos sumergió al Impero en una guerra civil.

El Príncipe Dhich’uné, un sacerdoto del dios gusano Sárku, eligió este momento para realizar su jugada por el trono. Utilizando la guerra como como excusa para la necesidad de un Emperador, forzó una Kólumejálim anticipada (el proceso ceremonial en el cual es elegido el Emperador), calculándolo de tal manera que ni Eselné ni Mirusíya pudiesen asistir. Aquellos Príncipes y Princesas que pudieron asistir eligieron renunciar sus aspiraciones al trono, evitando el asesinato ritual que esperaba a los candidatos que fracasaban al final del proceso de selección. Dhich’uné ascendió al trono, denominándose a si mismo como “Esplendor Eterno”. Muchos estaban inquietos , tanto por la prisa como por lo impropio del procedimiento del Kólumejálim, y por la elección de su título por el seguidor de un dios cuyos adoradores pueden aspirar a levantar a los muertos.

La Guerra Civil.

Facciones guiadas por diversos Príncipes se echaron al campo, involucrando a practicamente todo el poder militar del Imperio en una guerra a múltiples bandas. Los Mu’ugalavyani aprovecharon la oportunidad para asediar la ciudad de Butrús así como los territorios de sus alrededores y, por un tiempo, el caos reinó. Durante la lucha, Dhich’uné trató que el Barón Áld fuese asesinado para librarse de un problema potencial, pero Áld escapó y actualmente se ocupa de mantener Yán Kór unida.

Dhich’uné, contra la tradición, abandonó la ciudad Imperial de Avanthár para viajar en una ceremonia religiosa a la ciudad de, y una unidad militar dirigida por el Príncipe Mridóbu, adorador de Ksárul, se apoderó de Avanthár haciéndose con el trono. Su reinado duró dos días, y terminó con la invasión del ejercito de no-muertos de Dhich’uné’s ubicado bajo la ciudad, entre mucha matanza y terror. Se desconocen el paradero y el estado de salud actuales de Mridóbu.

La Caída de Dhich’uné

Eventualmente, en el año 2369, las facciones de los Príncipes Rereshqála, Mirusíya y Taksuru unieron sus fuerzas y forzaron la huida de Dhich’uné de Avanthár y, en general, del mundo de Tékumel hacia otro Plane. Se reclamó una Kólumejálim en Béy Su, y representantes de los representantes de los bloques de poder mas importantes (los diversos grupos políticos, los templos, el ejercito y los clanes) estaban presentes, así como los propios herederos Imperiales. El único problema potencial fue, ya que estaba vivo, Dhich’uné podría retar por el trono, y un reto era algo que nadie quería. El último acto de este drama tendría lugar en la Alta Cancillería del Palacio del Imperio en Béy Sü. Las legiones, la mayoría de las cuales apoyaban al tardía Príncipe Eselné (que había muerto en año anterior, de manera ignominiosa, de una enfermedad degenerativa) declararon su total apoyo al imperio, disipando los miedos de un golpe de estado militar. Mirusíya anunció su aspiración al trono. La mayoría de los herederos renunciaron a las suyas, pero Taksuru anunció su reto por el trono. Esto sorprendió a la multitud; se esperaba que Taksuru se arrodillase ante Mirusíya. En este momento, viendo que habría reto, Jayargo, el representante secreto de Dhich’uné en el proceso, trató de declarar aquel procedimiento como ilegal, declarando que Dhich’uné era el Emperador legítimo. Esta declaración fue lanzada, y con el reto del falso Emperador finalizado, Taksuru declaró que, después de todo, se arrodillaría ante el Poderoso Emperador Mirusíya.

Mirusíya se alzó, sin oposición, como el nuevo Emperador, tomando (al menos por ahora) el trono bajo el nombre de “La Llama Perpétua”. Se enfrenta a la monumental tarea de restaurar el poderoso Imperio de Tsolyánu, y repeler las fuerzas de quienes han invadido su nación. Tsolyánu hierve con intrigas y políticas faccionales. Se acercan tiempos interesantes.

Y con esto dejamos más o menos establecida la historia del mundo. Ahora vamos a ver como se dividen las facciones del imperio.

Política
Los Cinco Imperios

Las regiones conocidas de Tékumel ocupan el continente norte del mundo. Muchos estados menores y áreas tribales están esparcidas por todo el continente, pero los Cinco Imperios dominan la política sobre el mapa. Estos imperios consisten en vastas burocracias, similares a las de la China o Roma Imperial, o los poderosos Aztecas.

Tradicionalmente, las partidas comienzan en Tsolyánu, El Imperio del Trono de Pétalo, que fue el nombre que puso TSR al juego original. Este imperio, situado en el centro del continente, se extiende desde la costa del océano del sur hasta las colinas de Kráa en el norte, y desde los bosques de Cháka en el oeste, hasta las montañas del protectorado Chaigári en el este. El emperador Tsolyáni vive toda su vida en el palacio fortaleza de Avanthár, servido por la Omnipotente Legión Celeste, sus ojos, oídos, y piernas en el imperio.

Al sudoeste de Tsolyánu, extendiéndose a lo largo de cinco mil millas de la costa del sur, descansa Salarvyá, una monarquía feudal gobernada por siete familias hereditarias, una de las cuales, la familia del rey, es sólo ligeramente mas poderosa que las otras. El actual rey esta loco y gobierna por capricho. Afortunadamente para los Salarviyáni, su hijo ostenta casi todo el poder del trono.

En el norte de Tsolyánu esta Yán Kór, que se alarga desde las montañas y el desierto al norte de Tsolyánu hasta la tundra sub-polar. En tiempos fue una colección fracturada de señores menores, que fueron unidos en una guerra contra Tsolyánu por el Arsékmekoi (que podría ser traducido como Barón) Áld, quien, como mercenario de alto rango en Tsolyánu, fue traicionado en una de las innumerables intrigas de los políticos Tsolyáni. Huyó a Yán Kór, donde comenzó a planear su venganza contra sus antiguos amos.

Livyánu en el sudoeste de Tsolyánu ocupa todo salvo una pequeña parte del sur de un sub continente de mil trescientas millas de ancho, que se extiende en el océano del sur. Esta reinado por los templos de sus Dioses de las Sombras, deidades que no son adoradas en ningún otro lugar.

Más allá de los bosques de Cháka al oeste de Tsolyánu esta Mu´ugalavyá, situado entre los Chákas en el este, N´lüssa en el norte (donde una raza de alto gigantescos bárbaros habita), el gran desierto de Galái y la jungla de Nmarásha en el oeste, y las alturas de Tláshte de Livyánu en el sur. Mu’uglavyá esta gobernado por los Cuatro Palacios, un cuatriumbirato de señores iguales al cargo de tierras de aproximadamente el mismo tamaño.

Las Facciones de poder en el Imperio Tsolyáni
La Facción Imperial

Este grupo esta centrado en Avanthár bajo el liderazgo del Alto Precepto de la Omnipotente Legión Celestial, Lord Qorumá hiRi´inyússa, y el Preboste de la Alta cancillería, Lord Cháimira hiSsánmirin. Sus miembros incluyen a algunos de los más importantes cortesanos, burócratas, y oficiales del imperio. Estos son los hombres y mujeres más leales al sistema, y más reacios al cambio. Sus objetivos incluyen la expansión sólo por métodos políticos y diplomáticos, el final de la guerra con Yán Kór, y la perpetuación del estatus quo. Por lo general son bastante reticentes a cooperar con la Facción sacerdotal, encuentran a la facción Real demasiado amenazadora, y a los Militares demasiado peligrosos y deseosos de traer consecuencias no deseadas.

La Facción Real

Nombrados así a causa de la supuesta descendencia de sus lideres de la nobleza Bednálljan, y Engsvanyáli. Los grandes clanes que componen esta facción proporcionan gran parte de los administradores, burócratas, propietarios de tierras, y funcionarios de mas alto nivel. Este grupo esta liderado por Lord Khámiyal hiSayúncha, gobernador de Béy Sü; Lord Hísun hiTánkotel, gobernador de Jakálla; Lord Khariháya hiBosúga de Tumisa, y Lord Srüqu hiTánkotel, Gran Legado del Palacio del reino en Béy Sü. Esta facción también desea el mantenimiento del estatus quo, pero con ellos en Avánthar en lugar de la presente corte. Ellos estarían a favor de un trato con la facción sacerdotal si estos accedieran en contener sus ansias de un mayor poder teocrático sobre la tierra y las ciudades. Algunos miembros han ayudado a la facción militar. Al fin y al cabo siempre serán necesarios administradores, escribas y burócratas para gobernar los nuevos dominios recién conquistados.

La Facción Sacerdotal

Esta facción esta dividido entre los devotos de la estabilidad y el cambio. Por el momento la colaboración entre ambos bandos útil, ya que los objetivos de sus templos son los mismos: la expansión del poder de los templos y el establecimiento de un control teocrático sobre el imperio (similar al que existe en Livyánu). Entre sus lideres se encuentran varios de los sacerdotes mas ancianos p ej: Aknállu hiTikéshmu alto sacerdote de Hnálla en Béy Sü, Miriggá hiDulumésa alto sacerdote de Hrü´ü en Béy Sü; Chaturghá hiMraktiné alta sacerdotisa de Avánthe en Avanthár; Dúrugen hiNáshomai, Alto sacerdote de Thúmis en Béy Sü; Korkumá hiVryén Venerable sacerdote de Dlamélish en Tumíssha, etc.
Esta facción posee inmenso poder: los templos reservan algunas de las mejores legiones del imperio; manejan una red de comunicación telepática que rivaliza con la de la Omnipotente Legión Celestial; poseen vastos territorios, colectan tributos, y reciben donaciones de los piadosos. Si pudieran olvidar sus diferencias doctrinales y unirse, podrían llegar a ser una fuerza a tener en cuenta. Gran parte de los lideres de este grupo prefieren el estatus quo (o por lo menos una expansión cautelosa) y, por lo tanto, están mas cómodos con la facción Imperial.

La rivalidad por el control de la tierra hace que sean rivales de la facción real, y sus miembros más conservadores tienen miedo de la posición agresiva de la facción militar. De cualquier manera, los sacerdotes mas jóvenes y entusiastas están deseosos de tomar los riesgos ofrecidos por los militaristas, y los grandes templos de los dioses de la guerra (Karakán y Vimúla, junto a sus respectivas cohortes, Chegarrá y Chiténg) están asentados sólidamente en el terreno de la facción militar. El sacerdocio, además, tiene un gran problema: nunca han sido capaces de desmentir las sospechas de posibles colaboraciones traicioneras con los sacerdotes de otras naciones. El ámbito de la religión es internacional: Vimúhla es adorado en Mu´ugalavyá; Shiringgáyi de Salarvyá combina los atributos de Avánthar y Dlamélish; la Trinidad Oscura tiene aliados entre los misteriosos Dioses de las Sombras de Livyánu; y las deidades de Tsolyánu pueden ser encontradas prácticamente sin cambios en Yán Kór y el norte, aunque con diferentes nombres. Por lo tanto, la gente desconfía de esta facción. Sumándose a esto, los templos son cautelosos unos con los otros, desde el momento en el que una alianza con Mu´ugalavyá podría ayudar a los devotos de la llama de Vimúhla, mientras que un golpe contra Salarvyá llevaría a los seguidores de Avánthe y Dlamélish al dominio. Las antiguas teocracias de los Bednálljans y Éngsvan hla Gánga todavía resuenan en la memoria de los hombres, y un gran cambio en el equilibrio podría poner en movimiento una vasta e incontrolable fuerza.

La Facción Militar

Esta facción originalmente estaba unida tras el Príncipe Eselné e incluía oficiales como el General Kéttukal hiMraktine (Primera legión de la Siempre Presente Gloria, 1º de infantería pesada imperial); Znayáshu (Legión de la Quemadura Dorada, 11º de Infantería Media Imperial); Sérqu hiChaishyáni (Legión de Sérqu Espada del Imperio, 14º de Infantería Pesada Imperial); Mirkitáni vuMakkocháqu (Legión de Mirkitáni, Héroe de Victorias, 7º de Infantería Pesada Imperial); Máshmuyel hiVu’urtésh (Legión de los Portales de la Muerte, 2º de Infantería Pesada Imperial); Giriktéshmu hiYoybga (Legión de Giriktéshmu, 23º de Arqueros Imperiales); Agra hiChunmiyel (Flotilla de Hagárr de Paránta, 1º de Marines Imperiales); Tlanéno hiVorodláyu (Escuadrón de Tlanéno el Guia, 3º Marines Imperiales); Gésha hiVordása (Legión de Gdéha el Khirgári, 7º de Infantería Media Imperial); y muchos otros. De cualquier manera, la aparición del príncipe Mirusiya ha causado que estas unidades devotas de Vimúhla y su Cohorte, Chiténg, pierdan gran parte de su importancia, y el príncipe Eselné ya no podrá contar más con el apoyo de oficiales como Korikáda hiKurúshma (Alto Sacerdote de Chiténg en Butrüs y Comandante de la Legión de los Portadores de Dolor, 8º de Infantería Pesada Imperial); Kuruktáshmu hiKátkolel (Legión del Señor de la Devastación Roja, 18º de Infantería Media Imperial); Tsámikel hiTengetláku (Legión de la Ciudadela de Gloria, 13º de Ballesteros Imperiales); y muchos otros. La facción militar por lo tanto ha sido dividida en dos, y el problema es agravado por la creciente fuerza de las legiones creadas en los templos, adheridos a las causas del Príncipe Dhich´uné, el Príncipe Mridábu, o incluso la Princesa Ma’in.

Como conjunto, la facción militar desea la rápida conclusión de la guerra con Yán Kór, aunque eso signifique ventajas para la facción real, que sería llamada para la administración y gobierno de las nuevas tierras. Cualquier avance hacia el oeste en Mu´ugalavyá seria costoso y arriesgado, pero el avance hacia el este, hacia Salavryá, sería más provechoso, particularmente si los Salarvyáni estuvieran inmersos en una de sus periódicas peleas internas. La expansión hacia Salavryá también desagradaría a los seguidores de Avánthe y Dlamélish, los cuales tienen lazos con el templo Salarvyáni de Shiringglyi. Los militaristas creen que pueden negociar con los Imperiales (el General Káttukal ha sido oído diciendo, «Dejemos que los sicofantes canten las glorias del Emperador ante el Trono de Pétalo; que nos dejen la gloria del Imperio a nosotros).

Creen también que pueden vivir en compañía de los reales, pero las diferencias con los conservadores sacerdotes parecen ser insalvables.

Y ya está. Se acabo Tékumel (por aquí o, al menos, por ahora) dieciocho paginas después.
Espero que a alguno os haya entrado el gusanillo y os animéis a darle un tiento.
Seguiremos mis neuras roleras con Glorantha (que también tiene tela, pero bastante menos).

marzo 3, 2010 · Posted in Mundos improbables  
    

Masacre e Imperio
Las Dinastías Bednálljan

El primer imperio comenzaría con la batida de una banda de nómadas de los desiertos de la Bahía Seca de Ssu’úm en fértiles tierras del sur. Pese a tratarse de un hecho bastante común, en esta ocasión había algo distinto: En esta caravana viajaba una niña de 13 años. Según algunos historiadores se trataba de la hija de uno de los jefes del clan, según otros sólo una esclava. Con el tiempo, los nómadas entrarían en la gran Purdánim, una metrópoli hay ya desaparecido, pero que se cree se encontraba bajo la llanura oriental de la moderna Usenánu. Allí, la niña salvaje del desierto terminar por convertirse en cortesana. Pasando de mano en mano como un precioso juguete, hasta alcanzar la posición de Primera Concubina y, más tarde, Esposa-Jefe del Jefe del Clan de Purdánim.
Pero aquello no fue suficiente para ella. Así que durante cinco años se dedicó a extender sus raíces, hasta que el precioso juguete se hizo con el poder absoluto. Para lograr esto, no dudaría en utilizar y eliminaría a aquellos que antes la habían utilizado (oficiales, sacerdotes, generales y eunucos) dejando para el final el sacrificio de su esposo, encerrándolo, solo y desnudo en el santuario de la diosa del Pálido Hueso. Sellado en los laberintos bajo Jakálla.

Serían suficientes siete años para transformar a Nayári, la niña cortesana, en la reina Nayári de los sedosos muslos, señora real de Purdánim, Jakálla y la Miríada de Ciudades Enjoyada del Sur. Hermosa y cruel, que todas sus armas (la intriga, la guerra, el veneno, la hechicería, la daga, y las delicias de su cuerpo) con una habilidad consumada. Una sucesión de alianzas (e “inesperadas” muertes de esposos) le otorgarían el control de Fasíltum en el noreste, Tumíssa en el oeste, y Sokátis en el este. Fusionando las milicias de sus ciudades-estado en una sola fuerza, crearía el molde en el que se basarían los ejércitos modernos.

En otros tres años más, las tropas de Nayári habían conquistado a los últimos vástagos del imperio de los Guerreros Dragón: Los príncipes de Mu’ugalavyá. Otros pequeños ejércitos se desplegaron por toda la costa de Yán Kór, hasta lo que hoy en día se encuentra Dháru. En un años más las legiones de Nayári vagarían desde las estrechas calles de Khúm y Koylúga en Salarvyá hasta el lejano sudeste. En Tsatsayágga, los sonrientes cortesanos mostrarían a los generales el cuerpo sin vida del quincuagésimo quinto descendiente de Gámulu, sentado en el Trono de Ébano, empalado con un centenar de finos estiletes. Como recompensa, se les prometería “un océano de tesoros” y todos ellos serían arrojados al mar desde las murallas.

Cuando Fasíltum se rebeló, Nayári paso por el garrote a diez mil de sus habitantes. Su capital de Purdánim se alzó contra ella instigada por ciertos nobles de la antigua dinastía, y ella erigió una montaña de cráneos la gran plaza. Incluso en la actualidad, se denomina a las grandes masacres como “la colina de Nayári” y su nombre se utiliza para amedrentar a los niños a lo largo de los cinco imperios.

Mapa de Tékumel

El Primer Imperio

Nayári perecería por sus propios métodos, asesinada por el beso de los labios envenenados de uno de sus jóvenes amantes. Sus hijos guerrearían brevemente, hasta que Ssirandár I, aquel que había tenido con el asesinado señor de Tumíssa ascendiese al trono. Tras hacer esto renunciaría a la crueldad y los métodos de su madre, y dedicaría los siguientes cicuenta años construyendo y unificando. A él se le atribuiría la construcción del sistema de carreteas de Sákbe, la red de autopistas poderosamente fortificadas que se extiende a lo largo del continente. Quizás perseguido por los espectros de su horrendo pasado, cambiaría la capital a Jakálla. Purdánim se convertiría en “la Ciudad Antigua” y fue desmoronándose durante medio milenio una vez que de allí la corte y todos sus funcionarios. No se conservan registros sobre ella más allá de los que recopilase viajeo-erudito Turshánmu, durante el décimo segundo año de Ssirandár IX

Utékh Mssá, uno de los nietos de Ssirandár I, volvería a cambiar el emplazamiento de la capital un siglo después de la muerte de Nayári. Esta nueva ciudad se creó con la itención de ser la manifestación terrenal de los sueños de los hombres; Una utopía y un monumento para las eras que vendrían. Para crearla se utilizarían los tributos y los saqueos de un centenar de ciudades y su construcción se prolongaría durante más de un siglo. Esta sería Béy Sü, cuyo nombre significaba “Alma del mundo” en la lengua de los Bednálljan.

El esplendor del Primer imperio perduraría durante tres mil años. Por el pasarían buenos y malos reyes, conquistadores y cobardes, sabios y estúpidos, pero no se interpuso en su camino ningún rival capaz de representar una amenaza, así que las estructuras militares y administrativas que forjasen Nayári y sus descendientes sobrevivirían a cualquier intento de acabar con ellos. Se comenzaría el comercio con las naciones independientes de Livyánu y Salarvyá. Misioneros se dirigirían hacia el noroeste desconocido. Por primera vez los hombres escucharían los nombres de Jánnu, Mihállu, Nuru’ún y otras naciones.

También, por primera vez en milenios, es aislamiento de los enclaves no-humanos se rompería. Se comenzaría una breve guerra con los Shén pero, muy pronto, ya habría mercenarios de esta especie combatiendo en los ejércitos de los Bednálljan, y los comerciantes humanos habitarían en la alienígena Ssorvá. Los hombres se acostumbrarían a los Ahoggyá, Pé Choi, Pachi Léi, Pygmy Folk y los Tinalíya. Los hostiles Shunned Ones permanecerían apartados en sus ciudades y los Hlutrgú no se moverían de sus pantanos y los Hlüs y los Ssú procrearon, odiaron y esperaron.

De haber dispuesto de ciertos materiales para ser trabajados, principalmente acero y haber dependido menos de la “magia” de los planos del más allá, quizás Tékumel habría comenzado la larga ascensión por la ladera de la tecnología. Pero la certeza de la existencia de los “dioses” y su inmanencia sobre los asuntos de la humanidad, ahogaron curiosidad intelectual y obstaculizaron el pensamiento filosófico que podría haberles llevado a un nuevo renacimiento y edad de la razón. Las sociedades del planeta crecieron aún más formalizadas, estructuradas y conservadoras bajo el boato de la gloria imperial y el peso de la tradición arcaica.

Éngsvan hlá Gánga
El reino de los dioses

El primer imperio sería barrido por un pobre y tullido sacerdote de mediana edad de la isla de Gánga, en el golfo sur de Jakálla, un irrelevante remanso. El sacerdote, de nombre Pavár, originariamente devoto de Ksárul, durante una de sus meditaciones entraría en contacto con otra raza de “dioses”, alterando de esta manera el curso de la historia.

Los “dioses” invocados por Pavár serían los señores de la estabilidad. Primero llegaría el amable Thúmis; después el mismísimo Hnálla, el principio supero de la estabilidad. Más adelante llegarían Avánthe, el dorado Belkhánu, señor de la excelente muerte y, finalmente, Karakán, señor de los héroes. Un flujo de conocimiento fue vertido sobre aquel insignificante sacerdote: Información concerniente a los dos “alineamientos” y sus panteones, servidores y cohortes de estos nuevos señores de la estabilidad. La topoligía de muchos planos y los secretos de la vida más allá de la muerte. Todo esto lo escribiría Pavár con su caligrafía.

Uno de los Shunned ones

Uno de los Shunned ones



Los pergaminos de Pavár

Los pergaminos de Pavár describían a los Tlomitlányal, los cinco señores de la estabilidad y los Tlokiriqáluyal, los cinco señores del cambio. Pese a ser consciente de que estos seres eran poderosas entidades más allá del nivel de existencia de la humanidad, también constató que, a efectos prácticos, se les podía considerar como “dioses” ya que el hombre es demasiado limitado y transitorio como para sus vastos objetivos. Pavár enunció como cada uno de estos “dioses” debía de ser servido y como la vida debe ser vivida (por desgracia, los pergaminos también pusieron fin a la certidumbre del hombre de que era el ser mas elevado de la creación, la “razón quintaesencial para el todo” y, cortando de raíz los intentos del hombre para analizar el universo)

Las doctrinas de Pavár comenzaron su expansión a lo largo y ancho del imperio aún con este en vida, tocando los corazones de las gentes sencillas. Los peregrinos llegaron para arrodillarse a los pies del sacerdote tullido y, con el tiempo, una ciudad surgió en su isla que, en el momento de su muerte ya se había convertido en una gran megalópolis. Pese a esto, él sería enterrado junto a su humilde hogar. Se erigieron templos a los nuevos dioses de Pavár y surgirían misioneros que promoverían las doctrinas de la estabilidad con el celo de los nuevos conversos.

Los sacerdotes de las viejas fes se ofendieron, y los reyes enviaron soldados e inquisidores. En las tierras que actualmente ocupa Tsolyánu algunas regiones abandonaron a los señores del cambio casi de inmediato, mientras otros se adherieron a sus deidades familiares. En el extranjero, los Livyánise aferraron a sus dioses sombríos. La gente de Mu’ugalavyá se encontraban demasiado introducidos en las doctrinas de Vimhúla como para cambiar. La elite Mu’ugalavyáni, por otro lado, evolucionaría hacía otro culto; el culto a Hrsh, ya se tratase de otro “dios” o de una amalgama de Ksárul y Vimúhla o, quizás, uno de los señores de la estabilidad ataviado con las vestimentas del cambio. Los Salarvyáni, a su vez, produjeron una amalgama de Avánthe y Dlamélish a quien llamaron Shiringgáyi. Naciones más pequeñas tampoco escaparon de esta convulsión religiosa e incluso los enclaves no humanos se verían afectados.

Eventualmente, los fanáticos se convertirían en obesos burócratas sacerdotales y los templos de la estabilidad se alzaron junto a los del cambio. Por supuesto, ciertas deidades aún dominaban algunas áreas pero, en interés de la paz la mayoría de las sectas (incluso aquellas situadas en tierras lejanas) accedieron al gran concordato de los templos. Este prohibiría cualquier hostilidad religiosa pública; y, lentamente, la sociedad fue reconducida bajo control.

Para el tercer siglo después de la muerte de Pavár, el poder secular comenzó a abandonar de los debilitados reyes de Béy Sü a los hierofantes de sus islas de Gánga. En el noveno siglo, el último monarca de los Bednálljan abandonaría la ruinosa capital para asentarse en las islas al norte de Yán Kór. La capital de los reyes sacerdotes desplazó de Béy Sü a la isla de Pavár y así se establecería Éngsvan hla Gánga: “El reino de los dioses”.

Los reyes sacerdotes.

Éngsvan hla Gánga perduró mas de un milenio. La exploración y conquista de la mayoría del gran continente sería completada. Livyánu capituló y se convirtió en una prefectura, pese a que aún continuaba fiel a sus dioses sombríos. El legado Engsvanyáli asentaría sus cortes en Dlu’nír en la isla de Tsoléi, en la húmeda Gorulú en Háida Pakála, en la fría Nenu’ú en la tierra salvaje de Nuru’ún y en la tempestuosa Ai’ís en las islas Farisé. De los no humanos amistosas sólo los Shén mantuvieron su independencia mientras las razas hostiles fueron arrastradas de nuevo a reservas.

En este periodo se produciría en mayor florecimiento de la cultura desde los tiempos anteriores al tiempo de la oscuridad. Arte, arquitectura, música, literatura, ciencia y un centenar de artesanías más prosperaron poderosamente. Los asuntos sociales y económicos también prosperarían. Las carreteras de Sákbe se surcaron a lo largo del continente alimentando el comercio entre naciones. Los ejércitos evolucionaron, primero en guarniciones estáticas y después en fuerzas policiales glorificadas. Los impuestos se regularizaron, los diezmos de los templos se restringieron, los comerciantes se protegieron y las leyes se establecieron.

De cualquier manera, debe ser recordado que los reyes sacerdotes fueron teócratas; su mandato se basó en el poder de los templos y las espadas de sus ejercitos. Aquellos que se opusieron a sus leyes serían ejecutados o reubicados. Los pozos de Tólek Kána, la terrible prisión construido por el emperador Bednálljan Báshdis Mssá I al sur de Béy Sü, sería reformada y ampliada; ejercitos de esclavos trabajaron para construir las carretaras de Sákbe y excavaron el peñón montañoso que más adelante sería el palacio fortaleza de Avanthár, la capital de la moderna Tsolyánu. Los poderes religioso y secular se combinaron en uno sólo y era extraño encontrar a alguien que tratase de nadar contra corriente. La sociedad fluyó como un ancho y soñoliento río.

La puesta del sol
El fin de Éngsvan hlá Gánga

Éngsvan hla Gánga desapareció súbitamente (las razones nunca han sido totalmente descubiertas, aunque se sabe con certeza que una vasta convulsión seísmica fue parte de la causa) La sección occidental de la isla de Pavár se alzó y la oriental se hundió bajo las olas, arrastrando a la metrópoli de los reyes sacerdotes y las glorias que en ella se hallaban. Al mismo tiempo, la superficie del mar interior de Yán Kór se elevó, esparciendo sus aguas hacia el norte hasta sumergir las islas costeras y hacia el sur, golpeando la cordillera de Thénu Thendráya. En poco tiempo, las tierras altas se secaron y, en la actualidad, hay ocasiones en las que las arenas del Desierto de los Suspiros se abren para las derruidas ruinas de las ciudades Engsvanyáli. Las Montañas Volcánicas de los dominios Shén entraron en erupción, enterrando la región bajo cenizas volcánicas y, en el pico dentado de Dríchte en el éste la “Bruja de la llama” descargó su furia sobre las zonas boscosas de Nuru’ún y las Planicies de Cristal. Un nuevo continente emergió como un leviatán del sur de Ssórmu, para permanecer allí durante un siglo y volver a hundirse de nuevo. El único recuerdo que queda de aquel continente son las rocas que forman los Arrecifes agua blanca. Cientos de cataclismos menores también afectarían a otras localizaciones.

Ninguna región logró escapar de las consecuencias políticas, económicas y psicológicas del desastre. El comercio vaciló, los cultivos se arruinaron, las carreteras de Sákbe se deteriorarno y las ciudades se vaciaron cuando los refugiados buscaron tierras más seguras. Toda unidad de propósito y espíritu se hundieron. Las lealtades y odios locales, largo tiempo reprimidos resurgieron para dividir a la humanidad y la guerra renació. Las provincias lucharon contra las provincia, las ciudades contra las ciudades y los devotos de la estabilidad contra los del cambio. Todas las antiguas enfermedades que habían asolado Tékumel regresaron cuando el sol se puso sobre Éngsvan hla Gánga. Los Ssú y los Hlüss realizaron rabiosas incursiones en las regiones humanas, los Hlutrgú se conquistaron gran parte de Kájja y las costas de la bahía de Msúmtel. Incluso las razas amistosas aprovecharon la oportunidad para expandir sus dominios. Tan solo dos siglos después de estos salvajes ataques, el cadáver del Reino de los dioses fue desbaratado por cientos de saqueadores y una nueva era de la oscuridad se esparció sobre aquellas tierras.

Declaración de guerra

El tiempo sin reyes.

Algunos dicen que ”El tiempo sin reyes” (como llaman los historiadores Tsolyáni a este periodo) duró seis milenios, otros dicen que fueron diez. La historia se convirtió en un balbuceo confuso. En un momento dado, cerca de una veintena de principados independientes ocupaban las tierras en las que hoy se asienta Tsolyánu. Algunas regiones continuaron utilizando una versión degradada del Engsvanyáli para sus escritos y monumentos; otros eligieron enarbolar sus propios dialectos locales como lenguas literarias, dando a luz a los modernos Tsolyáni, Mu’ugalavyáni y multitud de otras lenguas. En no pocas zonas el mismo arte de la escritura se perdería.

Es al tiempo sin reyes al que las leyendas actuales de Tékumel hacen referencia. Se pueden encontrar innumerables relatos: Los campesinos Tsolyáni aún cantan y narran la historia del poderoso guerrero Hagárr de Paránta, quien aún vagabundea por este mundo intercambiando la sabiduría antigua por la nueva; Ahí esta el nigromante Nyélmu, condenado por los dioses por su arrogancia a vivir eternamente en el tedio de los jardines de las lágrimas de nieve bajo la antigua Jakálla; También se habla de Subadím el hechicero, cuya curiosidad insaciable le llevó a buscar el huevo del mundo en los vertiginosos riscos de Los picos de Thénu Thendráya y de quien más tarde se diría que había visitado el mismo Hogar de los dioses.

Allí está el gran Thómar el siempre-vivo, cuyas torres hechizadas se aparecen en las tierras baldías para proveer los viajeros fatigados con hospitalidad (y la posibilidad de obtener riquezas y poder a través de sus misiones) Uno puede oír sobre el despistado Turshánmu el invocador de demonios, cuya nave encantada descansa enterrada bajo las arenas de Milumanayá cerca de Pelesár, y cuyas habilidades, pese a ser grandes se estropeaban por sus olvidos ocasionales. Los cuenta cuentos hablan sobre Qiyór el de las muchas lenguas y de como engañó a los príncipes demonio de los planos del más allá, hasta que su audacia le llevó a intentar un engaño de más. Los Mu’ugalavyáni relatan la leyenda del bravo Pendárte de Khéiris y su batalla contra los esbirros de “Ella, la que no puede ser nombrada” en la ciudadela de la luz de ébano, bajo la ciudad de Ch’óchi. Todas estas historias y muchas más pueden ser escuchadas alrededor de los fuegos de las casas de los clanes en los pueblos y ciudades de casi cualquier país.

Es posible que parte de la sabiduría de Éngsvan hla Gánga sobreviviese en los santuarios y retiros ocultos de los antiguos sacerdocios. Tales monasterios aún se conservan en la actualidad. Aún así los poderes de sus sabios son inferiores a los de los héroes de leyenda. Aunque hay muchos informes de encuentros con estos personajes míticos, la autenticidad de estas leyendas sólo se pueden conjeturar.

febrero 14, 2010 · Posted in Mundos improbables  
    

Estoy planteándome varios genocidios. Así, como suena.
En un ataque de furia xenófoba me voy a pulir al noventa y nueve por ciento de las especies no humanas (e inteligentes) de Daegon. Ahí, con un par.
Soy consciente de que eso acarreará una reducción notable del interés del mundo ante el jugador estándar pero… bueno… pues que no jueguen. Podré vivir con ello.

Como os comentaba hace poco, estoy redactando la versión “definitiva” de Daegon y me estoy dando cuenta de algo que ya sabía (así de listo que soy): Todas esas razas son superfluas. No añaden nada a las historias que pretendo contar.
Sólo son herencias del pasado. Del concepto de “Mundo fantástico” que está anclado en nuestro imaginario colectivo friki. Pero en el fondo no dejan de ser clichés andantes, arquetipos hipervitaminados encumbrados a los altares de la generalización racial y/o/u justificaciones para actitudes concretas.

Ya desde mis inicios en esto del rol nunca me atrajeron los no-humanos. Podría contar con los dedos de una mano (y sin repetirlos) la cantidad de personajes no humanos que me he hecho por elección (ya que hay juegos en los que eso iba por tirada) No se trataba de ningún tipo de repulsa o cruzada pro-humana. Simplemente (y como ya he mencionado por ahí arriba) me parecen opciones muy limitadas.
Porque admitámoslo, vale, sí, mola eso de llevar un tío súper ágil, uno enorme, con cuatro brazos o con alas. Pero no dejan de ser eso: Humanos con una característica más desarrollada (y con sus correspondientes bonos a las tiradas) pero por dentro no dejan de ser eso: Humanos. Y una idea que puede estar muy bien para un personaje, cuando lo conviertes en un estándar racial, pierde toda su gracia (y su originalidad)
Se les intenta dar una pátina de trascendencia. Maquillar sus aspecto con rasgos raciales de personalidad o “culturales” y es precisamente ahí donde comienzan a cagarla (siempre en mi opinión) Porque siempre nos encontramos con lo mismo.
Luego esta la gente que pretende ir de rompedora y dar “una vuelta de tuerca al concepto” y te encuentras con razas igual de limitadas, que mantienen más o menos la apariencia física que se le supone y acepta en el imaginario fantástico, pero que actúan como la raza de al lado (esa que la convención dicta como su opuesta) y viceversa.
Y todo esto me cansa. Me cansa mucho, porque sólo son excusas para tener superhéroes de andar por casa. Me cansa porque no se cuenta con ellos nada que no se pueda contar con otra cultura humana (con la libertad que eso te da) Y me cansa porque, a mi, no me aportan nada. Todo lo contrario: No me las creo.

Para mi la inteligencia (la nuestra, vamos, la de las razas inteligentes) es algo que sirve para hacernos únicos, pero únicos como personas individuales, no únicos como especie.
Podemos tener asimilados una serie de conceptos culturales, pero también tenemos la posibilidad de cuestionárnoslos, y no por eso dejamos de ser “humanos” o “navarros” o “ciudadanos de la tierra” Tenemos el intelecto para controlar al instinto (o, al menos, para intentarlo) Pero cuando juegas con una especie no-humana, no. Entonces tienes una serie de valores marcados a fuego de los que no puedes escapar. Si tratas de llevarlo de otra manera es que no eres un “enano” o un “habitante del planeta X” (o cualquier bicho del mundo de tinieblas)

Ahora es cuando decís: Vale, listo, ¿Entonces porqué creaste las razas no humanas en Daegon? Pues… por lo que empecé a usarlos: Porque venían con el libro.

Como ya he comentado en más de una ocasión, Daegon no comenzó siendo un mundo complejo (es más, en sus comienzos ni siquiera tenía nombre) así que iba tirando de lo que había. Y lo que había era RuneQuest… pues lo usamos (conste que esto no es una crítica a Rune, que ya sabéis que me encanta)
Así que adoptamos las tiradas de características de sus razas (que no sus descripciones físicas ni culturales, que Glorantha es demasiada Glorantha como para ponerse a hacer adaptaciones conceptuales) y tiramos p’alante como buenamente pudimos. Las dudas metafísicas, desbarres filosóficos y demás rayadas personales no vendrían hasta pasados unos años.

De todas formas, ya desde la primera toma de decisiones sobre conceptos, orígenes y demás parafernalia, tenía algo muy claro: Todas aquellas razas que iba presentando no dejaban de ser hombres mutados por uno u otro poder. O sea, lo que comentaba antes de superhéroes de andar por casa, pero con una mentalidad humana.
Claro, uno quería ser rompedor y blablabla y se empeñaba en que se llamaban elfos, pero no eran elfos, se llamaban trolls pero no eran trolls, y todo lo demás. Así que, más adelante, para mantener mi propia coherencia, les cambiaría nombres y apariencias (y “poderes”) pero manteniendo sus orígenes y culturas.
Mi mayor problema era como ubicarlos de una manera “orgánica” (signifique lo que signifique) en mi mundo. Como justificar su existencia, más allá del simple hecho de “molar”
Y eso fue lo que hice: Justificar sus existencias. Buscar excusas para que estuviesen allí. Forzar la (mí) lógica interna para que todo lo que había dicho y escrito con anterioridad no perdiese validez. Vamos, cagándola.
Porque no todo lo que había escrito era bueno (ni siquiera para mis estándares). No todas las ideas merecían ser salvadas de la quema, pero me ha costado Crom y ayuda el aceptarlo.

Y así llegamos hasta hoy (bueno, hace un par de días que me vino la iluminación) cuando me doy cuenta de que no hacen falta. La historia se entiende perfectamente sin ellos y siempre que me los imagino, los veo con su humanidad por encima de su apariencia.
Es más, cada vez veo más forzadas sus creaciones. Sí, encajan con el mundo, pero a martillazos. Así que deben morir.

Si que mantendré la apariencia de alguna de esas razas, pero no como especies sino como personajes concretos. Hay explicaciones que si están bien integradas para un individuo, pero extrapolándolas a una especie entera hace que pierda gran parte de su fuerza y acabas con un ejército de clones con mente de colmena.

También añadiré que “molar” no es algo intrínsecamente malo. Es más, si un elemento “molón” está bien integrado en la historia, si es coherente, mi molómetro puede llegar a explotar por la emoción.

Así que, ya sabéis. Apagad vuestros molómetros, o empezad a sintonizarlos en otras frecuencias. Después de esto (le importe a alguien, o no) Daegon no volverá a ser lo mismo (¿Donde habré leído yo esto antes?)

enero 14, 2010 · Posted in Mundos improbables  
    

Hace unas semanillas me pase por Barcelona para echar una mano en las Ayudar jugando. No es que hiciera gran cosa, aparte de mover cajas, buscar (sin éxito) material interesante en las baúles de saldos (y en Gigamesh) y recoger mi recreativa.
La cosa es que, no se si por estar rodeado de tanto friki, por el repaso que estoy dando a los juegos viejunos para este blog, o por el tiempo que llevo proponiéndome retomar ciertas tareas, sin llegar a hacer nada, volvió al primer plano de mis procesos mentales la idea de publicar Daegon como juego de rol.

Ahora, bien. La pregunta que toca responder es el “como”
El papel mola. Me encantaría publicar en papel, sólo por poder ponerlo en una estantería y contemplar a mi “pequeñín” en su encarnación física.
Pero la cosa esta chunga por varias razones.

La primera, pero no la más importante, es que es una pasta.
Publicarlo como me gustaría (buen papel, tapa dura, mapas a tamaño colosal) sería absurdamente caro a la par que estúpida, caprichosa y ruinosamente idealista por mi parte. Y si vamos a hacer algo estúpido, hagámoslo bien y a lo grande.

La segunda, y un poco más importante que la anterior, aunque entronca directamente con ella, es que no tengo dibujos. Y como muy bien ha mencionado alguna que otra vez cierto desaprensivo al que llamo amigo: Si no entra por los ojos, no se lo va a leer ni cristo. Lo cual no deja de ser lamentablemente cierto.
Por supuesto, podría hacer yo los dibujitos (dentro de unos cuantos siglos, cuando me considere capaz de dibujar como me gustaría) o encargárselos a algún conocido que tenga manos en lugar de muñones. Pero, con lo maniático que soy, seguro que terminaba usando sus manos para aplastar mi traquea y, pese a que no le tengo especial afecto a mi traquea, tampoco le deseo ningún mal. Así que pasaremos de esta opción. Nos quedaría la posibilidad de pagar a alguien por aguantar mis neuras y preservar mi traquea, pero entonces la cosa pasaría de absurda, a obscenamente cara.

La tercera (y más importante de las razones) es… que no tengo el material.

Ahora alguien podría soltar un: ES GRASIOSO PORQUE ES VERDAD (y tendría toda la razón del mundo)

Si sumamos todo esto, concluiremos en que la cosa está un tanto complicada, pero no empecemos aún a enterrar Daegon. No todo esta perdido.

El material está. En mi cabeza, pero está.
También hay material escrito, ideas y anotaciones como para que, caso de hacerme rico y famoso (con los textos que aún no he escrito ni publicado) mis hipotéticos descendientes pudiesen dedicarse a sacar libros con morralla a saco.
El problema es que lo ya escrito esta redactado con el culo (con mi culo, para ser mas exactos) y tengo que volver a escribirlo todo.

Y es aquí donde me entra la duda a la que alude el título:

¿Como lo hago?
Por favor, ahorraos el “A mano (boli, lápiz o rotulador) o con el ordenador”. La pregunta no va por ahí. A ver. Me explico:

Todo lo que tengo escrito, lo he hecho desde el punto de vistas de un junta-letras (o, si lo preferís, “Contador de historias”. Me parece que aún me falta mucho como para poder denominarme “escritor”) No como un diseñador de juegos de rol.
A ver, no quiero ser un Alan Moore de la vida, que si no has leído lo mismo que yo, no pillas mis referencias “cultas”, mis desbarres psicodélicos o mis mitos personales, no seas capaz (ni digno) de leer o entender los textos.
Pero si que busco despertar el interés en los lectores. Su complicidad y curiosidad para que quiera realizar el “esfuerzo” de unir las piezas que voy dejando desperdigadas a lo largo de los distintos textos. Nunca he tratado de ser exhaustivo, todo lo contrario; mi intención siempre ha sido más la de sugerir que la de mostrar. Ir dejando pistas, para que, una vez resuelto el “puzzle” (ya sea por mi mano, o por quien se haya tomado el esfuerzo de resolverlo por su cuenta) se vea que todo estaba ahí desde un principio. Lo que quería era contar historias, ya fuese esto a través de la curiosidad del lector por el trasfondo del mundo, arbitrando las campañas o escribiendo los relatos.

Claro, supongo que eso tiene un pequeño (ínfimo, apenas perceptible) problema: Que si no lo hago bien, sólo lograré despertar la indiferencia ante la gente que, al fin y al cabo, es quien tiene que leerlo. Y dada mi falta de regularidad y, porque negarlo, escasa capacidad narrativa (aunque espero haber mejorado en éste último aspecto) me temo que ese ha sido el caso.

Así que me encuentro ante una disyuntiva (porque me conozco)

No, no se trata del tema de “papel sí, papel no” ni de la improbable “comercialidad del hipotético producto. Ambos temas están ya descartados. La cosa va por otros derroteros.

Sé que Daegon no es el paradigma de la originalidad (y mucho menos de la comercialidad). Tampoco pretendo que lo sea, ya que soy perfectamente consciente de aquello que me ha inspirado conscientemente (de lo que haya podido “alimentarme” de manera inconsciente ya es otro asunto) Lo que sí que trato de hacer es dar algún que otro cambio de dirección a algunos conceptos. Personalizar y “moldear” referencias para que encajen de una manera coherente en el resultado final. Que no haya “estridencias” entre los elementos, que todo tenga su sentido dentro del conjunto. He tratado de hacer algo “único” e “identificable”, pero en el fondo no deja de ser un mundo bastante clásico. Lo mismo que el sistema de juego que diseñé para él. Así que se que el mercado no esta como para arrebatos nostálgicos. Y es que va a resultar que también soy retro para esto del rol (pero de eso ya hablaré en otra ocasión)

La disquisición que me ha traído a escribir esta parrafada viene provocada, por un lado, por el tema, anteriormente citado, de mis neuras y manías. Podríamos empezar con algo tan estúpido como que no me gusta repetirme, aunque supongo que parecerá mentira por lo que suelo escribir por aquí (y por lo que yo pueda entender por “repetir”)
Si quiero escribir material para que lo utilicen “otros”, obviamente tendría que dar todos los detalles, con el problema (por estúpido que suene) que esto representa para mí.

¿Que problema?

Pues ese, el que os acabo de comentar. Mi concepción de lo que significa “repetirse” Si ya me cuesta repetir argumentaciones que he escrito en el blog… a gente que sé que no se lo ha leído (chorrada, o no, usted decide) No puedo quitarme de la cabeza que, si ya he “explicado” o “contado” una historia en su totalidad, como parte del trasfondo del mundo de juego, no podría evitar el sentirme como un “tramposo” contando otra vez esa historia en un relato (vale, mirado con la lógica como herramienta de análisis, se trata de una grandísima chorrada, pero es que uno es asín de… de… bueno, de eso, aunque tratamos de ir mejorando)

Por otro lado esta el tema de mi falta de regularidad (que no se arregla con los yogures de la tele) Podría pedir ayuda a la gente para que me echasen una mano, pero sé que me iba a costar horrores el aceptar material de otros (y ya sabéis, lo que os comentaba antes sobre riesgo de mi traquea) y nunca conseguiría (o consideraría haber conseguido) la “implicación” que quiero en el asunto (de todas formas, si alguien quiere echar una mano, estaré encantado de arriesgar mi función respiratoria en el intento)

Y aquí estamos otra vez, de nuevo en el punto de salida y no se cuantas veces van ya (menos mal que no me gusta repetirme) dispuesto a meterme en otra embarcada que no se cuando, donde o como terminará.
Por ahora ya he montado otro blog. Una versión “beta” de Daegon, donde iré subiendo lo que vaya escribiendo y reescribiendo de nuevo. Donde aprovechare para ir probando diseños, de cara a cuando decida hacerle otra limpieza de cara a mi dominio y empiece a subir el material que considere que es “definitivo”
Por ahora no está publicado, ni en Google ni Technorati (y no sé si llegaré a publicarlo) y tampoco tiene material, así que nadie se pierde gran cosa. Si a alguno os entra la curiosidad, preguntad libremente, y os pasaré la dirección cuando comience a subir material.

Pues nada, eso es todo por ahora (espero que en poco tiempo haya más)

diciembre 23, 2009 · Posted in Mundos improbables  
    

Como ya decía en la anterior entrada fue comenzar a leer esta ambientación y caer rendido a sus pies (Sí, ya se que los libros no tienen pies. Es una forma de hablar)

Por un lado estaba su componente Retro-space-opera. Por otro, la cantidad y originalidad de sus razas alienígenas (más aún si tenemos en cuenta su años de publicación) A esto le seguiría de cerca los referentes culturales tomados para los imperios humanos, alejados del medievo europeo o de la versión “fantástica” del mismo que daban el resto de juegos americanos.

Si a esto le añadimos la jerga que se había inventado su autor, que estaba por todas partes, y la grandiosidad, tanto de conceptos como de nombres… el resultado fue amor instantáneo.

De la misma manera que admito (y ensalzo) sus virtudes, también entiendo que es un juego un tanto duro aquellos que quieren jugar partidas “instantáneas”

Hace falta leer mucho y currarse mucho las partidas para sacarle todo el jugo que da esta ambientación.

Ahora es cuando me decís “Hombre, no será un mundo tan raro, al fin y al cabo no deja de ser un mundo habitado por humanos, donde hay caravanas que necesitan ser protegidas, nobles necesitados de (ejem) “servidumbre especializada” y tesoros antiguos esperando a ser encontrados”
Por supuesto, se podían hacer módulos más sencillos… Pero estas historias, para poder integrarlas bien en Tékumel, pese a no dejar de ser eso, sencillas, necesitan de una preparación un poco más en profundidad.

Vamos a ir dándole un pequeño repaso a su historia para ver si consigo que vayáis viendo todo lo que vi (y continúo viendo) yo en Tékumel.

Mapa de Tékumel
Antes de la historia registrada Antes del tiempo de la oscuridad (empezamos bien)

La colonización de Tékumel comenzó unos sesenta mil años después del siglo XX (ahí es nada)

Cuando el planeta Tékumel fue descubierto por exploradores humanos, era un mundo cuyas masas continentales se encontraban cubiertas por una vegetación púrpura (que bueno, es exótico, pero no peligroso) y venenosa (vale, eso ya dolía un poco más), que lo hacían inhabitable para nuestra especie.

Pese a este “pequeño” inconveniente, aquel planeta estaba situado en un lugar estratégico dentro de las nuevas rutas de comercio interestelares, así que se pusieron manos a la obra y comenzaron a limpiar su atmósfera, exterminar y reemplazar la flora venenosa… y pelearse con las dos especies inteligentes que vivían en aquel pedazo de roca: Los semi subterráneos Ssu, y los insectoides Hluss, ya que estos eran los únicos lo suficientemente avanzados tecnológicamente como para dificultar la conquista del planeta. Al final (y siguiendo la mejor tradición humana) se crearían “cómodas y lujosas” reservas en las que ubicar a los habitantes originarios de aquel planeta.

Todo esto les llevaría a los hombres casi un siglo. Al mismo tiempo, tanto la órbita como la gravedad del planeta fueron corregidas para adaptarse al día terrestre y posibilitar la vida humana en general. Finalmente Tékumel acabaría convirtiéndose en un planeta residencial. La temperatura era un poco más calurosa de lo deseado, pero no resultó especialmente inconveniente para que fuese “invadido” por la aristocracia y la gente con poder.

Pero claro, estamos en el año sesenta y dos mil DC (año más, año menos) Para estas alturas, la humanidad ya había descubierto (y se había hecho colega) de otras especies alienígenas. Así que también pasaron y se asentaron por allí aquellas que eran aliadas de los hombres: De Procyon vendrían los Pe Choi, de Antares los Shen, de Achemar los Ahoggya, los Pigmy Folk de Mirach, los Tinaliya de Algol, los Hlaka de Ensis, los Urunen de Betelgeuze, los Pachi Lei de Arturus, y los Swamp Folk de Unukalhai (ahí es nada) A cada raza se le proporcionaría un lugar en el que asentarse.

Algunos de los simpáticos habitantes de Tékumel

Algunos de los simpáticos habitantes de Tékumel

Por supuesto, esto no era todo (¿que os creíais?) No todas las razas alienígenas era “amigas nuestras” Así que también llegaron, pero esta vez, sin ser invitados, los enemigos de la humanidad: Los Hlutrgu de Algenubi, y los Shunned Ones de Regulus, los Nyágga de Alhena, y los Hokun de Malkeb. A estos, como es obvio, no se les cederían los mejores terrenos, sino que se buscaron la vida y situaron puestos de observación en las zonas más remotas de Tékumel. Para completar el circo, los Mihalli (que tenían el poder de La Esfinge de Mystery men: El ser terriblemente misteriosos) aparecerían sin aviso previo, para instalarse en las tierras salvajes del norte.

Vale, ya sólo con esto, la cosa parece animada. Pero si lo dejamos así, esta ambientación parece una más o menos clásica de Spece-Opera / Ci-fi, y eso contradice un poco a las ilustraciones que hemos visto.

¿Que es lo que pasó?

El Tiempo de la Oscuridad (¡chan!) El Cataclismo Mítico (¡chanchan!)

Citando a las escrituras sobre la historia antigua de Tékumel “Del tiempo de la oscuridad sólo quedan fragmentos en la memoria de la gente. Fue éste un tiempo en el que las colinas crecieron, el mar devoró la tierra, las montañas escupieron fuego y las estrellas desaparecieron para siempre”

Resumiendo: Tékumel y todo su sistema solar desaparecieron a través de una brecha en el espacio-tiempo, hasta una dimensión en la que no existía nada más.

Nadie sabe las razones por las que todo esto sucedió. Hay quienes dicen que ésta fue la consecuencia de los experimentos que se comenzaban a realizar con nuevas formas de energía extra-dimensional, pero apenas se conservan registros de aquellos tiempos. El resultado fue que, a partir de ahí, el planeta se descontroló un poco, y las cosas fueron un tanto confusas durante unos cuantos siglos.

Por su parte, las razas originarias del planeta vieron esto como una señal y comenzaron a atacar a los humanos. Pero si se trataba de una señal… no era una buena señal, ya que, se chocaron una y otra vez con la superioridad tecnológica, armamentística y táctica de los humanos (que para otras cosas igual no, pero para pegar tiros, buenos somos)

En otro orden de cosas, otras de las razas que habitaban el planeta aprovecharon para “hacer reformas” y así los Nyagga construyeron ciudades submarinas, dejándose ver, a partir de ese momento, por la superficie sólo de vez en cuando para realizar “amistosa” batidas. Por su parte, los Shunned Ones crearon bóvedas alrededor de sus ciudades, y las llenaron con gases venenos para cualquier otra raza.

Los que si que se lo pasaron bien fueron los Hokun, quienes fingieron colaborar con la humanidad, para terminar por esclavizarla y reinar como dioses, aunque finalmente fueron derrotados.

Poco a poco las razas se fueron asentando en lugares similares a los de sus planetas originarios, y comenzaron a desarrollar nuevas técnicas agrícolas para poder subsistir.

Aunque no se sabe con certeza, se calcula que el tiempo de la oscuridad duro unos cinco mil años.

El Imperio de Llyan de Tsámara. Hace unos 25.000 años

Poco se sabe del imperio de Llyan. Sólo fragmentos encontrados en muros, que describen la adoración a dioses desconocidos. Durante este tiempo la humanidad volvió a recuperar lo que había sido cuando llegó a este mundo, sólo para perderlo de nuevo. Aún en los tiempos modernos perduran los armazones de las naves que antiguamente surcaban el espacio, ahora incrustadas en la tierra de Tékumel y los restos de las antiguas ciudades devastados por el tiempo y los elementos. Objetos tecnológicos ahora considerados como mágicos (los pocos que funcionaban), y grimorios con «rituales» para hacerlos funcionar. Muchos aventureros perecerían al confundir los perfumes de las damas de antaño con exóticos licores, o al estrellarse dentro de los vehículos que conectaban subterráneamente las ciudades. Nada queda ya del poderoso imperio de Llyan y su capital Tsámara.

La Dama Indigo

La Dama Indigo

Los Tres Estados del Triángulo: Úrmish, Jakálla y Thráya

En esa misma época o, quizás, poco después de la extinción del imperio de Llyan, otro estado floreció en las planicies del sur de Tsolyánu. Tampoco quedan restos culturales de estos países. Solo que sus capitales; Úrmish en el oeste, Jakálla en el sur, y Thráya en el este han sido reconstruidas muchas veces. Las evidencias de la existencia estos estados viene dada por sus conquistadores, los Guerreros Dragón, que llegaron desde el noroeste, de Nlúss. Según sus registros, los estados batallaron con los Churstalli, y los Mihalli durante mucho tiempo. Y también se sabe de su alianza con los Shen, gracias a los registros de estos últimos.

El Descubrimiento de los Dioses

Durante los últimos tiempos del imperio de Llyan, un estudioso, cuyo nombre ha desaparecido en las brumas del tiempo, entró en contacto con algunos de los seres más poderoso de los planos superiores. Estos seres, que solo pueden ser llamados dioses y cuyo poder trasciende al entendimiento de los hombres, ayudaban a aquellos que servían a sus enigmáticos propósitos.

Pronto se descubrieron rivalidades entre estos «dioses». El alineamiento de unos apoyaba la «Estabilidad»: un estatus quo, una progresión tranquila del tiempo y el espacio hacia una amalgama final en un perfecto y eterno «ser de luz». Los otros urgían al «Cambio»: una efeméride sin fin, con el universo en un perpetuo cambio violento, nacimiento, muerte, y renovación. También hay seres interplanares alejados de estas facciones, así como completas hierocrácias de habitantes menores de otras dimensiones, con un poder superior al de los hombres. Los términos morales humanos no son aplicables a estos «alineamientos». La frontera que separa estas posiciones sobrepasa el entendimiento de la humanidad, y varios aspectos de un dios pueden aparecer como miembros de los diferentes «alineamientos», en diferentes tiempos y periodos, o varias deidades adoradas en un país, en otro son adoradas como una sola. Todas ellas son ciertas, pero incomprensibles para el hombre.

Los Guerreros Dragón de N´lüss

Los Guerreros Dragón fueron una serie de tribus barbaras que habitaban en las montañas del noroeste. Eran más fuertes y altos que sus vecinos del sur, y se dirigían a la batalla sobre «dragones, con «piel de acero» que «arrojaban fuego por la boca» (aunque algunos estudiosos de los tiempos de los Engsvanyali, han puesto en duda estas afirmaciones, diciendo que estos dragones podrían ser en realidad vehículos aéreos preservados desde antes del tiempo de la oscuridad).

Una de las razones para estas invasiones fue el establecimiento del culto a Vimuhla, el señor del fuego. La cultura N´luss estaba basada en la violencia, y tanto los jefes, como los chamanes de sus antepasados, rápidamente se alinearon con el «dios» que mejor encajaba con sus mitos: el Poderoso Vimuhla, Señor del Fuego, Poder de Destrucción, y Ruina Roja, Aquel que todo lo consume con violencia, cuya función es la violencia, Catarsis y Renacimiento a través de la transición purificadora de la llama.

Treinta años después de la primera incursión, los Guerreros Dragón se habían apoderado de las ciudades estado de lo que hoy en día es Mu’ugalavya y saqueado la poderosa ciudad de Ch’ochi. En cincuenta años ya habían destruido lo que quedaba del imperio de Llyan. Cuando los estados Shen detuvieron su progresión hacia el sur, dirigieron su conquista hacia el este, saquearon las costas de lo que hoy conocemos por Yán Kór durante otros cien años. A lo largo del siguiente siglo atacaron a los tres estados del triángulo, hasta que estos, finalmente, fueron también derrotados. Fue aquí donde realmente comenzaría el apogeo del imperio de los Guerreros Dragón.

El imperio de los Guerreros Dragón mantendría su cohesión interna durante cerca de doscientos años hasta que, en el año quinientos de su dinastía, un grupo de regiones remotas comenzarían a escindirse. Los gobernantes locales prosperaron sin saber quien era, o no, descendiente de los Guerreros Dragón originales. Durante mil quinientos años más se sucederían intrigas y pequeñas guerras, que terminaron con el final del imperio de los Guerreros Dragón de N´luss.

La dinastía de Gámulu.

Durante los últimos siglos del imperio de los Guerreros Dragón, las gentes del este de Salarvyá se unieron bajo el mandato de Gámulu, de la ciudad de Fenul, situada en lo que actualmente es el Protectorado Chaigari en Tsolyánu. Gámulu obtuvo primero la lealtad de los señores de Khum y Koyluga, y tras hacer esto, expulsó a los últimos y decadentes herederos de los Guerreros Dragón de Tsatsayagga, Nrikakchne, y las otras ricas metrópolis del oeste de Salarvyá.

De cualquier manera su enemigo mas encarnizado fueron los Ssú, con los que tendría múltiples batallas que se alargarían durante veinticinco años, y a los que finalmente lograría expulsar a sus ciudades laberínticas en Ssuganar. Tras esta victoria, Gámulu reinó durante una década mas antes de morir de una enfermedad degenerativa que adquirió tras una de sus victorias. Todavía hoy, cuando alguien muere por una enfermedad imprevista, se dice que «sufre la muerte de Gámulu».

Portada de la novela Man of Gold

Portada de la novela Man of Gold

Los Reyes Pescadores

Varios de los hijos de Gámulu habían caído durante la guerra contra los Ssú, y otro más moriría durante los combates por la corona de ébano, tras la muerte de su padre. Al final, sería Ho Etehltu, su duodécimo hijo, quien se haría con el trono. Durante su larga vida consolidó sus dominios, construyendo la flota de pequeñas, y rápidas galeras que dieron a esta dinastía el nombre de «Los Reyes Pescadores». Sus negras naves tomaron Haida Pkala en el sur, atacaron el este hasta Peleis, y el el norte se hicieron con el control de las fortalezas de los Guerreros Dragón de las islas de Gánga, Thayuri y Vra. Jakalla fue sitiada pero no llego a ser conquistada.
Al final los Reyes Pescadores fueron contenidos en los fronteras de lo que actualmente es Salarvyá, y la península del norte de Haida Pakala.

El Príncipe Maldito la Estancia Azul

Durante el reinado del vigésimo segundo rey de la dinastía de Gámulu, se tuvo contacto con un nuevo «dios»: Ksarul, el Anciano Señor de los Secretos, el Príncipe Maldito de la Estancia Azul, Señor de Magia y Hechicería, Trabajador de Transiciones. Ksarul es también afamado como un rebelde entre los dioses. En alguna edad mítica, durante el Poderoso Armagedón conocido como La Batalla de la Planicie de Dormoron, los señores del cambio y la estabilidad lucharon. Pero los aliados de Ksarul, viendo su inconmensurable intelecto como una amenaza, le traicionaron y aprisionaron en un lugar de otro plano llamado la Estancia Azul, donde se dice que descansa en un sueño eterno dentro de un catafalco de profundo púrpura celeste. De acuerdo con la leyenda sólo se puede acceder a este lugar con la ayuda de las Llaves. Se conoce de la existencia de tres de estas llaves, pero la búsqueda de esos míticos artefactos aún continua.

Incluso dormido, los poderes de Lord Ksarul son grandes, y los misterios de su fe se expandieron por el reino de los Reyes Pescadores. Durante un tiempo hubo persecuciones entre los Túnicas Rojas de Vimhúla y los Túnicas Negras ataviados con la mascara plateada del príncipe maldito. Sólo el paso de los siglos traería una tentativa de reconciliación y paz.

Como podéis comprobar, pese a la cantidad de razas alienígenas que se mencionan, la historia del mundo esta contada desde el punto de vista humano. Es más, los cinco grandes imperios que gobiernan el mundo conocido son humanos.

No os creáis que con esto he terminado. Lo que pongo por aquí es un resumen de, más o menos, la mitad de la cronología del mundo. Pero como me he alargado bastante lo dejo por hoy.

Ahora me quedo con la duda de como continuar esta serie de entradas, así que lo dejo en vuestras manos:

¿Continuo con toda la cronología, o voy directamente al estatus quo del mundo en el momento que se empieza a jugar?

Vosotros diréis.

diciembre 21, 2009 · Posted in Mundos improbables  
    

Tékumel es, desde que lo conozco, uno de mis juegos favoritos. Lo cual no deja de tener su coña ya que nunca lo he jugado o arbitrado (pero mi relación con él siempre ha sido muy especial)

Tribulaciones de un clan tras la guerra

Tribulaciones de un clan tras la guerra

Podría decir que me “enamoré” de él cuando vi, a finales de los ochenta, por primera vez los anuncios que aparecían en la Dragón, pero mentiría. No negaré que me llamaron la atención, pero también eran un tanto cutres (sobretodo comparándolos con los del resto de materiales que se anunciaban) Y es que, creo yo que, ese ha sido uno de los principales problemas para que esta ambientación no haya terminado de calar entre el público: La falta de un grafismo llamémoslo “solvente”
No sería hasta bastantes años después que mi interés por ese mundo se despertaría realmente. Pero bueno (y liando las pocas un poco más) el origen de mi curiosidad por Tékumel no lo provocó el mismo mundo, sino otro mundo al que yo, equivocadamente, tomé por Tékumel.

Mi búsqueda de material sobre ésta ambientación comenzó después de una partida de Rolemaster ambientada en un mundo que, básicamente, era Tékumel aunque con alguna aportación personal de nuestro master.
La partida fue divertida, pero no llegamos a terminarla (es más, apenas avanzamos) pero había conceptos de lo más originales e interesantes. Uno de ellos, y el concepto que más despertó mi interés, fue alguien llamado “El Cronarca”. Por algo tan sencillo como una palabrita comencé a hacerme con material de Tékumel pero, por más material que comprase, no conseguía encontrar donde se mencionaba a aquel condenado tipo. Lo cierto es que aquello tampoco importaba demasiado, cada cosa que leía de aquel mundo hacía que me gustase más, pero era una espinita que siempre tenía clavada.
Varios años más tarde le pregunte a aquel master en que libro o edición salía mencionado aquel condenado tipo, sólo para descubrir que había sido una de las aportaciones que había hecho él para aquella ambientación (por la cual sólo puedo estarle agradecido)

De todas formas, si a día de hoy cualquiera quiere adentrarse en el mundo de Tékumel, la cosa esta un poco complicada. No por la falta de material, sino justamente por todo lo contrario. Hay material a expuertas, pero es un poco complicado el saber a donde pertenece cada cosa (que me lo digan a mi, que me costo dios y ayuda el saber donde encajaban los distintos materiales que iba comprando)
Por eso voy a dividir la entrada sobre Tékumel en dos partes. Esta primera (como reza el título) tratará sobre la historia del juego, las vueltas que ha dado, quienes lo han publicado y como. La segunda tratará sobre el trasfondo del mundo.

Comenzaremos por el principio, y no hay un principio anterior que el propio autor, el señor M.A.R Barker.

M.A.R (Muhammad Abd-al-Rahman) Barker nacería un 3 de noviembre de 1930 bajo el nombre de Philip Barker. Este cambio de nombre se produciría cuando, tras viajar a la india en el año cincuenta y uno, conoció y se convirtió al Islam por, cito textualmente, “razones puramente teológicas. Me pareció una religión más lógica”)

Según sus propias declaraciones, comenzaría a crear el mundo de Tékumel durante su infancia (entre las décadas de los años 30 y 40) después de leer libros como “Las mil y una noches”, diversas novelas de ciencia ficción, pulp, libros sobre egiptología, los mayas, historia antigua y medieval, etc (vamos, que ya desde jovencito tenía unos gustos literarios bastante orientados)
Más adelante compaginaría su dedicación a esta labor (la creación de Tékumel) con otras ocupaciones menores como, por ejemplo, trabajar como profesor de Urdu y de lingüística y estudios sobre el Sur de Asia en la universidad de Minesota. De esta ultima labor ya se encuentra retirado (vamos, que está jubilado) pero de lo realmente importante este hombre no se retira, ya que continua escribiendo material (sobre todo novelas) ambientadas en el mundo de Tékumel y arbitrando la partida semanal a su grupo de toda la vida.

El Imperio del Trono de Pétalos (nombre que recibió la primera edición del juego, y al que nos referiremos como EPT) fue publicado por primera vez en 1975 por Reglas para Estudios Tácticos (sí, “esa” editorial; TSR), poco después de la publicación de la primera edición del D&D.
En el prefacio de una de las reimpresiones de esta edición de Tékumel, Dave Arneson comenta que Barker fue la segunda persona a la que vendieron el reglamento del D&D.
Pese a que el núcleo básico del sistema de juego era muy similar, y siempre se ha dicho que EPT era la primera ambientación para este reglamento, se trataba de un juego independiente con reglas propias.
A la publicación del reglamento le seguiría, poco después, la creación por parte de Ral Partha de varios juegos de miniaturas de toda índole para la ambientación. Para aquel entonces el amigo Barker aun no había publicado sus reglamentos de combate de miniaturas, pero tampoco tardaría demasiado.
Tras unos pocos años TSR dejaría de publicar EPT, para centrarse en la producción de materiales cuyos derechos controlase en su totalidad (y, posiblemente, por las presiones de “ciertos grupos” a los que no les haría mucha gracia que sus niños jugasen en una ambientación donde los demonios y los sacrificios a deidades paganas eran algo común). Aunque para aquella época también publicaría algún juego más del señor Barker, como el War of Wizards, un reglamento de tablero que enfrentaría a dos jugadores, cada uno controlando un mago, que contaban con diversas fichas que representaban los conjuros, cada uno con puntuaciones y efectos diferenciados (de que me sonara a mí esto)

Unos años más tarde, ayudado por sus jugadores habituales, publicaría bajo el sello de The Imperium Publishing Company “The Book of Ebon Bindings”: Una “traducción” al ingles de uno de los textos arcanos más antiguos (y poderosos) existentes en Tékumel. En él, sin hacer mención alguna a reglas o características de criaturas o hechizos, se nos mostraban una serie de rituales místicos así como la descripción de varias criaturas, dioses y demonios de ese mundo.
También sacaría “Missum”: un reglamento para miniaturas y el primer libro de ejércitos para el mismo: “The Armies of Tékumel Volume 1: Tsolyánu”

Ese mismo año pero, en esta ocasión, bajo el sello de “Adventure Games” publicaría las dos partes de “The Tsolyani Language”, un diccionario Inglés/Tsolyani-Tsolyani/Inglés que incluía una guía de frases comunes y notas gramaticales (e incluía una cinta con una guía de pronunciación) que tendría una segunda edición en el ochenta y uno. También reimprimiría el libro de ejércitos de Tsolyánu, aprovechando la ocasión para sacar un segundo volumen con los ejércitos de Yán Kór y sus aliados.
También publicaría en el ochenta y uno “Deeds of the Ever-Glorious: Histories of the Tsolyani Legions” un resumen de las historias de las gloriosas legiones de Tsolyani. En ella se relataban tanto las tácticas militares, como la historia de diversos personajes relevantes y “Northwest Frontier Map Set” un juego de seis mapas hexagonados que, pese a estar orientados sobretodo para jugar con miniaturas, resulta también muy útil para conocer las distancias exactas que separaban las ciudades que se mostraban en ellos.

En 1983, Gamescience reimprimió el EPT original, y publicó el primero de los (en un principio planeados) tres volúmenes de “Swords and Glory”
Este primer volumen sería la guía de Tékumel. Una descripción completa del mundo, sin mención alguna a reglamentos o similares (sí seños, como debe ser)
El volumen II fue la guía del jugador dando la creación de personajes, reglas de combate y magia (reglas completamente nuevas, mas una hoja de personaje de 8 paginas).
El volumen III iba a ser la guía del master, pero (no es broma) el Huracán Hugo se llevo, tanto el material manuscrito como las copias que tenían en el almacén del volumen II, a darse un baño al golfo. Esto finalizó la excursión de Gamescience en el mundo de Tékumel. Era el ochenta y tres y las cosas se hacían de una manera un tanto más “manual” que ahora.
Pese a no llegar a terminarse la edición, el “núcleo duro” de jugadores afirma que esta edición es que la posee un reglamento que “simula” con mayor fidelidad lo que significa “vivir” en Tékumel.

Al mismo tiempo, pero bajo un sello distinto (The Tékumel Journal) publicaría tres volúmenes más de sus libros de ejércitos en esta ocasión los de Mu’ugalavya, Salarvyá y Livyánu y Tsoléi, así como una guía para pintar las figuras.

Un años después, y (como no) bajo otro nuevo nombre; Tékumel Games, publicaría tres aventuras: “Qadardalikoi” (no, no me he equivocado al escribirlo), “The Tomb Complex of Nereshanbo” y “A Jakállan Intrigue”, a los que seguiría un nuevo reglamento de figuras (aunque esta vez para magos): “The Art of Tactical Sorcery”, reimprimiría los mapas de la frontera del noroeste, publicaría un índice para el primer tomo de Swords & Glory (que falta le hacía) para terminar con una frikada como es una lamina en color con la “reproducción” de la carta de declaración de guerra del imperio de Tsolyánu al de Yán Kór (por supuesto, en perfectísimo Tsolyani)

Y como nuestro chico es una mente inquieta, en el ochenta y cuatro y ochenta y cinco DAW Books publicaría dos novelas ambientadas en Tékumel: “Man of gold” y “Flamesong”.

Portada de la novela Flamesong

Portada de la novela Flamesong

En el ochenta y siete, Different Worlds, editorial que publicaba una revista de rol del mismo nombre, publicaría sendas reimpresiones tanto de EPT (aunque en lugar de en caja, como un único libreto) como los dos volúmenes de Swords and Glory.
Unos años después (en el noventa y uno) y junto con la editorial TOME (Theatre of the Mind Enterprises) más conocidos por sus juegos de tablero, reimprimirían The Book of Ebon Bindings.

Habría que esperar un añito más, para que TOME, esta vez en solitario, sacase una nueva edición (con nuevo sistema de juego incluido) de Tékumel. Esta nueva encarnación se publicaría bajo el nombre genérico de “Aventuras en Tékumel” que estaba compuesto en un principio por un libreto del mismo nombre (que contenía la generación de personajes) y una serie de tres módulos introductorios en solitario, durante las cuales el personaje comienza siendo un niño, y según va creciendo va conociendo como es el mundo en el que vive
Adventures on Tékumel, Part Two / Volume 1: Coming of Age in Tékumel.
Adventures on Tékumel, Part Two / Volume 2: Beyond the Borders of Tsolyanu.
Adventures on Tékumel, Part Two / Volume 3: Beneath the Lands of Tsolyanu.
A estos libretos les seguiría dos años después una caja llamada “Gardásiyal: Deeds of Glory” con el nuevo reglamento, un poco más de trasfondo y los mapas, a la que más tarde se le uniría el bestiario de Tékumel.
Por primera vez desde el setenta y cinco Tékumel volvía a disponer de un material oficial y “canónico” con todo lo necesario para poder jugar, impreso y a disposición de las tiendas, ya que salvo estos libros, todo el material anterior se encontraba fuera de impresión.

Unos años después (y ya con el establecimiento de Internet) la saga tendría un nuevo capitulo, pero en esta ocasión de forma “virtual” con la publicación en la red de diversos netbooks que se ponían a disposición de la gente, bajo licencia shareware, vía FTP (que ya no existe, lástima). Tras bajar el material, el lector podía decidir si quería pagar el registro del shareware (vamos, lo que ahora se conoce como donationware) De esta manera recuperaría los diccionarios de Tsolyani, las historias de la legión y material nuevo como la historia: “The Ever Glorious Empire: Engsvan hla Ganga”, uno de los grandes imperios de la antigüedad de Tékumel. En la actualidad ese material se puede adquirir en DriveThruRPG.com previo pago de unos pocos euros.

A principios del nuevo milenio, una pequeña editorial llamada Zottola Publishing sacaría tres nuevas novelas ambientadas en nuestro querido mundo (y escritas ya sabéis por quien): “The prince of skulls”, “Lords of Tsamara” y “A death of Kings” junto a una edición en dos tomos de “Mitlanyál” el tratado teológico de Tékumel.
También planeaban reimprimir las dos primeras novelas y el Book of Ebon Bindings, pero en su página siguen apareciendo como “Próximamente, a lo largo del dos mil cinco” así que no se yo que me da, que van a terminar por no sacarlos.

Después de esto, habría que esperar hasta el dos mil dos para tener esperanzas de una nueva edición de Tékumel (por una nueva editorial, en este caso los canadienses Guardians of Order) De nuevo tendríamos un nuevo sistema (que manía) en este caso propiedad de la compañía, como era el Tri-Stat.
Ese año, estos buenos señores anunciaron la futura publicación de la cuarta encarnación de Tékumel (en este caso llamado Tékumel: Empire of the Petal Throne) publicando en su página para descargar la copia de playtesting. También se podía encontrar en Amazon la oferta de pre-pedido del futuro libro (así que pinchamos en la casillita y comenzamos a esperar)
Tres años más tarde, y cuando ya me había olvidado del asunto, me llegaron a casa dos cosas: Un paquete de Amazon, que no recordaba haber pedido, y un alegrón al ver lo que contenía en su interior.
Pero los chicos de Guardians of order no sobrevivieron a la maldición de Tekumel, y un años más tarde se fueron al garete sin haber sacado mas material para el juego (y eso que en aquel momento estaban publicando juegos ambientados en licencias bastante populares)

A día de hoy se puede encontrar gran parte del material gracias a Carl Brodt que en su tienda online; Tita House of Games esta haciendo un trabajo increíble.
Tampoco os olvidéis de visitar la página de Tékumel, donde podéis leer mucho del trasfondo del mundo. No deja de ser curioso que esta página tenga un diseño gráfico mucho más atractivo que cualquiera de las ediciones que ha tenido este mundo en papel.

Y… creo que esto es todo. Bueno, me dejo un par de cosas:
Un señor llamado Zane H. Healy (junto a nuestro amigo Muhammad) creó un juego llamado Mackevuk (ambientado ya sabéis donde) lo que pasa es que sólo está para mac. Lo podéis encontrar aquí

Algo después sacaría un generador de personajes con el sistema de TOME (Gardásiyal) también para mac, pero este parece que ha desaparecido en las brumas binarias.

Ahora sí. Para la próxima entrada, un ladrillazo aún mayor con una traducción-resumen de la historia de Tékumel.

agosto 24, 2009 · Posted in Hazte con todos, Mundos improbables  
    

Uno cree estar tranquilo, seguro y afianzado en las costas del presente. Pero sólo es necesaria una pequeña ola de nostalgia para hundirte en las simas e insondables abismos de la memoria.

Pues sí. Fue escribir la anterior entrada, y descubrir que las puertas que llevaban unos cuantos años conteniendo a ese océano que es el ansia fabuladora eran, a todas luces, insuficientes. Y como da la casualidad de que vosotros pasabais por aquí, os va a tocar aguantarlas.

Hasta donde me alcanza la memoria, mi mente siempre ha tenido la fabulosa, según cuando preocupante y, en ocasiones, molesta, capacidad de irse de paseo por otros lugares. Una vez en esos lugares, se dividía a sí misma, y cada una de sus divisiones se iba de paseo a un lugar distinto.
Como podréis haber adivinado dados los calificativos que le he otorgado, ni me solía pedir permiso para ausentarse del mundo que ocupaba mi cuerpo, ni siempre me hacía caso cuando la llamaba y/o/u necesitaba de su servicios para conmigo.

Que estas frases no os confundan. Vale, sí. Quizás tendía a distraerme más de lo que debía (bueno, también podéis quitar el “Quizás”) pero esto no implica que viviese, quisiese o creyese vivir en mundos fantásticos alejados de la realidad. Tampoco creo que me hubiese gustado vivir en ellos, a nada que hayáis seguido los relatos de Daegon, cuando mando mi cabeza de paseo tiendo a crear escenarios no demasiado agradables.

De crío no tenía el rol, pero no era raro que me diese una vuelta por la Zona Negativa o echase una mano a los Vengadores o al Comando G contra el malo de turno. Que descubriese nuevos mundos junto a los protagonistas de Érase una vez el espacio o Ulises XXXI. Todo eso, claro, cuando no estaba apartando de en medio al inútil de Koji, o cualquiera de los pilotos de super-robots de Go Nagai, para patear brutos mecánicos pilotando mi propio coloso metálico.
Eran tiempos de descubrimiento, del “sentido de la maravilla”. Todo era nuevo, todo te impresionaba. No importaban los personajes, no importaba la coherencia, no hacía falta que tuviese sentido, el axioma reinante era el de la acción sobre la reflexión.
Cuando echo la mirada hacia aquellos años no recuerdo que nada (serie, película o tebeo) me pareciese malo o decepcionante. También puede ser (es más, es bastante probable) que los haya olvidado pero… claro… no me acuerdo.

Como no podía ser de otra manera, con el tiempo la cosa fue cambiando. Continuaba leyendo y visionando el mismo tipo de material, pero cuando mi cabeza se iba de paseo por aquellos mismos mundos, tomaba rutas distintas a las de los personajes que los habitaban. Sí, era posible que apareciese alguno de ellos en escena, pero cada vez con menos frecuencia y en papeles secundarios. Como gente a la que salvar.

De todas formas, pese al pequeño cambio en el germen de las imágenes, el axioma continuaba siendo el mismo: Escenas cortas sin contexto alguno, que me asaltaban de vez en cuando, repitiéndose de manera continuada, pero carentes de un contexto que les diese sentido más allá de la pura espectacularidad. Y la cosa fue así hasta que, por supuesto, cambió.

No se cual fue el día exacto. Si tuvieron algo que ver la aparición de los libro-juegos (donde rara vez llegabas a saber las motivaciones de nadie que no fuese tu personaje) la serie de dibujos de Dragones y Mazmorras (no por nada, sino porque nunca llegaban a explicarte la razón por la que los personajes habían llegado a ese mundo) o una confluencia de astros lo que provocó el cambio. La cosa es que un día, uno que no recuerdo y que no tiene mayor relevancia en los calendarios, comencé a hacerme preguntas sobre esas imágenes.
No, las preguntas no versaban sobre mi posible perdida de contacto con la realidad, o la necesidad de una camisa muy incomoda de mangas demasiado largas. Mis inquietudes iban justo en a dirección opuesta. Quería “saber” más sobre aquellas escenas, de donde venían y en que desencadenaban.
Pero, claro, tenía un problema (que no, que no estaba loco) aquellas imágenes no existían más allá de mi cabeza (bueno, igual un poco loco, sí) así que no podía preguntarle a nadie. Para saber más sobre ellas, tenía que ser yo quien lo crease todo.
Y llego el rol a mi vida. Así, a traición, sin buscarlo ni avisar. Y durante mucho tiempo copó casi todo mi tiempo de ocio (bueno, el rol y, sobretodo, la gente que conocí gracias a él) y las historias comenzaron a volar libres.
Primero un tanto sencillas o tontas (tendría cosa de catorce o quince años) por no decir ruborizantes (bueno, lo he dicho) Llenas de referencias nada disimuladas a lo que leía. Forzando, a menudo en exceso, la lógica interna de las historias y lastrando su desarrollo. Luego cada vez se irían haciendo más complejas, más grandes y más ambiciosas.
¿Más refinadas?
Quizás.
¿Más pretenciosas?
También es posible.
¿Mejores?
Espero que sí.
Y el tiempo del rol pasó (al menos el de jugar a él, porque la gente continuaba ahí, espero que hasta el fin de los tiempos) también a traición, con alevosía y sin premeditación (o eso creía yo, que ni lo esperaba ni lo deseaba)
Y cuando creía estar asentado en una posición estable y establecida, llega una ola traicionera y te arrastra de nuevo hasta lugares que ya habías visitado antes. Y revives los momentos pasados, consciente de que no se volverán a repetir, pero sabedor de que aún puedes extraer grandes cosas de ellos.

Y aquí estamos ahora. De nuevo en la casilla de salida (aunque con el grado y la perspectiva que aportan las experiencias ya vividas) y dispuestos a tomar un nuevo rumbo.

    

Hace mucho tiempo.
Pero vamos, la tira de tiempo (cosa de doce años) comencé una campaña (léase campaña como sucesión de aventuras unidas para crear una historia más grande. No vaya a ser que los no versados en materia rolera crean que me metí en jaleos militares o, peor aún, publicitarios)
Ya llevaba bastantes años arbitrando, y había hecho bastantes campañas. Es más, en aquel mismo momento estaba arbitrando otras dos campañas en mi mundo (cuando aún lo hacía con RuneQuest) mientras continuaba con otras en Ravenloft y Warhammer.
La cosa es que, arbitrando un par de veces al mes, la cosa no avanzaba a demasiado buen ritmo, y para cuando retomaba una de las campañas, los jugadores se habían olvidado de la mitad de las cosas que habían pasado en la anterior.
También teníamos el efecto “prefiero éste juego” o “me gusta más éste personaje” así que parte de los jugadores te andaban diciendo ¿Porque no arbitras esta semana tal juego en lugar de tal otro?
Pero ¡que narices! ¡a mi me apetecí arbitrarlos todos! (aunque, siendo sinceros, tenía mas ideas, y me apetecía más arbitrar en Daegon que en los otros)
Sí a esto le sumamos que, como buen rolero, tenía en mis estanterías otro montón de juegos a los que nunca había arbitrado, pero para los que también tenía historias preparadas. Si sumábamos dos y dos, la conclusión lógica es que al final terminaría por no arbitrar ninguno de los que tenía aparcados.
Sabía que mis jugadores me iban a poner pegas a empezar otra campaña, igual una partida suelta sí, pero iba a ser complicado que la cosa cuajase como para lo pillasen con ganas. La verdad es que a mí tampoco me apetecía arbitrar cinco, seis o diez campañas simultáneas. Si a esto le sumamos que solíamos jugar las tardes de los sábados y domingos y que yo no era el único master, el resultado era que había meses en los que estaba complicado el ponernos de acuerdo con cuando arbitraba cada uno.

Y fue así hasta que tuve una revelación: Iba a arbitrarlos todos dentro de la misma campaña.
Así los jugadores podrían utilizar siempre los mismos personajes y sería más fácil el compaginar los días con los demás masters.
Claro, las revelaciones, en un primer momento, molan mogollon. Pero luego tienes que darles sentido, y que aquello tuviese sentido iba a necesitar de mucho curro.
En un principio, los juegos que quería arbitrar eran:
Skyrealms of Jorune
Shadow World (para éste había llegado a hacer personajes con el RMSS, pero nunca llegue a arbitrar)
Talislanta
Glorantha
Tékumel
Torg
Fading Suns
Maelstrom (el de Hubris Games, no el de Arion Games)
Planescape
Tales of Gargenthir
Hârn
Conan (de éste ya había llegado a arbitrar hacía tiempo unas partidas con GURPS)
Arcanum
Y diversas ambientaciones históricas (Japón feudal, Europa medieval, Vikingos, Grecia y Roma clásicas, China mítica)

Como veréis, tratar de dar coherencia a todo esto dentro de un mismo universo de juego era un tanto complicado.
A la hora de buscar el sistema de juego baraje varios a lo largo de los años (porque desde que empecé a darle vueltas al asunto, hasta que, por fin, lo di por cerrado, pasaron cosa de dos o tres años)
Empecé buscando varias ambientaciones “multi-universo” como DreamPark, Rifts o Torg, pero terminé descartándolas, porque me parecía que aquellas ambientaciones (y sus sistemas) condicionaban demasiado el tipo de aventuras.
Al final, y tras darle muchas vueltas, conseguí “crear” (más bien conjuntar) algo que tuviese algo de sentido (al menos para mí). Había cosas que estaban un tanto pilladas con alambres, y otras metidas directamente con calzador, pero tenía un trasfondo más o menos sólido. El sistema acabaría siendo aquel en el que tenía que tenía que haber pensado desde un principio: GURPS.

Así que, una vez finiquitado todo (elegir las ventajas y desventajas, habilidades y razas a las que podían optar los personajes) les lancé el órdago a mis jugadores: Iba a dejar de arbitrar Warhammer y Ravenloft (porque Daegon no iba a dejarlo) para empezar la campaña de GURPS
La cosa es que el asunto no les sentó del todo mal ¡MALDITOS INGRATOS!¡CON LO QUE HABIA SUFRIDO YO PARA HACER LAS PARTIDAS DE RAVENLOFT Y WARHAMMER, Y LES DABA IGUAL EL NO SEGUIR JUGANDO! (si es que no estoy contento con nada) y nos pusimos a hacer personajes.

Más o menos en aquella época terminé de desarrollar el sistema de juego que quería utilizar para Daegon (adiós, Rune, siempre te llevaré muy adentro) y ya que estaba en el asunto de hacer reglas, también aproveche para hacer unos cambios en el GURPS (básicamente convertir el sistema 3D6 a porcentual, pero con algunos apaños)
La verdad es que siempre que he arbitrado mucho a un juego he terminado cambiando alguna regla. Si no recuerdo mal, el único sistema que no he retocado a mi gusto ha sido el de Warhammer.

Pues bien. El momento había llegado, y la campaña empezó en Jorune.
Poco a poco fui desplegando la trama, dejando pistas de eventos venideros (calculaba arbitrar una vez al mes y estar en cada ambientación cosa de un año) y a los jugadores parecía gustarles… más que Daegon (¡INGRATOS, MAS QUE INGRATOS!)
Pero la cosa se torció un poco y las partidas se fueron distanciando cada vez más en el tiempo y al final apenas arbitraba una vez al mes. Eso quería decir que era una partida de cada uno de los juegos cada dos meses. Esto provocó que lo que los jugadores apenas se acordaban de lo que habían hecho en la anterior sesión.
Otra vez tocó elegir, y otra vez elegí a mi pequeñin, donde arbitre un par de años más antes de colgar los dados.

Tiempo después comencé en esta afición de juntar letras. Empecé a escribir “la novela” de Daegon (ciento y pico paginas que tengo que rescribir desde cero algún año de estos) y el amigo Tiberio me diría si me apetecería escribir algo para el EXO. De ahí nacería el primer relato de “El ermitaño”
El asunto tampoco cuajó, pero yo ya le había cogido cariño al personaje y comencé a fabular un universo de Ci-Fi propio, de donde saldrían el resto de relatos de esta índole.
En estos relatos utilicé a un par de los personajes que había creado para la campaña de GURPS y el hilo conductor de la historia (de la que estos relatos sólo eran la introducción) era el mismo, pese a que el desarrollo final (lo escriba cuando lo escriba) poco tiene que ver.

Pero en el fondo siempre se me ha quedado clavada la espinita de esa historia no contada. No puedo hacerlo como relato, ya que las historias estaban muy vinculadas al trasfondo de las diversas ambientaciones (por no hablar de derechos de autor y esas cosas)

Y la cosa seguía así hasta que esta semana en Gades Noctem han empezado a hablar de los juegos de rol viejunos y me ha asaltado un ataque severo de nostalgia.
Tanto es así, que me he estado planteando la posibilidad de pasar a escrito lo que era el cuerpo general de la campaña, así como todo el trasfondo que había creado para ella.
Ahora bien, me pregunto: ¿A quien narices el puede interesar esto? (el me es retórico, os lo estoy preguntando a vosotros, si es que queda alguien leyendo esto)

Ahora mismo estoy con dos “narraciones seriadas” (la biografía computeril y el macroverso) ambas con similar éxito de critica y publico (cercano a cero) y ponerme a escribir otra cosa con pretensiones de (ejem) continuidad, sería como volver a los tiempos de múltiples campañas continuadas.
¿Que pretendo decir con esto?
Muy sencillo. No estoy diciendo que vaya a dejar ninguna de las dos (hace ya tiempo que deje de escribir para un grupo concreto de personas) Sólo digo que, si alguien dice por aquí que encontraría interesante esto de lo que os estoy hablando, podría posponer una de ellas mientras me dedicase a escribir sobre la campaña.

Caso contrario, lo escribiré igualmente. Pero si contamos con que el Macroverso serán veinticinco entradas y la biografía supongo que ira para más aún (y el ritmo de vértigo que llevo) igual para cuando llegase el momento se me ha pasado la morriña y vuelvo a dejarlo esta idea por ahí apalancada hasta ser agredido de nuevo por la nostalgia.

Pues nada, ahí queda eso.

julio 17, 2009 · Posted in Mundos improbables  
    
octubre 13, 2008 · Posted in Mundos improbables, Pontificaciones desde la subjetividad  
    

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