En el día del libro…

Oye, me mola esto de poner puntos suspensivos para ahorrarme el completar el título (algún día de estos tendré que ponerlo con una continuación mas complicada).

Pues la cosa es que entre los varios blogs frikis que suelo leer les ha dado por impulsar una campaña que me parece de lo más loable: En el día del libro, regala tebeos. Y como uno es un envidioso de mielda (y encima me da para actualizar mis dos blogs así, de tirón), pues me he hecho participe de tan noble labor, y me subo a mi púlpito pointifícador para ordenar a mis fieles la compra y regalo de esos libros con dibujitos.
Ahora viene lo chungo. ¿Qué sugerencias hago? La cosa no consiste en recomendar lo que más me gusta a mí, sino lecturas (que se se puedan comprar a día de hoy) que puedan inducir a los lectores de cosas sin monigotes a unirse a nuestra secta.
Nada. A lanzarse a la piscina tocan.

Usagi Yojimbo de Stan Sakai.
Empezamos por un clásico. La liebre guardaespaldas. Sí, no me miréis así, no estoy (tan) loco.
¿Un cómic de animalitos? Venga ya. ¿Qué le va a seguir? ¿El Don Miki? ¿Patoaventuras?
Que no, que no. Que no tiene nada que ver con los bichos de la Disney.
Vale, podría entrar bajo la definición de cómic “para toda la familia”. Sí, tiene violencia, pero no esta mostrada de manera sucia o excesivamente grafica. El diseño de personajes es simpático a más no poder. Las historias rondan desde lo bueno, hasta lo magistral. Si lo lee un niño se lo pasará como un enano. Si lo lee un adulto, se lo pasará como un enano (adulto), con historias interesantes, aderezadas con detalles sobre la cultura japonesa y unos personajes a los que es imposible no cogerles cariño.

Superlopez de Jan.
Otro clásico, esta vez patrio. Aunque aquí tendría que hacer una matización, si bien el dibujo se mantiene, el guión cae en picado a partir de su décimo número: Viaje al centro de la tierra.
Hasta ahí todos ellos merecen mucho la pena. Un protagonista tanto o más torpe que cualquiera de nosotros (aunque con superpoderes) una panda de secundarios de lo mas mediocre (en cuanto a capacidades y mentalidades) que parodian el arquetipo del españolito medio (o el del ciudadano medio del mundo). Risas garantizadas. Guiños, referencias y/o/u criticas nada veladas a la literatura, el cine la política y lo que se le ponga por delante.

Thorgal de Jean Van Hamme y Grzegorz Rosinski.
Un clásico más, esta vez de nuestros vecinos franchutes (pero no se lo tengáis en cuenta). Pues no se que deciros de este más allá de ¡QUE ESTAIS ESPERANDO PARA COMPRARLO!
Un dibujo perfecto, unos guiones imaginativos, una historia, un mundo y unos personajes que se van ampliando de manera coherente y sorprendente (y sorprendentemente coherente) con cada nuevo álbum.
Fantástica (en todos y cada unos de los aspectos que se puede dar a esta palabra). Una Europa medieval realista-pero-menos. Documentación exhaustiva e imaginación desbordante a partes iguales.

Grendel Tales: Guerra de clanes de Darko Macan y Edvin Biukovic.
Ahora toca un cómic americano hecho por autores europeos. De este tampoco se puede decir demasiado. Una historia triste, dura y agria. Una guerra ficticia en la que, al igual que en sus contrapartidas reales, todos sus participantes pierden.
Un drama bélico ubicado en el entorno de un futuro cercano, pero sospechosamente cercano a la situación que sufrió, no hace demasiado tiempo, el hogar de sus autores: Croacia.
Una vez dicho todo esto, se podría decir que sobran comentarios, pero si la historia es buena, el dibujo no desmerece para nada a las palabras, elevando este cómic hasta donde muy pocos pueden llegar (Joe, que pedante me estoy poniendo).

300 de Frank Miller y Lynn Varley
La batalla de las Termopilas contada por el señor Miller. Tipos hiperduros contra el resto del mundo. Que corra la testosterona. Comienza el espectáculo.
No se hasta que punto se documentaria el amigo Frank para realizar este cómic. Quizás lo hiciese a conciencia, pero eso es lo de menos, aquí hemos venido a divertirnos. Bien de épica. Bien de cuerpos sudorosos. Bien de formaciones de escudos y lanzas. Vamos a acabar con los persas, y a vacilar al colega Jerjes. Luego pasa lo que pasa, que te mueres. Pero mueres como los hombres de verdad: Como unos machos (esto me pasa por intentar compensar la pedantería de antes).
Pues eso, un tebeo muy entretenido, muy bien dibujado, muy bien coloreado y que no hace falta haberse leído los doscientos noventa y nueve números anteriores (Lo sé, lo sé, es un chiste muy malo) para saber lo que pasa.

Astro City de Kurt Busiek y Brent Anderson

Historias sencillas de superhéroes, de esas que se contaban antes de que llegase la época en la que todo se convirtiera en pistolones, músculos superponiéndose sobre músculos y dientes apretados. Lo que pasa es que no es un cómic de hecho ahora.
Nostalgia por los cuatro costados. Los superhéroes de toda la vida con otros nombres (aunque todos sabemos quienes son en realidad) viviendo aventuras como lo hacían en aquellos tiempos que les vieron nacer. Unos tiempos más inocentes. Un mundo en los que la gente no es tan mala, tan sádica ni tan corrupta como éste en el que vivimos. Los héroes son seres sin tacha, que se mueven por las razones correctas.
Historias bonitas que solo pretenden entretenerte, hacerte pasar un buen rato y alejarte por un momento de la realidad.
Si después de leer estos comics, no quieres un poco a los superhéroes, supongo que entonces ya no queda ninguna esperanza para ti, infiel.

Rurouni Kenshin de Nobuhiro Watsuki
Vale. He recomendado cómic americano como si fuera japonés, cómic español, cómic europeo a secas, cómic europeo como si fuera americano, cómic americano como si fuera europeo, cómic americano a secas, y ahora me falta solo cómic japonés como tal. ¿Y que hay mas japonés que los samuráis? (Bueno… igual… los ninjas).
Aunque este cómic tampoco es un cómic de samuráis “canónico”. Ambientado en la época de la restauración Meiji, nos cuenta las andanzas de Kenshin, un samurai muy poco al uso. Después de luchar en la guerra que acabaría con el nacimiento de esa nueva época, Kenshin ha decidido proteger a los débiles lo cual suele dificultar su otro propósito: No matar nunca más. Obviamente sus enemigos hacen todo lo posible por que ambas tareas le resulten lo mas complicadas posibles.
Pero este no es un cómic pesimista, ni depresivo sino todo lo contrario. Kenshin y los amigos que va haciendo a lo largo de sus historias, pese a tener cada uno sus propias problemas y fantasmas del pasado, afrontan la vida con optimismo y humor.
El dibujo es simpático cuando debe serlo, espectacular cuando se tercia y caricaturesco cuando es necesario. Hay peleas, nombres de extrañas técnicas de combate, rivales a cientos a cada cual más extraño. También tiene sus momentos trágicos. Pero sobre todo es un tebeo muy entretenido con unos valores muy bien presentados, aunque sin recalcártelos de manera excesiva.
En fin, una lectura muy agradable.

Y con esto termino. Así que ya sabéis, en el día del libro, si vais a regalar algo, probad con un tebeo. Quien sabe, igual hasta les cogéis el gusto.

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