Palabras desde otro mundo

20/06/2007

Acción, reacción e inacción

Filed under: — Javier Albizu @ 06:15

Somos esclavos.
Vale, sí. Eso ya lo decía hace unas semanas. Pero no sólo somos esclavos de nuestros sentidos, también somos esclavos de otra multitud de factores y elementos. Vivimos condicionados por ellos.
¿Quienes son “ellos”?
¿Malvados alienígenas?
¿Las hordas de Belcebú tratando de tentar nuestras pobres corruptibles almas?
¿Los avatares del destino tratando de conducir nuestros pasos hacia nuestro inevitable final?
Pues no.
Es todo eso, y aún más (lo que pasa es que se disfrazan muy bien)
Es…
Tachaaaaan
¡¡¡TODO EL MUNDO!!!
Habemus conspiración.
Es más, por “Todo el mundo” no me refiero solamente a “los demás”. Por todo el mundo me refiero a “los demás”, a el mundo (y por añadidura todo el universo y todos sus diversos componentes) y a nosotros mismos.

No somos libres. No señor.
Cada una de nuestras acciones, no son tales, sino que son reacciones a lo que nos rodea. Lo queramos o no, siempre estaremos condicionados.
Nos limitamos a reaccionar a los eventos que suceden a nuestro alrededor. A los eventos provocados por las reacciones de nuestro ambiente, que condicionan las reacciones de los demás y que, lo sepamos o no, lo aceptemos o no, lo queramos o no, a su vez condicionan las nuestras.
¿Es tal cosa cierta?
Mucho me temo que sí (y para un obseso del autocontrol como yo, eso es algo muy jodido de admitir)
Pero no todo esta perdido. Porque si bien no somos “libres” (y por libre me refiero al total y completo aislamiento de condicionantes de cualquier tipo) para elegir nuestras “acciones” (y por acciones me refiero a actos realizados por alguien “libre”) si que podemos elegir como reaccionamos.
Porque claro. La autentica y pura “acción” solo podría ser realizada en un acto de puro azar. Tendría que ser realizada por alguien o algo carente de intencionalidad y, lo queramos o no, todo lo que hacemos tiene un sentido y una razón de ser, seamos o no conscientes de todas sus razones e implicaciones (sí, lo se, lo se, me repito)
Hacer una estupidez no exime a la acción de motivación, pues siempre habrá un objetivo oculto (o no) tras de ella.
Asimismo, la inacción no deja de ser una reacción. La elección de no hacer nada, ante la posibilidad de hacer cualquier otra cosa.

¿Ya está? ¿Así de fácil? ¿No hay elección real?
Pues no. Así de difícil. Tienes una variedad casi infinita de elecciones y reacciones. Una gama prácticamente inconmensurable de matices que percibir y transmitir.
No tendremos libertad de acción, pero si que tenemos libertad de elección y reacción. Así que la cosa esta el tiempo de reacción que le dediquemos a cada una de nuestras elecciones. De la cantidad de detalles que seamos capaces de percibir, de la cantidad de post-reacciones que seamos capaces de anticipar (claro está, caso de que nos importen) y del tiempo y la capacidad de proceso que le dediquemos a analizar esos datos.

Algunos ejemplos en mi persona:

Ando porque me apetece andar.
Ando para llegar a otro lugar.
Si ando, ya no estaré “aquí” y “ahora”.

Escribo para decir algo.
Mientras pulso las teclas, mis manos no pueden dedicarse a otras labores.
Mientras mi mente se dedica a pensar sobre que escribir, no se dedica a pensar (al menos no como tarea principal) en otros asuntos.

Estoy andando.
Trato de ser consciente de lo que me rodea.
Trato de escuchar la música.
Veo a un conocido (conocido, no amigo)
¿A donde me dirigía?
¿He quedado con alguien en mi destino?
Mi conocido demuestra ser consciente de mi cercanía.
¿Varia su rumbo?
¿Quiero alterar mi rumbo para que nuestros caminos lleguen a cruzarse?
Desconocidos interrumpen mi trayectoria.
Calculando vector de aproximación.
Trazando ruta evasiva.
Realizando maniobra.
Contacto evitado.
Conocido se acerca.
Reduzco velocidad cuando esta a unos metros y trato de detenerme a una distancia prudencial. Analizo reacciones del conocido.
¿Se detecta intención de dar la mano?
¡¡¡Chan chan…!!!
Continuará…