Palabras desde otro mundo

11/07/2006

Utopía imposible

Filed under: — Javier Albizu @ 23:54

Alguna que otra vez he comentado por aquí que mi concepción de un mundo perfecto es algo inviable.
Mi idea de una utopía no tiene nada que ver con ciudades construidas en las nubes, o con consejos de sabios ancianos ataviados con túnicas, que desde su “cielo en la tierra” dirigen de manera ejemplar el devenir de la humanidad.
No es algo tan sencillo como un “mundo sin guerra”, como un “mundo sin pobreza ni hambre”. No sería un mundo sin “gente mala”, un mundo sin enfermedades, un mundo donde no existiera la desigualdad, donde todos fuesen “felices”.
Por supuesto, todos estos ideales estarían incluidos, pero hay algo que incluiría que es lo que hace de este mundo ideal algo completamente imposible (incluso aunque viniese alguien y te ofreciese la posibilidad de concederte un deseo)
Me gustaría un mundo el que todo el mundo pudiese hacer lo que desea. Un mundo sin reglas. Sin leyes que nos coarte. Un mundo en el que el único limite de la libertad personal fuese la libertad personal de los demás. Un mundo de respeto, de “talante” (que dice el señor presidente del gobierno apañol)
Hasta aquí si que parece algo abarcable bajo las posibilidades del hipotético deseo, pero es en la puntilla final donde todo se joroba: Este respeto, esta libertad, esta sociedad del bienestar tendría que ser la elección libre, personal e intransferible de todas y cada una de las personas.
Nada de trucos de manos, nada de lobotomía colectiva, nada de verdades de los poderosos por encima de verdades de los menos poderosos.
Un mundo ideal, una sociedad perfecta (al menos según mi concepción de perfección) no se puede alcanzar a la fuerza. No creo en tiranos ni dictadores benévolos. No creo en el pensamiento homogéneo. No creo en la estandarización de la personalidad. Creo en la diversidad y en el caos. Creo que las diferencias son necesarias. Que eso es lo que hace avanzar el mundo, lo que impulsa a la gente a tratar de superarse.
Así que mi mundo ideal se basa en una contradicción de base. En algo que es imposible que se llegue a dar.
Si ese teórico genio me ofreciese el deseo, pero sin el cumplimiento de este último punto, le diría que no hay trato (y aunque me dijese que sí, que podría hacerlo, igualmente le diría que no, porque como ya digo, es algo que no creo posible). La libertad de elección, el “libre albedrío” que promulgan los religiosos es algo que considero vital. Algo sin lo que el ser humano dejaría de ser “humano” (quizás incluso dejaría de ser incluso “ser”)
Esto es a lo que me refería hace tiempo con mi pregunta sobre si el mundo en el que vivimos es lo más cercano, o esta moldeado según la concepción de algún ente abstracto, y con muy mala leche, de la perfección.
¿Es esto lo máximo para lo que da la raza humana?
A ver, no soy una de esas personas que van por ahí quejándose de que la raza humana es una mierda, que a ver si nos extinguimos de una puñetera vez y en lugar nuestro domina la tierra alguna raza realmente evolucionada como… no sé… los babuinos por poner un ejemplo (la verdad es que no se a que está esperando esa gente para extinguirse)
Tampoco soy uno de esos tipos “realistas” que dicen: que sí, que el ser humano es cabrón por definición y que no se que te esperabas (lo cual no implica que no haya mucho cabrón suelto por ahí).
Lo que si que digo es que hay mucha gente de todo tipo por ahí, y que si los demás se unen y se ponen a hacer algo (Yo no, que soy muy vago. Que hagan las cosas los demás) se pueden hacer las cosas mejor (o al menos más a mi gusto)
La discrepancia y el conflicto no son intrínsecamente malos. Pueden ser molestos y algo peñazo, pero necesarios al fin y al cabo.
El problema no es que haya problemas, el problema es la manera en la que la gente decide enfrentarse a ellos. Elegir el camino fácil (joe, estoy un poco pesadito con esto últimamente), la discusión sobre la conversación, el tratar de imponer criterios en lugar de tratar de explicarlos, o tratar de entender los del otro.

Si ya lo decía Ford Fairlane con sus inmortales palabras:
Tenía que haber sido Ford Fairlane, el detective pescador.
Ay, no, que no era esta.
Tanto gilipollas, y tan pocas balas.