PCverso IV (MondoMIDI II)
HabÃamos dejado la cosa con el nacimiento de la segunda generación de tarjetas de sonido para ordenador: La mÃtica Soundblaster.
Y ahora damos otro pequeñito salto hacia atrás, porque lo que muchos utilizaban solo para conectar el joystick, en el noventa y dos acabarÃa siendo algo más.
En el ochenta y cuatro, Roland habÃa creado un interface externo para los ordenadores NEC PC-94. Esta caja dispondrÃa de entrada y salida MIDI, asà como de entrada y salida de cinta y sincronÃa MIDI.
¿Para que servÃa todo esto?
Muy sencillo.
En aquellos lejanos tiempos, los grabadores multipistas domésticos, como mucho disponÃan de cuatro pistas. Esto quiere decir que grabar a tu grupo era algo harto complicado.
Claro, podÃas utilizar uno o varios sintetizadores para, por arte de magia digital poseer dieciséis pistas más, con lo que sin comerlo ni beberlo te encontrabas con un sistema de grabación bastante más completo.
La cosa habrÃa sido perfecta si, a la hora de sacar la mezcla definitiva, andabas bien de reflejos para dar al “play†al mismo tiempo en los dos aparatos. Sino, tu canción se podÃa convertir en algo un tanto psicodélico.
Para eso servÃan las cajas de sincronÃa; sacrificabas una de tus escasas pistas de audio, para grabar los datos que permitirÃan a los maquinas trabajar al unÃsono (bueno, más o menos)
Aquella cajita recibirÃa el nombre de MPU-401.
Más adelante la misma Roland habÃa sacarÃa más tarjetas-interface MIDI para PC, entre las que se incluirÃa en el ochenta y ocho la LAPC-1 (tarjeta que, aquÃ, servidor de ustedes poseyó) que, aparte del interface MIDI, también poseÃa un banco de sonidos propio, en este caso el MT-32 de la misma Roland.
Como calidad de banco de sonidos, esta tarjeta les daba sopas con onda a la Adlib o las de Creative, pero tenÃa un problemilla (uno minúsculo, pequeñito pequeñito) El orden de los sonidos no era el estándar.
Y es que, claro, ese era uno de los problemas del MIDI en aquellos tiempos; los estándares aún se estaban creando, y cada uno querÃa imponer el suyo.
Los músicos hacen las canciones con su sintetizador, y los sonidos que tienen ellos no tienen porque coincidir con los del aparato que tienes tu. Vale, hasta aquà aceptamos barco. Pero hete tú aquà que la cuestión no trata sobre que el “piano†de su sinte suene distinto que el del tuyo. El problema viene cuando tú “invocas†un sonido en un sintetizador, no estas llamando al “señor piano†para que venga a escena, sino que estas llamando al sonido número X (no, al diez no, sino a un número concreto) que, en tu aparato se corresponde con “pianoâ€.
Asà que, si el compositor llama al sonido dos (digamos, piano) y en tu aparato el numero dos corresponde a una balaláika… habemus problemo.
Cuando se fabricó la tarjeta, aún no se habÃa establecido un orden de sonidos “comúnâ€, pero para cuando me hice con la LAPC-1, ya se habÃa creado ese estándar, al que llamarÃan “General midiâ€
Asà que tenÃa una tarjeta con unos sonidos mejores que los de las tarjetas, llamémoslas “comunesâ€, pero que no me servÃa para gran cosa. ¡YUPI!
Pero bueno, abandonemos mis lloriqueos personales, y continuemos con la historia que os estaba contando.
Los protocolos que habÃan implementado para aquel aparato (el MPU-401 que os comentaba antes) se acabarÃa convirtiendo en un estándar de facto para la informática musical de los Pcs y comenzarÃa a emular y utilizarse en las tarjetas de sonido de otros fabricantes. Creative los incluirÃa en el noventa y dos para su Soundblaster 16.
Asà que con una tarjeta “barata†podÃas tener las funcionalidades de una de las de “las ligas mayores†(bueno, no tenÃas las entradas y salidas de cinta o la sincronÃa, pero las funcionalidades más usadas se encontraban a tu disposición)
Estas tarjetas también vendrÃan con un banco de sonidos “General midi†(que sÃ, que vale, que los sonidos eran un tanto de aquella manera, pero las necesidades básicas estaban más que cubiertas) asà que cualquiera podÃa hacer sus pinitos en aquello de la composición musical en la tranquilidad de su casa (que no era mi caso, pero sà el de mis clientes)
Luego la cosa fue a más, y Creative en el noventa y ocho terminó comprando a la compañÃa Ensoniq (fundada, entre otros, por Bob Yanes, diseñador del chip de sonido SID de los Commodore), fabricante de samplers y uno de sus competidores en el mercado de las tarjetas de sonido, un poco mas caras pero bastante mejores. Para terminar fundiéndose con E-mu, uno de los fabricantes con más renombre en el campo de los módulos de sonido con los mÃticos “Proteusâ€
Por su parte Roland intentarÃa hacer la competencia con tarjetas como la RAP-10 (que aparte de un banco de sonidos Geneal midi, también disponÃa de capacidad de reproducción y grabación de audio, aunque no era todo lo compatible que podÃa desearse con los juegos) y más adelante con varios módulos de sonido “virtuales†por software, pero que tenÃan severos problemas con el consumo de recursos de la maquina y los retardos.
A dÃa de hoy, ver un ordenador sin una tarjeta de sonido integrada se nos hace impensable, pero ya veis que el camino hasta aquà ha dado algún que otro rodeo.