Integrismo conceptual y posesivismo literario
Esta semana pasada, leyendo el blog de SuperSantiEgo, descubrà una cosa que, serÃa la mar de interesante, de ser yo otro tipo de persona: SoopBook.
Y ¿Qué es SoopBook?
Pues, amigos mÃos, nos encontramos ante una red social de, por y para creadores literarios.
¡Que resuenen las fanfarrias!
Dicho asà suena muy modelno, multimedia y sofisticado. Es más, seguro que hay mucha gente que, no siendo capaz de encontrar en nuestra (pobre y tercermundista) legua palabras capaces de expresar la grandeza del concepto, se rendirÃa a la superioridad de los anglicismos y la calificarÃa con un simple, a la par que mayestático “Coolâ€
Porque ¿Que hay mas modelno, sofisticado y multimedia que el idioma ajeno?
Pero apenas llevo cuatro lÃneas, y ya estoy desvariando.
A lo que Ãbamos. La cosa vendrÃa a ser algo, más o menos, tal que asÃ:
Uno comienza a escribir el relato, novela o texto libre.
La gente va votando y se abre la posibilidad para que él mismo, o algún otro (u otros) lo continúe, creando distintas ramificaciones a partir de un mismo comienzo.
Con respecto a los votos de la gente, se va creando una historia… no la llamarÃa oficial o canónica, sino “popular†ya que, una vez se da por terminada la “obraâ€, la historia (o, mejor dicho, “rutaâ€) que se queda como definitiva, es la que mayor puntuación haya recibido por parte de los lectores.
La idea, como tal, no me parece mala. No deja de ser una evolución del juego que practicábamos de crÃos. SÃ, hombre, ese en el que uno comenzaba una trama, y se la contaba al oÃdo a quien tenÃa a su derecha, para que este la continuase, contándosela, a su vez a quien tenÃa a su diestra, repitiendo este ciclo hasta que nos aburrÃamos, para luego contar en voz alta la “historia†(por llamarlo de alguna manera) resultante.
Ya os digo que el concepto, en sÃ, me parece, cuando menos, interesante.
Es más, hace unos años, después de una cena, comencé con unos amigos un proyecto similar, a la sazón del cual monte un foro. La cosa no avanzó más allá de una docena de mensajes, con resultados más bien anárquicos. Supongo que sólo tendrá gracia para aquellos que participamos pero, por si a alguien le entra la curiosidad, aún sigue colgado aquÃ.
Pero claro, tenÃa que haber algún pero. Y este pero que os debo, os lo voy a pagar.
Soy muy maniático con mis cosas (oh sorpresa) y sobre todo con las cosas que escribo (que son más mÃas que cualquier otra cosa del universo)
En mis tiempos de master rolero, cuando arbitraba partidas ajenas (ya fuesen creadas por aficionados en una revista o fanzine, ya las hubiese escrito el autor de juego que estuviese arbitrando) siempre lo cambiaba todo.
Cuando las leÃa me decÃa: Tal o cual idea no esta mal. Empezaba a desarrollar las cosas a partir de ahÃ, para terminar haciendo algo que no tenÃa prácticamente nada que ver con lo escrito.
No era algo intencionado (al final era más trabajo para mÃ) pero siempre era lo mismo.
En los tiempos en los que escribÃa el trasfondo para Daegon, me planteé en varias ocasiones el pedir ayuda a alguno de mis jugadores para desarrollar alguna parte del mundo que no tuviese muy definida. Pero, era ponerme a pensar sobre cual de los territorios “ceder†y mi mente ya empezaba a inundar las lagunas que no me habÃa preocupado en llenar. Asà que, al final, ni lo escribÃa yo, ni se lo encomendaba a nadie. No porque dudase de sus capacidades, sino porque sabÃa que iba a escribir algo que no tenia nada que ver con “lo mÃoâ€
En la primera lista de correo de Daegon que creé, a un par de usuarios se le ocurrió la “desfachatez†de crear material para mi mundo. Uno creó una criatura y al otro le dio por introducir una ciudad enana (vamos, habitada por enanos) y creo que se me fue un tanto la mano con los comentarios sobre sus contribuciones (no es que me dedicase a meterme con ellos, pero igual si que fui un tanto duro)
Las criticas no eran por la antes mentada “desfachatezâ€, sino porque el material me pareció bastante malo, aparte de tremendamente tópico (no digo que lo mÃo no pueda parecer tópico a ojos de otros) y no lo veÃa conexión alguna con el material en el que supuestamente se basaba.
Asimismo, no me veo capaz de desarrollar argumentos de otros sin una libertad absoluta. Si la historia, los personajes y el trasfondo no son totalmente mÃos no me siento cómodo. Es como si sintiese que no iba a llevar a cabo la idea del creador original.
Cada vez que he pensado en historias para creaciones preexistentes, acabo creando cosas radicalmente distintas. Ya me pueden gustar mucho los personajes o la ambientación; Siempre introduzco cambios sustanciales y de raÃz.
Porque para mà historia y personajes son entidades completas e indivisibles. No hay espacio para la improvisación o el cambio de planes (aunque si para la matización) Si, una vez que he comenzado a escribir, se me ocurre una idea que podrÃa quedar bien dentro del relato, no la incluyo, sino que la dejo como germen para otra.
No me parece bien el alterar la historia una vez que la he dado por completada en mi cabeza. Siento como si “mintiese†al posible lector.
Peor aún. Si estoy ya en la fase de escritura y me doy cuenta de que alguno de los detalles que tenÃa en la cabeza no “funciona†fuera de ella, me cuesta horrores el cambiar ese detalle. Es más, tampoco puedo evitar el sentirme “deshonesto†pese a saber que es un cambio a mejor.
Concluyendo. No diré que no me gustarÃa que otros escribiesen relatos utilizando mis personajes o mi trasfondo (es más, me encantarÃa) Lo que no se es si, por muy bueno que fuese, serÃa capaz de aceptarlo como parte de “mi visiónâ€