Recuerdo, recuerdo.
Recuerdo la primera vez que hice (o fui participe de) un pedido al extranjero. SerÃa el noventa y poco. Recuerdo que volviendo de Barcelona, de unos dÃas de juego, en el autobús estaba leyendo un ejemplar de la revista Dragon, que habÃa comprado en Gigamesh, cuando vi una comparativa de tres programas distintos para hacer mapas.
Durante un tiempo, traté de que alguna tienda me consiguiera alguno de aquellos programas (ya sabéis, para mi eterno proyecto de Daegon), pero no hubo suerte. Ni Canadian, ni Tortuga fueron capaces de hacerse con ellos. Gigamesh tampoco los tenÃa en su catalogo, asà que finalmente decidimos pedirlo directamente a Yankylandia.
Lo cierto es que era carillo para las posibilidades monetarias a nuestra disposición en aquellos tiempo, asà que decidimos comprar el Campaign Cartographer ente Naranjo y yo (de los tres de aquella comparativa era el que salÃa mejor valorado). Y ahà comenzó la aventura.
HacÃa falta una visa (vale, Naranjo tenÃa), hacÃa falta ponerse en contacto con aquella gente, asà que engañamos a Quike para venir un dÃa a la tienda, y desde ahà llamar a los Yankis. En la primera intentona, le cogió la señora de la limpieza (o algo parecido), dÃas mas tarde logró hacer el pedido, y luego lo confirmarÃamos por fax.
No recuerdo cuanto tardo en llegar aquel paquete, pero la espera se hizo eterna. Al final, el paquete llegó, pero el disquete estaba corrupto. Oh terrible decepción.
¿Qué hacer?
Esto que os acabo de contar, con la pijada que parece, en aquel momento parecÃa (al menos a mi) poco menos que misión imposible. Asà que nada. Como no querÃa volver a liar a Quike, escribà un fax diciendo lo que habÃa pasado, y los amables señores de Profantasy Software me enviaron poco después otra copia del programa original (con su caja, manual y demás). Asà que finalmente, Naranjo tubo una copia del programa (copiada en el disquete de la primera que nos habÃa llegado la versión que si que funcionaba), yo otra, y todo por el precio de una.
Por supuesto, esto fue mucho antes (creo, o tengo esa sensación) de que internet llegase a ser lo que llegarÃa a ser poco después.
El siguiente pedido que harÃa al extranjero ya serÃa través de internet, y serÃa a una tienda de juegos de segunda mano (y nuevos): Titan Games.
Si pedÃas mas de nosecuantos dólares, los portes te salÃan gratis, y además te hacÃan descuentos (sobre los precios de oferta) de los juegos de segunda mano. Creo que nos juntamos cosa de seis o siete para aquel primer pedido. Para la ocasión me saque la visa, y me hice cargo de todos los preparativos.
En aquella ocasión, la espera si que fue eterna, cosa de cuatro meses, quizás algo mas (no pagábamos portes, asà que tampoco nos podÃamos quejar por la espera). Pero al final mereció la pena, y un dÃa llegue a casa con una saca de correos llenita de libros para esparcir por toda Pamplona.
Con el tiempo, cada vez los pedidos al extranjero se han convertido en algo de lo mas habitual. Tanto es asÃ, que no llegas (llego) a apreciar la diferencia entre cuando hago pedidos a tiendas nacionales, o cuando lo hago al extranjero.
Digo esto, porque este ultimo par de semanas, me han llegado dos pedidos del extranjero. Un par de libros y unos cds de Amazon (estados unidos, que el dólar esta mas asequible que la libra), y una colección de DVD de Sendit.com (ingleses). Y me ha dado por pensar en mis primeros tiempos en esto de los pedidos internacionales, del esfuerzo que resultaba siquiera el plantearte la posibilidad de hacerlo. De todo lo que tenÃas que liar, y del miedo de cagarla en algún paso intermedio.
Ahora registras un dominio aquÃ, y lo hospedas en un servidor Yanky. Alguien te habla de cualquier cosa, y no tienes mas que ir a casa para informarte (o que te desinformen) sobre ello.
Que queréis que os diga. Me gusta la globalización. Dirán que pierdes privacidad con el spam, con el trapicheo de datos y todo lo demás. Pero los mailings era algo que ya estaba inventado antes, las compañÃas se pasan información de clientes desde que el mundo es mundo.
¿Qué ahora es a una escala mayor?
Bueno, pues necesitaremos una bolsa de basura mas grande para tirar toda la publicidad, pero a mi me parece que merece la pena.
Recuerdo que nunca tuve aquel Motorola para hacer las llamadas del Mercenario y que me sumé a aquel pedido de Titan, y que el mundo era más grande, o nosotros más pequeños.
Es bueno ser Rey.