Palabras desde otro mundo

30/12/2010

Macroverso Anotado II

Filed under: — Javier Albizu @ 01:21

Vale, lo habíamos dejado con el contexto más o menos explicado, así que, con esto (espero que) claro, ahora toca meternos un poco más en profundidad.
Primero lo primero. No. No tengo voces contestonas en mi cabeza.

Opciones aceptadas, descartada y dudadas.

La historia, su división y las cosas que quería contar en ella estaban claras. Como iba a hacer que todo encajase ya era otro asunto.
Una de las ideas que desterré, era que cada uno de los “capítulos” ambientados en el mundo “real” sucediese en un mundo “real” distinto. Distintos Javis creados a partir de “reconstrucciones” del universo. Lo que le habría gustado ser al original, y aquello en lo que habría temido convertirse.
La idea me gustaba, pero iba a ser muy confusa, así que opté por descartarla.

También tenía más detalles de la vida que estaba contando. De su relación con su hermana, de como se había enfrentado Javi, siendo muy joven, a uno sus ex-novios (ex-novio de su hermana. No. No era maligno) mayor que él, después de que cortasen, y como habían acabado siendo amigos. Del restaurante que había montado ella en Valencia (Pizza, Surf y Paella)
Tenía muchas conversaciones pensadas para esos tres personajes y también me gustaba la relación que se había creado entre ellos. Pero al final aquello se separaba un poco de lo que quería contar e iba a resultar más una distracción que una ayuda.

Por supuesto, también está El Final.
Bueno, no el final, final. Me explico.
Que el Javi “real” moría lo tenía claro (será mi vena trágico-masquista) Que el universo se acababa con él, también. Otra cosa era la razón por la que lo hacía y como afectaba aquello al resto de los personajes.
La primera opción que barajé fue la de hacer una tercera capa más de realidad. Algo más cercano a la realidad: Javi no era el “autor” sino su representación en aquella realidad. Al morir su “avatar autoral” en aquel mundo, el universo que contenía ya perdía su sentido y era consumido por un vórtice entrópico (me encanta esta palabra)
Claro, esto implicaba una serie de variables que también tenían que ser valoradas. Sarcástico había hablado con “el autor” en los relatos del Microverso y Tipo Listo se suponía que lo sabía todo, así que tenía que justificar que ninguno de los dos supiese que no era el de verdad al encontrárselo cara a cara.
Sí, podía echarle la culpa a Deux Ex, pero me parecía forzar demasiado la coherencia interna del asunto (sí, más aún) y no me terminaba de cuadrar.
Por otro lado, quería recalcar que aquel mundo “real” sólo lo era entre “comillas” (algo que había tratado de dejar claro desde la primera entrada) y aquello me lo ponía más fácil. Una escena con Javi-Sarcástico girándose a cámara (autor-lector) y diciéndole que ya sabía que aquel no era el mundo real de verdad. Pero cuando más pensaba en ello menos me cuadraba y me parecía muy tramposo.
Al final la ganadora y definitiva fue la que más convencido me dejó.

Intrahistorias, metalenguajes y demás morralla pseudotrascendental e intelectualoide.

Que yo aquí he venido a hablar de mi libro.
Dentro de toda la anarquía que rodea el relato, había varias cosas de las que quería hablar (aunque no atacándolas de una manera frontal y tratando de no ser dogmático e integrarlo de una manera natural y fluida en la estructura de la historia)

Por un lado esta “mí” visión de la creación de historias. La coherencia interna que deben tener y el acercamiento y manera en la que me gusta que sean afrontadas.
Por mucho que nos (me) cueste aceptarlo, los personajes no tienen vida propia. Podríamos decir que todos tienen un poquito de Deux Ex. Tanto ellos como todo lo demás están ahí en función de la historia que se quiere contar.
Aún aceptando esta premisa (y lo esto es lo que me parece más importante) eso no hace lícito el “todo vale para que pase lo que quiero que pase”. Una cosa es que traces un reglamento interno para tu historia y otra muy distinta que mientas y tomes por tonto al lector.
Soy capaz de leer libros (y ver películas) usando una porción ínfima de mi cerebro, siempre que sean (o las considere) coherentes en su estructura, pretensión y resultado. Si noto (o creo notar) la improvisación o argucias argumentales contradictorias, caen en picado en mi valoración. Pero bueno, esto ya entra en el terreno de las filias, fobias, manías y subjetividades de cada uno.

Por otro lado estaba mi manera de entender las relaciones eemmmm ¿intersexuales? Vamos, chicho-chica.
Sí, vale, nunca he tenido relaciones estooo…. “de esas” o “de pareja” pero como, obviamente, la ignorancia formal rara vez impide a la gente realizar sus propias elucubraciones, filosofar o, simplemente, tener una opinión y hablar de lo que pienso sobre el asunto (esta vez) haré como que soy parte de la masa.

Porque esto es algo que nos rodea a todos los niveles. Nos lo meten por los ojos, por los oídos y supongo que por algún sentido más también. Cada minuto de cada hora de cada día de nuestras vidas. Como para no pensar en ello.
Quería hablar sobre las diferenciaciones que percibo yo entre el deseo de luchar contra la soledad, la atracción, el instinto (impulso “irracional”) y el “AMOR” (que lo pongo entre comillas porque, obviamente, esto también es algo completamente subjetivo) Supongo que mis apreciaciones pecarán de mojigatas, pero bueno, son mías y me las ventilo como me parece más adecuado.

He tratado de ser (ejem) “realista” en cuanto a la manera de abordarlo. Intentado evitar lo que comúnmente nos venden los medios (ya sean películas, series o ficción en general) como la norma, pero que nunca he presenciado.
Como he comentado alguna vez, en mi infinito vaivén mental, acostumbro a “preparar” conversaciones de diversa índole. El problema de esas conversaciones “preparadas”, caso de llegar a comenzar alguna vez en el mundo real, es que nunca se desarrollan de la manera prevista y, más allá de la primera frase, tienden a derivar hacia algo que diametralmente distinto. Así que, tratando de ser “realista”, la conversación entre Javi y Sandra es anárquica, sin demasiado sentido y, tristemente, interrumpida de manera brusca antes de que se pudiesen exponer todos los argumentos. Que se le va a hacer.
Podría haber tratado de exponer sus argumentos adicionales “mental” o “monológicamente” pero no me acababa de encajar en la estructura de ninguno de los capítulos posteriores, así que el pobre Javi se quedó sin poder explicarle a la chica entre balbuceos algo así como un “vale, podemos empezar a quedar, pero que por lo pronto tendrá que ser como amigos (aunque me da que al final será que no)”.

Y, más o menos, creo que eso era todo.

28/12/2010

PCVerso XIX (Cuando los gordos dan el cante)

Filed under: — Javier Albizu @ 19:21

En la zona templada o “media” del noventa y siete, encontramos la evolución de las máquinas. Una evolución que no sólo se produciría en el ámbito físico (que también) sino que, al mismo tiempo, se nos vendría encima en el terreno binario con una nueva versión del sistema operativo.
No. No salió ningún versión del sistema de Microsoft llamado ventanas noventa y siete, lo que sí que había salido el año anterior era la versión “OSR2” del noventa y cinco.
¿OS qué? Oem Service Release “número” Dos (nombre código “Detroit” que los señores programadores son muy suyos para eso de las nomenclaturas).
¿Que traía para darle semejante nombre?
Pues, a simple vista, no gran cosa (otra cosa era lo que traía en su interior. Algo muy malo (aunque bueno al mismo tiempo)
Pero me estoy adelantando.

Se decidió renovar todo el parque de ordenadores de la tienda, pasando. Así, tras el paso que habíamos hecho del Bull con su Unix y sus terminales tontos, al Fujitsu, con más terminales tontos y su THEOS (acrónimo de THE Operative System, modestos que eran sus creadores) a un flamante un servidor HP (PII) que corría bajo ventanitas NT y un programa de gestión llamado Avance que funcionaba… bajo DOS.
Tocó cambiar todo el cableado de red (No-Más-Conectores-Centronics) por cableado UTP con sus RJ45. Claro, también tocaría poner ordenadores al otro lado de aquellos cables, por lo que se pillaron varios PCs (Pentium doscientos, en teoría, aunque más adelante descubriría que nos habían tangado y había un poco de todo, tanto en placa como en procesadores, dentro de aquellas cajas idénticas)
Aprovechando aquella situación, también aprovecharía para cambiar mi ordenador de cada. De mi querido Pentium ciento veinte, al un PII (en una preciosa y enorme caja que aún hoy alberga el ordenador “serio” que tengo por casa)
Como no podía ser menos, ahí también me tangaron. Pedí una buena tarjeta de vídeo (iluso de mí, pensando que la usaría para jugar o hacer animaciones en Tres Dé) y me pusieron una Matrox Millenium con cuatro megas de ram (que también danza por mi casa pinchada en uno de los ordenadores viejunos). Aquello no habría estado mal, de no ser porque era una tarjeta PCI y la placa que me vendieron venía con AGP.
Visto todo aquello, todas las remesas de ordenadores que han ido pasando por mis manos desde entonces, han sido montados por piezas. Que suelo tirar a lo barato, pero al menos sé lo que estoy comprando (y cuando debo pagar por ello)

Ahora volviendo al tema del sistema operativo (y a la coletilla que acompaña esta entrada) una de las sorpresas que traía la versión OSR2 del ventanitas noventa y cinco era que cambiaba los dieciséis gordos que particionaban sus discos duros, por treinta y dos (que, irónicamente, permitían hacer divisiones más pequeñitas)
¿Que quiere decir todo esto?
Vamos con una pequeña lección de historia de la cercana de la informática:

Gordo16 (traducción muy libre de F.A.T. «File Alocation Table» 16) era el sistema de formateo de discos que había usado desde el ochenta y cuatro por Microsoft con su MS-DOS versión tres. Entre otras lindezas y limitaciones, permitía un tamaño máximo de partición de dos gigas (lo cual no estaba nada mal para una época en la que el tamaño normal de los discos duros era de veinte megas)
Claro, el tamaño de los discos había crecido un poco desde entonces. No tanto como para que esa imitación fuese insuficiente, pero ya rondaban por ahí discos que doblaban ese tamaño (por ejemplo el de nuestro servidor que era de cuatro gigas)
Así que Microsoft se sacó de la manga Gordo32 para la versión “barata” de su sistema operativo, en lugar de usar NTFS (NT File System) que usaba en su versión “profesional (y que aún sigue usando en la actualidad)
¿Que qué tiene esto de malo?
Nada… salvo que no puedes usar OSR2 en un disco formateado (o que crea estar formateado) en Gordo16 y algo parecido sucede de manera inversa.
¿Que seguís sin ver el problema?
Venga, me voy a explayar un poco más.

La primera versión que tenía de ventanitas noventa y cinco, era una actualización. Ergo, necesitaba tener instalado antes MS-DOS 6.22 y ventanitas 3.11 antes de poder ponerte con él.
Todos estos sistemas funcionaban bajo Gordo16 y ninguno de ellos era capaz de “ver” un disco duro formateado en Gordo32 (vamos, que para ellos no existía).
OSR2 sólo funcionaba bajo Gordo32, por lo que formateaba el disco duro usando este estándar al instalarse. Esto no estaría mal… de no ser porque, si detectaba que había una versión anterior del sistema antes de ser instalado, en el arranque te dejaba la opción de “Arrancar con el sistema anterior”
¿Que seguís sin ver la parte mala?
Esperad, que aún no he terminado.
Al arrancar con la versión anterior, se hacía un lío con la tabla de particiones (recordar que el DOS 6.22 necesitaba Gordo16 para funcionar) y en el siguiente reinicio aquello no tiraba por ningún lado.
OSR2 creía que aquello estaba en Gordo16, así que no arrancaba. Al DOS le pasaba al contrario… con idéntico resultado. Los discos de arranque y recuperación que tenías estaban hechos con MS-DOS, ergo te decían que no tenías disco duro.
Pero… pero… pero…
Lo vais pillando, ¿no?
Pues imaginaros el caos que fue aquello hasta que logré llegar a aquella conclusión. Reinstalar el sistema a diario en todos y cada uno de los equipos en los que hacía aquello (y lo de arrancar con la versión anterior del sistema era bastante habitual por problemas de compatibilidad de programas)
Ahora el chascarrillo me hace gracia, entonces la cosa era una agonía constante (por “suerte” “sólo” eran cuatro ordenadores)

Bueno, que se me está hinchando la vena.
En la siguiente entrada de mi biografía computeril: La razón por la que el noventa y siete tendría que estar enmarcado como uno (sino como ÉL) año clave en la historia de la informática.

27/12/2010

Fading Suns

Filed under: — Javier Albizu @ 21:59

Corría el año noventa y seis cuando vi las primeras imágenes de aquel juego y debo admitir que la cosa prometía bastante.
Un universo futurista con reminiscencias (un poco forzadas, todo sea dicho) medievales. Casas nobiliares, órdenes religioso-místicas, viajes espaciales con experiencias iluminadoras de regalo, antiguos portales de salto alienígenas con ribetes góticos-barrocos, razas extraterrestres no insectoides (por fin) algunas de las cuales tienen una clara vinculación con la humanidad… y krakens espaciales.
Aquella especia de mezcla entre Dune e Hyperion tenía su gracia y las ilustraciones abocetadas de John Bridges le otorgaban una personalidad propia.
Sí, la cosa prometía y piqué. Empecé a comprar como un loco, pese al repelus y la “cosica” que me daba su denominado “passion play” (al fin y al cabo no iba a usar su sistema de juego) Empecé a comprar pese al tufillo WODero que dejaba entrever su estructura interna.
El emperadorMe decía “hay un plan” “saben a donde quieren llevar esto” “los soles se están apagando” me decía muchas cosas, pero no. Me equivocaba. Tras catorce suplementos y un juego de ordenador (al que no dediqué más de diez minutos. Lo sabía antes de comprármelo, pero la vena completista se me había hinchado ya), dejé de comprarlo (nunca he estado muy ágil en esto de controlar mi impulso consumista)
Uno no será muy listo, pero llega un momento en el que tu número de “eventos terriblemente misteriosos e inexplicables (inexplicados)” llega a su límite. Eso cuando no sucede lo contrario, que te lo explican y ves que todo era un gran macguffin, o han decidido ser “originales” y dar un “sorprendente giro de tuerca” a lo que te esperabas contradiciendo (que no complementando o puliendo) lo explicado con anterioridad.
Sí, había un plan: Sacar todos los suplementos que pudiesen sin contar nada. Vacío (y no sideral) en cuantos más suplementos mejor. Una huida hacia adelante aprovechando los detalles interesantes que habían planteado, pero no desarrollándolos nunca (se nota de donde venían sus autores)

Miembro de la casa Li HalanNo me interpretéis mal, como este juego hay miles, y están en su perfecto derecho de hacer lo que les venga en gana, pero no era lo que esperaba o buscaba (mea culpa, a mucha gente le encanta Perdidos, a mi no).
Tiene (bastantes) ideas interesantes, está medianamente bien escrito y de vez en cuando deja salteados por sus páginas detalles aprovechables, pero no tenían ni idea de que dirección querían llevar desde un origen.
También puede ser que yo esté equivocado. Que no supiese ver su “plan maestro”. Que no fuese capaz de conectar con su “personalidad”. Sea como fuese, la cosa es que la relación no cuajó.
Me quedé con algunas de sus ilustraciones, con sus (terriblemente misteriosas) puertas de salto (Jumpgates, que no Stargates, no confundirse con las propiedades intelectuales) que nadie sabe manejar a ciencia cierta, ni se sabe todos los lugares que comunican (¿de qué me sonará esto a mí?) me quedé con la idea de Shatra, me quedé con mi visión personal de los Vau, los Ur-Obun y los Ur-Ukar y terminé de dar forma a mi campaña.

Miembro de la casa Al MalikAsí que no esperéis por aquí artículos en plan a los que he hecho últimamente sobre Fading Suns. Aparte de que ya se listan los suplementos y ediciones que ha ido teniendo en la wikipedia y el (vago) trasfondo de ese universo, no hay mucho más que tenga que decir sobre él.
Eso sí, espero que hayáis disfrutado de las ilustraciones (que para este ha sido fácil encontrar unas cuantas decentes).
A partir de la siguiente entrada de estos “Mundos improbables” me dedicaré a detallar el universo en el que mi campaña de ciencia ficción de GURPS y como uní todos los mundos de los que he estado hablando hasta ahora.
Habrá momentos en los que tendréis que forzar un poco vuestro umbral de “vale, haré como que me lo creo” pero espero que os merezca la pena aguantar la charleta (y que le queráis dar uso para las vuestras propias)

22/12/2010

Macroverso Anotado I

Filed under: — Javier Albizu @ 00:17

Aquellos que dicen saber de esto dicen que, una vez llega el texto al público, queda en manos de éste la interpretación de lo que se quiere decir. Que, tras llegar al lector, las palabras dejan de ser suyas y cada uno debe darles su propio significado.
Yo, como soy un bárbaro iletrado, prefiero dejar las cosas bien claritas.
Nota para despistados: Como supongo que habrá quedado claro, estos relatos iban sobre mí.

Comenzando por todos los principios.

El germen de todo esto tiene su origen en tres ideas que me rondaban desde hace mucho tiempo. La más antigua de ellas, era una en la que “alguien” del mundo real tenía el poder (inconsciente) de hacer reales a los personajes que imaginaba. Al final estaba a punto de destruirlo todo porque, aparte de sus personajes, los mundos (planetas) en los que vivían estos también comenzaban a materializarse y solaparse con la tierra.
Al final, y como en toda obra mía, el protagonista moría (bueno, era asesinado) para que el mundo pudiese vivir. Eso sí, sus personajes “principales” permanecían en el mundo real.
El mayor problema que tenía con esta idea era el como hacer que el protagonista permaneciese ajeno a todo lo que iba provocando sin forzar demasiado la lógica interna de la historia. Por otro lado tenía que hacer que alguien, de una manera razonable, llegase a la conclusión de que era él quien lo estaba detrás de los desastres.
El tercer problema era como hacer que reaccionasen los personajes de ficción en el mundo real sin recurrir a los tópicos y lugares comunes que utiliza todo el mundo.
Nunca llegué a una explicación/razonamiento que me gustase.

Un tiempo más adelante, en mi momento de mayor negrura y estupidez irracional, ideé un método para tratar de aclarar mis ideas, analizar mis emociones y tratar de guiar mis pasos por un camino del que no me arrepintiese.
¿En qué consistía este método?
Me imaginaba sentado en el centro de una sala rodeado de mí mismo. En aquel momento, trataba de “traducir” mis emociones y convertirlas en palabras. Después de aquello, trataba de ver que parte de mi mismo era quien decía aquellas palabras y si era una parte de la que me sentía orgulloso, me avergonzaba y/o/u consideraba que debía ser escuchada.
Para ayudarme en aquella tarea solía escribir lo que yo llamaba mis “monólogos multibanda” tratando de no ser auto-complaciente ni engañarme con los roles a quienes asignaba cada “frase”.

Para terminar, un tiempo después (con toda seguridad derivado de mi agitada vida interior) surgiría el germen para otro relato. Una historia detectivesco-humorística en la que el protagonista (obviamente, un detective) era la única persona que no sabía que era un personaje de ficción. Aparte de eso, el personaje era esquizofrénico, con la peculiaridad de que sus otras personalidades no podían tomar control de su cuerpo, pero sí que sabían que eran personajes de ficción (cosa que no dejaban de recordarle).

Tropezando con nudos gordianos.

Mira tú por donde, tras varios fracasos creando listas de correo para hablar de “mi libro” no se me ocurrió mejor idea que empezar un blog (para hablar de otras cosas). Tras unos inicios titubeantes, una continuación más titubeante aún y una progresión más o menos regular, tras darle muchas vueltas a los asuntos uno y tres, opté por tirar por la ruta de en medio y empezar escribir allí algo seriado: Una serie de relatos sobre alguien muy parecido a mí, que no sabe que es un personaje de ficción, en el que trataba de auto-parodiarme (¿quién ha dicho que no tengo ego? Ah, es verdad, era yo) intentando ser ocurrente, divertido (¿por qué no?) reflexivo, no ser demasiado auto-indulgente y blablabla.

El único problema (en aquella ocasión) fue que no había una historia “real” que contar por detrás. Sólo era un divertimento que, al final, acabaría convirtiéndose en un recurso fácil para salir de los momentos de bloqueo teclístico, pero que no llevaba a ningún lado.
Así, aburrido y un poco desencantado por no ser capaz de sacar partido a una idea que me gustaba, acabé dejándola aparcada durante un par de años, sólo para retomarla brevemente y volver a meterlo de nuevo en el congelador de las ideas desaprovechadas.
Entre tanto aprovecharía para dedicarle algo de tiempo a otros relatos (casualidades de la vida, una linea argumental que que ahora retomaré)

Desenlazando las hebras del destino.

Y mi mundo cambió. Paré el blog en una nueva época de negrura y crisis en las angustia vitales infinitas y volví a retomarlo cuando la cosa descampó un poco.
Sin ser llamada ni buscada, la inspiración acabaría por llegar. No tuvieron nada que ver el azar, ni los hados, la balanza cósmica o el posicionamiento de los astros y sí que sería determinante, como no podía ser de otra manera, la inconsciente, involuntaria e inadvertida inspiración que llegaría en la forma y persona de una chica que acabaría convirtiéndose en el personaje de Sandra, las musas es lo que tienen (aunque ellas, en gran parte de las ocasiones no lleguen a saberlo nunca)

Así, con una idea ya clara en mente, comenzaría a desarrollar la historia retomándola donde había abandonado el Microverso y sumándole los elementos que más me gustaban de la historia del creador/destructor de mundos.
¿Por qué tardé tanto tiempo en ver lo bien que encajaban las dos ideas?
¿Qué queréis que os diga? Nunca he sido demasiado listo.

Muy bien, las piezas (ideas) encajaban, ahora tocaba convertir aquello en “un todo”. Dividir la historia en partes y desarrollar a los personajes para… pues eso, para que fuesen personajes y no sólo las marionetas que movía para contar la historia.
Dar una progresión a los hechos para presentarlos sin que os golpeasen en la cara con letreros de “momento divertido”, “ahora estoy diciéndote que este tío tiene poderes”, “este es el malo” y cosas de esas.
Vale, al final no fueron más que eso, marionetas, pero de manera intencionada y no como una muestra de mi incapacidad para crear personajes interesantes (espero que os hayan resultado interesantes a pesar de ser mis pequeños títeres y les hayáis cogido aunque sea un poco de cariño)

Una vez planteada y desmenuzada la historia, me hice mi “resumen” de los momentos claves de cada micro-relato (más que nada para no dejarme nada vital sin contar) Todo esto teniendo en cuenta la duración que quería darle. No quería meter relleno porque sí.
Así me quedó esto:

I Prologo

II Microverso: Ella no está.
III Mundo “real”: La llamada.
IV Limbo conceptual: Tipo duro

V Microverso: Deux Ex I
VI Mundo “real”: Sandra llega.
VII Limbo conceptual: Tipo listo

VIII Microverso: Antagonista
IX Mundo “real”: La conversación (A la mañana siguiente)
X Limbo conceptual: Ella

XI Microverso: Deux Ex II (El gran salto)
XII Mundo “real”: Despertando en el mundo “Real”

XIII Microverso: Giro sorpresa.
XIV Mundo “real”: Comiendo en casa de los padres.

XV Microverso: Cruzando el umbral (Adiós al microverso)

XVI Mundo “real”: Primer contacto.
XVII Mundo “real”: Buscando al “culpable”
XVIII Mundo “real”: Bajando a casa, el reencuentro con Ella.
XIX Mundo “real”: Reuniendo fuerzas.
XX Mundo “real”: Me entere por las noticias
XXI Mundo “real”: Coalición de crisis
XXII Mundo “real”: ¿Un poco de azúcar?
XXIII Mundo “real”: Objetivo localizado.
XXIV Mundo “real”: El acabose.

XXV Epilogo

Y como ya me he alargado mucho por hoy (y aún quedan unas cuantas cosas por contar) dejo el resto para la semana que viene.

16/12/2010

PCVerso XVIII (Pecando y Triangulando)

Filed under: — Javier Albizu @ 23:20

Las cifras bailas y los números se vuelven confusos en mi mente. Es lo que tiene esto de la (falta de) memoria cronológica (y de dejar la documentación en profundidad para última hora, pero es lo que hay)
El noventa y seis fue un año movido y, podríamos decir que, sería un momento (largo, pero momento al fin y al cabo) definitorio en la implantación y consolidación de la innovación tecnológica (llamémoslo Interneeeee) en mi entorno más inmediato.
Como colofón y, alejándonos un poco del tema informático, podríamos poner como punto final del año el lanzamiento de un pequeño grupo de irreductibles del Cyberpunk (¡¡¡Muerte al Shadowrun!!!) de I/O; el fanzine dedicado al juego grandioso juego de Talsorian en el que colaboré (y que sería presentado en ciertas jornadas roleras de Barcelona que pasarían a la historia como las de la GENte CONgelada como “Fanzine rolero de Cyberpunk en lujoso blanco y negro” por el señor Z)

Pero si aquel año había sido intenso, el siguiente le iba a dar varias vueltas de campana y superaría con creces. La carrera tecnológica se expandía en todas las direcciones y dimensionas posibles. El pasado se hacía futuro, el presente ayer, el mañana hace unos años. Tiempo y espacio convergían para traer hasta nosotros los mejor de todos los cualquier realidad. Pero la pinza se me va, y quedan muchas cosas por contar. Así que vamos por partes.

Empezaremos con la zona “mala” del año (sí, entre comillas)
Quizás os preguntéis que evento merece tal apelativo.
Yo… volví a negar a mi señor ante la cruz… y eso me hizo muy feliz.

Tras “el acelerón”, el impulso tecnológico no cesaría. Cada día salían más aparatos y todos ellos estaban (o parecían estar) al alcance de mi mano.
Claro, todo aquel ímpetu no iba dirigido en una única dirección y, mientras parte de él iba a decantarse por lo que parecía el asentamiento definitivo de internet en mi vida, el otro parecía despertar lejanos fantasmas del pasado.
Entre tanta seriedad, ttrascendencia y nuevos hábitos, uno de los viejos regresó de manera fulgurante a mi vida. Como no podía ser de otra manera, la piedra en la que “tropecé” (bueno, que busqué para tropezar de nuevo con ella) fue mi vertiente electrónico-lúdica.
La tentación (irónicamente) no llegaría en aquella ocasión a través de la pantalla del ordenador, sino por medios tan convencionales como la televisión y la visita asidua de(l) centro (del) Ma(i)l.
Al igual que en mi anterior momento de flaqueza, sería encandilado por los cantos de sirena de la última aberración tecnológica que había tomado al asalto el mercado. Tras mucho resistir, acabaría comprándome un cacharro desarrollado por un fabricante de teles y cadenas de hi-fi: “La pley”
Sí, en un nuevo e imperdonable acto de inmunda e impía blasfemia, había ayudado a otro de “los enemigos” a vencer en la batalla que se producía entre bambalinas. Mi imperdonable herejía había ayudaría a poner un clavo más en la tumba de la yaciente Sega. Me había saltado la pobre e incomprendida Saturn (como había hecho ya antes con el MegaCD y el 32X). No hay excusa para tan atroz traición y por ello merezco todo el dolor que pueda infligirme Segata Sanshiro.

Pero, ¿qué queréis que os diga? El Soul Blade era mucho Soul Blade y el anuncia de la tele del Final Fantasy VII prometía incontables horas de aventura y emociones (una promesa que luego no cumpliría)
Caí, enamorado de la moda juvenil (triangular y poligonal) de Sony. Me compre (obviamente) la consola, los dos juegos antes citados y… poco más. Recuerdo el Psychic Force (como no podía ser de otra manera, con triángulos como puños, pero muy divertido) y ya está. Supongo que me compraría algún juego más pero ninguno ha dejado huella en mi memoria emocional. Para mi memoria física, aún conservo el arcade stick de Namco (la consola la vendería, pero el mando sería heredado por mi hermano y terminaría por volver a mí hace unos pocos años)
¿Habría sido la cosa distinta de haber seguido “El camino de Sega” (y las consolas Pro-2D”?
Pues no lo sé, pero lo dudo.
En mis visitas a(l) centro (del) Ma(i)l jugué alguna que otra partida a un juego que recuerdo que me recordó mucho a Record of Lodoss War (que he buscado, sin éxito, desde que me compré una) pero lo poco que he podido ver de su catálogo ha sido más bien decepcionante. A ver si pongo un día de estos el Panzer Dragoon o la trilogía de la Jungla de cristal y desmiento esa impresión.

Por lo demás, en la siguiente entrada hablaremos de la zona “media” o “caldeada” de aquel año.

08/12/2010

Shadow World IV

Filed under: — Javier Albizu @ 23:23

Habíamos dejado una Kulthea que lo pasaba mal. Destrozada por otra guerra catastrófica y con el regreso de Ondoval, un antiguo aliado que, con toda la buena intención que le otorgaba su locura, trataría de “ayudar” a su mundo creando una nueva organización; el Jerak Ahrenreth el “Culto del Círculo secreto”. Entre el grupo de “los ocho” se encontraría Scherk bajo la apariencia de uno de los señores de la Aesencia.
¿Cual sería el objetivo de este grupo de amigotes?
Destruir los Ojos de Utha y permitir el libre flujo de la Aesencia por el mundo. Por suerte (aún) no disponen del poder necesario para llevar a cabo esa misión.
Como para compensar este desequilibrio de fuerzas, Andraax “despierta” de su locura tras más de un milenio vagando por el mundo. Su memoria aún permanece fragmentada, pero sabe que algo va muy mal.

Mientras tanto, el el mundo “normal” los reinos y naciones continuaban con sus surgimientos y caídas. Así resurgiría el imperio de Emer gracias a la llegada de un hombre llamado Aldaron. No se sabe si viene de otro continente o de otro mundo, lo que sí que se sabe es que envejece mucho más lentamente que el resto de los hombres. Quinientos años después, y con su imperio ya establecido, partiría de la bahía de Izar para no volver a ser visto de nuevo.
Su hija Vania heredaría el trono que lograría controlar hasta los últimos años de su vida, cuando la corrupción comenzaría a ganar terreno. Poco después el imperio fuese destruido desde el interior por la infiltración de Ondoval y sus huestes.
Al mismo tiempo, los Señores de Orhan se involucrarían más en los asuntos de Kulthea.

Pero, como toda buena banda de malos, el Jerak Ahrenreth dedicaba tanto tiempo en dominar el mundo como el despellejarse entre ellos. Si a esto le sumamos que, tras conseguir el “Libro de las Puertas”, Ondoval se dio un paseo por el tiempo en busca de los artefactos necesarios para alcanzar sus objetivos, durante un tiempo lo único que realmente puso en peligro el “Culto del círculo secreto” fue la integridad de sus propios integrantes que se renovaba por defunción con cierta frecuencia.

Tras unos cuantos milenios enfrascado en su búsqueda, Ondoval regresaría al presente con la “Shadowstone” un artefacto que había pertenecido a Kadaena, con la que trataría de destruir el “Ojo del Norte”. Aunque fracasaría en su intento, las energías liberadas con su ataque provocaría un durísimo invierno por todo el hemisferio norte.
Al saber del poder del que disponía su rival Andraax partiría en busca de la Soulsword, en único artefacto capaz de detener al portador de la Shadowstone.
Mientras tanto, los Loremasters y los Navigators comenzarían a investigar la causa del recrudecimiento antinatural de los últimos inviernos, y los antiguos “aliados” de Ondoval dejarían de lado sus diferencias para tratar de detenerle.

Y así es como nos encontramos el mundo en el presente.
Bueno, más o menos ya hemos recorrido (muy por encima) la historia “oculta” del mundo. Sí, está llena de lugares comunes (¿cual no?) pero están mezclados con la suficiente gracia, descaro y grandilocuencia como para crear algo interesante y capaz de despertar (mí) nuestra curiosidad sobre el ¿Y ahora, qué?

Pero el mundo no está compuesto sólo de combates cósmicos, luchas eternas y tipos inmortales. Vale, esto es lo que más me gusta de él, pero también podemos bajar a un nivel más mundano y encontrarnos tramas de otro tipo. Intrigas políticas o ruinas perdidas. Descubrimiento y exploración de nuevas tierras.
Tenemos una variedad bastante amplia de etnias humanas y élficas (aunque tratando de alejarse de las tradiciones dungeoneras o tolkienianas). Tenemos también enanos, faunos, krylites, saurkur y lugroki (entre otros muchos). Tenemos órdenes místicas como los los Ahn sye Nokora (La orden de la Espada llameante) o los Ahn sye Takla (La orden de los Cuatro Vientos) y organizaciones no tan amistosas como los cinco Dragonlords. Monjes guerreros Changramay y viajeros astrales confundidos con dioses. Portales a otros mundos y montones de demonios provenientes de otros planos.
Ahí lo tenéis. Todo lo necesario para crear unas cuantas historias de prácticamente cualquier tipo. Hala, venga, ya estáis tardando en ir a por ellos.

06/12/2010

PCVerso XVII (Te veo)

Filed under: — Javier Albizu @ 00:51

Si la anterior entrada la dejamos con el descubrimiento y adquisición de un nuevos programas para realizar, de manera correcta, una tarea que, como muchas otras, ya tenía solventada de manera “alegal”.
La comunicación remota era un aspecto de mi nueva vida conectada que tenía bastante descuidada. Sí, me había conectado a algún canal rolero de IRC para ver que era aquello de lo que se hablaba en las listas de correo, pero aquello no era para mí. Aquello era el equivalente virtual de una cena multitudinaria en la que todos hablaban con todos pero, en el fondo, nadie hablaba con nadie. Si a todo esto le sumábamos las ansias de notoriedad de las nuevas “celebridades” que aspiraban al trono del famoseo electrónico, la mayor parte del tiempo daba un poco de “cosica” el pasarse por ahí.
Además de todo esto, si ya acostumbro a diluirme y desaparecer en las conversaciones a varias bandas que tienen lugar en el mundo real, allí, directamente, ni siquiera traté de encajar.
Por fortuna para mí (y para otros tantos como yo, que dudo ser “tan” raro como para ser el único que se sintiese así) surgió el ICQ (que ya sé que, traducido, sería más “Te busco” que el “Te veo” que corona esta entrada, pero como a mí me parece más cercano a la función que desarrollaba el programita, y este es mi blog, y no quiero justificarme más, pues uso la que más me apetece). Una desconocida empresa llamada Mirabilis acababa de ¿inventar? (supongo que no, pero sí que sería la primera en popularizar la idea) la mensajería instantánea unipersonal (y hubo gran regocijo, al menos por mi parte)

Claro, en aquellos tiempos, el asunto aún estaba un tanto en pañales y cosas que hoy damos por sentadas aún tenían que terminar de plantearse y desarrollarse.
Por un lado, para buscar a la gente, tenías que ir a su página (la de Mirablis) y buscarlos. Allí te daban un número identificador que, tras agregar al programa que tenías instalado en tu equipo, enviaba la petición a la otra persona para que te autorizase.
Vale, no es “tan” distinto a como se hace con los programas de ahora (salvo por el hecho de tener que buscar a los contactos en una página web) El problema venía cuando reinstalabas el equipo (que, creedme, con Ventanitas noventa y cinco era algo bastante habitual) Houston no tendría un problema, pero nosotros sí (tampoco nada cataclísmico, pero no por ello menos molesto)
Porque nuestra lista de contactos se guardaba localmente. No había ningún servidor en la red que almacenase aquella información. Así que, o hacías una copia de los archivitos antes de instalar, o tenías que empezar el proceso de nuevo.
Aparte de la funcionalidad “normal”, también estaba la opción que yo bauticé como “a lo loco”, que no existe en los programas de mensajería posteriores y que fue la que me deparó unas cuantas anécdotas curiosas.
Por lo que se ve (nunca me dediqué a explorar esos aspectos de la página, ya fuese para buscar u ocultar esa información) como los datos de quienes usaban el ICQ se encontraban allí, a disposición de quien quisiera buscarlos, había gente que se dedicaba a realizar búsquedas por criterios diferentes a los clásicos Nombre-apellido-correo-electrónico.
En los casos que me tocaron a mí, hasta mi ordenador llegaron tres personas que realizaron búsquedas basadas en País-provincia. Una enfermera (no sé si estudiante, becaria o trabajadora fija) un alemán que había pasado una temporada viviendo en Pamplona, y un administrador de sistemas (no recuerdo si koreano o taiwanés) que tenía a su novia estudiando en la Universidad (privada, supongo) de Navarra una filología.

Con los dos primeros encuentros, apenas charlé. La enfermera me saludó un par de días y el alemán alguna que otra vez más. Pero con el… asiático, cuyo nick recuerdo que era Ars (al parecer un personaje de una serie de novelas muy populares por allí) sí que tuve más trato.
Al parecer, el pobre hombre se dejaba una pasta en llamadas internacionales para hablar con su novia. Entre que por nuestras tierras aún no se habían extendido los cyber-cafés y que la chica no hablaba demasiado bien nuestra lengua, el teléfono parecía ser su única vía de comunicación. Le comenté de un par de lugares desde lo que se podía conectar pero, cuando su novio se lo decía a ella, la chica no se animó a pasarse por ellos.
Al final y aprovechando que las conexiones “gratuitas” que ofrecían las operadoras (esas en las que sólo pagabas el tiempo que estabas conectado) y que usaba yo desde casa, le saqué una cuenta a la muchacha y, tras unos rodeos un tanto rocambolescos (ella me llamó por teléfono al trabajo, pero no nos entendíamos, por lo que me pasó con una compañera de piso suya que es con quién quedé finalmente aquella misma noche) logramos quedar para configurárselo.
Demos gracias a los menús gráficos y la estandarización de la configuración de la conexión a internet porque, obviamente, el ordenador de la chica estaba en chino (o algo similar, y no hablo metafóricamente) Por fortuna, al estar los iconos en los mismos lugares y con los mismos dibujitos, configurar aquello fue de los más sencillo (explicarle a ella y a sus compañeras de piso como utilizarlo, y que se pusiesen de acuerdo sobre los horarios en los que podría usarlo para no dejarles sin teléfono, fue una tarea bastanteo más complicada)

Y, como con esta entrada se me ha ido un poco la mano, en la siguiente terminaremos con el noventa y seis (creo)