Pamplona, mil novecientos ochenta y siete. Tengo catorce años y llevo varios meses en cama con reuma. Literalmente, no puedo doblarme. TenÃa pánico a la oscuridad, y dormÃa solo en una habitación. Una habitación de la que no podÃa moverme en una casa en la que gran parte del tiempo no habÃa nadie. Pero lo peor no era aquello, sino que se gestaba en mi interior. Por mi cabeza se dejaba notar constantemente una duda: ¿Volveré a levantarme algún dÃa?
Una vez puestos en situación, si aquello no era una situación de crisis de unas proporciones infinitas, que venga Crom y lo diga a la cara.
Mi padre poco podÃa hacer para ayudarme, asà que se dedicaba a traer tebeos en avalancha. Hasta mi habitación llegarÃan todo lo que se publicaba y aparecÃa por los quioscos. Desde Mortadelos a números de colecciones ya cerradas como las Secret Wars (que en España habÃa terminado su publicación el año anterior). También llegarÃan hasta mà algunas “rarezas†como Los Nuevos Mutantes de Claremont y Sienkiewicz o algún tomo suelto del Dark Knight, o el Ronin de Miller. Pero en aquellos dÃas, lo que menos necesitaba eran historias oscuras que, aparte de eso, me parecÃan galimatÃas narrativos ininteligibles.
Mi vida era un ciclo constante de miedo y sustos (por esos suerte de ruidos tan simpáticos que hacen las casas cuando no hay nadie más), estudio (poco y malo) dolor y relectura de tebeos (no, en aquellos dÃas no tenÃa muchos amigos que viniesen a visitarme)
Y, un buen dÃa, llegó un tebeo con una portada llena de gente. Decenas de personajes totalmente desconocidos para mÃ, ataviados con trajes muy coloridos y mezclados con vaqueros, un tanque y un tipo gigantesco que lo miraba todo desde arriba. Era el número tres de la maxi-serie Crisis en tierras infinitas.
Universos vivirÃan, universos morirÃan, y mi vida nunca volverÃa a ser lo mismo.
Por supuesto, le dije a mi padre que buscase y me trajese más números de aquella colección. Llevaba toda mi vida leyendo tebeos, pero nunca habÃa llegado a mis manos nada como aquello. No sé cuantas veces lo leÃ, pero no me cansaba pasar sus páginas una y otra vez.
ConocÃa a Superman y a Batman, pero todo lo demás era completamente nuevo y… emocionante.
Hasta el último recoveco de cada viñeta destilaba épica y acción, tensión y tragedia. Pero no era sólo eso. También habÃa una historia ¿qué digo una historia? un montón de historias que se desarrollaban al mismo tiempo, y todas ellas se entendÃan perfectamente. En una página te presentaban a un personaje, sólo para ver como morÃa un par de números después… y conseguÃa que te importase aquella muerte.
Supergirl, Flash, Kole, el Sargento Rock y sus chicos de la CompañÃa Easy o el mismo Monitor. Incluso los supervillanos de tierra tres. Todos me importaban, y querÃa saber más de todos y cada uno de ellos.
Por suerte, en aquella edición, los señores de Zinco se portaron añadiendo unos pliegos centrales donde te hablaban de todos ellos. No era para nada imprescindible para entender el tebeo, pero servÃa para saciar tu curiosidad en una era previa a internet.
Marv Wolfman y George Perez lograron una obra única. Algo que tanto Marvel y DC llevan décadas tratando de repetir. No era un tebeo (de superhéroes) más, sino “Él†tebeo de superhéroes (antes de que viniesen los ingleses a “deconstruir†el género). Tiene todos y cada uno de los elementos necesarios para hacer un gran tebeo (de superhéroes) colocados en su lugar exacto.
Y, sobretodo, es una historia de Superman. Por mucho que haya quien diga que Superman no tiene una historia “definitiva†que sirva para ser grabada en la roca de los tiempos como “La Historia†de Superman, asà como Batman tiene su Año uno y Daredevil su Born Again. Ésta es (en mi opinión) esa historia.
Quizás no del Superman de hoy, ese que cambia de un número a otro, que se deja mullet o se convierte en dos seres eléctricos. Que abandona la tierra porque tiene que hacer de policÃa espacial o es controlado por cualquier mindundi.
Esta es “La†historia del Superman, del primero, del hijo predilecto de unos tiempos más sencillos. De un HÉROE (con super poderes) un hombre que, pese perderlo todo; su universo y lo que da sentido a su existencia, continua luchando por los que no pueden hacerlo, hasta el final.
Sé que tiene partes improvisadas. Sé que no es perfecto. También hay quien le achaca (injustamente) el desaguisado que es a dÃa de hoy el universo DC. Pero no me pidáis que sea objetivo con él, porque no me da la gana de serlo.
Si hay un tebeo que haya merecido alguna vez una edición “Absoluteâ€, ese es Crisis en tierras infinitas. Quizás no sea tan sofisticado como los de ahora. Quizás sus personajes no sean macarras “coolâ€. Pero es un tebeo en el que pude apoyarme durante una de las etapas más difÃciles de mi vida. La demostración de que los super-héroes pueden cambiar tu vida si llegan en el momento adecuado (y están bien hechos)
Por eso he querido que fuese él quien reinaugurase esta sección.
SÃ, tengo un plan (aparte del de dominar el universo, que como se ese está alargando un poco, me he tenido que buscar otras cosas que hacer mientras tanto)
Como ya comenté hace unas semanas, me dispongo a retomar la historia que dejé presentada (y colgada) hace cosa de cinco años. Una vez descartada la opción del papel, he optado por abandonar mis fetichismos retro (y ser capaz de “palpar†algún dÃa mis textos) y ser coherente con los tiempos que estamos viviendo y los postulados de la filosofÃa de los navegantes (de la red) que, de un modo u otro, también yo practico.
Porque, admitámoslo, lo que estamos viviendo en estos dÃas son los estertores del viejo orden y el establecimiento de un nuevo paradigma. Por mucho que se empeñen algunos, por mucho que quieran luchar una guerra suicida (y perdida) las nuevas generaciones van a pasar de los formatos fÃsicos. No hablo (ni defiendo) la filosofÃa del “todo gratisâ€. Os estoy hablando de que, dentro de cuatro (metafóricos) dÃas, se impondrá el “Si no está en internet, no existeâ€.
Y ahora voy a hacer unos cuantos amigos antes de seguir con lo mio.
No es una cuestión de derechos, ni de defensa de la “culturaâ€, ni de leyes. De lo que habla todo el mundo (enrevesándolo mucho y tratando de darle una pátina de dignidad y justificación moral) es de dinero y formatos.
Antaño, quien mandaba y decidÃa era la industria. El “esto es lo que hay y cuesta lo que yo digoâ€. Esto es lo que “vale†un libro, esto “cuesta†un cartucho, el proceso de creación de un vinilo tiene estos costes. Y tenÃas que tragar, porque no habÃa otra.
Lamentablemente (para ellos), vivimos otros tiempos. La tecnologÃa se ha abaratado y evolucionado de tal manera que ahora es accesible para mucha más gente que en los tiempo pretéritos. Sabemos lo que “cuesta†el producto fÃsico que llega hasta nuestras manos (otra cosa es ya su producción, pero eso tampoco nos lo van a decir) y lo que es más, sabemos que hay otros métodos de acceder a esos productos.
Porque (nuevamente), admitámoslo, la gente no busca CULTURA (ahora sÃ, con mayúsculas) busca productos de entretenimiento baratos. En cambio, la industria hace oÃdos sordos, y cuando el mercado pide contenidos descargables, ver las series en la pantalla del ordenador, o escuchar música con unos auriculares de seis euros, ellos se empeñan en sacar soportes más caros, como el Blue Ray, libros en formatos de lujo y cine en Tres Dé, y están en su derecho (de seguir cagándola).
Porque Lost, no es CULTURA, Windows no es CULTURA, Tool (perdóname, señor) no es CULTURA. Al menos no tal y como yo entiendo el concepto (pero para eso de las abstracciones y definiciones siempre he sido un poco especialito) Algunos de ellos, quizás lo sean con el paso del tiempo pero, a dÃa de hoy, son productos, y pertenecen a unos señores que tienen derecho (legal y contractual) a hacer lo que les plazca con ello.
Pero… pero… pero, tengo “derecho†a tener Windows… y (Microsoft) Office… y la última serie del Abrahms.
Perdona, pero no. Tienes derecho a todo eso pero, claro, después de pasar por caja. Lo demás es “ilegal†o (con suerte) aún sin regular.
Pero… jo, no es justo.
No vivimos en un mundo justo e igualitario. Vivimos en un mundo legislativo (donde ley y justicia no tienen por qué ser sinónimos). Asúmelo.
¿Y que puedo hacer?
Fácil, cámbialo.
No consumas. Vete a casa, y apaga la tele, el móvil (la calefacción y el frigorÃfico te dejo que estén enchufados) y no te pases por el Corte Ingles, el Media Market, o los centros comerciales. Saca tu dinero del banco y esos lugares del mal. Atácales donde les duele, en el bolsillo. Que vean que tienes el poder y que se planteen sus métodos.
Tampoco vendrÃa mal que, antes de hacer nada de eso, también tuvieses un “planâ€, una proposición real y factible más elaborado que el tan gastado “Que cambien sus caducos modelos productivos†(que un poco de anarquÃa de vez en cuando no viene mal, pero no veas como ayuda tener unos objetivos y un proyecto un poco más complejo de hacer daño porque puedes hacerlo).
Pero… pero… es que eso requiere que yo ponga algo de mi parte.
Pues claro, puede que tú no te lo quieras currar para sacarte las habichuelas, pero ellos están pagando a gente para que te las quite de su parte.
Bueno, ya lo hará otro.
Vale, tú sigue esperando sentado.
Yo, por mi parte, voy a ir poniendo mi pequeño granito de arena. Ya sé que no le importa a nadie, pero a mi me vale. Seguiré usando software libre, y pagando por aquel que quiera que perdure (y considere que lo merezca).
Compraré discos, pelÃculas, tebeos y series cuando los vea a un precio razonable (generalmente de segunda mano, que para mis fetichismos me vale) es un razonamiento un tanto tramposo, pero yo soy quien marca esos lÃmites. Me gustarÃa que el dinero llegase a los autores pero, por lo general, sé que no será asÃ.
Creo que los autores tienen derecho (bueno, que es justo) que se reconozca su autorÃa en aquello que hayan creado. Creo que tienen derecho a cobrar por su trabajo, pero igual que yo tengo derecho a cobrar por el mio. Si quieren vivir de ello, que hagan como yo, y que trabajen todos los meses.
Si yo compro un producto, tengo derecho a compartirlo con quien quiera (es mio) Si me pones un contrato en el que diga que tengo que pagarte por cada vez que lo uso, o que no puedo dejárselo o regalar a un amigo… pues no lo compraré. Por supuesto, nunca diré que yo soy el autor.
Es muy posible que, con este planteamiento no pueda haber superproducciones, o series en las que cada capitulo cueste millones, pero puedo vivir sin ello perfectamente.
Asà que, volviendo a mi plan, retomo los relatos de Abner Biuler “El ermitañoâ€. Empezaré con un relato en tres partes no relacionado con la trama principal, pero que también tengo colgado desde aquellos tiempos.
Para quien no quiera leer en el blog todo lo ya escrito con anterioridad, dejo aquà en formato pdf y epub (al epub tengo que darle algún repaso más, porque el formato no se acaba de ajustar bien, pero bueno) ese material para que se lo descargue (y espero que lea) quien guste.
Y… eso es todo (creo)
Actualización 23-01-2011: Ya he conseguido que el epub sea un poco más cómodo de leer.
Si la semana pasada nos ponÃamos sentimentales hablábamos de Proust y las propiedades nostalgiadoras de sus proveedores calóricos, hoy hablaremos de los mios.
Quizás, debido a mi falta de olfato y mi defectuoso sentido del gusto, mi principal detonante emocional no tiene que ver con las sensaciones olfativo-gastronómicas, sino que se centra en otro par de sentidos; la vista y el oÃdo. Estos dos se harÃan que mi cerebro se pusiese a producir endorfinas como loco a finales del año en del que llevo hablándoos en las últimas entradas de esta biografÃa computeril
Asà llegamos hasta la zona álgida de ese año noventa y siete.
¿Qué pasó en esas fechas para que se despertase en mi tal euforia?
Pues pasó el Diablo. Bueno, no. Ese es sólo un pequeño componente de la historia que pretendo contaros hoy.
Sucedieron también los “DÃas de juego de Madridâ€. Jornadas roleras a las que también acudirÃa, pero que también representa un mero papel tangencial en las eventos que os voy a contar.
Pero me estoy precipitando y liándolo todo, asà que centrémonos y vayamos por pasos.
El Diablo del que os hablaba por ahà arriba poco tiene de mitológico (salvo para algún que otro friki de la computación que lo adoran como si de un regalo de los dioses se tratase) sino de un juego de ordenador. SÃ, “ese†Diablo, la criatura de los señores de Blizzard.
Lo cierto es que el juego habÃa salido el año anterior, pero yo no lo verÃa hasta pasados unos cuantos meses de su advenimiento.
Fue verlo y decir… Vaya timo, esto es un Gauntlet mal hecho, sólo que en perspectiva isométrica. Con todo el bombo que le habÃan dado, verlo en funcionamiento fue más bien decepcionante. Ahà no habÃa rol ni habÃa nada. Era bonito, sÃ, pero después de jugar diez minutos con él me pareció un coñazo.
Pero, como las cosas son asÃ, y las asociaciones de ideas van por donde les place, surgió en mà una pregunta trascendental: “¿Hace cuanto que no miro el tema de los emuladores?â€
A lo que me respondà “Hey, igual algún generoso internauta se ha pegado el curro de pasar de-cinta-a-PC el Gauntlet del Commodoreâ€. Incluso me atrevà a aspirar a un poco más “Oye, igual hasta hay algún emulador completo-y-gratuito†(y no shareware como lo habÃan sido los que habÃa encontrado en mis anteriores pesquisas)
Casi cinco años, amigüitos, durante un lustro, un quinquenio, o como prefiráis llamarlo, habÃa tenido abandonada, latente y languideciendo en un pequeño recoveco de mi interior mi vertiente retro (el lo que tiene el rol, que cuanto te da, consume todo lo que le eches) Pero aún resistÃa, vive Crom que a aquel reducto de nostalgia aún le quedaban energÃas para continuar dando guerra durante mucho tiempo.
Primero lo retomarÃa con pasos tÃmidos. Recorriendo de nuevo los caminos ya conocidos y transitados. Pero luego llegarÃa de nuevo la audacia, la curiosidad y… y “esa†sensación que creÃa ya perdida: El “¿Y sÃ…?â€
Desconfiando de la euforia proveniente de aquella nueva esperanza, fui un poco menos especÃfico. Nada de “Gauntlet Commodore†en el buscador. Dejémoslo en “Gauntlet emulatorâ€, a ver que sale.
Y vaya si salió algo. Salió esto: http://www.neillcorlett.com/mge/ bueno, no esta dirección exacta, sino esta otra: http://lfx.org/~corlett/ que ya no existe, pero el emulador y su autor son el mismo. El Gran (aunque tristemente desconocido) Neil Corlett y su M(ulti) G(auntlet) E(mulator)
Mi (re)despertar a la emulación habÃa llegado en el dÃa “D†y hora “Hâ€. El amigo Neil habÃa hecho el emulador ese mismo año. Y no sólo él. Otro montón de personas habÃan coincidido en sacar otro montón de emuladores para todo tipo de máquinas ese mismo año.
Amigos, el noventa y siete fue el año del BOOM de la emulación de recreativas y, como me parece muy mal tan magna fecha no aparezca en los libros de historia, en la siguiente entrada haré un repaso por su historia.
Este sábado me reunà con el amigo Multimaniaco en una de sus visitas a la tierra que le hospedase durante tanto tiempo. Como no podÃa ser de otra manera (para dos nostalgiadores natos como nosotros) en una conversación de bar a las tantas de la mañana (bueno, tampoco eran las tantas de verdad, pero se acercaban. Diremos que las “casi†tantas de la noche) surgirÃa el tan peliagudo tema la memoria, los sentidos, la reposterÃa/bollerÃa industrial y el su vinculación con el señor Marcel Proust.
Una vez que me las he dado de intelectual, me doy paso a mà mismo para divagar un rato sobre lo de siempre.
Vivir, lo que se dice vivir, lo he hecho sólo en dos ciudades: Alsasua y Pamplona.
De la primera de ellas, tengo bastantes recuerdos y podrÃa hacer un mapa de por donde me movÃa (nos mudamos a Pamplona cuando tenÃa cosa de ocho años, asà que tampoco es que mi radio de acción fuese demasiado amplio)
Tengo (creo, confÃo y espero) buena memoria. Recuerdo a mis amigos, y a los padres de uno de ellos. Recuerdo la tienda de deportes y el bar en el que trabajaba una tÃa mÃa. Por supuesto, recuerdo mi casa y la discoteca de mi padre. Incluso guardo gratos recuerdos de los colegios por los que pasé, aunque no logro ponerles nombre más allá de los cursos que pase en ellos.
Para cada uno de aquellos lugares tengo una ubicación clara y definida en mi diminuto “Mapa conceptual de Alsasuaâ€. Incluso podrÃa localizarlos sin problemas en un plano de la ciudad (siempre que fuese uno de finales de los setenta)
Pero en mi cabeza hay otro mapa. Uno con unas cuantas “X†emocionales que indicarÃan las localizaciones de las que tengo un recuerdo más sentimental que visual. Lugares en los que no pasé tanto tiempo pero que dejarÃan una marca igualmente indeleble. Lugares que también sabrÃa ubicar sin problema en ese mismo mapa, pero no serÃa capaz de describir. Gestadoras de mis futuras aficiones y museos fantasma de mi pasado.
Hace mucho que no voy a Alsasua, pero recuerdo perfectamente el girar la cabeza buscando aquellos emplazamientos mÃsticos que ayudaron a forjar quien soy. Pero ya no están ahÃ. Han sido sustituidos por otros negocios y locales que, por más grandes o modernos que sean, no son capaces de ocultar a mis ojos los espectros de aquello que me marcó.
Ya no están los (“misâ€) puestos de revistas donde mi padre me compraba los tebeos y los soldados paracaidistas de plástico, ni el salón recreativo (ahora hay otro, pero es un lugar lóbrego y botellonesco) ni el almacén donde el padre de mi amigo Rafa tenÃa las máquinas en toda su gloriosa desnudez electrónica.
Y nos vinimos a Pamplona; tierra ignota, tierra de maravillas sin fin. Una Pamplona distinta a la que vivimos hoy. Un lugar de expediciones y descubrimientos.
Al principio, cada esquina ocultaba una librerÃa, un lugar en el que entrar y mirar “que habÃa salidoâ€. El tiempo era algo relativo, los tebeos no tenÃan cadencia. No eran semanales, quincenales o mensuales, sino “los que habÃaâ€.
Cuando creÃas tener una ruta perfecta, veÃas por el rabillo del ojo una callejuela con un estanco o una papelerÃa que no conocÃas, y entrabas, y el tendero te miraba mal mientras estabas de cuclillas revisando la mercancÃa.
Y llegaron los ordenadores, y a las librerÃas y papelerÃas se añadieron las tiendas de electrodomésticos o de electrónica. Y llegó la eclosión de los video-clubs, y cada dÃa te sacabas el carné de uno nuevo. Y llegaba el momento en el que superabas tu timidez, y entrabas en los bares para ver que máquina tenÃan. Y empezabas a jugar a rol, y tu espectro de locales en los que descubrir “algoâ€, de locales con “posibilidadesâ€, se ampliaba aún más.
El mundo era un lugar lleno de recovecos por investigar. Un lugar inundado por el “sentido de la maravillaâ€. Un lugar que ya no existe.
Ahora paso por esos sitios y también veo los espectros de lo que fueron. Nunca más diré en Perseo que le apunten a mi padre los tebeos que me llevo, ni descubriré en Macoe a los Alpha Flight de Byrne. No más caratulas de Mastertronic en Arévalo Micro Sistemas o Noain. No más carátulas Boris Vallejo para las pelÃculas de vÃdeo italianas en el Irache o el Urdax. No más alquileres en el Supermercado del cassette.
La especialización mató a la estrella de la descentralización. La certeza de lo que hay a la esperanza de lo que podrÃa haber.
Camino por la ciudad y continúo girando la cabeza en los mismos lugares, pero ellos ya no están ahÃ. Se han ido y no puedo evitar echarlos de menos.
Como ya os he comentado, lo que voy a contar en esta serie de entradas no deja de ser una excusa para dar coherencia y “sentido†(como un Geoff Johns cualquiera) a la posibilidad de que los mundos de los que he ido hablando formen parte de un “universo cohesionadoâ€. Para ello, obviamente tendremos que forzar un poco nuestra credulidad, jugar otro tanto con las fechas que se nos muestran en sus distintas cronologÃas y… bueno, y quedaros con lo que os gusta modificándolo como mejor os parezca.
Una vez planteado el entorno, os resumiré a grandes rasgos lo que iba(n) a ser la(s) campaña(s) a desarrollar en él.
Para empezar, vayamos muy hacia atrás. Más concretamente hasta el comienzo de todo.
Supongamos que, antes de este universo hubo otro (al igual que antes de ese habrÃa otro y asà hasta donde queramos retrotraernos. Eso sÃ, antes del primero de ellos no hubo ninguno sino… otra cosa, pero eso es algo a explicar en otro momento)
Imaginemos que ese (aquel) universo se encontraba en remisión, comprimiéndose más y más sobre sà mismo con el transcurrir de cada instante.
Finalmente, cuando su extensión se hallaba compactada en un espacio no mayor que la micromillonésima fracción de un protón, la misma realidad se plegarÃa sobre aquel punto dando el pistoletazo de salida a la mirÃada de dimensiones que conforman el actual universo.
Sólo una pequeña porción del antiguo paradigma sobrevivirÃa. Un último/primer hálito vital que recorrerÃa todos los niveles y recovecos de aquella recién nacida realidad en un viaje sin fin. Allà por donde pasaba, su estela traÃa el cambio y la maravilla.
Su largo periplo comenzarÃa por un joven planeta Tierra. Durante su primera llegada fecundarÃa la chispa vital de una nueva especie, desde donde se esparcirÃa hasta todas las dimensiones que tenÃan un nexo de unión con aquel mundo. A lo largo de sus posteriores advenimientos despertarÃa, mutarÃa y destruirÃa diversas formas de energÃa. Radiaciones que se sumarÃan y anularÃan, se solaparÃan o complementarÃan. Aquellos que las estudiarÃan y tratarÃan de dominar les darÃan cientos de nombres a lo largo de los siglos, unos llamarÃan, gravedad y otros electro-magnetÃsmo, otros tratarÃan de dominar la magia o el azar. Mucho más adelante, aquel mundo se convertirÃa de manera temporal el eje de una guerra por el dominio de la llamada “energÃa de la posibilidadâ€.
Este sólo serÃa uno de los miles de mudos que visitarÃa y cambiarÃa. A su paso por el planeta Jorune surgirÃa el Isho, en Kulthea, donde serÃa conocido como “El cometa Sa’Kainâ€, la Aesencia, en la lejana dimensión que alberga Glorantha, despertarÃa de su letargo al Caos Primordial.
Pero no todos los receptores de su visita permanecerÃan ajenos a su presencia, poder o potencial. Al llegar hasta el lejano y maduro sistema Maynard, su trayectoria serÃa detectada por cientÃficos del imperio Lamorri. Estos lograrÃan atrapar parte de su estela, con cuya energÃa lograrÃan alimentar por toda la eternidad (hasta que este universo llegue a su fin) las puertas de saltos, los artefactos que les permitirÃan comenzar la conquista del universo.
Al mismo tiempo que sucedÃa esto, en Kulthea, al otro extremo del universo, florecÃa otro poderoso imperio, el de los K’ta’viiri. Este imperio también se esparcirÃa por mundos cercanos y lejanos. LlegarÃa hasta la Tierra, donde reclutarÃa y evolucionarÃa a parte de sus habitantes para que formasen parte de sus ejércitos.
Allà establecerÃa base por toda su geografÃa desde donde asaltarÃan otras dimensiones. Muchas de ellas caerÃan bajo su poder, pero otras se mostrarÃan incomprensibles e incontrolables incluso para ellos. La gran nave que enviarÃan hasta Talislanta se estrellarÃa en aquel mundo y de sus restos “nacerÃan†los Archaenos. Glorantha se mostrarÃa demasiado anárquico como para llegar hasta él, pero dos de los señores K’ta’viiri serÃan invocados/creados por los Aprendices de dioses en su intento por crear el mito unificado.
Uno de ellos se convertirÃa en Gbaji, y el otro en una de las encarnaciones de La Diosa Roja. Ambos perderÃan la noción de sà mismos y jamás tratarÃan de regresar a su hogar.
El regreso del cometa Sa’Kain por la tierra cerrarÃa temporalmente el acceso a las dimensiones que habÃan conquistado, haciendo que la tierra perdiese su interés para los K’ta’viiri, y dejando a sus hermanos encerrados en sus lejanos dominios.
Con el tiempo los dos imperios estelares se encontrarÃan provocando una guerra como jamás ha conocido este universo.
Pero eso lo dejo para la siguiente entrada.
Categories
Archivos
- marzo 2011
- febrero 2011
- enero 2011
- diciembre 2010
- noviembre 2010
- octubre 2010
- septiembre 2010
- agosto 2010
- julio 2010
- junio 2010
- mayo 2010
- abril 2010
- marzo 2010
- febrero 2010
- enero 2010
- diciembre 2009
- noviembre 2009
- octubre 2009
- septiembre 2009
- agosto 2009
- julio 2009
- junio 2009
- mayo 2009
- abril 2009
- marzo 2009
- febrero 2009
- enero 2009
- diciembre 2008
- noviembre 2008
- octubre 2008
- septiembre 2008
- agosto 2008
- junio 2008
- mayo 2008
- abril 2008
- marzo 2008
- enero 2008
- diciembre 2007
- noviembre 2007
- octubre 2007
- septiembre 2007
- agosto 2007
- julio 2007
- junio 2007
- mayo 2007
- abril 2007
- julio 2006
- junio 2006
- mayo 2006
- abril 2006
- marzo 2006
- febrero 2006
- enero 2006
- diciembre 2005
- noviembre 2005
- octubre 2005
- septiembre 2005
- agosto 2005
- julio 2005
- junio 2005
- mayo 2005
- abril 2005
- marzo 2005
- febrero 2005
- enero 2005
- diciembre 2004
- noviembre 2004
- octubre 2004
- septiembre 2004
- julio 2004
- abril 2004
- marzo 2004
- mayo 2003
Blogs de conocidos
Comics
De todo un poco
Enlaces
Informatica
Videojuegos
Administrar