
La historia de Shadow World, como casi todas, empieza hace la tira de tiempo. Para ser más exactos, (y, excluyendo el tiempo geológico) unos doscientos mil años.
Pero, al contrario que otros mundos de fantasÃa, la de Kulthea es una historia “orgánicaâ€, vamos, que el mundo ha ido evolucionando junto, gracias a y al mismo que una serie de personajes que aún están por ahà haciendo de él un lugar (citando la maldición china) “interesanteâ€
La historia “oficial†que registrasen los Loremaster habla de “Los señores de la Aesenciaâ€. Unos seres cuya forma originaria se cree que fue humana, pero lograrÃan trascenderÃa para convertirse casi en dioses (y, de paso, casi destruir el mundo)
Pero la historia “real†(por suerte para el mundo) empezarÃa un poco antes de su ascensión. Más concretamente, setenta mil años antes, con la llegada de los Señores de Orhan.
¿Que quienes eran estos tÃos?
Pues los dioses de Kulthea.
Oh, cielos, que originales. Jamás lo habrÃa esperado. La historia empieza con la llegada de los dioses. Que rompedor era Terry Amthor.
Pues no. Listos, más que listos. La cosa es un poco distinta (tampoco es que sea un prodigio de originalidad, pero tiene un toque space-opera que me gusta mucho, aunque luego no le acaben de sacar todo el jugo)
Los señores de Orhan serÃan una raza de viajeros dimensionales incorpóreos que llegarÃan hasta Kulthea a través de una grieta en el espacio tiempo. Casualidades de la vida, su universo se habÃa ido al carajo y un cataclismo de proporciones cósmicas habÃa creado la ruptura en la estructura (que no fábrica) del espacio tiempo que les permitirÃa llegar hasta esta dimensión.
Una vez aquÃ, tratarÃan de cerrar la grieta desde “este ladoâ€, pero les resultarÃa imposible sellarla de manera completa.
También descubrirÃan que no podÃan irse demasiado lejos del lugar en el que se habÃa creado la brecha, ya que sólo la situación única de aquel lugar, vinculado de alguna manera especial a su hogar, les permitÃa preservar su energÃa vital.
Ya que no podÃan irse de viaje, cogieron una de las lunas de Kulthea (la luna de Orhan) y se establecieron allÃ, ocultándose de la mirada de los habitantes del planeta mediante ilusiones para no interferir en la evolución natural de las razas que pululaban por ahÃ.
Pero no son estos tÃos de los que os querÃa hablar.
Los que (para mi) hacen interesante Shadow World son los K’ta’viiri.
¿Que quienes son estos tipos?
Los señores de la Aesencia.
¿Que para que os hablo entonces lo de los señores de Orhan, e interrumpo lo os contando de ellos?
Tranquilos, enseguida lo veréis.
Al mismo tiempo (que para algo el cataclismo era de niveles cósmicos) un pequeño agujero negro se genera en otro universo y atraviesa de lado a lado Kulthea provocando los clásicos terremotos, erupciones volcánicas y crecimiento de un pilar de varias millas de alto en la isla de Thuul.
Después de treinta milenios sin pasar nada reseñable, (sÃ, desde otro espacio-tiempo) llegarÃan los Antiguos (también llamados Destructores) y se montarÃan su chiringuito en el sur oeste de Emer.
Otro par de decenas de milenios más adelante, los Altha descubrirÃan el fuego (¡Aleluya!) y los Antiguos se podrÃan a hibernar.
¿Que quienes son los Altha?
Pues los K’ta’viiri.
¿Pero esos no eran los señores de la Aesencia?
SÃ. También. Que no me dejáis terminar las cosas. Ahora empiezo con su historia.
Diez mil años después de descubrir el fuego, los altheanos desarrollan la tecnologÃa que les permite conquistar las estrellas (supongo que, entre medias también pasarÃan más cosas, pero serÃan nimiedades intrascendentes)
Cuatro mil años después de esto, el cometa Sa’Kain pasa por primera vez cerca de Kulthea, abriendo un poco la brecha que habÃa traÃdo a los señores de Orhan, irradiando este sistema con grandes cantidades de una energÃa que, un milenio más tarde (cuando fuese descubierta por los cientÃficos altheanos) serÃa denominada como “Aesenciaâ€
¿Veis como ya van llegando la cosa hasta su lugar?
Pues bien. Pese a que, en un principio, no sabÃan como manejar esa energÃa, con el tiempo (la genética y otro tipo de ayudas) se descubrió que los K’ta’viiri (que no se sabe si eran una familia o clan altheano, o una sub-especie distinta) demostraron tener una aptitud para manejarla.
Gracias a la Aesencia, los altheanos comenzarÃan a evolucionar y los K’ta’viiri se convertirÃan en la “clase alta†de su sociedad. CrearÃan portales a otros lugares (en esta y otras dimensiones) y conquistarÃan aún más estrellas.
Y, como no podÃa ser menos, como todo buen imperio galáctico que se precie, empezarÃan a juguetear con la genética (y las especies de otros mundos que iban conquistando)
Retomando los clásico, se volverÃan (más ambiciosos), sádicos y corruptos, mientras trataban de a “importar†Aesencia desde otros lugares (con desastrosos resultados) para terminar con la no menos clásica revuelta, tras las ascensión al trono de la emperatriz Kadaena.
Uno de sus primos, el Señor Utha, liderarÃa la rebelión (que durarÃa unos doscientos cincuenta años, ahà es nada) que casi acabarÃa con el planeta (otros mundos no tendrÃan tanta suerte, para eso eran una peña que tenÃan un poder casi divino)
Temiéndose lo que se acercaba, los Señores de Orhan, que no tenÃan ganas de gresca, se dedicarÃan a llevar hasta su luna a miembros de cada especie del mundo por si luego no quedaba nada que salvar.
Al final, Utha decapitarÃa a Kadaena con un arma llamada “Soulswordâ€, y sus seguidores acabarÃan con los K’ta’viiri. Pero la cosa no terminarÃa ahÃ, ya que las fuerzas que habÃan desencadenado destrozarÃan varios de los portales que habÃan creado, permitiendo el acceso hasta su dimensión de todo tipo de demonios del vacÃo.
Para acabar con ellos, crearÃa dos artefactos llamados “Los ojos de Utha†que aislarÃan el mundo de las criaturas que surgieron de los portales.
Se dice (y es cierto) que, tanto algunos de los K’ta’viiri, como diversos seguidores de Utha se criogenizarÃan para sobrevivir a aquella época de destrucción.
AlegrÃa. Fiesta. Cachondeo cósmico. Sólo tendrÃa que pasar un interregno de cien milenios para que la cosa comenzase a resurgir.
Pero eso ya os lo contaré en la siguiente entrada.