DÃa: Estooo…
Hora: ¿Qué queréis que os diga? Más o menos entre esta y la otra.
Lugar: No. AhÃ, no. En otro lado tampoco.
– ¿Hola?
–
– Sé que estás ahÃ.
–
– ¿Vas a seguir jugando a esto durante mucho rato?
– Perdona, que no sabÃa como empezar.
– Pues como de costumbre, con el culo.
– Gracias, eres un amor.
– Déjate de gaitas, que te estas luciendo con la entradilla (en tu mejor tradición)
– Algún dÃa de estos tengo que ponerme a analizar por qué me hago estas cosas.
– Bla, bla, bla, aún no has empezado.
– Que sÃ, que sÃ, que me des un minuto para acabar de centrar un poco el asunto.
– Puedes darle todas las vueltas que quieras, pero el tema esta claro: Tu protagonista ha decidido pasar de ti.
– Hombre, yo no lo dirÃa asÃ. El enfoque es un tanto simplista.
– Pues yo lo veo cristalino. Sea como sea, toca improvisar.
– ¿De verdad crees eso?
– Creo lo que tú quieres que crea. Ya sabes… tú escribes, y yo… esto… eso, lo que sea.
– Venga, a ver si hacemos que esto avance un poco. Vamos a empezar con una recapitulación.
– ¿Como esos capÃtulos que son un copia – pega de los anteriores? ¿Que vas a hacer, poner aquà parrafitos de las anteriores entradas para ir ganando tiempo?
– Que no. Lo que pasa es que esto lo comencé hace ya un tiempecito y…
– Si no se acuerdan, que lo lean, que para eso está por ahà colgado. Nos hemos levantado vagos, ¿Eh?
– A ver, es que es un poco complicado de explicar…
– Que no. Que te cebaste mucho puteando a tu álter ego y no te ha quedado más remedio que hacer que reaccione de una manera coherente y pase de ti.
– ¿Eso es lo que crees?
– ¡Y dale!. Que no vuelvas por ahÃ, que vamos a acabar en un bucle infinito.
– Vale Entonces igual lo mejor es soltarlo directamente en plan monologo.
– No esperes que te diga que sà a nada. Tú mejor que nadie sabes cual es mi papel en esta historia.
– Por supuesto que lo sé. De no ser asà ya te habrÃa dado pasaporte hace tiempo.
– ¿Debo sentirme halagado?
– Tampoco es para tanto. Esto no deja de ser una historia sencillita, pero bueno, no dejas de ser el prota de esta parte.
– Hala, venga, toma huida hacia adelante… Que no cuela. Que esto va sólo de Javis.
– ¿Y que te cre..? Joder, cuesta no tomar el caminito de marras. Vamos a decirlo despacito y vocalizando bien para que ni siquiera a ti te cueste entenderlo: Tú también eres otro Javi.
– A ver, me has llamado Sarcástico y Mike, pero de Javi nada de nada. El prota siempre ha sido “el otroâ€.
– Eso es lo que podÃa parecer, pero tú siempre has tenido más dialogo que él. Tú eras el que daba “vidilla†a esta parte de la historia y no el sosito de Javi. Sin tu parte, el microverso habrÃa sido un muermazo. En definitiva: Sin ti, escribir esto habrÃa sido un coñazo.
– Eres único echándote flores.
– ¡Que este Javi no soy yo! (y el otro tampoco)
– No. Si yo te creo.
– Da igual. El tema es que ha llegado el momento en el que te toca saltar a primera lÃnea.
– No me jodas. A mi lo que me mola el papel de listillo. Ya sabes, lo de saber más que los demás, vacilarles y saber que siempre llevas las de ganas en una discusión. Lo de pringado a putear como que no me motiva demasiado.
– Uno: No puedes elegir y Dos: Tampoco creas que vas a cambiar mucho. Para personajes a traumatizar tengo muchos dispersos por ahÃ.
– Promesas, promesas. A ver en que fregado me metes.
– Nada, nada. Una un poco de lobotomÃa selectiva, un poco de ingenierÃa de personalidad y todo solucionado.
– Y que los demás que miren hacia otro lado y finjan que no soy quien soy.
– PodrÃa ponerme puntilloso y justificarlo, pero tampoco es que haya que disimular mucho. Al fin y al cabo nunca has existido en el universo al que te mando.
– Y con todo esto te ahorras también el encontrar un método “realista†con el que Javi pudiese llegar hasta allÃ.
Javi comenzó a caminar hacia el portal. Todo lo que habÃa pasado en los últimos dÃas no dejaba de parecerle ciertamente increÃble, pero aquello ya no importaba. Las dudas, fauna de la que se habÃa visto rodeado, el tipo misterioso de sus sueños y las voces en su cabeza habÃan cumplido su misión. TenÃa miedo pero, tragando saliva dio los últimos pasos. Al otro lado del umbral habÃa un mundo distinto y desconocido, pero era donde estaba Ella.
– Que sÃ, cansino, que ya lo saben. ¿Puedo cruzar de una vez?
Se sintió extraño al cruzar, como si su cuerpo cambiase… pero manteniéndose igual en la esencia.
– ¡Pero si nunca nos has descrito a ninguno! ¿Para que dices nada de cambiar de aspecto si sigues sin intención de decir que pinta tenemos?
Se quedó sobrecogido, sin habla.
– …
– He dicho que te quedaste sin habla.
Recordaba haber estado ahà antes en sueños, pero contemplarlo con sus propios ojos lo convertÃa en una experiencia nueva y sobrecogedora. Tras unos minutos de reflexión y adaptación (y espantar a los tipos que se le quedaban mirando) se dirigió hacia las personificaciones de los arquetipos que le debÃan ayudar en su búsqueda. Aquellos dos no tenÃan muy buena pinta.
Tipo duro parecÃa una momia y se le veÃa destrozado, pero aún asà impresionaba (o igual por que se mantenÃa en pie pese a eso)
Por su parte, tipo listo estaba también destrozado. Abrir el portal en un mundo en el que aquello era imposible (bueno, si lo habÃa logrado, imposible, lo que se dice imposible tampoco debÃa ser, pero sà muy chungo) le habÃa arrebatado hasta la última brizna de su esencia y estaba arrugado y escuálido. Como si se fuese a partir por la mitad en cuanto empezase a soplar un poco de viento.
– Hurra por el séptimo de caballerÃa – pensó para sus adentros – Menos mal que te ibas a cortar un poco con el nivel de puteo.
No tenÃa ni idea de como lograrÃa volver a casa, pero no importaba. TenÃa la sensación de que ya no habÃa vuelta hacia atrás posible pero, para su sorpresa, lo más extraño era que no le importaba demasiado.