Macroverso VIII
Fecha: La misma.
Hora: Mientras tanto
Lugar: Microverso
CaÃa, asà que debÃa de estar soñando.
Pero en aquella ocasión era distinto. La caÃda no era une experiencia relajante. No se sentÃa flotar, no notaba como el viento le acariciaba sustentándolo. ¿SerÃa una pesadilla?
Continuaba cayendo y su estomago fue el primero en sentir la sensación de vértigo. Su velocidad aumentaba, pero continuaba sin ver el suelo. Cerró los ojos y los abrió de nuevo. Estaba tumbado en su cama. No, no era él, era otro. Aquella tampoco era su cama, ni se encontraba en su habitación. PodÃa ver los pensamientos de “el otro†en su mente. Pensaba en una mujer, pero no era “Ellaâ€. “El otro†estaba quieto, pero él continuaba descendiendo a toda velocidad. Cerró los ojos de nuevo y volvió a abrirlos.
CaÃa… pero no. DescendÃa, pero habÃa algo raro en su trayectoria. Se estaba precipitando… hacia arriba.
Vale, aquello era más raro que de costumbre.
Trataba de analizar la situación, pero su cabeza se iba a otras partes. Lugares que no reconocÃa, gente que le provocaba una sensación de “deja vu†pese a que no conocerla de nada.
– Aún no.
Una voz sonó… a su alrededor.
Su ascenso/caÃda se frenó al chocar contra algo invisible. Pese a no verlo, sabÃa que era una gigantesca mano invisible.
– No tengas prisa. Pronto llegará.
Despertó. Ya era de noche, pero se encontraba en medio de la calle. Recordó que estaba volviendo a casa después de trabajar.
– Bienvenido de vuelta – Mike le hablaba desde el interior de la cabeza – Pensaba que me ibas a dejar al mando. Lástima que no pueda tomar control de tu cuerpo.
– ¿Cuanto tiempo he estado “fueraâ€?
– No pongas comillas mentales cuando hablas conmigo. Queda muy ridÃculo.
– Vale, lo tendré en cuenta, pero respóndeme.
– Poco, apenas unos minutos.
– ¿Y no estabas en el sueño?
– Nop. ¿Me he perdido algo interesante?
– Bueno, si no interesante, sà que ha sido raro.
– ¿Raro como un piso asequible, o como un viaje de pellote?
– Nunca he tomado pellote. Creo.
– Ya me entiendes.
– Supongo que me quedo con la segunda opción.
– ¿Más que lo habitual?
– ¿Cuantas veces me he quedado dormido mientras andaba, y cuantos de mis sueños te has perdido?
– Vale, ya te sigo.
– Hoy estas muy lento. Incluso parece que el vacilón soy yo.
– Parece que las reglas van cambiando, y no me gusta.
– ¿Estamos jugando a algo?
– Es una manera de hablar. No será un juego, pero las cosas, los axiomas de esta realidad, parece que están cambiando.
– Venga, tÃo, no sigas por ahÃ. Por un dÃa ¿No puedes dejarlo?
– Vale. Me estoy volviendo blando. Pero eso no cambia los hechos.
– No te lo niego. La pregunta es ¿Que hacemos?
– Tú mandas. Ordena tus prioridades y nos ponemos a ello.
– No hay prioridades. Que los “axiomas 
– Esas comillas.
– Vaaaale. Que los axiomas cambien, suponiendo que creyese tal cosa, aparte de no ser asunto mio, es algo sobre lo que no puedo hacer nada. Asà que sólo queda…
– Ella.
– Sasto.
– ¿Y cual va a ser el curso de acción, Sherlock?
– Pues habÃa pensado en visitar a Antagonista.
Antagonista era el novio de Ella. Sólo lo habÃa visto una vez y, pese a que, en un principio, deberÃa haber surgido una cierta hostilidad entre ambos… aquel tipo le caÃa bien. El problema era que no sabÃa su dirección, apenas sabÃa nada de él y tampoco sabÃa muy bien que preguntarle cuando lo encontrase.
Mientras caminaba hacÃa casa Mike se mantuvo extrañamente silencioso. Desde que aquella desagradable voz de su cabeza comenzó a meterse con él, habÃa deseado un momento de tranquilidad como aquel. En aquel momento, habrÃa preferido cualquier distracción antes de quedarse a solas con sus pensamientos y aquel molesto zumbido que lo embarullaba todo.
La noche era ideal para caminar, pero no le apetecÃa hacerlo. Sólo querÃa llegar a casa, echarse a la cama, apagar las luces, apagar su cerebro y descansar.
¿Por qué aquello le afectaba tanto?
Aquella chica era guapa, lo admitÃa, pero no más guapa que otras clientas que habÃan pasado por su trabajo. Ni siquiera era una de las clientas más habituales, o de las que le daba más palique le daban. Pese a que era consciente de que estaba como una regadera, Javi se consideraba a sà mismo una persona racional, y aquella a reacción suya no le encontraba ningún sentido.
Al llegar a casa, le sorprendió ver a tres personas sentadas charlando delante del portal. Ver allà a dos de aquellas personas le pareció, hasta cierto punto comprensible, ya que eran dios, su casero y satán, su vecino de abajo. Pero no sabÃa que razón podÃa haber llevado a la tercera persona hasta allà a aquellas horas. ParecÃa que no tendrÃa que buscar a Antagonista y que el destino tenÃa algo en contra suya aquella noche.
– Aquà llega – dijo dios al verle llegar.
– ¿Que hacéis aquà fuera a estas horas? – Javi no estaba de humor para andarse con rodeos.
– Nosotros disfrutamos de nuestro libre albedrÃo mientras dure – dijo satán señalándose a sà mismo y a dios – Tu comparsa en esta escena es este pobre hombre – Javi odiaba cuando la panda de locos con los que le habÃa tocado convivir se dedicaban a hablar de aquella manera. Pero el alquiler era barato.
– Vale, pues al grano.
– Ella no está – Antagonista parecÃa preocupado. Por un lado aquello era lo único que le parecÃa normal de lo que llevaba de dÃa. Por otro, y aunque él mismo tenÃa intención de ir a buscarle, no sabÃa muy bien que pintaba aquel hombre delante de la puerta de su casa.
– Ya lo veo – no pudo evitar soltar la gilipollez. La diversión, la preocupación y la culpa iban pidiendo turno alternativamente en su cabeza. Incluso se imaginaba la maquina que les iba asignando los números.
– ¿Y bien? ¿Que vas a hacer?
– ¿Yo? ¿A mi que me cuentas? Tú sabrás que le has hecho. Ya volverá.
– Mike ¿Me echas una mano? – aquel golpe bajo no se lo esperaba, aunque en un dÃa como aquel no tendrÃa que haberle pillado por sorpresa.
– Javi, deja de hacer el capullo y tómate esto un poco en serio – Mike siempre estaba ahà para estropearle la diversión.
– Vale, tú dirás.
– A ver. Todo esto va sobre ti. Tú eres el que debe tomar la iniciativa.
– ¿Que me dices? ¿Que me la he llevado? ¿Que se ha… ido a donde sea por algo que he hecho o dicho?
– No. No es que se haya ido, o se la hayan llevado. Ha desaparecido. Ya no está “aquÃâ€
– Perdona, creo que te has dejado un par de puntos para entrar en la definición canónica de “crÃpticoâ€
– Pues es lo que hay. Ahora búscate la vida.