DÃa: SÃ, aún seguimos en el mismo.
Hora: A escasos momentos de la gran H.
Lugar: Microverso
– ¿Hola? – Cojonudo. Estaba soñando otra vez. Pero esta vez parecÃa que habÃa suerte: nada ni nadie en el horizonte. Cerró los ojos, y trató de dormir dentro de su sueño. Un momento de tranquilidad tampoco le vendrÃa mal.
– ¿Que haces aquÃ? – fin del momento de paz, tocaba un nuevo y apasionante encuentro con la voz “misteriosaâ€
– Es mi cabeza. ¿A quién cojones esperabas encontrar? El que no deberÃa de estar aquà eres tú (seas quién seas)
– Despierta, cenutrio, y busca el puñetero camino hacia donde está Ella.
Despertó con la pregunta de costumbre: ¿Cómo narices se habÃa metido en aquel lÃo?
No, no era suficiente con las voces en su cabeza, también tenÃa que haber estrellas invitadas mientras dormÃa. Trataba de aclarar sus pensamientos, pero el cabreo aumentaba por momentos. Le habrÃa encantado que Mike tuviese razón para poder cagarse el los muertos de su “autorâ€
– ¿Vas a moverte? – hablando del rey de Roma, ahà estaba Mike.
– Claro. Sólo tienes que decirme hacia donde.
– Sencillo: Hacia donde está Ella.
– Venga, listo, dime como llego hasta ese mundo que sólo aparece en mis sueños.
– Pregúntaselo al tipo que te enseñó el camino de baldosas amarillas.
– Claro, como no tengo que bastante con las voces que están apalancadas en mi cabeza, voy a ir invitando a más ocupas.
– ¿Por qué no hablas con “el de arriba†y le dices que te diga como continua esto? – trataba de sonar sarcástico, pero sólo conseguÃa sentirse ridÃculo burlándose de una parte desquiciada de su personalidad.
– Ya sabes que hace tiempo que no aparece por aquÃ. Parece que le ha dado por cambiar las reglas.
– Deja de darme largas y empieza a darme ideas.
– Sigues apuntando en la dirección equivocada. Sólo soy una excusa argumental, tendrás que hablar con otro personaje para poder buscarte la vida.
– Pensaba que era el personaje de un relato, no de un videojuego.
– Puedes alargarlo todo lo que quieras, pero mientras no te muevas esto no se va a solucionar.
– No me vas a dejar tranquilo hasta que lo haga, ¿no?
– Puedes probar suerte. Igual hoy es tu dÃa.
Se levantó. Que remedio. Mientras se duchaba trataba de pensar en pelÃculas, juegos o libros. Buscaba un punto de partida del que comenzar, pero ninguno le valÃa.
Aquello no tenÃa ningún sentido. No creÃa en otras dimensiones, no creÃa en la magia, no era devoto de ninguna religión. Aquello no habÃa por donde pillarlo, pero todo el mundo le urgÃa en que se moviera, que hiciese algo. Estaba rodeado de tipos que estaban como una regadera y parecÃa que aquello estaba comenzando a afectarle.
– Claro, como siempre has sido un tÃo tan centrado… – y, claro, Mike. Siempre estaba por ahà Mike para terminar de arreglar las cosas.
– ¿Quieres dejarme tranquilo?
– Mmmmmm. No.
– ¡Joder! ¡Vas a acabar por volverme loco!
– …
– Bueno, ya me entiendes, más loco aún.
– Blablabla. ¿Ahora es cuando te echas a llorar?
– Pues igual lo que hago es volverme a la cama. Igual me doy la vuelta, me echo a dormir, y paso de todos vosotros.
– Menos lobos. Sabes que eso no va a colar.
– Gracias por ponérmelo tan fácil. Hala, vete a cascarla por ahÃ.
– ¿Pero vas en serio?
– …
– Oye, ¿se puede saber de que vas?
– …
– SÃ, te estoy hablando a ti.
– Al menos manda a alguien para que me eche una mano.
Alguien llamó a la puerta.
– Gracias.
– …
– ¿No vas a levantarte?
– …
– Nada, que no quiere levantarse.
– JAVI, QUE SOY DEUX EX. ABRE, COPÓN.
– Que duro eres, asà seguro que consigues que te haga caso.
– …
– QUE SE COMO PUEDES LLEGAR HASTA DONDE ESTA ELLA.
– Bueno, por ahà supongo que vas mejor.
– …
– Pues parece que va a ser que tampoco.
– Se aceptan sugerencias.
– Menudo instrumento divino estas hecho.
– Debo reconocer que he tenido dÃas mejores… pero ha sido con otros autores.
– ¿Y ya está? ¿No vas a intentar nada más?
– A ver. Igual esto vale. QUE ME HA DICHO ANTAGONISTA QUE HA CORTADO CON ELLA.
– Claro, eso tiene mucho sentido. Ha ido hasta donde sea que está, han cortado, y ha vuelto para decÃrtelo.
– No eres de mucha ayuda.
– Es un don… y mi papel.
– Pero que pelmas que sois.
– ¿Ves? Ha funcionado.
– Menudo crack está hecho el autor. Tiene unos giros argumentales que rompen caderas.
– Sólo para que conste, después de esto voy a ignoraros por completo para el resto de la eternidad.
– SÃ, sÃ, sÃ. Os odio mucho y blablabla.
– Que quede claro, esto es lo último que voy a deciros.
– Y dale, que sÃ.
– Que os follen.
– Vale. Esto no me lo esperaba.
Hace unos años nació en la blogosfera una iniciativa para recomendar la compra (y regalo) de tebeos en el dÃa del libro.
Yo, como buen ente gregario, me apunté a la movida y durante un par de años (aquà y aquÃ) realicé mis recomendaciones.
Al año siguiente tenÃa intención de continuar con la “tradición†pero, entre mi vagancia natural, y la falta de movimiento entre los blogs comiqueros, lo dejé pasar.
Hoy el señor Ãlvaro Pons (quién sino) ha hecho una mención al asunto en una de sus entradas de hoy y me he dicho: “Venga, vamos a elloâ€
Asà que he empezado a darle vuelta al tema.
¿Qué recomiendo?
Pero luego he empezado a desviar mis desvarÃos hacia otro lugar que queda ahà al lado:
¿A quién se lo recomiendo?
Para terminar por un:
¿Quién cojones se lee los tebeos?
Pero me estoy adelantando, asà que vamos por el principio.
Con respecto al “Qué†lo tenÃa bastante claro. Mi intención era hablar de algún tebeo que se pueda encontrar a dÃa de hoy a las librerÃas. Vale, hasta aquà vamos bien.
El tema de las otras dos preguntas… bueno. Eso ya es un poco más complicado, y me recuerda un poco a la vieja cantinela de “Se acerca el fin del mundo… del rol†Solo que el mundo de el rol (bueno, más bien su industria) lleva bastante tiempo zombificado y el del cómic se va constriñendo cada dÃa más. Pero me voy adelantando… otra vez.
La segunda y la tercera respuesta se responden entre ellas.
Mi intención cuando escribÃa la anteriores entradas era la de recomendar tebeos para que la gente comenzase a leer. Historias entretenidas, autocontenidas y sencillas. Nada de historias con mucho renombre y premios, que necesitasen varios doctorados (o saberse la biografÃa y gustos del autor al dedillo para poder entenderlas o disfrutarlas) No se trataba de decir “Mira que maduro y profundo es el mundo del cómic. Pon esta “Novela Gráfica†en tu estanterÃa, que no desentonará con esa colección del Premio Planeta a la que te suscribiste, y tampoco te has leÃdoâ€
Pero tampoco de asustar al lector con siglos de continuidad, o insultar su inteligencia con tebeos populistas y/o/u oportunistas.
Vale, hasta aquà la cosa es viable: Hay tebeos que se adaptan a esos parámetros. TenÃa intención de recomendar Cinder y Ashe (de la que ya hablé hace tiempo), Camelot 3000, Epicurus, Green Arrow: The longbow hunters, El gran poder del Chnikel y Twilight (no, los vampiros gusiluz no. El de Chaykin y GarcÃa López) Que sÃ, que todos son viejunos (y tampoco negare que bastante pijameros), y seguro que habrá tebeos modernos tan buenos para comenzar a leer como estos, pero está visto que no soy capaz de salirme del retro en ninguna de mis aficiones. Una vez decidido esto, es cuando la cosa ha empezado a complicarse.
Porque esto es ¡Ssspaña!
Y las cosas se publican como se publican.
Y no es ya que los tebeos se publiquen mal, y a unos precios asequibles. No. Los tebeos (y más aún las reediciones de cosas con una cierta edad) se publican con el culo, en tapa dura y a precios de lujo. Lo ideal para promocionar una afición a la gente que llega nueva.
Los tebeos se publican para los que ya leen tebeos. Para frikis y nostálgicos. Estamos metidos en un gueto. Por mucho que ahora se hable de tebeos en los periódicos, tertulias o medios “seriosâ€. Por mucho que hablar de tebeos (perdón, Novelas gráficas) sea algo “coolâ€. Por muchas pelÃculas que se hagan basadas en ellos, los seguimos leyendo los mismos.
Y esta es una queja ya vieja. Porque no se busca al púbico joven (y por añadidura a público nuevo en general). Salvo el manga (y tampoco todos), los tebeos no tienen tirón entre la chavalada, porque no va dirigido a ellos. Y si no empiezas a leerlos de crÃo, está complicado que te aficiones a ellos de adulto.
SÃ, te compraras el tebeo-best-seller-o-con-renombre-edición-de-lujo para ponerlo en esa balda al lado del Quijote, pero le harás el mismo caso.
Asà que bueno, ahà queda esa recomendación, pero no se que me da que tampoco va a calar mucho (aunque me leyeran más de cuatro gatos)
Ya era un tipo serio y adulto.
HabÃa dejado de estudiar, y al dÃa siguiente ya estaba currando. HabÃa abandonado los ordenadores “para jugar†y tenÃa a mi disposición todo un señor Pecé.
Bueno, el PC estaba en la tienda, con los instrumentos MIDI, y yo aún rondaba por el taller donde habÃa un Mac Classic (que, pese a ser pequeñito, aún asà molaba) donde podÃa hacer el maula con el Paint, o meter cacharros en el inventario hecho con Filemaker.
Por otra parte, en casa seguÃa estando la Mega Drive, pero la pobre estaba un poco de capa caÃda. SÃ, de vez en cuando caÃa un Golden Axe o un Altered Beast, pero eran muy esporádicas. Mi faceta lúdica habÃan sido prácticamente copada en su totalidad por los juegos de rol tradicionales.
Pero claro, uno puede aparentar ser un tipo serio, cabal y maduro, pero no deja de ser lo que es: Un maldito adicto (por decirlo de una manera suave) al ocio electrónico (entre otras muchas cosas)
Si a esto le añadimos que empiezas a tener unos ingresos superiores a los que habÃas tenido hasta entonces, todo lo que no se iba en pedidos a Gigamesh, visitas a librerÃas a la busca y captura de los tebeos que saliesen esa semana, vÃdeo clubes, cines o guarradas diversas para comer (la verdad es que si me hubiese cortado un pelo con los gastos, igual ahora estaba forrado) se iba en revistas de ordenadores.
Como habéis podido comprobar, en esa lista, o sobra algo, o falta algo.
SeguÃa comprando revistas, pero ya no compraba juegos (ni originales ni piratas)
Después de las decepciones de los juegos “jot†que me habÃa comprado siguiendo los consejos de las revistas, y comprobar que las tendencias no parecÃa encaminarse hacia nada mejor, mi destino parecÃa encaminado a la abstinencia.
Más ¡NO! Al final del túnel resurgirÃa alguien que no me habÃa fallado. Un aliado para aquellos tiempos complicados. Cuando no parecÃa quedar vida más allá de los FPS, de los juegos de crea tu pueblo, tu nación o tu dimensión. Cuando me encontraba rodeado por vÃdeo aventuras y simuladores. Cuando todo atisbo de diversión electrónica parecÃa haber desaparecido, una luz iluminó el horizonte.
Y aquella luz divina provenÃa, por supuesto, de SEGA, cuyo avatar terrenal en aquellos complicados tiempos fue pequeño, pero no por ellos menos poderoso. Os estoy hablando de la colosal Game Gear.
Aquello no dejaba de ser una versión portátil de la Master System (es más, llegarÃan a sacar un adaptador para poder conectar los juegos de esta consola en su hermana pequeña. Cacharro que, por supuesto, también me comprarÃa) pero era un cambio a mejor. En aquel erial de “modernidadâ€, pseudo tres-dé y clones del Populous, a los que se le sumarÃa el advenimiento del PC Futbol y sus mil y un seguidores, resultaba un pequeño y plácido (y, porque no decirlo, retro) oasis de éxtasis digital (nunca se es demasiado joven para ser un viejo gruñón)
Asà que, como no podÃa ser de otra manera, uno de mis primeros sueldos se destinó a la adquisición de aquel mÃstico artefacto de gozo y pasión.
Vale, quizás no todos los juegos eran gloriosos (y al precio al que estaban, tampoco estaba la cosa como para excederse, que uno tenÃa un sueldo primerizo) pero primaba lo que primaba: Plataformas y arcade. Lo que mola.
Además, también sacaron un sintonizador de televisión para la consola (que también me compré)… que consumÃa tantas pilas como un una nave espacial para despegar y tenÃas que andar resintonizando cada vez que te movÃas dos metros (y eso, en un aparato pensado para ser “portátil†es decir mucho. No veáis que viaje me dio hasta Barcelona en el tren)
Vale, sÃ, igual la Game Boy de “la competencia†(que habÃa salido unos años antes) tenÃa más juegos, más cacharros, más publicidad y era más barato. Vale, los juegos también eran del mismo estilo, sencillos y “casuales†(aunque casi todos estaban impregnado con la estética Nintendera, lo que entonces y ahora, me ha echado bastante hacia atrás) Pero aquello era “juguetito para niños†que no se podÃan ni comparar. Por no tener, no tenÃa ni color.
A ver ¿Donde lo habÃamos dejado?
Ah, sÃ.
Vamos a definir el “concetoâ€
Un juego de rol es…, pues eso, un juego. Que paren las rotativas y suenen las fanfarrias ¡Albricias! ¡He encontrado â€LA†respuesta!.
Vale, vayamos concretando.
Es un juego. SÃ. Ergo, su objetivo último es el entretenimiento. Tiene un factor de azar (aunque eso, con el tiempo y según que interpretaciones, se puede llegar a omitir). PERO (y lo pongo en mayúsculas porque es lo que más me atrajo) es un juego sin bandos, sin competitividad, sin perdedores. No se trata de “lucharâ€, “imponerte†o “acabar†con los demás jugadores. Los demás son tus compañeros de juego. Rivales, no. Compañeros en toda a extensión de la palabra.
Y no. No estoy hablando del espÃritu de “camaraderÃa†olÃmpico (en la pista te machaco, pero luego nos tomamos una copa en el bar sin rencores), sino de la representación máxima de lo que llamaremos “El EspÃritu de Torrebrunoâ€: Lo importante es participar… y divertirse.
Tu objetivo no se alcanza frustrando el de tus compañeros. Tanto los jugadores como quien crea la trama comparten el mismo objetivo: Crear una historia entre todos.
Tu personaje puede morir, pero ese pequeño inconveniente que se soluciona creando un personaje nuevo.
No hay un camino prefijado (bueno, eso no es obligatorio y depende de grupos de juego, pero era la opción que yo tomaba) La ruta se crea a partir de las decisiones del grupo. No se trata de “adivinar†la historia. Si nos ponemos Zen “La historia no existe hasta que la partida ha terminadoâ€
Ya está. No hay mucho más que rascar. Todo lo demás es accesorio y optativo.
Por supuesto, existen tantos tipos de aventuras como grupos de juego. Lo que digo por ahà arriba es matizable hasta la extenuación y el absurdo, ya que los personajes se mueven por mundos de ficción poblados por mucha gente. Gente cuyas decisiones y reacciones son tomadas por una única persona (bueno, también hay juegos que cambian esta parte) Gente que puede (bueno, que seguramente estará deseosa) hacer la puñeta a los personajes (que no los jugadores) y gente dispuesta a echarles una mano. La cosa puede ser complicada o sencilla. Realista o toda una experiencia lisérgica (de nuevo para los personajes, que no los jugadores) Intimista o cósmica. Pero eso no dejan de ser detalles y enfoques personales. La base siempre es la misma.
Las primeras historias eran un tanto básicas. Hemos escuchado que hay tesoros en una mazmorra. Dejemos todo lo que estamos haciendo, démonos de hostias con todos los bichos que nos aparezca, y quedémonos con la pasta y todo lo que encontremos por allÃ. Gracias a esta experiencia iluminadora, nuestras habilidades mejorarán, y mañana nos juntamos de nuevo y veremos donde hay más tesoros que saquear.
Vale, sÃ. No es que hubiese un gran desarrollo psicológico de los personajes, ni grandes disquisiciones filosóficas a las que enfrentarse. Pero el concepto y los mecanismos que se usaban en D&D fue el punto de partida que tomaron todos los que vinieron después (aunque al final unos lo siguiesen al pie de la letra y otros tomasen caminos divergentes)
Una vez respondida la pregunta con la que acababa la entrada anterior, voy a reformular (o cambiar un poquito) esa pregunta:
¿Que han significado para mà los juegos de rol?
Para no perder la tradición, esta pregunta también la responderé en otra entrada.
La historia de la vida editorial de Glorantha no ha sido tan rocambolesca y complicada como la de Tékumel, pero no por eso ha sido un remanso de paz carente de interés y curiosidades. De todas formas está todo bastante documentado en la página de la wikipedia y en esta impresionante (e imprescindible) colección de artÃculos. Asà que, como no tiene mucho sentido que me dedique a repetir lo que pone por ahÃ, voy a optar por tratar de llenar algún detalles que no han comentado por por ahÃ, antes de saltar a hablar del mundo en sà mismo.
Según palabras del señor Stafford, Glorantha nació como un lugar, no como un juego. Este lugar aparecerÃa por primera en papel durante en el sesenta y seis, su primer año en la Universidad de Beloite (en Wisconsin, por si a alguien le interesa) En octubre del aquel año (supondremos que mientras “estudiabaâ€) escribirÃa los primeros relatos ambientados en él, aunque no lo harÃa con intención de publicarlos. En ellos su “avatar†en aquel entorno imaginario, el prÃncipe Snodal, recorrÃa todo tipo de parajes fantásticos combatiendo a criaturas aún más imposibles.
Stafford se declara un apasionado devorador de las sagas mitológicas. El problema en aquellos tiempos era que no se hacÃan ediciones de bolsillo de este tipo de lecturas, asà que cuando viajaba de un sitio a otro haciendo autostop, comenta que aprovechaba para ir desarrollando el trasfondo del mundo mientras esperaba que alguien le recogiese (ya que no podÃa llevarse los libros por ahÃ)
Él mismo reconoce que la historia del mundo no es algo establecido, y que ha ido evolucionando al igual que lo ha hecho su vida. Las primeras historias estaban ambientadas en la segunda edad de Glorantha y, más adelante, RuneQuest se ambientarÃa en la una tercera edad que surgirÃa de la inspiración y su momento personal, más que de la preparación.
Los trolls comenzaron como “los malos†(surgida de una clara inspiración mÃtica y Tolkieniana) pero con el tiempo les pilló cariño. Junto a Sandy Petersen (uno de los mindundis que colaboró en RuneQuest) que no sólo era friki en lo referente al ámbito lúdico, sino que también era zoologo, creó todo el trasfondo para su cultura que se acabarÃa plasmando en el suplemento Troll Pack (aquà traducido como “El libro de los trollsâ€)
Los elfos de Gorantha no son elfos. Los enanos son tipos bajitos, sÃ, fabrican cosas, también, pero olvÃdate de Gimli (y el concepto de Mostal me parece algo grandioso).
Los dragonewts molan como muy pocas razas pueden aspirar a molar. Un imperio que al que llaman “Los Aprendices de dioses†mola. Un mundo en el que puedes hablar de algo llamado “El monomito jrusteliano, sólo puede ser reverenciado. Los patos… bueno, los patos están por ahÃ, y Glorantha no serÃa lo mismo sin ellos.
Esto ya lo comentan por ahÃ, pero es como las historias de los origen los súper héroes: Los fans nunca nos cansaremos de contarlo.
En el año setenta y cuatro, Stafford crearÃa el primer juego ambientado en Glorantha White Bear – Red Moon. No era un juego de rol, sino de tablero. Al no lograr que se lo publicase ninguna editorial, terminarÃa por publicarlo él mismo al año siguiente en una compañÃa creada ex-profeso para la ocasión: Chaosium. Ahà es nada. Tiempo después con una serie de don nadies junto a los que crearÃa RuneQuest.
El tipo conocido como Sandy Petersen (SÃ, tipo. Es un tÃo) no se llamaba asà (o al menos no fue ese el nombre con el que le bautizaron sus padres) sino que su nombre era Carl Sanford Joslyn Petersen. No sé si Sandy sera el diminutivo de Sanford, o la cosa comenzarÃa como un mote con mala leche.
Lo dicho. En la siguiente entrada os hablaré del mundo en sà mismo.
No, la pregunta no es ¿me quiere? Ni ¿cuando me va a tocar la loterÃa?
Nada tan banal ni material. La pregunta del millón es:
¿Que es un juego de rol?
Bueno, igual no es tan, tan relevante. Lo que sà que tiene su complicación es dar una respuesta concisa y aclaratoria.
Ahora mismo estoy escribiendo sobre eso para la futura web 3.0 de Daegon, pero la entrada me está quedando un tanto academicista (cosa que, por otro lado, es lo que pretendo) pero también me apetecÃa escribir algo un poco distinto. Más “ligero†en cuanto a forma, pero más profundo en cuanto a contenido. No limitarme a hablar simplemente de lo que “sonâ€, sino contar también lo que han representado para mà los juegos de rol.
Y es que me considero un rolero, o jugador de rol. Da igual que haga cosa de diez años que no juego y más de siete u ocho que no arbitro. Da igual que en el momento vital en el que me encuentro no me apetezca hacerlo; soy un y seré siempre un rolero.
Pero antes que nada, y siguiendo la tradición de este blog de un tiempo a esta parte, vamos a hacer un poco de memoria histórica (a mà manera, eso sÃ) de donde viene esto del rol.
En el principio de los tiempos…
Algunos roleros dicen que si Gygax y Arneson con su Chainmail fueron los creadores del primer juego de rol (pero Arneson no estaba aún por ahÃ, y Chainmail era un wargame, asà que por ahà vamos mal)
Los pregoneros de las gafas-aún-más-de-pasta dicen que el profeta Mark (molo más que tú) Rein-Hagen alumbró el Vampiro en el noventa y uno, no hubo un Único y Verdadero (y Narrativo) Juego de Rol de Verdad de la Buena (marca registrada) obviando (o ignorando) que el señor Rein-Hagen (junto a un mindundi llamado Jonathan Tweet. No, este tipo no tiene nada que ver con el Tweeter) ya habÃa hecho al parecido con el Ars Magica (solo que no era tan “Cool†ni “Profundo†ni poseÃa la “Angustia internaâ€. Todas ellas, muy posiblemente, marcas registradas) y que todo lo demás eran cosas irrelevantes que no habÃan aportado nada en el camino de la Única y Verdadera fé de la Narratividad Rolera (SÃ, también marca registrada)
Los sagrados textos de la sacrosanta Wikipedia auspiciados por el culto de los adventistas de las gafas de pasta, mencionan una cosa que hizo un tal William A. Gamson (profesor de sociologÃa del Boston College) en el sesenta y seis (bonito número) Algo llamado SimSoc (Simulated Society) que se comenzó a utilizar en las universidades como herramienta para el aprendizaje de diversas materias, podrÃa interpretarse como el primer juego de rol.
Puestos asÃ, podrÃamos empezar a soltar barbaridades en plan cenutrio pretencioso. Comenzar a trampear conceptos y afirmar que el señor MAR Barker serÃa el primero en hacer un juego de rol, porque comenzó a escribir en Tékumel a finales de los años cuarenta. Pero, como ya os digo, mentirÃa como un bellaco.
Porque, ódialo o ámalo, pero D&D, Dragones y Mazmorras, Calabozos y Dragones, o como quieras llamarlo, fue el primer juego de rol, aunque por los pelos. Tosco, básico, primario. Todo lo que queráis decir. Pero el primero.
Y digo por los pelos, no porque el resto de juegos viniesen después (válgame el perogrullo) sino porque fue la puntilla que faltaba para que a los demás se les iluminase la bombilla en su cabeza.
Barket o Stafford estaban ahÃ, a la espera de que alguien les diese la pieza que necesitaban para completar sus rompecabezas personales. De no haber existido el D&D, estoy convencido de que alguno de estos dos (o alguno que también le estuviese dando vueltas al asunto) no habrÃa tardado en dar a la tecla adecuada. Pero Gygax y Arneson se adelantaron, y eso hay que reconocérselo.
Ahora, antes de que las hordas de poseedores-de-la-verdad-única-y-absoluta me salten al cuello y empiecen a corregirme (o después, que ya sabemos lo rápido que salta esta gente) deberÃa responder a la pregunta que inicia esta entrada. Asà que voy a retomarla y clarificarla:
¿Que entiendo yo por juego de rol?
Pero eso ya os lo diré en otra entrada (no muy lejana)
DÃa: Lamentablemente, el mismo.
Hora: Un poco (muy poco) más tarde
Lugar: Mundo “realâ€
– Hola – Sandra habÃa vuelto. Esta vez estaban en sentados frente a frente en un lugar público, y su atuendo era menos sugerente. Al menos en aquella ocasión se habÃa ahorrado el “guapoâ€
– Hola. Gracias por venir.
– No hace falta que me des las gracias. No estoy aquÃ.
– Vale, ya lo sé, pero no hace falta que te cebes – estaba soñando y, obviamente, aquella no era la Sandra real, sino un constructo de su mente ante el que poder explicarse. De todas formas, aquella recreación no parecÃa especialmente afortunada. Le faltaba ese “algo†que solÃan tener sus avatares mentales.
– Pues nada, cuando tú quieras.
Generalmente la cosa no solÃa suceder asÃ. Él solÃa acceder a la ensoñación con la conversación ya comenzada y la retomaba desde un punto especÃfico. Pero todo en aquel dÃa habÃa sido muy raro y ni siquiera aquello se lo iban a respetar. Iba a tener que comenzar la escena desde el principio. Con lo que odiaba ser él quien arrancase las conversaciones… ya fuesen reales u onÃricas.
– Estooo, vale…
– ¿Interrumpo? – Daimon, otro de sus personajes recurrentes, se coló en el sueño.
– SÃ, interrumpes. Lárgate.
– Vale, pero a ver si te das un poco de prisa en soluciona la situación en la que me tienes bloqueado. Que, por muy imbatibles y estoico que sea uno, también se cansa de masacrar tipos sin rostro hasta que se te ocurra una manera de continuar.
– Que sÃ. Pesado. Fuera, fuera – en aquel momento no le apetecÃa bucear en las desgracias de sus personajes, lo cual era raro. Aquella era una ocasión ideal para mandar su cabeza a otro universo pero, al parecer, el tren para aquellos lugares habÃa salido sin él. Nunca habÃa andado falto de inspiración para diseñar nuevas maneras de traumatizar a sus creaciones, pero parecÃa que la musa estaba de vacaciones o en otros asuntos.
– Cuando quieras comenzamos – Sandra parecÃa divertida – No es que tenga nada mejor que hacer, pero seguro que quieres que terminemos cuanto antes.
– Que sÃ, que sà – no acababa de entender porque trataba de ganar tiempo ante aquella escena. PodrÃa repetirla tantas veces como quisiera, pero estaba realmente nervioso. Aún dormido notaba como su cuerpo real comenzaba a sudar – No me atosigues.
– ¿Crees que vas a solucionar algo haciéndote esto?
– Contigo, bueno, con Sandra, no.
– Aham.
– Esto es más una preparación que otra cosa.
– Aham.
– Ya sabes, por si se presenta una situación similar.
– Aham.
– ¿Quieres dejar ese “Ahamâ€?
– ¿Prefieres un “Aja†o “Aha†a secas?
– No, prefiero que me ahorrases el sarcasmo.
– Pues nada, es muy sencillo; ahórratelo.
– ¿No crees que, de poder, lo harÃa?
– Pues deja de echarle la culpa a esa pobre chica.
– No le estoy echando la culpa de nada.
– ¿Entonces para que la has puesto aquà delante?
– Ahora mismo no te pareces mucho a ella. Es más, cada vez te pareces más a…
– ¿A ti?
– Aaaaaaaaaaaarg. Déjalo ya.
– Hola – Sandra habÃa vuelto. Blablablabla. Comenzaba el segundo asalto.
– Hola, gracias por venir.
– Pues bien. Tú dirás – mierda, seguÃa teniendo que comenzar la conversación él. ¿Porqué no empezaba ella con las preguntas, como solÃa ser la costumbre?
– ¿Interrumpo? – ahà estaba Kinrase, otro de los habituales.
– ¡VETE A TOMAR POR… POR… POR AHÃ! – ¿porqué ni siquiera en sueños podÃa lanzar un buen juramento?
– Vale, vale, ya me voy.
– Venga, te lo voy a poner fácil.
– Te lo agradecerÃa.
– ¿Porqué me dijiste (bueno, le dijiste) que no?
– Me alegro que me hagas esa pregunta.
– ¿Ahora vas a empezar a tomártelo a broma?
– Perdona, son los nervios.
– Venga, a ver si empieza a tener todo esto algún sentido.
– Pues verás. Ya te dije que me parecÃas muy guapa y muy simpática…
– Pues, si ya me lo dijiste, no te repitas.
– Con tanto “pues†me está quedando esto de lo más navarrico.
– El “ico†también ayuda.
– Lo sé.
– Pues continua… Ups, lo siento.
– Bien. La cosa es que, por lo poco que sé, somos muy distintos…
– ¿Y porqué no averiguas algo más antes de abrir la bocaza?
– Espera, la cosa no funciona asÃ. Empiezas con una pregunta para la que yo tengo respuesta y, después, continuas con otra para la que también estoy preparado. Asà hasta que me quedo contento.
– Ya, pero eso no va a servir para nada.
– Sirve para que yo me sienta mejor y me reafirme en mis decisiones.
– Ya. ¿Y si estás equivocado?
– Pues… Hala, otro más. Bueno, pues (y dale) si estoy equivocado…
– Si estás equivocada ya te lo descubrirá algún otro.
– Más o menos.
– Entonces no quieres arreglar nada, sino perpetuar tu auto-engaño.
– Vale. Parece que lo vas pillando. Pero no tendrÃas que decir estas cosas en alto, porque pones a prueba mi burbuja de auto complacencia.
– Que digas estas cosas en alto tampoco creo que ayude mucho.
– Me parece que no vamos a sacar nada en claro esta noche.
La luz del sol golpeándole directamente en los ojos abiertos le despertó. En aquel momento confluÃan tres nuevos factores de extrañeza: Estaba de pie, con los ojos abiertos, y sus brazos se encontraban en posición de levantar la persiana. Para estar dormido se encontraba de lo más activo.
Miro el reloj. Eran las dos de la tarde, y continuaba siendo domingo.
Definitivamente, aquel fin de semana estaba resultando, citando la maldición china, de los más interesante. Esperaba que terminase pronto.
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