Palabras desde otro mundo

23/02/2011

Días de vídeo

Filed under: — Javier Albizu @ 23:50

Días de vídeo
por: Avjaal
Enviado el: 17-01-2010 @ 11:57 am

Hay influencias innegables que me han ido marcando a lo largo de mi vida. Esas cosas de las que os suelo hablar por aquí. Personas, eventos o productos que me han impactado e ido moldeando hasta dar forma la persona que soy a día de hoy (así que echadles la culpa a ellos).
En definitiva: Todos esos detalles que pueblan mis recuerdos y me hacen torturaros con las diversas letanías nostalgiadoras que voy publicando por aquí.
De esta manera, os he ido hablando de videojuegos, tebeos y rol, pequeñas y dispersas partes de un todo. Facetas del mosaico (que prosaico) aglutinador del que, como resultado, surge mi persona.
¿A que viene tan ampulosa presentación? Os preguntaréis.
A aquello de lo que no os he hablado. La pieza fundacional en la que se apoyarían el resto de mis aficiones. Mi fábrica privada de héroes y roles a imitar. Antes de Los Cuatro Fantásticos, antes de Jorune o el Pong, mi afecto lúdico ya se hallaba preso de mi primer y prematuro amor (por si no lo habéis adivinado por el título, os lo aclaro ya mismo): El Vídeo.
Y digo bien, no creáis que hay error en mis palabras: Vídeo. No cine o televisión

Sí señores, desde mi más tierna infancia, ya en la lejana Alsasua (en los igualmente lejanos setenta), fui el afortunado poseedor (al menos en usufructo) de un reproductor de videocasetes.
En él visionabamos una y otra vez las películas que mi padre alquilaba en Pamplona. Excelsas y magnas obras como la filmografía completa de Bud Spencer y Terence Hill, o las de Esteso y Pajares. Clásicos indiscutibles como Las amazonas contra los supermanes, Las aventuras de Ultraman o (hágase un respetuoso y devoto silencio) las versiones reducidas de algunas de las series de Go Nagai que se publicaron por aquí: SuperMazinger, Groizer X y Grendizer. Por el camino también se nos deleitaríamos con pequeñas joyas como La espada del sol, Tarzerix, Alas doradas, Capitán Futuro o, porque no decirlo, El armario del tiempo, la mejor película jamás realizada de Mortadelo y Filemón.
Aquellas cintas se quedaban en casa durante meses, antes de ser devueltas a mi santuario personal de aquellos años: El vídeo club Telman. Para mí, las visitas a aquel sacrosanto lugar eran auténticas peregrinaciones de Fé. Suplicantes experiencias iluminadoras que alumbrarían mi camino a la voz de “Aitá, pilla ésta”.
Con el tiempo aquel lugar ha cambiado mucho. Años después albergaría en su sen otro de los templos de mi devoción; una sucursal de la tienda de ordenadores Iguzquiza (donde llegaron a vender PCs de la marca Commodore). En la actualidad y, acorde a los tiempos (supongo) el local está ocupado por una Sex Shop. No, ahí aún no he entrado.

Pero continuemos con lo que estábamos.
Al llegar a Pamplona hecho ya un hombre hecho y derecho de nueve años, no tardaría en crear mi propio camino (bueno, miento, la verdad es que tardaría un tiempo en superar mis limitaciones y condicionantes socio-personales)
Al principio mi atención se repartiría entre Gonzalo (la librería que, aún hoy, perdura frente a casa de mis padres) y el vídeo club Iturrama. Aún no tenía dinero como para comprar o alquilar por mi cuenta sus contenidos, pero soñar era gratis (frustrante, pero gratis)

Así pasaría el tiempo y (afortunadamente) crecería. Comenzaría a trabajar (e ingresar dinero) pronto y a edad temprana ya podía permitirme el sufragar mis aficiones. Eran (y continúan siendo) más numerosas las aficiones (y sus componentes fetiches físicos) que el dinero que podré ahorrar en veinte vidas, pero era un comienzo.

Si bien he tendido a ser siempre “socialmente parco” (para qué negarlo), ha sido siempre gracias a mis aficiones que he logrado entablar relación con aquellos a los que llamo mis amigos. Más de una vez he comentado que no conservo ningún amigo del colegio y que las relaciones que mantengo ahora surgieron a través de mis aquello que realmente me gusta. Aquellos que comparten, ya sea sólo en parte o en su totalidad, mis intereses lúdicos (que no forzosamente mis gustos)
En todos ellos, incluso en aquellos no necesariamente socializadores como podría ser la música, la lectura o el cine, he encontrado siempre elementos de unión que me he utilizado para conectar con los demás. El vídeo, por supuesto, no fue una excepción.

Allá en los (sí, me repito) lejanos noventa disfrutaría de algunos de mis mejores momentos. Aquellos sábados por la noche en los que torturaba a quienes no gustaban de salir de bares o, simplemente, no les apetecía aquel día salir por ahí, con las películas que alquilaba en el Bogart.
Noches de Mallrats o Clercks, de Dragón Ball o El Puño de la estrella del norte (ya fuesen ambos en dibujos o imagen real)
Sustituiríamos el Movierrecord por la entradilla de Manga Vídeo. Las películas del cine se dividían entre dignas, o no, de “Noche de acción en Telecinco”
Cuando en la velada post sesión maratoniana de Evangelion o Escaflowne, la tele nos sorprendía con joyas como Karate Cop, Hechizo mortal o alguna película de chinos. Cuando parábamos el reproductor, y en El Plus estaba una porno en la que un tipo se preocupaba porque “no sabía bailar”.

Sí el maestro de Conan me preguntase “Javi, ¿Qué es lo mejor de la vida?” le respondería sin dudar:
Una película atroz, una comida decente y una buena compañía para disfrutarlas.

Si, una vez llagados hasta aquí, habéis llegado a la conclusión de que éste (el de las películas) es otro de los temas que tengo de intención de retomar, habéis acertado.
Sino… pues nada, seguid a lo vuestro. Ya trataré de ser más claro en la próxima entrada.

16/02/2011

Recordando a un amigo

Filed under: — Javier Albizu @ 23:55

Hoy me he enterado de que se ha muerto un amigo.
No ha sido una sorpresa, llevaba años luchando contra el cáncer, pero esto tampoco ha hecho la noticia menos dolorosa.
Quizás no era un amigo en el sentido literal que (yo) otorgo a la palabra. Me habría gustado conocerlo mejor y pasar más tiempo con él, pero no lo hice. Podría decir que era un conocido a quien apreciaba mucho, pero eso no expresaría lo que siento por él. Sí, en presente. Que el ya no esté no implica que mis emociones hacia su persona hayan desaparecido.
Podría buscar un descripción etimológica para tratar de definir con mayor precisión nuestra relación, pero sería una tontería. No sé lo que él sentía por mí, sólo sé que me gustaba considerarle mi amigo.

No esperéis por aquí un montón de frases hechas, aquellas en las que creo, que traten de describir como me encuentro en estos momentos. Lo que yo pueda sentir ahora es irrelevante. Lo que pueda escribir no nos va a ayudar a mi ni a ninguno de los que lo conocimos.
Ha muerto.
Punto final.
Es irreversible.
En momentos como éste, envidio a quienes creen en una vida más allá de la que vivimos aquí.

Lo único que se me ocurre hacer es hablaros de quien fue. De algunos de aquellos detalles minúsculos, a veces absurdos y aparentemente triviales, que compartimos y le convirtieron en alguien único a mis ojos. Que, más allá de la mente de aquellos que tuvimos la suerte de compartir nuestro tiempo con él, aunque sea en esta pequeña bitácora, perdure su recuerdo.
En mi memoria permanecerá siempre, por más doloroso que haga esto su ausencia.

Se llamaba Miguel Pinzolas, aunque para nosotros siempre será Pin.

Lo conocí en la casa de la juventud y casi toda mi relación con él se circunscribiría a aquel entorno. Yo no llevaba mucho tiempo jugando a rol y él era del grupo de los “clásicos”, de los “mayores”. A los dieciséis, cuatro años de diferencia parecían un abismo insondable para quien yo era en aquellos tiempos. Por suerte para mí, todos ellos eran (y siguen siendo) grandes personas que no se guiaban por edades o apariencias.

La primera partida que me arbitró, fue una de Stormbringer. La historia era lo de menos, era él quien la hacía interesante. Desde el momento en el que el mago que nos contrataba le hablaba a su mascota preguntándole “¿A que eres un gato muy listo?” y su animal le respondía “Sí”, ya me tenía ganado.
Más adelante me arbitraría una partida de Paranoia, un juego hecho para que lo arbitrase él. Caos e improvisación. Anarquía y diversión. Lo dicho, el rol llevado a su terreno.
Yo le castigaría haciéndole jugar única partida que arbitré del TNMT. Su personaje, un gorrión gigante que no podía hablar y que se ponía a gritar en medio de la sala “PIO” mientras disparaba su M60, será uno de esos recuerdos imborrables de mi memoria.

Era uno de los asiduos los domingos a la mañana. Cuando nos poníamos a crear personajes de los juegos más raros que conseguíamos… y de otros no tan raros, Tirando dados y apuntando características, charlando, riendo y pasando mañanas inolvidables e irrepetibles.

Luego acabaría la carrera, después de hablarnos durante largo tiempo de su proyecto; Redes neuronales. En mi cabeza aquellas palabras eran ciencia ficción en estado puro. Oírle hablar de como había logrado que su máquina aprendiese a poner un péndulo basculante en vertical… y que se mantuviese así, era algo apasionante.
Daba igual lo que te contase, ya podía hablarte de ingeniería o de lo aberrante que era la versión de Christopher Lambert de Beowulf. Siempre sonriendo, siempre alegre. Él se lo pasaba bien y era capaz de transmitirte aquella sensación.
Aún en las últimas ocasiones que le vi conseguía que olvidases por un momento cual era su estado. Siempre animado, siempre luchando, siempre brillante.

Ese era mi amigo, ese era Pin, y así lo recordaré siempre.

02/07/2007

Farfullando

Filed under: — Javier Albizu @ 06:24

Ir a la columna

01/07/2007

Comunicación y aislamiento

Filed under: — Javier Albizu @ 06:26

Ir a la columna

29/06/2007

Comunicación y complejo de inferioridad

Filed under: — Javier Albizu @ 06:42

Ir a la columna

21/06/2007

Colisiones asíncronas en el enésimo nivel

Filed under: — Javier Albizu @ 07:28

Ir a la columna

20/06/2007

Acción, reacción e inacción

Filed under: — Javier Albizu @ 06:15

Ir a la columna

13/06/2007

Mola ser gai

Filed under: — Javier Albizu @ 06:56

Ir a la columna

02/06/2007

De rogues y tuertos

Filed under: — Javier Albizu @ 03:46

Ir a la columna

08/05/2007

Cambiando en canciones

Filed under: — Javier Albizu @ 04:15

Ir a la columna

07/05/2007

300 días en ¡¡¡ESPARTA!!!!

Filed under: — Javier Albizu @ 00:01

Ir a la columna

28/04/2007

Hemos vuelto

Filed under: — Javier Albizu @ 00:00

Ir a la columna

25/07/2006

Se acabó

Filed under: — Javier Albizu @ 18:35

Ir a la columna

27/06/2006

Ha nacido una excepción

Filed under: — Javier Albizu @ 19:48

Ir a la columna

18/04/2006

Cualquier tiempo pasado…

Ir a la columna

07/03/2006

La senda del tipo duro

Filed under: — Javier Albizu @ 22:54

Ir a la columna

07/02/2006

Anecdotario

Filed under: — Javier Albizu @ 00:13

Ir a la columna

08/08/2005

Hablemos de sexo

Filed under: — Javier Albizu @ 13:07

Ir a la columna

23/05/2005

Inhumano

Filed under: — Javier Albizu @ 14:34

Ir a la columna

16/05/2005

Narracionis interruptus

Filed under: — Javier Albizu @ 01:52

Ir a la columna

25/04/2005

T -2

Filed under: — Javier Albizu @ 11:25

Ir a la columna

14/02/2005

Que bueno es Sauron…

Filed under: — Javier Albizu @ 11:57

Ir a la columna

31/01/2005

Vamos de incursión

Filed under: — Javier Albizu @ 13:58

Ir a la columna

10/01/2005

Cuentos inconclusos (Y me cago en iberdrola)

Filed under: — Javier Albizu @ 14:03

Ir a la columna

03/01/2005

Intelnes II (Comienzan las jornadas)

Filed under: — Javier Albizu @ 19:56

Ir a la columna

27/12/2004

Intelnes

Filed under: — Javier Albizu @ 13:36

Ir a la columna

20/12/2004

Mundo laboral VI (¿Solo puede quedar uno?)

Filed under: — Javier Albizu @ 14:37

Ir a la columna

15/12/2004

Recapitulando

Ir a la columna

06/12/2004

Mundo laboral V (Iñaki y Toti)

Filed under: — Javier Albizu @ 13:40

Ir a la columna

29/11/2004

Mundo laboral IV (Maria Azcona)

Filed under: — Javier Albizu @ 23:59

Ir a la columna

22/11/2004

Mundo laboral III (Eduardo Berasategui)

Filed under: — Javier Albizu @ 19:09

Ir a la columna