Fecha: La misma.
Hora: Mientras tanto
Lugar: Microverso
CaÃa, asà que debÃa de estar soñando.
Pero en aquella ocasión era distinto. La caÃda no era une experiencia relajante. No se sentÃa flotar, no notaba como el viento le acariciaba sustentándolo. ¿SerÃa una pesadilla?
Continuaba cayendo y su estomago fue el primero en sentir la sensación de vértigo. Su velocidad aumentaba, pero continuaba sin ver el suelo. Cerró los ojos y los abrió de nuevo. Estaba tumbado en su cama. No, no era él, era otro. Aquella tampoco era su cama, ni se encontraba en su habitación. PodÃa ver los pensamientos de “el otro†en su mente. Pensaba en una mujer, pero no era “Ellaâ€. “El otro†estaba quieto, pero él continuaba descendiendo a toda velocidad. Cerró los ojos de nuevo y volvió a abrirlos.
CaÃa… pero no. DescendÃa, pero habÃa algo raro en su trayectoria. Se estaba precipitando… hacia arriba.
Vale, aquello era más raro que de costumbre.
Trataba de analizar la situación, pero su cabeza se iba a otras partes. Lugares que no reconocÃa, gente que le provocaba una sensación de “deja vu†pese a que no conocerla de nada.
– Aún no.
Una voz sonó… a su alrededor.
Su ascenso/caÃda se frenó al chocar contra algo invisible. Pese a no verlo, sabÃa que era una gigantesca mano invisible.
– No tengas prisa. Pronto llegará.
Despertó. Ya era de noche, pero se encontraba en medio de la calle. Recordó que estaba volviendo a casa después de trabajar.
– Bienvenido de vuelta – Mike le hablaba desde el interior de la cabeza – Pensaba que me ibas a dejar al mando. Lástima que no pueda tomar control de tu cuerpo.
– ¿Cuanto tiempo he estado “fueraâ€?
– No pongas comillas mentales cuando hablas conmigo. Queda muy ridÃculo.
– Vale, lo tendré en cuenta, pero respóndeme.
– Poco, apenas unos minutos.
– ¿Y no estabas en el sueño?
– Nop. ¿Me he perdido algo interesante?
– Bueno, si no interesante, sà que ha sido raro.
– ¿Raro como un piso asequible, o como un viaje de pellote?
– Nunca he tomado pellote. Creo.
– Ya me entiendes.
– Supongo que me quedo con la segunda opción.
– ¿Más que lo habitual?
– ¿Cuantas veces me he quedado dormido mientras andaba, y cuantos de mis sueños te has perdido?
– Vale, ya te sigo.
– Hoy estas muy lento. Incluso parece que el vacilón soy yo.
– Parece que las reglas van cambiando, y no me gusta.
– ¿Estamos jugando a algo?
– Es una manera de hablar. No será un juego, pero las cosas, los axiomas de esta realidad, parece que están cambiando.
– Venga, tÃo, no sigas por ahÃ. Por un dÃa ¿No puedes dejarlo?
– Vale. Me estoy volviendo blando. Pero eso no cambia los hechos.
– No te lo niego. La pregunta es ¿Que hacemos?
– Tú mandas. Ordena tus prioridades y nos ponemos a ello.
– No hay prioridades. Que los “axiomas 
– Esas comillas.
– Vaaaale. Que los axiomas cambien, suponiendo que creyese tal cosa, aparte de no ser asunto mio, es algo sobre lo que no puedo hacer nada. Asà que sólo queda…
– Ella.
– Sasto.
– ¿Y cual va a ser el curso de acción, Sherlock?
– Pues habÃa pensado en visitar a Antagonista.
Antagonista era el novio de Ella. Sólo lo habÃa visto una vez y, pese a que, en un principio, deberÃa haber surgido una cierta hostilidad entre ambos… aquel tipo le caÃa bien. El problema era que no sabÃa su dirección, apenas sabÃa nada de él y tampoco sabÃa muy bien que preguntarle cuando lo encontrase.
Mientras caminaba hacÃa casa Mike se mantuvo extrañamente silencioso. Desde que aquella desagradable voz de su cabeza comenzó a meterse con él, habÃa deseado un momento de tranquilidad como aquel. En aquel momento, habrÃa preferido cualquier distracción antes de quedarse a solas con sus pensamientos y aquel molesto zumbido que lo embarullaba todo.
La noche era ideal para caminar, pero no le apetecÃa hacerlo. Sólo querÃa llegar a casa, echarse a la cama, apagar las luces, apagar su cerebro y descansar.
¿Por qué aquello le afectaba tanto?
Aquella chica era guapa, lo admitÃa, pero no más guapa que otras clientas que habÃan pasado por su trabajo. Ni siquiera era una de las clientas más habituales, o de las que le daba más palique le daban. Pese a que era consciente de que estaba como una regadera, Javi se consideraba a sà mismo una persona racional, y aquella a reacción suya no le encontraba ningún sentido.
Al llegar a casa, le sorprendió ver a tres personas sentadas charlando delante del portal. Ver allà a dos de aquellas personas le pareció, hasta cierto punto comprensible, ya que eran dios, su casero y satán, su vecino de abajo. Pero no sabÃa que razón podÃa haber llevado a la tercera persona hasta allà a aquellas horas. ParecÃa que no tendrÃa que buscar a Antagonista y que el destino tenÃa algo en contra suya aquella noche.
– Aquà llega – dijo dios al verle llegar.
– ¿Que hacéis aquà fuera a estas horas? – Javi no estaba de humor para andarse con rodeos.
– Nosotros disfrutamos de nuestro libre albedrÃo mientras dure – dijo satán señalándose a sà mismo y a dios – Tu comparsa en esta escena es este pobre hombre – Javi odiaba cuando la panda de locos con los que le habÃa tocado convivir se dedicaban a hablar de aquella manera. Pero el alquiler era barato.
– Vale, pues al grano.
– Ella no está – Antagonista parecÃa preocupado. Por un lado aquello era lo único que le parecÃa normal de lo que llevaba de dÃa. Por otro, y aunque él mismo tenÃa intención de ir a buscarle, no sabÃa muy bien que pintaba aquel hombre delante de la puerta de su casa.
– Ya lo veo – no pudo evitar soltar la gilipollez. La diversión, la preocupación y la culpa iban pidiendo turno alternativamente en su cabeza. Incluso se imaginaba la maquina que les iba asignando los números.
– ¿Y bien? ¿Que vas a hacer?
– ¿Yo? ¿A mi que me cuentas? Tú sabrás que le has hecho. Ya volverá.
– Mike ¿Me echas una mano? – aquel golpe bajo no se lo esperaba, aunque en un dÃa como aquel no tendrÃa que haberle pillado por sorpresa.
– Javi, deja de hacer el capullo y tómate esto un poco en serio – Mike siempre estaba ahà para estropearle la diversión.
– Vale, tú dirás.
– A ver. Todo esto va sobre ti. Tú eres el que debe tomar la iniciativa.
– ¿Que me dices? ¿Que me la he llevado? ¿Que se ha… ido a donde sea por algo que he hecho o dicho?
– No. No es que se haya ido, o se la hayan llevado. Ha desaparecido. Ya no está “aquÃâ€
– Perdona, creo que te has dejado un par de puntos para entrar en la definición canónica de “crÃpticoâ€
– Pues es lo que hay. Ahora búscate la vida.
Este pasado viernes, aprovechando que el Pisuerga pasa… por dónde sea que pasa, y que los zaragozanos montaban la RetromañÃa, el amigo G y un servidor de ustedes (y de los otros dioses) tras salir de currar, nos subimos al retromóvil y nos pasamos por las tierras mañÃas.
Como la retro se celebraba junto a la “II semana de la ingenierÃa†y se ubicaba en centro politécnico superior de la universidad de Zaragoza, estaba supeditada a sus horarios. Asà que, mientras nos dedicábamos a pasear por la planta baja mirando las vitrinas con ordenadores viejunos, podÃamos ver a la gente aún en las aulas. No deja de parecerme curioso que sólo he pisado las universidades para eventos frikis (bueno, salvo una vez que me tocó llevar un piano a la privada)
En la exposición, aparte de las clásicas maquinas de ocho bits domesticas, pudimos deleitarnos con la visión de un NeXT Computer, varios modelos de estaciones Sparc de SUN y unos cuantos mainframes desmontados. La pena fue el no poder verlos en funcionamiento.
A escala un poco más pequeña, también pudimos fragmentos de cinta perforada, discos de ocho pulgadas, trozos de memoria de ferrita o un disco duro más grande que una fuente de alimentación.
Nota mental: Si vuelvo el año que viene, no debo olvida el comprar una maza para reventar las vitrinas y traerme para casa todo lo que encuentre en mi camino.
En la primera planta la exposición continuaba con nuevas vitrinas a reventar, esta vez repletas de consolas (entre las que se encontraba una Virtual boy). Junto a ellas, montones de niños tirados por el suelo haciendo “pixel-art†con cuadrados de colores imantados bloqueaban el acceso al juegódromo.
Ante la imposibilidad de descargar nuestras necesidades lúdicas, continuamos nuestro camino hasta el final del pasillo. Del umbral de una puerta entreabierta, como si se tratase de cantos de sirena, salÃan deliciosos sonidos que nos invocaban, atrayéndonos hasta su fuente. Sin duda estaban generados por los poderosos chips monofónicos de nuestras adoradas paleomáquinas. Pero al cruzar el marco nos encontramos algo mejor; Ahà estaban los incombustibles Zylog y Eduardo Mena terminando de demostrar todo lo que son capaces de hacer los cachivaches que todo el mundo considera obsoletos. Digo terminando porque ya estaban desmontando el chiringuito. A ver cuando hacen estas cosas en fin de semana para que podamos acudir los currantes. Porque perderme la cacofonÃa del Retroconciertazo me fastidió, pero el martes habÃan dado una charla los señores Alfonso Azpiri y Juan Giménez sobre los tiempos gloriosos del software español, y eso si que me dolió perdérmelo. Al menos Zyloj me confirmo que estaba grabado, asà que esperando estoy a que lo cuelguen por algún lado.
Al salir de la sala, la entrada al juegódromo ya se habÃa despejado, asà que pasamos desahogarnos. Empezamos con una partida a la secuela del Tempest Tubes para la Atari Jaguar (Tempest 2000), seguido del intento de hacer funcionar un juego para el Amiga CD32 (que no hubo manera). A esto le siguieron un par de partidas el Cobra en un spectrum pero, el triunfador de la noche fue el Nemesis 2 en un MSX 2, y ya que habÃa tanto dos por ahà suelto… pues jugamos a dobles. Mientras uno manejaba la nave, el otro iba seleccionando las mejoras. Seguro que más de uno se nos quedó mirando mientras gritábamos “Artillero, dame speed†o “No, el doble no, ahora tocaba el option†Ahà nos quedamos alternando los controles, partida tras partida, hasta las ocho y media que vimos que esta gente empezaba a recoger.
Tras despedirnos de esta gente, procedimos a adentrarnos entre las obras de Zaragoza a la busca y captura de un aparcamiento. HabÃamos quedado con la tropa webcomiquera maña para cenar. Después de fracasar en nuestro intento de encontrar un aparcamiento cerca de donde habÃamos quedado, atracamos el retromovil en Kazajstan del norte y nos adentramos caminando en los peligros de la noche zaragozana.
Al final peligros, lo que se dice peligros más bien fue que no hubo. Diversión sÃ, a montones (para alguno incluso por motivos ajenos a los allà reunidos)
Aparte de Morán, a quien ya conocÃa, se nos unieron Marcos, Ana e Iván que además de una conversación de lo más entretenida nos dieron una lección de lo que es una auténtica “Tormenta de ideas post-alcohólicaâ€
Pero como siempre, lo bueno se acaba, y nos volvimos esa misma noche a Pamplona. Aunque no creo que tardemos en volver a vernos, ya que es muy probable que volvamos por esas tierras para el Salón del cómic de Zaragoza.
Va a terminar por resultar que no esta tan mal mañolandia.
Y ahora quieren obligar a la chavalada a estudiar hasta los dieciocho años…
Venga, vamos a ponernos reivindicativos y escribanos una:
Carta abierta al ministro de educación (y a los padres)
Empecemos por el principio: Porqué me parece un error obligar a la gente a estudiar hasta los dieciocho.
Desde mi experiencia personal (que no deja de ser eso, personal, y que no tiene que ser extrapolable a todo el mundo) podrÃa afirmar que queda demostrado que esta medida no es acertada.
Yo no querÃa estudiar. Asà de sencillo.
Ya a los catorce querÃa dejar los estudios. Mi padre tiene un negocio y “sabÃa†(aunque, con el tiempo, resultó que me equivocaba) que iba a acabar trabajando ahÃ. Asà que el continuar estudiando me parecÃa una perdida de tiempo (aparte de que no me gustaba nada, y que los últimos años de la EGB habÃan sido un constante “in crescendo†de suspensos en mis notas)
Pero mis padres tenÃan otra idea, y se empeñaron en que siguiese estudiando. Entre tiras y aflojas la cosa se eternizó, pero mis padres lograron sacar algo en claro sobre lo que me podÃa interesar. De verme obligado a estudiar, me planteaba dos opciones: Informática (caso de que existiese tal cosa en aquellos años en Pamplona) o electrónica. Los ordenadores me gustaban, pero habÃa hecho alguna intentona de aprender a programar en academias de informática, con el resultado de un aburrimiento supino. La opción de de la electrónica iba orientada a la sección del negocio familiar que más me podÃa atraer, que era el taller, pero tampoco me apetecÃa lo más mÃnimo.
Al final, entre mi pasotismo al respecto y que mis padres tampoco se terminaron de decidir, para cuando lo hicieron, no quedaba ninguna plaza para estudiar electrónica en los institutos.
¿Resultado? Me apuntaron a electricidad (supongo que porque sonaba parecido)
Y es que, creo yo, ese es parte del problema que tenemos por aquà con el tema de los estudios: Los cursos no se encaminan a los conocimientos de los alumnos, lo hacen con respecto a su edad.
“Perder†un curso es algo terrible. Los vecinos van a decir que el niño es tonto, o un inútil, o algo peor.
¿HabrÃa pasado algo malo porque ese año hubiese trabajado, y apuntarme el año siguiente a algo que me interesase lo más mÃnimo?
Nunca lo sabremos.
La cosa es que asistà a clases de FP de electricidad. Pasé como buenamente pude el primer año, pero el segundo curso me tocó repetirlo (terrible tragedia para todos, yo incluido)
Una vez finalizado el ciclo formativo de FP1, me dieron la opción de empezar FP2… de electrónica. Claro, puestos a perder el tiempo en clase, preferÃa hacerlo en algo a lo que le fuese a sacar partido. El problema es que, por mucho que se parezcan sus nombres, las similitudes entre la electricidad y la electrónica terminan ahÃ.
No me enteraba de nada, asà que ya me veÃa repitiendo otra vez y acabé con una úlcera. Ante esta perspectiva, y ya con los dieciocho cumplidos, mis padres aceptaron (es más, me lo sugirieron ellos) que dejase de estudiar.
¿Que lección podemos aprender de esto? (vale, sÃ, aparte de que soy un neuras)
Obligar a alguien a estudiar (bueno, a acudir a clase) no va a conseguir que absorba la cultura por osmosis.
En mi caso, de unos años a esta parte (pasados ya los treinta) es cuando he comenzado a estudiar (aunque por mi cuenta, ya que no he encontrado ninguna enseñanza reglada que me convenciese, ya sea por horarios, materias o simple y llanamente por el tema económico) pero hay gente a la que la “curiosidad†le llega más tarde (o no se le llega a despertar nunca)
Sé que mi caso es mÃo, igual que cada caso es único y personal, pero por obligar a alguien a hacer algo no vas a conseguir que haga lo tú quieres.
No estoy diciendo que la escuela sea algo opcional desde un principio, pero a partir de cierta edad, por mucho que se empeñen los padres (es más, muy probablemente, cuanto más se empeñen, peor será) sus hijos van a hacer lo que les salga de las narices. Y el problema no es sólo que pierdan el tiempo yendo a clase, sino que es probable que lo único que consigan sea retrasar el avance del resto de sus compañeros.
El problema que tenemos aquà (y supongo que también en otros paÃses) es que consideramos que se tiene que estudiar a una edad concreta. Vale, sÃ, los patrones mentales se forman cuando se forman, y es entonces cuando hay que “alimentarlos†pero, por mucho que su metabolismo esté preparado para formarse, quien no quiere aprender no va aprender.
Ojo, no estoy proponiendo que quien decida no estudiar se dedique a tocarse las narices en casa, todo lo contrario. Lo que habrÃa que hacer (y siempre desde mi opinión) es buscarles una ocupación. Claro, ahà entran ya los padres, entran las leyes de empleo y entran las empresas que buscan aprovecharse de las oportunidades mano de obra barata.
Porque no puedes sacar a un chaval de (pongamos) catorce años al mercado laboral normal. No es cuestión de que se dediquen a desempeñar trabajos que pueden ocupar gente con familias que alimentar, por un sueldo inferior. Del mismo modo, tampoco puedes pedirle las responsabilidades laborales de un adulto.
Pero eso no implica que necesariamente tengan que permanecer desocupados, al igual que por el simple hecho de no estudiar de una manera “reglada†no vayan a aprender.
Se podrÃa establecer una nueva categorÃa laboral para esa gente (o se podrÃa recuperar la figura del aprendiz, aunque de una manera regulada)
Que vean a lo que se van a “enfrentar†cuando salgan al mercado laboral de verdad y se preparen para él. Pero no como castigo o como un dedo acusador; Eres un fracasado, no sirves para estudiar, ahora púdrete y trabaja.
En su momento, cuando opté por la formación profesional, esa era la idea que tenÃa: Aprender a trabajar. Todo lo demás; fÃsica, matemáticas, lengua o historia me daban igual (aunque reconoceré que el profesor que me tocó para historia en FP era muy bueno y logró despertar mi interés al respecto)
Básicamente se trata de cambiar una obligación por otra: Estudiar por trabajar. En el fondo no deja de ser lo mismo pero desde una perspectiva distinta (ya que no sólo de los libros se aprende)
De todas formas, si, con el tiempo, ese chaval (o ese adulto) quisiese retomar los estudios, también tendrÃa que poder hacerlo. El camino hacia la educación tendrÃa que estar siempre abierto, pero de una manera flexible. Volver a estudiar no tendrÃa que ser una carga. Obviamente requerirÃa de un esfuerzo por su parte, pero tendrÃa que ser algo que compaginable con un trabajo (y una vida) normal.
Vale, de acuerdo, ahora mismo existen el bachiller y FP en horario de tarde, pero no considero que sea algo viable para un trabajador. Un amigo mÃo ha regresó a los estudios el año pasado, pero sin dejar de trabajar. Asà que trabajaba sus ocho horas, y luego tenia que estar otras seis o siete estudiando (bueno, yendo a clase) Por mucho que sea en horario de tarde, eso no me parece “facilitar†la educación a los trabajadores, porque es un ritmo que pocos puedan (o estén dispuestos a) mantener durante los años que dura la formación.
Para que esto fuese viable, también harÃa falta un cambio social de mentalidad. Desde un principio se nos plantea, y asumimos, la educación como algo obligatorio. Como un escollo a sortear hasta llegar al mundo “realâ€. Pero no deberÃa de ser asÃ. Cuanto más forcemos a la gente, más se va a rebelar. La cultura no se puede imponer, es algo que se debe aceptar por voluntad propia.
No digo que no deba de haber una formación obligatoria, lo que digo que es que por obligar a la gente a estudiar hasta los dieciocho, no vamos a sacar gente más preparada. Obviamente, para desempeñar según que funciones, hace falta cumplir unos requisitos mÃnimos, pero no todos los requisitos se obtienen únicamente mediante la formación reglada. Que nos cueste más llegar al mismo sitio, o que hayamos tomado una ruta distinta, no evita que podamos llegar hasta el mismo lugar. Aquà estoy yo para demostrarlo (o, igual, para desmentirlo)
La cultura no deberÃa de ser una carrera contra reloj, una competición o una imposición. La educación es un fin al que se puede llegar por distintos medios.
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