Palabras desde otro mundo

28/07/2009

La ola nostalgiadora

Filed under: — Javier Albizu @ 11:04

Uno cree estar tranquilo, seguro y afianzado en las costas del presente. Pero sólo es necesaria una pequeña ola de nostalgia para hundirte en las simas e insondables abismos de la memoria.

Pues sí. Fue escribir la anterior entrada, y descubrir que las puertas que llevaban unos cuantos años conteniendo a ese océano que es el ansia fabuladora eran, a todas luces, insuficientes. Y como da la casualidad de que vosotros pasabais por aquí, os va a tocar aguantarlas.

Hasta donde me alcanza la memoria, mi mente siempre ha tenido la fabulosa, según cuando preocupante y, en ocasiones, molesta, capacidad de irse de paseo por otros lugares. Una vez en esos lugares, se dividía a sí misma, y cada una de sus divisiones se iba de paseo a un lugar distinto.
Como podréis haber adivinado dados los calificativos que le he otorgado, ni me solía pedir permiso para ausentarse del mundo que ocupaba mi cuerpo, ni siempre me hacía caso cuando la llamaba y/o/u necesitaba de su servicios para conmigo.

Que estas frases no os confundan. Vale, sí. Quizás tendía a distraerme más de lo que debía (bueno, también podéis quitar el “Quizás”) pero esto no implica que viviese, quisiese o creyese vivir en mundos fantásticos alejados de la realidad. Tampoco creo que me hubiese gustado vivir en ellos, a nada que hayáis seguido los relatos de Daegon, cuando mando mi cabeza de paseo tiendo a crear escenarios no demasiado agradables.

De crío no tenía el rol, pero no era raro que me diese una vuelta por la Zona Negativa o echase una mano a los Vengadores o al Comando G contra el malo de turno. Que descubriese nuevos mundos junto a los protagonistas de Érase una vez el espacio o Ulises XXXI. Todo eso, claro, cuando no estaba apartando de en medio al inútil de Koji, o cualquiera de los pilotos de super-robots de Go Nagai, para patear brutos mecánicos pilotando mi propio coloso metálico.
Eran tiempos de descubrimiento, del “sentido de la maravilla”. Todo era nuevo, todo te impresionaba. No importaban los personajes, no importaba la coherencia, no hacía falta que tuviese sentido, el axioma reinante era el de la acción sobre la reflexión.
Cuando echo la mirada hacia aquellos años no recuerdo que nada (serie, película o tebeo) me pareciese malo o decepcionante. También puede ser (es más, es bastante probable) que los haya olvidado pero… claro… no me acuerdo.

Como no podía ser de otra manera, con el tiempo la cosa fue cambiando. Continuaba leyendo y visionando el mismo tipo de material, pero cuando mi cabeza se iba de paseo por aquellos mismos mundos, tomaba rutas distintas a las de los personajes que los habitaban. Sí, era posible que apareciese alguno de ellos en escena, pero cada vez con menos frecuencia y en papeles secundarios. Como gente a la que salvar.

De todas formas, pese al pequeño cambio en el germen de las imágenes, el axioma continuaba siendo el mismo: Escenas cortas sin contexto alguno, que me asaltaban de vez en cuando, repitiéndose de manera continuada, pero carentes de un contexto que les diese sentido más allá de la pura espectacularidad. Y la cosa fue así hasta que, por supuesto, cambió.

No se cual fue el día exacto. Si tuvieron algo que ver la aparición de los libro-juegos (donde rara vez llegabas a saber las motivaciones de nadie que no fuese tu personaje) la serie de dibujos de Dragones y Mazmorras (no por nada, sino porque nunca llegaban a explicarte la razón por la que los personajes habían llegado a ese mundo) o una confluencia de astros lo que provocó el cambio. La cosa es que un día, uno que no recuerdo y que no tiene mayor relevancia en los calendarios, comencé a hacerme preguntas sobre esas imágenes.
No, las preguntas no versaban sobre mi posible perdida de contacto con la realidad, o la necesidad de una camisa muy incomoda de mangas demasiado largas. Mis inquietudes iban justo en a dirección opuesta. Quería “saber” más sobre aquellas escenas, de donde venían y en que desencadenaban.
Pero, claro, tenía un problema (que no, que no estaba loco) aquellas imágenes no existían más allá de mi cabeza (bueno, igual un poco loco, sí) así que no podía preguntarle a nadie. Para saber más sobre ellas, tenía que ser yo quien lo crease todo.
Y llego el rol a mi vida. Así, a traición, sin buscarlo ni avisar. Y durante mucho tiempo copó casi todo mi tiempo de ocio (bueno, el rol y, sobretodo, la gente que conocí gracias a él) y las historias comenzaron a volar libres.
Primero un tanto sencillas o tontas (tendría cosa de catorce o quince años) por no decir ruborizantes (bueno, lo he dicho) Llenas de referencias nada disimuladas a lo que leía. Forzando, a menudo en exceso, la lógica interna de las historias y lastrando su desarrollo. Luego cada vez se irían haciendo más complejas, más grandes y más ambiciosas.
¿Más refinadas?
Quizás.
¿Más pretenciosas?
También es posible.
¿Mejores?
Espero que sí.
Y el tiempo del rol pasó (al menos el de jugar a él, porque la gente continuaba ahí, espero que hasta el fin de los tiempos) también a traición, con alevosía y sin premeditación (o eso creía yo, que ni lo esperaba ni lo deseaba)
Y cuando creía estar asentado en una posición estable y establecida, llega una ola traicionera y te arrastra de nuevo hasta lugares que ya habías visitado antes. Y revives los momentos pasados, consciente de que no se volverán a repetir, pero sabedor de que aún puedes extraer grandes cosas de ellos.

Y aquí estamos ahora. De nuevo en la casilla de salida (aunque con el grado y la perspectiva que aportan las experiencias ya vividas) y dispuestos a tomar un nuevo rumbo.

17/07/2009

Morriña fabuladora

Filed under: — Javier Albizu @ 14:59

Hace mucho tiempo.
Pero vamos, la tira de tiempo (cosa de doce años) comencé una campaña (léase campaña como sucesión de aventuras unidas para crear una historia más grande. No vaya a ser que los no versados en materia rolera crean que me metí en jaleos militares o, peor aún, publicitarios)
Ya llevaba bastantes años arbitrando, y había hecho bastantes campañas. Es más, en aquel mismo momento estaba arbitrando otras dos campañas en mi mundo (cuando aún lo hacía con RuneQuest) mientras continuaba con otras en Ravenloft y Warhammer.
La cosa es que, arbitrando un par de veces al mes, la cosa no avanzaba a demasiado buen ritmo, y para cuando retomaba una de las campañas, los jugadores se habían olvidado de la mitad de las cosas que habían pasado en la anterior.
También teníamos el efecto “prefiero éste juego” o “me gusta más éste personaje” así que parte de los jugadores te andaban diciendo ¿Porque no arbitras esta semana tal juego en lugar de tal otro?
Pero ¡que narices! ¡a mi me apetecí arbitrarlos todos! (aunque, siendo sinceros, tenía mas ideas, y me apetecía más arbitrar en Daegon que en los otros)
Sí a esto le sumamos que, como buen rolero, tenía en mis estanterías otro montón de juegos a los que nunca había arbitrado, pero para los que también tenía historias preparadas. Si sumábamos dos y dos, la conclusión lógica es que al final terminaría por no arbitrar ninguno de los que tenía aparcados.
Sabía que mis jugadores me iban a poner pegas a empezar otra campaña, igual una partida suelta sí, pero iba a ser complicado que la cosa cuajase como para lo pillasen con ganas. La verdad es que a mí tampoco me apetecía arbitrar cinco, seis o diez campañas simultáneas. Si a esto le sumamos que solíamos jugar las tardes de los sábados y domingos y que yo no era el único master, el resultado era que había meses en los que estaba complicado el ponernos de acuerdo con cuando arbitraba cada uno.

Y fue así hasta que tuve una revelación: Iba a arbitrarlos todos dentro de la misma campaña.
Así los jugadores podrían utilizar siempre los mismos personajes y sería más fácil el compaginar los días con los demás masters.
Claro, las revelaciones, en un primer momento, molan mogollon. Pero luego tienes que darles sentido, y que aquello tuviese sentido iba a necesitar de mucho curro.
En un principio, los juegos que quería arbitrar eran:
Skyrealms of Jorune
Shadow World (para éste había llegado a hacer personajes con el RMSS, pero nunca llegue a arbitrar)
Talislanta
Glorantha
Tékumel
Torg
Fading Suns
Maelstrom (el de Hubris Games, no el de Arion Games)
Planescape
Tales of Gargenthir
Hârn
Conan (de éste ya había llegado a arbitrar hacía tiempo unas partidas con GURPS)
Arcanum
Y diversas ambientaciones históricas (Japón feudal, Europa medieval, Vikingos, Grecia y Roma clásicas, China mítica)

Como veréis, tratar de dar coherencia a todo esto dentro de un mismo universo de juego era un tanto complicado.
A la hora de buscar el sistema de juego baraje varios a lo largo de los años (porque desde que empecé a darle vueltas al asunto, hasta que, por fin, lo di por cerrado, pasaron cosa de dos o tres años)
Empecé buscando varias ambientaciones “multi-universo” como DreamPark, Rifts o Torg, pero terminé descartándolas, porque me parecía que aquellas ambientaciones (y sus sistemas) condicionaban demasiado el tipo de aventuras.
Al final, y tras darle muchas vueltas, conseguí “crear” (más bien conjuntar) algo que tuviese algo de sentido (al menos para mí). Había cosas que estaban un tanto pilladas con alambres, y otras metidas directamente con calzador, pero tenía un trasfondo más o menos sólido. El sistema acabaría siendo aquel en el que tenía que tenía que haber pensado desde un principio: GURPS.

Así que, una vez finiquitado todo (elegir las ventajas y desventajas, habilidades y razas a las que podían optar los personajes) les lancé el órdago a mis jugadores: Iba a dejar de arbitrar Warhammer y Ravenloft (porque Daegon no iba a dejarlo) para empezar la campaña de GURPS
La cosa es que el asunto no les sentó del todo mal ¡MALDITOS INGRATOS!¡CON LO QUE HABIA SUFRIDO YO PARA HACER LAS PARTIDAS DE RAVENLOFT Y WARHAMMER, Y LES DABA IGUAL EL NO SEGUIR JUGANDO! (si es que no estoy contento con nada) y nos pusimos a hacer personajes.

Más o menos en aquella época terminé de desarrollar el sistema de juego que quería utilizar para Daegon (adiós, Rune, siempre te llevaré muy adentro) y ya que estaba en el asunto de hacer reglas, también aproveche para hacer unos cambios en el GURPS (básicamente convertir el sistema 3D6 a porcentual, pero con algunos apaños)
La verdad es que siempre que he arbitrado mucho a un juego he terminado cambiando alguna regla. Si no recuerdo mal, el único sistema que no he retocado a mi gusto ha sido el de Warhammer.

Pues bien. El momento había llegado, y la campaña empezó en Jorune.
Poco a poco fui desplegando la trama, dejando pistas de eventos venideros (calculaba arbitrar una vez al mes y estar en cada ambientación cosa de un año) y a los jugadores parecía gustarles… más que Daegon (¡INGRATOS, MAS QUE INGRATOS!)
Pero la cosa se torció un poco y las partidas se fueron distanciando cada vez más en el tiempo y al final apenas arbitraba una vez al mes. Eso quería decir que era una partida de cada uno de los juegos cada dos meses. Esto provocó que lo que los jugadores apenas se acordaban de lo que habían hecho en la anterior sesión.
Otra vez tocó elegir, y otra vez elegí a mi pequeñin, donde arbitre un par de años más antes de colgar los dados.

Tiempo después comencé en esta afición de juntar letras. Empecé a escribir “la novela” de Daegon (ciento y pico paginas que tengo que rescribir desde cero algún año de estos) y el amigo Tiberio me diría si me apetecería escribir algo para el EXO. De ahí nacería el primer relato de “El ermitaño”
El asunto tampoco cuajó, pero yo ya le había cogido cariño al personaje y comencé a fabular un universo de Ci-Fi propio, de donde saldrían el resto de relatos de esta índole.
En estos relatos utilicé a un par de los personajes que había creado para la campaña de GURPS y el hilo conductor de la historia (de la que estos relatos sólo eran la introducción) era el mismo, pese a que el desarrollo final (lo escriba cuando lo escriba) poco tiene que ver.

Pero en el fondo siempre se me ha quedado clavada la espinita de esa historia no contada. No puedo hacerlo como relato, ya que las historias estaban muy vinculadas al trasfondo de las diversas ambientaciones (por no hablar de derechos de autor y esas cosas)

Y la cosa seguía así hasta que esta semana en Gades Noctem han empezado a hablar de los juegos de rol viejunos y me ha asaltado un ataque severo de nostalgia.
Tanto es así, que me he estado planteando la posibilidad de pasar a escrito lo que era el cuerpo general de la campaña, así como todo el trasfondo que había creado para ella.
Ahora bien, me pregunto: ¿A quien narices el puede interesar esto? (el me es retórico, os lo estoy preguntando a vosotros, si es que queda alguien leyendo esto)

Ahora mismo estoy con dos “narraciones seriadas” (la biografía computeril y el macroverso) ambas con similar éxito de critica y publico (cercano a cero) y ponerme a escribir otra cosa con pretensiones de (ejem) continuidad, sería como volver a los tiempos de múltiples campañas continuadas.
¿Que pretendo decir con esto?
Muy sencillo. No estoy diciendo que vaya a dejar ninguna de las dos (hace ya tiempo que deje de escribir para un grupo concreto de personas) Sólo digo que, si alguien dice por aquí que encontraría interesante esto de lo que os estoy hablando, podría posponer una de ellas mientras me dedicase a escribir sobre la campaña.

Caso contrario, lo escribiré igualmente. Pero si contamos con que el Macroverso serán veinticinco entradas y la biografía supongo que ira para más aún (y el ritmo de vértigo que llevo) igual para cuando llegase el momento se me ha pasado la morriña y vuelvo a dejarlo esta idea por ahí apalancada hasta ser agredido de nuevo por la nostalgia.

Pues nada, ahí queda eso.

13/07/2009

El lugar justo antes del más allá

Filed under: — Javier Albizu @ 13:19

En los límites del universo. En el umbral que separa la entropía de la existencia, moran ellos. Su hogar se encuentra más allá de la vida, donde los conceptos pierden su forma y los axiomas su validez. Pocos son los que saben de su tarea y menos aún los que alguna vez han establecido contacto o comunicado con ellos, pues son criaturas atemporales, constructos exadimensionales incomprensibles para las mentes mortales que han nacido y moran bajo su creación.
Su oscura labor es, en si misma, una contradicción y un sinsentido para nuestras percepciones constreñidas por el paradigma de los cinco sentidos.

Ellos son los creadores de conceptos, los diseñadores de universos, los maquetadores de realidades, los funcionarios cosmogónicos.
Ellos trabajan en:

LA FÁBRICA DEL ESPACIO-TIEMPO

Y, por primera vez en la historia, tenemos grabaciones exclusivas sobre sus actividades (bueno, en realidad no son grabaciones, ya que no disponemos de dispositivos capaces de captar a los integrantes de la plantilla, pero hemos hecho una reconstrucción con actores que nos ha quedado la mar de mona)

Hora: Fuera de la corriente temporal
Lugar: Oficina de gestión de proyectos del sector 5. Sección de desarrollo de nuevas tecnologías.

– ¡GUTIERREZ! – todo en la expresión del jefe de proyecto García parece indicar que no está contento. La verdad es que no esta nada contento – ¿Quiere hacer usted el favor de venir de una puñetera vez a mi oficina?
Más allá de la puerta se puede escuchar el sonido de unas pisadas aceleradas acercándose por el pasillo. Después, silencio y unos leves golpes en la puerta.
– ¿Señor? – Gutierrez esta sudando tras la puerta. El tampoco parece contento, pero su rostro, más que ira, muestra miedo.
– Adelante, adelante – pese a que Gutierrez no puede verle desde el otro lado, García acompaña sus palabras con un ademán de su mano – ¡Que pase ya! ¡cojones! – parece que el jefe tiene prisa.
Mientras con una mano se seca el sudor de la frente, con la otra, Gutierrez sujeta montones de planos. Tras guardar el pañuelo, abre la puerta con timidez. No es muy grande, pero entre su andar cabizbajo y la enorme mesa de su jefe, casi parece un enano.
– ¿Puede explicarme esto? – sin dejar tiempo a su empleado a sentarse, el jefe golpea con un dedo inquisidor los planos que hay sobre su mesa.
– Son los planos para la ampliación de la sección vigésima del cuadrante treinta y dos del parsec ocho de la sección cinco.
– ¿De verdad cree que le estaba preguntado eso?
РNo, se̱or, disculpe. Son los nervios.
– Pues deme una razón para que las obras sigan aún en el estado en el que se encuentran.
– Pues verá, señor… Es que no hay espacio – Gutierrez se encoje preparándose para la bronca.
– Vamos a ver ¿COMO COJONES QUE NO HAY ESPACIO? ¡NOSOTROS HACEMOS EL ESPACIO!… ¡Y EL TIEMPO!… y miniaturas, camisetas y otro montón de cosas que no vienen ahora al cuento… ¡SI NO QUIERE QUE LE SAQUE A HOSTIAS DE ESTA OFICINA SERA MEJOR QUE ME DE UNA EXPLICACION UN POCO MÁS SÓLIDA!
– Vera, es que no hay espacio… espacio físico. Vamos, que otra gente ha ocupado el espacio que íbamos a ocupar nosotros. Que nos han colado un par de galaxias que no son de nuestro sector.
– ¿Y nadie se ha dado cuenta?
– Verá. Es que aparecieron así, sin más. Al parecer las estaban llevando a su ubicación definitiva… alguien activo un agujero negro a donde no debería… y la cosa es que acabaron consolidándose en nuestro sector.
– Serán – García activa el intercomunicador – ¡QUE ALGUIEN ME TRAIGA AQUÍ AHORA MISMO A SATUR!
– Hemos tratado de arreglarlo, jefe, en serio – mientras tanto, Gutierrez continúa con sus explicaciones – pero es que esas galaxias no se parecen en nada a las que nos habían encargado. Tendríamos que cargárnoslas del todo para continuar con las obras y se nos sale del presupuesto, porque iba a generar una cantidad de escombro que tampoco tenemos donde meter. Ahora estamos concentrando nuestro esfuerzos en tratar de “empujar” el resto del espacio para hacer hueco a nuestro proyecto, pero nos está costando un poco más de lo esperado.
– ¿Y no me lo podíais haber dicho antes para poder comentárselo al cliente y tratar de ganar un poco de tiempo?
– Le mandamos un memorando por la mensajería taquiónica, y recibimos la confirmación de que había sido recibido. Aquí tengo el comprobante – Gutierrez ondea el mensaje como una banderola, pero sabe que aquello no le va a servir de mucho – ¿Lo ve? ¿Lo ve? Tengo el comprobante – su voz baja de volumen poco a poco, mientras se encoje de nuevo para recibir otra bronca.
– ¿Está usted tonto? ¿Una cagada de ese calibre y no hay una sola persona en el equipo capaz de decírmelo en persona? – mientras vocifera, García revisa la mensajería taquionica. Cuando encuentra el mensaje el color de su rostro cambia de rojo ira, a rojo-infierno-sobre-la-tierra – “Señor” – lee en voz alta, y fingida entonación nasal, mientras balanceando la cabeza de un lado a otro con gesto de burla y desdén – “Debido a problemas técnicos, el proyecto de ampliación de la sección vigésima del cuadrante treinta y dos del parsec ocho de la sección cinco, sufrirá un leve retraso”
– Bueno… verá…
– ¿Tiene una explicación para esto?
– Pues… bueno… la verdad es que no… PeroelmensajeloescribióLópez – dice con voz apresurada, mientras con un dedo extendido apunta hacia algún lugar indeterminado fuera de la oficina.
– Dígame que, al menos, han buscado alguna solución temporal – el tono calmado en la voz de García contradice el tamaño que está adquiriendo la vena de su frente – Algo que pueda sugerir, o con lo que podamos engañar al cliente mientras arreglamos esto.
– Sí, verá señor, aquí le traía los planes de contingencia que habíamos desarrollado – Gutierrez despliega de manera desordenada los planos que hasta ahora mantenía apretados contra su cuerpo.
– ¿Se encuentra alguno de ellos en curso?
– Aún no. Todavía nos quedan algunos pequeños – Gutierrez acompaña esta palabra con un gesto de su mano – detalles por pulir, y queríamos consultarlos con usted antes de ponerlos en practica.
– ¿Y a que estaban esperando para hacer las consultas?
– ¿Puedo serle sincero?
– Por favor.
– Nos estábamos rifando quien vendría a proponérselos.
– ¿Son ideas de bombero?
– Bueno… aun están por perfilar y matizarse. Ya sabe como son estas cosas.
– Sabe que se esta jugando el puesto.
– En un principio, necesitábamos saber para que quería el cliente el espacio que había comprado
– Al parecer, uno de sus usuarios, lanzó una sonda espacial hace unos cuantos siglos y va a alcanzar los límites del sector. El quiere mantener ante sus usuarios la apariencia de un universo único e infinito, así que necesita mantener el engaño, al menos unos cuantos siglos más.
– ¿No sería más sencillo meterle un buen pepinazo a la sonda? Los accidentes ocurren en el espacio.
– No.
– ¿Crear un bucle entre el comienzo y el fin del sector?
– Tampoco, contabilidad dijo que vendría bien el líquido que nos daría la operación. Así que la única opción viable ahora es la de formatear ese sector del espacio según las indicaciones que nos dio el cliente.
– Vale, pues ahora empiezan las ideas de bombero
РEns̩̱eme lo que tiene, a ver si podemos utilizar algo.
– La primera opción que habíamos barajado era el insertar unos cuantos años en su línea temporal. El problema es con que los llenamos, y como hacemos para que el cliente no se de cuenta.
– Mala opción. Los de producción y diseño están liados ahora mismo con el chandrío que montó el tipo aquel del sector doce, con la chapuza de tratar de alterar el pasado de sus usuarios. Ya sabes, todo ese jaleo de las guerras cósmicas.
– ¿Aún no lo han terminado de arreglar?
– No
– Pues si que debió liarla gorda.
– Más ideas.
– Esta me encanta, pero aún esta un poco verde. Incluye la utilización de segundos teraluminicos.
– Pero… ¿Eso no esta aún en versión alfa?
– Sí. Ese corredor temporal aún esta en investigación, pero está dando muy buenos resultados. Además, hasta que nadie invente nada capaz de moverse a esa velocidad sin perder su cohesión, hay mucho tiempo.
– ¿Y que había pensado?
– Verá. Metemos al cliente en el corredor teraluminico durante unos segundos. Lo que para él sería apenas un parpadeo, a nosotros nos daría unos cuantos cientos de años para poder hacer la obra.
РHay un peque̱o problema.
– Lo sé. Lo sé. No sabemos si el cliente podría sobrevivir a la experiencia.
– Aparte de ese. Los usuarios del cliente habrían evolucionado todos esos años sin su supervisión, así que él se daría cuenta del cambio. Es más. Muy posiblemente para cuando volviese ya se habrían olvidado de él, y no creo que le gustase. Por no mencionar como se pondrían los de contabilidad si les decimos que el pago de la obra se va a retrasar tanto tiempo. Bastante tienen con las amenazas de las fundiciones de Quarks de no producir si no hay pasta pronto, como para irles ahora con esas.
– Pues ya sólo nos queda una opción más entre las que estábamos barajando. Aunque es un poco cutre.
– ¿Más que estas?
– Sí. Es bastante más convencional y nos va a salir por un pico. Podríamos construir sus galaxias en otro lado, y enlazarlas con un puente subespacial. Con el tiempo podríamos ir moviendo las estrellas poco a poco a sus ubicaciones definitivas.
– Eso es una locura. El beneficio se nos iría a paseo, y como al cliente se le ocurriese inspeccionar esa sección, se daría cuenta enseguida de la chapuza.
Se hace el silencio en la oficina, y al poco se comienzan a escuchar los rítmicos golpeteos del bolígrafo del señor García sobre la mesa.
– ¿Se puede? – tras unos minutos, una voz les habla desde el otro lado de la puerta. Es Saturnino Pérez Pérez, responsable de la división de obras publicas y transporte.
– Pasa, Satur. Puede retirarse, Gutierrez. Ya volveremos a hablar – la voz del señor García parece algo más calmada.
Mientras se cruzan en el umbral de la puerta, Satur y Gutierrez se saludan con un leve gesto de sus cabezas.
– Pues tú dirás – tras tomar asiento, Satur comienza a hablar – ¿A que viene tanta prisa por verme?
– Satur, tío ¿A que clase de gente me contratas, que andan soltando galaxias donde no deben?
– ¡Ah! Eso.
– Sí “Eso”
– No fue culpa suya. La culpa fue del generador de agujeros.
– Entonces ¿Fue un error técnico? ¿Le podemos pasar el marrón al fabricante?
– Se podría intentar, pero va a estar complicado.
– Verás, el aparato es nuevo, y funciona bien. El problema es el manual. Estaba mal traducido. Alguien puso “fábrica” donde debía poner “estructura” y todo lo demás se fue al garete.
– Putos traductores. Lo bien que viviríamos de no ser por ellos.
– No te quejes. De no ser por los traductores, ni siquiera estaríamos aquí.