Pues no. No me refiero a las vacaciones (esas que me cogà tan por sorpresa y a traición, que no tenÃa intención de cogérmelas) de esta semana pasada. Estas vacaciones que lo han acabado siendo tanto, que ni siquiera escribà mi columna del lunes pasado (cuando aún no sabÃa que me las iba a coger) que iba a llevar este titulo, y que me dispongo a escribir ahora mismo. Hoy (o la semana pasada) toca columna nostálgico friki.
¿Qué es lo bueno que se ha acabado?
Lo cierto es que se acabo hace mucho, mucho tiempo (y tampoco es que fuese demasiado “buenoâ€, es mas. Era bastante malo. Tan malo, que incluso era bueno). Con esta serie de incoherencias, no me estoy refiriendo sino a:
Tachaaaaan, las italianazas de los setenta y ochenta.
No hablo de las pelÃculas de Jaimito. Tampoco de las de Bud Spencer y Terence Hill. No me refiero al spaghetti western, ni siquiera a los peplum. No.
Me refiero a esas pelÃculas hechas únicamente para aprovecharse del éxito de la ultima producción americana que estaba arrasando en los cines en el momento que fuese.
¿Que los yankis hacen Conan?. Pues nada. Ahà tenemos “Ator el poderosoâ€, o “los Bárbarosâ€. ¿Qué perpetran Red Sonja? Hala, pues hacemos “La reina bárbaraâ€. ¿Qué hacen star wars?, pues nada “Starcrash†¿Alien?, “Alien contaminationâ€. Para que luego hablen de los chinos y sus copias. Los italianos si que eran unos fieras en este campo. La verdad es que no se porque se dedicaban a “copiar†a los yankis, porque con lo delirante de los argumentos de aquellas pelÃculas, daban buena muestra de que imaginación no les faltaba (porque al final no se parecÃan a sus supuestas “inspiradoras†ni por el forro, lo cual, en un principio, tampoco tendrÃa porque ser malo).
Claro, tu padre iba al videoclub en busca y captura de algo con lo que calmar tu ansia televisiva, y volvÃa a casa con esos pedazos de caja de cinta de video, con una carátula muy chula (eso si que se lo curraban), y un titulo remotamente similar a algo que les sonaba.
Luego llegabas tú, pobre e indefenso. Incauto e infeliz, y no se te ocurrÃa otra cosa que poner la susodicha cinta en el reproductor de VHS, y flipabas en colores (sin necesidad de sustancias dopantes). Guiones sin ningún sentido (al menos carecÃan del menos común de los sentidos, que no es otro que el sentido común). Actores con menos sentido aún (al menos el del ridÃculo era un sentido del que carecÃan). Producción de cartón piedra (pero del barato), vestuario mÃnimo y cantoso a mas no poder.
Asà que, ¿Qué obtenÃa el indefenso joven a cambio de las pesetillas que le habÃa costado a su padre alquilar aquella aberración?. Hora y media de diversión descerebrada (ahà va. Como con las superproducciones yankis de la actualidad). Daños masivos en el tejido neuronal, y luego crecer para convertirse en…nosotros.
Porque luego crecÃas, y con tu paga podÃas ser tu quien alquilaba aquellos horrores tecnológicos. En ocasiones por descuido, pero muchas otras veces era algo premeditado y con alevosÃa.
Llegabas al video club, y tus sentidos eran asaltados por cientos de miles de millones (bueno, quizás alguna menos) de carátulas del mas variopinto calado. Tipos cachas en taparrabos, tipos cachas en andrajos post nucleares, tipos cachas siendo atacados por aberraciones del espacio exterior, tipos cachas atacados por babosas de las profundidades. Tú llegabas, y te decÃas “no todas tienen porque ser tan malas. La carátula mola. Asà que tirabas los dados mentales, cerrabas los ojos, y cogÃas una de ellas. Daba igual cual. Eran un yonki, un adicto al video club, y no podÃas perderte tu dosis periódica de lo que fuera.
Llegabas a casa, y cuando la familia se habÃan acostado (o habÃa salido de viaje), te atrevÃas a poner lo que habÃas alquilado. A ser posible acompañado. Y nada, a partirte el pecho con la serie de sinsentidos que pasaban por la pantalla de la tele.
Pero todo lo “bueno†se acaba.
Esa época ya murió. El boom de los video clubs pasó, y estos fueron cerrando. Ahora abundan cajeros automáticos, expendedores sin personalidad, de pelÃculas sin personalidad. Solo encuentras veinte copias del ultimo dvd que acaba de salir. Nada de dibujos tipo Boris Vallejo en las portadas. Solo fotitos de los actores.
Ahora entras a uno de esos antros de perversión, y ya no hay tal perversión. Las hileras e hileras de vhs han desaparecido. Han sido sustituidas por las carátulas de los dvds, todas iguales (porque solo tienen dos pelÃculas).
No voy a decir que aquellas pelÃculas eran mejores que las que se hacen ahora (aunque tampoco eran mucho peores). No voy a decir que el vhs se veÃa mejor que el dvd. Pero si que echo de menos aquello.
Es como en los primero tiempos de los video juegos. Tu ibas a la tienda, y veÃas una carátula chulÃsima, y veÃas los pantallazos en la parte de atrás (y si leÃas la letra pequeña ponÃa “imágenes de la versión de Atari Stâ€). Y llegabas a casa, y el juego era una porquerÃa. Los gráficos no se parecÃan para nada a los que habÃas visto. Pero te daba igual, y te lo pasabas como un enano (porque es lo que eras), y un mes después seguÃas jugando. Porque el juego tenÃa un bug, y no se podÃa acabar. Pero te daba igual, y tu seguÃas jugando.
No existÃa internet. Solo tenÃas la MicromanÃa con sus mapas hechos a manos, sus cargadores que no eras capaz de hacer funcionar, y sus pokes que no sabÃas como introducir. Pero no necesitabas.
A mi esto de cumplir años, como que me da igual. Pero esto de crecer, y que el mundo evolucione en una dirección distinta a la tuya, es una mierda.
Menos mal que quedan otros que evolucionan tan “mal†tu, y que tienen mas cerebrin, y se dedican a hacer emuladores, para que puedas ver aquello que perdiste hace tanto tiempo. Aquellos que se dedican a rescatar del olvido aquello que nunca debió ser olvidado.
Aquellos que te devuelven lo que tuviste para que, mientras dices “¿como pudo gustarme esto?†no seas capaz de quitar sus ojos de la pantalla. Y quizás, mientras estas riéndote de lo malo que era todo aquello, dejes escapar una lagrimilla. Y dirás que te rÃes de lo malo que es aquello, que lloras de risa.
Pero en el fondo sabes que eso no es del todo cierto.
MagnÃfica columna la de esta semana, tanto en estilo como en contenido. Felicidades, Javi! (y sÃ, yo también me acuerdo de aquellos videoclubs, y de aquel sacarte, mirando antes a ambos lados, la carpeta de pelÃculas pirata en vhs que se veÃan fatal y oÃan peor, pero que te sabÃa a gloria…)
Tu lo que eres es un nostálgico. Ojo, que no es ni bueno ni malo, pero si es cierto.
Nunca he negado ser un nostalgico. Y no me parece nada vergonzante ni de lo que renegar. Me acepto (o trato de aceptarme) tal y como soy.
Soy un friki y un nostalgico, lo reconozco libremente, y bien contento que estoy de serlo.
Cuando tenga mi castillo con ejército privado tendremos una sala llena de aparatos desterrados por la evolución tecnológica y millones de cintas VHS, beta y 2000. Eso, por supuesto, 100m bajo tierra.
Va a ser la monda lironda.