Las cifras bailas y los números se vuelven confusos en mi mente. Es lo que tiene esto de la (falta de) memoria cronológica (y de dejar la documentación en profundidad para última hora, pero es lo que hay)
El noventa y seis fue un año movido y, podrÃamos decir que, serÃa un momento (largo, pero momento al fin y al cabo) definitorio en la implantación y consolidación de la innovación tecnológica (llamémoslo Interneeeee) en mi entorno más inmediato.
Como colofón y, alejándonos un poco del tema informático, podrÃamos poner como punto final del año el lanzamiento de un pequeño grupo de irreductibles del Cyberpunk (¡¡¡Muerte al Shadowrun!!!) de I/O; el fanzine dedicado al juego grandioso juego de Talsorian en el que colaboré (y que serÃa presentado en ciertas jornadas roleras de Barcelona que pasarÃan a la historia como las de la GENte CONgelada como “Fanzine rolero de Cyberpunk en lujoso blanco y negro†por el señor Z)
Pero si aquel año habÃa sido intenso, el siguiente le iba a dar varias vueltas de campana y superarÃa con creces. La carrera tecnológica se expandÃa en todas las direcciones y dimensionas posibles. El pasado se hacÃa futuro, el presente ayer, el mañana hace unos años. Tiempo y espacio convergÃan para traer hasta nosotros los mejor de todos los cualquier realidad. Pero la pinza se me va, y quedan muchas cosas por contar. Asà que vamos por partes.
Empezaremos con la zona “mala†del año (sÃ, entre comillas)
Quizás os preguntéis que evento merece tal apelativo.
Yo… volvà a negar a mi señor ante la cruz… y eso me hizo muy feliz.
Tras “el acelerónâ€, el impulso tecnológico no cesarÃa. Cada dÃa salÃan más aparatos y todos ellos estaban (o parecÃan estar) al alcance de mi mano.
Claro, todo aquel Ãmpetu no iba dirigido en una única dirección y, mientras parte de él iba a decantarse por lo que parecÃa el asentamiento definitivo de internet en mi vida, el otro parecÃa despertar lejanos fantasmas del pasado.
Entre tanta seriedad, ttrascendencia y nuevos hábitos, uno de los viejos regresó de manera fulgurante a mi vida. Como no podÃa ser de otra manera, la piedra en la que “tropecé†(bueno, que busqué para tropezar de nuevo con ella) fue mi vertiente electrónico-lúdica.
La tentación (irónicamente) no llegarÃa en aquella ocasión a través de la pantalla del ordenador, sino por medios tan convencionales como la televisión y la visita asidua de(l) centro (del) Ma(i)l.
Al igual que en mi anterior momento de flaqueza, serÃa encandilado por los cantos de sirena de la última aberración tecnológica que habÃa tomado al asalto el mercado. Tras mucho resistir, acabarÃa comprándome un cacharro desarrollado por un fabricante de teles y cadenas de hi-fi: “La pleyâ€
SÃ, en un nuevo e imperdonable acto de inmunda e impÃa blasfemia, habÃa ayudado a otro de “los enemigos†a vencer en la batalla que se producÃa entre bambalinas. Mi imperdonable herejÃa habÃa ayudarÃa a poner un clavo más en la tumba de la yaciente Sega. Me habÃa saltado la pobre e incomprendida Saturn (como habÃa hecho ya antes con el MegaCD y el 32X). No hay excusa para tan atroz traición y por ello merezco todo el dolor que pueda infligirme Segata Sanshiro.
Pero, ¿qué queréis que os diga? El Soul Blade era mucho Soul Blade y el anuncia de la tele del Final Fantasy VII prometÃa incontables horas de aventura y emociones (una promesa que luego no cumplirÃa)
CaÃ, enamorado de la moda juvenil (triangular y poligonal) de Sony. Me compre (obviamente) la consola, los dos juegos antes citados y… poco más. Recuerdo el Psychic Force (como no podÃa ser de otra manera, con triángulos como puños, pero muy divertido) y ya está. Supongo que me comprarÃa algún juego más pero ninguno ha dejado huella en mi memoria emocional. Para mi memoria fÃsica, aún conservo el arcade stick de Namco (la consola la venderÃa, pero el mando serÃa heredado por mi hermano y terminarÃa por volver a mà hace unos pocos años)
¿HabrÃa sido la cosa distinta de haber seguido “El camino de Sega†(y las consolas Pro-2Dâ€?
Pues no lo sé, pero lo dudo.
En mis visitas a(l) centro (del) Ma(i)l jugué alguna que otra partida a un juego que recuerdo que me recordó mucho a Record of Lodoss War (que he buscado, sin éxito, desde que me compré una) pero lo poco que he podido ver de su catálogo ha sido más bien decepcionante. A ver si pongo un dÃa de estos el Panzer Dragoon o la trilogÃa de la Jungla de cristal y desmiento esa impresión.
Por lo demás, en la siguiente entrada hablaremos de la zona “media†o “caldeada†de aquel año.