La campaña II (Guerras espacio-dimensionales)
En el “Episodio uno†habÃamos dejado a dos imperios estelares a punto de comenzar a repartir a base de bien.
Tras unos inicios dubitativos en sus relaciones, ambas razas verÃan a la otra como un peligro demasiado grande como para ser ignorado. Eran demasiado distintas entre sÃ, fÃsica, ética y conceptualmente.
Con el paso del tiempo lo que comenzarÃan como escaramuzas en los lugares en los que habÃan coincidido, se irÃa volviendo en un conflicto de búsqueda y destrucción. Pero, pese a sus diferencias, sus fuerzas estaban demasiado equilibradas. Los puntos de intersección de ambos imperios serÃan los primeros en sufrir las consecuencias de aquello.
En La Tierra, la colonia K’ta’viiri de Atlantis serÃa destruida, y la civilización de Era Hiboria llegarÃa a su fin. En la luna y Marte, las colonias lamorri serÃan exterminadas.
Pronto quedarÃa patente que la confrontación directa y las tácticas convencionales no decidirÃan el vendedor de aquella contienda. HabÃa llegado el momento de pasar a mayores.
Mientras en Jorune cientÃficos lamorri preparaban su arma definitiva, el destructor de soles, en Kulthea los hombres de Kadaena forjaban armas capaces de asolar mundos desde sistemas de distancia. Por fortuna para el universo, aquellas armas jamás llegarÃan a ser utilizadas. El coste de su creación era tal, que ambos imperios se resentirÃan sobremanera y, la ambición de sus señores de la guerra causarÃa serÃa la causante de su destrucción. Las profundas divisiones que se generarÃan en el seno de ambos imperios serÃan el arma con la que se destruirÃan a sà mismos.
Pero el destructor de soles se estaba construyendo en varios mundos alejados del centro del imperio para salvaguardar su secreto, por lo que las consecuencias de la debacle tardarÃa en llegar hasta ellos. Mientras en el planeta Takara se construÃa el arma, en la otra punta del imperio, en Jorune, se creaban los controles que lo guiarÃan hasta sus objetivos.
De nuevo, por fortuna para todos, la rebelión de los shanta coincidirÃa con el final de aquel proyecto pero su victoria se adelantarÃa a su activación.
Asà pasarÃan milenios de relativa paz. Mientras Jorune y Kulthea se recuperaban de sus heridas, en La Tierra las barreras que separaban las dimensiones se iban debilitando. La influencia de los mundos invadidos y conquistados por los K’ta’viiri se filtraba hasta nuestro mundo, haciendo que este recibiese notorias influencias desde “el otro ladoâ€.
AsÃ, en el continente europeo surgirÃa un nuevo imperio atlante, y en sudamérica los hombres hablarÃan de “Los dioses del espacioâ€. Con el paso de los siglos su influencia se irÃa dejando notar en distintos entornos, inspirando a tanto a escritores y pintores, como a intelectuales y filósofos.
Finalmente, en el siglo veinte, los K’ta’viiri lograrÃan romper las barreras que los separaban de su antiguo hogar, iniciando una nueva guerra contra la humanidad. La eternidad que habÃan pasado encerrados en sus dominios-prisión les habÃa cambiado, transformándolos en seres únicos con un único objetivo en mente: Convertirse en el Torg, el ser supremo que reharÃa el universo a su imagen y semejanza.
Durante muchos años habrÃa guerra, y el mundo mutarÃa según los designios de los distintos Altos Señores K’ta’viiri, pero finalmente serÃan rechazados y las puertas se sellarÃan de nuevo.
Libre de amenazas inminentes, el avance tecnológico de la humanidad se acelerarÃa de manera increÃble. Las estrellas a las que siempre habÃa mirado con timidez se convertirÃan en su objetivo, y se crearÃan naves-mundo en las que cientos de generaciones de exploradores recorrerÃan el cosmos en busca de respuestas. Pero si las encontraron, es algo que la humanidad tardarÃa mucho en descubrir. No serÃa hasta el hallazgo de uno de los portales lamorri que la conquista del espacio diese su auténtico pistoletazo de salida.