Macroverso X

Día: Sí, gracias
Hora: No
Lugar: Limbo conceptual

Ya estamos otra vez aquí, pero esta vez no hay “X” que marque el lugar. No. Esta vez no llegamos hasta este lugar porque un mapa, un GPS o un vidente nos haya indicado el camino. Esta vez hemos venido porque queremos. Porque sentimos su llamada. Porque ninguna razón en este u otro universo nos podría hacer abandonar este lugar.
Ahí, en el centro de todo esta “Ella” (o “Él” para las chicas o las gentes de sexualidad divergente)

Miradla. No se trata de que no podáis dejar de mirarla, es que no queréis dejar de hacerlo.
Al contrario que el resto de criaturas que pululan por el plano conceptual, pese a que cada uno veremos algo distinto, pese a que algunos se hagan los duros, los de-vuelta-de-todo o los desengañados, todos percibimos, sentimos y esperamos lo mismo. Y no. No es “eso”, guarros (y si lo es, me parece que el texto que buscas está escondido debajo de tu cama, u oculto detrás de esos botes en el baño)

Aclarado esto, supongo que ya sabéis lo que toca. Y dale, ¡Que no es “eso”! (la X que corona esta entrada es meramente casual y eminentemente numérica)

Para no perder la costumbre de estos relatos, nuestra querida entidades/concepto/arquetipo se ve repentinamente arrastrada fuera de su ubicación.
Atravesando dimensiones y realidades, mundos y continentes, acabará en el mismo centro de los eventos que se producen en este pequeño macroverso nuestro: Pamplona.

Como no podía ser de otra manera el paso desde el nivel conceptual hasta el plano físico, resulta una experiencia traumática, más aún cuando pasas de ser “Ella” a ser, simplemente, “una”. No se trata de una cuestión de ego, ya que los conceptos nunca han tenido opción de ser otra cosa. El problema es la adaptación a los rigores de la existencia corpórea.

Una de las principales complicaciones en este caso es la naturaleza eminentemente subjetiva de este concepto. En los casos de los dos amigos que hemos tratado hasta el momento, el paso a la materialidad era un problema, pero no alteraba en exceso su esencia o su “misión”. En el caso que tratamos ahora, sólo hay esencia ya que la “misión” varía con respecto al receptor/idealizador del concepto. Cuando eres un reflejo de las aspiraciones de todo el mundo, el convertirte en el ideal de una única persona debería ser una tarea de lo más sencilla, pero parece que la lógica mundana no se aplica a nuestra invitada, y el paso de la esquizofrenia suprema a “simplicidad” del individuo parece llevarnos, que en este caso, hacia la locura. De haber podido quitar las “aspiraciones sobrantes” quizás nuestra amiga habría podido salvarse de la perdida total de su cordura, pero el caso es que la personalidad resultante trata de ser una condensación de los deseos e ideales de toda una especia, lo cual no es posible según los axiomas que gobiernan nuestro pequeño, limitado e infinito macroverso.

Pero obviemos esto. Miremos hacia otro lado y aceptemos de nuevo como ciertas las trampas narrativas de, aquí, el tahur de las letras que perpetra estos textos. No nos (y por “nos” nos referiremos a “me”) gustan los personajes locos o irracionales. Así que aceptaremos que “Ella” deja de ser la “Ella” universal, para convertirse, casualmente, en mi “Ella” personal. Así que me permitiréis que no la describa, ya que no tengo la menor idea de su aspecto (aunque si lo averiguo dudo que lo escriba por aquí)
Así que tenemos a “Ella” convertida en mi “Ella” (aunque al resto del universo sólo le parezca “una”) suelta y desorientada, aunque relajada y tramposamente cuerda en mitad de Pamplona.
Quizás os preguntéis
¿Sabe la razón por la que está aquí?
Aunque no os lo preguntéis, ya os respondo. No.
¿Sabe que sus “hermanos” han venido hasta aquí antes que ella?
Para un constructo abstracto, cosas como el tiempo, el espacio y la comida basura son materias irrelevantes y a la par que complejas. Antes o después, ahora o mientras tanto, son conceptos con los que no se tienen que enfrentar. Así que, mientras no se termine de ubicar dentro de su nueva existencia asumiremos que no sabe nada de nada. Más adelante, cuando termine de aceptar el rol que se le ha asignado en esta historia, ya será otro asunto.

febrero 28, 2010 · Posted in Macroverso  
    

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