Siguiendo con la tradición que he establecido al hablar de estos “Mundos improbablesâ€, vamos a hablar de otro de esos mundos que tanto me gustan, y que tantas vueltas ha dado a lo largo de su larga y complicada vida editorial.
A parte de eso, por supuesto, también hablaremos de Terry Kevin Amthor.
¿Que quién es este tÃo?
Pues el papaito del mundo (que no juego) que da tÃtulo a esta entrada.
Claro, en sus inicios, el mundo no se llamaba asà (bueno, en realidad, el mundo de juego no tiene ese nombre, sino Kulthea) si no que respondÃa al nombre de “Mundo del Loremasterâ€
Era el año mil novecientos ochenta y la compañÃa ICE (Iron Crown Entrerprises, para los despistados) acababa de nacer. En aquel momento tenÃaun único producto en el mercado: Arms Law (un sistema de combate “alternativo para la primera edición del AD&D)
Como primera aventura para aquel reglamento, sacarÃan un pequeño libreto en el que se describÃan la geografÃa, clima, unas cuantas ciudades (y algún que otro dungeon) de una isla situada en un mundo genérico de fantasÃa.
Este libreto estarÃa escrito por el amigo Terry y Pete Fenlon, presidente de la recién creada compañÃa (y abogado a tiempo completo para poder permitirse el lujo de publicar juegos de rol junto a unos amigotes universitarios)
La historia de ICE, si es caso (y se me cruza el cable) ya os la contaré otro dÃa con mayor detenimiento (que también tiene tela) pero aquà hemos venido a hablar de Shadow World.
El señor Amthor irÃa realizando diversos suplementos para las distintas lÃneas de juego que producÃa la compañÃa (entre ellos el censurado “La Corte de Ardor†en el ochenta y dos, ambientado en la Tierra Media. Sólo lo menciono aquà porque este suplemento serÃa censurado por los gestores de los derechos de Tolkien. Mira que sugerir la idea de que hubiese elfos malos en aquel mundo… Que desfachatez) hasta que en el ochenta y nueve sacase una cajita en la que se leÃa “Shadow World Master Atlas†con esta portada del señor Tony Roberts (que no habÃa sido hecha en exclusiva la caja, sino que serÃa una imagen contratada por agencia, pero bueno, al menos es bonita. Esto mismo sucederÃa con la práctica totalidad de las portadas de los distintos suplementos, lo que daba una imagen del juego un tanto deslavazada)
La caja contenÃa dos libretos, más un pequeño añadido en el que se incluÃa lo necesario para realizar la conversión de los personajes de Rolemaster a otros sistemas como el AD&D o el RuneQuest y unos preciosos mapas de uno de los hemisferios del mundo.
A esta caja seguirÃan una serie de suplementos en grapa (de treinta y dos o sesenta y cuatro páginas) con aventuras sueltas ambientadas en aquel mundo. Ese mismo año sólo saldrÃan once. Ahà es nada:
Quellbourne, Land of the Silver Mist
Journey to the Magic Isle
Demons of the Burning Night
Tales of the Loremasters, Book I (os suena de algo esto del “Loremasterâ€)
Star Crown Empire and the Seas of Fates
The Orgilion Horror
Kingdom of the Desert Jewel
Tales of the Loremasters, Book II
Cyclops Vale and Other Tales
Jaiman, Land of Twilight
Islands of the Oracle
De todos estos, si queréis que os sea sincero, sólo considerarÃa imprescindibles los ambientados en la isla de Jaiman y en Emer (y si me apuras, tampoco todos. Quedaos sin más con Jaiman, Land of Twilight) Si queréis que os mienta; comprároslos todos. Cambiarán vuestra vida de maneras que no podéis ni sospechar.
Me explico. La historia de Kulthea está muy vinculada a estas dos islas, y en la lÃnea temporal que se nos marca en el Atlas, se podrÃa decir que todos los eventos importantes están relacionados con estos dos emplazamientos.
Tampoco me entendáis mal. El resto de suplementos no es que sean malos, sino que pecan de ser un tanto genéricos (tanto estos que os menciono ahà arriba, como gran parte de los que vendrán a continuación) Asà tenemos islas y que no dejan de ser un remedo de “Las mil y una noches†con otros que son remedos de Egipto o fantasÃas pulp con restos de imperios estelares. No están mal, pero rompen bastante la imagen de conjunto que se nos daba en la caja básica (igual porque Amthor no estaba directamente relacionado con ellos)
Al año siguiente saldrÃa otra caja. Esta no tenÃa nada que ver con Shadow World (en un principio) aunque estaba ambientado en uno de sus continentes isla: Folenn. Esta jugarreta no deja de ser un poco timo, porque lo que nos vendÃan era un reglamento de miniaturas llamado Bladestorm (si a los de Games Workshop les funcionaba, ¿porqué no les iba a servir a ellos?)
SÃ, en el reglamento nos hablaban un poco (muy poco) de la ambientación y sacaban un montón de personajes del lugar pero, como de costumbre con los suplementos no escritos por Amthor, poco o nada tenÃa que ver con la trama global.
La cosa no cuajó y al año siguiente sacarÃan un único suplemento llamado (originales ellos) “Bladestorm Bestiary†antes de reconvertirlo en un reglamento de figuras genérico llamado War Law un par de años más tarde.
Pero bueno, siguiendo en el año noventa, la ristra de novedades no era como la del año anterior sino que ya se moderaron un poco, asà nos llegarÃan:
Sky Giants of the Brass Stairs
Nomads of the Nine Nations
Norek, Intrigue in a City-State of Jaiman
Emer & Master Atlas Addendum
Más o menos lo mismo que os he dicho antes, sólo que de aquà podrÃamos salvar dos suplementos: Emer (otra caja, donde se expandÃa la lÃnea temporal del mundo) y Norek.
En el noventa y uno saldrÃa el anteriormente mencionado Bladestorm Bestiary y Terry Amthor publicarÃa una aventura en el número veinticinco de la revista White Wolf (A dagger of jade) Con lo que tendrÃamos que esperar hasta el año siguiente para saber algo más de Kulthea.
La “novedad†llegarÃa con la segunda edición del Master Atlas (que aun que no fuese novedad del todo, si que era un libro, que no caja, muy recomendable ya que juntaba y expandÃa un poco más las lÃneas temporales del primer atlas y de Emer) y Eidolon, Sea-port and Sky-City, también una compra aconsejable.
El año siguiente saldrÃa Gethaena, Underearth Emer (que no estaba mal… pero andaba ahÃ, ahà entre los interesante y lo saca cuartos) y podrÃamos decir que se acabó, al manos en lo que se refiere al tema rolero.
Ese mismo año (noventa y tres) saldrÃa la primera de una serie de novelas; Stormriders, que serÃa seguida el año siguiente por el comienzo de una saga de novelas: Shadow World (Book 1): The Burning Goddess.
Para saber algo en ámbito rolero tendrÃamos que irnos al número tres del segundo volumen de la revista Grey Worlds, en la que darÃa comienzo una campaña en cuatro partes “The grand campaign Part One: A gathering Darknessâ€. Lamentablemente, la revista no prosperarÃa, y la campaña quedarÃa colgada.
El año siguiente nos darÃan un poco de carnaza con una campaña hormonada (de esas que mueres en cuanto alguno de los señores que pasan por ahà te mire) Curse of Kabis (que saldrÃa para la nueva versión de Rolemaster RMSS) y se acabó lo bueno (al menos por parte de ICE)
La sequÃa sólo era paliada por las novelas Shadow World (Book 2): Clock Strikes Sword y Shadow World (Book 3): City of Assassins, en el noventa y cinco y Shadow World (Book 4): Stormriders en el noventa y seis.
No, no he leÃdo ninguna, asà que no puedo opinar.
Con su niño bajo el brazo (y tras la escarceos constantes que tenÃa la casa madre con la quiebra) Amthor se lanzarÃa a la autoedición y autopublicación. Bajo el sello de Eidolon studio sacarÃa tres suplementos:
Emer I: Haestra en el noventa y siete, Haalkitaine en el noventa y ocho y Emer Book II: The Northeast en el noventa y nueve.
Estos libros los venderÃa sólo por internet, tanto en PDF como en papel (aunque los “libros†consistÃan en una impresión del PDF encuadernado con anillas, junto a una impresión a color y a gran tamaño del mapa que los acompañaba) De todas formas, estos libros también son muy recomendables.
Para quitarse una espinita, también terminarÃa “The grand campaign†y la pondrÃa a disposición de quien quisiese descargársela.
Y asà llegarÃamos hasta dos mil uno, que ICE (bueno, la marca ICE, porque la compañÃa habÃa sido comprada por una gente que respondÃa al pintoresco nombre de “Aurigas Aldebaron LLC“ y que pertenecÃa a un fan de la compañÃa que luego harÃa unos cuantos movimientos empresariales raros. Al final, quienes publican los libros son una serie de ex-empleados de ICE, bajo el también pintoresco nombre de “Mjorlnir LLCâ€) sacarÃa una tercera edición del Master Atlas (o, más bien una reimpresión de la segunda edición) y comenzarÃa a vender en PDF algunos de los suplementos clásicos como Jaiman, Land of Twilight, Eidolon: City In the Sky o los libros que habÃa publicado Amthor por su cuenta.
En dos mil tres sacarÃa, tanto en papel, como en PDF la cuarta edición del Master Atlas (que serÃa publicado aquà en castellano por La FactorÃa)
Buscando por ahà (bueno, en la página de Terry Amhor) he visto que en dos mil cinco publicó un mapa del hemisferio que no se mostraba en el mapa original, pero tampoco se explaya mucho más.
Y asà estamos, más o menos hasta ahora, aunque parece que la cosa está resurgiendo (aunque con calma)
Hace un par de años, una empresa británica llamada “Guild Companion Publications Limited†llegó a un acuerdo con ICE (Eidolon Studio, El martillo de Thor y los tipos con el nombre mezcla de la estrella de la constelación de Tauro y unos tipos que conducÃan carros) para sacar nuevos libros.
Digo que la cosa va despacio porque en dos mil ocho sacaron un nuevo suplemento para Shadow World “Shadow World: The Land of Xa-ar†y este año han sacado uno nuevo (relativamente, a ver si me hago con él y os digo si trae algo nuevo) Shadow World Player Guide – The World ambos en PDF.
Y bueno. Eso es todo por hoy.
Actualización:
Gracias a los comentarios que ha dejado el señor FAC, tenemos a nuestra disposición las traducciones que hizo de «The grand campaign» y otros materiales de Shadow World desde aquÃ.
DÃa: El último.
Hora: En la que todo esta cerrado.
Lugar: Mundo “realâ€
Nada. No podÃa dejar de pensar en aquella mujer.
La pequeña distracción que habÃan supuesto las imágenes que habÃa visto en la tele apenas habÃan logrado mantener su atención durante un par de horas, antes de que su cabeza volviese de manera continua y exclusiva al monotema del dÃa.
Lo habÃa probado todo: Leer, navegar por internet, ver alguna pelÃcula, incluso… ¡LIMPIAR! Pero nada resultaba.
No lo entendÃa. Aquello no tenÃa ningún sentido. Su realidad se tambaleaba de maneras nunca antes experimentadas. SentÃa acercarse el gélido abrazo de la desesperación. El ponzoñoso hedor del desquiciamiento (vale, no tenÃa olfato pero sabÃa que estar desquiciado apestaba) El mundo, de repente, se habÃa vuelto un lugar triste y solitario.
– Espera, espera, espera – trató de tranquilizarse mentalmente – ¿Tú estás tonto?
– Venga, piensa. Racionaliza. Empieza con el clásico…
– Irrelevante.
– Vale, es un comienzo.
– ¿Te has planteado si te estás volviendo loco con esto por haber hecho el imbécil con Sandra?
– Eh, para. No vayas por ahÃ.
– ¿Por qué?
– Porque eso no me va a ayudar.
– Claaaaro. No tiene nada que ver con lo que te dijo tu madre.
– ¿No me has oÃdo? Que no sigas por ahÃ.
– Vas a acabar solo, y te cargaste la oportunidad de evitarlo.
– Y dale. ¡Que lo dejes ya!
– Sabes que esto no funciona asÃ.
– ¿De verdad crees que hice el idiota con Sandra?
– No importa lo que crea yo.
– Eso, quÃtate el muerto de encima. Para no gustarnos el fútbol, somos unos maestros en tirar balones fuera.
– Pues no me la devuelvas y responde.
– No. No hice el imbécil. Hice lo correcto.
– Entonces, piensa ¿Cual es la causa de todo esto?
– Esa mujer…
– A la que has visto durante dos segundos.
– SÃ, lo sé. Venga, vamos a ello otra vez.
– Irrelevante.
–
No habÃa réplica mental. Bien.
Se tumbó en el sofá y se quedó mirando el techo. Concentrándose en él se dedicó a buscar formas entre las irregularidades del gotelé. No era una actividad apasionante, pero lograba mantener su cabezas ocupada.
Pero no. Algo fallaba en todo aquello. HabÃa sido demasiado fácil. Los pensamientos estaban volviendo a primer plano cuando…
Sonó el timbre.
– Salvado por la campana.
No era el timbre de abajo, sino del de su puerta. Por norma general no solÃa abrir. Seguro que era algún vendedor, pero no importaba. Se levantó como impulsado por un resorte y se dirigió hacia la puerta.
Aunque claro. Si abrÃa la puerta asÃ, sin más, estarÃa actuando movido por la desesperación y aquello estaba mal (bueno, igual mal, lo que se dice mal, tampoco, pero serÃa ceder a un impulso… ¿indigno?¿impÃo? Se le estaba yendo la cabeza otra vez) Si abrir, o no, la puerta se estaba convirtiendo en un tema trascendental, definitivamente, estaba fatal de lo suyo.
Pero la pregunta estaba ahà y no era capaz de evitarla. Se detuvo y recapacitó. La acción ya se habÃa iniciado y no podÃa “deshacerlaâ€. Aún estaba a tiempo de retractarse, pero aquello no cambiaba el hecho que originaba la disquisición.
A todo esto ¿cuanto tiempo llevaba de pie en el recibidor con aquella disquisición estúpida? Igual quien hubiese llamado ya se habÃa ido.
Por debajo de la puerta no salÃa luz, asà que el pasillo debÃa estar a oscuras y echar un vistazo por la mirilla no le habrÃa servido para nada. Miró el reloj, eran las once y cuarto de la noche. O era un vendedor metiendo horas extras o un chorizo educado. De ser algún conocido le habrÃa llamado antes al móvil.
Como el echarse atrás no iba a cambiar el impulso inicial, optó por abrir la puerta (aunque no pudo evitar cruzar los dedos mentalmente. Igual quien fuese ya se habÃa largado)
– Hola – no habÃa tenido suerte, seguÃa ahà – soy la vecina del D – bueno, el tema de la buena o mala suerte estaba aún por decidirse – perdona que te moleste – era aquella mujer, la que habÃa estado venga a dar vueltas por su cabeza – ¿No tendrás un poco de azúcar? – vaya, habÃa comprado azúcar antes de venir a casa ¡Que suerte! Espera. ¿HabÃa dicho “Dâ€? HabrÃa jurado que aquel edificio solo tenÃa tres puertas por planta.
– SÃ, espera un poco – calma, calma, sólo te está pidiendo azúcar – ahora te traigo un vaso – y después, ¿qué? Piensa, piensa, rápido, un tema de conversación.
– Quieeeeto ¿Qué te pasa? Venga, para y razona un poco – las voces tomaron al asalto su cabeza. Además, y para variar, estaban todas de acuerdo. Lo peor era que, teniéndolo todo asà de claro, no era capaz de dejar de (No. Lo cierto era que no querÃa dejar de) alimentar las esperanzas absurdas que se agolpaban, solapaban y arremolinaban, anulando todo aquello que tanto le habÃa costado construir como su personalidad, sus valores y su verdad.
– Dale el azúcar. Punto. Nada de conversación intrascendente. Nada de intentar hacerte el gracioso. Eso eres tú. Eres gracioso con quien tienes confianza. Eres ocurrente cuando juegas sobre seguro. Eres simpático como respuesta. Cuando lo han sido contigo. Si das el primer paso puedes cagarla. Si te limitas a reaccionar tras analizar la situación es más difÃcil que te equivoques.
– Eso. Que de ella el primer paso.
– ¿Qué paso?¿De qué estás hablando? Una tÃa a la que no conoces de nada te está pidiendo azúcar. No hay conspiración. No hay mensaje oculto. Vive en la puerta de al lado. Azar. Punto.
– Dilo.
– Irrelevante.
– Bien.
– Pero…
– Ni pero no hostias. Vaso. Azúcar. De nada. Hasta otra.
– Pero…
– Que no. Que no hay peros.
– ¿Y si quiero dar yo el paso?
– ¿Qué paso? ¿Quién es ella? ¿Qué sabes de ella? Es guapa. SÃ. Mucho. Mesmerizantemente guapa. Te lo concedo. Vale, hay algo más. Es posible que se trate de ese “algo†que nos venden las pelÃculas. Quieres creer que es ese algo, pero sabes que no lo es. Eso no existe. Te sientes solo y quieres dejar de sentirte asÃ. Eso tiene un nombre: Desesperación. Nosotros no nos movemos por desesperación, lo hacemos guiados por la lógica. ¿Estamos?
– SÃ. Vale. De acuerdo.
– Sé que el “pero†está ahÃ. No lo verbalices, no lo des poder.
– Eso, autoengáñate.
– No se trata de auto-engaño, se trata de no dar el control a la desesperación. Actúa cuando no te sientas asÃ. Cuando seas capaz de mantenernos en silencio.
– Y todo esto por un vaso de azúcar.
– SÃ. Ya ves.
– ¿Y cuando podré plantearme todo esto?
– Cuando no tengas que hacerte la pregunta. Y sabes que eso no pasará hasta que la conozcas.
– ¿Y cuando llegará el momento? ¿Por qué no puedo empezar a conocerla hoy?
– Estamos volviendo al bucle.
– SÃ.
– Y ella está esperando.
– ¿Llevamos mucho con esto?
– Un buen rato.
– Bueno, vamos a acabar con esto.
– Perdona – la voz de la desconocida sonó tÃmidamente desde el marco de la puerta de la cocina – ¿Puedo pasar?
– Obviamente ya lo has hecho.
– Lo siento. Ya salgo.
– No, tranquila, no te estaba echando. Es sólo una manÃa que tengo de recalcar lo obvio.
– ¿PodrÃamos hablar un rato?
– Estoooo – hala, venga, vamos a darle a la batidora cerebral – Esto, claro. Pasa – ¿Puedo empezar a alimentar esperanzas ya?
– Tú mismo.
Como colofón a las entradas que he dedicado a Jorune, voy a hacer un pequeño cambio de enfoque y dedicar esta última entrada a uno de sus autores, en lugar de hacerlo al juego en sà (y no tiene nada que ver que el germen de este artÃculo se haya estado en mi disco duro durante los últimos cuatro años)
Asà que vamos a ello. Con todos vosotros, el único e inigualable Miles Teves.
Supongo que el nombre de este tipo no os sonara de nada (más allá de que lo mencionase hace unas cuantas entradas)
Si os soy sincero, tampoco es que me extrañe. Su nombre no es uno de esos que llenan créditos de las obras en las que ha participado. Y creedme, ha participado en muchos proyectos importantes. Vale, quizás no se note su presencia todo lo que deberÃa en todas y cada una de sus aportaciones.
Es posible que, al final, los distintos proyectos en los que ha colaborado hayan terminado derivando hacia algo distinto a la visión y el enfoque que originariamente pretendÃa darles el amigo Miles. Que su impronta se diluyese entre el arte de otros artistas mediocres y los que ponÃan la paste optase por enfoques más “convencionalesâ€
Por si no lo habéis adivinado ya (que con lo claro que me me explico, supongo que tampoco será de extrañar) nuestro colega Miles trabaja, desde hace bastante, en el glamuroso mundo del cine. Es más, estoy convencido de que habréis visto mas de una, y mas de dos de las pelÃculas en las que ha trabajado.
¿Que no os lo creéis?
¿Que os jugáis? ¿Una cena?
Pues mirad aquà y arrepentÃos de vuestra rancia ignorancia.
¿Habéis terminado ya de fliparlo? ¿Convencidos y arrepentidos? Pues ahora os toca pagar, por desconfiados e incultos.
Si vais a su página podréis ver los diseños que ha hecho para esas pelÃculas y comprobar que los resultados finales han diferido bastante de esas ilustraciones. Primero dentro del estudio de efectos especiales de Stan Winston, y luego por su propia cuenta.
Salvo, quizás, en “Las crónicas de Ridick†la verdad es que es bastante complicado el encontrar sus señas de identidad. Lástima que la pelÃcula (sobretodo su guión) fuese un tanto pobre (siendo generosos) y se pegase un batacazo en taquilla (en una de esos extraños casos en los que el público no se deja engañar por los efectos especiales y le da a una pelÃcula el trato que merece)
No me entendáis mal. La pelÃcula no era atroz, y tenÃa algunas cosas salvables, pero al todo el equipo se les fue la olla tratando de hacer otra oda a la molonidad (gracias a SantiEgo por el palabro) y el resultado era difÃcilmente salvable.
De todas formas, parece que la franquicia no ha muerto (igual por el moderado éxito de los videojuegos basados en ella) y se rumorea que va a ver la luz una tercera pelÃcula de Ridick (cuarta si contamos con Dark Fury) aunque decantándose más hacia los ambientes de Pitch Black.
Peor bueno, como de costumbre me estoy desviando un poco del tema central de esta entrada (vamos, que no se si Miles estará involucrado en ella) A lo que pretendÃa llegar con todo esto era a que me gustarÃa que alguno de sus trabajos alcanzase un éxito moderado para poder ver más cosas suyas sin que pasen (demasiado) por el tamiz de los productores.
Pero bueno, como se suele decir, soñar es gratis, y por pedir imposibles que no quede. Dentro de las esperanzas (no todas las esperanzas van a ser trascendentales y grandilocuentes) que anidan en mi interior y, dado que no lo vamos a recuperar para el mundo del rol, me encentarÃa que, algún dÃa, alguien lo descubra su obra y saque un recopilatorio de sus ilustraciones (o, ya que estamos pidiendo imposibles, una serie de recopilatorios)
Mientras tanto, siempre nos quedará su trabajo en Jorune, un juego que nunca me cansaré de recomendar y una ambientación que tendrÃa que estar siempre en las estanterÃas de las tiendas de rol.
Hace un par de semanas se celebro la Navarparty. Amparada bajo su protector abrazo y coincidiendo (bueno, más que coincidiendo, pegado cual vil sanguijuela) con la octava edición de tan magno evento, ahà estaba yo. Cargado con mis cacharros viejunos me afiancé en el espacio que me habÃan cedido y monté por segundo año consecutivo la sección retro. Ergo, la RetroNavar habÃa vuelto.
Y hubo gran regocijo.
Bueno, al menos lo pasamos bien.
De todas formas, no os voy a dar mucho la vara con lo que hice o dejé de hacer allÃ. Como ya comentaba el año pasado, las máquinas no me sorprendieron… porque todas eran mÃas. Asà que a ese respecto no voy a decir gran cosa.
De lo que sà que querÃa hablar por aquà es de los señores (y señoras) que montan la Party. De ellos y de lo bien puestos que los tienen.
Porque este año de crisis, pese a que tenÃan menos tiempo, menos medios y menos de todo (¿Para que vas a promocionar o dar subvenciones a algo que que atrae a gente de fuera de tu provincia?) dijeron; Aquà estamos nosotros, sus vais a cagar, y se lanzaron en plan kamikaze a hacerlo porque ellos lo valÃan.
Asà que, ante algo asà solo puedo decir: Ole por vosotros.
Pero bueno, vamos con lo nuestro y, para ello, comenzaremos con lo primero: El trabajo previo a la party.
Durante las semanas anteriores a la Navar me dedique a recopilar información (principalmente técnica) sobre mis aparatos, para currarme unas fichas con sus caracterÃsticas que poner junto a ellas.
El año pasado la cosa me quedó un poco desangelada (mucho aparato, pero nada de información sobre ellos, más allá de la que yo pudiese dar en el momento) Asà que, gracias a una sugerencia de Arcan, me puse manos a la obra.
La verdad es que me sorprendió lo complicado que me fue conseguir la información de algunas de las máquinas más “comunes†y descubrir lo que tenÃan en su interior algunas de ellas (ya fuese por que esperase algo más “potente†o porque no me sonasen de nada aquellos procesadores)
Por si os entra la curiosidad, aquà tenéis el PDF resultante de mi investigación. Faltan dos o tres máquinas por listar, pero ya la iré alimentando según vayan llegando nuevas adquisiciones.
Mientras preparaba la documentación pensé en la posibilidad de dar alguna charla sobre la historia de la informática “personalâ€, pero al final opté por dejarlo pasar para otra ocasión. Entre que no soy alguien especialmente versado en dar conferencias y mi escasa capacidad como comunicador verbal (ante grupos de gente) opté por no martirizar al pobre desgraciado que tuviera la desgracia de pasarse por ahÃ.
De todas formas, muy posiblemente ese proyecto acabe apareciendo por aquà para martirizaros a vosotros (durante unas cuantas laaaargas y tediosas entradas) cuando termine alguna de las series de entradas que tengo en curso ahora mismo.
A falta de la recreativa, me llevé por allà un ordenador con el MAME y cuatro mandos, que fue lo que más atención atrajo entre los que pasaban por ahÃ.
Aparte de eso, también di a los curiosos la posibilidad de jugar con otros clásicos. En una tele tenÃa conectados un Commodore 128D (donde fui rotando varios de mis juegos favoritos: Traz, Tetris, Cybernoid 1 y 2, Netherworld, Marauder, Nebulus o Phantomas 2) una Nintendo NES (con el Super Mario Bros) y un Spectravideo MSX (con el Knightmare, La corona encantada y Phantomas Infinity). También irÃan rotando por allà una Nintendo 64 (con el Super Mario 64, Perfect Dark y Goldeneye) o la PC Engine (con un par de juegos japoneses injugables aunque muy llamativos)
En la otra tele de la que disponÃamos (ambas gracias a los chicos del Euskal Encounter) tenÃa conectados una Sega Master System (con los dos primeros Sonic y el Alex Kid) una Mega Drive (no podÃan faltar los clásicos Golden Axe y Altered Beast) y un Spectrum +2
Aquellos que lo desearon también pudieron probar varias consolas de mano: Dingoo A320, Game Park GP32, Atari Lynx, Ninyendo Game Boy y Sega Game gear, y cacharrear con tres de Macs (SE, Performa y Powerbook)
A ver si el año que viene puedo poner a funcionar alguna cosilla más.
Y llegamos al año del Apocalipsis. Cuando el gran mal largo tiempo aprisionado serÃa desencadenado sobre la humanidad. Año de rimas, año de cambios.
Llegó el noventa y cinco y con él, la siguiente evolución del sistema de las ventanitas. Plug & Play, decÃan. Pincha y juega. Conecta y trabaja. Señora, se terminó el poner interruptores a mano en las tarjetas de ampliación. Bill nos iluminaba con su nueva obra (y la de sus ingenieros)
Su evangelio decÃa: El configurar se va a acabar.
Y claro, todos corrieron a su tienda más cercana para hacerse con los bits sagrados.
¿Todos?
No.
Yo seguÃa apegado a lo que ya conocÃa. Irreductible y estoico ante los cantos de sirena procedentes de los ImpÃos salones de Redmon (que ya estaban cómodamente asentados en mi sistema… pero eso es otro asunto. No me cambiéis de tema ahora)
Vamos, que experiencia pecera aún era escasa, pero no me fiaba de aquellos señores que me querÃan colar su última “idea genialâ€
¿Qué era eso de poner a los archivos nombres más largos de ocho caracteres más los tres de la extensión?
Yo querÃa seguir arrancando en DOS y sólo poner las ventanitas cuando me viniese en gana.
Que no. Que no iba a dejar que el sistema “adivinase†en que posición habÃa puesto yo los selectores de la tarjeta de sonido (que, además, lo hacÃa con el culo, como asà quedarÃa demostrado en la instalación del equipo de mi hermano)
Además, el emulador de OS2/WARP no funcionaba. Vamos, que no me ponÃa aquel engendro “multimedia†(en aquellos dÃas comencé a odias esa puñetera palabra) ni de coña.
Pero, como os comentaba ahà arriba, pronto me verÃa rodeado.
Mis dos hermanos se instalarÃan aquella aberración tecnológica en sus equipos del curro. Para más INRI, gracias al señor G lograrÃamos conectar los tres en red (previo agujereado de suelos y tabiques) Pero mi pequeñin se portaba muy bien y nunca se rindió. PodÃa ser una generación de hardware y de software anterior a los otros dos, pero no tenÃa nada que envidiarles.
La presencia del retro era muy poderosa en él.
Mientras tanto, y ya en casa, también habÃa cambios. La placa de Pentium noventa era heredado por un amigo y yo me hacÃa con uno a ciento veinte. No era un gran cambio, pero lo mejor vendrÃa después: Me harÃa también con un sintonizador-de-televisión para-el-ordendor-pero-no.
El aparato en cuestión se colocaba dentro de la torre, utilizaba su fuente de alimentación, pero ahà acababa toda su interactuación. No podÃas grabar los programas de la tele ni nada parecido (ni me lo planteé ¡como si tal cosa fuese posible!) pero debÃas tener el ordenador encendido si querÃa ver cualquier programa.
Entre la potencia que tenÃan aquellas máquinas de la época, que no existÃan el DVD o los divx (aún tardarÃamos un tiempo en comenzar a escuchar de algo llamado MP3) y la capacidad de los discos duros, la posibilidad de poder, no grabar, sino simplemente “visualizar†vÃdeo en un ordenador se me hacÃa algo de pelÃcula (sÃ, igual que lo de poder conectar los ordenadores entre ellos, pero aquello, a base de usarlo, más o menos ya lo iba asumiendo)
De todas formas, la experiencia con aquel trasto empezó con susto.
Después de convencer a mis padres para hacer un agujero entre nuestras habitaciones (la mÃa no tenÃa toma de antena para la tele) Después de hacer el susodicho agujero y pasar el cable. Después de montar el aparato y lograr averiguar como se suponÃa que tenÃa que funcionar.
Después de todo aquello, la tele no se veÃa.
Venga, alegrÃa.
¿TendrÃa algo que ver con el sistema operativo? ¿Me verÃa obligado a claudicar ante la tiranÃa de los designios mediáticos del tito Gates?
No, y no (por el momento)
El problema era que el sintonizador se habÃa quedado un poco obsoleto, y el refresco de los monitores SVGA no soportaba la señal que le mandaba (claro, esto lo deduje después de semanas de prueba y error)
¿Solución?
Tras probar con varios monitores (véase, dar algún que otro cambiazo con los ordenadores del trabajo) di con uno que sà que era capaz soportar aquella frecuencia. Casualidades de la vida, el monitor del primer ordenador que me habÃa comprado.
Aquello debÃa ser una señal. El poder del retro siempre habÃa estado muy presente en mi “familiaâ€
DÃa: Del fin del mundo.
Hora: La de la siesta.
Lugar: Mundo “realâ€
– Vale, nos vas a ayudar… – Javi miró su muñeca para ver la hora. La aparición de Deux Ex habÃa sido muy dramática pero, cuando se trataba de él, habÃa aprendido a mantener un tono escéptico ante lo que pudiera decirle – ¿Y cuanto vas a tardar en desaparecer otra vez? – No tenÃa reloj, pero aquello era más un acto simbólico que otra cosa.
– Dame un voto de confianza. Mis idas y venidas tampoco son cosa mÃa.
– Pues vaya Deux Ex de los cojones.
– SÃ, sÃ. Ja, ja. Yo también te quiero.
– Venga, empieza a largar, que seguro que estás desperdiciando un tiempo precioso con estas tonterÃas.
– Se donde está Ella.
– Que sÃ, que sÃ, que eso ya lo esperábamos. Al grano.
– Está cerca de “El autorâ€
–
– ¿Ningún comentario gracioso? Vaya, parece que he conseguido dejar sin palabras al gran bocazas.
– No me jodas.
– No tendrÃa tan mal gusto.
– Entonces, con lo que nos ha costado llegar hasta este puñetero lugar ¿No está aquÃ? – iracundo, se giró hacia Tipo Listo – ¿Y como es que no sabÃas tú esto? Pringao, que eres un pringao.
– ¿Quieres dejarle continuar?
– Gracias. No tenéis que iros a ningún otro lado.
– Menos mal. Pero bueno, este sigue siendo un pringao.
– ¿No eras tú el que decÃa que me diera prisa?
– Vale, sÃ. Continúa.
– Perdona – esta vez era Tipo Listo el interumpidor – ¿PodrÃas soltar a Tipo Duro? No veo a través de las vendas, pero yo dirÃa que ya estará empezando a ponerse azul.
– Cierto, cierto. Con la verborrea del cansino este lo habÃa olvidado – Tipo Duro habÃa permanecido inmóvil e impasible durante todo ese tiempo. Para ser alguien que estaba sujeto por el cuello y suspendido a un palmo del suelo, la verdad es que lo estaba llevando bastante bien.
Tras tocar de nuevo el suelo su posición no cambió ni un ápice.
– Bueno, esto ya está durando mucho para lo que suele ser normal en mi, asà que mejor si voy yendo al grano. Ella está aquÃ.
– Que sÃ, que ya lo has dicho. Menos mal que ibas a dejar de irte por las ramas.
– A callar. Ella está aquÃ, igual que “El autorâ€
– Y dale.
– “El Autor†ese tipo cuya mayor diversión en la vida ha sido dedicarse a putears. Que os ha matado una y otra vez. Que ha matado a vuestras novias, a vuestras mujeres, a vuestro perro y vuestros pececitos de colores.
¿Y sabéis quien se ha encargado de todas esas jodiendas?
Yo.
Una y otra vez. Porque sin mi ese capullo no es nada. Sin mis sus historias no avanzan. Sus personajes no tienen razones para actuar y sus tramas serÃan una puñetera mierda.
¿Y sabéis lo que me da a cambio a mi?
Nada.
Me odia. Siempre trata de mantenerme oculto, que no se note que estoy ahÃ. Soy el jodido ninja de las sub-tramas. El puto hombre invisible de los argumentos. El maldito maestro de marionetas de los secundarios.
– Y bastante malhablado, todo sea dicho.
– ¡Que cierres la boca! Estoy hasta el gorro de esto, y esta es mi ocasión de desquitarme, y estoy seguro de que vosotros también. Es hora de clamar venganza y cargarnos a ese desgraciado. Vamos a acabar con el malo de una vez por todas. Ya nos ocuparemos luego de conseguir a la chica.
Llegamos a finales del noventa y cuatro. Para ser más exactos, trece de noviembre de ese año. DebÃan de ser algo asà como las tres y pico de la tarde y yo estaba en el autobús de vuelta a Pamplona.
¿De donde volvÃa?
De Barcelona. De las primeras GenCon que se celebraron allà (y las primeras jornadas roleras a las que iba en mi vida) Pero bueno, de eso igual os hablo mejor otro dÃa, porque también fueron moviditas y tampoco me quiero meter en más berenjenales temáticos.
En el bus, junto a lo que habÃa comprado en las jornadas, la Pantiplora que habÃa rellenado de horchata (y la mochila con la ropa y esas cosas) se encontraba el material que habÃa recogido de Gigamesh.
Gigamesh… que recuerdos. La de cosas que les habÃa pedido por correo y dejaron de vender de esa manera. Mira que hasta habÃa aprendido a hacer giros postales por ellos. Pero bueno, me vuelvo a desviar.
La cosa es que, entre ese material que se encontraba en mi mochila, se hallaba el número doscientos nueve de la revista Dragon (la americana, esa que no lleva acento) que correspondÃa al mes de Septiembre de ese mismo año (una cosa es que ya no vendiesen por correo, y otra que no me reservasen los números para cuando me pasaba por allÃ)
Comencé a leer aquella revista durante aquel trayecto, y en su interior encontré una comparativa de varios programas de cartografÃa por ordenador.
A todo esto… y por si no lo habÃa comentado antes por aquÃ… estoy haciendo un juego de rol.
Pues entonces también llevaba unos cuantos añitos haciendo un juego de rol. Más concretamente… SÃ, ese mismo: Daegon.
¡Vaya! – Me dije – Igual alguno de estos me sirve para mi pequeñin.
Asà que leà y releà aquella comparativa hasta coincidir con el opinador de la revista que el Campaign Cartographer era el mejor de los programas comentados y, cuando llegué a casa… no hice nada.
¿Que iba a hacer? No tenÃa VISA y tampoco me atrevÃa a pegarles un telefonazo a aquella gente y balbucearles el pedido.
Asà que esperé y esperé. Planifiqué y planifiqué. Hasta que llegó el momento en el que alguien dio la más mÃnima pista de que podrÃa estar interesado en algo similar, engañamos a un tercero que no balbuceaba el ingles, sino que lo hablaba con más fluidez que nosotros y lo compramos entre los dos (el que llamó por teléfono no estaba interesado en el programa) gracias a la tarjeta de mi compi SÃ, soy uno de esos bichos raros que paga por (alguno de) los programas que utiliza (más que nada cuando tienen un precio que considero razonable)
Por favor, no me repudiéis por ello.
Unas cuantas semanas (por no decir meses) después llegaron dos cajas (también habÃamos pedido el Dungeon Designer)
Cual serÃa nuestra desilusión cuando fuimos a instalar el programita en cuestión y comprobamos que el disco estaba jorobado (maravillas de la tecnologÃa de la época, y el estado de la caja tendrÃa que habernos servido como aviso) con lo que estábamos un poco vendidos.
¡Yupiii!
Más inasequibles al desaliente (y utilizando algo un poquito de las fastuosas tecnologÃas de las que disponÃamos) les mandamos un fax para informarles del percance y, loados sean los hados binarios, nos mandaron otras dos cajas sin cargo (con lo que se ganaron mi amor eterno y la compra por mi parte de posteriores versiones. A todo esto, la semana pasada pedà la última versión)
El que el programa sólo se pudiese instalar dos veces no es que me emocionase demasiado, pero entonces no reinstalábamos el sistema tan a menudo, y te daba la opción de desinstalarlo para volver a tener intacto tu número de instalaciones.
Luego… la cosa no fue tan sencilla. El programa no dejaba de ser un CAD para DOS con iconos pregenerados para hacer mapas de fantasÃa. Vamos, que para hacer los mapas que venÃan en los anuncios tenÃas que currártelo mucho (asà que aún estoy en ello)
De todas formas, hay que ver lo que han avanzado desde entonces (y lo que voy a tener que rehacer para aprovechar las funcionalidades que han añadido.
Como muestra, aquà tenéis una serie de video-tutoriales que han puesto en su página. No seáis impacientes e ir pasando de uno a otro. Mirad la de cosas que se hacen con unos pocos clicks.
Vale, resumiendo:
Resulta que estamos perdidos en un mundo-que-no-hemos-creado. Asediados (bueno, con el paso del tiempo, igual un poco menos) y hemos tenido que renunciar a nuestra tecnologÃa (o la de nuestros padres)
Cuando parece que la cosa remonta, y que vamos a tener algo que echarnos al buche, nos llega una plaga que nos deja para el arrastre.
¿Que hacemos? (no, no es una pregunta trampa)
Pues que vamos a hacer. Sobrevivir como mejor podemos.
Una vez dicho esto… como que tampoco queda mucho más por contar. Bueno, en realidad sÃ. Tres mil años dan para bastante, pero casi todo ya lo conocemos, o nos es familiar.
Historias de migraciones (tanto humanas, como de los hijos de Iscin) y construcción de nuevos emplazamientos en los que vivir. De la interminable sucesión de guerras (como no) y el leve y gradual redescubrimiento de la tecnologÃa que abandonasen en su momento para salvar la vida. De alianzas y traiciones. Reinos y rebeliones. De forja, destrucción, reconstrucción y … ¿redestrucción? de ciudades.
Pero, por mucho tiempo que pase. Por mucho que se empeñe la humanidad, Jorune no es su hogar. Sus junglas tóxicas, sus arboles con sabia ácida y los cristales que nacen desde el mismo corazón del mundo se lo recuerdan a diario.
Si a esto sumamos la animadversión que les siguen mostrando los shantha. Que, aparte de la flora, la fauna de planeta tampoco es precisamente lo que se dice “amistosaâ€. Que para terminar de redondear el asunto, el resto de razas “invitadas†tampoco les tienen especial afecto, la cosa está ya muy clara: La cosa no va muy bien. No es bueno ser un humano en Jorune. Elegimos un mal dÃa para cargarnos nuestro mundo.
De todas formas, no todas las noticias son malas. Vamos, que podrÃamos hacer algunas excepciones a la máxima que acabamos de enunciar. Las mutaciones que naciesen gracias a la alineación de las lunas no serÃan algo anecdótico, y se reproducirÃan hasta convertirse en elementos comunes.
Algunos, como los boccord y los muadra pueden pasar por humanos, pero no lo son. Son hijos de Jorune. Criaturas capaces de percibir y manipular el isho. Otros, como los salu o los acubon, también serÃan mutaciones de la humanidad pero su apariencia les ha llevado a crear sus propias sociedades alejadas de sus congéneres lejanos.
Sea como fuere, el ser “especiales†tampoco ha ayudado mucho a esta gente. Por lo que podemos deducir, de manera concluyente que, Jorune será un lugar muy interesante, pero lo es en la manera de la maldición china.
A todo esto. Que se me olvidaba comentároslo. Hace unos pocos años un nuevo “Warp flash†provocó un desastre en Ardoth. Una de las caminantes de planos se dio un paseo por la ciudad dejando un reguero de cadáveres.
Si esto puede ser considerado como algo “gordoâ€, el hecho de que apareciese por un portal (una de esas cosas que se suponÃa que no podÃan crearse en Ardoth) la cosa promete.
Hey, no me miréis asÃ, tampoco he dicho que las noticias fueran buenas.
Más, no preocuparse. Unos cuantos enemigos (ya sean, o no, de nuestra especia) nunca nos han detenido a la hora de expandirnos. Los retos siempre han sido lo nuestro.
Asà que, ahà seguimos. A dÃa de hoy Jorune es un mundo multi-étnico, multi-cultural y multi-media (con lunas de colorines, piedras de colorines y grandes efectos especiales)
Un mundo con razas de todo tipo. Con islas flotantes que vagan sin rumbo, y cruceros de lujo que surcan los cielos. Un lugar en el que las espadas más afiladas no son las forjadas de metal, sino las creadas a partir de las uñas de un corondon. Un planeta en el que los peligros más grandes se esconden en los lugares más insospechados.
En su portada pone: Dejad vuestro mundo atrás.
¿A que estáis esperando para hacerles caso?
DÃa: Mismo lunes (distinta sensación)
Hora: La de comer.
Lugar: Mundo “realâ€
– Irrelevante – su cabeza no dejaba de repetÃrselo.
Javi llegó a casa, pero su cabeza seguÃa por ahà atrás. Para ser más exactos, en un semáforo a unas cuantas calles de distancia. Ni siquiera una invasión alienÃgena lograba que aquella mujer se le fuese de la cabeza.
Por un momento, la tentación de hacer que se la llevasen los invasores le rondó por la cabeza, pero aquello no habrÃa solucionado el problema; su avatar en aquella historieta los habrÃa seguido hasta los confines del universo para rescatarla y… posiblemente, morir en el intento (otra vez)
– Venga, alegrÃa.
Encendió la tele y habÃa anuncios. Que sorpresa. Apago el sonido y encendió el ordenador para poner música.
Su estómago empezó a a gruñir. SÃ, debÃa de ser la hora.
Se dirigió hacia la cocina para hacerse la comida, pero ya sabÃa que lo que se iba a encontrar: Espárragos y patatas fritas (cielos, también habÃa una lata de atún)
Se presentaba la disquisición de todos los dÃas, el terrible drama existencial que consiguió que LA preocupación del dÃa se alejase un poquito la (¡yupi!): ¿Pedimos comida, o bajamos al súper?
Salir a la calle y arriesgase a la (remota) posibilidad de encontrarse (y empeorar un poco más) otra vez su nueva y flamante obsesión, o quedase tranquilito en la seguridad de su casa, esperando que le llegase algo sano, sano para comer.
– Ah, ¿qué diablos? – se sentÃa afortunado.
Al fin y al cabo, ¿cuantas posibilidades habÃa de que se la encontrase otra vez?… Además… tampoco habÃa nada malo en el simple hecho de cruzársela.
– TÃo, estás fatal.
Estaba saliendo por la puerta, cuando se dio cuenta. Con el calor que hacÃa en la calle, y se habÃa puesto la chaqueta. Con su cabeza tan lejos, su cuerpo se habÃa puesto en automático.
Se quitó la chaqueta y agarró las llaves y mientras se repetÃa una y otra vez “tienes que hacértelo mirar†esperando el ascensor.
– Joder. No he apagado la tele. Mierda, el ordenador tampoco. Bueno, da igual.
Mientas salÃa por el portal, su cabeza volvÃa al ataque:
– ¿Por donde serÃa más probable que aparezca?
– Irrelevante.
– Oh ¡Cállate!
– ¡Cállate tú y tira por la ruta de siempre!
Definitivamente, estaba siendo un dÃa de esos.
Auriculares al máximo, encogimiento de hombros y ruta planificada.
Súper, lata de alubias (la más grande), azúcar (¿azúcar?, pero si no tenÃa leche), mmm que buena pinta tiene la foto de esa caja de… ¿espinacas congeladas? Vale, ¿por qué no? Cosas más raras habÃa comprado. Chorizo, chorizo picante, chorizo de pueblo, chorizo de Pamplona. Venga, chorizo de pavo también… y de jabalÃ. SÃ, con eso serÃa suficiente.
Auriculares al máximo, encogimiento de hombros y ruta planificada hasta casa.
Misión cumplida.
Subió a casa y comenzó a comenzó a meter las cosas en el frigorÃfico. Miró la lata y se dijo “ya me haré esto mañanaâ€. Sacó del frigo los chorizos que acababa de meter y pilló la tabla de cortar.
Se sentó delante de la tele y empezó a cotar.
– Mierda, no he comprado pan.
– ¡Hey! ¡No estaba pensado en esa tÃa!
– Mierda.
Algo en la pantalla llamó su atención. HabÃa un montón de extraterrestres acorazados estrellándose contra el asfalto. La escena le sonaba, como un deja vu, aunque no lograba ubicarlo.
Esperó a que pasasen las imágenes y vio que eran las noticias. Para cuando paró la música y subió el volumen de la tele ya habÃan pasado a la siguiente noticia.
¿PelÃcula nueva? ¿De quién?
QuerÃa buscar algo en internet, pero no tenÃa mucho con lo que empezar.
Espera.
Espera.
Espera un poco. No era un deja vu, era una de las historias a las que habÃa estado dando vueltas.
Algún productor de Hollywood habÃa vuelto a robarle una idea… antes de que la escribiese. Seguro que hacÃan otra superproducción genérica. Que irÃa al cine y saldrÃa diciendo “TendrÃan que haberme dejado a mi hacer la historiaâ€
Cojonudo. Estaba siendo un dÃa perfecto.
Bueno. Al menos habÃa vuelto de dejar de pensar en…
– Mierda.
Que no. Que soy un chico muy sano y no he fumado nada raro. Lo que pasa es que el evento que estoy a punto de narraros bien merece un tÃtulo en consonancia, asà que permaneced atentos.
Como os contaba hace unas entradas, un nuevo artefacto, cuyo poder sólo era superado por su arcano misterio, habÃa llegado hasta mis dominios (bueno, en realidad los de mi hermano mayor)
¿Un transfuncionador del continuo? Os preguntaréis ¿Un nulificador supremo? Murmuraréis aterrados.
Pues no. Nada tan banal.
Lo que habÃa llegado hasta mis manos (bueeeno, las de mi hermano) era un poder sin parangón. La rueda o el fuego que nos transportarÃa hasta el nuevo siglo: Un modem.
Porque aún nos hallábamos en los albores (bueno, casi ya habÃamos alcanzado su equinoccio) de la última década del siglo pasado. Para ser mas exactos, mil novecientos noventa y cuatro.
Nada sabÃamos de lo que nos depararÃa aquel mÃstico talisman. De lo que nos aguardaba a la vuelta de la esquina tecnológica.
En tiempos pretéritos (aunque tampoco mucho) visitando a los amigos Z y Mercenario, les habÃa contemplado escribir mÃsticas ordenes en los terminales de misteriosos programas. DecÃan que, gracias a aquellas arcanas runas, eran capaces de comunicarse con gente de más allá. Con entes que se hallaban “al otro lado de la lÃneaâ€, aunque por entonces no asociaba el termino “lÃnea†con “telefónica†cuando se trataba de las lides informáticas. Al fin y al cabo, Juegos de guerra, no dejaba de ser una pelÃcula. Ciencia ficción como lo era Starfighter o Cortocircuito.
La gente no podÃa hablar con las máquinas, al igual que no habÃa reclutadores de “la liga de las estrellas†merodeando por los salones recreativos, ni robots con una vida interior más rica que la de muchos humanos.
Con el tiempo, de aquellas pesquisas virtuales que realizaban mis amigos por las brumosas estepas de las BBS, como si de chamanes gloranthinos se tratase, regresarÃan con el conocimiento almacenado en “la máquinaâ€.
Nos traerÃan la reinvención del fuego, la reformulación de los leyes del universo. Noticias de lejanas tierras, reglamentos desechados por editoriales o revistas sin imágenes que imprimÃan en sus impresoras de agujas.
La nueva panacea. La cornucopia del ávido devorador de información. Nos traÃan… EL FUTURO (venga, bien de fanfarrias)
Pero aquel FUTURO pronto se quedarÃa atrás (entre otras cosas porque a nosotros nos habÃa llegado un poco tarde) porque adelantándole de manera fulgurante llegarÃa hasta nosotros el hermoso retoño de los ceros y unos.
Como suele ocurrir con todas estas cosas que os suelo contar, mi único merito en estas cosas es el de “pasar por ahÆcerca de alguien que tiene los ojos abiertos. En esta ocasión, el amigo Mercenario y su inestimable apoyo técnico.
No recuerdo muy bien como sucedió. Supongo que serÃa gracias a las partidas que solÃamos echar los domingos en la tienda. Imagino que verÃa el modem y dirÃa “si yo tengo una conexiónâ€.
Asà que, ni corto ni perezoso se vino un dÃa entre semana y nos la configuró en nuestro flamante Ventanitas 3.11.
Tras pegarse con el winsok, los inis y la madre que lo trajo. Tras unos cuantos reinicios. Tras instalar un navegador (supongo que el Netscape 4.08) Ya estaba. Por fin lo tenÃamos:
INTENNEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE
Claro, aquella conexión se hacÃa con sus datos, asà que no podÃamos estar “en linea†a la vez que él, por lo que básicamente nos conectamos cuando el se pasaba por la tienda.
Aquellos momentos de emoción contenida: ¿Se conectará?
Aquellos momentos de juramentos incontenibles: YA SE HA VUELTO A CAER LA CONEXIÓN
Aquel sentimiento de maravilla: Mira, mira, ¡¡¡está descargando a cien bites por segundo!!!
Aquellos momentos de ensoñación: ¿Te imaginas poder descargar algún dÃa ese programa de dos megas?
Todo estaba ahÃ. En aquella pequeña cajita. En aquel puñetero trasto.
Aquello parecÃa insuperable pero, aunque nos parecÃa casi imposible, la continuó yendo a más.
HabÃamos dejado a la humanidad haciendo amigos en lo que iba a ser su nuevo hogar.
Después de la “justa represaliaâ€, los colonos se darÃan cuenta de un pequeño, pequeñÃsimo, Ãnfimo, apenas perceptible problema: Eran cuatro gatos y, caso de una guerra, no tenÃan nada que hacer.
Asà que no tendrÃan otra idea más brillante que la de prepararse para una posible guerra, que comenzar a desarrollar armas bacteriológicas. AhÃ, con un par.
Bomoveris, uno de los cientÃficos de la primera expedición se pondrÃa a ello, creando un virus bio-tecnológico diseñado para acabar con los shantha.
Cuando los ataques comenzaron de manera masiva sobre las colonias, el virus serÃa liberado sobre la atmósfera del planeta acabando con la vida del noventa y nueve por ciento de los shanthas de Jorune en unos pocos dÃas.
Pero con aquello tampoco solucionaron gran cosa, ya que un uno por ciento de varios miles de millones seguÃa siendo un número levemente superior a los pocos miles de humanos que habÃa en el planeta. La huida era la única salida que les quedaba… caso de tener algún lugar al que huir.
Iscin serÃa el único superviviente de su colonia y, tras varios meses sin recibir señales de los suyos, se creyó el último hombre vivo sobre el planeta. PoseÃdo por aquel pensamiento, dedicarÃa el resto de su vida a tratar de crear nuevas formas de vida inteligente para que no se perdiese el legado de la tierra.
Utilizando como base para aquellas nuevas razas a los animales que habÃan traÃdo desde la tierra crearÃa a los Blount, Crugar, Woffen, Bronth y Tologra.
PasarÃan veintidós años antes de que tuviese contacto con otro humano; Bomoveris, pero el encuentro no serÃa muy feliz. Bomoveris matarÃa a dos crugar tomándolos por criaturas hostiles y tendrÃa que ser salvado por Iscin antes de que el resto de sus criaturas acabasen con él.
Tras el impacto inicial, discutirÃan sobre la ética y moralidad de la creación de aquellas criaturas (acusación a la Iscin responderÃa con un sencillo, viniendo de un genocida, como que tiene bastantes narices)
De todas formas, el asunto no estaba como para despreciar posibles aliados por pequeñeces como la conciencia y los principios morales, asà que ambos se aliarÃan temporalmente. El único problema que tendrÃan serÃa Choundra, el lÃder de la camada crugar a la que pertenecÃan las vÃctimas de Bomoveris, que tratando de vengar a sus camaradas, terminarÃa asesinando a Iscin esa misma noche.
Bomoveris lograrÃa huir, sólo para acabar en uno de los cetros de contención shanthicos. Parece que no estaban en racha.

Un muadra
Cosa después de un siglo después de la llegada del hombre a Jorune, los restos de alimentos genéticamente creados y las herramientas que los hacÃan viables se han consumido. La expectativa vital del humano medio caerÃa hasta los treinta y seis años. Comenzaba una era oscura, pero aquà no acabarÃa la diversión.
Los hijos de Iscin se esparcirÃan por todo el mundo. Los hombres conocerÃan a los cleash y, como no, acabarÃan a hostias con ellos.
En el año doscientos cincuenta después de las guerras coloniales, se fundarÃa Ardoth, como una aldea de pescadores. Los restos de las máquinas lamorri impedÃan el buen funcionamiento de las dyshas shanticas que creaban portales en aquella zona. La cosa parecÃa que prometÃa.
Ciento cincuenta años después, una alineación de las lunas de Jorune provocarÃa mutaciones en los recién nacidos, dando origen a nuevas criaturas de las que sólo sobrevivirÃan los acubon, boccord, muadra, salu y trarch.
Las dyshas de los shanthas no podÃan llegar hasta Ardoth, pero las olas provocadas por la alineamiento de las lunas destruirÃan la ciudad (por primera vez)
En el año quinientos cincuenta y cinco (según reza la tradición) nacerÃa Paul Gauss (en el valle que más adelante heredarÃa su apellido), un hermoso lugar en el que los niños con mutaciones eran (ejem) “liberados†de su maldición a la antigua usanza.
Cinco años después nacerÃa quien serÃa su futura esposa, Mayatrish (solo que ella el bien gusto de nacer en lo harÃa en Ardoth, donde eran un poco más civilizados, allà sólo marginaban a los diferentes)
A los diecinueve años Paul descubrirÃa alguno de los laboratorios de Iscin en su valle de nacimiento, junto a sus notas sobre el durlig. No tenÃa ni idea de como leer aquellos papeles, pero comenzarÃa a alimentarse de las raÃces que habÃa en aquel lugar.
Sólo cuando sus vecinos vieron que el muchacho estaba creciendo sanote le harÃan caso y comenzarÃan a alimentarse de aquella planta tan desagradable.
Por lo demás, ya sabéis la historia: Chica viaja volando en su talmaron, y este cae moribundo el en valle del chico. Se enamoran, se casan y ella se queda embarazada, pero como el niño le sale boccord se va a criarlo a su ciudad (no vaya a ser que los amigotes de su marido se lo carguen) Poco a poco van acercando sus respectivos pueblos, y los mutantes encuentran un lugar en el que no tienen que esconderse (tanto) y, con el tiempo, comienza el comercio del hierbajo asqueroso pero muy nutritivo entre las ciudades.
Más adelanta el niño al que llaman Michael, pero que será conocido como Khaun, construye un muro marÃtimo para que los oleajes no se vuelvan a cargar su ciudad, enseña a la gente a utilizar a los thombos para cosechar mejor el durlig, y son todos muy felices.
Felices, claro, hasta que llega una plaga que dura casi un milenio, diezmando a la población humana y devolviéndolos casi a la barbarie.
Ya sabéis, cosas que pasan.
Y bueno, me podrÃa extender mucho más, que aún nos quedan cosa de dos milenios por contar. Ya sabéis, guerras, expansiones, descubrimientos tecnológicos y todo eso. Pero como os podéis bajar la cronologÃa de Jorune.org y leerla vosotros solitos, me lo ahorro.
En la siguiente entrada, alimentaré un poco vuestra vagancia y os contaré más o menos como es el mundo y alguna cosa más.
Hasta entonces.
DÃa: Siguiente Lunes (pero del esos malos, malos)
Hora: Las ha habido mejores.
Lugar: Mundo “realâ€
– Vale, entonces… ¿el plan, es…? – Javi trataba de aclararse hablando en voz alta, mientras esperaba que alguno de sus “aliados†sugiriese algo – Por favor, no digáis “dominar el mundoâ€
En aquel nuevo mundo, y rodeados por las hordas cuasi comatosas de los devoradores de alcohol, nuestros tres héroes estaban desorientados y perdidos. Muy perdidos.
Pero el dÃa aún iba a ponerse peor… aparte de mucho más raro. A todo aquello, su primera respuesta serÃa:
– Hombre, no me jodas.
A su lado, un conmocionado turista no podÃa dejar de repetirse:
– TenÃa que haberme ido de vacaciones a otro lado.
El señor Gutierrez habÃa huido de su puesto en la NASA para evitar que su mundo racional fuese puesto en duda al hacerse preguntas sobre algo que sabÃa que habÃa visto, pero no querÃa reconocer como real. Pero, por lo visto, el mundo se empeñaba en hacer hincapié sobre el cariz extraño que habÃa decidido adoptar.
Primero el incendio que habÃa aparecido ante sus ojos el dÃa anterior. No habrÃa sido raro… de no ser porque, el segundo anterior, el edificio estaba perfectamente, no se parecÃa en nada al que habÃa aparecido en su lugar ardiendo y no habÃa rastro de los bomberos o la lÃnea de contención (que, curiosamente, se parecÃan mucho a las de las pelÃculas americanas)
Cuando el tipo poseÃdo por un ataque de heroicidad estúpida decidió entrar en el edificio, prefirió mirar para otro lado.
Después, la nevada “instantánea†y delimitada del dÃa anterior… del que nadie parecÃa haberse dado cuenta. Lo del incendio habÃa conseguido hacer como si no lo hubiera visto, pero aquello, por mucho “Nanana†mental que se repitiese, no conseguÃa que desapareciese. Y comenzaba a dudar sobre su estado mental.
Pero lo que acababa de ver… después de aquello, ya se veÃa con el embudo en la cabeza y la camisa de mangas extra largas anudadas a su espalda.
La cosa empezarÃa con el haz de luz que vendrÃa desde el cielo. Raro, vale, pero vete tu a saber si era el foco (con una señora lámpara de unos cuantos millones de vatios) de algún espectáculo de la fiesta. Pero al mirar al cielo buscando su origen, de repente se habÃa nublado… pero sin que el dÃa se oscureciera un ápice (ni las nubes impidiesen pasar la luz del haz)
Después, la figura que parecÃa ascender por el haz… y el tipo que parecÃa volar siguiéndola. Vale, quien hubiese hecho aquel efecto especial se habÃa dejado una pasta. El “Nanana†volvÃa a su cabeza, pero el estruendo de la colisión del artefacto en la carretera le impidió seguir escuchándolo.
Al menos de aquello si que parecÃa que se enteraba la gente. Casi se alegró del pánico que siguió a aquello.
– No estoy loco – gritó – No estoy lo…
– Aparta, mendrugo.
Cuando aquel tipo le apartó, no entendÃa la razón. Al ver a uno de los hombres que le acompaña parecÃa una momia, el “Nanana†regresó. Cuando otro artefacto similar al que habÃa caÃdo en la carretera se estrelló donde él se encontraba hace un momento, superó su estado de estupefacción, y comenzó a correr mientras caÃan uno tras otro los artefactos del cielo.
Asà que nuestros héroes se encontraban ante lo que parecÃa una… ¿lluvia de extraterrestres acorazados?
De cada boquete del suelo salÃa un nuevo exo esqueleto con su arma disparando a lo loco. El pánico se hizo de inmediato y una marea humana de gente de rojo y blanco comenzó a arrasarlo todo.
Tipo duro, como impulsado por un resorte, entró en acción. Para estar gravemente quemado era increÃble la manera en la que se movÃa. En un instante incapacitó al más cercano y, de unos disparos imposiblemente certeros con el arma que le habÃa arrebatado, inutilizó las de los demás.
El nivel de rareza de aquello estaba alcanzando unas cotas desorbitadas, por no decir ridÃculas.
Tipo duro incrustó de un puñetazo la protección de la cabeza de uno de los acorazados en los hombros. Tras arrojar la armadura que habÃa inutilizado contra otros dos “invasoresâ€, saltó contra otro de ellos.
En su caÃda, el boquete sobre el que se alzaba su presa se hizo algo más profundo.
– Esto tiene ningún sentido – Tipo listo habló.
– Se nota que eres el lumbreras del grupo.
– Me refiero a que es más anormal que lo que hemos hecho hasta ahora.
– ¿Eso es lo que te dice tu rarómetro?
– Está cerca.
– ¿Quién? Como me respondas con una vaguedad te juro que te arreo.
– Supongo que se refiere a mi – el que respondÃa no era otro que el lÃder de los invasores.
– ¿Ves como no era tan difÃcil? A todo esto ¿y tú, eres…?
Una de las armaduras que habÃa arrojado Tipo duro aterrizó junto a ellos.
– A ver si tenemos un poco más de cuidado – el desconocido se apartó un poco mientras se quitaba e casco.
– Déjalo, ¿no ves que le hacÃa falta un poco de diversión? Te estabas presentando.
– Cierto. Soy Deux ex – alzando uno de sus brazos, agarró por el cuello a Tipo duro, que en aquel momento parecÃa indefenso.
– ¿Y has venido a ayudarnos, o a terminar con nuestros sufrimientos?
– A ayudaros, por supuesto. Aunque no me lo han puesto nada fácil.
Pues sÃ, maldito gorila.
¿A que gorila me refiero?
Al de Nintendo. Al puñetero Donkey Kong, que me hizo reincidir. Que me harÃa tropezar otra vez con la piedra de costumbre.
Vamos, que después de ver los anuncios del Donkey Kong Country en la tele (a todo esto, juegazo), aquellas mismas navidades me comprarÃa una Super Nintendo.
A ver, no me entendáis mal. La máquina bien merecÃa la pena un tiento (y alguno más también) pero estaba negando una vez más a uno de mis señores. Sin un Commodore a quien negar ante la cruz, esta vez traicionarÃa a Sega.
Bueno, tampoco es que la traicionase de una manera exacta (al menos no del todo) Al fin y al cabo la MegaDrive seguÃa en casa y ¿que queréis que le haga? del MegaCD, que habÃa salido un par de años antes, ni me habÃa enterado.
Lo mismo pasarÃa con “La respuesta de Sega ante la SNESâ€, el 32X, de cuya existencia no sabrÃa hasta mucho tiempo después (y que, seamos sinceros, de haber visto en su momento dudo mucho que me hubiese comprado)
Y hasta en año siguiente no saldrÃa la Saturn, que pasarÃa de una manera bastante discreta por las tiendas de la zona. A veces me pregunto ¿HabrÃa corrido la Saturn la misma si a los señores de Sega España, en lugar del “Canal Pirata†le hubiesen dado un tiento por estas tierras a los anuncios del amigo Segata Sanshiro?
No lo sé… pero nos habrÃamos echado unas risas.
Más adelante, tras tropezar de nuevo con la misma piedra, tropezarÃa de nuevo volviendo al redil de mi señora de los ludismos. Pero eso os lo contaré cuando toque cronológicamente.
Pues bien, a lo que Ãbamos.
Mi tropiezo con la piedra de costumbre me llevarÃa hasta los amorosos brazos de la gran “Nâ€, pero serÃa una recaÃda muy prolongada (pero bien aprovechada)
Durante mi etapa con Nintendo, la verdad es que probarÃa pocos juegos. No tanto por elección premeditada, como por imposición, llamémosla “socialâ€. Los juegos para la SNES (como todos los de la época) eran caros de cojones.
Si a esto sumamos que tampoco habÃa mucho entre lo que elegir (en Pamplona) y que, pese a que internet estaba a punto de llamar a mi puerta, no era lo que es hoy dÃa, el resultado fue que sólo me compré cuatro juegos para aquella máquina.
Por un lado estarÃan el mencionado Donkey Kong Country, su segunda parte y el R-Type, grandes juegos todos ellos. Por el otro, me harÃa con el Killer Instinct, que no es que fuese malo, pero que no dejaba de ser un Mortal Kombat con todo lo malo que aquello acarreaba. Vamos, que se dejaba jugar pero tampoco me emocionaba (ni él, ni el CD que te regalaban con su banda sonora)
Lo cierto es que en aquellos años no recuerdo haber visto por las tiendas la saga de los Super Mario pero, de haberlos visto no creo que les hubiera hecho mucho caso. No os creáis que era por un sentimiento de “madurez†mal entendida, sino que con esas mirando sus portadas no creo que me hubiesen llamado lo suficiente como para darles la vuelta (toooonto que puede llegar a ser uno)
Salvo el R-Type, me los acabarÃa todos (era chungo el condenado, y hasta que lo jugué con el MAME con sus “truquillos†no habrÃa manera de terminarlo) alguna que otra vez. Lamentablemente, en lo que parece haberse convertido en una (triste) tradición por mi parte, ahora soy incapaz de dedicarles partidas de más de unos minutos, antes de dedicarme a correr p’alante en lo que es más una carrera por llegar cuanto antes posible al final de la pantalla, que disfrutar del juego en sÃ.
Pero que le vamos a hacer. La chavalada se queja ahora de que los juegos “sólo†les duran veinte horas, y a mi me entran sudores frÃos si dedico a (casi) cualquiera de ellos más de veinte minutos. Será que no estoy a la moda.
El planeta llamado Jorune fue colonizado por el hombre hace cosa de tres mil quinientos años, pero su historia comenzarÃa mucho antes. Es más, la lÃnea temporal detallada en la tercera edición comienza en el año tres mil cien BC (antes de la colonización)
Tampoco es que el mundo comenzase en ese momento, pero la cosa comienza tal que asÃ:
3100 BC – Comienza la primera guerra shanthica.
2100 BC – Finaliza la primera guerra shanthica. Se establecen las siete sectas.
No hay más detalles, asà que no preguntéis. Un milenio de hostias, ahà es nada.
Después de esto nos dice como cada siglo (más o menos) se crearÃan diversos artefactos. AsÃ, en este orden, serÃan:
La creación de las primeras cle-eshtas por parte de Ca-Tra en el 2000 BC.
El comienzo de la construcción de las grandes ciudades por parte de Ca-Gobey en el 1900 BC.
La creación de las Elip ston por parte de Ca-Shal en el 1800 BC.
Y la creación de los Cetros de contención (Keeper rods) por parte de Ca-Du en el 1700 BC.
AsÃ, a saco. Nos empiezan a asaltar con nombres de tipos y cachivaches. Como a mi me gusta. Luego, eso sÃ, tienes un glosario en el que puedes mirar que narices significan todos esos conceptos. Pero de buenas a primeras la cosa desorienta un poco (aunque promete mucho)
Y la cosa se anima. En el año mil quinientos cincuenta antes de las colonias, al planeta llegan unas naves de exploración.
¿Humanas?
No
Lamorri.
La… ¿qué?
Joe, pues Lamorri, que hay que repetÃroslo todo.
¿Que quienes son estos?
Pues unos tipos que llegarÃan (con su flota) veinticinco años después con la poco amistosa intención de conquistar el planeta. Pero no llegarÃan solos. Junto a ellos llegarÃan, como sus aliados, los Cleash.
A su vez, sus tropas estaban compuestas por otras razas que ya habÃan conquistado con anterioridad: Los Thriddle llegarÃan como sus sirvientes, mientras que los corastin, croid, y ramian lo harÃan como sus esclavos.
Por su parte, los Cleash (más modestos ellos) traerÃan a scarmis.
Y claro, se lió gorda.
Que si comenzamos un programa para procesar y controlar el isho (la energÃa ambiental del mundo) Que si nos dedicamos a crear skyrealms artificiales. Que si destruimos las ciudades shanthicas. Que si nos ponemos a alterar y potencias los skyrealms naturales. Que si nos plantamos en Doben-al y nos dedicamos a hacer cosas nada agradables.
Vamos, lo de costumbre en cualquier invasión.
Tras completar sus edificaciones en Doben-al, Tan-Iricid, Ardoth y otras ocho localizaciones, activarÃan la primera de ellas que comenzarÃa a drenar el isho que la rodeaba. AsÃ, como quien no quiere la cosa, crearÃan el desierto de Doben-al.
Por suerte (para lo que le rodeaba) la ciudad de Ardoth serÃa sitiada por los shanthas y la construcción lamorri parcialmente destruida, antes de que pudiera ser activada.
Pero esto no desanimarÃa a nuestros amables visitantes, que comenzarÃan a exportar a otros mundo skyrealms.
Y parece que la cosa ya alcanzó un punto limite, asà que los shanthas se cabrearon y derribaron dos naves lamorri que orbitaban sobre el planeta, gracias a las elip ston (una de las cuales caerÃa sobre el su de Khodre)
Si a esto sumamos la liberaración de Eelshon She-evid (la caminante de portales) sobre Doben-al, y los cañones thosk, creados por Ca-Desti, magnificados por las cle-eshta, los lamorri huirÃan del planeta (dejando atrás a muchas de sus tropas multi racial)
Esta guerra durarÃa apenas setenta y cinco años. Una minucia para una raza que se habÃa dedicado a darse de toñas entre ellos durante un milenio.
Pero no contaban con unos tipos especialistas en los genocidios.
Mil cuatrocientos años después, el hombre desarrollarÃa el viaje más rápido de la luz (se masca la tragedia)
Tres años después, las primeras sondas robotizadas humanas llegarÃan a Jorune.
Doce años después, varias naves tripuladas por el hombre partirÃan de la tierra camino al recién descubierto mundo.
La primera expedición cientÃfica llegarÃa tras un viaje de tan solo dos años, y negocia con los shantha para que se les cedan unos terrenos para asentarse.
Once años después, ochenta naves partirÃan de la tierra con veinte mil hombre en su interior.
Y, claro, tras ocho años de relativa tranquilidad, los siguientes diez serÃan una cuenta atrás hacia el desastre.
Tras la llegada de los colonos (bueno, en realidad un poco antes) se harÃa evidente un pequeño problema: La flora del planeta era tóxica para los hombres. Asà que Iscin, uno de los cientÃficos de la primera expedición, serÃa el responsable del proyecto de creación de un vegetal que pudiese crecer en Jorune y ser alimenticio para el hombre, el Durlig.
Peeeero. Pronto llegarÃan noticias sobre tensiones en la tierra (aunque los dirigentes dicen “No preocuparse, todo va bienâ€)
Las naves que llegan al año siguiente traen noticias que desmienten los buenos presagios. Vienen a decir que cuando vuelvan a la tierra no van a encontrar a nadie.
Mientras tanto, y aprovechando la coyuntura (y el poder del que dispone) el señor se podrÃa a esparcir laboratorios por diversos sitios para proyectos personales; como por ejemplo el desarrollo de una raÃz que pueda crecer en los climas que habitan los ramian; el shirm-eh, en su laboratorio de Voligire. Pero antes de poder finalizar este proyecto serÃa reclamado en el Valle de Gauss.
Las primeras pruebas del durlug, una cepa a la que llamarÃan gerrig, es exitosa, pero solo a medias. Se puede plantar en Jorune, pero es muy complicada de extraer y preparar.
Las siguientes noticias que llegan del hogar, no son precisamente halagüeñas; la Tierra está en guerra, y no se van a mandar más naves con provisiones (en teorÃa “por el momento)
Asà que, claro. La gente se calienta y comienzan a surgir divisiones entre los colonos. Se incumplen los tratados, y se comienza a plantar durlig allá donde se puede (casualidad, varios de esos sitios son territorios sagrados para los shantha)
Los shantha pedirÃan que se atendiese a los acuerdos, pero no se les escucha. Durante una escaramuza, muere un hombre. Doce shantha son ejecutados en represalia.
Y lo que tenÃa que llegar, llego: La liaron bien liada.
Pero eso os lo contaré en la próxima entrada.
DÃa: Siguiente (por fin)
Hora: De las mejores del dÃa
Lugar: Mundo “realâ€
El lunes no habÃa estado mal. La verdad es que no habÃa estado nada mal.
Bueno, para ser sinceros el comienzo de la mañana habÃa sido un tanto extraño. Por un lado, Sandra no habÃa aparecido por el trabajo. Lo cual tenÃa su lado bueno, y su lado malo.
Por el lado malo, estaba el sentimiento de culpa ante la posibilidad de que la enfermedad que aducÃa como razón para no ir fuese mentira, y que la auténtica razón fuese que no querÃa verle a él.
Javi, el centro del universo atacaba de nuevo.
Posibilidades como que aquella enfermedad fuese cierta, que el domingo se hubiese agarrado una parecida a la del sábado, o que descansase en la cárcel por haber asesinado a su cuñado se pasearon por su mente, pero su ego y sus ansias autoflageladoras habÃan optado por descartar aquellas opciones (aunque a la tercera le daba alguna que otra vuelta por la cabeza, aderezada con la presencia de mutantes, derrumbamientos de muros, salvamentos in extremis, ninjas y ¿porque no? asesinos pontificios)
Por el lado bueno, estaba el sentimiento de relajación (no exento de culpabilidad) al llegar al trabajo y enterarse de que no serÃa un dÃa incomodo (al menos no en ese aspecto)
Como era de esperar en un lunes de San FermÃn, el curro habÃa brillado por su ausencia. Cuatro camiones a descargar en los muelles y poco más.
Asà que habÃa aprovechado para apropiarse de unas cuantas hojas de reciclaje de las amables señoritas de la oficina, y las habÃa pintarrajeado tratando de hacer dibujos (con escaso, por no decir nulo, éxito) para que finalmente acabasen en la basura. Para completar la mañana, y ya que estaba por la labor, también se dedicó a pulir algunas de las historias que daban vueltas por su cabeza.
El camino hacia casa se prometÃa igualmente tranquilo. No hacÃa demasiado calor, no habÃa mucha gente a la que esquivar, y la música que iba sonando de manera aleatoria por los auriculares era la que le apetecÃa en aquel momento.
Entonces le vino a la cabeza. Aquello era demasiado bueno. TenÃa que estar durmiendo, y se acababa de dar cuenta, asà que no tardarÃa en empezar a suceder cosas raras (o no tardarÃa en despertarse. Lo única duda era que pasarÃa antes)
Pero no. Para su alivio temporal, no estaba durmiendo (lo cual no fue óbice para que llegasen las cosas raras)
Se paró en un semáforo, y comenzó la fiesta.
La primera cosa, raro, lo que se dice raro, tampoco era. Parada junto a él, se encontraba “ellaâ€. La chica que habÃa visto ayer mientras volvÃa para casa (y que no se podÃa quitar de la cabeza desde entonces).
No sabÃa porque habÃa mirado para aquel lado (bueno, en realidad sà que lo sabÃa, pero en aquel momento le entró una duda estúpida) Con lo tranquilito que estaba mirando hacia adelante.
Bastó un segundo, menos tiempo aún que el que le dedicó en la anterior ocasión, y ya comenzó de nuevo a activarse el mecanismo que daba inicio al bailoteo de la caballerÃa cosaca (caballos incluidos) en su cabeza.
Pero es que, aquella ¿mujer?¿chica? era tan… tan…
Irrelevante. Ya volvÃa con la tonadilla.
Ella no era irrelevante. DebÃa serlo, pero no lo era.
Vamos a ver, sólo era una chica (muy) guapa. Otra desconocida más, como habÃa millones en el mundo, como otras tantas que ignoraba dÃa a dÃa. Pero aquella mujer tenÃa algo…
Irrelevante.
Que sÃ, que sólo es una (otra) tÃa.
Que no la mires.
Ahora no la estoy mirando.
Que no pienses en ella.
Trataba de no pensar en ella. Que las su monologo interior se callase, pero sabÃa que no iba a conseguirlo.
– Vamos a ver – giró su mente hacia sà mismo y se habló – Estoy en ello. Déjame tranquilo con el asunto y puede (sólo puede, tampoco prometo nada) que me concentre lo suficiente para dejar de pensar en ella.
Eso es mentira. En cuanto se callase aquella vocecilla la cosa iba a ir a peor. EmpezarÃa a cuestionarse lo divino y lo humano.
Que si no debes mirarla porque es una perdida de tiempo y no vas a volver a verla (tampoco vas a pararte a hablar con ella ¿para qué?)
Que si no puedes pensar en una relación (¡UNA RELACIÓN!) basándote únicamente en la apariencia de una persona.
Que tienes que ser ecuánime con tu atención a los demás (¿pero quien te crees que eres?) que si no los conoces (¿y asà como pretendes conocer a nadie?) o los ignoras a todos o les haces a todos el mismo caso (¿Pero tu te escuchas?)
Que si fuese un tÃo no le harÃas ni caso. Triste pero obvio (triste ¿por qué?)
¿Por qué no puedes ignorarla?
Le costó un poco, pero se dio cuenta de que ya estaba haciendo todo aquello que se decÃa que no querÃa hacer. Que le estaba dando vueltas y la cosa iba a ir para largo.
Asà que ya sabÃa lo que tocaba.
Vamos a ello.
Un rayo golpeó el suelo justo a su lado. De no haberse apartado en el último momento ahora serÃa un pedazo de churrasco muy hecho.
Mirando al cielo, vio que otro se dirigÃa hacia ella. De un salto la apartó de su trayectoria para recibir él el impacto, pero de poco le sirvió. Un haz tractor estaba izándola ¿Quien estaba haciendo aquello, y que querÃan hacer? ¿QuerÃan matarle a él, o a ella? ¿QuerÃan matarla o raptarla?
Levantándose dolorido sus piernas le impulsaron hasta lo alto del semáforo, sólo para apoyarse, ganar inercia y llegar hasta lo alto de una farola. De ahà a la barandilla de un balcón cercano, para rebotar en él y poder llegar a lo alto de uno de los edificios donde darÃa el salto final que le impulsarÃa hasta las alturas.
Mientras volaba no sabÃa que le esperaba en las alturas. Al cruzar las nubes aún no lo tenÃa decidido ¿Dioses o extraterrestres?
Venga, extraterrestres. Se protegió la cabeza con los brazos para prepararse para el impacto y creó una brecha en el casco metálico de la nave al atravesarlo.
Una ves en el interior, dudó. Igual mejor dioses.
Golpeado por los rayos del sol, ahora más cercanos, avanzó por la cima de aquella montaña.
Aunque… igual mejor extraterrestres.
El aire viciado de los pasadizos que recorrÃa se veÃa sacudido de vez en cuando por pequeñas descargas de estática. Por suerte, las abundantes sombras que lo cubrÃan todo le ayudaban a esconderse de las patrullas que la custodiaban.
¿Y como me aclaro para llegar a donde la tienen encerrada? No quedarÃa muy lógico (¿lógica?¿aquÃ?) que pudiese entender lo que decÃan o leer si lengua.
Venga, vamos a volver a lo de los dioses, y no nos complicamos demasiado.
Allà estaba ella. Suspendida en el aire delante de sus hermanos, estos trataban de arrebatarle su poder a aquella divinidad que habÃa preferido vivir entre los hombres.
SÃ, definitivamente, los dioses eran una elección mejor.
Cargó entre las filas de los titanes arrebatándoles su presa. No se atrevÃa a mirarla para no quedar paralizado por su resplandor (¿resplandor?, sÃ, casi mejor resplandor. Belleza y sus sinónimos estaban ya muy vistos)
– ¿Quien eres? – dijo ella – ¿Por qué haces esto?
– Sólo soy un hombre que trata de hacer lo correcto.
– No te sacrifiques por mi.
– Lo siento
– ¿Por qué?
– Por no no poder conocerte mejor. Por no poder hacer lo que me pides.
La arrojó tan lejos como pudo, mientras se encaraba a sus hermanos.
– ¿Quien eres? – preguntó uno de ellos – ¿Quien osa contravenir nuestros designios?
Mmm. Se planteó la respuesta molona “Vaya birria de dioses que sois si ni siquiera sabéis esoâ€. Pero optó por una más clásica. Más “dramática†y adecuada para los tintes que estaba tomando aquello.
– Un hombre – dijo finalmente – Sólo soy un hombre.
Y cargó contra ellos para cubrir tanto como pudiera la huida a aquella desconocida.
El semáforo se puso en rojo. Comenzó a caminar tan rápido como se lo permitieron sus piernas y cruzó la carretera como una exhalación sin mirar hacia atrás.
Durante unos momentos se planteó el retomar aquella historia, pero enseguida lo descartó. Demasiado facilona, aunque habÃa servido a su propósito.
El lÃder de los extraterrestres aterrizó creando un boquete en la carretera. Varios de los coches que no pudieron frenar a tiempo se precipitarÃan en aquella abertura.
Del interior del cráter, aún humeante, surgió la imponente figura de la armadura potenciada de aquel ser.
– Hemos estado muy cerca – dijo – Pero esto aún no ha terminado.
Igual habrÃa sido mejor elegir a los extraterrestres.
Era joven e inexperto y el tipo era un conocido de mi padre (empezando asÃ, esto parece el comienzo de un relato de relaciones poco adecuadas, pero tranquilos, mis traumas nada tienen que ver con cosas de esas)
El tiempo pasaba, y la familia de ordenadores que tenÃa a mi disposición iba ampliándose y mutando.
El tres ocho seis del trabajo digievolucionarÃa a pseudo pentium a setenta y cinco megahercios, y digo pseudo, porque me timaron (a cuento de esto venÃa el párrafo de introducción)
De todas formas no me enterarÃa del engaño hasta un tiempo después, cuando el disco duro (¡DE UN GIGA!) se fastidiase y el amigo que me lo reparó me lo comentase. Llenos de justa ira mirarÃamos la factura a ver si podÃamos reclamar algo, pero sólo ponÃa “Ordenador a setenta y cinco megahercios†El hombre, por teléfono me asegurarÃa que él nunca habÃa dicho que nos habÃa vendido un pentium, asà que ante un plan de horas de discusión estúpida, optarÃa por colgar cuando veÃa que el ciclo de monólogos comenzaba su segunda fase.
No sé si aquel incidente alimentarÃa mi desconfianza ante los ordenadores “pre-montadosâ€, pero la cosa es que, entre esto y lo que nos pasarÃa unos pocos años después con la siguiente tanda de equipos “te-los-vendo-como-están†todo el parque de ordenadores personal, de amigos y del trabajo lo he ido montando pieza a pieza.
Pero claro, mi confianza electrónica aún se estaba desarrollando, la información de la que disponÃa para meter mano entre la circuiterÃa era más bien escasa, y las máquinas eran demasiado caras como para andar practicando método de prueba y error.
Con aquel ordenador vendrÃa otro cachivache nuevo: Un escáner no-se-qué.
A ver, que sà que sabÃa que era aquello, pero era lo que más fácil me salÃa cuando trataba de decir el tipo de conexión que utilizaba. Porque en aquellos tiempos, como que “escasi†no me decÃa mucho a mi ni a casi nadie que se lo dijese. Asà que, entre la traducción/vocalización de SCSI que me salÃa entonces (que era… pues eso; ese-cé-ese-i) o decir “Un palabro u acrónimo guiri que no tengo ni idea de como pronunciarlo y que tampoco me dice nada†pues optaba por el camino de en medio.
Pues bien, gracias a aquel artefacto iba a cargarme los lomos de mis libros de ilustraciones de TSR y artistas diversos, y realizando retoque cutres con el Picture Publisher que venÃa de regalo.
Aquello era un tanto agónico y casi te costaba tanto dibujar a mano aquellas imágenes que lo que tardaban en ser escaneadas. Además, luego tenÃas que andar comprimiéndolas y partiéndolas en cachitos para poder pasarlas a otro ordenador (y rezar para que los discos no se jodiesen en el trayecto) asà que útil, lo que se dice útil, no era en aquel momento (pero todo llegarÃa)
De todas formas lo que me encantaba de aquel cachivache era trastear con los interruptores de la controladora, mirar el manual y aquellos números en hexadecimal (que tampoco me decÃan nada) y cambiar la configuración una y otra vez (no me miréis asÃ, cada uno tiene sus vicios, aunque luego el maligno señor Gates me robase ese placer)
Por otro lado, mi pequeñin (el de casa) también se harÃa mayor. De cuatro ocho seis mutarÃa en pentium noventa. No, aún no me tocarÃa a mi pegar el salto, sino que confiarÃa en otras manos expertas. En aquella ocasión, las manos que obrarÃan el milagro serÃan las de algún técnico de una tienda valenciana que se anunciaba en los tochos semanales de la “GuÃa de compra de ordenadoresâ€
Fue tan sencillo como empaquetar mi über torre, mandarla por transporte, que me llamasen por teléfono preguntarme si las tripas de mi ordenador tenÃan que estar revueltas, cagarnos en los muertos de Seur, y recibir mi flamante viejo ordenador con un nuevo interior.
En el ámbito de la gestión empresarial, cambiarÃamos del Bull con su vetusto Unix y pantallas en fósforo verde, a un servidor Fujtisu con sus terminales tontos funcionando bajo Theos y su flamante… monocromo y un programa de búsquedas que era un dolor (en fin, que le vamos a hacer). Más adelante (mucho más tarde, más concretamente en el nuevo milenio, cuando me lo llevase a casa) descubrirÃa que el “flamante†súper-servidor un cuatro ocho seis. Con arquitectura propietaria de Fujitsu y que sólo aceptaba su propia (y obscenamente cara) memoria, pero no sé que me da que nos la volvieron a colar (malditos, malditos, informáticos) (Ups, igual no tendrÃa que haber dicho eso) Pero bueno, que le vamos a hacer.
Para terminar de redondear el asunto, mientras todo esto sucedÃa, en una trama secundaria, algo sucedÃa en la oficina que ocupaba mi hermano dentro de la tienda. Algo terriblemente misterioso que tendrÃa cataclÃsmicas e inesperadas consecuencias a nivel universal. Llegaba un nuevo inquilino electrónico hasta el negocio. Nada hacÃa pensar que aquel pequeño pentium cien ocultase en su interior (bueno, en realidad en su exterior) aquel terrible poder. Porque conectado a su puerto seria habÃa un misterioso artefacto: Un módem (externo)
No, en aquel momento no relacionaba aquello con el cacharro que usaban en Juegos de guerra (… no tenÃas que colgar el auricular del teléfono encima) pero pronto. Muy pronto, se desencadenarÃa todo su potencial.
Pero bueno, para eso habrá que esperar un poco, porque en la siguiente entrada volveremos a tropezar con la piedra de costumbre.
Jorune, Jorune, Jorune. Me encanta Jorune. Tanto es asà que ya escribirÃa una entrada sobre él antes de que en este blog se hablase de esas cosas. Por desgracia, y como suele suceder con los juegos que más me gustan, y volviéndonos un tanto vulgares, no se ha comido nunca un torrado comercialmente. Y mira que lo tiene todo, ciencia ficción, fantasÃa, pulp. Conceptos propios y heredados. Originalidad y clasicismo. Pero nada, que no hay manera.
La caja en la que presentaba la segunda edición serÃa parte del primer cargamento de material rolero adquirido de manera legal que entrase en mi casa (de manera menos, ejem, legal, ya me habÃa hecho antes con una “copia†del D&D del amigo Multimaniaco) Tan maravilloso tesoro llegarÃa hasta mis manos y ojos junto al Players Hadbook del AD&D segunda edición, el Top Secret y la Dragón número ciento treinta y cuatro (julio del ochenta y ocho) gracias a un viaje de verano de mi hermano pequeño a Inglaterra.
Fue verlo y caer rendido a sus pies. A la mierda las láminas a color del Dungeons, a paseo con sus doscientas páginas de hechizos. Aquella caja y sus libretos con ilustraciones en blanco y negro me habÃan conquistado.
Pero bueno, al final terminarÃa arbitrando AD&D mucho antes que Jorune. Aquel mundo era tan bonito que casi me daba miedo tocarlo y “romperlo†con mis partidas. TendrÃan que pasar cosa de diez años desde que entrase en casa para que arbitrase mi primera partida en él (y lo destrozase)
Pero bueno, encaminemos la nostalgia hacia donde debemos, y comencemos con la lección de historia de hoy.
Lamentablemente, la historia de la publicación de Jorune no ha sido tan rocambolesca como la de algunos de los juegos que he comentado hasta el momento y parece ser que, pese a sus buenos comienzos, no veremos una nueva edición de este juego.
La primera edición de Jorune se publicarÃa en el ochenta y cuatro. Por lo poco que he podido encontrar al respecto, la idea sobrevino a los autores mientras realizaban un trabajo para la clase de ingles. Aquel par de veinteañeros; Andrew Leker y Miles Teves, se montarÃan su propia editorial, Skyrealms Publishing, y sacarÃan el juego en un único libreto. No se que tirada sacarÃan, pero la cosa es que es prácticamente imposible de conseguir.
Aquella primera edición… pues era un juego de su época, con bichos de toda Ãndole que matar y poco más. Me gustarÃa poder decir algo más sobre ella pero, como ya os comento no hay manera de encontrar información. Por lo que he podido leer al respecto, no se debÃa parecer demasiado a lo que vendrÃa después (ni siquiera en el mapa) pero era un comienzo.
Para este edición no sacarÃan más que una aventura: Maustin Caji, que serÃa el germen para el futuro juego de ordenador ambientado en este mundo.
La segunda edición (mi adorada caja) saldrÃa un año después, en agosto del ochenta y cinco. Aquà la cosa ya cambiaba. A nuestros amigos Leker y Teves se les unirÃa más gente; Mark Wallace, David Ackerman, Amy Leker y Darren Champlin echarÃan una mano en los textos y Alan Okamoto junto a Brian Miller lo harÃan en el terreno gráfico.
Como sabréis, no soy amigo de categorizaciones y afirmaciones absolutas pero, con esto siempre suelo hacer una excepción y digo que (en mi opinión) esta es la mejor portada que se ha hecho jamás para un juego de rol. Bueno, igual parece que exagero, pero no he encontrado otra que se le acerque en mi estima.
Ahora os dejo unos minutos para que os recreéis y deleitéis con la portada de la caja.
¿Ya?
Vale, continúo.
La caja contendrÃa cuatro libretos:
Player manual que… os podéis hacer una idea de lo que es.
Sholari Guide. Aquà ya empezamos con la jerga joruniana. Un Sholari, según la lengua shantica (la de la raza originaria del planeta) significa “guÃa†o “maestro†En nuestro caso hace referencia al “masterâ€, “árbitro†o “director de juegoâ€. Asà que también os podéis hacer una idea de que esperar de este libreto.
A estos les seguirÃa Tauther Guide. La tothis es rito social por el que los habitantes del reino de Burdoth aspiran a convertirse en Drenn (ciudadanos)
En este libreto encontramos una descripción del mundo desde el punto de vista de un habitante de Burdoth. Vamos, treinta páginas con montones de (gloriosas) ilustraciones y textos ideales para entregar a tus jugadores y que sepan lo que saben sus personajes.
Para terminar tendrÃamos una aventura de iniciación: El skyrealm de Kolovisondra. En ella, y saliéndose del esquema que se daba en la época para las aventuras, se nos daban una la ruta que seguÃa el skyrealm que daba nombre al libreto, asà como las diversas manera de las que se podÃa acceder hasta él. También aprovechaban para describir como se creaban estos fenómenos únicos de Jorune. En un texto clásico y sencillo tenÃamos el material ideal para introducirnos un poco más del mundo.
Aparte de estos libros, también nos encontrábamos con las hojas de personajes. Unos pliegos de tamaño A3 muy bonitos de ver, pero un tanto incómodos de utilizar.
Y la cosa despegó. Cayeron en gracia a los chicos de White Wolf antes de que se convirtiesen en un panfleto para sus productos, que les dedicaron durante muchos números una columna en cada una de sus revistas: Segment Jorune.
Al mismo tiempo también saldrÃa un fanzine hecho por fans inglese que intentaba apoyar al juego, Sarceen’s Knowdeledge. Lástima que sólo viese la luz un único número.
Skyrealms a su vez tratarÃa de no dormirse en los laureles y también producirÃan nuevo material.
ComenzarÃan con Companion Burdoth y Companion Ardoth donde describirÃan el mayor reino humano del planeta y su capital, para seguir con Earth Tec Jorune donde hablaban de la tecnologÃa que se conservaba de los tiempos antiguos.
También saldrÃan un par de suplementos que sólo se podrÃan ver durante las Gen Con: Playing the Iscin Races y Shanthas of Jorune, donde se hablaba un poco más en profundidad de algunas de las razas no humanas.
En el noventa y dos se sacarÃan la tercera y (sigh) última edición del juego. En esta ocasión no lo editarÃan ellos, sino que dejarÃan que fuese la compañÃa Chessex quienes lo hicieran. Un libro de doscientas dieciséis páginas con una portada muy bonita (pero…)
En su interior repetÃamos los contenidos de la segunda edición, corregidos y ampliados con trasfondo de los suplementos anteriores. Se perdÃa la gracia de la guÃa del Tauther pero bueno, no se puede tener todo.
Para esta edición saldrÃan cuatro suplementos:
Sholari Pack e Innocents of Gauss lo harÃan en el noventa y tres. El primero serÃa un imprescindible: Pantalla de master, cronologÃa ampliada, una aventura (Voyage of the Aylon Star), glosario, el resto de material que faltaba de recuperar de los suplementos de la segunda edición y fé de erratas. El segundo una aventura sencilla que, tampoco os voy a engañar, tampoco pasa nada por no tener.
Al año siguiente los otros dos: The Sobayid Atlas y The Gire of Sillipus.
En ellos encontrarÃamos un suplemento regional que describÃa una de las provincias sureñas de Burdoth y presentaba varias semillas de aventuras y una campaña que también nos da algo de material de trasfondo.
También aparecerÃan un par de fanzines más… de una duración similar a la que tendrÃa Sarceen’s Knowdeledge. Por un lado estarÃa Sholari, y de tierras bretonas llegarÃa Bokelby’s folly. Ambos dos duraron tres números.
Y más o menos eso es todo (al menos en el terreno editorial)
Porque en el noventa y cuatro también saldrÃa un juego para ordenador (PC-DOS para ser más exactos) publicado, como no podÃa ser de otra manera siendo un juego de rol de la época, por SSI. Por supuesto, lo tengo pero, también por supuesto, apenas he jugado a él. Como bonito, lo es. También sirve para “visualizar†un poco el mundo pero, por lo que he leÃdo sobre él debÃa estar cargado de bugs y el combate se debÃa de hacer bastante repetitivo.
Asà que, más o menos, hasta aquà hemos llegado. Hubo un intento por parte de Joe Coleman (uno de los autores que colaborarÃa con los suplementos de la tercera edición, y administrador de la imprescindible página de Jorune) por hacer una edición 3.5, pero se encontró con trabas por todos lados (autores que ya no se hablan, derechos de edición que nadie sabe a quien pertenecen) asà que la cosa no cuajo.
Si que hizo un par de conversiones para poder jugar con los sistemas de Fuzion y Plus (un sistema que creó él) que se sumarÃan a las ya existente para GUPS. Más adelante otros aficionados crearÃan otras adaptaciones para J20, HERO, Storyteller y Over the edge.
Asà que tenéis la opción de echarle un tiento con distintos sistemas (cuando lo hice yo, utilizarÃa la adaptación de GURPS sin apenas trabajo)
Diciéndoos que, en la anteriormente página de Jorune, tenéis a vuestra disposición casi todo el material que existe para descarga y que en la página de Chessex aún se pueden encargar los libros que sacaron ellos, termino por hoy.
Ya estáis tardando en darle un tiento.
Ya hemos llegado.
¿Que a donde?
¿Donde va a ser? A donde querÃa llegar, que tampoco es muy lejos, pero es un lugar tan bueno como cualquier otro para un pequeño salto.
A ver, dejar que me explique.
Como sabéis (o deberÃais saber) de manera simultánea a este blog estoy escribiendo otro en el que voy reescribiendo el trasfondo de mi proyecto eterno: Daegon.
Pues bien, he llegado a un punto al que querÃa llegar. No sé si alguno de los que os pasáis por aquà (o de los que me tenéis en caralibro) soléis daros una vuelta por allÃ, pero el resumen (muy resumido) de la historia de ese mundo ha llegado al final de la quinta edad.
Que tampoco es que sea el fin del mundo (que llegará dos mil y pocos años después de ese momento, unos pocos años más adelante del “presenteâ€) pero es un buen unto para empezar a hablar de los paÃses actuales (y su historia, obviamente) ya que muchos de ellos surgieron de ese momento.
Claro, aquà estamos mis disquisiciones chorras (o no) y yo asumiendo de nuevo el mando. Asà que me asalta la duda: ¿Hago eso que tenÃa planificado desde el principio, o continuo con la historia hasta el presente, y luego me centro en (detallo y puntualizo) la de los paÃses?
¿A que se debe mi duda?
Pues… a que no se si centrándome en las historias de los paÃses se perderá parte de la imagen de conjunto que (confÃo que) he presentado para el mundo.
Vale, sÃ, “sólo†es otro mundo de fantasÃa, con sus gentes, sus dioses y sus tortas, pero espero haber logrado trasmitir las señas de identidad que lo hacen “único†(al menos a mis ojos, pero también puede ser que su paternidad me haga un tanto miope)
Asà que aquà estamos de nuevo. Tengo hasta el jueves (que es cuando suelo empezar a escribir el blog beta de Daegon) para decidirme por el camino a tomar.
De todas formas, si hay alguien por ahà a quién le apetezca escribir algo al respecto, soy todo ojos.
Venga, no os cortéis.
DÃa: El de siempre.
Hora: Más o menos…
Lugar: Mundo “realâ€
– Ya estamos aquÃ, ya hemos llegado ¿Que me podéis contar?
– Poca cosa. Mucho me temo que más o menos estamos como tú. Aunque esperaba estar equivocado y que nos trajeses noticias – primera decepción del nuevo mundo: Tipo listo no hacÃa honor a su nombre.
– Pues estamos buenos. Supongo que aquÃ, el amigo Akhenatón tampoco tendrá mucho que agregar.
–
– Vale, tampoco te hernies intentándolo – Javi hizo ademán de protegerse cuando Tipo Duro comenzó a caminar hacia él. Al menos alguien si que parecÃa merecedor de su nombre – Tampoco te pongas asÃ.
– Tienes que entenderle, tiene la traquea destrozada tras el incendio y no puede articular palabra. Me sorprende que sea capaz de andar – tipo listo salÃa en defensa de ambos – Asà que comprenderás que ciertos temas no convendrÃa sacarlos.
– ¿Incendio? Parece que me he perdido la parte divertida – iba a hacer un chiste sobre gente “quemada†pero, aparte de que era un juego de palabras muy simplón, prefirió no arriesgar su anatomÃa.
– Tampoco te creas, efectos secundarios de una trama terciaria. Poco más.
– Entonces, está aquà para…
– Hace un momento lo sabÃa, pero cada vez veo las cosas menos claras. Supongo que algún plan tendrá “el de arriba†para él.
– Yupi – no trató de disimular la desgana en su voz – Con lo que me gustan las sorpresas.
– Pues has elegido la mejor historia en la que embarcarte.
– SÃ, claro, estar aquà ha sido mi elección.
– Y eso que aún estamos un poco entre dos aguas, según pase el tiempo y te vayas adaptando a esta realidad tendrás una idea menos global del conjunto de la historia, y serás más una pequeña parte de ella.
– No te engañes, aquà poco pintamos cualquiera de nosotros. Sólo somos… sólo somos…
– Como te iba diciendo…
– Asà que estamos tú y yo solos para investigar.
– Eso me temo.
– ¿Alguna idea sobre donde por donde empezar?
– Por lo general, estas cosas solÃan comenzar con un sueño, pero parece que hemos pasado el umbral de un ciclo para pasar al siguiente.
– No se. Noto como un deja vu. Como si esto de las chorradas crÃpticas y sin sentido fuese una constante (lo cual me repatea bastante)
– Te acabaras haciendo a ello.
– Vale, ¿Por donde empezamos?
– Te puedo decir lo que he averiguado (o recuerdo) de nuestra situación.
– Vale, ponte a ello, pero tampoco repitas nada que se haya dicho antes, que hay cierto tipo de reiteraciones que no me van.
– Bien. Estamos en una ciudad llamada Pamplona. Se supone que estamos en medio de una fiesta, (lo cual deduzco por el alto porcentaje de gente cerca del coma etÃlico y la “uniformización†de vestimenta “pintorescaâ€) – se echó la mano al bolsillo – No tenemos dinero (Iba a usar la expresión “ni un duro†pero no se muy bien por qué, si la moneda local se llama Euro) Espero que si nos arrimamos a alguna cuadrilla de “alegres pillastres†podremos mimetizarnos como parte de ellos y que nos inviten a comer algo que no superará los mÃnimos controles sanitarios (esto, lo de mimetizarnos, es una teorÃa aún por validar, la segunda parte, lo del riesgo implÃcito en comer algo que nos sirvan en según que sitios, lo darÃa por seguro)
– Casi que preferirÃa ahorrarme esa parte y acabar cuanto antes. No me apetece quedarme demasiado tiempo por aquÃ.
– Bien. Puntos a favor: Si hemos aparecido aquÃ, supondremos que es aquà donde tenemos que buscar a nuestro objetivo.
– Nuestro objetivo. Ni que nos la fuéramos a cargar.
– Continuo con nuestro último punto a facor
– ¿Sólo dos?
– Deja de interrumpirme: No es una ciudad grande.
– Por poco grande que sea, buscar a una persona que no conoces, en un lugar que no conoces, atestado de gente que tampoco es del lugar, yo dirÃa que lo llevamos crudo.
– Me has quitado los puntos en contra que iba a enumerar. No sé que me da que ahora mismo la cantidad de gente que no es de la ciudad duplica a los nativos.
– ¿Que es esto, un vórtice dimensional? ¿Esta gente no tiene vida en sus puñeteras ciudades?
– Yo no utilizarÃa la palabra “vida†para describir lo que nos rodea.
– Hala, alegrÃa. ¿Entonces, qué? ¿Empezamos a encuestar guiris aleatoriamente?
– Por supuesto. PodrÃamos empezar con algo sencillo. Algo como: Buenos dÃas, ¿me podrÃa decir si ha visto a una mujer a la que no puedo describir?
– Vete a la mierda – empezaba a comprender y con…, con…, con alguien, pero no era capaz de recordar con quién. Aquello si que era un buen comienzo.
Se dice que la cabra tira para el monte y, cabezón cual macho cabrÃo que es uno, de vez en cuanto trataba de regresar a los elevados picos que mi añoranza de los tiempos (más) mozos se empeñaba en recordaba como Nirvanas lúdicos.
Con el tema del software “laboral†solucionado (no habÃa mucho entre lo que elegir, y sólo era cuestión de pedirlo a los distribuidores) y en el aspecto de los programas “creativos†solventado a su vez gracias a (ejem) otros “canales de distribución†que consistÃan básicamente en “donaciones†de amigos y conocidos
Ndt para aquellos que no entienden el texto “entrecomilladoâ€: Para hacerte con un procesadores de texto o un programa de dibujo, llamabas a alguien que sabÃas que lo tenÃa, y te copiabas sus discos que, a su vez, el habÃa copiado a algún otro poseedor del programa en cuestión (después, alguien te lo pedirÃan a ti, continuando asà el ciclo que se prolongarÃa hasta el absurdo, el infinito, o la llegada de las grabadoras de cedeses)
¿Qué queréis? conseguir según que programas no era algo que pudieses hacer por cauces “oficiales  a no ser que te sobrase mucha pasta o esperases ganarte la vida con ellos.
A lo que iba, que me disperso. Con la faceta “seria†de mi vida informática “arreglada†mi misión volvÃa a centrarse en la búsqueda del ludismo perdido.
Pues sÃ, demostrando mi escasa inteligencia, de vez en cuando dejaba que los aguijonazos que trataban de perforar mi reforzada coraza de “hombre de bien†llegasen a impactar en mi vena lúdico-electrónica. En aquellos momentos tocaba gastarse los ahorros, buscando cual yonki las anheladas mieles de goce digital perdido.
De todas formas y, afianzando las raÃces de mi recién descubierta vertiente retro, lo que me dedicaba a comprar eran versiones modernas (que no mejores… bueno, igual un poco mejores, sÃ) de juegos que ya habÃa tenido. AsÃ, aparte de clásicos como el Pirates Gold o el Unlimited Adventures, grandes juegos a los que apenas les dedicarÃa tiempo (más allá del que necesitaba para instalarlos y configurarlos, ver las “animaciones†de introducción y decir: “Que bonicosâ€) también (y tras larga espera) caerÃa uno de los Ultima (el ocho, Pagan).
Con esta saga tenÃa una deuda pendiente: Tras años de ver las portadas de la saga en las revistas extranjeras (C+VG y Commodore User), nunca habÃa jugado a ninguno de ellos. Asà que, tras abrir la caja, contemplar sus ocho disquetes, y cruzar cada uno de los dedos de mi cuerpo (para que no fallase ninguno) durante la instalación… no pude jugar.
AlegrÃa, me cago en la memoria extendida y la madre que la trajo. Tocaba cacharrear (otra vez) con el memmaker si no querÃa necesitar de un noveno disco (de arranque). Después, jugar cinco minutos, hacer copia de los discos (por si acaso) y ponerlo sólo cuando venÃan visitas (que bonico que era, pero que peñazo también)
Pero tampoco os creáis que ocho discos era algo fuera de lo normal. TenÃas otros programas como el Corel Draw que ocupaba cosa de trece, o la joya de la corona: El Office, que te venÃa en veinticuatro y cuya instalación era una autentica prueba de paciencia y nervios de acero (y de dedos a cruzar)
Pero claro, uno seguÃa viendo en las revistas (tanto nacionales como extranjeras) juegos que tenÃan muy buena pinta… pero que no encontraba en las tiendas de Pamplona. Asà que, si querÃa hacerme con ellos, debÃa volver a transitar las neblinosas sendas que guiaban mis pasos de vuelta al lado oscuro (bueno, sólo un poco mas “oscuro†que el que me conseguÃa los programas “seriosâ€) Un camino que ya habÃa recorrido en los tristes tiempos del Atari: A buscar al tipos con “parche y “contactosâ€. De esta manera contactarÃa alguna que otra vez con uno de los clientes de la tienda (que era el que habÃa logrado configurar el CD en el ordenador) que traÃa montones de folios grapados con enormes listados repletos de juegos de prometedores nombres, pero decepcionantes resultados. Lo más entretenido de todo aquello era leer aquellos tÃtulos e imaginar lo que podÃan significar, calcular cuantos podÃan caber en “mi lado del CDâ€, ya que hacÃamos los pedidos de manera conjunta, y la espera hasta la llegada del cargamento.
Como veis, los hay que no escarmentamos y nos lanzamos una y otra vez contra la misma piedra. Lo que pasa es que es una piedra que parece tan bonita desde lejos, y se parece tanto a esa que tenÃamos hace tiempo, que mucho me temo que seguiré tropezándome con ella durante toda mi vida.
En fin, supongo que hay cosas peores.
PodrÃamos trata de meter a Talislanta dentro de algún género, ya sea, ciencia ficción, fantasÃa, pulp o todos ellos al mismo tiempo. Pero como esas cosas siempre me han parecido una perdida de tiempo, casi como si me (y os) lo ahorro.
Talislanta no es un mundo basado en la fantasÃa clásica (léase “tolkieniana†o dungeonera) en la espada y brujerÃa o las mitologÃas del medievo europeo. Las influencias del señor Sechi a la hora de ponerse a escribir, como ya comentaba en la anterior entrada, no eran ningún misterio o secreto e iban por otros derroteros, cosa que se nota en lo que nos encontramos al abrir sus libros. Aunque sà que se notan más la influencia de algunos autores como como Lovecraft, Burroughs (sobre todo el Marte de John Carter) o Vance, asà que si habéis leÃdo algo de esta gente ya os podéis hacer una idea de por donde van los tiros.
Asà tenemos un continente (Talislanta) ubicado en un planeta llamado Archaeus que orbita alrededor de un sistema binario, que forma parte de galaxia situada en “una remota dimensión del plano materialâ€. Un mundo en el que no hay humanos (ni elfos o enanos) pero que sà que está poblado por montones de razas humanoides.
Un lugar en el que nuestras leyes de la fÃsica (y, porqué no decirlo, la lógica) no son tan válidas como el poder de la magia en toda su amplio y vasto espectro.
Archaeus es un mundo joven (el año que marca su calendario de su quinta edición es el seiscientos tres, pese a que en la tercera la lÃnea temporal llegase al seiscientos veinte) con una historia no demasiado desarrollada más allá de las confrontaciones bélicas que sirven para “definir†a las diferentes razas que lo pueblan.
La historia del mundo comienza con una (clásica) “Edad olvidada†gobernada por una raza de seres reptilescos llamados en un principio “los Drakken†(a los que en posteriores ediciones se les cambiarÃa el nombre por el de “los Primerosâ€)
Esta raza serÃa serÃa expulsada de Talislanta y “empujada†fuera de él a través de unos puentes que comunicaban los continentes que, posteriormente, serÃan destruidos. Aquellos que los vencieron serÃa una raza llamada los Archaenos (Archaens), una tribu de cazadores que, tras encontrar unos artefactos “mágicos†en una nave estrellada sobre el continente, evolucionarÃa por encima de sus congéneres (como no, conquistándolos a su vez)
Los Archaenos, con el tiempo irÃan alterando su apariencia por diversos medios distanciándose cada vez más de los infra-hombres (sub-men) que heredarÃan la masa continental cuando sus “señores†se mudasen a sus ciudades volantes. Cuentan las leyendas que también llegarÃan a conquistar las estrellas y otras dimensiones.
Pero llegó nadie sabe, como, nadie sabe por qué (aunque muchos echan la culpa al uso equivocado que los Archaenos hacÃan de la magia) el “gran desastreâ€. Las ciudades volantes cayeron a la tierra o se perdieron en el espacio. Tormentas de fuego arrasaron llanuras y convirtieron montañas en polvo. Nubes de energÃa mágica aberrante se desataron sobre la atmósfera, causando cambios climáticos y mutaciones por todo el mundo.
SerÃa el final de esta raza que, desposeÃdos de su tecnologÃa y gran parte de su poder caerÃan presa de las tribus de los infra-hombres.
Después de este desastre, llegarÃa otro clásico; la era de la confusión con guerras y más guerras, a la que seguirÃa una “Nueva era†(pero sin florecitas ni jipis)
Como podéis ver, la historia en sà no es que sea el epÃtome de la originalidad, pero como ya os decÃa, tampoco pretende serlo. Lo que hace este mundo algo único es la variedad cultural de sus distintas razas y la personalidad que logra crear y trasmitir el autor (bueno, los autores, que la parte gráfica también ayuda mucho) de un mundo hostil e inmisericorde donde no te gustarÃa vivir (¿alguien más ve ciertas similitudes entre esta descripción y la de cierto mundo desértico que sacaron los dungeoneros cuatro años después?)
En Talislanta podemos encontrar magias de todo tipo. De la astromancia a la cartomancia, de la criptmancia a la cristalomancia. De la clásica magia elemental a la no menos tradicional invocación. Del chamanismo a la brujerÃa, de la hechicerÃa a la botanomancia (y muchos más).
Puedes interpretar a un tosco gigante Karakhano o una refinada musa tele-émpata. Un guerrero Ahazu de cuatro brazos o un esclavista imriano. Hombres de fango de los pantanos, o alados stryx. En la cuarta edición tenÃas cosa de ciento veinte arquetipos para elegir, cada uno con su propia particularidad.
Yyyyy, poco más os voy a decir. Asà que voy a repetirme un poco: Anda, poneros a descargar los libros, que para unos que podéis hacerlo de manera legal ya estáis tardando.
Ya me contaréis.
DÃa: Aún el mismo.
Hora: Un poco más tarde.
Lugar: Mundo “realâ€
Llegó a casa. Cabreado y hambriento, pero llegó. Que le apeteciese cocinar algo ya era otro asunto. Abrió una lata de espárragos y una bolsa de patatas fritas, sacó la botella de agua del frigorÃfico y se fue al salón. Después repartirlo todo por la mesa, la estampa no le convenció lo más mÃnimo.
Lo guardó todo y salió a la calle de nuevo. Si algo bueno tenÃa San FermÃn era que podÃas comer a cualquier hora. Otra cosa es que no te atracasen con el precio ni te intoxicases con lo que te vendÃan, asà que decidió ir a tiro hecho, por lo que le básicamente le quedaban dos opciones: Hamburguesa o Pizza. Lo mismo que podÃa comer a cualquier hora también durante el resto del año.
Ya que habÃa salido optó por la hamburguesa. Le apetecÃa más Pizza, pero eso lo podÃa haber pedido también desde casa. Listo, Javi, muy listo.
– Espero haber estado más espabilado con el resto de las decisiones del dÃa – dijo para sà mismo.
Descartó los restaurantes de franquicia que servÃan a domicilio por la mima brillante regla de tres que habÃa utilizado para el primer descarte, pero aquello tampoco logró que se sintiese más listo. Más bien la cosa tiraba hacia el lado contrario. Tocaba comida de franquicia… que no servÃa a domicilio. El dÃa iba mejorando por momentos, en aquel momento no le importaba que el armagedón llegase ya mismo.
Mientras subÃa por el parque de la Biurdana, su mirada láser imaginarÃa cortaba todo lo que se encontraba en su rango de visión; farolas, pivotes, arboles… puentes, nada era capaz de resistirlo. Eso sÃ, cuando algún transeúnte se le cruzaba por delante, su mirada lo rodeaba creando una grieta hasta el extremo opuesto del mundo si bajaba la vista, o partiendo por la mitad planetas y soles si lo hacÃa hacia arriba. Pensándolo bien, aquel rayo imparable continuarÃa su ruta después de atravesar la tierra, asà que no importaba hacia donde mirase; mundos morÃan por su poder mirase hacia donde mirase…
– Bwahahahahaha – en su interior se sentÃa un señor del mal y adoptaba esa pose.
Aunque claro, ni siquiera mentalmente mataba a nadie. Mira que era fácil, y ni siquiera como señor del mal valÃa una mierda.
– TÃo, eres único dándote ánimos.
“Apagó†el rayo letal y continuó su camino hacia la comida. Al llegar al lugar marcado con la “X†apagó el mp3 hizo memoria sobre cuantas y qué canciones habÃa escuchado: Cuatro. No era su mejor marca, pero bueno, tampoco querÃa batir ningún record.
Para el dÃa que era, tampoco habÃa demasiada cola, asà que esperó, comió y se marchó. Para las cinco ya habÃa terminado. Chúpate esa, Julio César.
Para la vuelta a casa decidió tomar una ruta alternativa. Se pasó por los cines Golem, pero no habÃa nada decente para ver. Sabiendo de antemano lo que le esperaba, decidió pasarse por el centro para ver si habÃa algo decente en los Carlos tercero. Un rato, y cosa de cuatro mil “personas excesivamente alegres†después y llegó: Nada. Para que luego dijesen que Internet se estaba cargando a los cines. Bueno, al menos ahora tenÃa la excusa para pasar por delante de su sitio preferido de Pamplona. SÃ, hombre, esas escaleras justo antes del Portal Nuevo. Que sÃ, bajando por la avenida de Guipúzcoa. No saber el nombre de aquel lugar nunca habÃa impedido que le gustase aquel… ¿monumento? ¿montón de piedras?… ¿escaleras?.
Además, da igual, aunque conocieseis la edificación, jamás la habréis visto tal y como la veÃa él
Mientras se hacÃa aquellas preguntas (una vez más) llegó hasta ellas, y todo lo demás desapareció de su mente.
Se las imaginó nevadas. Las hojas de la flor de cerezo revoloteaban a su alrededor mezclándose con los copos de nieve, como las entradas de esos templos japoneses (de las pelÃculas) a los que tanto le recordaba.
En lo alto del tramo final, dos personas luchaban. Entrechocaban sus espadas y daban saltos imposibles. Samurai de blanco contra ninja de negro. Colores puros, primarios y perfectos aderezaban una coreografÃa que era como tenÃan que haber sido las de las últimas pelÃculas de Zhang Yimou. Nada de pretenciosa ni lirismo de todo a cien. Aquello eran hostias como panes, como tienen que ser dadas.
En aquel vistazo de apenas dos segundos, en su cabeza se creó una (otra) historia más de amores, épica y tragedia. Después, continuó con su camino por la acera nevada.
– ¿Nieve en julio? – se dijo extrañado – Pues sà que va rápido esto del cambio climático – tampoco es que le importase, al fin y al cabo la nieve le gustaba y aquello “despejarÃa†a algún que otro sanferminero de pro – TendrÃa que haber salido con botas.
Cruzó el Portal Nuevo y entonces la vio. Le sonaba de algo, y eso que sólo veÃa la espalda de aquella chica. No. Más que “sonarleâ€, o recordarle a alguien, sintió una atracción instantánea.
¿Flechazos a aquellas alturas de la vida? Se veÃa que aquel dÃa le estaba afectando más de lo que creÃa. Continuó hasta a su velocidad de crucero y trató de no desviar la mirada hacia ella cuando la adelantó. Fracasó estrepitosamente.
Verle el rostro cambió la sensación. Ya no era atracción, era… ¿Amor?
– ¿Amor a primera vista? – pensó – TÃo, estas fatal de lo tuyo.
Aceleró el paso, pero no conseguÃa dejar atrás aquellas facciones… indescriptibles.
– Cállate – se dijo – Déjame tranquilo un rato.
Llegó al cruce de Cuatrovientos y miró hacia ambos lados. Coches por todas partes. Mientras cruzaba el paso de peatones se imaginaba disparando rayos, esta vez repulsores, desde sus manos. Los morros de los coches que le rodeaban se incrustaban en el suelo, obviamente, deteniendo sus trayectorias. Por “suerte†a los conductores no les pasaba nada.
Finalmente llegó a casa y se metió a la cama. No eran ni las siete.
Activó su esfera infinita de aislamiento, pero ya sabÃa que aquella noche tampoco iba a poder dormir nada.
HabÃa conseguido hacer funcionar a mi nuevo súper-monstruito, pero aquello no cambiaba nada. Lo seguÃa utilizándolo para lo mismo; como procesador de textos… pero tampoco es que escribiese demasiado.
Por suerte, en aquellos tiempos descubrirÃa el Shareware, dando un vuelco considerable a las funciones para las que usaba la máquina (y la informática en general) También comenzarÃan a popularizarse las revistas de share y freeware. Publicaciones que (obviamente, tras comprarlas) te regalaban… algo por lo que no habÃa que pagar. Claro, en una época en la que internet tal y como la conocemos se encontraba en un estado casi de gestación, y los oscuros y arcanos misterios de las BBS sólo se encontraban a disposición de unos pocos elegidos, era harto complicados de recopilar o conseguir aquel material por tu cuenta, asà que hasta agradecÃas pagar por ello.
Mi curiosidad informática crecÃa, y resurgÃa mi nunca desaparecido gusto por el gore electrónico. Hasta entonces sólo habÃa tenido cacharros con los que jugar de una manera, pero aquellos trastos despertaron en mà algo más. Igual era porque me encontraba vendidÃsimo para hacer cualquier cosa básica. Antes, era encender la máquina y ¡ZAS! ¡MAGIA! Se encendÃa y funcionaba, punto. Ahora no. Ahora se podÃa jorobar la disquetera, el disco duro (que no, no eran lo que yo habÃa creÃdo hasta entonces) u otro montón de palabrerÃa técnica que me sonaba a algo a medio camino entre el albano-kosovar y el soajili cerrado. Y lo peor era que aquello me molaba. Me sentÃa contento cada vez que pinchaba una tarjeta y conseguÃa que funcionase. Cada vez que copiaba una linea del autoexec y sabÃa (más o menos) lo que me decÃa y para que servÃa. Aquello prometÃa.
Asà que me compré una torre enorme para trasplantar a mi pequeñin y poder enredar en sus tripas a gusto. La cosa no parecÃa complicada: Marcar cables, soltarlos, quitar la placa de una caja y conectarla en la otra. Chupado incluso para un bárbaro como yo. Con lo que no contaba era con que las conexiones de los buses en aquellos tiempo no eran lo que se dice “precisasâ€. Tras el trasplante, el condenado no sólo no quiso encenderse sino que metÃa un pitido que no presagiaba nada bueno. Mi escasa autoconfianza y raquÃtico ego se hundieron hasta simas nunca antes horadadas; me habÃa cargado un cacharro que no iba a ser fácil (ni, sobre todo, barato) de reemplazar. TendrÃa que haber prestado más atención en el curso de destrucción y reconstrucción de horrores tecnológicos.
Por suerte no me lo habÃa cargado, y el amigo Z logró hacer que aquello volviese a mover bits por su interior. Eso sÃ, tardarÃa unos añitos en atreverme a revolver entre las tripas de un ordenador (más allá de para instalarle una tarjeta de sonido).
Tras el susto, el pavor y todo lo demás, decidà que tocaba estudiar medio en serio sobre aquello, pero no tenÃa ni idea de donde. Tampoco estaba tan emocionado como para ponerme a estudiar otro ftp, asà que empecé a buscarme la vida por mi cuenta. A falta de internet (y wikipedia) que echarme a la boca, me apunte a un curso Ceac de Basic, que no tenÃa nada que ver con lo que yo querÃa, pero era lo que habÃa (y el comercial se empeñaba en que era imprescindible antes de meterme en cosas más serias)
Ese curso aún sigue por mi casa (se vino conmigo en la mudanza) y… estoy convencido de que algún dÃa lo haré (hey, es casi todo programación para ordenadores de ocho bits, y eso mola bastante más que Visual Studios, Javas, Punto nets o Pythons)
Mientras me (ejem) mentalizaba para empezar a estudiar “en serioâ€, en una de las revistas de shareware encontrarÃa las herramientas que han guiado mis pasos informáticos hacia la senda que aún transita: La emulación. Mucho cachi procesador, triangulitos que se mueven a la vez y teras de información, pero con lo que mejor me lo paso es con la informática viejuna.
Por un lado tenÃa un emulador de algo moderno… el entorno gráfico del OS2Warp de IBM. Lo más curioso del asunto era que Windows iba mejor y tenÃa más posibilidades con ese emulador que sin él (lo no hacÃa sino engrandecer las leyendas sobre la generosidad de los señores de Microsoft para con la competencia)
Por el lado encontrarÃa los primeros emuladores de ordenadores de ocho bits (Commodore y Spectrum) lamentablemente, aún no habÃa a disposición del gran público en general una librerÃa de juegos con los que poder darle uso (aparte de que aquellas versiones sólo funcionaban diez minutos si no comprabas la versión completa)
Era ver la pantallita azul del Commodore y ponérseme un sonrisa tonta en la cara (y la cara de tonto me dura hasta hoy)
AsÃ, con esta expresión de lerdo y la lagrimita a punto de caer, me despido por hoy… Creo que voy a echar una partidita al Traz antes de ir a dormir.
Talislanta.
¿Que se puede decir de Talislanta (en la lengua de Cervantes) que no se haya dicho ya?
Pues… mucho me temo que casi todo.
Y es una lástima, porque es un gran juego con montones de material muy bueno e ideas muy interesantes.
No es tan rompedor como pudieran ser en su momento Tékumel o Glorantha. Más allá de su “obsesión†con que no haya elfos (su eslogan de toda la vida) tenemos un amplio abanico de razas con las que podemos jugar (algunas similares estéticamente a los anteriormente citados elfos o el resto de razas de la fantasÃa convencional, pero siempre tratando de hacerlas culturalmente únicas) entre las que no se ha tratado de crear un “equilibrio jugableâ€. Las hay muy bestias, y son bestias. Punto. No hay desventajas por que sÃ, para que no se abuse. El mundo es como es, salvaje y despiadado. Brutal, podrÃamos decir. Las criaturas que lo pueblan no son lo que se dice amables o amistosas. Son bonitas, sÃ, pero bonito como puede ser el diseño del álien o el depredador cinematográficos.
Talislanta es Burroughs se toma unas copas con Zelazni, Vance, Lovecraft y Moorkcock mientras se leen unos tebeos de la DC clásica (el mismo Stephan Michael Sechi, menciona estos referentes junto a otros tantos que no he leÃdo entre los que se encuentran gente como Erodoto o Borges. A ver cuando corrijo estos defectos de formación)
Al contrario que Gygax o Stafford, Sechi no tenÃa aquel mundo dando vueltas por su cabeza antes de que el rol fuese rol (estaba muy ocupado tocando con su banda), sino que su afición a esto comenzarÃa tras una partida al D&D clásico en la que le metió su hermano pequeño. Después de eso, ya sabéis. Montó con unos amigos su propia editorial (Bard Games, con una inversión inicial de seiscientos dolares por cabeza) publicarÃa su primer juego (La trilogÃa de Atlantis)
Tras unos problemas con sus compañeros, venderÃa su parte de la impresa a uno de ellos, guardarÃa el dinero en el banco, y durante los tres meses siguientes se dedicarÃa a escribir los tres primeros libros de Talislanta. Más adelante, su ex-compañero decidirÃa que ya no le apetecÃa dirigir más la empresa, y le vendió de nuevo su parte.
Asà la primera edición del juego acabarÃa viendo la luz en enero del ochenta y siete. Empezando con The Talislantan Handbook, un libreto de ochenta y ocho páginas entre las que podÃamos encontrar desde lo tÃpico: El reglamento, hechizos, habilidades, equipo, glosario de términos, etc hasta cosas no tan habituales: Datos de clima, calendario de fechas señaladas en el mundo, escritura (bueno, en realidad unas runas con su equivalencia con nuestro alfabeto) y, lo que me atrajo desde un principio del libreto: Las ilustraciones de las distintas razas.
En la parte central del libro te encuentras con cuatro páginas cada una con doce ilustraciones de distintos arquetipos con su correspondiente nombre a la espera de que tu dedo dijese: Mi personaje va a ser uno de estos.
En mi caso (y ya con la segunda edición, en el que las páginas con dibujines de arquetipos habÃan subido hasta siete) mi primera elección serÃa un Guerreto mÃstico mandalano (Mandalan mystic Warrior) Os preguntaréis ¿a que se debió aquella elección? ¿Al exotismo del nombre? ¿Al misticismo que destila? Pues no, lo elegà porque el bicho del dibujo parecÃa un ninja, y yo me encontraba en esa edad en la que todo lo que sonase, pareciese o recordase a un ninja, molaba (¿a quién pretendo engañar? Aún sigo en esa fase)
Luego resulto que estos tipos eran pacifistas y tal, pero bueno, aunque sólo llegué a jugar una partida con él y recibió palos por todos lados, aprendà a quererlo tal y como era.
Bueno, cerramos la batallita y continuamos con lo que estábamos.
En febrero del mismo año saldrÃa The chronicles of Talislanta, ciento veinte páginas en las que Tamerlin (el tipo con un nombre no demasiado original, pero se lo perdonaremos) nos hablaba sobre el mundo y sus habitantes.
Después de este vendrÃan A naturalist’s guide of Talislanta en septiembre y Talislanta sorcerer’s guide en junio del año siguiente (para los que no sepan de lenguas, bestiario – ¿botanicario? Y hechizos, encantamientos, objetos mágicos, bichos extra dimensionales, profesiones nuevas y demás)
También tratarÃa de sacar un cómic ambientado en su mundo, pero la editorial que querÃa sacarlo se irÃa a pique tres meses antes de que los tebeos llegasen a ver la luz.
Un mes después, saldrÃa a la venta el primer volumen de The cyclopedia Talislanta, que era… lo que su mismo nombre indica, el primer suplemento de la segunda hornada, tras el que el amigo Stephan se tomarÃa un descansito tras el palizón.
El año siguiente y con fuerzas renovadas, se lanzarÃa a sacar la segunda edición del juego: Talislanta handbook and campaign guide, donde pulÃa alguna regla y hacÃa un resumen del material publicado los suplementos de la primera edición y se puso las manos de escribir para sacar los siguientes tomos de la Cyclopedia Talislanta:
The Cyclopedia Talislanta II: The Seven Kingdoms
The Cyclopedia Talislanta III: The Wilderlands of Zaran
The Cyclopedia Talislanta IV: The Western Lands
The Cyclopedia Talislanta V: The Eastern Lands
The Cyclopedia Talislanta VI: The Desert Kingdoms
E incluso se atrevió a sacar una linea de miniaturas junto con Lance & Laser (los mismos que sacaron el dos mil dos figuritas de Glorantha)
Al año siguiente sacarÃa el último libro publicado por Bard Games: Talislanta Worldbook, una reedición – ampliación – revisión del viejo Chronicles y la primera Cyclopedia.
HabrÃa que esperar dos años para una nueva edición del juego, esta vez publicada bajo licencia por Wizard of the coast (antes de caer ante el lado oscuro del Magic)
The Talislanta Guidebook serÃa el primer libro. Más de trescientas páginas en las que se volvÃa a resumir lo anteriormente publicado, pero avanzando veinte años en la lÃnea temporal del mundo.
Wizards tambien publicarÃa otros tres suplementos: Talislanta Geographica, Thystram’s collectanea y The archaen codex (mapa, bestiario y tocho de magia) y cuatro aventuras: Saristra, Sub-men rising, Quantrigue y The scent of the beast. Como premio también sacarÃan una colección de relatos cortos: Tales of Talislanta.
Se dice, se comenta, se rumorea, que llegaron a un acuerdo con Steve Jackson Games para que se publicase un GURPS Talislanta. Buscando por ahà he encontrado que hasta le sacaron el ISBN (y hay tiendas que lo ofrecen, siempre fuera de stock) pero, lamentablemente, lo cierto es que no llegó a publicarse (aunque circulan leyendas sobre copias de playtesting pululando por la nube)
Pero para mi eterna condena, Magic consumió toda la maquinaria editorial de Wizard, provocando su abandono de la causa rolera.
También sacarÃa el señor Sechi por su cuenta tres compilaciones musicales: Music from Talislanta I y II, y Wizard Hunter CD. Música instrumental que habÃa compuesto para dar ambiente en las partidas. Todito compuesto e interpretado por él (que para algo es también músico)
HabrÃa que esperar otros cinco años, para celebrar el décimo aniversario de la primera edición, para empezar a escuchar rumores de una nueva publicación de Talislanta. Diez años, y aún no hay elfos, rezaba la promo. Pharos Press se hizo con la licencia, pero al final no sacarÃa nada más allá de un PDF con la promo (y la frasecita) antes de que diferencias creativas llevasen a paseo el proyecto. Desde Talislanta.com están tratando de hacerse con alguna de las pruebas de impresión de esa edición para escanearlas y compartirlas, asà que si alguno de vosotros sabe algo de ellas, ya estáis tardando en mandárselas.
Pero no acaba aquà nuestra historia. En dos mil uno, Shooting Iron se harÃa con los derechos para sacar la edición definitiva. Un tochal de quinientas dos páginas con todo lo necesario para arbitrar en este mundo… lo único que no metieron fue una aventura introductoria (pero es que tenÃan que parar de meter páginas en algún momento)
Pese al cariño que le tengo a la segunda edición (que fue la primera… y única a la que he jugado) debo coincidir con su autor en que esta mola más (aunque puede llegar a ser un poco incómoda, es impresionante como pocos libros)
Servidos y fipados con esa edición, hubo que esperar hasta dos mil cinco para una nueva edición, esta vez adaptada al sistema D20 (¡horror!, vale, que sÃ, que el sistema original también se basaba en ese dado, pero no era plan) por parte de Morrigan Press. Esta gente también sacarÃa otros siete suplementos:
Talislanta Menagerie (Bestiario, y van…) Codex Magicus (esto… cielos, más magia) Midnight Realm, People & Places: Djaffa y The Northern Reaches (suplementos regionales) The Weight of Water (una campaña larga) para terminar con una par de curiosidades: Un suplemento de veinticinco páginas, Riding The Sky: A Guide to Windships y Talislanta Cardstock Minis trece páginas con imágenes recortables de los diversos arquetipos del juego. Ambos serÃan publicados exclusivamente en PDF. Todos estos suplementos serÃan compatibles tanto con el sistema clásico como con el D20.
También reeditarÃan ese mismo año (para la quinta edición que estaban preparando) una versión actualizada de The Chronicles of Talislanta
y Hotan’s History Of The World
la guÃa (ejem) “definitiva†de la historia del mundo.
Y para abrir boca antes de lanzarse a la quinta edición, lanzarÃan The Darkness. Mientras estaban escribiendo el suplemento Midnight Realm, se emocionaron tanto ante las posibilidades de la región, que terminaron creando una “escisión†del suplemento para darle entidad propia como juego independiente basado en su Omni system.
Finalmente, en dos mil siete, saldrÃa la quinta edición (esta vez olvidándose del D20… del sistema, no del dado) para el que sólo han salido tres libretos: A Player’s Guide to Talislanta, A Gamemaster’s Guide to Talislanta y The Menagerie.
Yyyyyyyyy, creo que eso es todo amigos, al menos por el momento (que tampoco es poco) pero os acomodéis todavÃa, que el amigo Stephan anda a la búsqueda de ese tebeo que no llegó a publicarse, de sacar algún libro de ilustraciones con los dibujos de Patricia Breeding Black (que yo me comprarÃa sin dudar) y tentando por ahà a la gente para ver si alguien se anima a sacar un MMORPG ambientado en su pequeñÃn.
Mientras tanto os podéis pasar por Talislanta.com, donde se puede descargar todo el material que han conseguido escanear, ya que su autor ha liberado ese material.
¿A que estáis esperando?
DÃa: Estooo…
Hora: ¿Qué queréis que os diga? Más o menos entre esta y la otra.
Lugar: No. AhÃ, no. En otro lado tampoco.
– ¿Hola?
–
– Sé que estás ahÃ.
–
– ¿Vas a seguir jugando a esto durante mucho rato?
– Perdona, que no sabÃa como empezar.
– Pues como de costumbre, con el culo.
– Gracias, eres un amor.
– Déjate de gaitas, que te estas luciendo con la entradilla (en tu mejor tradición)
– Algún dÃa de estos tengo que ponerme a analizar por qué me hago estas cosas.
– Bla, bla, bla, aún no has empezado.
– Que sÃ, que sÃ, que me des un minuto para acabar de centrar un poco el asunto.
– Puedes darle todas las vueltas que quieras, pero el tema esta claro: Tu protagonista ha decidido pasar de ti.
– Hombre, yo no lo dirÃa asÃ. El enfoque es un tanto simplista.
– Pues yo lo veo cristalino. Sea como sea, toca improvisar.
– ¿De verdad crees eso?
– Creo lo que tú quieres que crea. Ya sabes… tú escribes, y yo… esto… eso, lo que sea.
– Venga, a ver si hacemos que esto avance un poco. Vamos a empezar con una recapitulación.
– ¿Como esos capÃtulos que son un copia – pega de los anteriores? ¿Que vas a hacer, poner aquà parrafitos de las anteriores entradas para ir ganando tiempo?
– Que no. Lo que pasa es que esto lo comencé hace ya un tiempecito y…
– Si no se acuerdan, que lo lean, que para eso está por ahà colgado. Nos hemos levantado vagos, ¿Eh?
– A ver, es que es un poco complicado de explicar…
– Que no. Que te cebaste mucho puteando a tu álter ego y no te ha quedado más remedio que hacer que reaccione de una manera coherente y pase de ti.
– ¿Eso es lo que crees?
– ¡Y dale!. Que no vuelvas por ahÃ, que vamos a acabar en un bucle infinito.
– Vale Entonces igual lo mejor es soltarlo directamente en plan monologo.
– No esperes que te diga que sà a nada. Tú mejor que nadie sabes cual es mi papel en esta historia.
– Por supuesto que lo sé. De no ser asà ya te habrÃa dado pasaporte hace tiempo.
– ¿Debo sentirme halagado?
– Tampoco es para tanto. Esto no deja de ser una historia sencillita, pero bueno, no dejas de ser el prota de esta parte.
– Hala, venga, toma huida hacia adelante… Que no cuela. Que esto va sólo de Javis.
– ¿Y que te cre..? Joder, cuesta no tomar el caminito de marras. Vamos a decirlo despacito y vocalizando bien para que ni siquiera a ti te cueste entenderlo: Tú también eres otro Javi.
– A ver, me has llamado Sarcástico y Mike, pero de Javi nada de nada. El prota siempre ha sido “el otroâ€.
– Eso es lo que podÃa parecer, pero tú siempre has tenido más dialogo que él. Tú eras el que daba “vidilla†a esta parte de la historia y no el sosito de Javi. Sin tu parte, el microverso habrÃa sido un muermazo. En definitiva: Sin ti, escribir esto habrÃa sido un coñazo.
– Eres único echándote flores.
– ¡Que este Javi no soy yo! (y el otro tampoco)
– No. Si yo te creo.
– Da igual. El tema es que ha llegado el momento en el que te toca saltar a primera lÃnea.
– No me jodas. A mi lo que me mola el papel de listillo. Ya sabes, lo de saber más que los demás, vacilarles y saber que siempre llevas las de ganas en una discusión. Lo de pringado a putear como que no me motiva demasiado.
– Uno: No puedes elegir y Dos: Tampoco creas que vas a cambiar mucho. Para personajes a traumatizar tengo muchos dispersos por ahÃ.
– Promesas, promesas. A ver en que fregado me metes.
– Nada, nada. Una un poco de lobotomÃa selectiva, un poco de ingenierÃa de personalidad y todo solucionado.
– Y que los demás que miren hacia otro lado y finjan que no soy quien soy.
– PodrÃa ponerme puntilloso y justificarlo, pero tampoco es que haya que disimular mucho. Al fin y al cabo nunca has existido en el universo al que te mando.
– Y con todo esto te ahorras también el encontrar un método “realista†con el que Javi pudiese llegar hasta allÃ.
Javi comenzó a caminar hacia el portal. Todo lo que habÃa pasado en los últimos dÃas no dejaba de parecerle ciertamente increÃble, pero aquello ya no importaba. Las dudas, fauna de la que se habÃa visto rodeado, el tipo misterioso de sus sueños y las voces en su cabeza habÃan cumplido su misión. TenÃa miedo pero, tragando saliva dio los últimos pasos. Al otro lado del umbral habÃa un mundo distinto y desconocido, pero era donde estaba Ella.
– Que sÃ, cansino, que ya lo saben. ¿Puedo cruzar de una vez?
Se sintió extraño al cruzar, como si su cuerpo cambiase… pero manteniéndose igual en la esencia.
– ¡Pero si nunca nos has descrito a ninguno! ¿Para que dices nada de cambiar de aspecto si sigues sin intención de decir que pinta tenemos?
Se quedó sobrecogido, sin habla.
– …
– He dicho que te quedaste sin habla.
Recordaba haber estado ahà antes en sueños, pero contemplarlo con sus propios ojos lo convertÃa en una experiencia nueva y sobrecogedora. Tras unos minutos de reflexión y adaptación (y espantar a los tipos que se le quedaban mirando) se dirigió hacia las personificaciones de los arquetipos que le debÃan ayudar en su búsqueda. Aquellos dos no tenÃan muy buena pinta.
Tipo duro parecÃa una momia y se le veÃa destrozado, pero aún asà impresionaba (o igual por que se mantenÃa en pie pese a eso)
Por su parte, tipo listo estaba también destrozado. Abrir el portal en un mundo en el que aquello era imposible (bueno, si lo habÃa logrado, imposible, lo que se dice imposible tampoco debÃa ser, pero sà muy chungo) le habÃa arrebatado hasta la última brizna de su esencia y estaba arrugado y escuálido. Como si se fuese a partir por la mitad en cuanto empezase a soplar un poco de viento.
– Hurra por el séptimo de caballerÃa – pensó para sus adentros – Menos mal que te ibas a cortar un poco con el nivel de puteo.
No tenÃa ni idea de como lograrÃa volver a casa, pero no importaba. TenÃa la sensación de que ya no habÃa vuelta hacia atrás posible pero, para su sorpresa, lo más extraño era que no le importaba demasiado.
Pues sÃ, tras la larga espera, por fin estaban entre nosotros: Ventanitas de colores. No era la primera vez que Microsoft intentaba colarlas, pero las anteriores versiones no es que fueran malas, sino que eran más inestables que un demonio mal invocado en el Warhammer.
Pero bueno, como se suele decir, a la tercera parecÃa que era la vencida (más o menos, porque la primera versión que corrió como la pólvora, al menos por mi entorno, fue la tres punto uno)
Las malas lenguas hablaban de “copiaâ€, “plagio†y “robo†(no, de taquiones no hablaba aún nadie, el advenimiento de ROB se habÃa producido, pero aún no se habÃa terminado de asimilar toda su Genialidad en toda su magnificencia) pero sólo hablaba la envidia. Que las teclas rápidas fuesen las mismas que las del MacOS no era casualidad, nada tenÃan que ver el azar o la mala praxis. El señor Gates, en su magnanimidad se habÃa apiadado de los pobres usuarios de Mac y les habÃa permitido hacer las cosas de la misma manera, asà no perdÃan tiempo aprendiendo el nuevo sistema (más adelante les darÃa una “Tecla Windows†en homenaje a la “Tecla Manzanita†para hacerles aún más sencilla la adaptación)
Aquel Windows primigenio cabÃa en ¡cuatro disketes! (más los tres que eran necesarios para instalar el MsDOS, que sin él no podÃamos hacer nada) y podÃa hacer cosas increÃbles. PodÃas instalar de manera gráfica y sencilla cualquier dispositivo, ya fuese un CD o una tarjeta de sonido (claro está, sà antes las habÃas configurado en los archivos de configuración de DOS)
SeguÃas sin poder cargar las cosas adecuadamente en memoria ¿Quién necesita más de seiscientos cuarenta Ks de RAM de base? PodÃas arrancar los juegos haciendo doble click desde tu administrador de archivos (otra cosa es que funcionasen)
Pero bueno, no todo eran innovaciones imprescindibles y alucinantes. También habÃa pequeñas concesiones, inútiles para los usuarios de PC de toda la vida, pero utilizadas por los caprichosos usuarios de Mac como el porta papeles para copiar texto entre aplicaciones o (paparruchas) programas creados para el entorno gráfico. Eso no eran cosas para hombres, sino para vagos que lo querÃan todo mascadito. Para nenazas (… como yo) Los hombres de verdad usaban linea de comandos y, los superhombres Unix. Linux empezaba por aquellos tiempos, pero yo aún estaba lejos de que ni siquiera me sonase el nombre.
Asà pasarÃa del Word Perfect al Word (a secas, que no serÃa “perfect†pero era mucho más cómodo) del Musicator para Dos al Pro 4 (un diskete), Encore (dos) y Finale (tres disketes. Entonces si que tenÃan que currárselo para hacer los programas) al Cubase y el Logic aún les quedaba tiempo para aparecer para PC). Aparte de eso programas también usaba… también usaba… vaya, parece que no usaba ningún otro programa (y no os creáis que a los que he mencionado les daba mucho uso). Por lo demás, tampoco es que jugase demasiado al PC. La MegaDrive aún seguÃa por casa, pero estaba en la habitación de uno de mis hermanos y habÃa caÃdo un poco en desuso, asà que mi única vÃa de escape jugón era la Game Gear (y el rol tradicional, que casi habÃa copado mi tiempo de recreo y esparcimiento)
Mientras hacÃa la PSS y, gracias al una versión primitiva del spam que consistÃa en mandar faxes de publicidad de cualquier cosa a todo cristo, llegarÃa hasta la tienda publicidad de una gente de Madrid que vendÃa ordenadores a unos precios de los más razonables. Asà que me animé a hacerme con uno (y logré convencer a mis dos hermanos para que me echasen una mano para pagarlo).
Asà me harÃa con mi primer ordenador (pagado con mi dinero): Un fantabuloso 486 DX2 66 con un monitor SVGA de catorce pulgadas y ocho megas de Ram y doscientos diez de disco duro.
La cosa prometÃa, aunque empezó con un pequeño problemilla: Sólo venÃa con un diskete y este diskete traÃa sólo el command.com (de algún lado tenÃan que rascar ese precio) En aquel momento me sentà de nuevo como aquel lejano dÃa con el primer Commodore, esperando a que… no sé, que hiciese algo, lo que fuese.
Pero bueno, esta vez ya tenÃa un poco más de callo y logré hacerme con una copia de los disketes de instalación del MsDOS 6.20 y del Windows 3.1 (ya que con el ordenador que habÃa comprado la tienda no venÃan los discos para reinstalar el sistema) y liándome la manta a la cabeza me curre la instalación completa desde cero (previa brasa a los colegas “ilustrados†sobre cosas como un fdisk y demás)
Aún me quedaban algunos miedos electrónicos por superar, pero aquel fue un gran paso para mi. Pero eso os lo iré contando otro dÃa.
No. No os voy a hablar de ninguna trilogÃa chunga de novelas de fantasÃa, sino de un juego de rol: El primer juego de rol que crease Stephen Michael Sechi.
Ahora algunos preguntarán. ¿Y quien es ese tipo para que lo menciones?
Pues es un saxofonista… y el creador de Talislanta.
Vaaale, ahora otros preguntarán: ¿Talis…qué?
Pero a eso os responderé en las siguientes entradas de “Mundos improbables†(léase con voz cavernosa y musica de misterio de fondo) porque la TrilogÃa de Atlantis tiene la entidad y calidad suficiente como para dedicarle una entrada a él sólo.
Como supongo que eso de Atlantis os sonará a (casi) todos, no me dedicaré a explayarme en la explicación del trasfondo de este juego, más allá de deciros que está ambientado en la tierra “antes del hundimiento de la Atlántidaâ€
¿Que con esto tampoco os aclaro mucho?
Bueeeno, ya os cuento un poco más.
Este mundo se supone que es el nuestro en un pasado muy remoto. A esta época se refieren como “La segunda edad†aunque también la llaman “La era antediluviana†(que a mi me mola más) en teorÃa entre el año quince mil y el doce mil antes de cristo. La ambientación no pretende ser histórica en ningún momento, asà que tampoco conviene darle muchas vueltas al asunto.
Estamos hablando de un mundo fantástico puro y duro. Con sus elfos, sus enanos, sus trolls y su magia… pero sin ser un mundo fantástico tradicional. Hablamos de una Tierra (tierra de “nuestra†tierra, no de mundo genérico) mÃtica.
Las razas no son tolkienianas o dungeoneras, sino una (otra) mezcla de los mitos en los que se basan los arquetipos tradicionales. En este mundo también encontraremos hombres-bestia (experimentos del primer Imperio Atlante) zéfiros alados o nethermen (¿sub-hombre? vaya, de esto también hay en Talislanta) hÃbridos de humano y duende.
El juego consistÃa en tres libros (de ahà lo de la trilogÃa) que serÃan publicados por la editorial Bard Games (creada por el señor Sechi junto a otros dos amigos para sacar adelante el proyecto):
The Arcanum serÃa publicado en el ochenta y cuatro y era el reglamento básico, o lo que es lo mismo: Ciento cincuenta y ocho paginas de reglas y hechizos. Se habla un poco de las razas y casi nada del mundo (apenas media página) El año siguiente sacarÃan una segunda edición que era básicamente lo mismo.
Ese mismo año, también sacarÃan The Lexicon; el libro en el que se describÃa el mundo (y al que se hacÃa referencia en Arcanum) y ahà la cosa ya mejora bastante. Este libro es ambientación de principio a fin, un atlas en toda regla que puede ser usado si apetece con cualquier otro sistema de juego. Información de la buena.
El siguiente año (en el noventa y seis) saldrÃa la última parte del paquete: The Bestiary, que vosotros diréis: Vaya, un bestiario, que original. Bichos. Y sÃ, lo es. Pero también es algo más. Porque no estamos hablando de un compendio de caracterÃsticas para una tabla de encuentros. Aquà tampoco se mencionan las reglas. No hay caracterÃsticas. Lo que hay es una recopilación enciclopédica de criaturas mÃticas de toda Ãndole. Empieza siendo genérico en cuanto a descripción de especies, para pasar a lo concreto, que es cuando la cosa gana. Desde el León de Nemea hasta la Esfinge. Desde El Ave Fenix hasta la Hidra. Desde Mefistófeles hasta Moloch.
Lo único que echo en falta a este libro es un poco más de detenimiento en cada una de las criaturas, pero bueno, son ciento treinta páginas, a más o menos dos criaturas por página y a cada cual mas apetecible. Un tratamiento en profundidad habrÃa necesitado de un libraco demasiado grande como para una editorial pequeña, o una colección de libros que habrÃa roto la “trilogÃaâ€
Como dato curioso (y valor añadido) todas las ilustraciones interiores están hechas por un Bill Sienkiewicz a medio camino entre su Caballero Luna y su saga del Oso MÃstico.
Y fin, porque en el noventa y siete saldrÃa la primera edición de Talislanta y Bard Games ya no sacarÃa más material. Al fin y al cabo era una trilogÃa, ¿no?
Bueno, pues no, aún hay un poco más que contar de esta ambientación, porque el señor Sechi siempre ha guardado un huequecito en su corazón friki para su primera creación. Ya en Talislanta se crearÃa su pequeña ruta de ida y vuelta hacia La Atlántida con alguna criatura proveniente de allÃ. Más adelante, en el noventa y ocho, la propia Bard sacarÃa Atlantis: the lost world. Que no era sino una reimpresión del Lexicón y el Bestiario con unas pocas páginas de material adicional, pero que servÃa para mantener vivo el recuerdo de ese mundo.
Al final Bard terminarÃa por desaparecer, pero el señor Sechi se llevarÃa sus creaciones para licenciarlas a otras editoriales.
Asà en el noventa y seis Deaths Edge Games sacarÃa una nueva edición de The Arcanum (la tercera) que supondremos que no le fue demasiado bien, ya que tardarÃa cinco años en sacar las correspondientes segundas ediciones del Lexicón y el Bestiario (después de las cuales también acabarÃa desapareciendo)
HabrÃa que esperar otros cuatro años, hasta el dos mil cinco para que la canadiense Morrigan Press publicase algo relacionado con esta ambientación: Atlantis the second Age. Que no es que fuera lo mismo, ya que utilizaron su propio sistema de juego, el Omni System. Primero sacarÃan un único libro con el sistema y el mundo (con nueva redacción e imágenes) para continuar al año siguiente con otro libro que contendrÃa el bestiario.
Y ahora si que llegamos al fin, porque un año después (casualmente tras publicar el Talislanta D20) la compañÃa cerrarÃa sus puertas.
Asà que ya sabéis, niños y niñas. Si queréis conseguir los libros de esta ambientación, recorreos las tiendas de segunda mano, porque la cosa está complicada, pero merecen la pena.
DÃa: Venga, adivinarlo.
Hora: Segundos después
Lugar: Mundo “realâ€
– Hola.
– Hola – justificación onÃrica, segunda parte…
– Puedes empezar cuando quieras – …y comenzaba igual de mal que la última vez. Tomó aire y se lanzó.
– Déjame un segundo – no, lanzarse no habÃa sido la palabra correcta.
– Tómate todo el tiempo que quieras – aquello tenÃa algo bueno: No podÃa continuar peor.
– A ver, en el fondo debes saber que no querÃa ofenderte – bueno, no era peor que el comienzo, pero se acercaba demasiado para su gusto.
– Eso es lo mejor que se te ocurre.
– Hombre, perdón, mujer, asÃ, de sopetón…
– ¿Me estas pidiendo que lo racionalice?
– Si me puedes hacer ese favor.
– TÃo, ya se por qué sigues sin comerte nada a tu edad.
– Gracias por unas palabras tan halagüeñas.
– Dátelas a ti mismo – no, por favor, que su mente no tirase por ese camino otra vez. Por favor, que alguien lo sacase de ahÃ.
El teléfono le despertó. Salvado por la proverbial campana. Mientras respondÃa, de reojo miró el reloj; no habÃa pasado ni un minuto desde que se habÃa vuelto a acostar. Continuaba el domingo más largo de la historia.
– Si?
– ¿Javi?
– Hola, mama.
– ¿Has comido ya?
– No, aún no.
– ¿Quieres venir a comer con tu padre y conmigo?
– Son más de las dos ¿Aún no habéis comido?
– No.
– ¿Ha pasado algo?
– No. Sólo que hace varias semanas que no te vemos.
– … vale, me visto y voy para allá – aquello sonaba raro, pero estaba claro que no iba a poder dormir y no le apetecÃa hacer la comida.
Se vistió con lo primero que pilló a mano, se despejó lavándose la cara y salió a la calle.
San FermÃn, se decÃa que no odiaba aquellas fechas, que habÃa hecho un pacto de no-agresión con ellas; Si la fiesta no se metÃa con él, él no se meterÃa con la fiesta, pero no podÃa negar una cierta animadversión. Bueno, si que podÃa negarlo, pero serÃa algo bastante estúpido por su parte.
Se puso los auriculares, y subió el volumen al máximo. Gafas de sol: Colocadas. Manos en los bolsillos: Hecho. Vista al frente y encogimiento de hombros: en situación. Aislado de todo lo que le rodeaba, partió raudo hacia su objetivo. De vez en cuando se filtraba algún sonido en los silencios entre canciones, pero era capaz de ignorarlos.
Mientras caminaba a toda velocidad, su cabeza comenzaba a darle vueltas a la breve conversación que habÃa tenido con su madre; mejor aquello que volver a la conversación anterior.
– Tu padre y yo nos separamos – No, demasiado melodramático.
– Nos ha tocado la loterÃa y te vamos a pagar un piso – ¿HabÃa loterÃa en San FermÃn?
– Vas a tener un hermanito – ups, no. Definitivamente, no.
– ¿Cuando vas a hace algo productivo con tu vida? – sÃ, aquello era un clásico.
– ¿Cuando vas a echarte una novia? – esperaba que aquel no fuera el tema. Otros dÃas (otros muchos dÃas) le daba igual, pero aquel dÃa seguro que terminaba hablando de lo que habÃa sucedido. Malditos poderes mágicos de las madres.
Sonrió resignado y desvió la mirada. Se imaginó corriendo como a una velocidad de vértigo sobre la barandilla que le separaba del paseo del Arga. Su otro yo se acercaba casi a la velocidad de la luz, pero no era capaz de ir más rápido que su yo real. Cambió de distracción.
Con su poderoso giro de cintura esquivaba a todos los que se cruzaban en su camino. Aquello no era tan fácil como podÃa parecer. El caminar zigzagueante de los borrachos era un reto mayor al de los habituales viandantes. Metió la cabeza aún más entre los hombros y aceleró el paso: Sala de máquinas, velocidad de escape.
Veinte minutos después estaba en casa de sus padres. Las tres, una hora nada anormal para él para comer, pero no para sus padres. Mientras subÃa las escaleras los desvarÃas volvieron a su mente, ahora con un veinte por ciento más de delirio.
– Hola, hijo – su madre estaba tendida en el suelo cubierta de sangre y su padre le recibÃa tan alegremente con el cuchillo en la mano. Que tu padre tuviese el apodo de “El carnicero de la Txan†tenÃa que acabar afectándote con el paso de los años. Ya podrÃa haber sido ferretero.
– Nuestra nave ha venido a recogernos por fin. Tienes macarrones en el horno – No, el marciano siempre habÃa sido él.
– El demonio al que vendimos tu alma al nacer, ha venido a reclamarla – bueno, al menos se librarÃa de los san fermines.
Llegó al piso de sus padres y abrió la puerta con su copia de las llaves. Atravesó el recibidor y fue directamente hasta la cocina. Su padre estaba estaba ya sentado y comiendo. Al lado tenÃa otro plato esperándole.
– Siéntate, que se va a enfriar.
– Hola ¿Que tal? ¿que es de tu vida? Nos alegramos de verte – no pudo evitar el retintÃn en su tono de voz.
– ¿Que quieres? ¿Un buenos dÃas?
– Tardes serÃa más correcto.
– Calla y come. Tú siempre con tus tonterÃas – parecÃa enfadada, y no era por la hora ni por el comentario. Aquello no presagiaba nada bueno.
– Pero ¿se puede saber que te pasa?
– ¿A mi? Eres tú la que me ha llamado.
– ¡Tú es que estás tonto!
– A ver, nunca he sido ningún cerebrÃn, pero tonto, lo que se dice tonto, tampoco – su madre le pegó una colleja.
– Ahora no te hagas el listillo.
– ¿En que quedamos?
– Deja de marear a tu madre – por fin su padre habló. Su madre le dio otra colleja – Mujer, tampoco es para tanto.
– ¿Que no es para tanto? A este paso se va a quedar solo. Para vestir santos.
– Tú tranquila, esa opción queda descartada. Por lo demás, no me va tan mal – al fin encajaba todo. Diana, la traidora de su hermana les habÃa llamado. Aquello clamaba venganza – Supongo que habéis charlado con vuestra adorable hijita.
– No. Nos ha llamado Marcos – nota mental, nunca subestimes el odiómetro de tu cuñado.
– ¿Que es esto? ¿Una “intervenciónâ€? ¿Vais a tratar de reconducirme por “el buen caminoâ€?
– ¿Eso es lo que quieres? ¿Acabar solo y amargado?
– Bueno, acabar solo no me importa – mintió, pero le sorprendió darse cuenta de que aquello no estaba demasiado lejos de la verdad. No sabÃa si alegrarse o tener miedo por ello – Lo de amargado ya es otro asunto.
– ¿Pero tú le oyes?
– Mujer, tampoco es para tanto – su padre le defendió. ParecÃa que su apoyo estaba por encima de acabar la comida con tranquilidad. Nota mental; devolverle el favor algún dÃa de estos..
– ¿Ves? No es para tanto. Además, joder, aún no me he muerto. Vamos, que me queda tiempo de sobra para buscar algo (si me da por ponerme a ello)
– ¿Y que tenÃa de malo esa chica? A ver.
– Pues… nada. Sólo que no iba a funcionar.
– ¿De que me hablas? ¿De una lavadora?
– A ver, os dicen que le gusto a una chiva ¿y me echáis la bronca porque no me he casado con ella? ¿En tan poca consideración tenéis mi criterio? ¿Que sabéis vosotros de ella? A ver.
– Pero Javi, que ya sabes que sólo queremos lo mejor para ti.
– Pues ahora mismo lo mejor para mi es largarme – se dio la vuelta y se fue.
Perfecto. Era un domingo perfecto. Sin dormir, sin comer y cabreado. Mientras caminaba de vuelta a casa cruzo los dedos y esperó a que el fin del mundo no llegase antes de haber comido algo. Aquellas señales no podÃan apuntar a otra cosa.
Vale, ahà tenÃa mi PeCé, funcionando, sufriendo sus vÃruses (que venÃan incluso en los disketes de los juegos originales, como el del Action Service) comprándome juegos que ya habÃa tenido antes (como el Barbarian, el Targhan o el Impossible Mission II) y cruzando los dedos cada vez que copiaba algo al disco duro para que no saliese ningún mensaje de error de disco.
Como ya hicieran antaño, los juegos seguÃan entrándome por los ojos. Por sus carátulas me comprarÃa el Cobra Mission y el Metal & Lace, y ambos resultarÃan igualmente decepcionantes. De gratis conseguirÃa el Wolfstein 3D, el mejor FPS jamás creado (no, no me gustan los FPS, me aburren enseguida) ya que, al ser una demo, (¿una que?) solo tenÃa un par de pantallas no demasiado cansinas con el laberinto. Ante aquel panorama, parecÃa que tocaba comenzar a mirar los ordenadores desde otro ángulo. Yyyyyy ese nuevo ángulo era el que se encontraba ubicado dentro del ámbito laboral, por supuesto. Un terreno de vedes pastos para alguien más verde aún. Nos encontrábamos bajo el paradigma de la lÃnea de comandos, un ambiente apto sólo para tipos duros. A falta de ludismo informático al que meterle mano, siempre me quedaba el terreno puramente sonoro.
En el tema musical para MSDOS no es que hubiese gran cosa entre lo que elegir. Mientras el Atari y el Mac tenÃan los mÃticos Cubase, Encore, Finale o Notator (luego Notator Logic, para acabar siendo Logic a secas) en el PC tenÃamos el Ballade, el Musicator o el Band in a box (que también tenÃa su propia versión para Atari.
La verdad es que los programas no es que fuesen malos, pero eran feos e incómodos como ellos solos. De todas formas, tenÃan la ventaja de ser más baratos que los programas “Profesionalesâ€. Recuerdo que en la tienda tuvimos una copia del Cubase para Atari y otra para Mac pero, si no me falla la memoria, aún deben seguir por ahÃ. Cada uno de esos programas superaba las cien mil pesetas (de entonces) y el Finale rondaba el doble, mientras que los programas para PC eran más asequibles (lo que no quiere decir que se vendiesen muchos)
Por otro lado, los interefaces MIDI para PC aún estaban caros, chungos de configurar y no eran precisamente fiables (aparte de que sólo eran eso, interfaces, y necesitabas también un modulo de sonidos externo para que aquello pudiese sonar mÃnimamente en condiciones) asà que tuviéramos un mercado muy boyante en aquel momento (menos aún en Pamplona)
SerÃa en aquellos dÃas que hasta mi llegarÃa (no recuerdo por que medio) un disquete. PertenecÃa a una empresa de la lejana Barcelona. Al invocar su contenida aparecerÃa grabado en mi pantalla el nombre del concilio de brujos que lo habÃa conjurado: AMB (decÃa) the SQL (ponÃa más abajo, y yo me preguntaba ¿La Secuela de qué?)
En su interior encontrarÃa precios de tarjetas de sonido y Cederones ¡A PRECIOS ASEQUIBLES!. Como es obvio, no tardarÃa mucho en pedir uno de ambos: Una tarjeta compatible con AdLib, y un CDROM externo x1. Al llegar ellos, también llegarÃa la decepción. Como ya decÃa por ahà arriba: ¿Como… diantres se hacÃa funcionar aquello?
Vale, yo pinchaba la tarjetas en sus ranuras respectivas, pero aquello no chuflaba. Conectaba los auriculares a la tarjeta de sonido, pero de ahà no salÃa ningún acorde o palabro. MetÃa un disco en el lector, pero no sabÃa como acceder a su contenido. Con ellos venÃan unos disketes, “conductores†ponÃa en guiri en sus pegatinas, pero ejecutando sus contenidos no lograba que me llevasen a ningún lado. Aquello de la informática “seria†estaba empezando a tocarme un poco las narices.
Por fortuna tenÃa a mano a alguien que era capaz de desencriptar aquel galimatÃas y hacer funcionar aquellos cachivaches. La verdad es que, por mucho que me empeñase (a quien vamos a engañar, nunca me esforcé demasiado) nunca aprendà a hacer un autoexec.bat o un config.sys desde cero (otra cosa era ya el copia de aquà y allá para hacer mi pequeño ejército de Frankensteins binarios)
Al fin conseguirÃa que aquello sonase y que los posavasos plateados sirvieran para algo, pero aquello tampoco mejoraba demasiado la cosa.
Vale, no tenÃa que desconectar fÃsicamente el PC Speacker de la placa para no incordiar (al menos, no siempre, ya que habÃa algunos programas que no te dejaban otro remedio) pero los juegos aburridos, con sonido “modelnoâ€, no se volvÃan entretenidos.
Pero se acercaban tiempos de cambio. Como respuesta (tardÃa, muy tardÃa) a los colorines e iconitos de la competencia, se acercaba el (ejem) “Salto cuántico†para el PCVerso. Más allá de los comandos arcanos como pkzip o arj, comenzaba a vislumbrarse el reino dorado de las Ventanas (¡oh sorpresa! ¡nunca habÃamos visto nada parecido!) y su mÃstico paladÃn; el ratón (no bostecéis tan alto)
El mundo informático se iba acercando a las masas. Nos esperaba una buena.
Antes que nada, aclaremos conceptos: Glorantha es un mundo, no un planeta.
No es una esfera flotante que orbita alrededor de un sol, sino que ocupa la faceta superior de un cubo que flota en el caos primordial.
Sobre su superficie hay dos continentes; Genertela y Pamatela, separados por el Océano del Eterno Retorno. En el centro del océano se encuentra la Fuente de Magasta, un vórtice que comunica el mundo superior con el interior; el inframundo.
Glorantha no es un mundo grande. La extensión total del mundo es aproximadamente como la del continente americano (no será muy grande, pero en su interior caben grandes cosas)
Tampoco es un mundo antiguo, ya que el momento en el que se ambienta el juego es año mil seiscientos veinte (aunque sucedieron muchas cosas antes de que el tiempo comenzara a contarse)
Cada mañana Yelm, emperador del universo sale con su carro Ãgneo, arrastrando el sol desde La Puerta del Alba en el este por el firmamento de Glorantha. El anochecer llega cuando Yelm alcanza La Puerta del Crepúsculo en el oeste. Durante la noche recorre el inframundo para volver a traer el dÃa de nuevo tras imponerse a quienes habitan en la oscuridad.
Hubo una época de oscuridad cuando Orlanth, el señor de las tormentas hijo de Umath, mató a Yelm y lo arrojó al inframundo. Pero con el más adelante se darÃa cuenta de su error, pues el caos y la oscuridad comandados por El diablo (no, no se lo curró mucho con el nombre de este) consumieron el mundo y acabaron con la Montaña Cósmica y la corte celestial que allà habitaba.
Pero Orlanth verÃa su error y bajarÃa hasta el inframundo en busca de Yelm, que habÃa logrado imponer su voluntad sobre su propia muerte. Magasta llevó a sus hijos acuáticos a cerrar la brecha que habÃa creado la explosión de la montaña, y Kyger Litor sacos a los suyos a la superficie para que bajo el cielo sin estrellas luchasen contra la oscuridad y el caos.
Finalmente Orlanth, rompiendo todas las leyes antiguas, lograrÃa salir del infierno junto a Yelm y las fuerzas de la vida.
Desde algún lugar recóndito cuya ubicación nadie conoce llegarÃa Arachne Solara, que forjarÃa El Gran Compromiso con todos los dioses, tanto vivos como muertos, para acabar con el diablo.
De su vientre saltarÃa El Dios Tiempo, el último de los dioses, extendiendo su red mÃstica de realidad sobre los restos del viejo mundo.
Yelm devolvió la vida a los dioses muertos con el primer amanecer, y el tiempo del Alba vio la luz.
Igual estáis un poco mareados después de este resumen… pero es que esto no es un resumen. Glorantha esta escrito asÃ; denso, a toda velocidad… con una redacción un tanto tosca (vale, ya se que yo no soy el más adecuado para criticar la prosa de nadie, pero ahà esta la cosa)
Los eventos se atropellan, las ideas son arrojadas y te impactan dejando secuelas, los conceptos se lanzan al aire… y se dejan ahà para que maduren en la mente de cada uno. Y la cosa sigue al mismo ritmo…
Durante la primera edad; el alba, el mundo aún no se habÃa recuperado de la guerra de los dioses. La separación entre los dioses y los hombres era escasa. Los diversos poderes trataban de dar forma a las energÃas que gobernaban en universo experimentando de todas las maneas imaginables.
Uno de aquellos experimentos, el más espectacular, serÃa Nysalor.
Nysalor fue un ser construido mágicamente por un grupo de humanos y miembros de las razas antiguas. En su origen participaron todas las razas importantes, pero más adelante los trolls y los dragonuts abandonarÃan el proyecto antes de su culminación.
Cuando Nysalor comenzó su reinado, una era dorada comenzó para su seguidores, pero no para aquellos que no se postraban ante él. Quienes no le seguÃan fueron esclavizados o desterrados.
Los trolls y los dragonuts se opusieron a él, pero fueron derrotados. Sobre los trolls caerÃa una maldición que condenaba a sus hembras a parir criaturas deformes, los trollkin, en lugar de los saludables trolls negros uzko.
Arkat, daño del caos, serÃa el más tenaz enemigo de Nysalor, a quién llamaba Gbaji, el impostor. Durante setenta y cinco años luchó contra él, asumiendo las formas de cada una de las razas de Glorantha tras arduas búsquedas heroicas.
Y como estos ejemplos, hay muchos más entre los que elegir.
Tenemos a los enanos. ¿Enanos? no, mostali. Las creaciones de los primeros mostali, encargados de cuidar y reparar a Mostal, la máquina del mundo que fue dañada durante la guerra contra el caos.
Tenemos a los elfos ¿Elfos? no, aldryani. Los hijos de Aldrya, la diosa de los bosque, son medio vegetales. No es que sean lerdos, sino que el apelativo de “tronco†se les podrÃa aplicar en más de un sentido.
Tenemos el monomito jrustelano. Un intento de un culto humano de la segunda edad, los aprendices de dioses, para juntar todas las religiones y leyendas en un mito unificado. La cosa no habrÃa estado mal, de no ser porque estuvo a punto de condenar toda la existencia. La estrechez de miras y la falta de comprensión real de los mitos que modificaban por parte de sus creadores pudo acabar con toco cuanto existÃa.
Y lo dejo aquà antes de embalarme.
Hala, ya estáis tardando en curiosear un poco más por ahÃ. Que de esto si que hay cosas publicadas en castellano.
DÃa: SÃ, aún seguimos en el mismo.
Hora: A escasos momentos de la gran H.
Lugar: Microverso
– ¿Hola? – Cojonudo. Estaba soñando otra vez. Pero esta vez parecÃa que habÃa suerte: nada ni nadie en el horizonte. Cerró los ojos, y trató de dormir dentro de su sueño. Un momento de tranquilidad tampoco le vendrÃa mal.
– ¿Que haces aquÃ? – fin del momento de paz, tocaba un nuevo y apasionante encuentro con la voz “misteriosaâ€
– Es mi cabeza. ¿A quién cojones esperabas encontrar? El que no deberÃa de estar aquà eres tú (seas quién seas)
– Despierta, cenutrio, y busca el puñetero camino hacia donde está Ella.
Despertó con la pregunta de costumbre: ¿Cómo narices se habÃa metido en aquel lÃo?
No, no era suficiente con las voces en su cabeza, también tenÃa que haber estrellas invitadas mientras dormÃa. Trataba de aclarar sus pensamientos, pero el cabreo aumentaba por momentos. Le habrÃa encantado que Mike tuviese razón para poder cagarse el los muertos de su “autorâ€
– ¿Vas a moverte? – hablando del rey de Roma, ahà estaba Mike.
– Claro. Sólo tienes que decirme hacia donde.
– Sencillo: Hacia donde está Ella.
– Venga, listo, dime como llego hasta ese mundo que sólo aparece en mis sueños.
– Pregúntaselo al tipo que te enseñó el camino de baldosas amarillas.
– Claro, como no tengo que bastante con las voces que están apalancadas en mi cabeza, voy a ir invitando a más ocupas.
– ¿Por qué no hablas con “el de arriba†y le dices que te diga como continua esto? – trataba de sonar sarcástico, pero sólo conseguÃa sentirse ridÃculo burlándose de una parte desquiciada de su personalidad.
– Ya sabes que hace tiempo que no aparece por aquÃ. Parece que le ha dado por cambiar las reglas.
– Deja de darme largas y empieza a darme ideas.
– Sigues apuntando en la dirección equivocada. Sólo soy una excusa argumental, tendrás que hablar con otro personaje para poder buscarte la vida.
– Pensaba que era el personaje de un relato, no de un videojuego.
– Puedes alargarlo todo lo que quieras, pero mientras no te muevas esto no se va a solucionar.
– No me vas a dejar tranquilo hasta que lo haga, ¿no?
– Puedes probar suerte. Igual hoy es tu dÃa.
Se levantó. Que remedio. Mientras se duchaba trataba de pensar en pelÃculas, juegos o libros. Buscaba un punto de partida del que comenzar, pero ninguno le valÃa.
Aquello no tenÃa ningún sentido. No creÃa en otras dimensiones, no creÃa en la magia, no era devoto de ninguna religión. Aquello no habÃa por donde pillarlo, pero todo el mundo le urgÃa en que se moviera, que hiciese algo. Estaba rodeado de tipos que estaban como una regadera y parecÃa que aquello estaba comenzando a afectarle.
– Claro, como siempre has sido un tÃo tan centrado… – y, claro, Mike. Siempre estaba por ahà Mike para terminar de arreglar las cosas.
– ¿Quieres dejarme tranquilo?
– Mmmmmm. No.
– ¡Joder! ¡Vas a acabar por volverme loco!
– …
– Bueno, ya me entiendes, más loco aún.
– Blablabla. ¿Ahora es cuando te echas a llorar?
– Pues igual lo que hago es volverme a la cama. Igual me doy la vuelta, me echo a dormir, y paso de todos vosotros.
– Menos lobos. Sabes que eso no va a colar.
– Gracias por ponérmelo tan fácil. Hala, vete a cascarla por ahÃ.
– ¿Pero vas en serio?
– …
– Oye, ¿se puede saber de que vas?
– …
– SÃ, te estoy hablando a ti.
– Al menos manda a alguien para que me eche una mano.
Alguien llamó a la puerta.
– Gracias.
– …
– ¿No vas a levantarte?
– …
– Nada, que no quiere levantarse.
– JAVI, QUE SOY DEUX EX. ABRE, COPÓN.
– Que duro eres, asà seguro que consigues que te haga caso.
– …
– QUE SE COMO PUEDES LLEGAR HASTA DONDE ESTA ELLA.
– Bueno, por ahà supongo que vas mejor.
– …
– Pues parece que va a ser que tampoco.
– Se aceptan sugerencias.
– Menudo instrumento divino estas hecho.
– Debo reconocer que he tenido dÃas mejores… pero ha sido con otros autores.
– ¿Y ya está? ¿No vas a intentar nada más?
– A ver. Igual esto vale. QUE ME HA DICHO ANTAGONISTA QUE HA CORTADO CON ELLA.
– Claro, eso tiene mucho sentido. Ha ido hasta donde sea que está, han cortado, y ha vuelto para decÃrtelo.
– No eres de mucha ayuda.
– Es un don… y mi papel.
– Pero que pelmas que sois.
– ¿Ves? Ha funcionado.
– Menudo crack está hecho el autor. Tiene unos giros argumentales que rompen caderas.
– Sólo para que conste, después de esto voy a ignoraros por completo para el resto de la eternidad.
– SÃ, sÃ, sÃ. Os odio mucho y blablabla.
– Que quede claro, esto es lo último que voy a deciros.
– Y dale, que sÃ.
– Que os follen.
– Vale. Esto no me lo esperaba.
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