Viviendo en casa de mis padres no era de esos que llenan las paredes de posters. Si que compré alguno que otro, pero acabaron almacenados en un armario. De vez en cuando los sacaba, los ponÃa sobre la cama, y los miraba durante un rato (sobre todo uno dibujado por George Perez con todos los que habÃan sido miembros de los vengadores hasta aquella fecha)
Si que llegué a poner uno de Mariposa Mental, dibujado por Jim Lee, en la puerta, pero fue mas que nada para tapar una marca que se habÃa quedado después de algún golpe desafortunado. También puse un calendario, y un póster de un castillo detrás de la mesa del ordenador. Pero aquellos eran otros tiempos, y no tenÃa la pasta (ni, supongo, el consentimiento de mis padres) para llenar aquella habitación de más cachivaches para almacenar.
Eso si. Me encantaban mis estanterÃas. Ver los libros que tenÃa haciendo de pilar entre una balda y otra, evitando que el peso de sus compañeros pudiera con ellas, y acabar sepultado en mis propios libros.
También tenÃa libros y cajas en los últimos estantes de uno de los armarios empotrados (que, con el tiempo, acabarÃan por ocupar todo el armario). De vez en cuando lo abrÃa, solo para ver como estaban ordenados, y en otras ocasiones para cambiar su disposición cuando llegaban mas adquisiciones. Me encantaba optimizar aquel espacio.
Cuando me emancipaba de casa de mis progenitores, mi padre se empeñó en comprarme cuadros para poner en las paredes (donde sino). Yo lo dije que no. El volvió a decirme que sÃ, y yo le dije otra vez que no. El volvió a insistir, y yo le dije que vale, que hiciera lo que quisiese, pero que yo (bueno, ni yo, ni ningún otro) no iba a colgarlos en mis paredes.
¿Qué queréis que os diga?. No me gusta “mirar†cuadros, al igual que no me gusta mirar fotografÃas.
A ver, me gusta un buen dibujo, una buena foto o una buena pintura tanto como a cualquier otro (salvando las distancias de lo que ese otro y yo consideremos “buenoâ€), pero nunca me he detenido a mirar esas cosas que cuelgan en las paredes de las casas o edificios (ya sean oficiales o no). Prefiero ver una buena ilustración cómodamente sentado (vale, un cuadro también se puede mirar estando sentado, pero ya sabéis a lo que me refiero). Mirarla durante unos segundos (¿quién sabe?, quizás hasta un minuto), y pasar a la siguiente ilustración del libro.
No se. Cuando veo un cuadro en una pared, me digo “Vaya espacio desaprovechado. Con lo bien que vendrÃa ahà una estanterÃa. Una bien grande, desde el suelo hasta el techoâ€.
Me gustan las paredes repletas, la sucesión ininterrumpida de baldas repletas de libros. Que las cosas encajen, como si se tratase de una partida perfecta de Tetris. Me gusta la asimetrÃa simétrica de los lomos, el ensamblaje sin fisuras de sus tapas.
Me gusta mirar una pared, y decir “ese es un espacio bien aprovechadoâ€, contemplarla, y tratar de adivinar los tÃtulos de los libros. Fijarme en el pequeño defecto de esa esquina, que antes no habÃa llamado mi atención. En el grabado que encuadra las letras.
Me gusta pensar en que colección, que volumen o que combinación llenará ese hueco que queda. Jugar con las configuraciones. Alterar su orden. Alejarme unos pasos, y mirar el resultado.
Me gustan las paredes recargadas, saturadas de papel, cartón y madera que pueblan las bibliotecas. Pero no de las nuestras, sino de esas que nos muestran las pelÃculas. Esas habitaciones colosalistas, repletas de volúmenes arcanos. Esas escaleras que parecen ascender hasta el infinito, esos ancianos gruñones de pelo cano, con sus gafas caÃdas, cuyas sillas crujen al moverse.
PodrÃa decir que prefiero la simetrÃa y el aprovechamiento antes que la estética, pero serÃa una mentira. Me gusta la estética que da la simetrÃa. Me llena de una manera mucho mas profunda un espacio bien aprovechado, repleto hasta su ultimo recoveco útil, que una habitación cuyas paredes estén repletas de oleos.
Puedo disfrutar tanto presenciando la simetrÃa anárquica de un paisaje, como los precisión milimétrica (o no tanto) del castillo que parece haber surgido como parte de ese lugar. Ante mis ojos, un buen plano acotado, resulta una visión mas satisfactoria que un cuadro de los denominados clásicos. Me gustan mas los edificios que se funden con el entorno, que aquellos que pretenden sobresalir. Prefiero al artesano modesto, antes que al “artista†egomaniaco.
No pongo al carpintero por encima del pintor, al arquitecto por encima del escultor, a la naturaleza por encima del urbanista. Pero tampoco los pongo por debajo. Pese a pertenecer a distintas ramas, todos ellos son capaces de crear alguna forma de arte.
Ahora bien. Una cosa es lo que entiendo yo por arte, y artista, y otra cosa lo que pueda entiende cada uno de vosotros (no, no pretendo empezar otra vez con el tema del arte y la subjetividad… bueno, creo que si que lo he hecho)
En fin. Que no vais a ver cuadros en mis paredes. Eso si, este sábado me voy a Ikea, a pillar más estanterÃas para seguir llenándolas.
Jejeje.
Yo pienso pillarme esta:
http://www.ikea.com/webapp/wcs/stores/servlet/ProductDisplay?topcategoryId=15561&catalogId=10103&storeId=11&productId=20751&langId=-5&parentCats=15561
Ya he medido el sitio donde va y quedará perfecta ^^
Algún dia, en el castillo con ejército privado, haré una torre para que metas dentro lo que quieras.
Y tendrás una silla. Sólo una.
Pues tendra que ser una torre bien grande, porque querre meter muchas cosas.
Con respecto a la silla, si es comoda, no hace falta mas.
Ya hablaremos de aqui a diez años, cuando haya terminado de pagar esta casa, y me ponga a buscar un caseron perdido (y grande) en medio del monte.
Me ha gustado mucho este ensayo, Javi. Te estoy viendo en el Thyssen: “Vaya espacio desaprovechado. Con lo bien que vendrÃa ahà una estanterÃa. Una bien grande, desde el suelo hasta el techoâ€.
Convertir todas las pinacotecas del mundo en bibliotecas… PodrÃas poner todo el fondo pictórico en el almacén y que la gente lo solicitara a la bibliotecaria. Los lienzos subirÃan en el ascensor. Los despliegas sobre el mostrador, les echas un vistazo, los devuelves, y das las gracias mientras te devuelven el DNI. Si te hace gracia alguno le tiras un par de fotocopias en esas entrañables XEROX que siempre te tragan la pasta.
La verdad es que las cervicales de muchos agradecerÃan la posibilidad de manipular los lienzos ¿Quién no ha sentido la necesidad de ladear la cabeza hasta un angulo casi imposible ante un Braque?