No soy de celebrar aniversarios ni cosas de esas (lo cual no implica que considere irrelevante el paso del tiempo) Como ya dije hace tiempo, lo mismo me da el cambio de año, que el cambio de hora y de semana.
Este blog (con su cadencia irregular y anárquica) lleva por aquí desde hace casi seis años (las primeras entradas datan del dos mil tres, pero eso es porque son relato que escribí antes de empezar con él) y nunca he sentido la necesidad de hacer entradas conmemorativas. No se trata de que no me guste un poco de autobombo de vez en cuando, sino que buscaba algo que significase algo para mí (que al resto del mundo le pueda parecer una pijada ya es otro tema) Y el momento ha llegado.
Según la chuleta que tengo en mi disco duro, con la entrada que acabo de subir al blog beta de Daegon, llevo la nada despreciable cantidad de quinientas páginas escritas y publicadas entre ambos blogs.
También podría ponerme en plan pseudo-depre y decir que quinientas páginas en casi seis años es bastante poco cosa, pero haré caso omiso a mis instintos autodestructores, y me dedicare a celebrarlo.
Quinientas hojas (con ésta que escribo ahora quinientas dos) mola. Vamos a hacer un pequeño resumen de mi vida como juntaletras.

La culpa de todo la tiene el rol (y, por supuesto, Daegon) Empecé mis pinitos en esto de aporrear el teclado más o menos sobre el noventa y cuatro. Llevaba ya arbitradas un par de campañas en mi querido mundo y llegó el momento de ponerme serio y empezar a definir el mundo y su historia.
La cosa no duró mucho y, tras escribir la cosmología (el origen del mundo) y, más o menos, la mitad de la cronología, creé la primera versión de la pagina (alojada en la ya fenecida Geocities) aparqué la escritura por un tiempo.
No sería hasta el noventa y nueve, cuando cree la primera lista de correo de Daegon (en la también fenecida Onelist) que retomé el proyecto. La idea con la que creé la lista fue la de tener un foro en el que poder hablar de mi mundo con otra gente que pudiera estar interesada. Por aquellos tiempos también era un asiduo de Esencia, y gracias a ella más de uno se apuntaría a mi lista.
Pero la cosa no se movía. No había preguntas, no había muestras de interés. No había nada que me motivase a escribir y sin un estimulo externo yo tampoco escribía. Así que lancé un órdago y me comprometí a escribir algo cada día y subirlo a la lista. Desde marzo hasta julio del dos mil mantuve aquel compromiso. Pero entre que tampoco obtuve respuesta de los lectores y que surgió “EL” problema, mis ánimos y la lista de correo (y mi relación con el rol, y mis relaciones sociales, y casi todo lo que era mi vida) se fueron a paseo durante mucho tiempo.

El año siguiente trataría de escribir mi (“LA”) novela (de Daegon, faltaría más).
Empecé con calma en mayo del dos mil uno, para luego coger carrerilla en agosto y empezar a compartirla. En aquella ocasión no creé una lista de correo al uso, pero sí que tenía una serie de gente que se había ofrecido a leer y criticar a la que se lo mandaba.
De nuevo un compromiso de escribir algo (en esta ocasión, más o menos semanalmente) desde finales de agosto hasta marzo del año siguiente.
De ahí saldrían cosa de ciento veinte paginas horrendamente redactadas y que algún día reescribiré completamente. Ante la falta de respuesta de la gente a la que se la enviaba, también abandoné el asunto.

Al año siguiente, el amigo Tibero me preguntó si querría escribir algo para Exo. La cosa tampoco cuajaría, pero de ahí surgirían los relatos de Ci-Fi.
Poco después me uniría a otra lista de correos, la también desaparecida Cuentódromo. La idea de aquella lista era la de escribir, leer y criticar los relatos que íbamos escribiendo.
La cosa tampoco cuajó, todos queríamos recibir comentarios por parte de los demás, pero eran pocos los que opinaban sobre los de los demás (no, yo no mande ningún correo de critica. Lo sé, soy lo peor, hago lo mismo por lo que luego me quejo y blablabla)

En septiembre de dos mil cuatro nacería la primera versión de este blog en la (sí, desaparecida) pagina de la “República de los triunfadores”. Pronto comenzaría a hacer mis primeros pinitos con WordPress y lo movería al espacio web gratuito de Miarroba, para terminar un par de meses después en mi propio dominio.

En dos mil cinco, y en paralelo con esto, más de lo mismo. Nueva lista de correo de Daegon (en Yahoogroups. Mira, a estos aún no me los he cargado) e idéntico resultado: Cosas sueltas a ser reescritas, nula respuesta e igual desanimo.

Y aquí estamos a día de hoy. Doscientas cincuenta y seis entradas (más ésta) en este blog y doce más en en el beta. El blog sobrevive donde fracasaron las listas de correo. Llevo cosa de un par de meses escribiendo a diario y parece que la cosa se mantiene.

Si fuese supersticioso cruzaría los dedos para que esto durase. Pero mejor dejo los dedos como están, sobre el portátil, y sigo pulsando teclas.

En los límites del universo. En el umbral que separa la entropía de la existencia, moran ellos. Su hogar se encuentra más allá de la vida, donde los conceptos pierden su forma y los axiomas su validez. Pocos son los que saben de su tarea y menos aún los que alguna vez han establecido contacto o comunicado con ellos, pues son criaturas atemporales, constructos exadimensionales incomprensibles para las mentes mortales que han nacido y moran bajo su creación.
Su oscura labor es, en si misma, una contradicción y un sinsentido para nuestras percepciones constreñidas por el paradigma de los cinco sentidos.

Ellos son los creadores de conceptos, los diseñadores de universos, los maquetadores de realidades, los funcionarios cosmogónicos.
Ellos trabajan en:

LA FÁBRICA DEL ESPACIO-TIEMPO

Y, por primera vez en la historia, tenemos grabaciones exclusivas sobre sus actividades (bueno, en realidad no son grabaciones, ya que no disponemos de dispositivos capaces de captar a los integrantes de la plantilla, pero hemos hecho una reconstrucción con actores que nos ha quedado la mar de mona)

Hora: Fuera de la corriente temporal
Lugar: Oficina de gestión de proyectos del sector 5. Sección de desarrollo de nuevas tecnologías.

– ¡GUTIERREZ! – todo en la expresión del jefe de proyecto García parece indicar que no está contento. La verdad es que no esta nada contento – ¿Quiere hacer usted el favor de venir de una puñetera vez a mi oficina?
Más allá de la puerta se puede escuchar el sonido de unas pisadas aceleradas acercándose por el pasillo. Después, silencio y unos leves golpes en la puerta.
– ¿Señor? – Gutierrez esta sudando tras la puerta. El tampoco parece contento, pero su rostro, más que ira, muestra miedo.
– Adelante, adelante – pese a que Gutierrez no puede verle desde el otro lado, García acompaña sus palabras con un ademán de su mano – ¡Que pase ya! ¡cojones! – parece que el jefe tiene prisa.
Mientras con una mano se seca el sudor de la frente, con la otra, Gutierrez sujeta montones de planos. Tras guardar el pañuelo, abre la puerta con timidez. No es muy grande, pero entre su andar cabizbajo y la enorme mesa de su jefe, casi parece un enano.
– ¿Puede explicarme esto? – sin dejar tiempo a su empleado a sentarse, el jefe golpea con un dedo inquisidor los planos que hay sobre su mesa.
– Son los planos para la ampliación de la sección vigésima del cuadrante treinta y dos del parsec ocho de la sección cinco.
– ¿De verdad cree que le estaba preguntado eso?
РNo, se̱or, disculpe. Son los nervios.
– Pues deme una razón para que las obras sigan aún en el estado en el que se encuentran.
– Pues verá, señor… Es que no hay espacio – Gutierrez se encoje preparándose para la bronca.
– Vamos a ver ¿COMO COJONES QUE NO HAY ESPACIO? ¡NOSOTROS HACEMOS EL ESPACIO!… ¡Y EL TIEMPO!… y miniaturas, camisetas y otro montón de cosas que no vienen ahora al cuento… ¡SI NO QUIERE QUE LE SAQUE A HOSTIAS DE ESTA OFICINA SERA MEJOR QUE ME DE UNA EXPLICACION UN POCO MÁS SÓLIDA!
– Vera, es que no hay espacio… espacio físico. Vamos, que otra gente ha ocupado el espacio que íbamos a ocupar nosotros. Que nos han colado un par de galaxias que no son de nuestro sector.
– ¿Y nadie se ha dado cuenta?
– Verá. Es que aparecieron así, sin más. Al parecer las estaban llevando a su ubicación definitiva… alguien activo un agujero negro a donde no debería… y la cosa es que acabaron consolidándose en nuestro sector.
– Serán – García activa el intercomunicador – ¡QUE ALGUIEN ME TRAIGA AQUÍ AHORA MISMO A SATUR!
– Hemos tratado de arreglarlo, jefe, en serio – mientras tanto, Gutierrez continúa con sus explicaciones – pero es que esas galaxias no se parecen en nada a las que nos habían encargado. Tendríamos que cargárnoslas del todo para continuar con las obras y se nos sale del presupuesto, porque iba a generar una cantidad de escombro que tampoco tenemos donde meter. Ahora estamos concentrando nuestro esfuerzos en tratar de “empujar” el resto del espacio para hacer hueco a nuestro proyecto, pero nos está costando un poco más de lo esperado.
– ¿Y no me lo podíais haber dicho antes para poder comentárselo al cliente y tratar de ganar un poco de tiempo?
– Le mandamos un memorando por la mensajería taquiónica, y recibimos la confirmación de que había sido recibido. Aquí tengo el comprobante – Gutierrez ondea el mensaje como una banderola, pero sabe que aquello no le va a servir de mucho – ¿Lo ve? ¿Lo ve? Tengo el comprobante – su voz baja de volumen poco a poco, mientras se encoje de nuevo para recibir otra bronca.
– ¿Está usted tonto? ¿Una cagada de ese calibre y no hay una sola persona en el equipo capaz de decírmelo en persona? – mientras vocifera, García revisa la mensajería taquionica. Cuando encuentra el mensaje el color de su rostro cambia de rojo ira, a rojo-infierno-sobre-la-tierra – “Señor” – lee en voz alta, y fingida entonación nasal, mientras balanceando la cabeza de un lado a otro con gesto de burla y desdén – “Debido a problemas técnicos, el proyecto de ampliación de la sección vigésima del cuadrante treinta y dos del parsec ocho de la sección cinco, sufrirá un leve retraso”
– Bueno… verá…
– ¿Tiene una explicación para esto?
– Pues… bueno… la verdad es que no… PeroelmensajeloescribióLópez – dice con voz apresurada, mientras con un dedo extendido apunta hacia algún lugar indeterminado fuera de la oficina.
– Dígame que, al menos, han buscado alguna solución temporal – el tono calmado en la voz de García contradice el tamaño que está adquiriendo la vena de su frente – Algo que pueda sugerir, o con lo que podamos engañar al cliente mientras arreglamos esto.
– Sí, verá señor, aquí le traía los planes de contingencia que habíamos desarrollado – Gutierrez despliega de manera desordenada los planos que hasta ahora mantenía apretados contra su cuerpo.
– ¿Se encuentra alguno de ellos en curso?
– Aún no. Todavía nos quedan algunos pequeños – Gutierrez acompaña esta palabra con un gesto de su mano – detalles por pulir, y queríamos consultarlos con usted antes de ponerlos en practica.
– ¿Y a que estaban esperando para hacer las consultas?
– ¿Puedo serle sincero?
– Por favor.
– Nos estábamos rifando quien vendría a proponérselos.
– ¿Son ideas de bombero?
– Bueno… aun están por perfilar y matizarse. Ya sabe como son estas cosas.
– Sabe que se esta jugando el puesto.
– En un principio, necesitábamos saber para que quería el cliente el espacio que había comprado
– Al parecer, uno de sus usuarios, lanzó una sonda espacial hace unos cuantos siglos y va a alcanzar los límites del sector. El quiere mantener ante sus usuarios la apariencia de un universo único e infinito, así que necesita mantener el engaño, al menos unos cuantos siglos más.
– ¿No sería más sencillo meterle un buen pepinazo a la sonda? Los accidentes ocurren en el espacio.
– No.
– ¿Crear un bucle entre el comienzo y el fin del sector?
– Tampoco, contabilidad dijo que vendría bien el líquido que nos daría la operación. Así que la única opción viable ahora es la de formatear ese sector del espacio según las indicaciones que nos dio el cliente.
– Vale, pues ahora empiezan las ideas de bombero
РEns̩̱eme lo que tiene, a ver si podemos utilizar algo.
– La primera opción que habíamos barajado era el insertar unos cuantos años en su línea temporal. El problema es con que los llenamos, y como hacemos para que el cliente no se de cuenta.
– Mala opción. Los de producción y diseño están liados ahora mismo con el chandrío que montó el tipo aquel del sector doce, con la chapuza de tratar de alterar el pasado de sus usuarios. Ya sabes, todo ese jaleo de las guerras cósmicas.
– ¿Aún no lo han terminado de arreglar?
– No
– Pues si que debió liarla gorda.
– Más ideas.
– Esta me encanta, pero aún esta un poco verde. Incluye la utilización de segundos teraluminicos.
– Pero… ¿Eso no esta aún en versión alfa?
– Sí. Ese corredor temporal aún esta en investigación, pero está dando muy buenos resultados. Además, hasta que nadie invente nada capaz de moverse a esa velocidad sin perder su cohesión, hay mucho tiempo.
– ¿Y que había pensado?
– Verá. Metemos al cliente en el corredor teraluminico durante unos segundos. Lo que para él sería apenas un parpadeo, a nosotros nos daría unos cuantos cientos de años para poder hacer la obra.
РHay un peque̱o problema.
– Lo sé. Lo sé. No sabemos si el cliente podría sobrevivir a la experiencia.
– Aparte de ese. Los usuarios del cliente habrían evolucionado todos esos años sin su supervisión, así que él se daría cuenta del cambio. Es más. Muy posiblemente para cuando volviese ya se habrían olvidado de él, y no creo que le gustase. Por no mencionar como se pondrían los de contabilidad si les decimos que el pago de la obra se va a retrasar tanto tiempo. Bastante tienen con las amenazas de las fundiciones de Quarks de no producir si no hay pasta pronto, como para irles ahora con esas.
– Pues ya sólo nos queda una opción más entre las que estábamos barajando. Aunque es un poco cutre.
– ¿Más que estas?
– Sí. Es bastante más convencional y nos va a salir por un pico. Podríamos construir sus galaxias en otro lado, y enlazarlas con un puente subespacial. Con el tiempo podríamos ir moviendo las estrellas poco a poco a sus ubicaciones definitivas.
– Eso es una locura. El beneficio se nos iría a paseo, y como al cliente se le ocurriese inspeccionar esa sección, se daría cuenta enseguida de la chapuza.
Se hace el silencio en la oficina, y al poco se comienzan a escuchar los rítmicos golpeteos del bolígrafo del señor García sobre la mesa.
– ¿Se puede? – tras unos minutos, una voz les habla desde el otro lado de la puerta. Es Saturnino Pérez Pérez, responsable de la división de obras publicas y transporte.
– Pasa, Satur. Puede retirarse, Gutierrez. Ya volveremos a hablar – la voz del señor García parece algo más calmada.
Mientras se cruzan en el umbral de la puerta, Satur y Gutierrez se saludan con un leve gesto de sus cabezas.
– Pues tú dirás – tras tomar asiento, Satur comienza a hablar – ¿A que viene tanta prisa por verme?
– Satur, tío ¿A que clase de gente me contratas, que andan soltando galaxias donde no deben?
– ¡Ah! Eso.
– Sí “Eso”
– No fue culpa suya. La culpa fue del generador de agujeros.
– Entonces ¿Fue un error técnico? ¿Le podemos pasar el marrón al fabricante?
– Se podría intentar, pero va a estar complicado.
– Verás, el aparato es nuevo, y funciona bien. El problema es el manual. Estaba mal traducido. Alguien puso “fábrica” donde debía poner “estructura” y todo lo demás se fue al garete.
– Putos traductores. Lo bien que viviríamos de no ser por ellos.
– No te quejes. De no ser por los traductores, ni siquiera estaríamos aquí.

julio 13, 2009 · Posted in Desvaríos varios  
    
octubre 3, 2005 · Posted in Desvaríos varios, Relatos  
    
agosto 5, 2005 · Posted in Desvaríos varios, Relatos  
    
mayo 2, 2005 · Posted in Desvaríos varios, Relatos