Yo no tengo olfato, pero algo me olÃa a chamusquina en el ambiente.
La micromanÃa, con su nuevo tamaño en plan periódico, molaba. Era un incordio para llevar a clase y podÃas ver como las páginas se iban deshaciendo cada vez que lo doblabas, pero molaba. Era como si se tratase de una lectura “para mayores†(¿Que queréis que os diga? tenÃa quince años)
Pero ya os digo que algo comenzaba a oler mal.
Bueno, más que oler, la cosa daba al ojo. Al principio solo un poco, después ya era descarado. ¿Que a qué me refiero? Pues a los pantallazos de los juegos que aparecÃan en la revista y en la parte trasera de las cajas de los mismos juegos.
Antes, igual te aparecÃa una imagen de la versión de Commodore o del CPC en las cajas de las versiones de Spectrum o MSX, pero la cosa era perdonable. Pero cuando empezaron a aparecer las imágenes sacadas de las maquinas de dieciséis bits asÃ, a traición, la cosa ya era de flipar.
“Imágenes de la versión de Amiga†te ponÃan.
Pues yo quiero una amiga de esas, te decÃas tú.
La cosa no podÃa seguir asÃ. No podÃas jugar a Street Fighter en el salón de juegos, ver las imágenes de la versión de Atari o Amiga en las revistas (y, como ya os comentaba, en la parte trasera de la cinta que te acababas de comprar) y luego encontrarte con lo personajes cuadrados (no, no de mazas, sino de poligonales) con los que te encontrabas después de esperar ansioso durante la eterna carga.
Ni siquiera aquellos poseedores de la Master System estábamos a salvo de los cantos de sirena de los dieciséis bits. Se acercaba el advenimiento de una nueva época, y esta sólo podÃa asentarse sobre los restos derruidos de su predecesora. Solo el clamor del sonido estéreo acallarÃa los llantos de aquellos que escuchaban los últimos estertores agónicos de sus máquinas.
Sólo las paletas de múltiples colores lograrÃan desterrarÃan las lágrimas de los ojos de los acólitos del antiguo paradigma binario.
Como no podÃa ser de otra manera, las nuevas máquinas trajeron una nueva polarización de la afición. O eras de Atari, o eras de Amiga (Que en aquel entonces no era lo mismo que ser de Commodore. Sólo era un rival más. Otra maquina que no tenÃas)
¿De que dependÃa tu posicionamiento?
¿De la potencia grafica de la máquina?
¿De la calidad sonora?
¿Del cariño con el que trataban los programadores la conversión a cada plataforma?
¿Del catalogo de juegos en exclusiva para ellos?
¿Del diseño del logo?
¿De lo que decÃan las revistas de cada uno de ellos?
Pues no. El posicionamiento venia dado por lo mismo que de costumbre. De la maquina que tenÃas en casa (O lo que era lo mismo. De lo que te comprasen tus padres)
En mi caso, lo que llego a casa fue un Atari STFM 1040 con un monitor monocromo SM124, por lo que, a partir de aquel momento, el Amiga serÃa una porquerÃa (Y los PCs ni te cuento. Esos no pintaban nada. ¡Si sólo servÃan para trabajar!)
SÃ, lo se. Fui un judas negando al Commodore en sus dos vertientes. Pero con el tiempo serÃa consciente de mi error, y regresarÃa a la verdadera fe (Incluso renegarÃa también de a la Master System, pecado éste por el que también serÃa castigado de existir otra vida. Menos mal que no la hay)
El monitor monocromo tenÃa más resolución que la tele, pero los juegos no se podÃan ver en él, asà que no lo utilizamos para nada.
Se suponÃa que se podÃa dibujar, componer música y otro montón de cosas ultra molonas. Pero aquello no iba con nosotros.
Haciendo mÃas las inmortales palabras de Cindy Laupert (y cambiándoles el género, tiempo verbal y contexto):
“Los chicos sólo querÃamos divertirnosâ€
(Para soltar esta pijada, también me podrÃa haber ahorrado la cita)
Yo tambien tuve un Atari, un 520 st fm, en mi caso. Y lo que me hizo posicionarme: era mas barato y venia con 20 juegos, aquel famoso Power Pack, al que le saque bastante partido, pues habia buenos juegos. Eso si, luego al que mas jugue fue al 7 gates of Jambala y a uno de ir construyendo pisos en una obra.
El Amiga no queria ni verlo, obviamente.
Con el Atari comence a tener contacto con la pirateria un poco mas en serio. Eso de que los juegos costasen mas de 875 pesetas no molaba.
Me ha gustado la reflexión; yo no toqué Commodore en mi vida, aunque la máquina Amiga sà que la deseé en más de una ocasión, de parte de algún amigo suertudo.
Parece ser que mi mision en esta vida va a ser el cantar las alabanzas al Commodore, porque debo de ser el unico que tuvo uno y le sigue yendo lo retro 🙂