Macroverso II

Saltó.
De nuevo el viento azotaba su rostro mientras descendía velozmente. Las corrientes le mecían haciéndole sentir que podría remontar el vuelo cuando quisiese. Él sabía que no era así, no podía volar, pero no le importaba. Sólo importaba aquella embriagadora sensación de ingravidez. Cuando dejase atrás las nubes, cuando pudiese contemplar la cercanía de su destino, sólo entonces se preocuparía. Hasta ese momento sería completamente libre de cualquier atadura.

– ¿Otra vez saltando al vacío?- aquel comentario no le pillaba por sorpresa – Mira que puedes llegar a ser cansino – pero no por ello dejaba de ser molesto.

Ignoró la voz y continuó cayendo.

– Vale, parece que hoy estamos en modo “ignorar todo” ¿De verdad crees que te va a servir?

Aún podía sentir como su cuerpo era mecido por las corrientes de aire.

– Y dale. Si quieres ponerte así, venga, analicemos esto. Saltó… ¿Desde donde has saltado?

– Eso no importa. Cállate y déjame tranquilo – Creía que, en aquella ocasión, sería capaz de ignorar a las voces de su cabeza, pero había fracasado. Como siempre.
– En serio. Párate un segundo y analízalo un poco.
– No hay que analizar nada. Esto es una fantasía. No hace falta que tenga sentido.
– Y como no es obligatorio que tenga sentido, haces todo lo posible para que no lo tenga.
– ¿Quieres dejarme soñar tranquilo?
РNo. Esa es una de mis m̼ltiples funciones.
– Y como eres muy responsable, te lo tomas muy en serio, ¿no?
– No soy una persona, sólo soy un producto de tu imaginación (bueno, en realidad otro producto de la mente del autor)
– Ya esta. Te ha costado un poco, pero ya lo has soltado. Tenías que mencionar a vuestro puñetero “autor”

Javi tenía un problema (bueno, en realidad muchos, pero mencionarlos todos nos llevaría más espacio del que disponemos para esta narración): Era un esquizofrénico.
Por si no fuese suficiente con esto, sus otras personalidades eran conscientes de algo que Javi no podía reconocer: Javi no era real, era un personaje ficticio. Todo el limitado microverso en el que se movía era ficticio, y él era el único incapaz de aceptarlo.
Para terminar de complicar su problema, tanto sus otras personalidades, como cualquiera que se pudiese encontrar por la calle, se dedicaban a “charlar” con “el autor” en cualquier momento (sobre todo cuando estaba él presente)
Pero volviendo a nuestro relato: Javi continuaba intentado caer… hacia donde fuese.

– Tío. Que estas trabajando. Tómatelo tú un poco en serio – sus personalidades, por supuesto, no tenían ninguna intención de dejarle vivir tranquilo y feliz en su ignorancia.
– Pero si no hay nadie.
– Que aún no haya llegado “Ella” no implica que el resto del mundo no merezca el apelativo de “alguien”
– Esta tardando mucho, ¿no?
РEso. T̼ sigue ignorando lo que te digo.
“Ella”. El amor platónico de Javi. Una clienta anónima del Burger Prince de la que nuestro protagonista se había enamorado, pese a ser una completa desconocida.
Habían coincidido en una fiesta (ellos dos y el novio de “Ella”) lo que la hacía aún más ideal para el desfasado concepto de amor romántico-trágico-e-inalcanzable con el que tanto le gustaba fantasear. ¿Para que arriesgarse a que otros pudiesen causarle el sufrimiento y brusco dolor del rechazo, cuando se lo podía producir él solo de una manera más controlada?
– Ya tendría que haber venido. Suele ser muy puntual.
– Y dale. Hoy estamos en plan autista.
– Es que me lo estáis poniendo muy fácil.
– ¿Perdona?
– Lo digo porque hoy estas tú solo. ¿Donde están los demás?
– Es verdad… No hay nadie más por aquí. ¿Hola?
– ¿No hay nadie más?
– Pues no.
– ¿Y como puede ser que no te hayas dado cuenta hasta ahora?
– Exigencias del guión, supongo. Ya sabes, cosas del autor.
– Porque, claro. Vosotros sois un producto de mi imaginación. No sois reales. No tenéis forma ni sentidos. Así que supongo que el mundo real lo veréis a través de mis ojos.
– Creo que pecas de un error de concepto. Vale, sí, de acuerdo, no somos reales. Pero tampoco lo eres tú. Nosotros somos un apoyo para el autor. Somos una especia de “narradores conceptuales” ya que estas historias no suelen tener un narrador omnisciente. Nuestra tarea es la de transmitir ideas. Tratar de clarificar el punto de vista subyacente debajo de la historia que se esta contando.
– Para estas alturas ¿No me habríais dejado ya colgado para poneros a “hablar” con vuestro “autor”?
– … Pues es verdad.
– ¡Increíble! ¡Te he dejado sin una respuesta pseudomordaz! Igual es que estoy mejorando de lo mío.
– Vamos a ver que tal vas de “lo tuyo”
– Venga, lánzame tu mejor golpe.
– ¿De que color es la ropa que llevas?
– ¿Que?
РLo que oyes. Que me digas de qu̩ color es tu ropa.
– Pues… mi ropa… es… ¡No me líes!
– No lo sabes.
– Claro que lo se. Lo que pasa es que esa pregunta es una estupidez. ¿Que pretendes demostrar con eso?
– Y dale. Pues te demuestro que no existimos. No tienes ojos con los que ver el “mundo real” porque el mundo en el que te mueves ni es real, ni existe.
– ¿Porque no te vas a hablar con tu “autor” y me dejas tranquilo un rato?
– Porque al señor gracioso no le ha dado aún por aparecer. Así que me seguiré dedicando a darte el coñazo.
– ¡Porque no viene “Ella”! ¡Al menos así mejoraría un poco el día!
– ¿Lo ves?
– ¡¿El que?!
– “Ella”. No tiene nombre. Has estado hablando con ese personaje. Te has enamorado estúpidamente de él (o, mejor dicho, ella) y no sabes su nombre.
– Soy tímido… No se lo he preguntado.
– Es sólo un concepto. Si ahora te pregunto de qué color tiene el pelo, o los ojos. Si te pido que me digas cuantos años aparenta o cuanto puede pesar, no sabrías que decirme.
– … pues claro que sabría. ¿Como iba a enamorarme de …?
– ¿De una abstracción? ¿De un concepto ideal?

La puerta del Burger Prince se abrió y ambos dejaros de discutir. Pero no fue “Ella” quien atravesó el umbral de la puerta, sino un hombre. Podríamos tratar de describirlo, pero su apariencia carecía de la más mínima relevancia.

– Yo conozco a este tipo – Javi no sabía si el “tono de voz” de aquel ser de su cabeza era de sorpresa, temor, incredulidad, o todos ellos juntos.
– Ah, ¿sí? Pues a mi no me suena de nada.
– Normal, hasta ahora sólo había sido otro concepto. No debería estar en este plano de irrealidad.
– ¿Y quien es?
– En la mente del autor se llamaba Deux Ex (una abreviación más cómoda que el nombre completo) Posiblemente sea el concepto que más odia.
– Pues nada. Bienvenido sea. Igual a partir de ahora se dedica a joderle la vida a otro.

octubre 8, 2008 · Posted in Macroverso  
    

Comments

One Response to “Macroverso II”

  1. Maria on noviembre 12th, 2008 05:17

    Contunua sintiendo que posiblemente la realidad se encuentre en un punto de su lado.

Leave a Reply