Vamos de incursión
Menos mal que me queda el diario para escribir, porque desde que acabé “Reuniónâ€, me he liado a hacer cosas en casa, y no he escrito nada mas. Tengo en mente uno de esos relatos “épico-depresivos†(Fernando dixit) de Daegon, y Reunión II (a parte de otros tantos cientos), a ver si empiezo con el de Daegon (para ir alternando mas que otra cosa).
Hoy, para confirmar las afirmaciones de aquellos (bueno, de aquella) que dicen que mi diario es algo de lo mas anárquico (cronológica y temáticamente hablando), voy a dar un salto cuántico hacia atrás en el tiempo (hacia atrás, con respecto a la ultima columna de mi “álbum de fotosâ€), hasta los tiempos de las incursiones navarras al extranjero (Barcelona principalmente) a la conquista de nuevos materiales frikis.
Todo empezó hace mucho tiempo (tanto como que era julio del ochenta y ocho). Mi hermano Iñigo (el ex friki) habÃa ido de intercambio a Inglaterra (no se si solo ese mes o todo el verano), el año anterior habÃa ido Aitor, y a mi también me lo ofrecieron (¿a que no adivináis cual fue mi respuesta¿). Para recibirle a su regreso, habÃamos quedado unos cuantos en casa de mis padres. Alquilamos tres pelÃculas, y nos dispusimos a verlas durante toda la noche para, a continuación dirigirnos a lugar en el que se suponÃa que tenia que dejar a Iñigo el autobús.
Creo que estábamos Cesar Viteri, Eduardo Gómez y yo (no recuerdo si se habÃa venido alguien mas), y las pelÃculas elegidas fueron: Quien es Harry Crumb? (con el fallecido John Candy), otra cuyo titulo no recuerdo, y finalmente Mad Max III, mas allá de la cúpula del trueno.
La primera nos gusto a todos (creo), la segunda, dado que no recuerdo ni el titulo, supongo que no nos merecerÃa una opinión demasiado buena (es mas, creo que no la llegamos a ver acabar), y la tercera nos derrotó a los tres (y no creo que fuese por la hora a la que la vimos, ya que después tampoco he sido capaz de aguantarla entera).
Cuando despertamos (nuestra derrota fue absoluta), nos dirigimos al lugar de encuentro. Tras esperar cosa de una hora, ver varios autobuses pasar, y no ver a mi hermano, yo empecé a preocuparme, pero antes de dar la voz de alarma, preferà volver a casa. No fuera a ser (como fue), que el autobús se hubiese adelantado, y mi hermano (que no sabÃa que Ãbamos a ir a esperarle, por aquella época los móviles eran una cosa de ci-fi) se hubiese dirigido a casa por otro camino.
Allà lo encontramos (en casa), sobando en el sofá. Al llegar nosotros, se despertó. No recuerdo que hablásemos mucho de su estancia, porque enseguida extrajo de su bolsa lo que habÃa comprado allÃ. Amigos mios, que maravillas aparecieron ante nuestros ojos. El manual del jugador del ADD 2ª edición, y la caja del Skyrealms of Jorune. También se encontraba en aquella bolsa la caja del Top Secret, y un numero de la revista Dragon (en numero de julio del ochenta y ocho, de donde he deducido la fecha de su viaje, ya que ese ejemplar esta en mi casa). El Top Secret no parecÃa gran cosa, pero los otros dos, a nuestros ojos eran como la mas inmortal de las obras de arte. Que laminas a color las del ADD, que ilustraciones a blanco y negro las del Jorune. A partir de aquel momento comenzarÃa una escalada de compras que durarÃa muchos años.
La siguiente incursión, si que tuvo lugar en Barcelona. SerÃa aquel mismo año o el siguiente. En aquella ocasión fuimos toda la familia (creo que era una convención que debÃa coincidir con fin de semana). Mientras mi padre estaba en la convención, fuimos con mi madre a Jocs i Games (aún no conocÃamos Gigamesh, y gracias a la fenecida revista Troll tenÃamos aquella dirección). Era la primera vez que mis ojos contemplaban un antro friki de aquella catadura (ahora gran parte de aquella magia ha desaparecido), y no podÃa dejar de mirar por todas partes. Allà habÃa libretos de un juego que se llamaba “GRUPS†o algo asà (aquel palabro tenÃa mas sentido para mi que GURPS), y otros tantos cientos de libros de coloridas portadas que no me sonaban de nada. Era feliz en mi descubrimiento de todo a lo que podÃa aspirar. Al final compramos la guia del Dungeon Master del ADD, el Hakmoon, y el Elric (sin exclamación en aquella edición). No recuerdo que con nosotros estuviese mi hermano Aitor, igual estaba perdidisimo en aquel lugar, o se fue a la convención con mi padre. No lo se. Quizás ni siquiera vino a Barcelona en aquel viaje. Sea como fuere, yo querÃa mas.
Unos años mas tarde, creo que en navidades (mas que nada por el frÃo), serÃa mi primera incursión no familiar. En aquella ocasión, fuimos Antonio, Félix Eguren y yo. Fuimos en el coche de Félix. No se muy bien como lo hicimos, pero salimos de Pamplona por la mañana, y llegamos a Barcelona por la noche (bueno, lo cierto es que paramos en Zaragoza para comer, e hicimos una sobremesa austera). Al llegar a Barcelona, aparcamos delante de Gigamesh, y nos dedicamos a patearnos la ciudad en busca de las localizaciones de el resto de tiendas que tenÃamos intención de visitar. Tras cenas (pizza, lo mismo que habÃamos comido en Zaragoza), nos echamos a dormir (en el coche de Félix). Poco antes de dormir, bromeamos sobre el lugar en el que habÃamos aparcado. No sabÃamos si estaba permitido o no. No se cual de los tres fue el que lo dijo, pero uno sugirió que casi seguro que el aparcamiento era bueno, que habÃa un cinco por ciento de que no fuera legal. Asà que ni cortos ni perezosos, sacamos los dados, y tiramos. Salió un cero seis.
A la mañana siguiente, veÃamos pasar la grúa al lado nuestro mientras nos despertábamos. Nos fue por los pelos.
TodavÃa quedan muchas incursiones por contar, asà que lo dejare para otro lunes (no tiene porque ser el que viene, al fin y al cabo, esto es un diario de estructura completamente anárquica).
Nos leemos.