El Erudito
– ¿Dónde estarán esos malditos archivos?
TobÃas Alderson, profesor en el centro de estudios y enseñanzas superiores de Vashul, tenÃa poco tiempo para acabar de preparar la clase que comenzarÃa en breves minutos.
– Sé que estaban por aquÃ.
La clase de aquel dÃa, una de sus especialidades y debilidades personales: Historia pre-colonial de la vieja tierra.
En aquel momento se encontraba conectado con las bases de datos del centro, en busca de las grabaciones de la partida del Arca. Estaban grabadas en un 3-D muy rudimentario, pero valdrÃa para ilustrar ante sus alumnos aquel momento histórico en la conquista de las estrellas.
Su avatar rebuscaba por las bases de datos, como si de una antigua biblioteca se tratase. TobÃas era un nostálgico de los tiempos que nunca conoció. Le encantaba sentirse rodeado de papel (aunque fuera virtual), y sentir el tacto que en nada se parecÃa al que debÃan de desprender los auténticos libros.
Ya no quedaban libros. Al menos no quedaban libros como soporte para el estudio, la lectura o el entretenimiento. Éstos habÃan desaparecido siglos antes de que él naciera. SÃ, por supuesto, aún se podÃan conseguir, pero estos eran artÃculos de coleccionista. Excentricidades para gente anclada en el pasado.
Toda la información se recogÃa en formato electrónico. Literatura antigua, informes secretos, archivos personales. Todo. La escritura como tal casi habÃa perdido su significado, sepultada bajo la avalancha de imágenes y sonidos.
Aún quedaban irreductibles que se empeñaban en utilizar la letra, en ver como los caracteres tomaban forma ante ellos, en sugerir formas, en describir antes que mostrar. Pero en el universo quedaban pocos románticos, la gente se conectaba e introducÃa la información masticada y digerida directamente en sus cerebros. ¿Para qué perder el tiempo leyendo, cuando habÃa maneras más rápidas y fáciles de hacerse con la información? ¿Para qué tratar de sacar tus propias conclusiones, cuando alguien ya las ha sacado por ti?
– Otra nueva generación de estúpidos – se decÃa TobÃas cada vez que paseaba por las calles de la ciudad, y escuchaba la manera en la que hablaban y se comunicaban los jóvenes. La inmediatez predominaba sobre la claridad. El impacto sobre la sustancia. La forma sobre el contenido. AprendÃan a leer, se les enseñaba el lenguaje y sus matices, pero no eran capaces de utilizarlo debidamente. Se les insertaba la información pero no se les enseñaba a asimilarla. No eran capaces de utilizarla debidamente.
La curiosidad y la individualidad estaban muriendo. Larga vida a la estandarización.
Finalmente encontró el archivo. Entre las manos de su yo virtual se encontraba la información. Se le mostraba como un pequeño marco en cuyo interior se podÃan leer los caracteres “El arca: peregrinaje en busca de Diosâ€. Sus manos tiraron de los extremos de aquel marco, haciendo que este creciera tanto como daban de sà sus brazos. El texto desapareció para dar paso a las imágenes. Satisfecho con el resultado de su búsqueda, lo almacenó junto al resto de contenidos de su clase.
Una butaca apareció detrás suya, mientras las inmensas estanterÃas que formaban su biblioteca privada desaparecÃan. Se sentó en ella y revisó cuántos de sus alumnos se habÃan conectado hasta el momento a la clase.
En la esquina superior izquierda de su campo de visión sólo aparecÃan como conectados los avatares de Roberto, Ethan y Fernando. Faltaban unos minutos. El resto no tardarÃa en conectarse. Se preguntaba que aspecto tendrÃa aquella gente en el mundo real, si aquellos rostros que solÃa ver serÃan los auténticos. Sun Park y Adam se conectaron segundos antes de la expiración del tiempo de espera.
– Buenos dÃas – saludo TobÃas.
– Buenos dÃas – respondieron todos.
– Son las siete de la tarde – respondió Roberto burlón.
Los rostros enmarcados de los alumnos que se habÃan dignado a conectarse aquel dÃa (o tarde) se encontraban flotando en el aire frente al sillón de TobÃas, dispuestos en un semicÃrculo.
– Muy bien, señor mÃo. Visto que se encuentra con ánimo parlanchÃn. ¿Puede recordar a sus compañeros donde dejamos la clase el último dÃa?
– La unión de Europa y Asia, y la compra por parte de estos de la deuda africana para formar el Conglomerado Eurasiático-africano.
– ¿Qué propósito tuvo esta unión?… ¿Ethan?
– La explotación en exclusiva por parte del Conglomerado de los recursos pertenecientes a todos sus los territorios.
– ¿Año?
– Dos mil cuatrocientos setenta y dos del calendario terrestre.
– ¿Qué otro evento significativo está relacionado con esta fecha?
– Más adelante se tomarÃa como año uno del calendario D.P.C.
– Vaya, parece que estuvieron atentos el último dÃa. Pero hay un último evento que se han olvidado mencionar, y que también fue clave a la hora de tomar este año como punto de partida para el nuevo calendario. ¿Alguien sabrÃa decirme cuál fue?
– El atentado reivindicado por el grupo Ateo-radical
– ¿Ateo-radical? Debes estar de broma.
– Encontrarás todo tipo de fanatismos, y toda clase de locos a lo largo de la historia. Sigue, por favor, Roberto.
– De acuerdo. El grupo “Libertad para la menteâ€, tras hacerse con el control de un silo orbital americano de misiles, los arrojó contra el Vaticano, lo que acarrearÃa la muerte de Juan XXXII, también llamado el último papa Vaticano. Y, por añadidura, del noventa por ciento de la población de la ciudad (algo que no parece ser de interés histórico).
– ¿Algo más?
– La elección de dos papas. PÃo XX en la tierra, quien realizarÃa la proclama: Dios se ha ido. No sé si alguna vez ha estado aquÃ, pero ahora no se encuentra entre nosotros, y León XIV en Marte. El otro gran evento serÃa el comienzo de la construcción del Arca.
– Parece que fue un año movidito.
– También se creó la formula para un nuevo champú mas suave.
– Esa sà que es una razón válida para comenzar un nuevo calendario. Estas cosas me pasan por hablar demasiado pronto.
– Por no mencionar que fue el año del relanzamiento del los microdroides articulados de Trek Wars.
– Me alegra ver que no todos os tomáis estas clases con la misma seriedad que Ethan y Roberto. Hasta aquà querÃa yo llegar. ¿Alguien sabrÃa decirme a qué debió su nombre la primera nave colonia generacional? ¿Ethan?
– ¿Por una antigua serie de comics?
– Eso me pasa por preguntar sin mirar a quien. ¿Nadie? Supongo que era esperar demasiado.
Efectivamente. Aquel año se dio el pistoletazo de salida a la conquista espacial de la manera más inesperada.
El Conglomerado acusaba a los Estados Unidos de complicidad en el atentado, y los ánimos se caldearon. Una guerra global parecÃa próxima, y la gente querÃa abandonar el planeta. Diez años más tarde “El arca†estarÃa finalizada y abandonarÃa la vieja tierra capitaneada por el nuevo Papa terrestre, seguido por un millón, trescientos cincuenta y dos mil quinientos veintiséis fervientes seguidores. ¿Su misión? Encontrar a su Dios allá donde hubiese ido (y alejarse de la tierra antes de que esta la humanidad acabase con ella).
Mientras TobÃas pronunciaba aquellas palabras, el vacÃo sobre el que se encontraban suspendidos tanto su avatar como los de sus alumnos, se llenaba con las imágenes que habÃa extraÃdo del archivo. El arca, una nave tan inmensa que no se pudo construir en el planeta. Gran parte de las mayores fortunas personales del planeta se unieron en busca de la salvación junto a su señor en las estrellas.
– Disculpe.
– ¿Si, Sun Park?
– Según Katsuhiro Mishima, la primera nave generacional en abandonar la tierra fue la Yamato.
– Cierto, hay discrepancia en tanto al orden de creación como de partida de las naves generacionales, aunque es comúnmente aceptado que “El Arca†fue la primera. Seis más partirÃan de la tierra poco tiempo después de esta, en busca de un lugar en las estrellas en el que asentarse. La “Yamato†y la “Tokio II†partirÃan con bandera japonesa. La “Dama Libertad†y la “Orgullo del sur†con bandera americana. La Sleipner noruega y la Atlantis española
– Ahem.
– ¿Si? – pregunto TobÃas resignado – ¿Ethan?
– Para ser el primer Conglomerado una alianza, me parece que todos sus miembros iban muy a su aire.
– Supongo que ese es un mal atemporal. El Conglomerado era una alianza de naciones, y cada una de ellas pugnaba por ser la cabeza visible (y dominante) sobre el resto. En eso no se diferencia demasiado al Segundo Conglomerado en el que nos ha tocado vivir.
– De todas formas, la idea de las naves generacionales siempre me ha resultado un tanto… ¿Cómo decirlo?
– Adelante, Fernando.
– Un tanto… estúpida.
– Era apostar por la posibilidad remota de que sus descendientes encontraran un planeta en el que asentarse, contra una muerte segura en la tierra.
– Pero al final no estalló la guerra en la tierra.
– Cierto, Sun Park. La amenaza de una guerra final flotó por el ambiente durante casi cuatro décadas, para finalizar en… una nueva “pazâ€. Pero aquello era algo que los colonos no llegarÃan a saber nunca.
– ¿Al partir de la tierra, no mantuvieron ningún tipo de contacto con ella? ¿Ninguna clase de comunicación?
– No… Por lo que se sabe.
– ¿No se enviaron sondas?… ¿Expediciones, para tratar de dar con ellos?
– Asà es. Se hicieron diversos intentos. Pero treinta años vagando por el espacio sin un rumbo definido hacen a uno difÃcil de localizar. Por lo que se dice, ninguna de las naves continuó por la trayectoria que se habÃa previsto para ellas. HabÃan sido proyectos mastodónticos para la época (para cualquier época). Hay incluso quien dice que partieron sin haber finalizado por completo su construcción. Todo en ellas era un prototipo, todo en ellas era único.
– Me reafirmo en mi comentario sobre su estupidez.
– La historia humana y el historial cientÃfico humano están plagados de grandes dosis de estupidez… y de desesperación. Hay momentos en los que hacen falta grandes dosis de estupidez para llegar a un punto inteligente. De no ser por el diseño y desarrollo de aquellas naves, y el avance que supuso para la ingenierÃa espacial ¿Quién sabe cuánto se habrÃa retrasado la salida del hombre más allá del sistema solar?
– SerÃan los primeros en “salir†pero no fueron los primeros en “llegarâ€.
– Cierto también. El motor Hikari se inventarÃa casi dos siglos después de su partida, pero permitió al hombre mandar sondas, y alcanzar un planeta habitable mucho antes de que la vigésimo quinta generación de los nacidos en la Sleipner alcanzaran Nueva Midgard.
– Que es la única nave generacional que logró alcanzar un planeta habitable.
– Estos vikingos si que sabÃan lo que era navegar.
– La única… que se haya puesto en comunicación con el resto de la humanidad.
– También existen cientos de teorÃas respecto a eso. Más adelante se llevarÃan a cabo proyectos para tratar de trazar las posibles rutas que tomaron aquellas naves a partir de los registros de sus últimas posiciones conocidas. Pero en aquel momento ya era un trabajo más de arqueologÃa que de rescate. Y pese a los avances logÃsticos y tecnológicos, los informes en los que se basaban para llevar a cabo aquellas investigaciones databan de más de dos mil años atrás. Las variables son casi infinitas.
– Según leÃ, hace trescientos años se creyeron descubrir los restos de la Tokio II en el sistema Shinyi.
– Las investigaciones revelaron que eran vestigios de una antigua nave carguero.
– Yo he leÃdo que aquello era falso. Que era una tapadera para ocultar los primeros restos encontrados de una nueva cultura alienÃgena.
– Yo creo que tendrÃais que dejar de ser tan aficionados a la ciencia ficción y la teorÃa de la conspiración, y centraros más en lo que estamos tratando.
******************************************************
Le gustaban aquellas clases. Realmente agradecÃa aquellos momentos. Enseñar a aquellos jóvenes, debatir con ellos, despertar su curiosidad. Aunque las clases terminaran siendo (como aquella) un despropósito sin la más mÃnima coherencia con lo que habÃa pretendido en un principio.
Llamaba a sus muchachos “la ultima esperanza de la culturaâ€. Le gustaban todos ellos. La irreverencia de Roberto, el inconformismo de Sun park, la curiosidad callada de Adam, la pasión de Fernando. Incluso Ethan y su, en ocasiones, inoportuno sentido del humor.
Comics. No habÃa suficientes elementos culturales minoritarios en la vieja tierra, como para que alguien brillante como Ethan acabase cogiendo cariño a una forma de expresión tan irrelevante como ignorada. En fin. Al menos habÃa demostrado interés por algo remotamente relacionado con lo que estudiaba. De cualquier manera, mirándolo con perspectiva, pese a los obvios cambios tecnológicos y culturales, se podÃa decir que los comics habÃan pervivido hasta los tiempos modernos.
– Historiador – recordó las palabras de sus padres – Con la de profesiones útiles y con futuro que tenÃas a tu disposición, alguien con tu intelecto y posibilidades ha tenido que elegir historiador – y no pudo evitar sonreÃr.
TobÃas se desconectó de la red del centro de investigaciones, y sus ojos tardaron unos segundos en acostumbrarse a la escasa luz de la habitación. ¿Cuántas horas habÃa estado conectado? Sus piernas entumecidas le respondieron: Demasiado. Retiró con cuidado los conectores de sus implantes del cuello y se levantó. Estiró su cuerpo y miró por la ventana. El termómetro exterior marcaba veintinueve grados, y un sol sonriente que no habÃa logrado eliminar de la configuración de aquel condenado aparato. En el exterior ya habÃa anochecido.
– Los aparatos de San-yu le facilitarán la vida – dijo mirando con odio aquel rostro que parecÃa reÃrse de él.
Mientras paseaba camino de su casa, miró hacia el cielo. En aquel momento, sobre la ciudad, se podÃan ver tanto Daisho como Hokuto, dos de las tres lunas del planeta. Por encima de ellas, las estrellas. No pudo contener un suspiro. Siempre habÃa sentido la curiosidad de viajar entre ellas, no de una colonia a otra, sino con la esperanza de descubrir nuevos mundos. De encontrar nuevas culturas, colonias perdidas, historias olvidadas por el tiempo, nuevas experiencias.
– Cuatro mil años viajando por el espacio, y nos llamamos conquistadores. Hemos encontrado restos de dos civilizaciones alienÃgenas más antiguas que la nuestra, pero jamás hemos visto ninguno de sus ejemplares. Hemos encontrado una especie inteligente con la que apenas logramos comunicarnos y nos creemos los señores del cosmos.
Continuó mirando hacia el cielo, y se imaginó ser unos de los viajeros del Arca. ¿Qué diferencia habÃa entre lo que contemplaban sus ojos, y lo que se presentaba ante aquellos hombres y mujeres de la antigüedad?
Nada.
– Aún queda mucho por explorar.
– ¿Cuántas historias les quedan por contar a las estrellas?
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