Palabras desde otro mundo

20/10/2010

Macroverso XXIII

Filed under: — Javier Albizu @ 23:46

Día: El último.
Hora: H menos uno.
Lugar: Mundo “real”

– ¿Pero tú te escuchas al hablar? – ya conocía la respuesta a aquella pregunta pero, no por obvia dejaba de ser pertinente – O, al menos ¿Lo piensas antes de soltarlo. Por favor. Dime que la respuesta es “No” (a cualquiera de las dos preguntas, o ambas)
– ¿De qué tenéis miedo?
– A ver. Miedo no es la palabra. La palabra es “No somos asesinos” (al menos yo) y ya sé que son tres palabras, así que no me corrijas para hacerte el gracioso.
– Vosotros sois lo que él quiere que seáis.
– Vale. Pues ahora “él” no quiere que seamos asesinos – Javi miró a su alrededor para ver si había consenso. Tipo Listo no decía nada, pero se le veía pensativo. Tipo Duro, simplemente permanecía estoico entre sus vendajes – Y me parece la mar de bien.
– ¿Y ya está? – pero Deux Ex no parecía desistir – ¿Él dicta vuestros actos y os quedáis tan anchos?
– Es que es bueno el condenado. Tan bueno… que hasta creemos que somos nosotros quienes tomamos nuestras propias decisiones.
РPero sab̩is que no es cierto. Bueno, al menos desde hace un rato.
– Saber… lo que se dice saber. Hay algo en nuestro interior que nos dice que aquí falla algo. Pero puede ser el hambre, o una laguna argumental.
– Entonces, preferís el auto engaño.
– Puedes llamarlo así. Nosotros lo llamamos “Lo que diga el jefe” Si no tenemos voluntad propia, mucho menos vamos a tener ansias de rebeldía.
– Me estáis diciendo que no vais a hacer nada.
– No, te digo que vamos a ir a salvar a la chica y santas pascuas.
– Pero aquí él no os controla.
– Eres tú el que no lo pilla. Aquí no somos conscientes de que nos controla, pero ya nos ha pasado otras veces.
– ¿Y si ahora os encontraseis a su mismo nivel? ¿Si realmente ya no hubiese “autor”?
– Pues haríamos nuestra vida, sin más. ¿Para que vamos a buscar a alguien que no existe?
– Estás haciendo todo lo que puedes para no entenderme, pero no te va a servir. Vas a tener que abrir los ojos y admitir que esta vez todo es distinto.
– Cada vez es distinto. Sino sería muy aburrido.
– No os dais cuenta de que esta es vuestra oportunidad de resarciros.
– ¿De quien?
– No lo marees más.
– Vamos a ver si lo pillas. Si soy un personaje de ficción, lo que haga o diga no cuenta ergo, carezco de voluntad o independencia. Si soy un personaje real (y digo real, sin comillas) no tiene sentido que busque entelequias todopoderosas, llámalo Dios, Crom o “autor” Me dedicaré a hacer lo que considere mejor o correcto.
Que un tío venga a decirme que tengo que vengarme por unas supuestas afrentas divinas puede sonar raro, pero vivimos en un mundo muy extraño y hay sitio para eso y más.
РQue convenientes son esas p̩rdidas de memoria selectivas.
– ¿Perdona?
– Que hace unos momentos llovieran áliens acorazados, es algo que cabe en ese mundo “extraño” en el que vives.
– Vale, igual eso se sale un poco de la escala.
– ¿Y eso que te indica?
– ¿Una notable falta de imaginación?
– Aparte de eso.
– Pues puede indicar que no estamos en el mundo real, y que tu tesis se cae por los cuatro costados.
– ¿Y si el autor pudiese hacer “reales” sus ideas…
– Pues se lo podría currar un poco más
– No me has dejado terminar.
– Sigue, hombre, sigue. No te cortes.
– ¿Y si el autor pudiese hacer “reales” sus ideas de manera inconsciente? ¿Y si no supiese que es capaz de hacerlo pero sus deseos se fuesen haciendo realidad de una manera, digamos, “sutil”?
– ¿Como una lluvia de extraterrestres?
– Vale, olvida lo de “sutil”.
– Pues viviríamos en un mundo de lo más anárquico. Dependiendo del tipo de persona de la que estemos hablando, el mundo podría acabarse mañana, o ser un coñazo eterno.
– Dime que mi tesis no va ganando fuerza.
– Bueno, podríamos catalogarla como esquizofrenia paranoide con leves toques de lucidez y coherencia.
– ¿Donde estabas ayer?
– ¿A que hora?
– A cualquier hora. Es…
– Irrelevante.
– ¿Por qué has dicho eso?
РNo s̩. Un deja vu.
– Da igual. Responde.

– No lo recuerda, ¿verdad?
– No. lo malo es que me estoy acordando.
– ¿Y que ves?
– Estoy en la cabeza de otro tipo diciéndole que es un personaje de ficción.
– Ahora mira a tus dos colegas una vez más, y dime otra vez que estoy como una regadera.
– Que tengas razón no implica, necesariamente, que no estés como una regadera.
– Avanza un poco más. Más o menos hasta que llegas a una especie de limbo y charlas con una voz que se dedica a tocarte las narices y cambiar tu papel en esta historia.
– Hecho.
– ¿Que vas a hacer al respecto?
РPues me cagar̩ un rato en sus muertos y seguir̩ con mi vida (si es que la tengo)
– ¿Después de todo lo que os ha hecho?
– Chico, que tampoco ha sido tan grave. Me ha vacilado y se ha llevado a la chica, pero tampoco es cuestión de matarlo por eso. Además, tú mismo has dicho que no es consciente de ello.
РNo os estoy hablando de esta vida y esta historia. Os hablo de todas las historias en las que os ha puteado antes. Todos esos personajes de los que hab̩is formado parte y a los que ha destrozado sin miramientos.
– ¿Todos esos personajes cuyo recuerdo se va desvaneciendo poquito a poco de nuestras memorias?
– Si es por eso, la solución no podía ser más fácil.

Tratar de imaginaros morir unos cuantos cientos de miles de veces.
Vale, sumar a eso que, antes de morir, lo perdéis todo.
No, no hablo de dinero o posesiones. Hablo de todas aquellas personas a las que queréis mueren de la manera más dolorosa (y melodramática).
Imaginad que, un tiempo antes de morir hicisteis algo terrible (a la par que increíblemente estúpido) Algo que no sois capaces de comprender por qué o cómo fuisteis capaces de hacerlo. Algo que se escapó completamente de vuestro control y cuyas consecuencias os torturaron durante años (cuando no siglos)
Todo aquello por lo que vivíais ya no existe y lo peor es que ha sido culpa vuestra. La casualidad no ha tenido nada que ver. Tampoco la mala suerte. Ha sido culpa vuestra pero, por mucho que luchaseis. Por mucho que vuestra cabeza dijese “NO” no habéis podido hacer nada por evitarlo.
¿Podéis imaginároslo?
Supongo que no. Vale, lo tratar de haceros a la idea, pero nunca llegaréis a “saber” ni “sentir” lo que pasa ahora mismo por el interior de nuestros tres personajes.
Imaginad que, en un primer plano, por delante de todo lo que sois, imponiéndose sobre vuestros principios, aplastando todo aquello en lo que creéis, aparece el rostro del culpable de todo ese dolor.
Y no, amigos, no se trata de auto indulgencia. No os estáis creando alguien a quien odiar para no odiaros a vosotros mismos. No es un espejismo a quien culpar de vuestros errores.
Es él. Es “real”, y podéis hacer algo al respecto.
Estáis cabreados. Muy cabreados, pero os sentís imposiblemente lúcidos.
¿Que haríais?
¿No lo sabéis?
Yo puedo hacerme una ligera idea.
– ¿Donde está? – Ellos tienen algo más que una ligera idea.