Palabras desde otro mundo

18/04/2005

Fotos no

Filed under: — Javier Albizu @ 11:36

Pues eso. No me gustan las fotos.
Puedo ver fotos, que me parezcan bonitas, pero no me suele gustar ver fotos de la gente, y menos de gente a la que conozco.
¿Sabéis eso de las películas? ¿ese temor de los indios a que la cámara de fotos les robe el alma?. Pues totalmente infundado. Si algo les falta a las fotos es precisamente eso, un alma. Me parecen fotogramas extraídos al azar del contexto de la película de una vida.
Cuando miro a alguien en una foto, no veo a la persona que conozco, sino que me parece otra (bueno, eso me pasa con todos, salvo con Hugo, que nunca posa, y siempre se muestra en su estado natural).
Puedo aguantar una sesión de fotos de algún viaje porque la gente con las anécdotas les da a las imágenes un contexto en el que situarlas, pero cuando se va la gente, se va la gracia de ver las fotos (de todas formas, no, Josemi, no quiero mas anécdotas del viaje a Florencia).
Hasta aquí, en lo referente a las fotos ajenas.
Luego esta el asunto de mis fotos.
No me gustan las fotos que me hacen. Nunca me gusto en ellas (tampoco es que mi aspecto me parezca en exceso agraciado fuera de ellas, pero…). No me gusta mi cara cuando sonrío. Es posible que se deba a que esa sonrisa sea falsa, a la disquisición entre parecer un agrio, o fingir alegría en un momento en el que no hay razón para reír (aunque tampoco este triste).
Existe también otra posibilidad (aunque esto se me ha ocurrido esta noche de insomnio mientras pensaba en la columna de hoy). La de que no vea en las fotos a quien quiero ver.
La posibilidad de que no vea la imagen de persona sobria, segura y serena que quiero dar (esa que se puede confundir con la persona fría, distante e inaccesible que me temo que proyecto). Y si no la veo, es precisamente porque no soy esa persona que me gustaría ser, y que las fotos me muestran. Si no la veo es porque soy un pésimo actor.
No se hasta que punto mi desagrado con las fotos es debido a criterios meramente estéticos, y cuanto esta condicionado por mis inseguridades.

Lo que tengo claro, es que mis amigos no ven en las fotos lo mismo que yo. Que ellos ven a la misma persona que ven a diario, y que por eso son capaces de decir que salgo bien en alguna foto. Porque no he conseguido engañarles, y a pesar de eso son mis amigos.

Es por eso que no me molesta que me hagan fotos (siempre que luego no tenga que verlas). Se que ellos no verán lo mismo que yo, y en cierta medida me halaga que quieran conservar esos pequeños fotogramas de nuestros momentos juntos.

Este sábado me he visto en un video clip. Ha sido el regalo de unos cuantos a una amiga. Cuando me lo propusieron dije que si, pese a estar aterrado. Pero no se trataba de que me gustase a mi o no, sino de la ilusión que le haría a esta amiga el vernos ahí a todos. Después de que me grabasen, no quería verlo porque sabía lo que iba a ver, y me iba a ver ridículo (como así fue). Pero también debo reconocer que tenía curiosidad, una pequeña esperanza de quizás no haberlo hecho tan mal (pero no, ha sido peor aún). Mi carrera cinematográfica ha muerto antes de comenzar; soy mas inexpresivo que los cachas del cine (aunque quien sabe, tendré que probar a hacer lo de mover la ceja en plan “duro de cine”. Parece que ahora se pagan millones en Hollywood por la inexpresividad).
Ahora me queda otra duda (aunque no es una duda muy grande).
¿Le pido a Juan una copia de ese video?.
Lo cierto es que sí. Se la voy a pedir. Cuando llegue el momento en el que salgo yo lo adelantaré. O no se, quizás lo ripee y meta alguna otra cosa en ese fragmento. Pero me apetece ver a esta gente pasándoselo en grande en la pantalla.
Porque eso es lo que tienen las imágenes en movimiento. Cachitos de contextualidad de vidas ajenas. No son un simple fotograma aislado. Puedes ver como reaccionan, como miran a la cámara con miedo o con desparpajo. Como hacen el ridículo intencionadamente para arrancar una pequeña sonrisa de esos amigos que saben que van a verlos, o como tratan de mantener la dignidad pese a todo.