RetroMadrid 2008

Logo RetroMadrid 2008

Por poco que hayáis leído por aquí (más que nada porque no me prodigo demasiado por estos lares) sabréis que, a parte de friki, soy un nostálgico en todas y cada una de las facetas de mi frikez (y, por momentos, un tanto vago. Para que nos vamos a engañar)
Así que, ejercitando ambas (friki y nostálgico) facetas (y tratando de evitar el hacer uso de la tercera) el fin de semana pasado me di un garbeo por Madrid para ver maquinas viejas.

El año pasado ya me pasé por la RetroEuskal (que estuvo muy bien, y que habría merecido también su correspondiente entrada, pero uno es así…) y la experiencia me dejó con ganas de más (así que este año repetiremos y, en esta ocasión, no faltará la entrada al respecto)

Sin más preámbulos, vamos al resumen esquizofrénico del evento:

Centrándonos directamente en el asunto, podría resumir el evento en muy pocas palabras: ¡¡¡Estoy indignado y ofendido!!!

Pero… vamos a ver. ¿Cómo se pueden hacer unas jornadas retro sin un mísero Commodore 64?
¿Acaso vivimos en un país de bárbaros? ¿No ha llegado aún la civilización hasta nuestras costas?

Bueno, una vez desahogado con lo que faltó, vamos a lo que sí que hubo.

¿Que qué hubo? Pues (casi) de todo. Cagontó, montones y montones de maquinas mirándote a la cara y diciéndote “Mírame. Juega conmigo, pero nunca me tendrás en tu casa”
¡Eso es lo que ellas se han creído! ¡ALGÚN DÍA SERÁN MÍAS! Algún día habitarán en el calabozo de los ordenadores (pero antes tengo que acabar de pagar la hipoteca).

Entrabas y te encontrabas de frente a los de Atari con varios ordenadores de distintas generaciones (un Atari 400, un 800 XL, un par de 1040ST) y periféricos de lo mas diverso (disquetera, impresora, casete, joystick, monitor…) y gente jugando a los juegos que estaban cargados, y no solo los nostálgicos como nosotros, sino… ¡NIÑOS! (que, bueno, supongo que serían sus descendientes, pero algo es algo) e incluso haciendo peticiones (una niña quería jugar al Bruce Lee pero no sabia como cargarlo)

Avanzabas un par de pasos y te encontrabas con los de NeuroChip con montones de cintas, cds y demás parafernalia para su venta, y un poco más adelante otra mesa con diversa maquinaria. Que recuerdos me trajo la Game Gear que tenían, y que envidia la Neo Geo con su mando, con el Crossed Swords funcionando y en una televisión portátil (… y retro)

No te habías repuesto de eso, y te dabas de bruces con el stand del Grupo de usuarios de Amstrad y su plan de dominación mundial (y de preservación de discos de 3 pulgadas). Tratabas de evitar la atracción gravitacional de ese CPC 6128+ con disco de 3,5” y entrabas en el campo tractor de los chicos de Octocom y sus últimas creaciones para el Spectrum.
Lograbas alejarte, y ya no lo podías evitar, y te sentabas a jugar una partida en al Malaika en el stand de Karoshi (porque te decías, “sólo va ser una partida”)

Lograbas reunir las fuerzas suficientes como para despegarte del teclado, y te quedabas babeando con el One Chip MSX del stand de Konamito. Conseguías alejarte unos centímetros, y los simpáticos de megafonía te sueltan: “En el stand de Konamito va a haber un concurso de Némesis 2” y tu te hacías el sordo y te decías “No voy a girarme, no voy a mirar que hora es para volver cuando comience el concurso” y continuabas con tu procesión (y tratando de controlar tus ansias consumistas y cleptómanas ¡¡¡¿PORQUÉ NO SON MÍOS?!!!)

Y llegabas al stand de Z80ST. Y veías el MSX con su cartucho del Caos Begins. Y golpeabas tu mano para que no se acercase al joystick, porque sabías que si empezabas con ese, tampoco sería “sólo una partida”
Y llegabas al stand de EMUFORGE y te ponías a citar a Fernán Gómez, y decías ¡A LA MIERDA! Y una voz en tu cabeza te decía “es el M.A.M.E” y respondías “ya lo sé” y continuaba “es una GP2X conectada en un monitor” y tu decías “lalalalalalalalala, no te escucho, no veo nada. Mi no entender tu idioma” y seguías para adelante derramando una lagrimita.

Entonces una forma conocida se aparecía en tu visión periférica. Una forma blanca y cuadrada. ¿Qué hace aquí una Dreamcast? No, espera, que no es una Dreamcast, son dos (gracias, eso me ayuda mucho) No, espera, hay una más, pero es negra y tiene el monitor integrado. Mira cuantos teclados han traído.

Y te decías: ¿Por qué yo no tengo uno?
Y tu voz interna te respondía: Porque no lo has comprado.
Gracias, simpático.
No hay de que.

Tratabas de continuar, y volvía el majete de la megafonía “Torneo en el stand de DCIberia…” (Que no sea de un juego de lucha, que no sea de un juego de lucha) “…de Virtua Tenis…” (Gracias a Crom) “… y de Street fighter” (Me cago en tus muertos, no te podías haber quedado ahí)

Ya queda poco, ya queda poco. Sólo dos stands mas y podremos abandonar esta tortura.
Oye, que en el medio de la sala hay otros tantos.
Tú eres feliz viéndome sufrir, ¿no?
Sí.
Pues te lo debes estar pasando de miedo.
Pche. Podría ser mejor.
No sigas.
También te queda otra sala por visitar.
Los dioses te castiguen con una muerte lente y horrible.

Bytemaniacos. Un Spectrum 3+ con un Ghouls & ghosts cargado ¿Qué hacer? (pregunta estúpida, te sientas y juegas “sólo una partida”) Crees que ya estas insensibilizado con lo que te puedes encontrar, y te cruzas con un Sam Coupe con una tapa de metacrilato que te deja verle las tripas. Avanzas un poco más y ves una maquina que no te suena de nada. Un poquito mas, y te encuentras con un PCW con el primer Batman de Ocean.

Y es entonces cuando tu moral ya se va a paseo (sí, una vez más)
¡¡¡¿POR QUÉ NO SON MIOS?!!!
Dos palabras: Dinero y espacio.
Era una pregunta retórica (y eso son tres palabras)
Mientes muy mal (y es una puntualización bastante estúpida)
Vale, gracias.

Y te dices que es la última cosa de estas a la que acudes, el bucle se cierra y te encuentras a los chicos de Retroacción, con sus carteles de la RetroEuskal y RetroMañía (convención esta última cuya existencia desconocía, así que me la perdí, pero este año no creo que se escape) con un portátil poniendo fotos de cómo habían quedado ambos eventos el año pasado, y sus cuartillas anunciando la RetroEuskal de éste año (finales de Julio, no os la perdáis)

Pero el bucle resulta que no es un bucle, sino que es una espiral. Un remolino que te arrastra hasta su interior, y entonces lo ves y dices: Menamorau.
En el stand de UtoPiUx ¡UN COMMODORE 64 “PORTATIL”! (tan portátil como podían ser los ordenadores de aquella época)
Pero ¿no habías dicho que no había ningún Commodore?
No había ninguno con juegos puestos, ni ningún juego nuevo para él.
¡¡¡MALDITOS HEREJES!!!
Ahí, ahí. Dales fuerte.

Y al lado de aquella bella maquina, otras aun más frikis, tanto o más bellas y… más desnudas. ¿La placa de un ordenador montada en un tablón de madera (y funcionando)? ¿Un nanocomputador cuyo teclado es como una calculadora? ¿Un Einstein? Yo creía que era friki, pero me quedan aún tantas cosas por ver y aprender.
La espiral continuaba arrastrándote hacia su interior y te encontrabas a los de Computer Emuzone con varios portátiles reproduciendo varios remakes. Y con otra GP2X, y con más CPCs y con un Spectrum montado en la caja de un PC. Y todos ellos funcionando y reproduciendo juegos (esa pequeña joya llamada Phantomas infinity) que te llaman. Que te dicen “Te llevaremos a Mord…” (no, eso no era aquí) “Ven, juega con nosotros” ¿Cómo vas a resistirte?

Pero la cosa no acaba ahí. Más allá del remolino, allende las cortinas, nuevos y subyugantes cantos de sirena te invocaban: “Ofertas” decían “Material friki a granel. Cartuchos, consolas, ordenadores, mandos, tarjetas de memoria, accesorios y periféricos de todo tipo”
Y te decías “Bah, por echar un vistazo no va a pasar nada”
Pero llegabas ahí, y tus ojos quedaban cegados ante el deslumbrante y mesiánico brillo de aquellas cajas blancas de los cartuchos de las Master System (casi podías escuchar los cantos angelicales sonando en mono, seguro que estaban ahí, pero los tapaba la megafonía). Te girabas y ante ti aparecía una Sega Saturn con dos mandos, otros tantos juegos y sus correspondientes cables por sesenta miseros euros.
Tengo que ser fuerte – te decías – No cederé.
Y entonces haces lo único que puedes hacer… y huyes. Huyes para salvar tu alma (y tu bolsillo).
Pero no has avanzado dos pasos fuera del local, cuando tu voluntad flaquea y te ves obligado a retornar al interior. Y el bucle infinito comienza de nuevo.

Así que, niños y niñas, ya lo sabéis: Si no queréis acabar como yo, no vayáis a esos sitios.

Pero si queréis ver fotos, podéis pasaros por aquí y por aquí también.