Cuando empecé a pensar en lo que he ido escribiendo en estas columnas (las de mi paso por Beriain), no me dà cuenta de todo lo que habÃa sucedido durante mi primer año allà pero, lo cierto es que, al parecer, fue un año de lo mas “intensoâ€.
A parte de todo lo contado en estas columnas, también comencé a trabajar a las tardes en la tienda (maravillas de la jornada intensiva en el colegio), primero en el taller de la de la vuelta del castillo, y tras la mudanza a la nueva, también en ella (recuerdo que la semana anterior a la apertura estuvimos trabajando todo el sábado y todo el domingo).
El año escolar no serÃa del todo desastroso (creo que “solo†suspendà cuatro), y descubrà lo propensos que eran los colegios a las huelgas (que bonito es que la gente esté tan concienciada), cosa esta desconocida para mi en las etapas pasadas en mis anteriores colegios.
El trabajo no me disgustaba (ya lo conocÃa de hacerlo otros años durante el verano). No trabajaba en la tienda propiamente, sino en el taller que estaba situado un par de portales a la derecha de esta.
Aquel sitio estaba bien, no era demasiado grande, pero tampoco es que estuviéramos muchos allà dentro (si no recuerdo mal, eramos generalmente tres, y cuando mas cuatro).
Básicamente hacÃa lo mismo que ahora (pata quien no lo sepa, montaje de bafles), solo que con herramientas distintas, mas “básicasâ€.
“Eran malos tiempos para la república†(lo siento, referencia friki obligada). No se si sabréis como se fabrica un bafle, asà que trataré de explicároslo de manera breve.
El proceso es el siguiente, se coge un recinto de madera con orificios para introducir los conectores, el (o los) altavoz, se coge un material aislante para recubrir las paredes evitando vibraciones en el interior del recinto, se sujeta el altavoz y demás componentes y, finalmente se pone la rejilla, para proteger al altavoz (que al fin y al cabo es cartón) de golpes y similares.
Pues bien, tenemos el recinto, con sus fantabulosos agujeros. ¿Cual es el problema?, pues que estos no siempre eran del mismo tamaño, asà que tocaba tirar de lima.
Después de esto, habÃa que poner el aislante. Ahora usamos una variedad distinta y mas cómoda, pero por aquel entonces solo habÃa el que se usaba en la construcción. Ese material amarillo pegado a un cartón que pica como un condenado, asà que ya podéis imaginaros las maravillosas jornadas laborales, todo el dÃa manipulando aquella porquerÃa.
A continuación, tocaba sujetar el altavoz. Ahora tenemos taladros con baterÃa, pero entonces habÃa que tirar todo el tiempo de destornillador. Asà que a los cayos provocados por la lima, habÃa que sumar los provocados por el destornillador, ya que el agujero del tornillo se iba haciendo mientras lo iba apretando. Vamos, un trabajo de lo mas intelectual.
Pero como ya decÃa, la cosa no estaba mal, tenÃa mi pequeño escondite en aquella bajera, en el sobre piso en el guardábamos los altavoces y en el que ni siquiera podÃa estar de pié, y que cuando me aburrÃa me dedicaba a ordenar en plan tetris.
Además, por aquel entonces la radio formula no se habÃa establecido tanto (existÃan los eternos cuarenta principales, y los fines de semana solÃa escuchar el “American top twenty†en ingles sin enterarme muy bien de los que decÃan los presentadores, cosa que tampoco me parecÃa mala), y en radio tres echaban programas como “arroz tres delicias†y “caravana de hormigas†llenos de humor surrealista.
Curiosidad de curiosidades, unos años mas tarde, los presentadores de “arroz tres deliciasâ€, serÃan los responsables de doblar y “adaptar†un programa que llegarÃa a ser un clásico para nosotros, el Humor amarillo de Tele cinco.