He visto el fin de todas las cosas.
La muerte de el ultimo ser vivo. La desaparición del destructor.
He visto que habÃa mas allá de ese momento.
Y he visto la nada.
Pero ¿Cómo se puede contemplar la no existencia?.
La han descrito como la total oscuridad, o como una blancura de brillo cegador.
Pero todos se equivocan, pues la nada carece de color, carece de cualquier caracterÃstica que pueda ser definida.
La nada no es silencio, no es sonido.
Su contacto no es gélido, no es abrasador. Es una aterradora falta de sensaciones.
¿Cómo se puede temer lo que no existe?
Mi mente trató de imponerse, de luchar contra la no consciencia. Pero no habÃa nada contra lo que luchar. Traté de apartar la vista, pero la nada me rodeaba.
¿Cómo puede ser infinito algo que no existe?
Finalmente, regresé a mi yo.
La visión de mi habitación se me hacÃa abrumadora.
El silencio que me rodeaba, atronador.
El simple roce de mis ropas, doloroso.
La comprensión y aceptación de mi existencia, algo extraño.
Por un tiempo, fingà no haber experimentado la nada.
Pero no tardó en llegar el anhelo.
La nada se habÃa introducido en mi, y crecÃa lentamente.
¿Cómo se puede anhelar lo que no se ha tenido?
¿Cómo puede crecer lo que carece de forma, lo que no ocupa espacio?
No sentÃa nada extraño, pero sabÃa que habitaba en mi interior.
El terror se apoderó de mi. Pero no tenÃa a quien acudir. A quien pedir ayuda.
Es por eso que comencé a escribir estas palabras. Un ultimo legado, una advertencia.
Mis momentos estaban contados.
Mientras escribo esto, me pregunto.
¿Tendrá consecuencias mi desaparición? ¿mi paso a la no existencia?.
¿DesaparecerÃa solo mi persona, o conmigo se irÃa todo vestigio de mi paso por este mundo?
¿SerÃa recordado tras mi marcha, o las vivencias compartidas desaparecerÃan de las mentes de aquellos a los que conocÃ?
¿Permanecerán estos textos, o me acompañaran en mi transformación?
El conocimiento no tardó en llegar, y con el la aceptación.
No era la nada la que me llamaba. Era yo quien regresaba a su regazo.
Con la comprensión, finalizaron las dudas.
Desaparecieron el temor y las sensaciones.
Desapareció el deseo.
Solo quedo…
Nada