Macroverso XIX

Día: Siguiente Lunes (pero del esos malos, malos)
Hora: Las ha habido mejores.
Lugar: Mundo “real”

– Vale, entonces… ¿el plan, es…? – Javi trataba de aclararse hablando en voz alta, mientras esperaba que alguno de sus “aliados” sugiriese algo – Por favor, no digáis “dominar el mundo”
En aquel nuevo mundo, y rodeados por las hordas cuasi comatosas de los devoradores de alcohol, nuestros tres héroes estaban desorientados y perdidos. Muy perdidos.
Pero el día aún iba a ponerse peor… aparte de mucho más raro. A todo aquello, su primera respuesta sería:
– Hombre, no me jodas.

A su lado, un conmocionado turista no podía dejar de repetirse:
– Tenía que haberme ido de vacaciones a otro lado.
El señor Gutierrez había huido de su puesto en la NASA para evitar que su mundo racional fuese puesto en duda al hacerse preguntas sobre algo que sabía que había visto, pero no quería reconocer como real. Pero, por lo visto, el mundo se empeñaba en hacer hincapié sobre el cariz extraño que había decidido adoptar.
Primero el incendio que había aparecido ante sus ojos el día anterior. No habría sido raro… de no ser porque, el segundo anterior, el edificio estaba perfectamente, no se parecía en nada al que había aparecido en su lugar ardiendo y no había rastro de los bomberos o la línea de contención (que, curiosamente, se parecían mucho a las de las películas americanas)
Cuando el tipo poseído por un ataque de heroicidad estúpida decidió entrar en el edificio, prefirió mirar para otro lado.
Después, la nevada “instantánea” y delimitada del día anterior… del que nadie parecía haberse dado cuenta. Lo del incendio había conseguido hacer como si no lo hubiera visto, pero aquello, por mucho “Nanana” mental que se repitiese, no conseguía que desapareciese. Y comenzaba a dudar sobre su estado mental.
Pero lo que acababa de ver… después de aquello, ya se veía con el embudo en la cabeza y la camisa de mangas extra largas anudadas a su espalda.
La cosa empezaría con el haz de luz que vendría desde el cielo. Raro, vale, pero vete tu a saber si era el foco (con una señora lámpara de unos cuantos millones de vatios) de algún espectáculo de la fiesta. Pero al mirar al cielo buscando su origen, de repente se había nublado… pero sin que el día se oscureciera un ápice (ni las nubes impidiesen pasar la luz del haz)
Después, la figura que parecía ascender por el haz… y el tipo que parecía volar siguiéndola. Vale, quien hubiese hecho aquel efecto especial se había dejado una pasta. El “Nanana” volvía a su cabeza, pero el estruendo de la colisión del artefacto en la carretera le impidió seguir escuchándolo.
Al menos de aquello si que parecía que se enteraba la gente. Casi se alegró del pánico que siguió a aquello.
– No estoy loco – gritó – No estoy lo…
– Aparta, mendrugo.
Cuando aquel tipo le apartó, no entendía la razón. Al ver a uno de los hombres que le acompaña parecía una momia, el “Nanana” regresó. Cuando otro artefacto similar al que había caído en la carretera se estrelló donde él se encontraba hace un momento, superó su estado de estupefacción, y comenzó a correr mientras caían uno tras otro los artefactos del cielo.

Así que nuestros héroes se encontraban ante lo que parecía una… ¿lluvia de extraterrestres acorazados?
De cada boquete del suelo salía un nuevo exo esqueleto con su arma disparando a lo loco. El pánico se hizo de inmediato y una marea humana de gente de rojo y blanco comenzó a arrasarlo todo.
Tipo duro, como impulsado por un resorte, entró en acción. Para estar gravemente quemado era increíble la manera en la que se movía. En un instante incapacitó al más cercano y, de unos disparos imposiblemente certeros con el arma que le había arrebatado, inutilizó las de los demás.
El nivel de rareza de aquello estaba alcanzando unas cotas desorbitadas, por no decir ridículas.
Tipo duro incrustó de un puñetazo la protección de la cabeza de uno de los acorazados en los hombros. Tras arrojar la armadura que había inutilizado contra otros dos “invasores”, saltó contra otro de ellos.
En su caída, el boquete sobre el que se alzaba su presa se hizo algo más profundo.
– Esto tiene ningún sentido – Tipo listo habló.
– Se nota que eres el lumbreras del grupo.
– Me refiero a que es más anormal que lo que hemos hecho hasta ahora.
– ¿Eso es lo que te dice tu rarómetro?
– Está cerca.
– ¿Quién? Como me respondas con una vaguedad te juro que te arreo.
– Supongo que se refiere a mi – el que respondía no era otro que el líder de los invasores.
– ¿Ves como no era tan difícil? A todo esto ¿y tú, eres…?
Una de las armaduras que había arrojado Tipo duro aterrizó junto a ellos.
– A ver si tenemos un poco más de cuidado – el desconocido se apartó un poco mientras se quitaba e casco.
– Déjalo, ¿no ves que le hacía falta un poco de diversión? Te estabas presentando.
– Cierto. Soy Deux ex – alzando uno de sus brazos, agarró por el cuello a Tipo duro, que en aquel momento parecía indefenso.
– ¿Y has venido a ayudarnos, o a terminar con nuestros sufrimientos?
– A ayudaros, por supuesto. Aunque no me lo han puesto nada fácil.

agosto 21, 2010 · Posted in Macroverso  
    

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