HabÃa conseguido hacer funcionar a mi nuevo súper-monstruito, pero aquello no cambiaba nada. Lo seguÃa utilizándolo para lo mismo; como procesador de textos… pero tampoco es que escribiese demasiado.
Por suerte, en aquellos tiempos descubrirÃa el Shareware, dando un vuelco considerable a las funciones para las que usaba la máquina (y la informática en general) También comenzarÃan a popularizarse las revistas de share y freeware. Publicaciones que (obviamente, tras comprarlas) te regalaban… algo por lo que no habÃa que pagar. Claro, en una época en la que internet tal y como la conocemos se encontraba en un estado casi de gestación, y los oscuros y arcanos misterios de las BBS sólo se encontraban a disposición de unos pocos elegidos, era harto complicados de recopilar o conseguir aquel material por tu cuenta, asà que hasta agradecÃas pagar por ello.
Mi curiosidad informática crecÃa, y resurgÃa mi nunca desaparecido gusto por el gore electrónico. Hasta entonces sólo habÃa tenido cacharros con los que jugar de una manera, pero aquellos trastos despertaron en mà algo más. Igual era porque me encontraba vendidÃsimo para hacer cualquier cosa básica. Antes, era encender la máquina y ¡ZAS! ¡MAGIA! Se encendÃa y funcionaba, punto. Ahora no. Ahora se podÃa jorobar la disquetera, el disco duro (que no, no eran lo que yo habÃa creÃdo hasta entonces) u otro montón de palabrerÃa técnica que me sonaba a algo a medio camino entre el albano-kosovar y el soajili cerrado. Y lo peor era que aquello me molaba. Me sentÃa contento cada vez que pinchaba una tarjeta y conseguÃa que funcionase. Cada vez que copiaba una linea del autoexec y sabÃa (más o menos) lo que me decÃa y para que servÃa. Aquello prometÃa.
Asà que me compré una torre enorme para trasplantar a mi pequeñin y poder enredar en sus tripas a gusto. La cosa no parecÃa complicada: Marcar cables, soltarlos, quitar la placa de una caja y conectarla en la otra. Chupado incluso para un bárbaro como yo. Con lo que no contaba era con que las conexiones de los buses en aquellos tiempo no eran lo que se dice “precisasâ€. Tras el trasplante, el condenado no sólo no quiso encenderse sino que metÃa un pitido que no presagiaba nada bueno. Mi escasa autoconfianza y raquÃtico ego se hundieron hasta simas nunca antes horadadas; me habÃa cargado un cacharro que no iba a ser fácil (ni, sobre todo, barato) de reemplazar. TendrÃa que haber prestado más atención en el curso de destrucción y reconstrucción de horrores tecnológicos.
Por suerte no me lo habÃa cargado, y el amigo Z logró hacer que aquello volviese a mover bits por su interior. Eso sÃ, tardarÃa unos añitos en atreverme a revolver entre las tripas de un ordenador (más allá de para instalarle una tarjeta de sonido).
Tras el susto, el pavor y todo lo demás, decidà que tocaba estudiar medio en serio sobre aquello, pero no tenÃa ni idea de donde. Tampoco estaba tan emocionado como para ponerme a estudiar otro ftp, asà que empecé a buscarme la vida por mi cuenta. A falta de internet (y wikipedia) que echarme a la boca, me apunte a un curso Ceac de Basic, que no tenÃa nada que ver con lo que yo querÃa, pero era lo que habÃa (y el comercial se empeñaba en que era imprescindible antes de meterme en cosas más serias)
Ese curso aún sigue por mi casa (se vino conmigo en la mudanza) y… estoy convencido de que algún dÃa lo haré (hey, es casi todo programación para ordenadores de ocho bits, y eso mola bastante más que Visual Studios, Javas, Punto nets o Pythons)
Mientras me (ejem) mentalizaba para empezar a estudiar “en serioâ€, en una de las revistas de shareware encontrarÃa las herramientas que han guiado mis pasos informáticos hacia la senda que aún transita: La emulación. Mucho cachi procesador, triangulitos que se mueven a la vez y teras de información, pero con lo que mejor me lo paso es con la informática viejuna.
Por un lado tenÃa un emulador de algo moderno… el entorno gráfico del OS2Warp de IBM. Lo más curioso del asunto era que Windows iba mejor y tenÃa más posibilidades con ese emulador que sin él (lo no hacÃa sino engrandecer las leyendas sobre la generosidad de los señores de Microsoft para con la competencia)
Por el lado encontrarÃa los primeros emuladores de ordenadores de ocho bits (Commodore y Spectrum) lamentablemente, aún no habÃa a disposición del gran público en general una librerÃa de juegos con los que poder darle uso (aparte de que aquellas versiones sólo funcionaban diez minutos si no comprabas la versión completa)
Era ver la pantallita azul del Commodore y ponérseme un sonrisa tonta en la cara (y la cara de tonto me dura hasta hoy)
AsÃ, con esta expresión de lerdo y la lagrimita a punto de caer, me despido por hoy… Creo que voy a echar una partidita al Traz antes de ir a dormir.
Talislanta.
¿Que se puede decir de Talislanta (en la lengua de Cervantes) que no se haya dicho ya?
Pues… mucho me temo que casi todo.
Y es una lástima, porque es un gran juego con montones de material muy bueno e ideas muy interesantes.
No es tan rompedor como pudieran ser en su momento Tékumel o Glorantha. Más allá de su “obsesión†con que no haya elfos (su eslogan de toda la vida) tenemos un amplio abanico de razas con las que podemos jugar (algunas similares estéticamente a los anteriormente citados elfos o el resto de razas de la fantasÃa convencional, pero siempre tratando de hacerlas culturalmente únicas) entre las que no se ha tratado de crear un “equilibrio jugableâ€. Las hay muy bestias, y son bestias. Punto. No hay desventajas por que sÃ, para que no se abuse. El mundo es como es, salvaje y despiadado. Brutal, podrÃamos decir. Las criaturas que lo pueblan no son lo que se dice amables o amistosas. Son bonitas, sÃ, pero bonito como puede ser el diseño del álien o el depredador cinematográficos.
Talislanta es Burroughs se toma unas copas con Zelazni, Vance, Lovecraft y Moorkcock mientras se leen unos tebeos de la DC clásica (el mismo Stephan Michael Sechi, menciona estos referentes junto a otros tantos que no he leÃdo entre los que se encuentran gente como Erodoto o Borges. A ver cuando corrijo estos defectos de formación)
Al contrario que Gygax o Stafford, Sechi no tenÃa aquel mundo dando vueltas por su cabeza antes de que el rol fuese rol (estaba muy ocupado tocando con su banda), sino que su afición a esto comenzarÃa tras una partida al D&D clásico en la que le metió su hermano pequeño. Después de eso, ya sabéis. Montó con unos amigos su propia editorial (Bard Games, con una inversión inicial de seiscientos dolares por cabeza) publicarÃa su primer juego (La trilogÃa de Atlantis)
Tras unos problemas con sus compañeros, venderÃa su parte de la impresa a uno de ellos, guardarÃa el dinero en el banco, y durante los tres meses siguientes se dedicarÃa a escribir los tres primeros libros de Talislanta. Más adelante, su ex-compañero decidirÃa que ya no le apetecÃa dirigir más la empresa, y le vendió de nuevo su parte.
Asà la primera edición del juego acabarÃa viendo la luz en enero del ochenta y siete. Empezando con The Talislantan Handbook, un libreto de ochenta y ocho páginas entre las que podÃamos encontrar desde lo tÃpico: El reglamento, hechizos, habilidades, equipo, glosario de términos, etc hasta cosas no tan habituales: Datos de clima, calendario de fechas señaladas en el mundo, escritura (bueno, en realidad unas runas con su equivalencia con nuestro alfabeto) y, lo que me atrajo desde un principio del libreto: Las ilustraciones de las distintas razas.
En la parte central del libro te encuentras con cuatro páginas cada una con doce ilustraciones de distintos arquetipos con su correspondiente nombre a la espera de que tu dedo dijese: Mi personaje va a ser uno de estos.
En mi caso (y ya con la segunda edición, en el que las páginas con dibujines de arquetipos habÃan subido hasta siete) mi primera elección serÃa un Guerreto mÃstico mandalano (Mandalan mystic Warrior) Os preguntaréis ¿a que se debió aquella elección? ¿Al exotismo del nombre? ¿Al misticismo que destila? Pues no, lo elegà porque el bicho del dibujo parecÃa un ninja, y yo me encontraba en esa edad en la que todo lo que sonase, pareciese o recordase a un ninja, molaba (¿a quién pretendo engañar? Aún sigo en esa fase)
Luego resulto que estos tipos eran pacifistas y tal, pero bueno, aunque sólo llegué a jugar una partida con él y recibió palos por todos lados, aprendà a quererlo tal y como era.
Bueno, cerramos la batallita y continuamos con lo que estábamos.
En febrero del mismo año saldrÃa The chronicles of Talislanta, ciento veinte páginas en las que Tamerlin (el tipo con un nombre no demasiado original, pero se lo perdonaremos) nos hablaba sobre el mundo y sus habitantes.
Después de este vendrÃan A naturalist’s guide of Talislanta en septiembre y Talislanta sorcerer’s guide en junio del año siguiente (para los que no sepan de lenguas, bestiario – ¿botanicario? Y hechizos, encantamientos, objetos mágicos, bichos extra dimensionales, profesiones nuevas y demás)
También tratarÃa de sacar un cómic ambientado en su mundo, pero la editorial que querÃa sacarlo se irÃa a pique tres meses antes de que los tebeos llegasen a ver la luz.
Un mes después, saldrÃa a la venta el primer volumen de The cyclopedia Talislanta, que era… lo que su mismo nombre indica, el primer suplemento de la segunda hornada, tras el que el amigo Stephan se tomarÃa un descansito tras el palizón.
El año siguiente y con fuerzas renovadas, se lanzarÃa a sacar la segunda edición del juego: Talislanta handbook and campaign guide, donde pulÃa alguna regla y hacÃa un resumen del material publicado los suplementos de la primera edición y se puso las manos de escribir para sacar los siguientes tomos de la Cyclopedia Talislanta:
The Cyclopedia Talislanta II: The Seven Kingdoms
The Cyclopedia Talislanta III: The Wilderlands of Zaran
The Cyclopedia Talislanta IV: The Western Lands
The Cyclopedia Talislanta V: The Eastern Lands
The Cyclopedia Talislanta VI: The Desert Kingdoms
E incluso se atrevió a sacar una linea de miniaturas junto con Lance & Laser (los mismos que sacaron el dos mil dos figuritas de Glorantha)
Al año siguiente sacarÃa el último libro publicado por Bard Games: Talislanta Worldbook, una reedición – ampliación – revisión del viejo Chronicles y la primera Cyclopedia.
HabrÃa que esperar dos años para una nueva edición del juego, esta vez publicada bajo licencia por Wizard of the coast (antes de caer ante el lado oscuro del Magic)
The Talislanta Guidebook serÃa el primer libro. Más de trescientas páginas en las que se volvÃa a resumir lo anteriormente publicado, pero avanzando veinte años en la lÃnea temporal del mundo.
Wizards tambien publicarÃa otros tres suplementos: Talislanta Geographica, Thystram’s collectanea y The archaen codex (mapa, bestiario y tocho de magia) y cuatro aventuras: Saristra, Sub-men rising, Quantrigue y The scent of the beast. Como premio también sacarÃan una colección de relatos cortos: Tales of Talislanta.
Se dice, se comenta, se rumorea, que llegaron a un acuerdo con Steve Jackson Games para que se publicase un GURPS Talislanta. Buscando por ahà he encontrado que hasta le sacaron el ISBN (y hay tiendas que lo ofrecen, siempre fuera de stock) pero, lamentablemente, lo cierto es que no llegó a publicarse (aunque circulan leyendas sobre copias de playtesting pululando por la nube)
Pero para mi eterna condena, Magic consumió toda la maquinaria editorial de Wizard, provocando su abandono de la causa rolera.
También sacarÃa el señor Sechi por su cuenta tres compilaciones musicales: Music from Talislanta I y II, y Wizard Hunter CD. Música instrumental que habÃa compuesto para dar ambiente en las partidas. Todito compuesto e interpretado por él (que para algo es también músico)
HabrÃa que esperar otros cinco años, para celebrar el décimo aniversario de la primera edición, para empezar a escuchar rumores de una nueva publicación de Talislanta. Diez años, y aún no hay elfos, rezaba la promo. Pharos Press se hizo con la licencia, pero al final no sacarÃa nada más allá de un PDF con la promo (y la frasecita) antes de que diferencias creativas llevasen a paseo el proyecto. Desde Talislanta.com están tratando de hacerse con alguna de las pruebas de impresión de esa edición para escanearlas y compartirlas, asà que si alguno de vosotros sabe algo de ellas, ya estáis tardando en mandárselas.
Pero no acaba aquà nuestra historia. En dos mil uno, Shooting Iron se harÃa con los derechos para sacar la edición definitiva. Un tochal de quinientas dos páginas con todo lo necesario para arbitrar en este mundo… lo único que no metieron fue una aventura introductoria (pero es que tenÃan que parar de meter páginas en algún momento)
Pese al cariño que le tengo a la segunda edición (que fue la primera… y única a la que he jugado) debo coincidir con su autor en que esta mola más (aunque puede llegar a ser un poco incómoda, es impresionante como pocos libros)
Servidos y fipados con esa edición, hubo que esperar hasta dos mil cinco para una nueva edición, esta vez adaptada al sistema D20 (¡horror!, vale, que sÃ, que el sistema original también se basaba en ese dado, pero no era plan) por parte de Morrigan Press. Esta gente también sacarÃa otros siete suplementos:
Talislanta Menagerie (Bestiario, y van…) Codex Magicus (esto… cielos, más magia) Midnight Realm, People & Places: Djaffa y The Northern Reaches (suplementos regionales) The Weight of Water (una campaña larga) para terminar con una par de curiosidades: Un suplemento de veinticinco páginas, Riding The Sky: A Guide to Windships y Talislanta Cardstock Minis trece páginas con imágenes recortables de los diversos arquetipos del juego. Ambos serÃan publicados exclusivamente en PDF. Todos estos suplementos serÃan compatibles tanto con el sistema clásico como con el D20.
También reeditarÃan ese mismo año (para la quinta edición que estaban preparando) una versión actualizada de The Chronicles of Talislanta
y Hotan’s History Of The World
la guÃa (ejem) “definitiva†de la historia del mundo.
Y para abrir boca antes de lanzarse a la quinta edición, lanzarÃan The Darkness. Mientras estaban escribiendo el suplemento Midnight Realm, se emocionaron tanto ante las posibilidades de la región, que terminaron creando una “escisión†del suplemento para darle entidad propia como juego independiente basado en su Omni system.
Finalmente, en dos mil siete, saldrÃa la quinta edición (esta vez olvidándose del D20… del sistema, no del dado) para el que sólo han salido tres libretos: A Player’s Guide to Talislanta, A Gamemaster’s Guide to Talislanta y The Menagerie.
Yyyyyyyyy, creo que eso es todo amigos, al menos por el momento (que tampoco es poco) pero os acomodéis todavÃa, que el amigo Stephan anda a la búsqueda de ese tebeo que no llegó a publicarse, de sacar algún libro de ilustraciones con los dibujos de Patricia Breeding Black (que yo me comprarÃa sin dudar) y tentando por ahà a la gente para ver si alguien se anima a sacar un MMORPG ambientado en su pequeñÃn.
Mientras tanto os podéis pasar por Talislanta.com, donde se puede descargar todo el material que han conseguido escanear, ya que su autor ha liberado ese material.
¿A que estáis esperando?
DÃa: Estooo…
Hora: ¿Qué queréis que os diga? Más o menos entre esta y la otra.
Lugar: No. AhÃ, no. En otro lado tampoco.
– ¿Hola?
–
– Sé que estás ahÃ.
–
– ¿Vas a seguir jugando a esto durante mucho rato?
– Perdona, que no sabÃa como empezar.
– Pues como de costumbre, con el culo.
– Gracias, eres un amor.
– Déjate de gaitas, que te estas luciendo con la entradilla (en tu mejor tradición)
– Algún dÃa de estos tengo que ponerme a analizar por qué me hago estas cosas.
– Bla, bla, bla, aún no has empezado.
– Que sÃ, que sÃ, que me des un minuto para acabar de centrar un poco el asunto.
– Puedes darle todas las vueltas que quieras, pero el tema esta claro: Tu protagonista ha decidido pasar de ti.
– Hombre, yo no lo dirÃa asÃ. El enfoque es un tanto simplista.
– Pues yo lo veo cristalino. Sea como sea, toca improvisar.
– ¿De verdad crees eso?
– Creo lo que tú quieres que crea. Ya sabes… tú escribes, y yo… esto… eso, lo que sea.
– Venga, a ver si hacemos que esto avance un poco. Vamos a empezar con una recapitulación.
– ¿Como esos capÃtulos que son un copia – pega de los anteriores? ¿Que vas a hacer, poner aquà parrafitos de las anteriores entradas para ir ganando tiempo?
– Que no. Lo que pasa es que esto lo comencé hace ya un tiempecito y…
– Si no se acuerdan, que lo lean, que para eso está por ahà colgado. Nos hemos levantado vagos, ¿Eh?
– A ver, es que es un poco complicado de explicar…
– Que no. Que te cebaste mucho puteando a tu álter ego y no te ha quedado más remedio que hacer que reaccione de una manera coherente y pase de ti.
– ¿Eso es lo que crees?
– ¡Y dale!. Que no vuelvas por ahÃ, que vamos a acabar en un bucle infinito.
– Vale Entonces igual lo mejor es soltarlo directamente en plan monologo.
– No esperes que te diga que sà a nada. Tú mejor que nadie sabes cual es mi papel en esta historia.
– Por supuesto que lo sé. De no ser asà ya te habrÃa dado pasaporte hace tiempo.
– ¿Debo sentirme halagado?
– Tampoco es para tanto. Esto no deja de ser una historia sencillita, pero bueno, no dejas de ser el prota de esta parte.
– Hala, venga, toma huida hacia adelante… Que no cuela. Que esto va sólo de Javis.
– ¿Y que te cre..? Joder, cuesta no tomar el caminito de marras. Vamos a decirlo despacito y vocalizando bien para que ni siquiera a ti te cueste entenderlo: Tú también eres otro Javi.
– A ver, me has llamado Sarcástico y Mike, pero de Javi nada de nada. El prota siempre ha sido “el otroâ€.
– Eso es lo que podÃa parecer, pero tú siempre has tenido más dialogo que él. Tú eras el que daba “vidilla†a esta parte de la historia y no el sosito de Javi. Sin tu parte, el microverso habrÃa sido un muermazo. En definitiva: Sin ti, escribir esto habrÃa sido un coñazo.
– Eres único echándote flores.
– ¡Que este Javi no soy yo! (y el otro tampoco)
– No. Si yo te creo.
– Da igual. El tema es que ha llegado el momento en el que te toca saltar a primera lÃnea.
– No me jodas. A mi lo que me mola el papel de listillo. Ya sabes, lo de saber más que los demás, vacilarles y saber que siempre llevas las de ganas en una discusión. Lo de pringado a putear como que no me motiva demasiado.
– Uno: No puedes elegir y Dos: Tampoco creas que vas a cambiar mucho. Para personajes a traumatizar tengo muchos dispersos por ahÃ.
– Promesas, promesas. A ver en que fregado me metes.
– Nada, nada. Una un poco de lobotomÃa selectiva, un poco de ingenierÃa de personalidad y todo solucionado.
– Y que los demás que miren hacia otro lado y finjan que no soy quien soy.
– PodrÃa ponerme puntilloso y justificarlo, pero tampoco es que haya que disimular mucho. Al fin y al cabo nunca has existido en el universo al que te mando.
– Y con todo esto te ahorras también el encontrar un método “realista†con el que Javi pudiese llegar hasta allÃ.
Javi comenzó a caminar hacia el portal. Todo lo que habÃa pasado en los últimos dÃas no dejaba de parecerle ciertamente increÃble, pero aquello ya no importaba. Las dudas, fauna de la que se habÃa visto rodeado, el tipo misterioso de sus sueños y las voces en su cabeza habÃan cumplido su misión. TenÃa miedo pero, tragando saliva dio los últimos pasos. Al otro lado del umbral habÃa un mundo distinto y desconocido, pero era donde estaba Ella.
– Que sÃ, cansino, que ya lo saben. ¿Puedo cruzar de una vez?
Se sintió extraño al cruzar, como si su cuerpo cambiase… pero manteniéndose igual en la esencia.
– ¡Pero si nunca nos has descrito a ninguno! ¿Para que dices nada de cambiar de aspecto si sigues sin intención de decir que pinta tenemos?
Se quedó sobrecogido, sin habla.
– …
– He dicho que te quedaste sin habla.
Recordaba haber estado ahà antes en sueños, pero contemplarlo con sus propios ojos lo convertÃa en una experiencia nueva y sobrecogedora. Tras unos minutos de reflexión y adaptación (y espantar a los tipos que se le quedaban mirando) se dirigió hacia las personificaciones de los arquetipos que le debÃan ayudar en su búsqueda. Aquellos dos no tenÃan muy buena pinta.
Tipo duro parecÃa una momia y se le veÃa destrozado, pero aún asà impresionaba (o igual por que se mantenÃa en pie pese a eso)
Por su parte, tipo listo estaba también destrozado. Abrir el portal en un mundo en el que aquello era imposible (bueno, si lo habÃa logrado, imposible, lo que se dice imposible tampoco debÃa ser, pero sà muy chungo) le habÃa arrebatado hasta la última brizna de su esencia y estaba arrugado y escuálido. Como si se fuese a partir por la mitad en cuanto empezase a soplar un poco de viento.
– Hurra por el séptimo de caballerÃa – pensó para sus adentros – Menos mal que te ibas a cortar un poco con el nivel de puteo.
No tenÃa ni idea de como lograrÃa volver a casa, pero no importaba. TenÃa la sensación de que ya no habÃa vuelta hacia atrás posible pero, para su sorpresa, lo más extraño era que no le importaba demasiado.
Pues sÃ, tras la larga espera, por fin estaban entre nosotros: Ventanitas de colores. No era la primera vez que Microsoft intentaba colarlas, pero las anteriores versiones no es que fueran malas, sino que eran más inestables que un demonio mal invocado en el Warhammer.
Pero bueno, como se suele decir, a la tercera parecÃa que era la vencida (más o menos, porque la primera versión que corrió como la pólvora, al menos por mi entorno, fue la tres punto uno)
Las malas lenguas hablaban de “copiaâ€, “plagio†y “robo†(no, de taquiones no hablaba aún nadie, el advenimiento de ROB se habÃa producido, pero aún no se habÃa terminado de asimilar toda su Genialidad en toda su magnificencia) pero sólo hablaba la envidia. Que las teclas rápidas fuesen las mismas que las del MacOS no era casualidad, nada tenÃan que ver el azar o la mala praxis. El señor Gates, en su magnanimidad se habÃa apiadado de los pobres usuarios de Mac y les habÃa permitido hacer las cosas de la misma manera, asà no perdÃan tiempo aprendiendo el nuevo sistema (más adelante les darÃa una “Tecla Windows†en homenaje a la “Tecla Manzanita†para hacerles aún más sencilla la adaptación)
Aquel Windows primigenio cabÃa en ¡cuatro disketes! (más los tres que eran necesarios para instalar el MsDOS, que sin él no podÃamos hacer nada) y podÃa hacer cosas increÃbles. PodÃas instalar de manera gráfica y sencilla cualquier dispositivo, ya fuese un CD o una tarjeta de sonido (claro está, sà antes las habÃas configurado en los archivos de configuración de DOS)
SeguÃas sin poder cargar las cosas adecuadamente en memoria ¿Quién necesita más de seiscientos cuarenta Ks de RAM de base? PodÃas arrancar los juegos haciendo doble click desde tu administrador de archivos (otra cosa es que funcionasen)
Pero bueno, no todo eran innovaciones imprescindibles y alucinantes. También habÃa pequeñas concesiones, inútiles para los usuarios de PC de toda la vida, pero utilizadas por los caprichosos usuarios de Mac como el porta papeles para copiar texto entre aplicaciones o (paparruchas) programas creados para el entorno gráfico. Eso no eran cosas para hombres, sino para vagos que lo querÃan todo mascadito. Para nenazas (… como yo) Los hombres de verdad usaban linea de comandos y, los superhombres Unix. Linux empezaba por aquellos tiempos, pero yo aún estaba lejos de que ni siquiera me sonase el nombre.
Asà pasarÃa del Word Perfect al Word (a secas, que no serÃa “perfect†pero era mucho más cómodo) del Musicator para Dos al Pro 4 (un diskete), Encore (dos) y Finale (tres disketes. Entonces si que tenÃan que currárselo para hacer los programas) al Cubase y el Logic aún les quedaba tiempo para aparecer para PC). Aparte de eso programas también usaba… también usaba… vaya, parece que no usaba ningún otro programa (y no os creáis que a los que he mencionado les daba mucho uso). Por lo demás, tampoco es que jugase demasiado al PC. La MegaDrive aún seguÃa por casa, pero estaba en la habitación de uno de mis hermanos y habÃa caÃdo un poco en desuso, asà que mi única vÃa de escape jugón era la Game Gear (y el rol tradicional, que casi habÃa copado mi tiempo de recreo y esparcimiento)
Mientras hacÃa la PSS y, gracias al una versión primitiva del spam que consistÃa en mandar faxes de publicidad de cualquier cosa a todo cristo, llegarÃa hasta la tienda publicidad de una gente de Madrid que vendÃa ordenadores a unos precios de los más razonables. Asà que me animé a hacerme con uno (y logré convencer a mis dos hermanos para que me echasen una mano para pagarlo).
Asà me harÃa con mi primer ordenador (pagado con mi dinero): Un fantabuloso 486 DX2 66 con un monitor SVGA de catorce pulgadas y ocho megas de Ram y doscientos diez de disco duro.
La cosa prometÃa, aunque empezó con un pequeño problemilla: Sólo venÃa con un diskete y este diskete traÃa sólo el command.com (de algún lado tenÃan que rascar ese precio) En aquel momento me sentà de nuevo como aquel lejano dÃa con el primer Commodore, esperando a que… no sé, que hiciese algo, lo que fuese.
Pero bueno, esta vez ya tenÃa un poco más de callo y logré hacerme con una copia de los disketes de instalación del MsDOS 6.20 y del Windows 3.1 (ya que con el ordenador que habÃa comprado la tienda no venÃan los discos para reinstalar el sistema) y liándome la manta a la cabeza me curre la instalación completa desde cero (previa brasa a los colegas “ilustrados†sobre cosas como un fdisk y demás)
Aún me quedaban algunos miedos electrónicos por superar, pero aquel fue un gran paso para mi. Pero eso os lo iré contando otro dÃa.
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