Palabras desde otro mundo

30/05/2005

Juegos

De crío me encantaban las maquinas recreativas. Podía pasarme horas mirando a otros jugar al Space invaders, o al Scramble. Aún a día de hoy, cada vez que veo esos nombres en los emuladores, los pongo para jugar un poco con ellos.
Después de eso, llego la primera consola, y si que recuerdo jugar a aquellos juegos, pero no tengo emociones apegadas a aquellos recuerdos.

Al llegar a Pamplona, comenzó la danza de ordenadores, de la breve estancia navideña del Commodore 64, al sueño de una noche de Spectrum, siguiendo con el MSX, retomando la época Commodore (esta vez con el 128), para pasar al Atari 1024 ste, antes de comenzar la hegemonía de los PC.
Por casa también pasaron diversas consolas, empezando por la Sega Master System, para pasar a la Megadrive, mas adelante la Super Nintendo, la Playstation y finalmente la Dreamcast.

Ahora existen ordenadores superpotentes, juegos en tres, cuatro y veinticinco dimensiones. ¿A que juego?.
Pues a nada.
Los juegos que se hacen ahora me aburren sobremanera. Suelo decir que los juegos de antes eran mucho mejores. Esos monigotes pixelazos, que solo echándoles imaginación se pueden tomar por representaciones de la figura humana. Pero lo cierto es que tampoco soy capaz de aguantar mas de cinco minutos jugando a cualquiera de los juegos antiguos.
Me tengo por una persona paciente, pero no tengo paciencia para jugar al ordenador. No se que es lo que ha cambiado. Recuerdo los tiempos en los que me pegaba meses jugando al mismo juego, que me empecinaba de tal manera que le dedicaba tardes enteras de sábado a acabarlos.

Recuerdo los tiempos “antiguos”. Cuando quedábamos para jugar al Bards Tale, o al Curse of the Azure Bonds. Cuando cada uno escogía un personaje, y decidíamos entre todos por que pasillos del dungeon meternos. Me pregunto si era la compañía lo que hacía aquellos juegos divertidos. Pero no era eso (no solo eso). Porque también jugaba en soledad, y me lo pasaba bien haciéndolo.
¿Se trataría de que en aquella época era mas impresionable?. ¿Qué todo era mas “nuevo y brillante”?.
¿O quiazas se trata de que entonces, la gente se lo curraba mas?. Tenían muchísimos menos medios, y muchísima mas imaginación. ¿Eran capaces de transmitir a los jugadores parte del entusiamo y dedicación que habían invertido en la creación de aquel programa?.

No lo se. Pero todo aquel “sentido de la maravilla” ha desaparecido. Antes veía un personaje de videojuego, en el que se podían adivinar pixels de cinco colores distintos, y creía que habían alcanzado la cima de lo que podía dar el mundo informático. Ahora veo un videojuego en 3d, y me parece que los polígonos se notan demasiado.
Antes no teníamos nada con lo que comparar. Bueno, si. Teníamos las recreativas. Pero aquello era como otro mundo. Los ordenadores de aquellos cachivaches se me hacían algo completamente extraterrestre.
Ahora nos hacen trailers de video juegos, que son pequeñas obras maestras de la animación, para luego entregarnos un juego cuyas similitudes con los que nos han mostrado que podría ser son muy vagas.
Pero en el fondo eso es lo de menos. Supongo que tengo añoranza de tiempos pasados (que no obligatoriamente mejores). Tiempos en los que todo estaba por descubrir, y todo era un gran descubrimiento.
Parece que estoy hablando de hace mil años, y apenas han pasado veinte. Por supuesto, ahora quedan muchas cosas por descubrir. Pero aquellas que no sabemos con certeza que existen, las intuimos con bastante claridad. El misterio ha desaparecido, y el misterio es lo que le da “esa magia” a la vida.
Entonces no sabía en que me convertiría. Lo cierto es que nunca me lo pregunté (al menos no recuerdo habérmelo preguntado) , el futuro era algo que estaba “ahí lejos”. Pero a partir de los catorce ya lo tuve mas o menos claro, y a los dieciocho el misterio desapareció por completo.
No se si debería sentirme triste por ello. A veces echo de menos “el misterio”, pero tampoco puedo quejarme de cómo me ha tratado la vida hasta el momento. La monotonía no es tan mala, y a fin de cuentas es algo que solo depende de uno mismo el romperla.

Hay que ver las cosas que escribo cuando no se me ocurre nada.