Palabras desde otro mundo

30/11/2010

El poder del comentador

Filed under: — Javier Albizu @ 00:08

Si me dedicase a escribir con la única esperanza de recibir comentarios, hace mucho tiempo que habría dejado de hacerlo, o me habría dedicado escribir para los inconscientes que me han ofrecido espacio en sus webs que, todo sea dicho, tienen bastante más tráfico que la mía (cosa, por otro lado, nada complicada)
Si escribiese buscando notoriedad o visitas llegadas desde Google, estaría en Blogger, pondría montones de imágenes y vídeos, gruñiría y lanzaría exabruptos sobre temas controvertidos, tendría Google Adds y la entrada que más tráfico ha generado desde los buscadores no sería una llamada “Stajanovismo” (lo que tampoco llego a entender)
Si mi máxima aspiración fuese recibir copias de prensa gratis, que alguien publicase mi material o ganarme la vida con esto, no estaría pagando un dominio (con nombre “raro”) con su correspondiente hosting, tampoco hablaría de juegos de rol que nunca han llegado a gozar del beneplácito del gran público, ni escribiría relatos con un interés ciertamente limitado sobre distintas facetas de mi vida, o me dedicaría a redactar un juego de rol sin razas no humanas y poca magia (y encima, sin publicarlo en los buscadores)
Vamos, que mis blogs se podrían clasificar bajo los epígrafes de onanismo intelectual (siendo la segunda parte del apelativo opcional) masoquismo emocional y/o/u exhibicionismos de diversa índole.
Vamos, que por aquí voy plasmando lo que me apetece, como, cuando y según me va dando la gana (Aunque a veces no. Que supongo que ya nos vais conociendo a mí, mis neuras y mis contradicciones)

¿Que a cuento de qué viene todo esto?

Que soy un tío que va a su bola. Estoico, incorruptible e inescrutable. Ajeno a las injerencias externas e inmune a modas, presiones mediáticas y cambios sociales. En otras palabras: Cuando mi honor está en juego, de aquí no me muevo (sí, esta frase no es mía).

Claro, todo esto es así, mientras nadie me hace caso. Cuando alguien deja un comentario, comienza el ataque de incongruencia suma y la reestructuración faraónica de todas mis prioridades.

Hasta el año pasado, me encontraba acomodado en una plácida cadencia mensual de entradas. Pero no, tenía que llegar Pablo y decirme que le había gustado una de las entradas del Macroverso y sugerirme que lo moviese entre las editoriales. Tenía que ofrecerse a darle un repaso, pero no antes de que lo hubiese terminado.
No se trataba tanto de la (nula) esperanza de moverlo entre editoriales, como de que le hubiese gustado tanto a alguien como para que lo creyese viable. Ahí daría comienzo en mi cabeza un nuevo baile de planes, ideas y posibilidades.

El Macroverso estaba acotado desde su mismo comienzo; Iban a ser veinticinco entradas, ni una más ni una menos (con todo lo bueno y todo lo malo que esto implica). Debo reconocer que me apetecía llegar al final pronto (bueno, más concretamente, quería llegar a escribir las últimas dos entradas) pero, después del comentario de Pablo, se avivó aún más el deseo de terminarlo cuanto antes. Aunque claro, al mismo tiempo (y por otro lado), tampoco quería dejar colgadas el resto de secciones que estaba escribiendo al mismo tiempo.

Por un lado estaba mi “Biografía computeril” que también me gusta escribir y de la que varios amigos me habían dicho ser seguidores. Por otro, estaba realizando una serie de entradas centradas en hablar de las ambientaciones de los juegos de rol que me dedique a destrozar en una campaña de GURPS (que comencé hace apenas cosa de doce años).
Para poner la guinda al pastel, había vuelto a (re)tomar la (re)escritura de Daegon, mi proyecto más personal (y con el que llevo pegándome desde hace casi dos décadas).
Así que el trabajo se me iba acumulando, con lo que tocaba un cambio de ritmo y ponerse serio.

En un principio me planteé el reto de escribir un poco cada día, aunque fuese un par de párrafos, pero eso cambiaría pronto. Haciendo cálculos rápidos, para poder acabar este año el Macroverso, tenía que cuadruplicar mi ritmo de publicación (ahí es nada) Pero como yo soy así (será la cercanía de Bilbao) me lancé un órdago a mi mismo y dupliqué ese ritmo: Una entrada en el blog normal a la semana, y otra entrada semanal en el blog de reescritura de Daegon.

Y bueno, he conseguido mantener el ritmo hasta hoy, aunque en algunos momentos lo he acelerado (es lo que tiene esto de funcionar a ojímetro, ¿Que queréis? el cálculo y yo nunca hemos estado demasiado bien avenidos) con lo que he conseguido unas ciento cincuenta páginas escritas en lo que llevamos de año (lo que tampoco es como para tirar cohetes, pero se trata de una cifra para nada despreciable en mi caso)

Aprovechando la coyuntura, también he aprovechado para cacharrear con Google Analytics y ver si podía averiguar si la gente se daba un garbeo por mis dominios aunque no dejase comentarios, lo que me ha llevado a descubrimientos ciertamente curiosos (como lo que mencionaba por ahí arriba sobre la entrada sobre el Stajanovismo)

– He descubierto que tengo un lector en Toledo (que creo que es quien ha dejado un par de comentarios en las dos últimas entradas del Macroverso, más que nada porque se ha dedicado a hacer búsquedas por esa palabra)
– He visto que, después de dejar comentarios en algún otro blog, suele haber un pequeño pico de visitas de cero segundos de duración en el mio, por supuesto, sin comentarios, de lo que deduzco que no llego a captar su atención)

– Y, una vez más, he confirmado que Daegon no interesa a prácticamente nadie (lo cual no me ha sorprendido lo más mínimo)

Si a esto sumamos que todos los comentarios que suelo recibir son que todo lo que escribo que-no-es-de-Daegon-gusta-más-que-las-que-si-que-lo-es. Ante este comentario, podría tomármelo por el lado bueno (me gusta esto que has escrito) o por el malo (…) vale, no hay nada “intrínsecamente malo” en esos comentarios. Pero claro, para mis atrofiadas neuronas, la traducción es: Daegon, eso que te cuesta tanto escribir cada palabra, me gusta menos (es malo) que eso que cuesta muchísimo menos escribir (eres un muñón cuando tratas de escribir algo “serio”)
Así soy yo, todo alegría y confianza.
Pero bueno, supongo que la edad me va atemperando un poco y ahora me tomo las cosas de otra manera. Ya no me desanimo (otra vez) y dejo mi pequeñín en el congelador (también otra vez) hasta que (de nuevo, otra vez) haga como que se me olvida esta hecho y me golpee (una vez más) contra el mismo muro.
Ahora la cosa se queda más o menos así:
– ¿Así que te parece una mierda?¿Eh?
– Oye, que yo no he dicho eso.
– ¡Que te calles!
– Es un placer conversar contigo.
– Pues cuando me esfuerce aún más, y mejore más como escrit…
– ¿No crees que tendrías que tomártelo con un poco más de calma. Al fin y al cabo lo que más suele gustar es en lo que menos te “esfuerzas”
– ¿Que te he dicho hace un par de líneas?
– Vale, vale.
– Pues eso, que cuando saque todo lo que tengo que sacar, os vais a cagar.

Pero bueno, antes de que se me se termine de largar de paseo la disgresión por los cerros de Úbeda, vuelvo al asunto con el que empezaba la entrada.

No. No voy a dejar de escribir lo que escribo porque sea más “popular” que lo que a mí me gustaría que tuviese más repercusión. En primer lugar, si comencé a escribirlo era porque me apetecía, así que abandonarlo porque tenga (ejem) “éxito” sería una estupidez.
Una cosa es que no escriba para “molar” y otra que no lo haga para ser leído.
Una cosa es que no espere comentarios, y otra que no me guste (o quiera) recibirlos y los agradezca enormemente.

¿Que para qué escribo?

Lo comenté hace unos cuantos años cuando comenzaba con el blog, pero tampoco está de más el volver a comentarlo.

Escribo sobre lo que me gustaría leer.
Escribo para encontrar a gente con gustos, “sensibilidades” e intereses afines a los mios.
Lanzo al aire (a la red) temas de conversación deseando (aunque, en el fondo, no esperando) que alguien responda a ellos.

Así que ahora, tras la finalización de una de las partes, toca replantearse el conjunto y comenzar a planificar el camino de aquí en adelante.
Por mucho que me haya encantado el último comentario de Yohans Dark (sea quien sea) el Macroverso ha muerto, larga vida al Macroverso. Habrá una entrada más, Macroverso Anotado, donde hablaré de los “qués” y “por qués” de lo que he contado en esta serie de relatos pero, como supongo que podréis entender, no tiene mucho sentido el pensar en secuelas o precuelas. Así que siguiendo la tradición de “A rey muerto rey puesto” toca pensar con que lo sustituyo.
Podría sustituirlo por otra serie de relatos que tengo abandonada desde hace años: Los de la serie del ermitaño (que también tiene un tono “similar”) pero también llevo un tiempo con ganas de retomar alguna de las secciones del antiguo Frikcionario como son las de Nostalgia en cuatro colores, ¿Y este quién es?, Clásicos aún no superados o ¿Por qué nadie habla de…, al mismo tiempo que desde hace un tiempo tengo la idea de hablar sobre la historia de la Informática personal.

¿Que qué problema tengo para no retomarlas?

Que si me pongo a hacer una ratación entre ellas, al final terminaría por eternizarlas todas y, si no me fuerzo, me organizo o me pongo un “calendario” acabaría por dejar alguna (las que más esfuerzo y documentación requieran) abandonadas.
En un principio, mi idea es cambiar un muerto por dos vivos. Donde ahora hay una rotación de tres categorías distintas, pasar a cuatro.
Calculando por encima (ya sabéis, a ojímetro) aún queda Biografía computeril para otro año, pero Mundos improbables acabará bastante antes.
Así que la planificación para el año que se acerca será:
– Daegon Beta seguirá con la misma cadencia.
– Biografía computeril.
– Mundos improbables (posiblemente hasta mayo o junio)
– El último viaje del atlantis (continuación de los relatos de ciencia ficción)
– Lo que elijáis de las opciones mencionadas por ahí arriba.

Si nadie dice nada, supongo que tiraré un dado, por lo demás, el miércoles tendréis una nueva entrada de mi vida entre ceros y unos.

22/11/2010

Shadown World III

Filed under: — Javier Albizu @ 21:50

Habíamos dejado Kulthea después de al borde de la aniquilación, lo que no está nada mal como nuevo punto de partida.
A partir de aquí, la historia de este mundo se divide en dos líneas temporales paralelas: La que conoce la gente (ya sabéis, movimientos de pueblos, creación de naciones y algún que otro elemento curioso) y la que mola de verdad, la historia “oculta” que se va forjando desde el “Círculo Secreto” (y que se nos cuenta en cursiva)

Portada de "Powers of Light and DarknessEl Ahrenreth (el anteriormente citado Círculo Secreto) sería fundado por Daenku, hijo de Utha, para asegurar la protección de los Ojos de Utha y que los portales permaneciesen cerrados.
Durante el largo interregno, los chicos de Daenku, a lo largo de los milenios que ocuparían la larga noche, se irían enfrentando a los demonios y los adoradores de Kdaena que quedaban sueltos por el mundo… no con demasiado éxito. Uno a uno, todos irían pereciendo, sea a manos de sus enemigos o como consecuencia de cerrar alguna de las puertas a otros mundos.
Veinte mil años después de la caída del imperio K’ta’viiri, Daenku se creería el último de los suyos. Incapaz de retomar su tarea en soledad, crearía en una isla al sur de Jaiman una cámara en la que se encerraría hibernando hasta que sus máquinas le avisasen de nuevas perturbaciones en la Aesencia.
Pero Daenku estaba equivocado, y no era el último del Ahrenreth. Durante sus luchas con tras las hordas del Vacío, Ondoval quedaría preso en un portal temporal.
Por su parte, una de sus compañeras sería capturado por los Agothu y llevado hasta el Vacío. Allí, sería inseminada por métodos innombrables, y daría a luz a un hijo que consumiría su mente y su cuerpo. Más adelante asumiría forma humana y encontraría una manera para regresar a Kulthea bajo el nombre de Scherk.

Las máquinas de Daenku le despertarían sesenta mil años después de su encierro, activadas por la cercanía del cometa Sa’Kain.
Al salir al mundo exterior, encontraría un panorama muy distinto al que había abandonado. Los señores de Orhan habían vuelto a poblar el mundo con las razas que habían logrado salvar y el mundo parecía haber cicatrizado gran parte de sus heridas. Asumiendo la forma de un profeta elfo, viajaría por el mundo reuniendo a otros sabios y videntes bajo el nombre de Andraax.

La segunda edad

Andraax junto a Kirin T’thaan y Ilmaris Terisonen fundarían la Universidad de los Loremasters en la isla de Karilôn (parece que a Daenku le gustaba montarse grupos de amigotes con nombres rimbombantes). Desde allí comenzarían a reclutar o individuos con potencial para sacar al mundo de la una manera definitiva de “La larga noche”.
Por supuesto, la cosa no sería únicamente felicidad y buenos alimentos. En el año cuatrocientos cincuenta de la segunda edad, Andraax se encontraría con un K’ta’viiri superviviente que se dedicaba a reclutar seres poco recomendables en la isla de Muliria. Tras una épica lucha, acabaría con el seguidor de Kadaena, pero su hijo medio K’ta’viiri escaparía.

En Emer, seis poderosos Titanes se asientan en la isla montañosa situada en su centro. Bajo la premisa de afianzar el orden en la zona, comienzan a reclutar a sus sirvientes. Pronto surgirán caballeros, sabios y hechiceros que limpiarán la isla de lugrokis y goblin. Son los seguidores de “Los Señores de Votania”.

Portada de la nueva guia del jugadorEn el mil novecientos, volvería el cometa Sa’Kain por las cercanías del mundo. En esta ocasión su interacción con la tercera de las lunas, Charón, provocaría que se abriesen nuevos portales a través de los que llegarían a este universo nuevos seres de una maldad inenarrable. Pronto surgirían por Kulthea sus adoradores, los siervos de la No-vida.
En el tres mil cuatrocientos, un poderoso ser comenzaría la construcción de su fortaleza en la isla de Ulor, cerca de Jaiman. Se trata de Lorgalis, el medio K’ta’viiri que lograse escapar de Andraax. Pronto (apenas quinientos años después) logrará controlar casi todo el comercio marítimo del oeste de Jaiman.
Temiendo que se trate de un siervo de la No-vida, los Loremasters deciden enfrentarse a él. A petición de sus compeñeros, Andraax y Tethior (el más formidable de los forjadores) se retiran a las Fraguas alquímicas de Arión para crear las Seis Coronas para Jaiman.
Seis reinos surgirían con las coronas como su centro (de que me sonará a mí esto) dominando Jaiman y enfrentándose a la No-vida (y a Lorgalis)

Durante los siguientes dos mil años, los dioses oscuros se dedicarían a reclutar de manera sistemática su ejército. Mientras tanto, Voriig Kye, el Dragonlord, asola la costa norte de Silaar, los Zorianos devastan sus tierras tratando de entender una serie de artefactos de la primera edad que han caído en sus manos y la civilización de los Señores de las nubes de Tanara se colapsa.

Cuando el del sexto milenio la segunda edad está llegando a su mitad, el cometa Sa’Kain vuelve a pasar cerca del planeta presagiando una nueva batalla entre las fuerzas de la luz y la oscuridad (cielos, que original) Las puertas se abren de nuevo, los Shards y los Ordainers con sus horrores innombrables se unen a los señores de Charón y sus avatares de la No-vida en las Guerras del Dominio.

Los Señores de Orhan abandonarían su hogar por primera vez y se mostrarían antes las raza de Kulthea para ayudarlas en su lucha. Los Titanes de Emer también revelarían toda su magnificencia y se unirían a la lucha junto a los Loremasters.
Al final, la luz triunfaría, pero la guerra no finalizaría sin bajas. Los Titanes se encerrarían en su fortaleza de Votania y muchos de los Loremasters perecerían en la refriega. Se dice que Andraax enloquecería y se dedicaría a vagar por el este.
Para rematar la faena, la lucha provocaría una (sí, una más) brecha en el espacio-tiempo, liberando a Ondoval. Pero este ya no era un aliado de la humanidad. Una eternidad en otra dimensión le ha hecho perder la cordura.

Así termina la segunda edad, amigüitos. Con más alegría fiesta y cachondeo.
En la siguiente entrada, un pequeño resumen de la tercera edad y el presente del mundo.

16/11/2010

Macroverso XXV

Filed under: — Javier Albizu @ 23:04

Día: El último.
Hora: H más uno.
Lugar: Mundo “real”

– ¿Se puede saber que has hecho? – Javi salió del estado pseudo catatónico en el que se encontraba.
– ¿No es obvio? Lo he matado.
– Serás… – se abalanzó sobre Deux Ex, pero él ya no estaba allí.
– ¿Ya está? ¿Se acabó?
– Eso me temo – Tipo Listo también recobró la lucidez.
– Y ahora… ¿qué?
– Ahora… esto – más allá de la ventana se veía desaparecer los edificios y el mismo aire – la nada – no quedaba luz ni oscuridad, entropía u orden. Nada que pudiese ser percibido.
– No, venga, no me jodas. Este tío podía ser el autor de nuestro mundo. La cagamos y desaparecemos, pero no tiene por que pagarlo todo el mundo. No es dios.
– Mucho me temo que el mundo en el que estamos hace mucho que dejó de existir. Sólo era un mundo real… entre comillas.
– Que no, hombre. Que no hemos podido causar el apocalipsis.
– Si esa es tu preocupación, olvídala. No es el juicio final. Nadie va a decidir nuestro destino, porque pronto no quedará ningún lugar al que ir.
– No sabes cuanto me tranquiliza eso.
– Pero sigo sin verle el sentido – ahora era Ella quien hablaba – ¿Por qué iba a destruirlo todo con su muerte? Él no era así.
– Él no lo está destruyendo nada. La realidad, simplemente, no puede mantenerse sin su ayuda.
– Entonces… nos hemos cargado a Dios. Así, con mayúsculas.
– Es una manera de verlo, pero no creo que la comparación le hubiese halagado.
– No tenemos nada mejor que hacer antes de que se acabe el mundo. Así que te puedes ahorrar las vaguedades y explicarlo de una vez.
– De acuerdo – Tipo Listo tomó aliento – Javi, el Javi que está muerto en el suelo, era quien mantenía el universo en funcionamiento.
Pero no siempre fue así. Al nacer sólo fue una mota más en el tiempo y el espacio.
РNo te pongas po̩tico. Al grano.
– No sé si nació así, o si su capacidad para hacer realidad sus ideas le vino más adelante. El hecho es que era capaz de hacer cualquier cosa, sólo que no lo sabía.
Cada noche creaba universos nuevos que duraban tanto como su sueño y se desvanecían al amanecer.
– ¿Que hemos dicho de ponerse líricos?
– Perdona, supongo que es algo heredado.
Con el tiempo comenzó a crear universos complejos y duraderos. Por lo general, todos ellos partían de una idea sencilla que desarrollaba con más o menos suerte, y el problema surgió allí. Porque surgieron las dudas, las inseguridades y, para que ocultarlo ya, la pereza.
Había ocasiones en las que no daba con la “tecla” necesaria para que sus mundos fuesen consistentes y coherentes. Ideas que no eran los suficientemente buenas como para sustentar esos universos pero que, en lugar de ser desechadas o pulidas, se parcheaban de mala manera. En lugar de comprender como funcionaban aquellos mundos, de aceptar que había cosas que no debían o necesitaban ser explicadas, recurría a justificaciones que sabía que no eran validas, pero que trataba de ocultar bajo capas de palabrería y jerga inútil o, con un simple “por que mola”. Pero, por mucho que tratase de ocultárselo a los demás, el sabía que estaban allí.
– Tío, se acerca el fin del mundo. Un poco de prisa.
– Que sí, que sí, que ya va.
Cada vez usaba más las excusas, el “Deux Ex Machina” y cada vez se enfadaba más con sí mismo por no ser capaz de “crear” sin utilizarlo. Por hacer que los personajes actuaran contra natura con el único objetivo de alcanzar “el momento” que había dado origen a aquellos mundos.

Así llegamos al momento en el que la cosa se descontroló El momento en el que comenzó a soñar con “este” mundo. En como podría ser como sería versión “perfecta” del mundo real. El simple hecho de saber que él no sería capaz de crearlo (ya que él era imperfecto) no le impidió fantasear, y con cada nueva fantasía el mundo cambiaba de acuerdo a sus designios, aunque el no era consciente de ello.
Cada día despertaba en un mundo distinto. En una versión un poco diferente del mismo mundo…
– No me jodas que esto era lo mejor que podía hacer – Javi miró el apartamento con un deje de… desaprobación.
– Oh, no. Él podía hacer cualquier cosa, pero se negaba a sí mismo una posición mejor. No quería hacer que los demás se comportasen de una manera diferente a como realmente eran. No le parecía “justo” el aprovecharse de su “posición privilegiada”. Ni siquiera a nivel subconsciente se permitía esa clase de lujos.
– Me abuuurrooooo.
– Pero llegó lo que tenía que llegar. Javi se enamoró, y ella le dijo que no. Así que el mundo se fue a la mierda. Después de aquello sus sueños cambiaron. Ya no soñaba con mundos perfectos, sino que se dedicó a pensar en la nada. En la muerte. En el final de las cosas. Sus ensoñaciones se llenaron de cataclismos y estrellas que se apagaban. Noche tras noche destruía el universo y cada mañana seguía ahí, pero sólo porque no sabía que lo había destruido. Su ignorancia era lo único que mantenía el curso de la existencia.
Ahora ya no está, y la realidad que él habría recreado le sigue en su último viaje. Se dice que el amor es una fuerza creadora (que lo es) pero también puede ser la causa de todo lo contrario.
– Así que la culpa de todo esto es que este tío era un llorón.
– Hombre, es una visión un tanto simplista.
– No, no. Si yo te creo.
– Cállate – Ella le pegó una colleja.
– Así llegamos al punto en el que perdió el control… sobre aquello que ni siquiera sabía que era capaz. Primero vosotros tomasteis consciencia sobre vuestra propia naturaleza, y él os alentó a ello plasmando vuestras conversaciones.
Pero aquello tampoco pasaba de ser una anécdota. Sólo erais una gracia. Una herramienta para aclarar sus pensamiento. Cuando Deux Ex tomó consciencia de sí mismo y cuanto le odiaba, fue cuando todo comenzó a precipitarse.
Yo traté de avisar a Javi en sus sueños. Pero el paraje onírico es un lugar muy inestable, por no decir una porquería para los intentos comunicativos.
Deux Ex, en un principio tenía miedo, y trató de utilizar a Javi contra si mismo. Por eso fue al microverso para tratar de “reclutarte”. Tú no dejas de ser una proyección de Javi en aquel lugar, por lo que estabas más cercano que nadie a su misma naturaleza.
– Cuanto honor.
– Sí alguien podía superar la barrera que separaba los mundos sin un apoyo expreso del “autor”, ese eras tú.
– Pues fui el último en llegar aquí, así que ya me dirás.
– A ver, para cuando Deux Ex fue capaz de asumir su papel, vosotros ya llevabais una temporada larga dando vueltas por allí. Además, adaptarse a según que cosas cuenta un tiempo.

Cuando lo vi ponerse en movimiento, también comencé a mover mis piezas, y envié a Tipo Duro hasta este mundo. Pero aquello le enseñó el camino a Deux Ex.
– Vaya Tipo listo de los cojones.
-No es tan sencillo. La esencia de Deux Ex consiste en que él es capaz de lograr cualquier cosa. Da igual lo inverosímil que sea. Es la justificación suprema. Así que, en mi defensa, diré que lo hice lo mejor que pude.
Por desgracia, cuando Deux Ex llegó al mundo real, metió a Tipo Duro en una situación de la que salió, digamos… “quemado”
– Eso, tú ríete.
– Y, además, para echar más sal en la herida, le salvó. Para terminar la faena, también me arrancó a mi del plano de las abstracciones para que pudiese ver más de cerca su “obra magna”.
– Vaya cuadrilla de pringados con los que me han juntado.
– ¿Quieres dejar de hacerte el gallito? – la mirada de Ella se le clavó con dureza.
– Lo siento, es un mecanismo de defensa. Sigue.
– Entonces, a mí ¿quien me trajo?
– Mucho me temo que fue Javi. Acababa de tener una experiencia digamos… traumática.
Tras años de mucho sufrir, llorar en silencio y todas esas cosas que se suelen hacer tras un desencanto amoroso, había encontrado una especie de “momento de paz”.
Ya está superado, se dijo, ahora puedo hacer vida normal. Pero no podía estar seguro de aquello sin ponerse a prueba. Así que, inconscientemente, creó una situación que validase su afirmación. Una “prueba de estrés” para demostrarse que no se mentía a sí mismo.
El problema fue que su yo consciente no estaba preparado para una prueba de aquel calibre. Al final la superó, sí, pero no sin recibir (ni causar) daños. Una cosa era que lo hubiese “superado” y otra que quisiera estar solo. Ahí es donde entras tú.

Finalmente, yo logré traerte hasta aquí, Javi. Mi esperanza era justo la contraria que la de Deux Ex, que tú, al ser más cercano al autor, pudieses hacerle ver la verdad (y peligrosidad del asunto)
Lamentablemente, él nos encontró a nosotros antes, y nos convirtió en meros secundarios de “el plan”

Y aquí estamos, esperando el fin de todo. Vaya, que oportuno, comienzo a desvanecerme.

– Bueno, supongo que esto es el fin – Javi miró a Ella. Deux Ex le había hecho recordar todas las ocasiones frustradas de ser feliz en sus vidas anteriores y paralelas.
– Al menos me queda el consuelo de que, esta vez, no eres tú quien me quita la vida – la dureza había desaparecido de su mirada – Me alegro de que el final me llegue junto a ti.
– Yo no me alegro, pero… – no podía apartar la mirada de aquellos ojos que se desvanecían ante él. La acercó para besarla, pero no llegó a tiempo. Típico.
Recordó una conversación que había tenido con Javi. Cuando le acusó de que, mientras él un tuviera pareja, sus personajes jamás serían felices. Al final iba a resultar que tenía razón.
Miró el cuerpo en el suelo.
– Pobre desgraciado. Con un poder ilimitado y no has podido evitar que la historia de tu vida acabe como el culo.

08/11/2010

Asaltando Atenas (Versión ligera)

Filed under: — Javier Albizu @ 22:40

Aludiendo a la cultura helénica una vez más, tras triunfar sobre el modo de vida de ¡¡¡ESPARTA!!! (aunque sin muerte, sangre… CGI ni cuerpos sudorosos y aceitados) ahora dirijo mi mirada hacia otra de las conquista de otra de las polis de la Grecia clásica.
Quizás os preguntéis sobre que toca el desvarío de hoy.
El ya clásico ¿Qué se ha metido este hoy?
A lo que os responderé: Nada, sigo siendo un… eeee… tío de taitantos muy sanote.
Simplemente, os diré: Lo he vuelto a hacer.
¿El qué?
Me he vuelto a meter en otro embolado de los míos.
¿Que me deje de metáforas y os diga de que se trata esta vez?
Vale: Me he apuntado a hacer un bachillerato (tecnológico) a distancia (aunque aquí, en Pamplona)
¿Tanta paja para esto?
Sí, para esto y un poco más.

Para comenzar, lo haré siguiendo la manera habitual. Dando un rodeo.
Porque aquí hay un culpable claro y destacado.
Pues la culpa, como de costumbre (aunque sólo en un principio) la tiene Daegon. Porque claro, la cosa luego continuaría por unos derroteros, no por lógicos, menos inesperados (y, si no dejáis de leer aquí, os vais a tener que tragar toda la historia, avisados quedáis)

A principios de año, cuando retomé el largo tiempo postergado juego de rol de Daegon, me planteé hacerlo por varios frentes.
Uno (o primero) obviamente, la reescritura de todo el material de trasfondo que ya tenía escrito.
Dos (o… bueno, confío en que lo deduciréis vosotros solitos) el tema de la web.
Y tres (o…eso) el tema gráfico.

Las cuestiones primera y segunda, entran (más o menos) dentro de mis (enormemente limitadas) capacidades. La tercera (muy a mi pesar) se sale un poco (vale, bastante) de mi campo de acción habitual.
No es que no quiera dibujar, es que soy un muñón y nunca le he dedicado a esa faceta mía el tiempo necesario como para sacar unos resultados satisfactorios.
Así que empecé a (re)escribir. Primero despacito, para luego plantearme el seguir un ritmo concreto. A la vez, también me puse a practicar con el lápiz apoyándome en un libro muy interesante llamado «Aprende a dibujar con el lado derecho del cerebro» (lo cual, aunque a simple vista, pinte un tanto doloroso, no lo es en absoluto)
Coincidió que, junto a un periódico (ya ni me acuerdo cual) comenzó a salir un curso de dibujo y pintura. Así que, confiado yo, compré unos cuantos de sus fascículos «Cuando acabe con el libro, empiezo con el curso» – me decía. Pero no acabé con el libro, ni continué practicando el dibujo (una vez más)

Así irían pasando los meses y saliendo las páginas de texto de manera regular. Y, de la misma manera, iba «acercándose» la necesidad de darle un aspecto «visual» a mi mundo.
Decidido a lanzarme a lo loco, contacté con varios ilustradores (no demasiado) decidido a delegar (previo pago) en otra persona el aspecto gráfico de mi pequeñin. Así que también comencé a mandar correos a varios artistas que encontré por la red y que me gustaron. Tres de ellos ni siquiera me respondieron. El cuarto me dio un precio bastante razonable, pero andaba con mucho jaleo, así que, mucho me temo que tardará bastante tiempo antes de que pueda ponerse con algo que le va a reportar escasos beneficios en comparación a su trabajo habitual.
Ante esta perspectiva, volví a la opción de ponerme manos a la obra con el dibujo. Pero esta vez en serio. Nada de seguir mi tónica habitual de «aprendo lo que me hace falta para este momento en concreto». Se acabaron las medias tintas. Como me conozco, me iba a «forzar» a estudiar; Me iba a apuntar a un bachiller artístico, ya fuese nocturno o a distancia.

Pero claro, para tocarme un poco la moral, en Pamplona no existe ninguna de esas dos posibilidades.
Mirando por internet, vi que tanto en Badajoz, como en Madrid y País Vasco (por Barna me suena que también, pero como la página estaba sólo en catalán no le dediqué demasiado esfuerzo) sí que existía esa opción.
Investigando un poco, y en una nueva muestra de el odio que me profesa el mundo de la educación (a mí y sólo a mí) por muy «a distancia» que sean en teoría esos cursos, tienes que ir a hacer los exámenes de manera presencial a los lugares en los que se imparten.
¿Que implica eso?
Veintisiete exámenes anuales (con suerte, y si no hay suspensos) en días sueltos, con sus correspondientes viajes a los centros de estudio. Vamos, dejarme una pasta en viajes y/o/u alojamiento, a lo que añadiríamos el invertir todas mis vacaciones en hacer los exámenes.
Vale, en el caso del País Vasco, igual podía permitírmelo dependiendo de las horas de los exámenes, pero había un pequeño problema: Una de las asignaturas es euskera, donde mi conocimiento se reduce a cosas como Kontuz Goku o Madarikatua.
Conclusión: Igualmente inviable.

¿Vale, y como llegamos desde aquí hasta el Bachillerato tecnológico?¿No son conceptos un tanto… antagónicos?
Podría decirse que sí. Pero siempre he sido una persona llena de contradicciones.
Pero la respuesta a esta pregunta es muy sencilla.

Mientras miraba las posibles opciones formativas que tenía a mi disposición, vi que entre ellas se encontraban algunas de mis bestias pardas. O lo que es lo mismo: Matemáticas y física (entre muchas otras)
Así que me dije; “Ya que estás lanzado a forzarte con algo que necesitas, quítate esta espina de una puñetera vez”

Yyyyy… continuará en la versión “Sesuda”.

04/11/2010

Macroverso XXIV

Filed under: — Javier Albizu @ 00:42

Día: El último.
Hora: H menos cero.
Lugar: Mundo “real”

“Tenemos que hablar”. Vaya. Primero llegó el subidón. Súbito, estúpido e irreflexivo. Después la cautela. El socorrido “irrelevante”, el echar agua fría a las neuronas y tratar de frenar el ímpetu.
Entonces todo comenzó a precipitarse hacia el abismo esquizofrénico.
– “Tenemos que hablar”
– ¿De qué?
– Piensa. No la conoces de nada. Alerta de posible pirada.
– Pero… es que…
– ¿Qué?
РNo s̩. Tiene algo.
– Vas a hacer que me repita. ¿Qué?
РAhora me repito yo. No lo s̩.
– ¡Y dale! Datos, necesito datos.
– ¡Joder! Que no lo sé.
– Pues ya estás tardando en enterarte. Céntrate. Cierra y los ojos y respira. Datos. Sí, ya sabemos que es guapa. ¿Y qué? Ya estamos otra vez. No sabes de que quiere hablar contigo, y ya estás empezando a pensar en vuestro matrimonio, los niños y el perro.
– ¿Perdón?
– Es una manera de hablar. Que no, cojones. Sabes el procedimiento: Conocer, valorar y…
– Y hostión. Sí, ya me lo conozco.
– Un intento, un fallo. Vale, cien por cien de cagadas, pero no me llores. Ya lo analizamos en su momento. ¿Qué pasó? Que no la conocías. ¿Donde la cagaste? Dejando que la imagen mental que te habías creado de ella ocupase el lugar de la persona real. El problema es que te enamoraste de alguien que no existía. Te dijo que no, punto . Ya lo hemos hablado y lo asumimos hace tiempo. Ahora no repitas el mismo error – Javi levantó la mano mentalmente para pedir turno de palabra – Quieeeto, que te veo venir – pero parecía que no iba a tener esa suerte – Vale, no sabemos si ella cometía el mismo error que tú, pero eso ahora es ya:..
– …
– Venga, que tú puedes:…
– ¿Irrelevante?
– Muy bien.
– Pero…
– ¿Se puede saber que te pasa? Ni peros ni… eso.
Los apenas cuatro metros que separaban la cocina del salón se le habían hecho eternos con el incesante.
– Nada de echarle miraditas de refilón, que te caneo. Ni se te ocurra girarte.
Definitivamente; iba a ser un tanto complicado hablar con ella si no quería mirarle a la cara. A todo esto ¿De qué quería hablar ella?¿Se lo había dicho?
– A todo esto ¿De qué querías que hablásemos? – tentó a la suerte.
– No sé… sólo necesito hablar con alguien – su ego se resintió un poco por eso pero, por otro lado… No. No le vio el lado positivo.
– ¿Llevas mucho tiempo viviendo en el edificio?
– … – dudó – No lo sé.
– Pues lo siento mucho, pero no se me ocurre una pregunta más sencilla para romper el hielo – eso, hazte el gracioso.
Se hizo el silencio. Sabía que le estaba mirando, pero no quería girarse. Aún así, lo hizo. En cuanto sus miradas se cruzaron, ella rompió a llorar. Su primer acto reflejo fue abrazarla y decirle alguna frase hecha, genérica y tramposa. Mentirle para que se sintiese mejor y se calmase. Ser el reflejo de lo que siempre había visto en las películas. Pero dudaba. ¿Haciendo eso sería él, o sólo alguien más imitando un comportamiento ajeno?
Le costó toda su frialdad el contenerse, pero no podía evitar que su corazón se acelerase. No podía apartar la mirada de ella. En su interior, el dolor ante aquella impotencia se le hacía inaguantable. Quería rozar su mejilla y secar sus lágrimas, acabar con quien fuera que le hubiese causado tanto dolor. Era algo ajena a su aspecto. No era sólo guapa, era …
– Eso no lo sabes.
РD̩jame en paz.
Se abalanzó sobre él y lo abrazó como desesperada.
– No sé quién soy. No sé qué hago o cuánto llevo aquí. Sólo camino, me muevo y respiro, pero no me siento ni una persona.
Sonó el timbre. Lo ignoró. Sonó de nuevo. Lo volvió a ignorar. Escuchó como alguien parecía estar echando la puerta abajo. Le daba igual. Cuatro tipos llegaron hasta el salón.
Vale, a aquello iba a tener que prestarle atención.

– Que bonito. Míralos a los dos, ahí abrazaditos – aquellos tipos le sonaban de algo, pero no era capaz de ubicarlos.
– ¿Habéis destrozado mi puerta? – no era una pregunta especialmente brillante, pero era un comienzo – Empieza a entrar corriente.
– Sí, ha sido el amigo este, que tenía prisa – señaló a alguien que parecía el hermano hormonado de Akenatón – Pero bueno, voy a ahorrarme las presentaciones, para lo que van a servirte. Hemos venido a matarte.
– Mi blog es malo, pero esto me parece excesivo. Aunque, mirándolo por otro lado, acabo de descubrir que tengo cuatro lectores. Supongo que podré morir feliz.
– No vas muy desencaminado.
– Me dejaréis escribir una última entrada antes de morir – siempre se había preguntado como reaccionaría ante una situación de vida o muerte. La verdad es que se lo estaba tomando bastante bien. Vale, seguramente sólo vendrían a robarle pero, aún así, aquello era demasiado serio como para estar tomándoselo con tanta tibieza – Ahora que sé que tengo “fans”, supongo que os debo una entrada de despedida.
– Eres la viva expresión de “el ignorante vive feliz” Menos mal que estoy yo aquí para sacarte de tu ignorancia.
– Ilumíname, oh sabio – a ver, la katana la tengo en mi habitación, así que no es una opción. Como le pongan una mano encima a la chica, estos no salen enteros de aquí.
– Por todos los… – parecía que se estaba cabreando ¿aquello era bueno o malo? – Eres igual de irritante como persona que como demiurgo.
– ¡Toma ya!¡Demiurgo! Como se nota que alguien ha sacado partido a sus estudios.
– ¡Ya está bien! Venga, pégale un tiro de una vez – sacó una pistola y se la entregó a uno de sus acompañantes. Un individuo que le resultaba tremendamente familiar. Estaba convencido que se parecía mucho a alguien que conocía seguro.
– ¿Vais en serio? – parecía que iban en serio – ¡Joder!, vamos a hablarlo. ¿Que os he hecho?
РQue que nos has hecho. T̼, nos has hecho.
– ¿Un poquito más de concreción? – ¿de verdad crees que es buena idea seguir con las gracietas? – ¿Por favor? – hombre, donde va a parar. Eso lo arregla todo.
– Somos creaciones tuyas.
– ¿Perdón?
– Si lo miras desde un cierto ángulo (y con un poquito de ironía), tú solito te has buscado esto.
– Creo que me he perdido algún capítulo de esta serie.
– Voy a intentar explicártelo con caramelos. Somos personajes de tus relatos. Esa gente a la que te dedicas a putear. A hacer “dramáticamente interesantes”. A quienes usas como elementos reciclables una y otra vez para plasmar tus neuras y tu sentido de la “épica” y la “tragedia”
– Venga. Estáis de coña.
– Es… verdad – la chica se levantó mirándole horrorizada.
– ¿Que? No, venga ya – sí, aquello se asemejaba más a la brillante verborrea que creía que desplegaría ante una situación como aquella.
– Eres tú. ¡Tú me has hecho esto!
– Venga – hala, otro venga en dos frases. Bueno, mejor se centraba en otras cosas en lugar de hacerlo en su limitado repertorio de expresiones genéricas – No puedes tragarte este cuento – obviamente, podía. Quería poner la alerta de posible pirada, pero no podía. Aquellos ojos desprendían un dolor atroz. Un dolor de… de esos que le gustaba para sus personajes.
– ¿Sabes por todo lo que me has hecho pasar?
– Venga – e iban tres – Esto no tiene sentido.
– ¿Sabes cuantas veces me ha asesinado quien más quiero?¿Sabes cuantas veces he tenido que mirarle a los ojos y perdonarle porque, muy en el fondo, sabía que no era culpa suya?¿Sabes cuanto he podido llegar a odiarte durante todos los incontables eones de dolor que he has pasar? – no sabía si era el miedo ante una muerte casi cierta, o la convicción y agonía con la que le arrojaba aquellas palabras, pero le creía. Aquello no tenía ningún sentido, pero le creía. Además, parecía que su voz interna se había largado, así que no tenía quién le anclase al mundo de los cuerdos.
– Te cedo el honor – Deux Ex le entregó la pistola a Ella.
– Pero yo no os he hecho nada. Yo sólo escribo historias. Vosotros sois personas reales. Yo no puedo crear a personas reales. Además – se le ocurrió una idea desesperada ideal para la situación – Mis personajes, mis protagonistas, jamas matarían a alguien así, a sangre fría. Si lo sois, eso tenéis que saberlo. No matan por venganza – hizo memoria. No, creía que nunca había escrito a ningún personaje así, demasiado “fácil” – Si me matáis, estaréis demostrando que todo lo que decís es mentira.

Ella miró a Javi, bueno, al Javi del microverso. Sin mediar una palabra se lo dijeron todo. Era verdad (aquel era un recurso que también había utilizado más de una vez). No podían matarle. En el fondo tampoco era culpa suya. Él sólo contaba la vida de unos personajes que no existían. No podía imaginar que pudiesen llegar a tener sentimientos reales.

– Está visto que aquí tengo que hacerlo yo todo – Deux Ex cogió la pistola – Pero bueno, a todo se acostumbra uno.
– ¿Y por qué no se te aplica el razonamiento de antes a ti?
– Porque yo no soy un personaje “normal”. Yo soy el recurso que utilizas y desprecias. La justificación que das para que las cosas sucedan. Soy el barniz que une tus historias y que luego ignoras mientras te dedicas a pisotearlo como si no estuviese por ahí. Soy lo único que podría salvar ahora tu triste vida de mierda. Pero no me da la gana.
Disparó a Javi a la cabeza, matándolo en el acto.

01/11/2010

PCVerso XVI (El acelerón)

Filed under: — Javier Albizu @ 22:01

Si el noventa y cinco había sido un año descubrimientos, el año siguiente sería el que daría comienzo a las “Crisis de las versiones infinitas”
Cuando estabas tan a gusto con un programa con el que, más o menos, te defendías, te sacaban una versión nueva. O un programa que hacía lo mismo “pero mejor”. Cuando ya habías “estabilizado” tu parque de programas, salía un procesador nuevo. O una tarjeta de sonido mejor. O un cacharro que dibujaba montones de triángulos pequeñitos.
Siempre había algún “O” rondando por ahí. Tentándote con sus cantos de sirena y pujando por hacerse con tus ahorros (bueno, esto último podríamos considerarlo un eufemismo, porque nadie podría permitirse el pagar lo que costaban el noventa por ciento de los programas que utilizaba)

En mi caso, el estándar era: Cuatro ocho seis con Ventanitas noventa y cinco (aquí no había mucho entre lo que elegir… porque no tenía ni idea de lo que era Linux y los Mac se escapaban del presupuesto) Word siete (y sus catorce discos) Photoshop tres (el cuatro ya estaba en el mercado, pero no había llegado hasta mis dominios) Corel Draw cinco, QuarkXpress tres punto tres, Pagemill uno, Netscape navigator cuatro, Eudora (no recuerdo que versión) y Campaign cartographer uno punto dos.
Como podéis ver, todo muy apañado.

Pero claro, las compañías tenían que comer y, con el reciente advenimiento de internet a nivel “público”, la información volaba a una velocidad de vértigo. Vale, aún no nos podíamos descargar las cosas alegremente (la velocidad no daba para mucho y el espacio web del que se disponía tampoco era como para tirar cohetes) pero sabíamos enseguida a lo que podíamos aspirar.

El año anterior apenas sabía que era el correo electrónico, los “gifs”, los “jpegs”, el html o el IRC (los palabros me sonaban de los amigos universitarios, pero no los había “catado”) y en menos de un parpadeo ya estaban integradas en mi vida como si siempre hubiesen estado ahí.

El ordenador de la tienda evolucionaría a un pentium doscientos adquirido en el Centro del Mal aunque, junto a él, vendría también un visitante no deseado: Un virus. Al fabricante del ratón se le había colado, y todos sus dispositivos habían salido con el disco del controlador infectado (parece que el apodo de Centro Mail no iba muy desencaminado)
Aprovechando mi “mejoría técnica” y tratando de alimentar los primeros pasos que estaba dando en el diseño web, empezaría a comprarme un curso que había visto en uno de los quioscos que me pillaban al lado del trabajo; el “ Curso IBM de Animación diseño gráfico y multimedia”

En un principio, la cosa prometía (y el anuncio de la tele, como no podía ser de otra manera, te mostraba una serie de cosas que te hacían decir “Yo quiero ser capaz de hacer eso”) pero las promesas, al final, no se cumplían.
Con cada uno de los cincuenta ejemplares que componían el curso, venía un disco (lo que tendría que haberme hecho sospechar, ya que los Cds eran ya algo común) con una pequeña parte de uno de los programas que nos enseñaban a utilizar.
¡Mola! te decías. Además te regalan programas y ¡también te regalaban el sistema operativo!.
Pero la cosa no era tan bonita. Aquel curso estaba compuesto por otros dos que habían publicado vete tú a saber cuanto tiempo antes. Uno de diseño gráfico y otro de programación de C++.
Los programas estaban desfasadísimos (y el sistema operativo era un Windows tres uno) y trabajar con los disquetes era un dolor.
Al final, el curso sólo me sirvió para descubrir un nuevo programa (una alternativa legal y asequible al Photoshop) que sería el Picture publisher (y cuyo CD con una versión “lite”, aunque bastante posterior a la que venía en el curso, encontraría por unas dos mil pesetas en el mismo quiosco)
Gracias a él, y a la versión shareware del Paint Shop Pro, desterraría por una temporada a la criatura de Adobe de mi equipo.

De todas formas, a aquel año aún le quedaban muchas cosas por depararme pero, como ya es tradición, dejaré eso para la siguiente entrada.