Preguntas no formuladas
Tras un par de semanas “literariasâ€, hoy vuelvo con ese clásico que son mis neuras, traumas y demás manÃas y rarezas.
Tengo la costumbre de fantasear con conversaciones. “Preparar†respuestas para preguntas que nunca me hacen, y que es harto complicado que me hagan (mas que nada porque no son el tipo de preguntas que surgen en una conversación “normalâ€).
Por lo general se suele tratar de conversaciones sobre el porque de mi modo de actuar en situaciones concretas. Lo cierto es que suelen acabar siendo “conversaciones†de lo mas elaboradas (al fin y al cabo no deja de ser el germen del que surgió “microversoâ€).
Pero al final, rara vez hago uso de esas “respuestas†en la vida real cuando, por la razón que sea surge una pregunta para la que pueda ser adecuado alguno de mis razonamientos. Todo va por momentos, pero generalmente suele ser por culpa del orgullo (aunque muchas veces no se si mal entendido). Porque estas respuestas a preguntas no formuladas, no dejan de ser justificaciones para mis actos.
El saber yo la razón por la que hago algo, el saber que lo he hecho por un motivo que considero correcto, tendrÃa que bastarme. No deberÃa sentir la necesidad de explicar los motivos de mis acciones, pero asà es.
Una situación puede tener un millar de puntos de vista distintos, y yo solo puedo captar unos pocos. Puede haber miles de detalles que se me escapen. Estados de animo o puntos de partida en los razonamientos completamente distintos a los que pueda asumir yo deformen tanto el objetivo como la misma acción a ojos de esa persona.
He pasado por varios estadios. Primero me importaba lo que pensara todo el mundo, y luego me daba igual lo que pensara nadie, mientras yo supera que era lo correcto. Ahora vendrÃa a estar en un punto intermedio, ahora solo me importa la opinión de aquellos que me importan.
Pero el orgullo es un enemigo duro. El asumir que puedes estar equivocado, el pensar que quizás ese pensamiento del que estas tan convencido, no deja de ser el resultado de un estado anÃmico momentáneo.
Bueno, me estoy volviendo hacia un terreno ya explorado, asà que voy a retomar el curso inicial que tenia planteado para esta columna.
¿Qué es lo que diferencia una auto justificación, de una explicación?
Quizás para otros sea sencillo, pero para mi no lo es. Muchas veces no se si escribo estas columnas para exponer mi visión del mundo, o para tratar de justificar ante mi mismo, y ante vosotros mi comportamiento. He estado tentado mas de una vez de usar al Javi del microverso para medio para tratar temas que me resultan incómodos de tratar, pero me parece una traición al espÃritu de los relatos, y una cobardÃa por mi parte. No quiero decir que ese Javi no tenga ningún punto en común conmigo, sino porque el concepto originario de esas columnas no era ese, sino el hacer mofa y dejar de tomarme tan en serio a mi mismo.
Por otro lado. ¿Es imprescindible una pregunta adecuada, una “excusaâ€, para que una justificación se convierta en explicación?.
Tiendo a actuar como si asà fuera, pese a saber que no es cierto.
Una explicación deberÃa darse cuando se considera que es necesaria. Cuando se ve que una acción puede ser mal interpretada. Pero nuestro orgullo (al menos el mÃo) dice: Que les den. Si quieren saber el porque, que pregunten. Yo ya se mis razones.
Pero en el fondo me digo: Eres imbécil. Sabes que no van a preguntar, sabes que se quedaran con el “es que él es asÃâ€, y no le darán mas vueltas.
Aunque igual no preguntan porque ya saben el porque
Aunque también puede ser que no pregunten porque crean saber la razón, y estén equivocados.
O quizás les de igual.
Sea como fuere, sepan o no los motivos, les de igual o no, yo sigo con la necesidad de hacerles saber las razones tras mis actos. Pero ahà están siempre las frases hechas, y los tabúes sociales. “El que da explicaciones que no se le han pedido, es culpable de algoâ€.
¿Soy culpable de algo?
No.
Bueno, si. De ser yo, y de ser como soy.
Aunque quizás no sea culpa mÃa, y no tengo elección.
Mentira. Si que tengo elección.
La vida son elecciones, y cada uno obtenemos lo que nos hemos ganado. Hace unos años, en mi época de “ermitaño deprimido†le dije algo asà a Jimmy un dÃa que vino a visitarme a mi casa. Le dije que si seguÃa (yo) asà acabarÃa solo, y la gente terminarÃa por olvidarse de mi. Y que eso me lo habrÃa ganado a pulso con aquella actitud.
Con el tiempo abandoné aquella actitud, y volvà al mundo exterior. Pero mi antiguo mundo habÃa cambiado, y yo no encajaba en él, asà que me “cambié†de mundo, y traté de adaptarme a otro nuevo que llamaremos “el mundo de Josemiâ€. Pero me doy cuenta de que tampoco encajo en ese mundo.
En “los tiempo antiguos†siempre tenÃa a “alguien como yoâ€. Alguien que compartÃa mis gustos y aficiones, y con quien podÃa quedar para cualquier cosa. Después de las partida del sábado, siempre venÃa gente a casa para ver una pelÃcula, comer lo que fuese, y quedarse hablando hasta las mil. Después de trabajar podÃa llamarlos para quedarnos hablando hasta la hora que fuese en cualquier portal. Pero el capullo de Pedro se largo a Barcelona, y el membrillo de Fernando a Madrid.
El mundo en el que me introduje, era ya un mundo “viejo†con sus propios rituales. La gente tiene una vida a parte de la que comparten conmigo, una vida a la que no pertenezco. Una vida que yo no tengo.
Estoy volviendo a retomar de nuevo viejos (y malos) hábitos. Me quedo en casa, y leo o trato de escribir. Hay veces que eso me vale, pero no siempre. Hay veces que me llaman, y voy a cenar con la gente, pero rara vez dejo de sentirme un intruso.
Necesito encontrar gente “como yoâ€, pero no la busco. Necesito crearme una vida propia, pero no lo intento. Y a este paso, acabare por obtener aquello que me he buscado y ganado a pulso. Nada.
¿Qué es lo que busco con estas columnas?
Supongo que trato de llamar la atención sobre mi.
Que es mi manera de tratar de cambiar las cosas.
Que es mi manera de pedir ayuda
Respondiendo a preguntas no formuladas.