Palabras desde otro mundo

02/06/2007

De rogues y tuertos

Filed under: — Javier Albizu @ 03:46

Cuando jugaba a Rolemaster, siempre hubo una profesión que me gustaba, la de Rogue (no se como lo traducirían en la versión de castellano)
Recuerdo que una vez me hice uno, pero era bastante frustrante de llevar. Lo bueno que tenía esa profesión es que el coste que tenía para aprender y mejorar habilidades prácticamente dentro de cualquier ámbito era bastante aceptable, pero en contraposición, nunca llegaba a ser demasiado bueno en ninguna de ellas.
Ya lo dice el refrán: Mediocre para todo, bueno para nada.
No es que fuese exactamente así, pero siempre había alguien que hacía mejor casi cualquier cosa. Personajes más especializados.

Pues bien, la cosa es que, ahora que me he puesto a estudiar, me pasa un poco lo mismo que a esa profesión. Es más, creo que esta es una constante de mi personalidad. No el ser mediocre, sino el tratar de abarcar el rango de posibilidades más amplio que se me pueda presentar.
En otro orden de cosas (o en lo mismo, pero llevado a un terreno más especializado) dentro del campo de la informática, siempre me he considerado y definido como un tuerto en tierra de ciegos.
Vamos, que no es que yo sepa mucho, sino que los demás (o una gran parte de la gente que me rodea) simplemente sabe menos que yo.
Así que si juntamos estos dos factores, terminaríamos por decir que en el campo de la informática soy mediocre (aunque podría llegar a admitir “aceptable”) en muchos de sus subcampos, y bueno en ninguno de ellos.
Pero como en todo, dependiendo del ángulo en el que analicemos estas distintas facetas de mi carácter, podríamos acabar por afirmar… pues un poco de todo.
Hecho: Soy muy inseguro y tiendo a infravalorarme.
Consecuencia negativa: Nunca estoy convencido de haber hecho las cosas de la mejor manera posible. Hay ocasiones en las que creo saber menos de lo que sé, y me dejo guiar por otros que saben menos que yo, pero creen saber más (o saberlo todo)
Consecuencia positiva: Siempre voy a tratar de mejorar la manera en la que hago las cosas. Siempre voy a tratar de saber más. Trato de ser consciente de mis limitaciones y trato de superarlas.
Precaución (amigo conductor): Si no se adopto un ritmo adecuado de aprendizaje acabaré por quemarme.
Hecho: Soy inconstante.
Consecuencia negativa: Si no veo resultados en algo (aunque estén ahí), pierdo el animo por continuar (al menos de manera temporal)
Consecuencia positiva: Ninguna.
Hecho: Soy muy cabezón (lo cual, pese a lo que pueda parecer, no es incompatible con lo anterior)
Consecuencia negativa: Puedo empecinarme en algo tanto que me niego a aceptar la imposibilidad de lograr lo irrealizable.
Consecuencia positiva: Si algo me interesa lo suficiente, lograré hacerlo (siempre que el interés se mantenga el tiempo suficiente, caso contrario, nos remitimos al hecho anterior) Aunque me desanime temporalmente, si era realmente importante, siempre volveré a la carga.
Hecho: Me gusta saber de las cosas que me gustan (vaya sorpresa, como a casi todo el mundo)
Consecuencia negativa: Tratar de abarcar más de lo que puedo y no ver resultados (dado este caso, ya sabéis a donde nos remitimos)
Consecuencia positiva: No me conformo con un conocimiento superficial.

Vamos, y resumiendo. A casi todos los rasgos definitorios de mi personalidad (y de cualquier personalidad) se les puede sacar una lectura positiva. Es depende, por supuesto, del estado de animo del momento. Todo es cuestión de la balanza, y de encontrar el punto de equilibrio cósmico y todas esas cosas.
De ser consciente de los límites de uno, pero no conformarse con ellos y tratar de superarlos (siempre que esto sea posible, y esto que pongo entre paréntesis no es que sea algo menor, sino que es lo más importante)
Porque nuestra naturaleza contradictoria varía la definición que damos y percibimos de nosotros mismos. En el terreno de lo político me consideraría conformista, pero en el terreo personal no (pese a que haya ocasiones en las que el caso sea contrario en ambos terrenos)
Los extremos por si mismos carecen de una razón de ser sin sus opuestos para contrarrestarlos y definirlos. Todos somos un poco de todo, pese a ser, en ocasiones un poco más de algunas cosas que de otras.
No sólo no me parece mal mi manera de ser, sino que la gran mayoría del tiempo me parece bien. Los rasgos de personalidad no son sino herramientas, todo es cuestión de saber cuando y como usarlos.
Si mi inseguridad o mi cabezonería me hacen o me ayudan a mejorar, bienvenidas sean. Yo siempre me seguiré definiendo como ciego en tierra de tuertos, porque siempre habrá cosas que no sepa. Pero no confundamos la humildad con falsa modestia. Yo sé lo que sé, y lo que sé o creo saber, acepto que no tiene porque ser cierto.
A mi me gusta saber, me encanta saber, también sé que para llegar a saber tengo que aprender (cosa que no es que me apasione, pero tiene sus momentos), y que para aprender tengo que estudiar.
Y algo que sé, es que odio estudiar.
Que le vamos a hacer…
Así que este es el personaje que me ha tocado jugar. El rogue tuerto, que de buenas a primeras no parece gran cosa, y cuesta un huevo subirlo. Pero que dependiendo de como se juegue (y de que no se lo cargue el master) puede llegar a ser un gran personaje.