DÃa: Siguiente Lunes (pero del esos malos, malos)
Hora: Las ha habido mejores.
Lugar: Mundo “realâ€
– Vale, entonces… ¿el plan, es…? – Javi trataba de aclararse hablando en voz alta, mientras esperaba que alguno de sus “aliados†sugiriese algo – Por favor, no digáis “dominar el mundoâ€
En aquel nuevo mundo, y rodeados por las hordas cuasi comatosas de los devoradores de alcohol, nuestros tres héroes estaban desorientados y perdidos. Muy perdidos.
Pero el dÃa aún iba a ponerse peor… aparte de mucho más raro. A todo aquello, su primera respuesta serÃa:
– Hombre, no me jodas.
A su lado, un conmocionado turista no podÃa dejar de repetirse:
– TenÃa que haberme ido de vacaciones a otro lado.
El señor Gutierrez habÃa huido de su puesto en la NASA para evitar que su mundo racional fuese puesto en duda al hacerse preguntas sobre algo que sabÃa que habÃa visto, pero no querÃa reconocer como real. Pero, por lo visto, el mundo se empeñaba en hacer hincapié sobre el cariz extraño que habÃa decidido adoptar.
Primero el incendio que habÃa aparecido ante sus ojos el dÃa anterior. No habrÃa sido raro… de no ser porque, el segundo anterior, el edificio estaba perfectamente, no se parecÃa en nada al que habÃa aparecido en su lugar ardiendo y no habÃa rastro de los bomberos o la lÃnea de contención (que, curiosamente, se parecÃan mucho a las de las pelÃculas americanas)
Cuando el tipo poseÃdo por un ataque de heroicidad estúpida decidió entrar en el edificio, prefirió mirar para otro lado.
Después, la nevada “instantánea†y delimitada del dÃa anterior… del que nadie parecÃa haberse dado cuenta. Lo del incendio habÃa conseguido hacer como si no lo hubiera visto, pero aquello, por mucho “Nanana†mental que se repitiese, no conseguÃa que desapareciese. Y comenzaba a dudar sobre su estado mental.
Pero lo que acababa de ver… después de aquello, ya se veÃa con el embudo en la cabeza y la camisa de mangas extra largas anudadas a su espalda.
La cosa empezarÃa con el haz de luz que vendrÃa desde el cielo. Raro, vale, pero vete tu a saber si era el foco (con una señora lámpara de unos cuantos millones de vatios) de algún espectáculo de la fiesta. Pero al mirar al cielo buscando su origen, de repente se habÃa nublado… pero sin que el dÃa se oscureciera un ápice (ni las nubes impidiesen pasar la luz del haz)
Después, la figura que parecÃa ascender por el haz… y el tipo que parecÃa volar siguiéndola. Vale, quien hubiese hecho aquel efecto especial se habÃa dejado una pasta. El “Nanana†volvÃa a su cabeza, pero el estruendo de la colisión del artefacto en la carretera le impidió seguir escuchándolo.
Al menos de aquello si que parecÃa que se enteraba la gente. Casi se alegró del pánico que siguió a aquello.
– No estoy loco – gritó – No estoy lo…
– Aparta, mendrugo.
Cuando aquel tipo le apartó, no entendÃa la razón. Al ver a uno de los hombres que le acompaña parecÃa una momia, el “Nanana†regresó. Cuando otro artefacto similar al que habÃa caÃdo en la carretera se estrelló donde él se encontraba hace un momento, superó su estado de estupefacción, y comenzó a correr mientras caÃan uno tras otro los artefactos del cielo.
Asà que nuestros héroes se encontraban ante lo que parecÃa una… ¿lluvia de extraterrestres acorazados?
De cada boquete del suelo salÃa un nuevo exo esqueleto con su arma disparando a lo loco. El pánico se hizo de inmediato y una marea humana de gente de rojo y blanco comenzó a arrasarlo todo.
Tipo duro, como impulsado por un resorte, entró en acción. Para estar gravemente quemado era increÃble la manera en la que se movÃa. En un instante incapacitó al más cercano y, de unos disparos imposiblemente certeros con el arma que le habÃa arrebatado, inutilizó las de los demás.
El nivel de rareza de aquello estaba alcanzando unas cotas desorbitadas, por no decir ridÃculas.
Tipo duro incrustó de un puñetazo la protección de la cabeza de uno de los acorazados en los hombros. Tras arrojar la armadura que habÃa inutilizado contra otros dos “invasoresâ€, saltó contra otro de ellos.
En su caÃda, el boquete sobre el que se alzaba su presa se hizo algo más profundo.
– Esto tiene ningún sentido – Tipo listo habló.
– Se nota que eres el lumbreras del grupo.
– Me refiero a que es más anormal que lo que hemos hecho hasta ahora.
– ¿Eso es lo que te dice tu rarómetro?
– Está cerca.
– ¿Quién? Como me respondas con una vaguedad te juro que te arreo.
– Supongo que se refiere a mi – el que respondÃa no era otro que el lÃder de los invasores.
– ¿Ves como no era tan difÃcil? A todo esto ¿y tú, eres…?
Una de las armaduras que habÃa arrojado Tipo duro aterrizó junto a ellos.
– A ver si tenemos un poco más de cuidado – el desconocido se apartó un poco mientras se quitaba e casco.
– Déjalo, ¿no ves que le hacÃa falta un poco de diversión? Te estabas presentando.
– Cierto. Soy Deux ex – alzando uno de sus brazos, agarró por el cuello a Tipo duro, que en aquel momento parecÃa indefenso.
– ¿Y has venido a ayudarnos, o a terminar con nuestros sufrimientos?
– A ayudaros, por supuesto. Aunque no me lo han puesto nada fácil.