Alsasua IV (Mas venganza, es la guerra)
Otra vez, los hechos aquà narrados continúan correspondiéndose a fechas situadas entre los años 1973 y 1981 (y asÃ, tóntamente continuo llenando espacio en blanco).
Es curioso el microcosmos que nos creamos a veces.
Cuando estaba en Alsasua (bueno, en la actualidad me pasa algo parecido con Pamplona) no existÃa nada mas allá de los lugares que conocÃa, ni sentÃa la mas mÃnima curiosidad por descubrir que se ocultaba “mas allá de la carreteraâ€, y con esto no me refiero a fuera de Alsasua, sino al otro lado de la carretera que la cruzaba. Yo conocÃa todo lo que necesitaba. Se que habÃa cosas “al otro ladoâ€, es mas, habÃa estado “ahÆ(el cine, el lugar donde se colocaban las barracas en fiestas y la iglesia estaban tras la frontera) pero para mi “yo†de entonces, era como si todo aquello estuviera fuera de la ciudad.
Estaba la librerÃa que habÃa al lado de casa, un lugar lleno de libros, algunos con llamativas portadas, y otros (aquellos que acabarÃa viéndome obligado a leer) con tÃtulos tan sosos como “Lengua†o “Matematicasâ€.
En los extremos opuestos de mi microcosmos habÃa situados sendos kioskos, repletos de comics, chucherÃas y muñequitos de soldados, indios y vaqueros de plástico verde o marrón. Estos kioskos eran mi este y mi oeste.
Lo que no logro recordar es si habÃan unas piscinas. Dado el tamaño de Alsasua es de suponer que las tuviera, pero creo que nunca las visite.
En mi norte, mas lejano incluso que la discoteca, se encontraba el colegio “de los mayoresâ€, donde cursarÃa tercero de EGB, el ultimo curso que harÃa en Alsasua. Y en mi sur, se encontraba ¡el salón de juegos!. Cuando en primero de FP descubrà en Pamplona en salón de juegos Carlos III, creà que aquel era el primero que veÃa en mi vida, pero no (habÃa estado en alguno en vacaciones en Peñiscola, pero aquello lo consideraba “fuera de mi territorioâ€) , hasta hoy no habÃa recordado que en Alsasua también habÃa uno, y yo era un asiduo, yendo a mirar como lo demás jugaban al Galaxian, el Space Invaders, o el Scramble.
Volviendo a los momentos que dejan huella.
El dÃa de mi comunión es uno que no recuerdo con ilusión. ¿Quien se le ocurre hacer la misa, ¡a la misma hora en la que echaban por la tele “Erase una vez el espacioâ€?, ¿A quien se le puede pasar por la cabeza semejante maldad?. Supongo que mis padres fliparÃan mucho con el mosqueo que me agarre, y mi empecinamiento en no ir a la iglesia hasta que acabara el capitulo. Pero al final tuve que ceder.
A parte de eso, luego la fiesta no fue en la discoteca (como habÃa sido la de Aitor), sino fuera de Alsasua. Con lo que me gustaba aquel lugar (con el paquete que les tengo ahora), no es que fuera allà a bailar o escuchar música, sino que siempre conseguÃa que mi padre me sacara algún batido de vainilla “by the faceâ€. Lastima que finalmente pereciera en las llamas (la discoteca), y mas lastima aún, que fuera justo después de acabar la reforma, y justo antes de que estuviera hecho el seguro.
Esta otra foto, tiene lugar en una boda (ignoro de quien). En el exterior del recinto en el que se celebraba la comida habÃa una alambrada con pinchos. No se muy bien como comenzó la cosa, pero mis primos de Durango (mayores ambos que yo), comenzaron a pasar por encima de la alambrada, de un lado a otro, y Aitor también hacÃa lo mismo. Yo no podÃa ser menos, asà que me dispuse a imitarlos. Claro, mis piernas no eran tan largas como las suyas. ¿Resultado?. Otra bonita anécdota que contar, y una hermosa cicatriz en mi muslo izquierdo.
Ayer hablaba de mi “atrevimiento†preescolar. Esto no serÃa exactamente un atrevimiento, ya que no fue algo premeditado, pero no deja de ser curioso por el cumulo de casualidades. No se porque, hubo una época en la que comÃamos con vino con gaseosa (lo que no duro demasiado, quizás debido a este pequeño “incidenteâ€). Tampoco se porque, aquel dÃa comà solo y, casualidad de casualidades, no quedaba gaseosa. ¿Resultado?, el único ciego que me he cogido en mi vida, y solo tendrÃa cosa de ocho años, a ver si superáis eso.
No es algo que me marcara lo mas mÃnimo, no hubo broncas ni nada por el estilo. Me quede sopa en uno de los sofás del salón, y “a lo lejos†(o sea, al lado mio), escuchaba las voces de mis padres. Es mas, no contento con la hazaña, aquella tarde me libre de ir a clase (de cualquier manera, habrÃa sido como mÃnimo curioso de contemplar y presencias).
No se vayan todavÃa, que aún hay mas, pero eso ya sera mañana.