Jorune, Jorune, Jorune. Me encanta Jorune. Tanto es asà que ya escribirÃa una entrada sobre él antes de que en este blog se hablase de esas cosas. Por desgracia, y como suele suceder con los juegos que más me gustan, y volviéndonos un tanto vulgares, no se ha comido nunca un torrado comercialmente. Y mira que lo tiene todo, ciencia ficción, fantasÃa, pulp. Conceptos propios y heredados. Originalidad y clasicismo. Pero nada, que no hay manera.
La caja en la que presentaba la segunda edición serÃa parte del primer cargamento de material rolero adquirido de manera legal que entrase en mi casa (de manera menos, ejem, legal, ya me habÃa hecho antes con una “copia†del D&D del amigo Multimaniaco) Tan maravilloso tesoro llegarÃa hasta mis manos y ojos junto al Players Hadbook del AD&D segunda edición, el Top Secret y la Dragón número ciento treinta y cuatro (julio del ochenta y ocho) gracias a un viaje de verano de mi hermano pequeño a Inglaterra.
Fue verlo y caer rendido a sus pies. A la mierda las láminas a color del Dungeons, a paseo con sus doscientas páginas de hechizos. Aquella caja y sus libretos con ilustraciones en blanco y negro me habÃan conquistado.
Pero bueno, al final terminarÃa arbitrando AD&D mucho antes que Jorune. Aquel mundo era tan bonito que casi me daba miedo tocarlo y “romperlo†con mis partidas. TendrÃan que pasar cosa de diez años desde que entrase en casa para que arbitrase mi primera partida en él (y lo destrozase)
Pero bueno, encaminemos la nostalgia hacia donde debemos, y comencemos con la lección de historia de hoy.
Lamentablemente, la historia de la publicación de Jorune no ha sido tan rocambolesca como la de algunos de los juegos que he comentado hasta el momento y parece ser que, pese a sus buenos comienzos, no veremos una nueva edición de este juego.
La primera edición de Jorune se publicarÃa en el ochenta y cuatro. Por lo poco que he podido encontrar al respecto, la idea sobrevino a los autores mientras realizaban un trabajo para la clase de ingles. Aquel par de veinteañeros; Andrew Leker y Miles Teves, se montarÃan su propia editorial, Skyrealms Publishing, y sacarÃan el juego en un único libreto. No se que tirada sacarÃan, pero la cosa es que es prácticamente imposible de conseguir.
Aquella primera edición… pues era un juego de su época, con bichos de toda Ãndole que matar y poco más. Me gustarÃa poder decir algo más sobre ella pero, como ya os comento no hay manera de encontrar información. Por lo que he podido leer al respecto, no se debÃa parecer demasiado a lo que vendrÃa después (ni siquiera en el mapa) pero era un comienzo.
Para este edición no sacarÃan más que una aventura: Maustin Caji, que serÃa el germen para el futuro juego de ordenador ambientado en este mundo.
La segunda edición (mi adorada caja) saldrÃa un año después, en agosto del ochenta y cinco. Aquà la cosa ya cambiaba. A nuestros amigos Leker y Teves se les unirÃa más gente; Mark Wallace, David Ackerman, Amy Leker y Darren Champlin echarÃan una mano en los textos y Alan Okamoto junto a Brian Miller lo harÃan en el terreno gráfico.
Como sabréis, no soy amigo de categorizaciones y afirmaciones absolutas pero, con esto siempre suelo hacer una excepción y digo que (en mi opinión) esta es la mejor portada que se ha hecho jamás para un juego de rol. Bueno, igual parece que exagero, pero no he encontrado otra que se le acerque en mi estima.
Ahora os dejo unos minutos para que os recreéis y deleitéis con la portada de la caja.
¿Ya?
Vale, continúo.
La caja contendrÃa cuatro libretos:
Player manual que… os podéis hacer una idea de lo que es.
Sholari Guide. Aquà ya empezamos con la jerga joruniana. Un Sholari, según la lengua shantica (la de la raza originaria del planeta) significa “guÃa†o “maestro†En nuestro caso hace referencia al “masterâ€, “árbitro†o “director de juegoâ€. Asà que también os podéis hacer una idea de que esperar de este libreto.
A estos les seguirÃa Tauther Guide. La tothis es rito social por el que los habitantes del reino de Burdoth aspiran a convertirse en Drenn (ciudadanos)
En este libreto encontramos una descripción del mundo desde el punto de vista de un habitante de Burdoth. Vamos, treinta páginas con montones de (gloriosas) ilustraciones y textos ideales para entregar a tus jugadores y que sepan lo que saben sus personajes.
Para terminar tendrÃamos una aventura de iniciación: El skyrealm de Kolovisondra. En ella, y saliéndose del esquema que se daba en la época para las aventuras, se nos daban una la ruta que seguÃa el skyrealm que daba nombre al libreto, asà como las diversas manera de las que se podÃa acceder hasta él. También aprovechaban para describir como se creaban estos fenómenos únicos de Jorune. En un texto clásico y sencillo tenÃamos el material ideal para introducirnos un poco más del mundo.
Aparte de estos libros, también nos encontrábamos con las hojas de personajes. Unos pliegos de tamaño A3 muy bonitos de ver, pero un tanto incómodos de utilizar.
Y la cosa despegó. Cayeron en gracia a los chicos de White Wolf antes de que se convirtiesen en un panfleto para sus productos, que les dedicaron durante muchos números una columna en cada una de sus revistas: Segment Jorune.
Al mismo tiempo también saldrÃa un fanzine hecho por fans inglese que intentaba apoyar al juego, Sarceen’s Knowdeledge. Lástima que sólo viese la luz un único número.
Skyrealms a su vez tratarÃa de no dormirse en los laureles y también producirÃan nuevo material.
ComenzarÃan con Companion Burdoth y Companion Ardoth donde describirÃan el mayor reino humano del planeta y su capital, para seguir con Earth Tec Jorune donde hablaban de la tecnologÃa que se conservaba de los tiempos antiguos.
También saldrÃan un par de suplementos que sólo se podrÃan ver durante las Gen Con: Playing the Iscin Races y Shanthas of Jorune, donde se hablaba un poco más en profundidad de algunas de las razas no humanas.
En el noventa y dos se sacarÃan la tercera y (sigh) última edición del juego. En esta ocasión no lo editarÃan ellos, sino que dejarÃan que fuese la compañÃa Chessex quienes lo hicieran. Un libro de doscientas dieciséis páginas con una portada muy bonita (pero…)
En su interior repetÃamos los contenidos de la segunda edición, corregidos y ampliados con trasfondo de los suplementos anteriores. Se perdÃa la gracia de la guÃa del Tauther pero bueno, no se puede tener todo.
Para esta edición saldrÃan cuatro suplementos:
Sholari Pack e Innocents of Gauss lo harÃan en el noventa y tres. El primero serÃa un imprescindible: Pantalla de master, cronologÃa ampliada, una aventura (Voyage of the Aylon Star), glosario, el resto de material que faltaba de recuperar de los suplementos de la segunda edición y fé de erratas. El segundo una aventura sencilla que, tampoco os voy a engañar, tampoco pasa nada por no tener.
Al año siguiente los otros dos: The Sobayid Atlas y The Gire of Sillipus.
En ellos encontrarÃamos un suplemento regional que describÃa una de las provincias sureñas de Burdoth y presentaba varias semillas de aventuras y una campaña que también nos da algo de material de trasfondo.
También aparecerÃan un par de fanzines más… de una duración similar a la que tendrÃa Sarceen’s Knowdeledge. Por un lado estarÃa Sholari, y de tierras bretonas llegarÃa Bokelby’s folly. Ambos dos duraron tres números.
Y más o menos eso es todo (al menos en el terreno editorial)
Porque en el noventa y cuatro también saldrÃa un juego para ordenador (PC-DOS para ser más exactos) publicado, como no podÃa ser de otra manera siendo un juego de rol de la época, por SSI. Por supuesto, lo tengo pero, también por supuesto, apenas he jugado a él. Como bonito, lo es. También sirve para “visualizar†un poco el mundo pero, por lo que he leÃdo sobre él debÃa estar cargado de bugs y el combate se debÃa de hacer bastante repetitivo.
Asà que, más o menos, hasta aquà hemos llegado. Hubo un intento por parte de Joe Coleman (uno de los autores que colaborarÃa con los suplementos de la tercera edición, y administrador de la imprescindible página de Jorune) por hacer una edición 3.5, pero se encontró con trabas por todos lados (autores que ya no se hablan, derechos de edición que nadie sabe a quien pertenecen) asà que la cosa no cuajo.
Si que hizo un par de conversiones para poder jugar con los sistemas de Fuzion y Plus (un sistema que creó él) que se sumarÃan a las ya existente para GUPS. Más adelante otros aficionados crearÃan otras adaptaciones para J20, HERO, Storyteller y Over the edge.
Asà que tenéis la opción de echarle un tiento con distintos sistemas (cuando lo hice yo, utilizarÃa la adaptación de GURPS sin apenas trabajo)
Diciéndoos que, en la anteriormente página de Jorune, tenéis a vuestra disposición casi todo el material que existe para descarga y que en la página de Chessex aún se pueden encargar los libros que sacaron ellos, termino por hoy.
Ya estáis tardando en darle un tiento.
Ya hemos llegado.
¿Que a donde?
¿Donde va a ser? A donde querÃa llegar, que tampoco es muy lejos, pero es un lugar tan bueno como cualquier otro para un pequeño salto.
A ver, dejar que me explique.
Como sabéis (o deberÃais saber) de manera simultánea a este blog estoy escribiendo otro en el que voy reescribiendo el trasfondo de mi proyecto eterno: Daegon.
Pues bien, he llegado a un punto al que querÃa llegar. No sé si alguno de los que os pasáis por aquà (o de los que me tenéis en caralibro) soléis daros una vuelta por allÃ, pero el resumen (muy resumido) de la historia de ese mundo ha llegado al final de la quinta edad.
Que tampoco es que sea el fin del mundo (que llegará dos mil y pocos años después de ese momento, unos pocos años más adelante del “presenteâ€) pero es un buen unto para empezar a hablar de los paÃses actuales (y su historia, obviamente) ya que muchos de ellos surgieron de ese momento.
Claro, aquà estamos mis disquisiciones chorras (o no) y yo asumiendo de nuevo el mando. Asà que me asalta la duda: ¿Hago eso que tenÃa planificado desde el principio, o continuo con la historia hasta el presente, y luego me centro en (detallo y puntualizo) la de los paÃses?
¿A que se debe mi duda?
Pues… a que no se si centrándome en las historias de los paÃses se perderá parte de la imagen de conjunto que (confÃo que) he presentado para el mundo.
Vale, sÃ, “sólo†es otro mundo de fantasÃa, con sus gentes, sus dioses y sus tortas, pero espero haber logrado trasmitir las señas de identidad que lo hacen “único†(al menos a mis ojos, pero también puede ser que su paternidad me haga un tanto miope)
Asà que aquà estamos de nuevo. Tengo hasta el jueves (que es cuando suelo empezar a escribir el blog beta de Daegon) para decidirme por el camino a tomar.
De todas formas, si hay alguien por ahà a quién le apetezca escribir algo al respecto, soy todo ojos.
Venga, no os cortéis.
DÃa: El de siempre.
Hora: Más o menos…
Lugar: Mundo “realâ€
– Ya estamos aquÃ, ya hemos llegado ¿Que me podéis contar?
– Poca cosa. Mucho me temo que más o menos estamos como tú. Aunque esperaba estar equivocado y que nos trajeses noticias – primera decepción del nuevo mundo: Tipo listo no hacÃa honor a su nombre.
– Pues estamos buenos. Supongo que aquÃ, el amigo Akhenatón tampoco tendrá mucho que agregar.
–
– Vale, tampoco te hernies intentándolo – Javi hizo ademán de protegerse cuando Tipo Duro comenzó a caminar hacia él. Al menos alguien si que parecÃa merecedor de su nombre – Tampoco te pongas asÃ.
– Tienes que entenderle, tiene la traquea destrozada tras el incendio y no puede articular palabra. Me sorprende que sea capaz de andar – tipo listo salÃa en defensa de ambos – Asà que comprenderás que ciertos temas no convendrÃa sacarlos.
– ¿Incendio? Parece que me he perdido la parte divertida – iba a hacer un chiste sobre gente “quemada†pero, aparte de que era un juego de palabras muy simplón, prefirió no arriesgar su anatomÃa.
– Tampoco te creas, efectos secundarios de una trama terciaria. Poco más.
– Entonces, está aquà para…
– Hace un momento lo sabÃa, pero cada vez veo las cosas menos claras. Supongo que algún plan tendrá “el de arriba†para él.
– Yupi – no trató de disimular la desgana en su voz – Con lo que me gustan las sorpresas.
– Pues has elegido la mejor historia en la que embarcarte.
– SÃ, claro, estar aquà ha sido mi elección.
– Y eso que aún estamos un poco entre dos aguas, según pase el tiempo y te vayas adaptando a esta realidad tendrás una idea menos global del conjunto de la historia, y serás más una pequeña parte de ella.
– No te engañes, aquà poco pintamos cualquiera de nosotros. Sólo somos… sólo somos…
– Como te iba diciendo…
– Asà que estamos tú y yo solos para investigar.
– Eso me temo.
– ¿Alguna idea sobre donde por donde empezar?
– Por lo general, estas cosas solÃan comenzar con un sueño, pero parece que hemos pasado el umbral de un ciclo para pasar al siguiente.
– No se. Noto como un deja vu. Como si esto de las chorradas crÃpticas y sin sentido fuese una constante (lo cual me repatea bastante)
– Te acabaras haciendo a ello.
– Vale, ¿Por donde empezamos?
– Te puedo decir lo que he averiguado (o recuerdo) de nuestra situación.
– Vale, ponte a ello, pero tampoco repitas nada que se haya dicho antes, que hay cierto tipo de reiteraciones que no me van.
– Bien. Estamos en una ciudad llamada Pamplona. Se supone que estamos en medio de una fiesta, (lo cual deduzco por el alto porcentaje de gente cerca del coma etÃlico y la “uniformización†de vestimenta “pintorescaâ€) – se echó la mano al bolsillo – No tenemos dinero (Iba a usar la expresión “ni un duro†pero no se muy bien por qué, si la moneda local se llama Euro) Espero que si nos arrimamos a alguna cuadrilla de “alegres pillastres†podremos mimetizarnos como parte de ellos y que nos inviten a comer algo que no superará los mÃnimos controles sanitarios (esto, lo de mimetizarnos, es una teorÃa aún por validar, la segunda parte, lo del riesgo implÃcito en comer algo que nos sirvan en según que sitios, lo darÃa por seguro)
– Casi que preferirÃa ahorrarme esa parte y acabar cuanto antes. No me apetece quedarme demasiado tiempo por aquÃ.
– Bien. Puntos a favor: Si hemos aparecido aquÃ, supondremos que es aquà donde tenemos que buscar a nuestro objetivo.
– Nuestro objetivo. Ni que nos la fuéramos a cargar.
– Continuo con nuestro último punto a facor
– ¿Sólo dos?
– Deja de interrumpirme: No es una ciudad grande.
– Por poco grande que sea, buscar a una persona que no conoces, en un lugar que no conoces, atestado de gente que tampoco es del lugar, yo dirÃa que lo llevamos crudo.
– Me has quitado los puntos en contra que iba a enumerar. No sé que me da que ahora mismo la cantidad de gente que no es de la ciudad duplica a los nativos.
– ¿Que es esto, un vórtice dimensional? ¿Esta gente no tiene vida en sus puñeteras ciudades?
– Yo no utilizarÃa la palabra “vida†para describir lo que nos rodea.
– Hala, alegrÃa. ¿Entonces, qué? ¿Empezamos a encuestar guiris aleatoriamente?
– Por supuesto. PodrÃamos empezar con algo sencillo. Algo como: Buenos dÃas, ¿me podrÃa decir si ha visto a una mujer a la que no puedo describir?
– Vete a la mierda – empezaba a comprender y con…, con…, con alguien, pero no era capaz de recordar con quién. Aquello si que era un buen comienzo.
Se dice que la cabra tira para el monte y, cabezón cual macho cabrÃo que es uno, de vez en cuanto trataba de regresar a los elevados picos que mi añoranza de los tiempos (más) mozos se empeñaba en recordaba como Nirvanas lúdicos.
Con el tema del software “laboral†solucionado (no habÃa mucho entre lo que elegir, y sólo era cuestión de pedirlo a los distribuidores) y en el aspecto de los programas “creativos†solventado a su vez gracias a (ejem) otros “canales de distribución†que consistÃan básicamente en “donaciones†de amigos y conocidos
Ndt para aquellos que no entienden el texto “entrecomilladoâ€: Para hacerte con un procesadores de texto o un programa de dibujo, llamabas a alguien que sabÃas que lo tenÃa, y te copiabas sus discos que, a su vez, el habÃa copiado a algún otro poseedor del programa en cuestión (después, alguien te lo pedirÃan a ti, continuando asà el ciclo que se prolongarÃa hasta el absurdo, el infinito, o la llegada de las grabadoras de cedeses)
¿Qué queréis? conseguir según que programas no era algo que pudieses hacer por cauces “oficiales  a no ser que te sobrase mucha pasta o esperases ganarte la vida con ellos.
A lo que iba, que me disperso. Con la faceta “seria†de mi vida informática “arreglada†mi misión volvÃa a centrarse en la búsqueda del ludismo perdido.
Pues sÃ, demostrando mi escasa inteligencia, de vez en cuando dejaba que los aguijonazos que trataban de perforar mi reforzada coraza de “hombre de bien†llegasen a impactar en mi vena lúdico-electrónica. En aquellos momentos tocaba gastarse los ahorros, buscando cual yonki las anheladas mieles de goce digital perdido.
De todas formas y, afianzando las raÃces de mi recién descubierta vertiente retro, lo que me dedicaba a comprar eran versiones modernas (que no mejores… bueno, igual un poco mejores, sÃ) de juegos que ya habÃa tenido. AsÃ, aparte de clásicos como el Pirates Gold o el Unlimited Adventures, grandes juegos a los que apenas les dedicarÃa tiempo (más allá del que necesitaba para instalarlos y configurarlos, ver las “animaciones†de introducción y decir: “Que bonicosâ€) también (y tras larga espera) caerÃa uno de los Ultima (el ocho, Pagan).
Con esta saga tenÃa una deuda pendiente: Tras años de ver las portadas de la saga en las revistas extranjeras (C+VG y Commodore User), nunca habÃa jugado a ninguno de ellos. Asà que, tras abrir la caja, contemplar sus ocho disquetes, y cruzar cada uno de los dedos de mi cuerpo (para que no fallase ninguno) durante la instalación… no pude jugar.
AlegrÃa, me cago en la memoria extendida y la madre que la trajo. Tocaba cacharrear (otra vez) con el memmaker si no querÃa necesitar de un noveno disco (de arranque). Después, jugar cinco minutos, hacer copia de los discos (por si acaso) y ponerlo sólo cuando venÃan visitas (que bonico que era, pero que peñazo también)
Pero tampoco os creáis que ocho discos era algo fuera de lo normal. TenÃas otros programas como el Corel Draw que ocupaba cosa de trece, o la joya de la corona: El Office, que te venÃa en veinticuatro y cuya instalación era una autentica prueba de paciencia y nervios de acero (y de dedos a cruzar)
Pero claro, uno seguÃa viendo en las revistas (tanto nacionales como extranjeras) juegos que tenÃan muy buena pinta… pero que no encontraba en las tiendas de Pamplona. Asà que, si querÃa hacerme con ellos, debÃa volver a transitar las neblinosas sendas que guiaban mis pasos de vuelta al lado oscuro (bueno, sólo un poco mas “oscuro†que el que me conseguÃa los programas “seriosâ€) Un camino que ya habÃa recorrido en los tristes tiempos del Atari: A buscar al tipos con “parche y “contactosâ€. De esta manera contactarÃa alguna que otra vez con uno de los clientes de la tienda (que era el que habÃa logrado configurar el CD en el ordenador) que traÃa montones de folios grapados con enormes listados repletos de juegos de prometedores nombres, pero decepcionantes resultados. Lo más entretenido de todo aquello era leer aquellos tÃtulos e imaginar lo que podÃan significar, calcular cuantos podÃan caber en “mi lado del CDâ€, ya que hacÃamos los pedidos de manera conjunta, y la espera hasta la llegada del cargamento.
Como veis, los hay que no escarmentamos y nos lanzamos una y otra vez contra la misma piedra. Lo que pasa es que es una piedra que parece tan bonita desde lejos, y se parece tanto a esa que tenÃamos hace tiempo, que mucho me temo que seguiré tropezándome con ella durante toda mi vida.
En fin, supongo que hay cosas peores.
PodrÃamos trata de meter a Talislanta dentro de algún género, ya sea, ciencia ficción, fantasÃa, pulp o todos ellos al mismo tiempo. Pero como esas cosas siempre me han parecido una perdida de tiempo, casi como si me (y os) lo ahorro.
Talislanta no es un mundo basado en la fantasÃa clásica (léase “tolkieniana†o dungeonera) en la espada y brujerÃa o las mitologÃas del medievo europeo. Las influencias del señor Sechi a la hora de ponerse a escribir, como ya comentaba en la anterior entrada, no eran ningún misterio o secreto e iban por otros derroteros, cosa que se nota en lo que nos encontramos al abrir sus libros. Aunque sà que se notan más la influencia de algunos autores como como Lovecraft, Burroughs (sobre todo el Marte de John Carter) o Vance, asà que si habéis leÃdo algo de esta gente ya os podéis hacer una idea de por donde van los tiros.
Asà tenemos un continente (Talislanta) ubicado en un planeta llamado Archaeus que orbita alrededor de un sistema binario, que forma parte de galaxia situada en “una remota dimensión del plano materialâ€. Un mundo en el que no hay humanos (ni elfos o enanos) pero que sà que está poblado por montones de razas humanoides.
Un lugar en el que nuestras leyes de la fÃsica (y, porqué no decirlo, la lógica) no son tan válidas como el poder de la magia en toda su amplio y vasto espectro.
Archaeus es un mundo joven (el año que marca su calendario de su quinta edición es el seiscientos tres, pese a que en la tercera la lÃnea temporal llegase al seiscientos veinte) con una historia no demasiado desarrollada más allá de las confrontaciones bélicas que sirven para “definir†a las diferentes razas que lo pueblan.
La historia del mundo comienza con una (clásica) “Edad olvidada†gobernada por una raza de seres reptilescos llamados en un principio “los Drakken†(a los que en posteriores ediciones se les cambiarÃa el nombre por el de “los Primerosâ€)
Esta raza serÃa serÃa expulsada de Talislanta y “empujada†fuera de él a través de unos puentes que comunicaban los continentes que, posteriormente, serÃan destruidos. Aquellos que los vencieron serÃa una raza llamada los Archaenos (Archaens), una tribu de cazadores que, tras encontrar unos artefactos “mágicos†en una nave estrellada sobre el continente, evolucionarÃa por encima de sus congéneres (como no, conquistándolos a su vez)
Los Archaenos, con el tiempo irÃan alterando su apariencia por diversos medios distanciándose cada vez más de los infra-hombres (sub-men) que heredarÃan la masa continental cuando sus “señores†se mudasen a sus ciudades volantes. Cuentan las leyendas que también llegarÃan a conquistar las estrellas y otras dimensiones.
Pero llegó nadie sabe, como, nadie sabe por qué (aunque muchos echan la culpa al uso equivocado que los Archaenos hacÃan de la magia) el “gran desastreâ€. Las ciudades volantes cayeron a la tierra o se perdieron en el espacio. Tormentas de fuego arrasaron llanuras y convirtieron montañas en polvo. Nubes de energÃa mágica aberrante se desataron sobre la atmósfera, causando cambios climáticos y mutaciones por todo el mundo.
SerÃa el final de esta raza que, desposeÃdos de su tecnologÃa y gran parte de su poder caerÃan presa de las tribus de los infra-hombres.
Después de este desastre, llegarÃa otro clásico; la era de la confusión con guerras y más guerras, a la que seguirÃa una “Nueva era†(pero sin florecitas ni jipis)
Como podéis ver, la historia en sà no es que sea el epÃtome de la originalidad, pero como ya os decÃa, tampoco pretende serlo. Lo que hace este mundo algo único es la variedad cultural de sus distintas razas y la personalidad que logra crear y trasmitir el autor (bueno, los autores, que la parte gráfica también ayuda mucho) de un mundo hostil e inmisericorde donde no te gustarÃa vivir (¿alguien más ve ciertas similitudes entre esta descripción y la de cierto mundo desértico que sacaron los dungeoneros cuatro años después?)
En Talislanta podemos encontrar magias de todo tipo. De la astromancia a la cartomancia, de la criptmancia a la cristalomancia. De la clásica magia elemental a la no menos tradicional invocación. Del chamanismo a la brujerÃa, de la hechicerÃa a la botanomancia (y muchos más).
Puedes interpretar a un tosco gigante Karakhano o una refinada musa tele-émpata. Un guerrero Ahazu de cuatro brazos o un esclavista imriano. Hombres de fango de los pantanos, o alados stryx. En la cuarta edición tenÃas cosa de ciento veinte arquetipos para elegir, cada uno con su propia particularidad.
Yyyyy, poco más os voy a decir. Asà que voy a repetirme un poco: Anda, poneros a descargar los libros, que para unos que podéis hacerlo de manera legal ya estáis tardando.
Ya me contaréis.
DÃa: Aún el mismo.
Hora: Un poco más tarde.
Lugar: Mundo “realâ€
Llegó a casa. Cabreado y hambriento, pero llegó. Que le apeteciese cocinar algo ya era otro asunto. Abrió una lata de espárragos y una bolsa de patatas fritas, sacó la botella de agua del frigorÃfico y se fue al salón. Después repartirlo todo por la mesa, la estampa no le convenció lo más mÃnimo.
Lo guardó todo y salió a la calle de nuevo. Si algo bueno tenÃa San FermÃn era que podÃas comer a cualquier hora. Otra cosa es que no te atracasen con el precio ni te intoxicases con lo que te vendÃan, asà que decidió ir a tiro hecho, por lo que le básicamente le quedaban dos opciones: Hamburguesa o Pizza. Lo mismo que podÃa comer a cualquier hora también durante el resto del año.
Ya que habÃa salido optó por la hamburguesa. Le apetecÃa más Pizza, pero eso lo podÃa haber pedido también desde casa. Listo, Javi, muy listo.
– Espero haber estado más espabilado con el resto de las decisiones del dÃa – dijo para sà mismo.
Descartó los restaurantes de franquicia que servÃan a domicilio por la mima brillante regla de tres que habÃa utilizado para el primer descarte, pero aquello tampoco logró que se sintiese más listo. Más bien la cosa tiraba hacia el lado contrario. Tocaba comida de franquicia… que no servÃa a domicilio. El dÃa iba mejorando por momentos, en aquel momento no le importaba que el armagedón llegase ya mismo.
Mientras subÃa por el parque de la Biurdana, su mirada láser imaginarÃa cortaba todo lo que se encontraba en su rango de visión; farolas, pivotes, arboles… puentes, nada era capaz de resistirlo. Eso sÃ, cuando algún transeúnte se le cruzaba por delante, su mirada lo rodeaba creando una grieta hasta el extremo opuesto del mundo si bajaba la vista, o partiendo por la mitad planetas y soles si lo hacÃa hacia arriba. Pensándolo bien, aquel rayo imparable continuarÃa su ruta después de atravesar la tierra, asà que no importaba hacia donde mirase; mundos morÃan por su poder mirase hacia donde mirase…
– Bwahahahahaha – en su interior se sentÃa un señor del mal y adoptaba esa pose.
Aunque claro, ni siquiera mentalmente mataba a nadie. Mira que era fácil, y ni siquiera como señor del mal valÃa una mierda.
– TÃo, eres único dándote ánimos.
“Apagó†el rayo letal y continuó su camino hacia la comida. Al llegar al lugar marcado con la “X†apagó el mp3 hizo memoria sobre cuantas y qué canciones habÃa escuchado: Cuatro. No era su mejor marca, pero bueno, tampoco querÃa batir ningún record.
Para el dÃa que era, tampoco habÃa demasiada cola, asà que esperó, comió y se marchó. Para las cinco ya habÃa terminado. Chúpate esa, Julio César.
Para la vuelta a casa decidió tomar una ruta alternativa. Se pasó por los cines Golem, pero no habÃa nada decente para ver. Sabiendo de antemano lo que le esperaba, decidió pasarse por el centro para ver si habÃa algo decente en los Carlos tercero. Un rato, y cosa de cuatro mil “personas excesivamente alegres†después y llegó: Nada. Para que luego dijesen que Internet se estaba cargando a los cines. Bueno, al menos ahora tenÃa la excusa para pasar por delante de su sitio preferido de Pamplona. SÃ, hombre, esas escaleras justo antes del Portal Nuevo. Que sÃ, bajando por la avenida de Guipúzcoa. No saber el nombre de aquel lugar nunca habÃa impedido que le gustase aquel… ¿monumento? ¿montón de piedras?… ¿escaleras?.
Además, da igual, aunque conocieseis la edificación, jamás la habréis visto tal y como la veÃa él
Mientras se hacÃa aquellas preguntas (una vez más) llegó hasta ellas, y todo lo demás desapareció de su mente.
Se las imaginó nevadas. Las hojas de la flor de cerezo revoloteaban a su alrededor mezclándose con los copos de nieve, como las entradas de esos templos japoneses (de las pelÃculas) a los que tanto le recordaba.
En lo alto del tramo final, dos personas luchaban. Entrechocaban sus espadas y daban saltos imposibles. Samurai de blanco contra ninja de negro. Colores puros, primarios y perfectos aderezaban una coreografÃa que era como tenÃan que haber sido las de las últimas pelÃculas de Zhang Yimou. Nada de pretenciosa ni lirismo de todo a cien. Aquello eran hostias como panes, como tienen que ser dadas.
En aquel vistazo de apenas dos segundos, en su cabeza se creó una (otra) historia más de amores, épica y tragedia. Después, continuó con su camino por la acera nevada.
– ¿Nieve en julio? – se dijo extrañado – Pues sà que va rápido esto del cambio climático – tampoco es que le importase, al fin y al cabo la nieve le gustaba y aquello “despejarÃa†a algún que otro sanferminero de pro – TendrÃa que haber salido con botas.
Cruzó el Portal Nuevo y entonces la vio. Le sonaba de algo, y eso que sólo veÃa la espalda de aquella chica. No. Más que “sonarleâ€, o recordarle a alguien, sintió una atracción instantánea.
¿Flechazos a aquellas alturas de la vida? Se veÃa que aquel dÃa le estaba afectando más de lo que creÃa. Continuó hasta a su velocidad de crucero y trató de no desviar la mirada hacia ella cuando la adelantó. Fracasó estrepitosamente.
Verle el rostro cambió la sensación. Ya no era atracción, era… ¿Amor?
– ¿Amor a primera vista? – pensó – TÃo, estas fatal de lo tuyo.
Aceleró el paso, pero no conseguÃa dejar atrás aquellas facciones… indescriptibles.
– Cállate – se dijo – Déjame tranquilo un rato.
Llegó al cruce de Cuatrovientos y miró hacia ambos lados. Coches por todas partes. Mientras cruzaba el paso de peatones se imaginaba disparando rayos, esta vez repulsores, desde sus manos. Los morros de los coches que le rodeaban se incrustaban en el suelo, obviamente, deteniendo sus trayectorias. Por “suerte†a los conductores no les pasaba nada.
Finalmente llegó a casa y se metió a la cama. No eran ni las siete.
Activó su esfera infinita de aislamiento, pero ya sabÃa que aquella noche tampoco iba a poder dormir nada.
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