Fecha: Otra
Hora: Un poco más tarde (o igual no)
Lugar: Limbo conceptual.
De nuevo nos zambullimos en esa no-dimensión en la que habitan los conceptos comúnmente aceptados. En ésta ocasión la “X†que marca el lugar se ha movido un poco. No, por ahà no, un poco a la derecha (o a la izquierda, todo depende de por donde vengas) SÃ, más o menos por aquÃ, entre Harvey: el conejo rosa invisible y los elfos de sexualidad distraÃda.
Es posible que os preguntéis ¿Como podemos ver a un conejo invisible? A lo que os responderÃa ¿De verdad lo estáis viendo? (soy navarro, tengo que responder con otra pregunta)
Pues bien, si hacéis el favor, dirigid vuestras miradas para que se centren en éste arquetipo consensuado por nuestro bienamado imaginario colectivo que os señalo (ya sabéis, con la “Xâ€)
¿Hecho?
De acuerdo, para entendernos (o liarnos un poco más) pondré un nombre a eso que estáis mirando: Llamaremos a nuestra abstracción… “Tipo Listo†(original, ¿Eh?)
Fijaos en él. Vale, ya se que cada uno estamos viendo algo distinto, pero sà que hay una serie patrones en los que coincidiremos (vale, quizás esto tampoco sea cierto, pero silbaremos distraÃdamente y haremos como que si lo fuese)
Ahà está él. Distante y seguro. Confiado, ya que cuando la misma razón de tu existencia es “saberâ€, se podrÃa decir que la sorpresa es lo único cuyo significado realmente no comprendes (y digo comprender porqué, obviamente sà que conoce su significado).
Aunque, claro, si asumimos que la compresión real sólo puede ser otorgada por la experiencia, podrÃamos decir que nuestro querido avatar comprenderÃa más bien poco (tendiendo sus posibilidades, que no capacidades, comprensoras hacia la nada)
De todas formas, no estáis obligados a coincidir con mi apreciación. Ventajas / Desventajas de ser un ente abstracto.
Una vez aclarado (o no) esto, continuamos observando la inacción de este ente inmaterial. Por supuesto, él “sabe†que estamos aquÃ, escudriñando desde los recovecos dimensionales y analizando su misma esencia; Esa es su naturaleza. De la misma manera, y por la misma razón, no hará nada al respecto.
Pero claro, esto es (o pretende ser) un relato. Y los relatos se mueven por los oscuros senderos y turbios recovecos de la mente de quien los escribe. Torciendo leyes universales a voluntad y mutando lo inmutable según su conveniencia.
Es por esto que “alguien†(quien se dedica a estas lides tecleadoras) forzando la credibilidad del lector, en un momento dado decide sorprender a nuestro tranquilo concepto y arrastrarlo a un entorno hostil. Trasladarlo al mismo lugar al que “invitó†a un viejo conocido suyo; Tipo duro.
Por supuesto, esto estaba premeditado, y nuestro amigo Tipo Listo deberÃa de haber sabido que sucederÃa, asà que rogaremos vuestra clemencia ante esta tergiversación de las leyes de la coherencia, y confiaremos en que el resultado final os resulte lo suficientemente satisfactorio (y coherente porque, lo parezca o no, ese es uno de los objetivos de toda historia que escribo) como para perdonar esta pequeña trampa argumental.
Dicho esto, nuestro amigo, Tipo Listo, se encuentra atrapado en un cuerpo fÃsico dentro de un mundo material. Obviamente él sabe en que lugar se encuentra y cuales son las razones que le han llevado hasta ahà (ya sabéis, su naturaleza y demás) también sabe lo que necesita hacer para volver a donde quiere estar (sÃ, amiguitos, es tan listo que se ha leÃdo el relato antes de que este terminado) asà que inmediatamente comienza a representar su papel dentro de esta obra.
Porque nuestro amigo también sabe que no tiene demasiado tiempo y que, según vayan transcurriendo las palabras, su esencia dejara de ser suya, hasta que no se reconozca a sà mismo. En éste lugar ya no es un concepto; es un personaje. Y los personajes, por muy ligados que estén a un concepto, son entes finitos constreñidos por las necesidades (o caprichos) de la historia.
Tipo Listo sabe que tiene que encontrar a su “hermano†Tipo Duro, ya que éste tendrá problemas para comprender los paradigmas reinantes en el mundo en el que han acabado.
No demasiado lejos, Tipo Duro, por su parte y muy a su pesar, ya ha descubierto que las cosas no funcionan de la manera correcta.
Mientras buscaba las respuestas que guiasen sus pasos quiso, el destino, el azar (o quizás otra persona o concepto) que presenciase un incendio. Al igual que nuestro invitado de hoy, Tipo Duro también tiene su naturaleza, y esta le impulsa a hacer lo correcto.
Frente al edificio, la policÃa y los bomberos habÃan acordonado la zona, pero el fuego continuaba descontrolado. Los agentes discutÃan los unos con los otros sobre las rutas y la posibilidad de evacuar a las personas encerradas por las llamas. La ubicación de la gente atrapada estaba claramente marcada en un mapa que se pasaban de mano en mano, como si el calor que emanaba de aquel edificio hubiese impregnado también el papel. Estaban desperdiciando el tiempo de oxigeno que les quedaba a las personas atrapadas.
Como dijimos en su presentación, Tipo Duro es un concepto de acción y, en aquella situación, no tardo mucho en decidir el curso a seguir.
Si mediar palabra con los agentes, saltó las vallas y se dirigió corriendo hacia el edificio. Mientras se acercaba dejó que el agua que era bombeada de manera constante por los bomberos le empapasen el cuerpo y la ropa. Tras tomar una bocanada de aire limpio, cubrió su rostro con su chaqueta húmeda y se introdujo sin vacilación en el edificio.
En el interior el calor era sofocante y aquello no facilitaba la concentración para tratar de ubicarse dentro del plano que habÃa visto sólo de pasada. Si no estaba equivocado, aún le quedaban tres plantas para llegar al primero de sus objetivos.
Las escaleras eran de baldosa y parecÃan resistir sin problemas su paso, pero la pintura de las paredes y el material aislante del techo se desprendÃan incandescentes, cortándole el paso, o tratando de hacerle arder también a él. Avanzaba agachado para tratar de no respirar el humo pero, después de subir dos plantas en aquella posición, su espalda comenzaba a molestarle.
Aquello no era normal. Él siempre habÃa sido un concepto. Asuntos como la fatiga, las dudas o los axiomas fÃsicos que sufrÃan aquellos avatares ficticios que le habÃan representado en diversas historias, jamás le habÃan repercutido.
Llego hasta la puerta que daba acceso a la tercera planta, pero estaba cerrada. Su mano, pese a estar cubierta por la chaqueta, le dolió como si la hubiese sumergido en lava en cuanto toco la manilla, pero no le impidió abrirla. Tan pronto como la puerta se vio libre del cerrojo, se abrió empujada por una explosión de llamas, tirando escaleras abajo a un aturdido e incandescente Tipo Duro.
La corporalidad representaba un inconveniente más importante de lo que jamás habÃa esperado. En su mente y su naturaleza, el objetivo seguÃa claro. De eso no habÃa duda, él hacÃa lo que tenÃa que hacer, lo que dudaba era si serÃa capaz de llevarlo a cabo.
El fracaso o la muerte no era algo ajeno a su memoria. Muchas de sus encarnaciones habÃan fracasado o perecido para que la trama continuase, o como un intento de giro inesperado dentro de la historia, pero siempre era en un momento dramático, en uno de los puntos culminantes de la historia. No allÃ, no en las escaleras que llevaban de la segunda a la tercera planta de un edificio cualquiera.
Mientras trababa de incorporarse se decÃa que él no morirÃa allÃ. No retrocederÃa. No fracasarÃa. Las vidas de aquellas personas dependÃan de él. Pero, por mucho que lo intentase, su cuerpo no le respondÃa y el dolor se abrÃa paso por encina de la adrenalina.
Su mente continuaba diciéndole que aquello no importaba, que era irrelevante. TenÃa una misión, un papel que cumplir en aquella historia. La rabia era más fuerte que el dolor. La voluntad más fuerte que la carne. HabÃa una razón para que él estuviese allÃ. No podÃa morir asÃ, no podÃa morir allÃ, no pod…
Cayó inconsciente.
Tipo Listo llegó hasta el callejón en el que se encontraba Tipo Duro. Su cuerpo estaba cubierto de quemaduras que fundÃan piel y ropa, pero respiraba. El hombre que acababa de dejar el cuerpo ahà se cruzó con él y le guiñó un ojo antes de continuar con su camino.
Aquello no era bueno. No era nada bueno. Y lo peor era que él sabÃa como acabarÃa todo.
Definitivamente, el mundo “real†no le gustaba nada.