Desde el alba de la creación. Desde que el tiempo es tiempo, el agua moja y el fuego quema, el hombre ha sido envidioso. Asà que, cuando un buen dÃa a un hombre se le ocurrió ponerse a jugar a tenis, o simular una batalla espacial en un osciloscopio, todos los demás dijeron: Yo también quiero eso (a ser posible en mi casa y baratito)
SÃ, amigos mÃos. Se podrÃa decir que la historia de la emulación es tan vieja como la de la informática (o la electrónica lúdica)
Cuando en los setenta comenzasen a germinar los “Clubs de amigos de la electrónica†como el Home computer club (del que saldrÃa gente tan ilustremente desconocida como John Draper, Steve Wozniak y Adam Osborne o lamentablemente célebres como Steve Jobs) todos tenÃan muy claro lo que buscaban.
De acuerdo, aceptaremos que también querÃan aprender, divertirse y conocer a otros tipos como ellos, pero el objetivo principal era lo que decÃamos ahà arriba: Quiero hacer en mi casita lo que puedo hacer con el súper ordenador de la uni.
El pequeño problema que tenÃan era que… aquello no podÃa ser.
La tecnologÃa disponible para su uso doméstico aún estaba a años (y miles de dólares) luz de la “profesional  ¿O no era asÃ?
Pues… depende.
Los súper ordenadores, aparte de monstruosamente grandes, eran obscenamente caros. Hasta ahà aceptamos barco, pero los mares del ludismo no finalizaban en aquellas remotas e inaccesibles costas.
Curiosamente, en los albores de la industria videojueguil, lo que podÃas encontrar en el interior de las cabinas de aquellas primeras recreativas no diferÃa demasiado de lo que se podÃa encontrar en una tele o equipo de alta fidelidad.
En aquellos primeros (o primerizos) tiempo, sà la gente querÃa divertirse en casa, aparte de la tele (vale, y los libros, tebeos y demás) tenÃa a su disposición… básicamente lo mismo que encontrarÃan el año siguiente en los bares: el Pong. No tenÃa ese nombre, pero la primera consola personal jamás comercializada,: la Magnavox Odyssey de Ralph Baer, serÃa la que inspirase la primera recreativa (exitosa)
¿Quienes serÃan los creadores de tal innovación?
Los señores Nolan Bushnell y Ted Dabney, fundadores de Syzygy (posteriormente rebautizada como Atari) Pero no todo serÃa un camino de rosas para estos dos señores.
Antes de copiar (y, admitámoslo, mejorar) la creación de Ralph Baer quien, a su vez, se habÃa inspirado en el Tenis para dos de William Higinbotham.
Pequeña interrupción
¿Quién era este tÃo?
No tenéis más que mirar en la Wikipedia, pero como ya sé que sois unos vagos os hago un pequeño resumen por aquÃ. Este buen señor fue un fÃsico yanky que, entre otras cosas, participó en la creación de la bomba atómica (hecho este del que más adelante se arrepentirÃa públicamente)
En el año cincuenta y ocho, se debÃa aburrir mucho… y creó el que se considera el primer juego electrónico de la historia (el arriba mencionado Tenis para dos) en un osciloscopio. Ahà es nada.
Fin de la interrupción.
Bien, como Ãbamos diciendo, antes de que Bushnell y Dabney se forrarse con su copia-de-la-copia-del-otro, habÃan sufrido un pequeño tropiezo en su intentona para “alumbrar†un mercado del ocio digital. Suya serÃa la primera recreativa “comercial†que poblarÃa universidades y algún que otro establecimiento dispensador de bebidas alcohólicas, Computer Space, un diseño que realizarÃan para la compañÃa Nutting Associates (inspirado en SpaceWar, un juego que habÃan realizado unos universitarios once años antes.
Como supongo que ya habréis adivinado por lo que comentaba hace nadano fue un gran éxito, y su carrera no “despegarÃa†con aquel trabajo (lo sé, el juego de palabras ha sido facilón, pero estaba a huevo)
No es que fuese un completo fracaso, en las cafeterÃas de las universidades sà que gozarÃa de cierta aceptación, el problema fue cuando la compañÃa trató de vender aquello en los bares. SÃ, su diseño podÃa ser estiloso y “futurista†(es más, el diseño de las cabinas con las que tan gratos momentos hemos pasado no difiere en mucho de aquel) pero aquel aparato venÃa con un frondoso manual de instrucciones que los asiduos al levantamiento de vidrio no estaban dispuestos a leer antes de ponerse a jugar.
Una vez visto esto, Bushnell lo tenÃa claro: Necesitaba un juego que incluso los borrachos pudiesen manejar. Tras ver unas pruebas de concepto de la Odyssey, supo lo que necesitaba (y como lo necesitaba, se lo quedó)
Al fin y al cabo, ellos habÃan salido relativamente indemnes del batacazo del Computer Space (la peor parte se la habÃa llevado su cliente) y nuestros héroes no se amedrentarÃa ante aquel tropiezo y se levantarÃan de nuevo dispuestos a remontar el vuelo (lo sé, lo sé, tengo que dejar estos juegos de palabras)
Tras contratar con alguna que otra mentirijilla a Al Alcorn (un ex-compañero de Bushnell de los tiempos en los que trabajo para Ampex) y, ante la imposibilidad de vender la idea de juego que tenÃa a la empresa Bally, decidieron sacar ellos por su cuenta la recreativa. Asà nacerÃa Pong y a él le seguirÃan desde el primer momento la industria del (ejem) homenaje/piraterÃa/clonado de tecnologÃa.
Porque, como ya os decÃa hace un rato, la tecnologÃa que llevaban aquellos aparatos no dejaba de estar construidos con piezas de electrónica discreta (no, no es que tratasen de pasar desapercibidas) Tanto era asà que, nada más aparecer por los bares el Pong, surgirÃan como setas mil y una copias y derivados del mismo concepto.
Después de esta introducción tan larga que me acabo de cascar, me parece que dejaré el tema de la pequeña historia de la emulación de recreativas para el siguiente post. Eso sÃ, todo esto tenÃa su razón de ser (por si no ha quedado claro, os lo resumo)
Se podrÃa decir que la emulación (o copia, homenaje o lo que prefiráis) nació ya con las recreativas… pero mentirÃamos, ya que, también podrÃamos afirmar que las recreativas nacieron a su vez de como copia de un juego de consola.
Al mismo tiempo, tampoco es descabellado decir que ambos dos nacieron de algo que no tenÃa mucho (o nada) que ver con el ansia de amasar dinero, sino que serÃa el fruto de las ganas de experimentar de un grupo de señores con bata (y, posiblemente, gafas y pipa). Y asà hasta el infinito.
Asà que, ¿qué fue antes?
Pues lo primero, hombre. Lo primero.