Palabras desde otro mundo

23/05/2005

Inhumano

Filed under: — Javier Albizu @ 14:34

Lugar: Casa de Fernando en Madrid.
Fecha: Sábado 21 de Mayo de 2005
Hora: Ni idea
Situación: Demasiada gente.

Yo me encontraba sentado en el suelo, pegado una pared. Según iba llegando mas gente, yo iba desapareciendo mas (algo habitual en mi).
De todas formas, la noche estuvo bien. De vez en cuando, alguno de los demás invitados se veía atraído por mi “vortice de tranquilidad”, y teníamos alguna charla interesante, antes de que regresase a la vorágine de la fiesta.

En uno de estos momento, se me acercó Idoia, y la cosa fue mas o menos así.

– Tu apartado, como de costumbre
– Demasiada gente
– El ser humano es un animal social
– Supongo que mi parte inhumana esta mas desarrollada que en otros especimenes.
(Hasta aquí la explicación al titulo de la columna).

La conversación continuó como suelen seguir cuando trato este tema. Porque no participo mas activamente en las conversaciones y ese tipo de cosas. Solo que esta vez, no di mi respuesta habitual, sino una explicación que me dio Hugo (sobre mi comportamiento social) que me había parecido acertada. El me dijo que soy el mismo tanto cuando estoy en grupo como cuando estoy solo. Que no asumo un rol dentro de un grupo.
Esta respuesta pareció convencer a Idoia en el momento, pero enseguida me dijo que aquello tampoco era cierto. Que no actuaba igual cuando estaba en un grupo, que cuando estaba con una sola persona. Por lo tanto, tampoco era “el mismo” en ambas situaciones. Y lo cierto es que tenía razón.
La cosa es, que mientras regresaba a casa de José Luis aquella misma noche, me dedique a darle vueltas a aquel asunto, así como a la pregunta que me hizo Carlos sobre que iba a versar la columna de hoy. Durante aquel agradable paseo de cosa de una hora con banda sonora de los “Queens of the stone age”, pude darle bastantes vueltas al asunto.
Continuando con esto mismo, hace tiempo Nuria me dijo que le parecía curioso que la gran mayoría de conversaciones que tenemos eran por corre electrónico.

Se que una de mis primeras columnas: “El pueblo quiere saber” versaba mas o menos sobre esto mismo, pero creo que he avanzado un poco mas en los “porques” de esta actitud mía, no se si llego a anular alguna de las afirmaciones que hacia en ella, pero si que me parece que he llegado a matizar y ampliar algún que otro punto de los que trataba en ella.

¿Por qué puedo mantener conversaciones con una persona, pero no me involucro en la conversaciones grupales?.

En la columna a la que hago mención, decía que no participaba porque esperaba a los momentos de silencio, a tener algo interesante que decir, y a que tal cúmulo de casualidades se dieran en un mismo momento.
Hasta hace poco asumía que los temas que se trataban en las conversaciones grupales, rara vez me interesaban. Pero haciendo memoria en las conversaciones “a pequeña escala” que suelo tener, también se tratan temas similares.
¿Entonces porque ese cambio de actitud?. Pensando un poco mas sobre el asunto, me doy cuenta de que cuando estoy rodeado, y la gente habla, no tengo la sensación de que me estén hablando a mi, así que este es el factor adicional a sumar a mis razonamientos previos. De esta manera tenemos: agobio de multitudes + sensación de que no me están hablando a mi + sensación de que no tengo nada interesante que decir + esperar a un momento adecuado en el que pueda decir alguna cosa interesante (aunque esto ultimo seria el caso mas infrecuente).

Ahora, y contestando la pregunta no formulada que me hiciese Nuria, y que menciono ahí arriba, mas cosas sobre las que también he estado pensando. Estos pensamientos vendrían a sumarse a esa lista de mis traumas de ayer y hoy titulados: Mis problemas con las mujeres.

Porque si bien es cierto que soy mas prolijo en mi palabra escrita que en la verbal, es tanto o mas cierto que mi “prolijidad” (exista o no esa palabra) en la palabra escrita es mucho mayor con las mujeres.

¿A que se debe esto?

Hasta hace un par de semanas que estuve hablando (escribiendo) sobre el asunto con Laura, no me había dado cuenta de ello, pero es un mecanismo que he debido desarrollar para darme a conocer entre ellas. Una manera de ser algo mas que “el amigo alto y callado de un amigo/amiga suya”. Cuando una mujer me cae bien, no le pido su teléfono ni nada por el estilo, ni siquiera le pido el correo electrónico de buenas a primeras.
Espero y espero (pueden pasar semanas, meses o años) a que vuelva a aparecer. Espero hasta que surja una conversación en la que tenga algo que decir. Una manera de tener una “tarjeta de presentación” ante ellas “soy Javi, amigo de nosequien, el que dijo aquella cosa”. Cuando ya veo que esa persona me tiene ubicado, es cuando le pido su correo electrónico (generalmente para mandarle mis escritos. Si, ya se que soy un pelma, pero que le voy a hacer).
A partir de ahí, la cosa suele variar. De vez en cuando suelo mandar algún mensaje para preguntar que tal le va y esas cosas, y dependiendo de lo que interpreto a partir de sus respuestas, deduzco el grado de confianza que tengo con esa persona.
Laura me decía que parecía como si lo tuviese todo calculado, y puede que así sea. Lastima que solo pueda calcular como actúo yo. Todo lo demás solo puedo suponerlo, y siendo como soy, tiendo a suponer lo mas desfavorable. Porque (salvo en el caso de María), siempre soy yo el que actúa, y ellas las que reaccionan. Soy yo quien muestra interés en establecer una relación con esa persona, y no al contrario.
Se que soy yo quien se dedica a mantener a la gente alejada de el, así que tampoco puedo culparlas por ello.
Idoia me decía que esas cosas se podían cambiar (lo de mi escasa sociabilidad), y yo le respondí que había cosas de mi mismo que consideraba mas prioritarias de cambiar (refiriéndome a esto ultimo). Tiene narices que hasta que no me puesto a escribir esto, no me haya dado cuenta de que eran la misma cosa.