Palabras desde otro mundo

07/11/2005

Se acabo la bueno

Pues no. No me refiero a las vacaciones (esas que me cogí tan por sorpresa y a traición, que no tenía intención de cogérmelas) de esta semana pasada. Estas vacaciones que lo han acabado siendo tanto, que ni siquiera escribí mi columna del lunes pasado (cuando aún no sabía que me las iba a coger) que iba a llevar este titulo, y que me dispongo a escribir ahora mismo. Hoy (o la semana pasada) toca columna nostálgico friki.

¿Qué es lo bueno que se ha acabado?
Lo cierto es que se acabo hace mucho, mucho tiempo (y tampoco es que fuese demasiado “bueno”, es mas. Era bastante malo. Tan malo, que incluso era bueno). Con esta serie de incoherencias, no me estoy refiriendo sino a:
Tachaaaaan, las italianazas de los setenta y ochenta.
No hablo de las películas de Jaimito. Tampoco de las de Bud Spencer y Terence Hill. No me refiero al spaghetti western, ni siquiera a los peplum. No.
Me refiero a esas películas hechas únicamente para aprovecharse del éxito de la ultima producción americana que estaba arrasando en los cines en el momento que fuese.
¿Que los yankis hacen Conan?. Pues nada. Ahí tenemos “Ator el poderoso”, o “los Bárbaros”. ¿Qué perpetran Red Sonja? Hala, pues hacemos “La reina bárbara”. ¿Qué hacen star wars?, pues nada “Starcrash” ¿Alien?, “Alien contamination”. Para que luego hablen de los chinos y sus copias. Los italianos si que eran unos fieras en este campo. La verdad es que no se porque se dedicaban a “copiar” a los yankis, porque con lo delirante de los argumentos de aquellas películas, daban buena muestra de que imaginación no les faltaba (porque al final no se parecían a sus supuestas “inspiradoras” ni por el forro, lo cual, en un principio, tampoco tendría porque ser malo).

Claro, tu padre iba al videoclub en busca y captura de algo con lo que calmar tu ansia televisiva, y volvía a casa con esos pedazos de caja de cinta de video, con una carátula muy chula (eso si que se lo curraban), y un titulo remotamente similar a algo que les sonaba.
Luego llegabas tú, pobre e indefenso. Incauto e infeliz, y no se te ocurría otra cosa que poner la susodicha cinta en el reproductor de VHS, y flipabas en colores (sin necesidad de sustancias dopantes). Guiones sin ningún sentido (al menos carecían del menos común de los sentidos, que no es otro que el sentido común). Actores con menos sentido aún (al menos el del ridículo era un sentido del que carecían). Producción de cartón piedra (pero del barato), vestuario mínimo y cantoso a mas no poder.
Así que, ¿Qué obtenía el indefenso joven a cambio de las pesetillas que le había costado a su padre alquilar aquella aberración?. Hora y media de diversión descerebrada (ahí va. Como con las superproducciones yankis de la actualidad). Daños masivos en el tejido neuronal, y luego crecer para convertirse en…nosotros.
Porque luego crecías, y con tu paga podías ser tu quien alquilaba aquellos horrores tecnológicos. En ocasiones por descuido, pero muchas otras veces era algo premeditado y con alevosía.
Llegabas al video club, y tus sentidos eran asaltados por cientos de miles de millones (bueno, quizás alguna menos) de carátulas del mas variopinto calado. Tipos cachas en taparrabos, tipos cachas en andrajos post nucleares, tipos cachas siendo atacados por aberraciones del espacio exterior, tipos cachas atacados por babosas de las profundidades. Tú llegabas, y te decías “no todas tienen porque ser tan malas. La carátula mola. Así que tirabas los dados mentales, cerrabas los ojos, y cogías una de ellas. Daba igual cual. Eran un yonki, un adicto al video club, y no podías perderte tu dosis periódica de lo que fuera.
Llegabas a casa, y cuando la familia se habían acostado (o había salido de viaje), te atrevías a poner lo que habías alquilado. A ser posible acompañado. Y nada, a partirte el pecho con la serie de sinsentidos que pasaban por la pantalla de la tele.

Pero todo lo “bueno” se acaba.
Esa época ya murió. El boom de los video clubs pasó, y estos fueron cerrando. Ahora abundan cajeros automáticos, expendedores sin personalidad, de películas sin personalidad. Solo encuentras veinte copias del ultimo dvd que acaba de salir. Nada de dibujos tipo Boris Vallejo en las portadas. Solo fotitos de los actores.
Ahora entras a uno de esos antros de perversión, y ya no hay tal perversión. Las hileras e hileras de vhs han desaparecido. Han sido sustituidas por las carátulas de los dvds, todas iguales (porque solo tienen dos películas).
No voy a decir que aquellas películas eran mejores que las que se hacen ahora (aunque tampoco eran mucho peores). No voy a decir que el vhs se veía mejor que el dvd. Pero si que echo de menos aquello.
Es como en los primero tiempos de los video juegos. Tu ibas a la tienda, y veías una carátula chulísima, y veías los pantallazos en la parte de atrás (y si leías la letra pequeña ponía “imágenes de la versión de Atari St”). Y llegabas a casa, y el juego era una porquería. Los gráficos no se parecían para nada a los que habías visto. Pero te daba igual, y te lo pasabas como un enano (porque es lo que eras), y un mes después seguías jugando. Porque el juego tenía un bug, y no se podía acabar. Pero te daba igual, y tu seguías jugando.
No existía internet. Solo tenías la Micromanía con sus mapas hechos a manos, sus cargadores que no eras capaz de hacer funcionar, y sus pokes que no sabías como introducir. Pero no necesitabas.

A mi esto de cumplir años, como que me da igual. Pero esto de crecer, y que el mundo evolucione en una dirección distinta a la tuya, es una mierda.
Menos mal que quedan otros que evolucionan tan “mal” tu, y que tienen mas cerebrin, y se dedican a hacer emuladores, para que puedas ver aquello que perdiste hace tanto tiempo. Aquellos que se dedican a rescatar del olvido aquello que nunca debió ser olvidado.
Aquellos que te devuelven lo que tuviste para que, mientras dices “¿como pudo gustarme esto?” no seas capaz de quitar sus ojos de la pantalla. Y quizás, mientras estas riéndote de lo malo que era todo aquello, dejes escapar una lagrimilla. Y dirás que te ríes de lo malo que es aquello, que lloras de risa.

Pero en el fondo sabes que eso no es del todo cierto.