Palabras desde otro mundo

06/06/2006

La riqueza cuesta… (y no me volveré loco)

Filed under: — Javier Albizu @ 13:23

Pues parece ser que la dama fortuna me es esquiva (Y luego me preguntan porque no busco una pareja. Parece que esto de confraternizar con las mujeres no es lo mío)
Un pequeño flashback.
Este sábado volvía yo a casa después de una agradable cena. Como tengo por norma cuando entro por el portal (de normal entro por el garaje) abrí el buzón y extraje lo que sin duda sería alguna que otra hectárea de bosque talado para la fabricación de spam en papel.
Cual sería mi sorpresa al encontrar también en mi buzón un sobre amarillo acolchado. En el extremo superior izquierdo aparecía mi dirección, en el inferior derecho aparecía la dirección del grupo planeta escrita de mi puño y letra (el boli con el que la escribí no era mío sino de la oficina de correos). Sobre la dirección de Grupo Planeta algún gracioso había pintarrajeado una raja en diagonal.
El sobre (El cual ya conocía, dado que lo había sido adquirido y enviado por mí mismo hacía un par de semanas) no había sido abierto.
¿Habrá cambiado Planeta su sede?
¿Pesaría demasiado el sobre como para que lo portase el sufrido funcionario de correos hasta Barcelona?
¡Que cruel es el destino! (no, si ya hasta los entes abstractos masculinos me odian)
¡¿Cómo luchar contra tan formidables adversarios?!
¡¿Cómo enfrentarme a la vagancia de los programadores de la página de Planeta?! (Ni siquiera tengo a los frikis programadores de mi lado)
¡¿Acaso tengo alguna posibilidad de imponerme sobre el funcionariado?!
¡¿Cómo superar tan aciago momento?!
¡¿Será este el fin de nuestro héroe?!
Mas ¡NO! Digo yo.
¡No seré derrotado de manera tan ruin!
¡No caeré sin antes luchar!
¡Presentaré batalla y no cejaré… no cejaré… no cejaré…! Hasta que sean ellos (los de Planeta) quienes me manden a paseo.
Recogiendo los fragmentos rotos de mi moral minada del suelo (se me cayó uno de esos malditos papeles de publicidad al suelo) me alcé de nuevo, y en aquel portal alcé mi puño en alto y grité mi solemne juramente de lucha contra la injusticia. Me puse los calzoncillos por fuera, y comencé a combatir el mal en todas sus expresiones bajo el nombre de… mejor no lo digo, que voy a destruir mi identidad secreta y pondría a mis seres queridos en peligro (bueno, igual no hice todo aquello)

Así que nada. Subí a casa, me conecté a la página de planeta y pinché allí donde ponía:
¿No te hemos respondido? (en referencia a su sección de Faq)
Acude a nuestro Formulario de Contacto.

Obediente, acudí al susodicho formulario de contacto y lo cumplimenté (y como eran las dos y media de la mañana, y suponía que tardarían un poco en responder, me fui a dormir)
Pero el sueño tardaba en llegar (si el mal no descansa, tampoco lo haré yo. Pero esa es una historia vieja ya, y os será desvelada, o no, en otro momento)
РC̩ntrate. Te estas dispersando otra vez.
– ¿Otra vez tú?
– Otra vez yo.
– ¡Ah villano! ¡Ya he descubierto tu juego!
– Ya estamos otra vez.
– ¡No trates de confundir mi mente! ¡No lograras que abandone mi lucha!
– Como desearía que ahí dentro tuvieses una mente que confundir.
– ¡Tus palabras no significan nada para mi, villano!
РEso es porque eres est̼pido.
– Me estoy pasando un poco, ¿no?
– Más bien sí.
– ¿Sigo con lo que estaba diciendo?
– Seguro que te lo agradecen.

A día de hoy no he recibido respuesta de los amables señores de Planeta, así que hoy les he vuelto a mandar otro mensaje. Si les doy la plasta como mucho conseguiré que no me publiquen mis textos (logro este que ya tengo ganado de antemano) o perder el tiempo mandando mensajes a una dirección inexistente… perdida en el vacío digital, hasta que mis gritos virtuales cobren consciencia de si mismos, y comiencen a infectar los ordenadores de todos los malvados editores. Entonces… ¡ENTONCES… CON MIS PODERES DOMINARÉ EL MUNDO! (y no me volveré loco) ¡BWAHAHAHAHAHAHAHAHAHAHA!
– ¡Yo digo no! ¡No mientras yo esté aquí para detenerte!
– ¡OH, NO! ¡MALDICION! ¡ES MI NEMESIS, UBERMAN! ¡ME HA ENCONTRADO!
– ¡Tu reinado de terror ha terminado!
РD̩jalo ya.
– ¿Lo he vuelto a hacer?
– Sí.
– ¿Y hablaba con símbolos de exclamación y todo eso?
– Sí.
– ¿A que mola?
– No. No mola. Y puedes asustar a tus lectores (a los que aún creen, incautos de ellos, que queda algo de cordura en el espacio craneal en el que debería de ir ubicado el cerebro)
– Entonces lo dejo, ¿no?
– Anda. Vete acabando.
-Vale.

Pues eso… ¡Que tiemblen los villanos! ¡Mi lucha no ha hecho sino comenzar!
РT̼ es que no tienes remedio.