Macroverso XVIII

Día: Siguiente (por fin)
Hora: De las mejores del día
Lugar: Mundo “real”

El lunes no había estado mal. La verdad es que no había estado nada mal.
Bueno, para ser sinceros el comienzo de la mañana había sido un tanto extraño. Por un lado, Sandra no había aparecido por el trabajo. Lo cual tenía su lado bueno, y su lado malo.
Por el lado malo, estaba el sentimiento de culpa ante la posibilidad de que la enfermedad que aducía como razón para no ir fuese mentira, y que la auténtica razón fuese que no quería verle a él.
Javi, el centro del universo atacaba de nuevo.
Posibilidades como que aquella enfermedad fuese cierta, que el domingo se hubiese agarrado una parecida a la del sábado, o que descansase en la cárcel por haber asesinado a su cuñado se pasearon por su mente, pero su ego y sus ansias autoflageladoras habían optado por descartar aquellas opciones (aunque a la tercera le daba alguna que otra vuelta por la cabeza, aderezada con la presencia de mutantes, derrumbamientos de muros, salvamentos in extremis, ninjas y ¿porque no? asesinos pontificios)

Por el lado bueno, estaba el sentimiento de relajación (no exento de culpabilidad) al llegar al trabajo y enterarse de que no sería un día incomodo (al menos no en ese aspecto)

Como era de esperar en un lunes de San Fermín, el curro había brillado por su ausencia. Cuatro camiones a descargar en los muelles y poco más.
Así que había aprovechado para apropiarse de unas cuantas hojas de reciclaje de las amables señoritas de la oficina, y las había pintarrajeado tratando de hacer dibujos (con escaso, por no decir nulo, éxito) para que finalmente acabasen en la basura. Para completar la mañana, y ya que estaba por la labor, también se dedicó a pulir algunas de las historias que daban vueltas por su cabeza.

El camino hacia casa se prometía igualmente tranquilo. No hacía demasiado calor, no había mucha gente a la que esquivar, y la música que iba sonando de manera aleatoria por los auriculares era la que le apetecía en aquel momento.
Entonces le vino a la cabeza. Aquello era demasiado bueno. Tenía que estar durmiendo, y se acababa de dar cuenta, así que no tardaría en empezar a suceder cosas raras (o no tardaría en despertarse. Lo única duda era que pasaría antes)
Pero no. Para su alivio temporal, no estaba durmiendo (lo cual no fue óbice para que llegasen las cosas raras)
Se paró en un semáforo, y comenzó la fiesta.
La primera cosa, raro, lo que se dice raro, tampoco era. Parada junto a él, se encontraba “ella”. La chica que había visto ayer mientras volvía para casa (y que no se podía quitar de la cabeza desde entonces).
No sabía porque había mirado para aquel lado (bueno, en realidad sí que lo sabía, pero en aquel momento le entró una duda estúpida) Con lo tranquilito que estaba mirando hacia adelante.
Bastó un segundo, menos tiempo aún que el que le dedicó en la anterior ocasión, y ya comenzó de nuevo a activarse el mecanismo que daba inicio al bailoteo de la caballería cosaca (caballos incluidos) en su cabeza.
Pero es que, aquella ¿mujer?¿chica? era tan… tan…
Irrelevante. Ya volvía con la tonadilla.
Ella no era irrelevante. Debía serlo, pero no lo era.
Vamos a ver, sólo era una chica (muy) guapa. Otra desconocida más, como había millones en el mundo, como otras tantas que ignoraba día a día. Pero aquella mujer tenía algo…
Irrelevante.
Que sí, que sólo es una (otra) tía.
Que no la mires.
Ahora no la estoy mirando.
Que no pienses en ella.
Trataba de no pensar en ella. Que las su monologo interior se callase, pero sabía que no iba a conseguirlo.
– Vamos a ver – giró su mente hacia sí mismo y se habló – Estoy en ello. Déjame tranquilo con el asunto y puede (sólo puede, tampoco prometo nada) que me concentre lo suficiente para dejar de pensar en ella.
Eso es mentira. En cuanto se callase aquella vocecilla la cosa iba a ir a peor. Empezaría a cuestionarse lo divino y lo humano.
Que si no debes mirarla porque es una perdida de tiempo y no vas a volver a verla (tampoco vas a pararte a hablar con ella ¿para qué?)
Que si no puedes pensar en una relación (¡UNA RELACIÓN!) basándote únicamente en la apariencia de una persona.
Que tienes que ser ecuánime con tu atención a los demás (¿pero quien te crees que eres?) que si no los conoces (¿y así como pretendes conocer a nadie?) o los ignoras a todos o les haces a todos el mismo caso (¿Pero tu te escuchas?)
Que si fuese un tío no le harías ni caso. Triste pero obvio (triste ¿por qué?)
¿Por qué no puedes ignorarla?
Le costó un poco, pero se dio cuenta de que ya estaba haciendo todo aquello que se decía que no quería hacer. Que le estaba dando vueltas y la cosa iba a ir para largo.
Así que ya sabía lo que tocaba.

Vamos a ello.

Un rayo golpeó el suelo justo a su lado. De no haberse apartado en el último momento ahora sería un pedazo de churrasco muy hecho.
Mirando al cielo, vio que otro se dirigía hacia ella. De un salto la apartó de su trayectoria para recibir él el impacto, pero de poco le sirvió. Un haz tractor estaba izándola ¿Quien estaba haciendo aquello, y que querían hacer? ¿Querían matarle a él, o a ella? ¿Querían matarla o raptarla?
Levantándose dolorido sus piernas le impulsaron hasta lo alto del semáforo, sólo para apoyarse, ganar inercia y llegar hasta lo alto de una farola. De ahí a la barandilla de un balcón cercano, para rebotar en él y poder llegar a lo alto de uno de los edificios donde daría el salto final que le impulsaría hasta las alturas.
Mientras volaba no sabía que le esperaba en las alturas. Al cruzar las nubes aún no lo tenía decidido ¿Dioses o extraterrestres?
Venga, extraterrestres. Se protegió la cabeza con los brazos para prepararse para el impacto y creó una brecha en el casco metálico de la nave al atravesarlo.
Una ves en el interior, dudó. Igual mejor dioses.
Golpeado por los rayos del sol, ahora más cercanos, avanzó por la cima de aquella montaña.
Aunque… igual mejor extraterrestres.
El aire viciado de los pasadizos que recorría se veía sacudido de vez en cuando por pequeñas descargas de estática. Por suerte, las abundantes sombras que lo cubrían todo le ayudaban a esconderse de las patrullas que la custodiaban.
¿Y como me aclaro para llegar a donde la tienen encerrada? No quedaría muy lógico (¿lógica?¿aquí?) que pudiese entender lo que decían o leer si lengua.
Venga, vamos a volver a lo de los dioses, y no nos complicamos demasiado.
Allí estaba ella. Suspendida en el aire delante de sus hermanos, estos trataban de arrebatarle su poder a aquella divinidad que había preferido vivir entre los hombres.
Sí, definitivamente, los dioses eran una elección mejor.
Cargó entre las filas de los titanes arrebatándoles su presa. No se atrevía a mirarla para no quedar paralizado por su resplandor (¿resplandor?, sí, casi mejor resplandor. Belleza y sus sinónimos estaban ya muy vistos)
– ¿Quien eres? – dijo ella – ¿Por qué haces esto?
– Sólo soy un hombre que trata de hacer lo correcto.
– No te sacrifiques por mi.
– Lo siento
– ¿Por qué?
– Por no no poder conocerte mejor. Por no poder hacer lo que me pides.
La arrojó tan lejos como pudo, mientras se encaraba a sus hermanos.
– ¿Quien eres? – preguntó uno de ellos – ¿Quien osa contravenir nuestros designios?
Mmm. Se planteó la respuesta molona “Vaya birria de dioses que sois si ni siquiera sabéis eso”. Pero optó por una más clásica. Más “dramática” y adecuada para los tintes que estaba tomando aquello.
– Un hombre – dijo finalmente – Sólo soy un hombre.
Y cargó contra ellos para cubrir tanto como pudiera la huida a aquella desconocida.

El semáforo se puso en rojo. Comenzó a caminar tan rápido como se lo permitieron sus piernas y cruzó la carretera como una exhalación sin mirar hacia atrás.
Durante unos momentos se planteó el retomar aquella historia, pero enseguida lo descartó. Demasiado facilona, aunque había servido a su propósito.

El líder de los extraterrestres aterrizó creando un boquete en la carretera. Varios de los coches que no pudieron frenar a tiempo se precipitarían en aquella abertura.
Del interior del cráter, aún humeante, surgió la imponente figura de la armadura potenciada de aquel ser.

– Hemos estado muy cerca – dijo – Pero esto aún no ha terminado.
Igual habría sido mejor elegir a los extraterrestres.

agosto 5, 2010 · Posted in Macroverso  
    

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